sábado, 6 de febrero de 2016

La bofetada de Lorenzo Mendoza a Nicolás Maduro




Por razones no muy claras desde hace años el régimen escogió como uno de sus blancos favoritos a Lorenzo Mendoza y empresas Polar.
A Mendoza  y sus empresas se les satanizó como “la derecha traidora.”
Desde el punto de vista de la lucha de clases marxista no hay mucha diferencia entre Lorenzo Mendoza y Pérez Abad.
Ambos representan a una misma clase social. Con la diferencia que uno esta enchufado y el otro no.
Mendoza y Polar al igual que muchos industriales en Venezuela sólo quiere seguir trabajando y produciendo.
Incluso a pesar de no recibir los dólares subsidiados que el gobierno le regala a los importadores de la boliburguesía.
El gobierno siempre vio en Mendoza un potencial adversario político.
Un hombre inteligente, con carisma y dinero.
Hmmm. Carisma. Dinero. Estas son categorías que eventualmente se podrían controlar.
¿Pero como se adivinan las posiciones de un hombre inteligente?
¿Como se puede confrontar políticamente con un hombre que no es político?
¿Como pelear en el pantano con un hombre que sencillamente no baja al pantano?
El problema que Lorenzo Mendoza representa para el gobierno es que con su éxito pone en evidencia la rotunda incapacidad del régimen para gobernar.
En condiciones normales Lorenzo Mendoza y Polar deberían, al igual que muchos otros industriales en Venezuela, estar cerrando sus empresas.
Pero este curioso representante de la derecha burguesa venezolana en lugar de huir, como muchos otros lo ha hecho, o en lugar de cerrar sus empresas para proteger su capital, este sigue aportando e invistiendo en el país.
En contra de todo.
En contra de la falta de insumos.
En contra de la falta de divisas.
En contra del colapso económico y la inseguridad.
En contra del gobierno.
De alguna manera Lorenzo Mendoza ha logrado inventar una reingeniería empresarial que le ha permitido navegar a través de estos mares tempestuosos de la política venezolana.
Y por si fuera poco este insolente burgués, no satisfecho con enrostrarle su éxito a un gobierno fracasado, tiene el atrevimiento -¿insolencia?- de decirle al régimen en 7 puntos lo que debería hacer para salir de la crisis económica.
Con el conocimiento de quien exitosamente ha manejado grandes proyectos económicos.
La cólera de un régimen reducido a una caricatura mediocre de si mismo no se hizo esperar.
Alguien mal aconsejó a Maduro en ese momento de cólera irracional a responderle a Mendoza que si no era capaz de dirigir sus empresas que se las entregara al pueblo, o sea al gobierno para quebrarla con los consejos de trabajadores que ya una vez quebraron las empresas de Guayana.
Este reclamo de Maduro más que un reto fue una lastimosa confesión de la incapacidad del régimen para hacer algo tan elemental y básico como un plan de medidas económicas de 7 o 10 puntos.
En algún aparte de las bacanales habituales que se hacen en Miraflores Maduro, Cabello y Rodríguez han podido pedirle al Ministro Salas que apunte en una servilleta 7 medidas prioritarias para afrontar la crisis.
Pero no lo hicieron.
No por falta de tiempo.
Por falta de ideas.
Por ausencia total de inteligencia para entender la gravedad del problema económico y pensar en sus soluciones.
Esa inteligencia que hoy ni Maduro, ni cabello, ni Rodríguez le puede perdonar a Lorenzo Mendoza.
Es posible que la receta que propone Mendoza en sus siete puntos sea equivocada.
¿Quien lo sabe?
Pero la diferencia es que mientras el gobierno pierde tiempo  en mesas de trabajo u otras fórmulas para evadir su responsabilidad Lorenzo Mendoza, a riesgo de equivocarse, hace una propuesta para enfrentar la crisis económica precisamente en el momento que que el país reclama respuestas y liderazgo.
Basta ver los insultos de Maduro a Lorenzo Mendoza para comprender cuanto le dolió la impecable cachetada que Mendoza le propinó.
Porque hay muchas cosas que duelen en la política.
Pero, una que le debe doler a Nicolás Maduro en forma muy particular es quedar en ridículo, sin argumento frente a sus seguidores.
Y en cadena nacional.

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