lunes, 27 de septiembre de 2021

Abstención militante el 21N

            Regresa nuevamente el ejército de operadores políticos del chavismo y la falsa oposición para promover la fiesta electoral de esta temporada que será el 21 de Noviembre. Una vez más chavismo y falsa oposición vuelven a coincidir en la defensa del estado chavista. Sus diferencias son aparentes porque ambos están de acuerdo en defender al estado chavista que les permite seguir en el negocio de la política y más específicamente en la próspera industria electoral que parece ser el único sector económico que se mueve en Venezuela, además del narcolavado.

            Tal como siempre ocurre en tiempos de faena electoral volvemos a ver el desfile de analistas, periodistas, encuestadores y consultores quienes regresan con teorías recicladas para justificar el voto bajo el régimen chavista. Estos operadores que están afiliados bien al chavismo o a la falsa oposición tienen la tarea de propagar las fantasías electorales que de alguna forma tratan de convencer a los venezolanos de usar el arma del voto para salir del chavismo. Si, los operadores chavistas son los más entusiastas de este tipo de campanas.

            El chavismo usa eficientemente el aparato del estado para mover a sus clientelas y llevarlas a votar con bozal de arepa o de lo que sea. La falsa oposición por su parte tiene que apoyarse en las migajas que el chavismo le lanza para pagar a sus activistas, pero por supuesto estas prebendas no son suficientes para mover a la gente a votar por un aspecto comprensible y elemental de escasez de recursos.

            Así la falsa oposición se ve obligada a ejercitar el reciclaje de promesas para engañar a la mayor cantidad de gente que pueda y llevarla a votar. Ya son más de dos décadas usando la misma prédica, aunque con distinto empaque. La esencia del argumento consiste en tratar de hacerle creer a la gente que participando con el voto es posible que algún día el chavismo pierda las elecciones y entregue el poder.

            Por esta razón y en forma consistente la falsa oposición siempre se enfoca en las llamadas garantías electorales desconociendo, en forma deliberada y maniquea, que antes que garantías electorales hay unas garantías políticas que al ser inexistentes en Venezuela reducen el evento electoral a una farsa.

            Argumentar esto en 1999 era mucho más difícil porque, aunque se disponía de los elementos para entender que estábamos frente a la conformación de un estado chavista hegemónico que jamás entregaría el poder, en ese entonces no disponíamos de la evidencia histórica para fundamentar esa hipótesis.

            Décadas después se entiende con más claridad que el fraude electoral que tanto denuncia la falsa oposición es una estafa que enmascara su papel de sostén y colaboradora del estado chavista. La tesis del fraude electoral asume por descontado que hay condiciones políticas óptimas para que opere un cambio de gobierno dentro de ese régimen político. Esto como ya ha sido desmentido por la realidad una y otra vez. Inclusive cuando el aparato estatal chavista  ha experimentado pequeños cortocircuitos y fallas internas como en las elecciones del 2015 inmediatamente sus estructuras se activan para corregir la anomalía.

La mejor evidencia que el problema de fondo en Venezuela no es el fraude electoral sino el fraude político articulado por el estado chavista y sus instituciones es el hecho que cada vez que el chavismo adjudica posiciones dentro de su régimen político a la falsa oposición de inmediato hace los ajustes para vaciar de contenido y potestades esos cargos, pero no de recursos y dinero porque ese el pago por los servicios prestados.

Si el chavismo le adjudica a la falsa oposición la mayoría de la Asamblea Nacional, como lo hizo en el 2015, al mismo tiempo le monta una Asamblea Constituyente por encima o una Asamblea paralela que son las reconocidas por el estado chavista. Si el chavismo le da unas gobernaciones y alcaldías a la falsa oposición, como lo hizo en el 2018, entonces les nombra por encima unos protectores que actúan como una suerte de agentes plenipotenciarios del régimen. Eso sí, lo que el estado chavista no le quita a la falsa oposición son las asignaciones de dinero para que esta pueda pagar a sus clientelas a través de algunas gobernaciones y alcaldías.

Detrás del argumento de mejorar las condiciones electorales que la falsa oposición siempre usa en realidad lo que hay es una súplica por mejorar las condiciones del reparto de cargos y la convicción que dentro del régimen político chavista se puede operar y convivir, cohabitar pues.

Este esquema de confrontación aparente entre el estado chavista y su falsa oposición oficialmente aceptada funciona perfectamente para quienes viven y parasitan de la política, pero no para la inmensa mayoría de los venezolanos víctimas de este cogobierno. Para los venezolanos un alcalde aquí y un gobernador  allá no va a cambiar la realidad que es la de tratar de sobrevivir al proceso de disolución de la nación venezolana.

Pero la voracidad de la falsa oposición en agarrar cualquier migaja que le tire el chavismo es tal que inclusive ahora para las elecciones del 21N ha renunciado a su propia tesis de las condiciones electorales e irán a esas elecciones aunque el chavismo no les de nada. Seguro algo les darán, pero su posición de participar en esas elecciones admitiendo de antemano que el chavismo podría quedarse con todo dice mucho del verdadero interés que tienen de seguir dando palos a la piñata electoral y apilar todo lo que caiga.

Hay otro pequeño sector de esta falsa oposición que con un fingido pudor se pone el pañuelo en la nariz y asegura que no se debe participar en las elecciones del 21N pero que respetan la posición de quien quiera participar. En otras palabras quieren quedar bien con unos y otros además de insistir en la tesis de que no se vota por un tema de condiciones electorales. Mayor descaro, mayor oportunismo imposible.

Las razones para no votar el 21 de noviembre son muchas. Quizás la más importante sea la evidencia histórica que votando y reconociendo al régimen chavista nada se ha logrado. Resulta evidente que las condiciones electorales pueden cambiar pero mientras no haya garantías políticas las elecciones no serán más que lo que han sido hasta ahora: Puro circo y estafa. El estado chavista no está en posición de ofrecer garantías políticas porque eso equivaldría a ceder el poder.

Esta nueva estafa electoral en ciernes es una magnífica oportunidad para que le expliquemos a los venezolanos que las razones para no votar en esta y en las siguientes elecciones no es por la falta de condiciones electorales mismas, como dice un sector de la falsa oposición, sino por la ausencia total de garantías políticas bajo un estado que ha sido diseñado para jamás ceder el poder.- @humbertotweets

jueves, 23 de septiembre de 2021

La derecha reclama su espacio en Venezuela

            El daño que el chavismo le ha hecho a Venezuela es tan grande que ha logrado el milagro de provocar el surgimiento de un amplio sentimiento en los venezolanos a favor de las ideas de “derecha.” Venezuela ha sido un país sometido a la tiranía cultural de la llamada “izquierda” cuyas ideas de un estado benefactor y clientelar se impusieron a través de políticos, historiadores e intelectuales.

            Las ideas políticas dominantes se apoyaban en promesas de igualdad y de una justicia social que demonizaba a los ricos para arrebatarle sus riquezas y entregárselas a los pobres mediante políticas perniciosas de redistribución. En lugar de promover el trabajo y la creación de riqueza el énfasis del discurso político siempre estuvo hacia la izquierda prometiendo quitarles a unos para darle a otros.

Esto creó toda una ideología proteccionista, paternalista y sobre todo clientelar que trascendía a los partidos políticos. Todos querían ser los más dadivosos para darle al pueblo lo que el pueblo merecía y este no podría ser otro ángulo que el de la izquierda o a lo sumo la centro izquierda. Apostar al otro extremo político era un suicidio político y electoral porque equivalía a enarbolar banderas previamente satanizadas e impopulares.

La izquierda marxista fue muy hábil y exitosa a la hora de etiquetar a cualquiera de sus adversarios como de derecha o de extrema derecha. Aún hoy el PSUV chavista lo hace. Es una táctica que produce dividendos en una Venezuela donde la psiquis colectiva abrazaba las denominaciones de izquierda, centro izquierda, socialista o socialdemócrata al tiempo que miraba con desprecio a cualquiera que se pareciera a la oprobiosa derecha.

Pero aunque la denominación izquierda-derecha permite una rápida ubicación en el campo político es insuficiente para explicar la esencia de una posición política o ideológica. Para empezar no se puede hablar de izquierda y derecha como si se tratase de dos bloques homogéneos históricamente enfrentados según cuenta la épica marxista. En realidad debajo de esos rótulos hay modulaciones y morfologías muy profundas que al examinarlas nos muestran varios tipos de izquierdas y de derechas más allá de la simplificación de estar en un lado o en el otro.

Por ejemplo el filósofo español Gustavo Bueno en su libro el Mito de la Derecha propone examinar las morfologías de las derechas más allá de sus características sociológicas y culturales o de su posición frente a la economía política. Bueno logra identificar etic (desde la perspectiva del que está afuera) diferentes modulaciones de la derecha tales como la derecha definida, la derecha indefinida, la derecha alineada, la derecha no alineada, la derecha socialista, la derecha liberal, etc.

Es pertinente estudiar la tipología de la derecha que nos ofrece Gustavo Bueno porque nos obliga a revisar en detalle los elementos de esas posiciones políticas más allá de la simple etiqueta que de por sí podría ser muy engañosa.

Sin embargo, no deja de tener importancia la posición emic (desde la perspectiva del propio sujeto) de grupos e individuos que se consideran a sí mismos como de derecha en Venezuela en contraposición a quienes son identificados como de “izquierda” cuya morfología también habría que estudiar para comprender que no hay una sino varios tipos de izquierdas.

            Durante muchos años el campo político y electoral en Venezuela estuvo dominado por la denominada izquierda o centro izquierda. Era imposible articular una política desde la derecha cuando el discurso oficial dictado desde las universidades y los medios de comunicación idealizaban lo popular asociándolo a la redención social propia del discurso progresista.. Desde el punto de vista de las políticas del estado esto tuvo su expresión política más acabada en la constitución de 1961 al consagrar el llamado “estado democrático y social de derecho” que es la forma más exquisita de llamar al vulgar estado clientelar de partidos. Esa ideología de izquierda permeó la constitución de 1961 al establecer una larga lista de derechos sobre todo económicos y sociales que le daban sustento al estado paternalista y encontraba su expresión económica en el capitalismo de estado, en nombre del cual los partidos tomaron por asalto la hacienda  pública.

            Sin asumirse abiertamente como de derecha algunas voces intentaron, sin mayor éxito, desafiar la tiranía cultural de la izquierda. Venezolanos como Carlos Rangel, Sofía Imber, Renny Ottolina por nombrar unos pocos fueron vistos como verdaderas rara avis o mejor dicho parias en su propia tierra, aislados por el cretinismo político de la cultura del estado de partidos.

            Era impensable en los 60, 70, 80 y 90 entrar a las universidades o los gremios con un discurso de derecha. El solo intento podría terminar en un linchamiento físico. Hoy día el chavismo ha logrado que muchos venezolanos se definan como de derecha en repudio al régimen chavista y su falsa oposición que orgullosamente se autodefinen como de izquierda.

            La búsqueda por un nuevo referente político frente al chavismo y su falsa oposición ha llevado a miles de venezolanos a hurgar en la historia el legado de aquellos que en su momento fueron percibidos como conservadores o de derecha. Es impresionante la cantidad de materiales que se pueden conseguir hoy que aportan elementos para reexaminar la obra y el pensamiento de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Conteras, Marcos Pérez Jiménez, Laureano Vallenilla Lanz, Arturo Uslar Pietri y otros. Es innegable el aumento del interés por reestudiar el relato nacional desde otras coordenadas distintas a la versión ideológica y sesgada de historiadores marxistas.

            La afiliación a la denominación de “derecha” requiere de una elaboración política y teórica más precisa para establecer la morfología o los elementos esenciales de esa posición política e ideológica. ¿Ser de derecha con respecto a qué? ¿Cuál es la teoría del estado de esa derecha? ¿En qué medida el estado ejercita su rol en la economía? ¿Cuál es su posición frente a la familia y la nación política? Hay que responder estas preguntas entre otras para comenzar a construir las bases de una derecha definida por lo político y no por lo sociológico o lo cultural.

            Lo novedoso y lo relevante es que por primera vez en la historia de Venezuela, gracias al fracaso del modelo de estado de partidos y del capitalismo de estado auspiciado por el régimen chavista y su falsa oposición, hay un campo fértil que bien puede ser reclamado por una derecha política, conservadora y nacionalista cuyo norte sea la refundación del estado como una república de ciudadanos libres y la defensa de la integridad de la nación venezolana. En todo caso, hay que dotar de contenido político y filosófico a ese sentimiento de ser de “derecha” que hoy recorre toda Venezuela para disputarle el poder a la izquierda en todas sus variedades.-  @humbertotweets

lunes, 20 de septiembre de 2021

Fraude político vs. fraude electoral

            La dirección política de la falsa oposición y sus tácticas han variado desde 1999. Pero su estrategia frente al chavismo se mantiene intacta. Los partidos que se nuclearon en torno a la Coordinadora Democrática (CD) primero y a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) después han mantenido una postura errática a la hora de confrontar al régimen chavista. Un día amanecen animados para ir a la fiesta electoral chavista, otro día se envalentonan en llamar a no votar por falta de condiciones electorales, y al día siguiente se arrepienten y vuelven a llamar a votar, aunque las condiciones electorales no hayan cambiado. Entre un cambio de camisa y otro les queda tiempo para alentar protestas que luego son abandonadas y hasta combinarse con militares en acciones cuyos detalles inexplicablemente siempre terminan develados ante el régimen.

            El cambio de una táctica por otra ocurre sin hacer un balance de los logros o de los errores cometidos. La falsa oposición no se siente obligada a dar una explicación y menos aún a justificar el nuevo curso. La táctica de turno siempre es presentada como irreversible e inevitable, con la autoridad que les da el autonombrarse como “oposición” convocan a los venezolanos, una y otra vez, a firmar un cheque en blanco y endosarle apoyos a esa falsa oposición que no es perfecta pero hay que tragarla entera porque esa es la única que hay, según dicen.

            El uso de unas tácticas y no de otras parece tener motivaciones hormonales u oportunistas, pero no políticas en el estricto sentido de disputarle el poder al chavismo. Los documentos que ha producido la falsa oposición en sus diferentes etapas para justificar sus cambios de posturas están plagados de ilusiones y falsas promesas, todas animadas por un irresponsable voluntarismo y cortoplacismo. Tratando de infundir optimismo basado en mentiras y fantasías lo que ha logrado la falsa oposición es propagar la desilusión y la desesperanza entre muchos venezolanos.

            En lo que sí ha sido consistente la falsa oposición es en creer y tratar de hacerle creer a los venezolanos desde 1999 que es posible el cambio dentro del régimen político del estado chavista. Esta estrategia que se ha mantenido  constante en el tiempo se basa en asumir como propia la Constitución de 1999 y regular todos los eventos políticos (elecciones, protestas, huelgas, negociaciones,) dentro de un marco y con unas reglas que han sido diseñadas a la medida del chavismo y no por el interés nacional de los venezolanos.

            Por eso el chavismo con mucha certeza siempre llama generosamente a participar a sus supuestos adversarios, siempre y cuando acaten las reglas del juego del régimen y se sometan al estado chavista. Dentro de ese riguroso, estricto y exacto marco hay un espacio para la oposición colaboracionista que es la única aceptada por el régimen. Esa oposición es bienvenida a la hora de participar en elecciones o inclusive tratar de convocar la caricatura de referéndum revocatorio previsto en la constitución chavista de 1999. El estado chavista controla a su antojo todos los poderes públicos, incluyendo el militar y el electoral, en forma tal que cualquiera sea el resultado que se produzca de esos procesos jamás afectará al chavismo en el poder.

Por eso la falsa oposición siempre ha sido coherente en sus consignas y posturas a la hora de llamar a un cambio de gobierno (fuera Chávez, fuera Maduro), mas no a un cambio de estado (abajo el estado chavista y sus mafias). Buscar un mero cambio de gobierno reduce los esfuerzos para sacar al chavismo del poder a lo estrictamente electoral contenido en la constitución de 1999 bien sea por vía de elecciones o referendos. El estado chavista dispone de estructuras y mecanismos “legales” que aseguran resultados que jamás pondrían en peligro su existencia.

La petición de la falsa oposición, avalada por varios países, siempre ha sido la convocatoria de lo que los denominan “elecciones libres''. Y para eso el argumento es mejorar las condiciones electorales para tener más oportunidad de ganarle al chavismo “en su propio terreno''. Pero no se repara que mientras el estado chavista se mantenga en el poder los resultados seguirán siendo los mismos, una y otra vez.

Incluso cuando la falsa oposición ha participado con militares lo ha hecho desde el ángulo de la preservación del estado chavista y su constitución. Así por ejemplo el 30 de Abril de 2019 los falsos opositores parecían estar listos para armar un gobierno con Maikel Moreno y Vladimir Padrino López dejando intacta toda la estructura del estado chavista que seguramente ellos aspiraban a heredar.

La concepción cortoplacista y electorera de la falsa oposición conduce irremediablemente a una política de cohabitación con el chavismo o de convivencia como se le llama ahora. Dentro de esa nueva normalidad que desesperadamente busca el chavismo la falsa oposición tiene reservado un papel privilegiado. Y este es el de ser legitimadora de un régimen que a su vez le adjudica cargos de elección popular y le transfiere prebendas a sus clientelas vía alcaldías y gobernaciones.

La falsa oposición quiere que los venezolanos se centren en el tema del fraude electoral y las condiciones técnicas para ir a unas elecciones o a un referéndum. Ese es el papel que el régimen chavista le ha asignado a la falsa oposición, el de distraer a los venezolanos con el cotillón y la fiesta electoral. Pero el problema real que tenemos es el del fraude político, derivado de un régimen que se ha procurado un marco legal y constitucional a su medida

La táctica que esta temporada asume la falsa oposición de la lucha electoral en realidad enmascara su verdadera política y estrategia de apostar por un cambio de gobierno que deje intactas las estructuras políticas, financieras y militares en las cuales se apoya el estado chavista. Con esa estrategia y esas tácticas la falsa oposición seguirá llevando a los venezolanos de derrota en derrota en una interminable acumulación de muertes y desesperanza.

No es suficiente buscar un mero cambio burocrático de gobierno. Hay que partir de una correcta caracterización del estado chavista para buscar su sustitución estableciendo como prerrequisito la liquidación de su falsa opción cohabitadora y colaboracionista. Es urgente la construcción de un nuevo eje político en Venezuela que coordine fuerzas y sectores, civiles y militares, para sacar al chavismo del poder, detener la destrucción de la nación y refundar el estado venezolano sobre estrictas bases éticas y morales.- @humbertotweets

jueves, 16 de septiembre de 2021

La ficha “Saab” en la geopolítica chavista

            Uno de los errores más graves que se puede cometer con un régimen como el chavista es caer en la simplificación o subestimación. Estos vicios contaminan el análisis y llevan a conclusiones y estrategias equivocadas. Esto es precisamente lo que ha caracterizado a la falsa oposición desde 1999. Esa dirección política ha venido diseñando en forma consecutiva estrategias equivocadas subestimando la infinita capacidad del chavismo para hacer daño y su calculada capacidad de maniobra.

            En esta oportunidad se nos presenta una nueva situación que no puede ser despachada con frivolidad. Siguiendo su tradición de empujar para conocer los límites reales de su adversario, en forma sorpresiva para muchos, el chavismo anunció la incorporación de Alex Saab como uno de sus representantes en las negociaciones que adelanta en México con la falsa oposición. Esto no se puede explicar simplemente alegando que el régimen está desesperado y quiere hacer de Saab parte de la negociación para su eventual liberación o que se trata de una jugada para abandonar las negociaciones. En el fondo hay mucho más que eso.

            Es cierto que Alex Saab es una ficha importante del régimen por las misiones especiales que le fueron asignadas. La posibilidad de ser capturado y juzgado por los Estados Unidos es parte de un riesgo que seguramente ya había sido anticipado por sus jefes. De manera que lo más probable es que la información que pueda aportar, si es que decidiera cooperar, cualitativamente no cambiaría en forma sustancial el expediente que ya tienen los EEUU contra los altos operadores del régimen chavista. Además en un sofisticado ecosistema criminal como el chavista los operadores actúan como células con cierta autonomía de manera que si uno cae esto no ponga en riesgo toda la operación.

            Si esto es cierto, entonces ¿Por qué el régimen chavista ha movido cielo y tierra para liberar a Alex Saab como si este fuese poseedor de todos sus secretos? El chavismo está haciendo exactamente lo mismo que hizo en su momento por “El Pollo”Hugo Carvajal cuando fue detenido en Aruba y manipulo para rescatarlo. Es lo mismo que seguramente harán con cualquier otro operador, civil o militar, del mismo calibre. Pero más allá del daño que eventualmente podría hacer la información que estos operadores detenidos puedan hacer está uno de los objetivos del chavismo que es reafirmar a los otros operadores que siguen actuando dentro y fuera de Venezuela que nunca serán abandonados si caen presos.

            Lo que también se debe examinar en estos casos no es tan solo las maniobras políticas, legales y financieras para lograr la liberación de estos operadores como se ha visto en el caso de Alex Saab. Quizás el objetivo más preciado para el chavismo es el uso que le pueda dar esa situación desfavorable en su estrategia geopolítica.

            El régimen sabe perfectamente que Alex Saab nunca será parte del grupo negociador en México. La liberación de Saab no está en manos de la falsa oposición. Y si fuese así ya lo habrían liberado. Ni siquiera se puede decir que es una decisión exclusiva del gobierno norteamricano. Se trata de un proceso que involucra a varias instancias políticas y judiciales del estado norteamricano en el cual ninguna podría garantizar sin negociar con las otras un acuerdo para liberar a Saab. No es realista pensar entonces que el chavismo espera de verdad que Saab sea liberado como resultado de su nueva inmunidad como negociador.

            Si no es su liberación ¿Qué podría estar buscando el chavismo al incorporar a Alex Saab como parte de su grupo de negociadores en México? Acaso abandonar las negociaciones con el pretexto de que Saab no fue incorporado tal como ellos lo han pedido? ¿Por qué abandonar unas negociaciones las cuales solo le producen ganancias al régimen?

Hay que recordar que fue Rusia quien primero vinculó el caso Saab a las negociaciones de México alegando que la extradición de Saab sería una amenaza a las negociaciones. Rusia, a diferencia de los Estados Unidos, decidió junto a China formar parte de los países que acompañan y avalan al chavismo en estas negociaciones. Los EEUU por su parte en una jugada que delata su improvisación resolvió jugar un papel neutral donde una de las partes representa a un gobierno que ellos mismos reconocen.

            Tampoco se puede obviar los esfuerzos que ha hecho el chavismo para meter de cabeza a los Estados Unidos en la negociación inclusive por la vía de buscar una confrontación directa, cosa que los norteamericanos han evadido.

            El régimen chavista está montado en una estrategia de largo plazo para seguir en el poder. Las negociaciones con la falsa oposición sólo fortalecen la posición del régimen al oficializar la cohabitación con sus aparentes adversarios. Pero la clave de esta estrategia no está en la política interna del chavismo sino en el manejo geopolítico.

            Es evidente que en estas negociaciones el chavismo cuenta con los apoyos de Rusia y China frente a la neutralidad de los Estados Unidos. La jugada de hacer a Alex Saab parte del grupo chavista que negocia en México busca por una parte usar a Saab como parte esencial de la propaganda chavista para levantar la moral de sus otros operadores que ahora ejecutan las tareas similares a las asignadas a Saab. Y por otra parte buscaría provocar una reacción de los Estados Unidos. Pero quizás el objetivo más ambicioso del chavismo sea poner el tema Venezuela en el centro de la confrontación de imperios que se desarrolla entre los Estados Unidos, Rusia y China.-  @humbertotweets

La ficha “Saab” en la geopolítica chavista

            Uno de los errores más graves que se puede cometer con un régimen como el chavista es caer en la simplificación o subestimación. Estos vicios contaminan el análisis y llevan a conclusiones y estrategias equivocadas. Esto es precisamente lo que ha caracterizado a la falsa oposición desde 1999. Esa dirección política ha venido diseñando en forma consecutiva estrategias equivocadas subestimando la infinita capacidad del chavismo para hacer daño y su calculada capacidad de maniobra.

            En esta oportunidad se nos presenta una nueva situación que no puede ser despachada con frivolidad. Siguiendo su tradición de empujar para conocer los límites reales de su adversario, en forma sorpresiva para muchos, el chavismo anunció la incorporación de Alex Saab como uno de sus representantes en las negociaciones que adelanta en México con la falsa oposición. Esto no se puede explicar simplemente alegando que el régimen está desesperado y quiere hacer de Saab parte de la negociación para su eventual liberación o que se trata de una jugada para abandonar las negociaciones. En el fondo hay mucho más que eso.

            Es cierto que Alex Saab es una ficha importante del régimen por las misiones especiales que le fueron asignadas. La posibilidad de ser capturado y juzgado por los Estados Unidos es parte de un riesgo que seguramente ya había sido anticipado por sus jefes. De manera que lo más probable es que la información que pueda aportar, si es que decidiera cooperar, cualitativamente no cambiaría en forma sustancial el expediente que ya tienen los EEUU contra los altos operadores del régimen chavista. Además en un sofisticado ecosistema criminal como el chavista los operadores actúan como células con cierta autonomía de manera que si uno cae esto no ponga en riesgo toda la operación.

            Si esto es cierto, entonces ¿Por qué el régimen chavista ha movido cielo y tierra para liberar a Alex Saab como si este fuese poseedor de todos sus secretos? El chavismo está haciendo exactamente lo mismo que hizo en su momento por “El Pollo”Hugo Carvajal cuando fue detenido en Aruba y manipulo para rescatarlo. Es lo mismo que seguramente harán con cualquier otro operador, civil o militar, del mismo calibre. Pero más allá del daño que eventualmente podría hacer la información que estos operadores detenidos puedan hacer está uno de los objetivos del chavismo que es reafirmar a los otros operadores que siguen actuando dentro y fuera de Venezuela que nunca serán abandonados si caen presos.

            Lo que también se debe examinar en estos casos no es tan solo las maniobras políticas, legales y financieras para lograr la liberación de estos operadores como se ha visto en el caso de Alex Saab. Quizás el objetivo más preciado para el chavismo es el uso que le pueda dar esa situación desfavorable en su estrategia geopolítica.

            El régimen sabe perfectamente que Alex Saab nunca será parte del grupo negociador en México. La liberación de Saab no está en manos de la falsa oposición. Y si fuese así ya lo habrían liberado. Ni siquiera se puede decir que es una decisión exclusiva del gobierno norteamricano. Se trata de un proceso que involucra a varias instancias políticas y judiciales del estado norteamricano en el cual ninguna podría garantizar sin negociar con las otras un acuerdo para liberar a Saab. No es realista pensar entonces que el chavismo espera de verdad que Saab sea liberado como resultado de su nueva inmunidad como negociador.

            Si no es su liberación ¿Qué podría estar buscando el chavismo al incorporar a Alex Saab como parte de su grupo de negociadores en México? Acaso abandonar las negociaciones con el pretexto de que Saab no fue incorporado tal como ellos lo han pedido? ¿Por qué abandonar unas negociaciones las cuales solo le producen ganancias al régimen?

Hay que recordar que fue Rusia quien primero vinculó el caso Saab a las negociaciones de México alegando que la extradición de Saab sería una amenaza a las negociaciones. Rusia, a diferencia de los Estados Unidos, decidió junto a China formar parte de los países que acompañan y avalan al chavismo en estas negociaciones. Los EEUU por su parte en una jugada que delata su improvisación resolvió jugar un papel neutral donde una de las partes representa a un gobierno que ellos mismos reconocen.

            Tampoco se puede obviar los esfuerzos que ha hecho el chavismo para meter de cabeza a los Estados Unidos en la negociación inclusive por la vía de buscar una confrontación directa, cosa que los norteamericanos han evadido.

            El régimen chavista está montado en una estrategia de largo plazo para seguir en el poder. Las negociaciones con la falsa oposición sólo fortalecen la posición del régimen al oficializar la cohabitación con sus aparentes adversarios. Pero la clave de esta estrategia no está en la política interna del chavismo sino en el manejo geopolítico.

            Es evidente que en estas negociaciones el chavismo cuenta con los apoyos de Rusia y China frente a la neutralidad de los Estados Unidos. La jugada de hacer a Alex Saab parte del grupo chavista que negocia en México busca por una parte usar a Saab como parte esencial de la propaganda chavista para levantar la moral de sus otros operadores que ahora ejecutan las tareas similares a las asignadas a Saab. Y por otra parte buscaría provocar una reacción de los Estados Unidos. Pero quizás el objetivo más ambicioso del chavismo sea poner el tema Venezuela en el centro de la confrontación de imperios que se desarrolla entre los Estados Unidos, Rusia y China.-  @humbertotweets

lunes, 13 de septiembre de 2021

Acción Democrática y los orígenes del estado chavista en Venezuela

            Este 13 de septiembre se cumplen 80 años de la fundación del partido Acción Democrática. Su innegable influencia en la historia y la política venezolana ha sido, y debe seguir siendo, tema de estudio y debate más allá de los mitos construidos por sus fundadores y mantenidos en el tiempo por sus seguidores. En el presente artículo me propongo explicar los rasgos más destacados de la teoría del Estado construida por Rómulo Betancourt, adoptada y ejercitada por Acción Democrática cuando ha sido poder. Además intentaré demostrar las coincidencias entre el modelo de Estado de Acción Democrática y el actual modelo de Estado chavista, salvando las diferencias donde las hubiere, concluyendo que el chavismo no es otra cosa que la consecuencia directa de una sucesión de eventos y políticas que se estrenaron hace 80 años en Venezuela.

En Venezuela, política y petróleo Rómulo Betancourt hace referencia al primer mensaje radiofónico del gobierno provisional leído desde Miraflores el 30 octubre de 1945: “Haremos de la defensa de la riqueza-hombre del país el centro de nuestra preocupación. No edificaremos ostentosos rascacielos, pero los hombres, las mujeres y los niños venezolanos comerán más, se vestirán más barato, pagarán menos alquileres, tendrán mejores servicios públicos, contarán con más escuelas y con más comedores escolares.” La idea de un estado benefactor que ofrece paliativos a las necesidades básicas del pueblo, aunque no atienda la causa del problema, siempre estuvo presente en los discursos de Betancourt y en los documentos fundacionales de las organizaciones precursoras de Acción Democrática: Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI) en 1931; el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE) en 1936; y el Partido Democrático Nacional (PDN) en 1939.

Por supuesto, esta idea de un estado que siembra el petróleo en forma de dádivas sociales para beneficio del pueblo aparece reafirmada en los documentos fundacionales de la propia Acción Democrática en 1941, sus bases programáticas y tesis en 1958 y los sucesivos programas de gobierno presentados por sus candidatos presidenciales.

Con la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, la propuesta política de Rómulo Betancourt y Acción Democrática presentada como una alianza de clases explotadas se enfrenta a las viejas estructuras del estado gomecista, aunque ya en proceso de transformación bajo los gobiernos de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, y fundamentalmente contra la visión del Partido Comunista de Venezuela que buscaba una revolución clasista al estilo de la Rusia soviética.

Luego del golpe de estado contra el gobierno del General Isaías Medina Angarita en Octubre de 1945 Acción Democrática tiene la oportunidad de ejercitar su visión de un estado moderno en Venezuela. Desde el punto de vista político el sujeto de la acción política es el pueblo como una masa que participa sólo a través de su partido. Por supuesto, había otros partidos para canalizar esa participación, pero este, el partido del pueblo, se las había ingeniado para tomar el poder por un golpe militar y diseñar un modelo de estado que tendría su base jurídico-política en la Constitución de 1947 y posteriormente en la de 1961.

Desde un principio este modelo de estado reduce la participación de los ciudadanos a los partidos políticos. No hay forma que un ciudadano pueda participar en la política que no sea a través de un partido. Pero además como una consecuencia natural de esto el ciudadano, que en la práctica es un mero elector, tampoco tiene poder porque el poder real está en el partido o en los partidos. Bajo este sistema los electores votan por candidatos o decisiones que ya previamente han sido resueltas por el partido o sus oligarquías.

La expresión política de este tipo de estado es la de un típico estado de partidos en el cual independientemente de que se esté o no en el gobierno los  partidos se reparten el poder del estado en nombre de un pueblo amorfo e indeterminado. Esto permite que principios teóricos como el de la separación e independencia de los poderes públicos quede anulado en la práctica porque los miembros de esos poderes son de un mismo partido o siendo de partidos distintos pueden aliarse para burlar la presunta autonomía.

La versión económica de este particular Estado de partidos diseñado por Acción Democrática es precisamente la de un capitalismo de estado. Este vendría a ser un híbrido que le permite al estado intervenir a su antojo en la economía con el pretexto de un indefinido interés social. De esta forma el Estado se atribuye el papel de empresario, sin serlo, y sin estar obligado a rendir cuentas de su corrupta e ineficiente gestión.

Este modelo de estado de partidos que impuso Acción Democrática por vía constitucional (en 1947 y en 1961) logra un importante apoyo nacional porque promete ser el estado repartidor de los pescados, no el que enseñaría a sus ciudadanos a pescar. Este modelo de estado engendró formas perversas de la política que no logró superar hasta su desaparición en 1999.

Clientelismo. El partido, o los partidos, necesitan de operadores y activistas que hagan el trabajo. En el estado de partidos es normal que quien controla el estado se sienta con el poder de enchufar sus agentes en las nóminas de los organismos públicos. Desde que esto es así en Venezuela hacer política se ha convertido en un modus vivendi, en una profesión que permite escalar social y económicamente.

Populismo. Por la vía de reformas y políticas cortoplacistas el estado de partidos usa programas transitorios, llamados programas sociales o misiones, para ofrecer paliativos, no resolver problemas estructurales de fondo. Por ejemplo, una política que promueva la creación de riqueza y la reducción de la pobreza sería contraproducente porque hacen falta masas de pobres y menesterosos para votar por el partido en agradecimiento por la dádiva recibida.

Demagogia. Esto es consustancial al discurso político-electoral en el Estado de partidos. Las promesas políticas son reciclables o desechables. Lo importante es que sean audaces y creíbles. Es irrelevante que sean sostenibles o  realizables porque se trata de un producto de consumo inmediato.

Corrupción. La ausencia de controles, de pesos y contra pesos institucionales son un incentivo para el saqueo y la malversación. La selección de empleados públicos por su lealtad al partido y no por mérito profesional es parte de esto.

Este modelo de estado de partidos fue rebautizado pomposamente como la Democracia en la Constitución de 1961. Pero esta “Democracia” nunca tuvo voluntad para  resolver los problemas nacionales ni sus propias debilidades como Estado de partidos porque ya tenía un  problema grave de diseño.

El Estado de partidos auspiciado por Acción Democrática y apoyado por la casi totalidad de los demás partidos políticos alcanzó dramáticos niveles de corrupción que llegada la crisis política de 1998 fue incapaz de defenderse a sí mismo. Los venezolanos cansados del populismo y la demagogia le dieron la espalda a esa democracia. Las propias clientelas partidistas acostumbradas a pedir más quedaron fascinadas con las promesas de Hugo Chávez y hasta los empresarios que habían parasitado de los beneficios del estado de partidos no se sintieron obligados a defender su sistema.

A pesar de que Hugo Chávez se hace del poder con una prédica contra esa democracia de partidos en la práctica, una vez en el poder, Chávez dejó intacto el modelo creado por los adecos de un estado clientelar, populista, demagógico y corrupto que mantiene la ficción de un pueblo amorfo, necesitado y menesteroso al cual se le otorgan dádivas como modestas soluciones cortoplacistas que no resuelven los problemas de fondo.

            La primera fase del estado chavista marcó una diferencia política fundamental con el modelo anterior. De un estado partidos el chavismo giró hacia el estado de partido único totalizando todas las instituciones, pero eso si cabalgando sobre los aportes de la cultura adeca del clientelismo, el populismo  y la demagogia.

            No se puede comparar el daño que le hizo Acción Democrática a Venezuela imponiendo su modelo populista y clientelar de estado de partidos con el daño que actualmente hace el estado chavista. Con el primero sin duda hubo más estabilidad y menos sufrimiento. Con el segundo millones de venezolanos se han visto obligados a abandonar su país y otros tantos, aun adentro, viven al borde de la supervivencia.

Hubo una época en la que el modelo de Estado creado por Rómulo Betancourt y Acción Democrática logró totalizar a la sociedad venezolana, pero con el tiempo fue incapaz de resolver sus propias contradicciones y sucumbió. Hoy es el estado chavista el que, montado sobre las mismas bases clientelares, demagógicas y populistas, totaliza y enfrenta similares contradicciones, pero esta vez parecieran ser proporcionales a la destrucción que han causado.- @humbertotweets

jueves, 9 de septiembre de 2021

La farsa del interinato debe terminar

            La falsa oposición en Venezuela se hunde cada día en el pantano de sus debilidades y sus propias contradicciones. La esperanza que pudo significar una Asamblea Nacional y un gobierno interino para la liberación de Venezuela se ha desvanecido con el tiempo. Hoy ni siquiera el G4 se atreve a defender sus propios espacios tal como quedó evidenciado con la firma del “Memorando de Entendimiento” donde la falsa oposición finalmente se rinde a los pies del chavismo y lo reconoce como la única autoridad de gobierno.

A la falsa oposición se la ha dado todo lo que ha pedido. Se les han dado los votos y los apoyos a sus candidatos presidenciales. Cuando llamo a votar se votó. Cuando llamó a no votar se le acompañó aunque en ningún caso las razones estuvieron claras y carecían de una estrategia. Se les apoyó en su Asamblea Nacional en el 2015 y finalmente en su gobierno interino en el 2019. En cada una de esas coyunturas la mayoría de los venezolanos parecía estar dispuesta a creer, una vez más, en uno de los atajos prometidos por la falsa oposición. Mayor generosidad no se podría esperar de los millones de venezolanos que han tenido que soportar pacientemente los rigores del chavismo mientras la falsa oposición encuentra su camino.

De esas esperanzas ya hoy no queda nada. Los venezolanos tienen todo el derecho a ser cínicos y escépticos con sus dirigentes porque han sido traicionados muchas veces y la traición se ha pagado con sangre y muerte. No es casual que casi el 90% de los venezolanos rechace por igual a Nicolás Maduro y Juan Guaidó como símbolos del desastre nacional. Tampoco es casualidad que ahora que la falsa oposición se embarca en una nueva negociación con el chavismo y se prepara para volver a pedir el voto  en la estafa electoral de esta temporada, la mayoría de los venezolanos les den la espalda.

Mientras el país se cae a pedazos la falsa oposición en un ejercicio impenitente de autismo político sigue su encerrona con el régimen chavista en México. Lo que allí se discute no es el futuro de Venezuela, ni el destino de los presos políticos militares. En México se está definiendo la política del reacomodo de la falsa oposición en la etapa que el chavismo trata de inaugurar con su nueva normalidad política y económica. El reseteo chavista ofrece oportunidades para que los operadores de la falsa oposición sigan viviendo de la política al igual que “bolichicos” y “boliburgueses” al amparo de la nueva economía dolarizada.

Aunque las negociaciones de México ya sellaron el final de la Asamblea del 2015 y el llamado gobierno interino de Juan Guaidó quizás por un reflejo automático la falsa oposición, y en especial los de Voluntad Popular, se resisten a entrar de lleno en la nueva dinámica donde los recursos ya no vendrán de los activos de Venezuela en el exterior sino de las transferencias que directamente les haga el chavismo a través de algunas alcaldías y gobernaciones.

            Por eso llama la atención que a pesar de haber defenestrado a su asamblea e interinato reconociendo en cada párrafo y documento al estado chavista, hasta ahora sigan dejando a Juan Guaidó y su elenco de funcionarios y embajadores hacer el ridículo y actuar bajo una representación que ni siquiera sus pares del G4 les reconocen.

            ¿Hasta cuándo va a esperar la falsa oposición y el G4 para anunciar formalmente que la farsa de la Asamblea Nacional del 2015 y el gobierno interno de Guaidó ha llegado a su final? ¿Acaso van a esperar a que Jorge Rodríguez los regañe en público y los amenace con abandonar las negociaciones que tanto necesita la falsa oposición para entonces declarar formalmente el cierre de esa Asamblea y el Interinato?

            La Asamblea Nacional del 2015 y el gobierno interino de Juan Guaidó eran parte de la estafa de la falsa oposición para hacernos creer que se trataba de espacios para enfrentar al régimen. Pero nunca hicieron nada para derrocar al régimen chavista, ni una ley y menos aún un decreto. En realidad resultaron oportunidades de negocios para unos políticos corruptos que de todas formas terminarían echándose en brazos del régimen chavista. Como toda farsa esta  también debe terminar. Es cuestión de semanas, quizás de días, para que la misma falsa oposición anuncie el desmantelamiento de estas estructuras pseudo legales y se integre en cuerpo y alma al régimen en una cohabitación que de hecho ya existía pero que de ahora en adelante tendrá la bendición legal del estado chavista y su constitución espuria de 1999.- @humbertotweets

lunes, 6 de septiembre de 2021

Por la abstención y contra la estafa electoral del 21N

            La política zigzagueante de la falsa oposición de participar unas veces sí y otras no en los fraudes electorales que convoca el régimen chavista parece responder más a cambios hormonales de sus dirigentes que a una racionalidad política. En el desarrollo de esa conducta errática se va configurando un patrón que, visto en el marco de los últimos 22 años, termina legitimando al régimen chavista a pesar de tener el rechazo masivo de la población venezolana. Y lo más pernicioso de esas fallidas estrategia políticas es que nos pone ahora frente a un discurso que pretende justificar la irreversibilidad del régimen chavista.

            Un día la falsa oposición se levanta y argumenta que no hay condiciones electorales y que no participará del fraude electoral del régimen. Al día siguiente, con las condiciones que no han cambiado y con el mismo régimen político, la falsa oposición dice que ahora sí hay que participar.

            Hay que preguntarse ¿Por qué participar en unas elecciones y no en otras? Las veces que la falsa oposición ha decidido ir a elecciones, como lo hace ahora, es porque ha considerado que hay posibilidades de un cambio político dentro del régimen del estado chavista. Y las veces que ha resuelto no participar ella misma ha reclamado que no hay condiciones para unas elecciones libres que permitan precisamente ese cambio político.

            Las garantías para estas elecciones del 21N son nulas. Las condiciones son las que están y no van a cambiar. El Consejo Nacional Electoral chavista adjudicará los ganadores sin derecho a reclamo. Entonces ¿Por qué llamar a participar en unas elecciones que los propios voceros de la falsa oposición han declarado que no hay condiciones suficientes y sin garantías? Además, ¿Por qué unir su destino al de un régimen decadente que es despreciado por la inmensa mayoría de los venezolanos? ¿Por qué ir a unas elecciones cuando la mayoría de los habilitados para votar y que a su vez se oponen al régimen descartan las elecciones como una vía para salir del chavismo?

            Henry Ramos Allup justificaba este regreso a la talanquera electoral del chavismo por una supuesta  “conveniencia nacional”. Pero Ramos Allup no se toma la molestia en explicar por qué es de “conveniencia nacional” participar en las elecciones del 21N. ¿Cuáles son las verdades reveladas en el oráculo de la falsa oposición que determinan  que ahora sí se puede y antes no? Para esto Ramos Allup ni los demás operadores de la falsa oposición se toman la molestia en siquiera justificarlo.

Estirando el argumento de la “conveniencia nacional” y tratando de prestar algunas ideas del llamado “Acuerdo de Salvación Nacional” la explicación del por qué, según la falsa oposición, se debe ir a estas elecciones sería para defender los derechos políticos y no dejarle espacios al chavismo que, según dicen, de no participar serán ocupados por el régimen. Según esta predica estos gobernadores, alcaldes y concejales serían adalides de la libertad por los espacios arrebatados al chavismo y conquistados para la democracia. Pero ¿no fueron estos precisamente los argumentos para justificar la participación electoral de la falsa oposición en las elecciones  regionales de 2018?

A las falacias que intentan justificar ir a elecciones como un intento por preservar o conquistar espacios por la libertad de Venezuela solo hay que confrontarlas con la realidad. Por ejemplo, el régimen chavista en el 2018 les otorgó las gobernaciones de Anzoátegui, Mérida, Nueva Esparta, Táchira, y Zulia a los candidatos de la falsa oposición. Aparte de reconocer la legitimidad del régimen chavista y pagar a las clientelas de sus partidos con recursos del estado esas gobernaciones (con excepción de la del Zulia que no fue aceptada por Juan Pablo Guanipa y se le entregó a un chavista)  no han servido para nada.

Quien defienda la tesis de ir a votar el 21N podrá ir más lejos aún y tratar de argumentar que la falsa oposición le ganó al chavismo la elección de la Asamblea Nacional en el 2015. Aun asumiendo que fue así, el problema real, como se pudo constatar posteriormente, no es tanto el fraude electoral derivado de condiciones electorales como tantas veces ha insistido la falsa oposición sino el fraude político derivado del estado chavista y sus instituciones que se coordinan para mantener el poder aun en el caso de perder  unas elecciones.

La falsa oposición siempre insiste en la ausencia de condiciones y garantías electorales porque en forma equivocada desde un principio se ha planteado la confrontación con el chavismo como una crisis de gobierno que puede ser resuelta electoralmente y no como una crisis de estado.

En el ejemplo de la elección de la Asamblea Nacional en el 2015 una posible falla interna del mecanismo electoral chavista, que permite reconocer el triunfo electoral de la falsa oposición, es inmediatamente corregida por los órganos del estado chavista. En este caso el Tribunal Suprema de Justicia mutiló la efectividad de esa Asamblea Nacional, el gobierno de Nicolás Maduro impuso una Constituyente para poder legislar y en la práctica esa Asamblea Nacional nunca tuvo poder real hasta que degenero en el híbrido del llamado gobierno interno de Juan Guaidó en el 2019.

Inclusive en el caso de las gobernaciones adjudicadas por el Consejo Nacional Electoral chavista a la falsa oposición el régimen reasignó el poder de los estados a los llamados protectores y a los comandantes de las ZODI’s. Aparte de pagar nóminas y asignar contratos, esos gobernadores no han servido para nada que tenga que ver con la liberación de Venezuela.

Por cierto, en la misma línea argumental hay que decir que si la falsa oposición estuviese actuando con dignidad y seriedad en las negociaciones de México habría incluido en el Memorando de Entendimiento un cuestionamiento a la inminente aprobación de la Ley de Comunas así como el chavismo objetó al interinato de Juan Guaidó. ¿Por qué? Porque la Ley de Comunas, en la mejor tradición chavista, reasignará competencias y atribuciones de las gobernaciones y las alcaldías a los Consejos Comunales. De manera que es irrelevante desde el punto de vista político las migajas electorales que el chavismo le tire al G4 y la MUD, estas no serán más que cascarones vacíos útiles solo para que las clientelas de la falsa oposición también parasiten del estado chavista. Pero el poder real estará en otra parte.

Pero todo esto lo entiende perfectamente la falsa oposición cuyos operadores políticos prefieren pagar el precio del rechazo popular con tal y se les permita enchufarse para seguir parasitando del estado chavista. De lo que aquí se trata es de saquear de las gobernaciones y alcaldías los recursos para mantener a sus clientelas y que ya no pueden ser dispensados por el interinato de Guaidó. Es exactamente lo mismo que ha hecho el chavismo en estos 22 años, pero la falsa oposición lo quiere justificar con un relato épico como un acto de generosidad y sacrificio.

Si la falsa oposición y el régimen chavista coinciden y están de acuerdo en participar en las elecciones del 21N la mayoría de los venezolanos, instintivamente, saben que eso por principio es dañino para Venezuela y hay que ir en la dirección opuesta. Si falsos opositores y chavistas van unidos para llamar a votar el 21N el deber de la Venezuela digna y honesta es enfrentarlos a ambos y promover la abstención.- @humbertotweets