domingo, 26 de febrero de 2017

La prueba que hacía falta contra El Aissami

Uno de los representantes más característicos del degredo oficialista es precisamente el actual VicePresidente de la República, Tareck El Aissami. De ser un  joven dirigente político que llegó a las alturas del poder levado de la mano de Hugo Chávez hoy se ha convertido en unos de los más conspicuos elementos de la corrupción y la opulencia roja.

El departamento del tesoro de los EEUU expuso los nexos entre Tareck El Aissami y su testaferro Sarmak López en una trama que involucra el lavado de millones de dólares en el sistema financiero norteamericano al amparo del gobierno venezolano.

Pero a las acusaciones que presentan los EEUU para sancionar a El Aissami por sus nexos con el narcolavado internacional el régimen venezolano respondió a priori exculpando casi de inmediato al cuestionado vicepresidente.

Como es costumbre en estos casos, y ya se ha visto en otros incluidos el de los sobrinos de Nicolás maduro y Cilia Flores condenados por tráfico de drogas en los EEUU, la respuesta del gobierno es una campaña de desinformación para convencer a sus bases, civiles y militares, que todo es una maniobra de los EEUU. El objetivo de esta campaña es ocultar la verdad y en última instancia al menos sembrar la duda sobre la veracidad de las acusaciones.

Pero esta vez el propio acusado sería el encargado de aportar la prueba estelar que lo incrimina. A diferencia de Diosdado Cabello, el Pollo Carvajal y el propio Néstor Reverol, Tareck El Aissami se delató sin rubores y publicó una carta pública de página entera en el New York Times en respuesta a las acusaciones del Departamento del Tesoro.

Cálculos indican que esa página pudo costar entre 250 mil y 300 mil dólares. La pregunta que todo el mundo se hace y en especial los chavistas, civiles y militares, que aún acompañan al régimen es ¿de dónde sacó Tareck El Aissami esa cantidad de dinero? Clave: No fue ni de su sueldo ni de los fondos de PDVSA internacional. Alguien muy poderoso con bastante dinero en los EEUU siguiendo instrucciones de Tareck lo hizo en su nombre.


Pero la carta de página entera en el NYT deja más dudas que las preguntas que trata de responder. En su desesperación por ser Presidente de Venezuela Tareck El Aissami calculó que un veto de los EEUU por vínculos con el narcotráfico sería un grave riesgo a su aspiración presidencial. Por eso, quizás, en forma desaforada y sin meditarlo se lanzó con una acción que lejos de aclarar lo incrimina aún más. Sobre todo ante los ojos de sus propios camaradas que si antes dudaban ahora acaban de ver la prueba que hacía falta para convencerse que Tareck anda en algo raro. En algún tipo de negocio en el que no todos los chavistas pueden participar. Sobre todo los de a pie.  

miércoles, 22 de febrero de 2017

Las FANB en la ecuación del poder

Cualquier escenario para el desenlace de la crisis política venezolana que no incluya a las FANB es inexacto y conduciría a estrategias equivocadas. La mayoría del pueblo en la calle expresa diariamente su rechazo y frustración con el gobierno. Algunos elementos de las fuerzas militares han expresado, en forma aislada, idéntico descontento. Pero ese rechazo no parece ser suficiente para remover por mecanismos institucionales a un gobierno que arrastra a todo el país a la debacle.

No es posible encontrar una solución a la crisis política que vive Venezuela por la vía del diálogo con el gobierno, o por la vía de las elecciones, porque el secuestro de los poderes públicos hace totalmente inefectivo el ejercicio del Estado de derecho. Las garantías políticas, sociales y económicas consagradas en la Constitución están suspendidas de facto en la práctica.

Pero el nodo central de poder que le permite a la camarilla gobernante imponerse sobre el resto de la sociedad es el apoyo que hasta ahora ha recibido de las FANB. El respaldo militar a un régimen que promueve la ruina y el caos en el país, es la única razón por la cual los métodos institucionales y democráticos se estrellan con el infame muro de la represión.

Pero como lo analizamos la semana pasada, hay un descontento creciente en las FANB, y su apoyo al gobierno comienza a diluirse en la lucha de facciones que representan los más variados intereses y feudos chavistas en pugna. Hasta ahora, esta confrontación entre facciones es lo que le ha permitido a la minoría más grande que apoya al régimen asegurar una posición de influencia.

Las facciones chavistas que se pelean por el control de las FANB no solo se miran con recelo entre ellas, sino que además tampoco confían en el liderazgo opositor. Esto levanta todo tipo de dudas y reservas sobre lo que sería su posición y comportamiento en el caso de una eventual transición política a un modelo distinto del actual.

La realidad es que, dado el deterioro de la institucionalidad en Venezuela, cualquier proceso de cambio político debe pasar por los densos e intrincados filtros de los grupos que coexisten hoy en las FANB. En otras palabras, sin la aquiescencia de una mayoría en las FANB, ese cambio político es virtualmente imposible. Su participación será necesaria, no solo en el proceso de transición, sino en una etapa posterior para recuperar estabilidad política y gobernabilidad. Más allá de lo que digan las leyes y lo que establezca la Constitución, esa es una verdad nauseabunda pero inocultable.

Además de las tareas propias para recuperar el terreno perdido en el episodio del diálogo, el liderazgo opositor debe enviar señales claras a las diferentes facciones militares sobre lo que implicaría un cambio de modelo político y económico. En particular —y este es un tema de especial interés para las FANB— cómo haría un nuevo gobierno encabezado por la oposición para recuperar el orden y superar el caos y la anarquía.

Hay un tabú en torno a la comunicación entre la oposición y las FANB. El mismo gobierno, consciente de sus debilidades, se ha esmerado en impedir todo tipo de contacto institucional para mantener aislado al estamento militar. Cualquier intento de acercamiento es inmediatamente calificado de intento de golpe de Estado.
Más que un llamado a la insubordinación, la oposición debe hacer un llamado claro y contundente a las FANB para que renueven su compromiso institucional y defiendan la Constitución Nacional de cualquier intento de ultraje, como una vía expedita para superar el caos y la anarquía.

Con sus vicios, sus errores, su alto grado de partidización y sus aciertos —que los tienen—  las FANB son un factor que no se puede ignorar en la ecuación del poder en Venezuela.


domingo, 19 de febrero de 2017

Juntos hasta la muerte

Las sanciones de los EEUU contra el Vicepresidente de Venezuela Tareck El Aissami por presuntas vinculaciones con el narcotráfico internacional cubren la descarnada lucha a muerte que vive el chavismo oficialista. La guerra que protagonizan las diferentes facciones del chavismo para determinar quién sucederá a Maduro ha quedado semioculta tras el escándalo que implica a El Aissami con redes de narcotráfico y terrorismo.

La lucha sin cuartel entre Vladimir Padrino López y su posible sustituto en MinDefensa Néstor Reverol no es menos cruenta que la que libra el propio El Aissami contra Diosdado Cabello. Estos enfrentamientos están decidiendo, literalmente, la vida o la muerte de los principales operadores del régimen. Quien se va y quien se queda. Es un drama donde participan militares, policías y jueces como soldados de un ejército privado al servicio de una mafia.

Estos enfrentamientos son reflejados en forma muy particular por los medios como si fueran episodios desconectados de la trama principal. Son los funcionarios del régimen que de la noche a la mañana caen en desgracia luego de disfrutar las mieles del poder. Unos son expulsados del gobierno y desterrados de cualquier posición pública, otros son perseguidos y detenidos sin fórmula de juicio por el SEBIN.

Los pases de factura y linchamientos políticos van y vienen. En su ejecución se mezclan con las persecuciones contra opositores al régimen dando la idea de que alguien o algo mueve magustralmente las cuerdas para lograr un ajuste selectivo de cuentas.

A pesar de esta carnicería política los voceros de las facciones -¿pandillas?- son expeditos a la hora de invocar una sospechosa solidaridad entre ellos. El episodio de Tareck El Aissami demostró que a pesar de la profunda división por el poder que sufre el chavismo oficialista todos están dispuestos a cerrar filas en torno al elemento cuestionado.

Diosdado Cabello y el general Padrino López, cuyas fichas son perseguidas y hostigadas por El Assami, no dudaron en salir en defensa pública y altisonante de su propio enemigo. Operadores civiles y militares del régimen, incluso aquellos que han cuestionado severamente la moral y honorabilidad de El Aissami, no demoraron en expresar públicamente su solidaridad.

Se trata de la misma reacción que hubo cuando Reverol fue incluido en la lista de sancionados por los EEUU por presuntamente colaborar con el narcotráfico desde su posición oficial. Varios militares que expresaron dudas y objeciones a la conducta de Reverol se sintieron obligados a suscribir expresiones de apoyo para evitar ser víctimas de una cacería de brujas.

Des esta manera todas las facciones del chavismo oficialista tratan de disimular su guerra a muerte y unen su destino a de uno de sus elementos más vulnerables y más cuestionados. Uno que, por desgracia, los puede arrastrar y hundir a todos. Así seguirán, a pesar de sus enfrentamientos viscerales. Todos juntos. Hasta que la muerte los separe.  



miércoles, 15 de febrero de 2017

La puja en las FANB

En Venezuela están dadas todas las condiciones para un golpe militar. A la descomposición de la sociedad y sus instituciones —de la cual no escapan las FANB— se suma la debacle económica. Este último factor es el motor del descontento generalizado entre civiles y militares, por la imposibilidad material de resolver las necesidades básicas de seguridad, comida y medicinas.

Aunque el régimen mantiene un control férreo sobre los medios de comunicación tradicionales —que parece será extensivo a las redes sociales— el descontento y el rechazo al régimen crece y es inocultable. Las mismas bases chavistas lo expresan sin rodeos cuando son convocadas a las reuniones de los CLAP. Por las redes sociales públicas y privadas como WhatsApp, circulan miles de mensajes, unos anónimos y otros suscritos por presuntos militares, que no disimulan su descontento con el régimen.

Las informaciones que se filtran a través de familiares de militares de cualquier rango señalan que, efectivamente, hay una olla de presión a punto de estallar en el seno de las FANB. Pero, ¿por qué no se ha concretado el levantamiento militar contra un régimen que se ha convertido en una amenaza para la propia institución armada? No es precisamente por ideología,  lealtad o subordinación. Lo que pasa en el interior de las FANB es que las diferentes facciones chavistas no terminan de ponerse de acuerdo sobre la forma y el momento de ejecutar este levantamiento.

Después del fallido golpe militar contra Chávez en el 2002, el régimen ejecutó una cuidadosa limpieza en el seno de las fuerzas armadas. Esto se llevó a cabo pasando a retiro a cientos de oficiales sospechosos de no apoyar al régimen, y llevando a la cárcel a otros. De esta manera, cualquier levantamiento que ocurra en el seno de las FANB contra del régimen sin duda será auspiciado por militares chavistas. Una acción que dejará a la oposición democrática como mirones de palo y seguramente sin una idea cierta sobre qué hacer.

Operadores claves del chavismo, como Tareck El Aissami y el General Reverol, han aumentado la presión para sacar al General Padrino López del  Ministerio de la Defensa y del CEOFANB. Sería una forma de asegurar su influencia sin obstáculos en el control de las fuerzas armadas. Esto, sumado a la situación de descontento generalizado en el país, ha provocado rápidos reacomodos en el seno de las FANB. Nicolás Maduro está consciente  de que al pasar a Padrino López a retiro —tal como ha debido ocurrir hace dos años— se abriría una “caja de pandora” que podría provocar una crisis terminal para el régimen.

Hasta ahora, la presencia de Padrino López al frente del CEOFANB es lo que ha mantenido un equilibrio muy precario entre los grupos que pujan por el control de las FANB, y eventualmente por el control del propio gobierno. Al desaparecer este equilibrio se crearía una confrontación abierta para resolver  la correlación de fuerzas.

Dado que todas las facciones que participan en esta puja se autodefinen como chavistas, y ante la ausencia de información más precisa, es muy difícil determinar si estos militares llegarán con intenciones de radicalizar aún más el modelo socialista, o por el contrario, tendrán un enfoque más pragmático hacia lo político y lo económico.

Estos nuevos reacomodos en el seno de las FANB serán más visibles en las próximas semanas en la medida en que se agudice la crisis social y económica. Esto parece acelerarse ante el convencimiento de las distintas facciones militares de que la institución armada está siendo afectada por el desprestigio del régimen, y que el pueblo frustrado y desesperado apoyaría un golpe militar como rechazo al gobierno de Maduro y a la propia oposición política. Al menos ese es el cálculo.

Lamentablemente, las políticas del gobierno de negar cualquier salida democrática y reducir a su mínima expresión los partidos políticos opositores y aliados, solo contribuye a aumentar la presión y las posibilidades de un estallido militar. Sin intención o deliberadamente, el régimen le sirve la mesa a la puja militar.


domingo, 12 de febrero de 2017

Chavismo oficialista y corrupto

La confianza que el pueblo le dio a Chávez a principios de su gobierno se transformó en un infinito cheque en blanco para amparar el saqueo más brutal que haya conocido la república.

Desde un comienzo el régimen chavista se liberó de todo tipo de controles y contrapesos aun de poderes que en ese momento controlaba como el legislativo. El otorgamiento reiterado de poderes extraordinarios al Presidente para legislar y la ausencia de una efectiva actividad contralora degeneró en la corrupción sistémica del régimen.

Hoy la práctica corrupta de beneficiarse de los bienes públicos es común y generalizada que ha adquirido los niveles inconfundibles de saqueo. Se ve en la esfera civil y militar del gobierno. En todos los niveles y sectores. El robo de dinero y bienes públicos se ha convertido en el porte e insignia del chavismo oficialista.

Unos lo hacen ante la certeza de que el régimen puede caer en cualquier momento. Para estos chavistas la consigna es “raspar la olla.” Que no quede nada porque mañana no habrá otra oportunidad para robar.

Otros están más convencidos que el régimen nunca caerá. Y ante la certeza de que la impunidad les acompañará por toda la vida se sienten seguros que sus pillerías jamás serán juzgadas.

En ambos casos estos chavistas oficialistas y corruptos son la gangrena ética que rápidamente corroe las bases del propio régimen. Son los funcionarios del SAIME que se roban los pasaportes o los directivos de los CLAP que se roban la comida. El 90% de los operadores que trabajan al servicio del régimen lo hacen desde una posición de mercenarios. Allí no hay ideología, ni proyecto, ni revolucion. Lo que hay es simplemente sentido pragmático de la oportunidad.

Estos mercenarios que hoy roban y ocupan diferentes posiciones en la estructura del régimen serán los primeros colaboradores de un eventual nuevo gobierno, cuando haya cambio de gobierno. Esos son los que sin ninguna crisis de conciencia  saldrán de primero a socorrer a la nueva burocracia con ayuda e información.

Esa fragilidad ética que caracteriza al chavismo oficialista y corrupto es uno de los más dramáticos síntomas de la decadencia de este régimen. Esa debilidad se mostrará en su exacta dimensión cuando las fuerzas democráticas superen sus propias contradicciones y comiencen a golpear en forma contundente el corazón mismo del régimen que agoniza.

La decadencia moral y la bancarrota ética en que el régimen chavista ha dejado a la república abre un espacio para ondear con vigor las banderas de la honestidad y la probidad que deben ser asumidas por la oposición. O por lo menos por una oposición que quiera diferenciarse radicalmente del chavismo gobernante. 



miércoles, 8 de febrero de 2017

No se puede subestimar a la dictadura

La popularidad de Maduro está en el foso. El rechazo al gobierno y al modelo de Estado chavista alcanza niveles históricos debido al dramático fracaso de sus políticas, en especial de la economía. En una democracia con poderes públicos independientes que operaran bajo el Estado de derecho, este es un gobierno que ya habría sido sustituido. Pero aquí no es así. No es suficiente el abrumador rechazo del pueblo al gobierno para que este entregue el poder. Al menos no en Venezuela.

El régimen es una dictadura de la minoría que, burlando la Constitución y las leyes, se impone sobre la mayoría de la sociedad. A pesar de haber perdido la calle, el régimen está haciendo todo lo que tiene que hacer para mantenerse en el poder, de una forma u otra. Y hasta ahora lo ha logrado.

Con manipulaciones y engaños logró evadir no solo un referéndum revocatorio que parecía inevitable por mandato de la voluntad popular. También logró suspender en forma indefinida las elecciones de gobernadores que ya estaban pautadas para 2016. Y aunque la oposición política puede seguir exigiendo elecciones, un manto de incertidumbre se cierne sobre las presidenciales que están programadas y deberían realizarse en 2018. Tampoco están garantizadas.

Una lección importante nos queda a quienes enfrentamos al régimen desde cualquier acera: la dictadura podrá ser impopular, pero no se le puede subestimar. Cualquier estrategia que se monte sobre el cálculo de los errores que cometerá el adversario es una estrategia que está condenada a fracasar. Los errores del adversario son un inesperado obsequio que suman a una estrategia eficiente pero no pueden ser la única apuesta para ganar la batalla.

Subestimar repetidamente a una dictadura que miente, engaña y manipula es lo que ha llevado a la oposición a una situación de dispersión y confusión a pesar de contar con la aprobación de las mayorías nacionales. Cada vez que el régimen arremete contra el Estado de derecho suspendiendo elecciones, encarcelando diputados y pasando por encima de la Asamblea Nacional, algunos dirigentes políticos solo atinan a mostrar una cara de sorpresa; como queriendo decir: “Nunca pensamos que llegaría tan lejos”.

Haría mejor papel la oposición política al régimen en dejar a un lado las ilusiones y planificar para lo peor. La sabiduría popular lo repite diariamente en la calle: “piensa lo peor que podría hacer el régimen para quedarse en el poder, y acertarás”.

Pensar que el régimen va a detener su asalto al poder por respeto a la ley, es subestimar lo que en realidad es capaz de hacer. Creer que el régimen se va a sentar en una mesa de diálogo para cumplir un acuerdo “por las buenas”, es por decir lo menos un acto romántico de ingenuidad. Aunque hay quienes aún piensan que el diálogo tiene sentido.


La dictadura es minoría, pero no está caída hasta el día que efectivamente caiga. Y mientras esté en el poder hará “lo que sea”  para seguir gobernando,  tal como lo dijo Maduro y lo han refrendado los voceros del gobierno. Pensar que el gobierno se cae por su solo fracaso o que entregará el poder mansamente es seguir subestimando su extraordinaria capacidad para la perversidad y la maldad. Y no podemos seguir en eso. @humbertotweets

domingo, 5 de febrero de 2017

¿Cuando se va Padrino López?

Es evidente que el gobierno tiene una estrategia para mantenerse en el poder por lo menos otros 20 años. Aunque parezca osado, entregar el poder no es algo que está en los planes del chavismo oficialista. Por esto, cada acción, cada paso, que da el gobierno apunta en la misma dirección. Ganar tiempo mientras desmonta y desacredita a la oposición. Hasta ahora les ha funcionado. Sin embargo hay una bomba de tiempo que podría explotar en cualquier momento. Y el gobierno lo sabe.

A lo que más le teme el régimen no es a la oposición política que es muy educada y bien portada para enfrentarse a una banda de malandros. Tampoco le teme al “pueblo”, esa masa amorfa que acompañó a Chávez en los primeros años y que ahora le ha retirado su apoyo. A lo que más le teme el régimen es a su propia gente, a sus malandros descontentos y alzados en armas. La oposición de la MUD ofrece garantías que el chavismo descontento no parece interesado en respetar.

Y entre esos segmentos del chavismo descontento se encuentran amplios sectores de las fuerzas armadas. Muchos de ellos aún se autoproclaman chavistas, socialistas y antimaduristas. La tisana ideológica que conforma al régimen también ha permeado a las FANB. Alli tambien se consiguen esas mezclas de pensamiento militarista y populismo alentados por un izquierdismo aún en etapa infantil.

La mayor demostración de la profunda crisis de ideológica y de identidad que atraviesa las FANB es que el régimen aún no se decide a sacar a Padrino López como comandante, a pesar de tener su periodo de servicio vencido. Una eventual salida de Padrino López como Ministro de la Defensa bien sea por voluntad propia o por presiones de otras facciones del chavismo oficialista precipitaría un estallido en las FANB que podría derribar al régimen.

Padrino López se debate entre su lealtad incondicional al régimen y su angustia por el desmoronamiento de las FANB en sus manos. El régimen que él ha jurado defender con su vida es el mismo que ha desmantelado a las FANB y todos sus símbolos. Pero es el, justamente Padrino López, quien como Baduel en su tiempo está garantizando la unidad de una Fuerza Armada que de otra forma se desintegraría en bandas y facciones como ocurre en el PSUV.

Pero la permanencia de Padrino López al frente del CEOFANB es solo una aspirina a una gangrena que avanza sin piedad a todas las extremidades del cuerpo militar. Su rol parece reducido a prolongar la agonía ante el inevitable desenlace fatal de la fuerza militar.

La sala situacional del alto gobierno que monitorea 24 horas al dia operadores civiles y militares del régimen tiene previsiones para casi todos los escenarios imaginables de un posible desenlace. Todos menos los que pasan por el componente militar. Descifrar quienes son los militares que están drenando su descontento conspirando contra el régimen se ha convertido en una críptica obsesión para el régimen sobre todo cuando todos se proclaman en forma indubitable y altisonante como “chavistas y socialistas”

Las cosas se verán con mayor claridad cuando salga padrino López del Ministerio de la Defensa y del CEOFANB.



miércoles, 1 de febrero de 2017

El espejo del general Baduel

Muchas veces la realidad es más espectacular que la ficción. Y en política las salvajes luchas por el poder y los ajustes de cuentas reviven y superan lo mejor de las tragedias griegas. En Venezuela, por ejemplo, aún es historia fresca los episodios de ascensos y caídas de personajes de la era chavista. Es una historia que resume lo más intenso de las oscuras pasiones como la traición, la sumisión y la venganza.

Personajes como Francisco Arias Cárdenas, Lucas Rincón Romero, Raúl Isaías Baduel, Guaicaipuro Lameda, Jorge Giordani, y Miguel Rodríguez Torres, entre otros, se han visto enredados en esa inevitable relación amor-odio que provoca el chavismo. Algunos como Arias Cárdenas y Rincón Romero rompieron temporalmente con el chavismo para luego regresar en forma humillante pidiendo clemencia. Otros como Giordani y Rodríguez Torres optaron por romper lazos con los herederos de Chávez, mas no con su modelo.

Pero en la pirámide chavista hay muchos más como Baduel, que aun probando su lealtad con el proyecto de Chávez, se vieron envueltos en irreconciliables disputas por el poder que los arrastraron a romper en forma definitiva con Chávez y el Chavismo.

Como toda secta el chavismo oficialista castiga en forma brutal todo tipo de disidencia. Pero es particularmente cruel con aquellos a quienes considera traidores. Y es que para todos los efectos y consecuencias, un traidor no es necesariamente alguien que esté conspirando contra el régimen. Basta que ese operador caiga en desgracia con la facción dominante en el gobierno, o que exprese su pensamiento propio para que sea linchado moralmente y físicamente como un traidor.

El general Raúl Isaías Baduel ha sido un ejemplo de esa ironía. Un 13 de Abril de 2002 el general Baduel lograba el consenso de la mayoría de las facciones de las FANB para rescatar a Hugo Chávez y entregarle nuevamente el poder que le había sido arrebatado con el golpe militar del 11 de Abril. La acción de Baduel lo posicionó como un líder indiscutido en las FANB. Pero su curiosidad intelectual y opiniones propias lo descubren como una amenaza latente al liderazgo de Hugo Chávez.

En muy corto tiempo, el general Baduel hizo su fantástico viaje de la gloria a la desgracia, con un final dramático que la ficción no ha podido superar. En Junio de 2006 es designado por Hugo Chávez Ministro de la Defensa. En julio de 2007 pasa a retiro. En noviembre de 2007 se pronuncia contra de la reforma Constitucional promovida por Hugo Chávez, cuya consulta perdería en noviembre de ese año. Otro día de abril del 2009 el general Baduel era arrestado por el DIM siguiendo instrucciones del Presidente Chávez por presuntos hechos de corrupción.

Hoy, a pesar de haber purgado su condena, el general Baduel es encarcelado nuevamente por presuntamente violar su libertad condicional. Además, él y su familia son perseguidos y hostigados quizás con el único propósito de disuadir a otros que consideren seguir su comportamiento. El mensaje es claro. Si esto es lo que sufre el hombre que juró con Chávez en el Samán de Güere y lo devolvió al poder, los demás que le sigan ya saben a qué atenerse y a lo que podrían exponer a sus familias.

El espejo del general Baduel es el mismo en el que se ven las caras los operadores civiles y militares del régimen. Muchos de ellos genuinamente preocupados por el colapso de la revolución, pero incapaces de expresar sus reservas por temor a correr la suerte del general Baduel.

Es imposible saber cuántos operadores del régimen sufren sentimientos encontrados y padecen estas crisis de identidad.  Lo que sí está claro es que la mayoría de ellos están convencidos que no importa cuántas ofrendas de lealtad le hagan al régimen, caer en desgracia es un hecho súbito que puede ocurrir en cualquier momento. El espejo de Baduel les recuerda cada día el único motivo por el cual siguen ahí: el  miedo.