lunes, 4 de marzo de 2024

¿El régimen tiene miedo?

            En la contienda política y electoral es usual el recurso maniqueo y dicotómico de plantear una falsa confrontación entre el miedo y la valentía. Es una contradicción falsa porque es un intento de ocultar la realidad reduciéndola a un simple psicologismo.

Este recurso es absolutamente inútil para el análisis y la praxis política porque enmascara contradicciones reales tales como las que se dan entre tiranos y oprimidos, ricos y pobres, trabajadores y patronos, etc. Sin embargo su uso tiene más una justificación propagandística para tratar de desmoralizar al contrario (los cobardes) y elevar la moral de los propios (los valientes).

A la luz de las detenciones arbitrarias de Rocío San Miguel y dirigentes del partido Vente Venezuela hay quienes desde la aparente oposición han saltado de inmediato a calificar estos hechos como actos desesperados de un gobierno que tiene miedo. Esta caracterización eminentemente psicológica carece de contenido político y lamentablemente puede conducir a equívocos si se usa como parte del análisis o la praxis. 

En primer lugar, el gobierno o el régimen no es un ser viviente que al igual que un individuo puede sentir en forma orgánica sensaciones de miedo, temor, valentía o coraje. El gobierno como entidad es más bien una estructura conformada ciertamente por individuos (operadores) que como tales pueden o no experimentar esas sensaciones psicológicas.

Pero aún queda el problema de calibrar si esas acciones (detenciones arbitrarias) califican efectivamente como actos de miedo o desesperación. Lo que habría que determinar es si el uso prolongado y planificado de la fuerza pública para intimidar a la población civil es un acto que revela miedo y desesperación por parte de los ejecutantes o más bien otra cosa.

Un gobierno que expulsa del país al Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Venezuela y que al mismo tiempo no le permite a los detenidos por razones políticas acceder a sus abogados defensores no es un gobierno cuyos operadores muestran miedo sino más bien certezas en un ejercicio ilimitado del poder.

No se puede -no se debe- reducir la praxis política a puro psicologismo infantil del tipo “el gobierno tiene miedo” o “los buenos siempre ganan”. Este es un vicio pernicioso que puede llevar a equívocos lamentables derivados de falsos análisis que a su vez conducen a aventuras suicidas.

Es mucho más efectivo y acertado políticamente hablando caracterizar al gobierno por lo que es y por lo que hace, no por lo que suponemos podría sentir. Y ahí están las realidades latentes como resultado de una política que ha destruido a Venezuela, incapaz de aceptar unas elecciones justas, que ha expulsado a más de 10 millones de venezolanos de su país y ha  condenado a otros tantos a la más absoluta pobreza.

La confrontación entre miedo y valentía es irreal y metafísica. La verdadera confrontación está planteada entre quienes luchan por salvar a la nación venezolana y quienes aún se empeñan en destruirla.- @humbertotweets

martes, 27 de febrero de 2024

La conspiración sin brazaletes

            En el Estado chavista las Fuerzas Armadas son un componente esencial porque es la base que soporta todo el régimen. El chavismo puede prescindir de operadores, clientelas y hasta de elecciones. Lo único que no se le puede quitar al régimen chavista es el apoyo en las estructuras militares porque sin él ese frágil castillo de naipes se caería en segundos. En la Venezuela del momento son las armas de fuego las que deciden el poder político, no los votos ni la popularidad. Y mientras el chavismo mantenga confiscadas las armas de la república para su propio beneficio será prácticamente imposible esperar un cambio real por vía de negociaciones o de elecciones.

            La denominación de Fuerzas Armadas a la organización militar en la que se apoya el poder político del chavismo induce a pensar en una organización homogénea y perfectamente disciplinada como lo serían otras instituciones militares en el mundo. Pero no es el caso de esta organización militar que ha tenido que degradarse y desprofesionalizarse para así poder asegurarse la fidelidad de sus miembros.

            Quienes se incorporan a las Fuerzas Armadas chavistas como cadetes aprenden muy temprano que no son los méritos ni las destrezas en las artes militares las que determinan su ascenso en la pirámide militar sino su grado de lealtad con la falsa revolución e incondicionalidad con sus superiores, aunque esto signifique violar la Constitución a la que prestaron su juramento. Hay medallas de honor, bonos e incentivos para aquellos oficiales que además se destacan por ser los más sanguinarios en el linchamiento físico de adversarios del régimen y quienes se prestan para delatar a sus colegas por supuestos planes conspirativos.

            Pero esta Fuerza Armada que ha sido confeccionada por Vladimir Padrino López como una caja negra que luce sólida y blindada en su exterior oculta la diversidad de grupos que operan en su interior y que están en una biocenosis permanente para ganar más poder y llegar a lo más alto de la estructura. Algunos grupos, los menos, están inspirados por una orientación política e ideológica que propone un regreso al profesionalismo y la institucionalidad. Otros grupos, los más, se han organizado en torno a liderazgos de generales y comandantes con aspiraciones mucho más pragmáticas de hacer lo que sea necesario para ascender lo más rápido y ganar más en sus actuales áreas de influencia (fronteras, aduanas, criptomonedas, Arco Minero, etc).

            Aunque se le pretenda mantener en una burbuja las Fuerza Armada chavista no es inmune a la crisis económica y social que afecta a toda Venezuela y que ha sido causada precisamente por el régimen político que los militares chavistas defienden. La quiebra de Venezuela también se refleja en esa organización militar. La escasez de recursos a su vez impone una escasez de posiciones para ascender, salarios apropiados, comida, municiones, equipos, etc.

            Estas limitaciones han fomentado una serie de anomalías en esas Fuerzas Armadas donde se ha democratizado la corrupción. Como no es materialmente posible satisfacer las aspiraciones de la mayoría de los oficiales para enchufarse en puestos que manejen recursos discrecionalmente el alto mando militar ha promovido una política de “emprendimiento” según la cual cualquier oficial puede desarrollar su propia empresa. Ante la ausencia de definiciones legales más precisas esta política ha sido interpretada como una orden para cobrar comisión desde cualquier posición que así lo permita en forma masiva y sistemática para así completar su salario. Para los oficiales y miembros de la tropa profesional que no tienen acceso a estas oportunidades sólo quedan emprendimientos menores como el hurto de armas, municiones y cualquier objeto de valor que pueda ser sacado de los cuarteles y vendido en el mercado negro.

            La macolla que dirige al régimen chavista (Maduro, Padrino y hermanos Rodríguez) conocen muy bien la naturaleza mercenaria de los grupos que operan dentro sus Fuerzas Amadas porque son ellos mismos quienes la han degradado a tal condición. Ellos saben que la fidelidad que han comprado con prebendas y han asegurado mediante la vigilancia permanente de los servicios secretos cubanos es más una postura pragmática de grupos y operadores que en cualquier momento y por las mismas razones podrían cambiar de bando y hasta de jefe. Y esto si sería un problema real para la macolla del régimen chavista, no las elecciones.

            Lo que nunca se puede dejar fuera del análisis es la caracterización y la morfología de las Fuerzas Armadas chavistas porque ellas son al mismo tiempo la fuerza y la debilidad del régimen. Es en ese espacio donde comienza y termina todo. Las luchas intestinas por espacios de poder dentro de las FANB chavistas, sus desarrollos y resultados es lo que definirá el destino del régimen chavista. Esto explica algunas cosas que la tradicional cábala política no ha podido resolver. ¿Por qué continúa Padrino López al frente del Ministerio de Defensa? ¿Por qué Nicolás Maduro no asiste a desfiles militares?

            Pero además el peso del factor militar sobre el factor político-partidista es lo que permite entender las últimas y aparentemente improvisadas acciones del régimen chavista que los más desprevenidos han calificado como “miedo y desesperación”. La desaparición forzosa de Rocío San Miguel y de los dirigentes de Vente Venezuela; la expulsión de Venezuela del Alto Comisionado para los derechos humanos y su personal; y más recientemente la implicación directa o indirecta del régimen chavista en el secuestro del Teniente Ronald Ojeda en Chile podrían parecer actos desesperados para supuestamente desmoralizar a la población y desmotivar el voto en las venideras elecciones.

            Si somos consecuentes con el criterio que es lo militar lo que está determinando en este momento la coyuntura política en Venezuela entonces tendremos que admitir que ver en estas acciones del chavismo signos de miedo, desesperación e improvisación no es más que una apariencia falaz. Por el contrario, vemos algo distinto. En el régimen chavista vemos un patrón de conducta sistemático que usa las negociaciones con la falsa oposición para ganar tiempo, orquesta una farsa electoral para darle una justificación de legitimidad a sus militares, y ejecuta acciones audaces para enviar claros mensajes de terror e intimidación a sus oficiales activos y así desalentar movimientos conspirativos, que seguro los hay.

            El mensaje que la macolla del régimen envía no es para la totalidad de los venezolanos cuya mayoría está vacunada y espera poco o nada del régimen chavista. Más bien el mensaje tiene una audiencia mucho más selecta que es el universo militar con sus comandantes y tropa donde efectivamente existen las condiciones materiales para una o varias conspiraciones. La advertencia es muy clara. Este es un régimen que se restea con los suyos al precio que sea (liberación de Saab). Aquí no hay intocables (Casos Pérez, Albán, Baduel, Lanz, El Aissami, San Miguel…¿Machado?). El brazo armado del Estado chavista es largo y puede cruzar fronteras (Casos Caldera, Ojeda y otros).

            Pero ¿por qué pagar un alto precio en términos de vidas humanas y de reputación por una campaña intimidatoria de este calibre? Dos razones. Primero porque el control férreo de las Fuerzas Armadas vale y lo justifica todo para el régimen chavista.  De lo que allí pase, y no de otra cosa, depende su supervivencia.

            Segundo, porque la lucha por el poder interno y repartos de botín entre grupos que operan dentro de las FANB chavistas las ha fragmentado y las ha atomizado al punto que en la diversidad de facciones no es fácil saber quién es quién. En la superficie todos aparentemente juran lealtad al Estado chavista y a Nicolás Maduro, pero solo un experimentado militar como Padrino López podría calibrar el desprecio de esos militares por su Comandante en Jefe al punto de recomendarle no presentarse en ningún acto público militar.

            El clima de “todos son sospechosos” que ha propagado el G2 cubano para vigilar y controlar a los militares venezolanos ha traído consigo otra aterradora certeza: Cualquiera es capaz de cualquier cosa en cualquier momento. Y es esto lo que quizás ha llevado al régimen chavista a desplegar un plan que consiste en disparar hacia todos lados con la esperanza que algunos de esos disparos tengan un efecto disuasivo. Pero este seguirá siendo un problema recurrente para el chavismo y es el precio que tiene que pagar por haber transformado la institución militar en un conglomerado de grupos cuyas alianzas y lealtades dependen más de negocios y afinidades personales que de otra cosa.

            Las condiciones materiales para una o varias conspiraciones dentro de las FANB chavistas están dadas. Hay grupos, medios y ganas. Para tener éxito esta tendrá que ser diferente a todas las anteriores en su ejecución. Como siempre, los movimientos decisivos estarán en manos de quienes comandan tropa y su habilidad para articularse en muy corto tiempo. En esa dinámica el CEOFANB y sus generales tienen un valor ornamental. Pero esto no es ningún secreto, lo sabe cualquiera e incluso ellos. Lo difícil para la macolla del régimen, a pesar del espionaje del G2 cubano y las campañas intimidatorias de terror psicológico, es saber quién es quién en un universo donde todos se parecen y probablemente los verdaderos conspiradores no portarán brazalete de ningún color.- @humbertotweets

jueves, 22 de febrero de 2024

El tema militar sigue siendo el talón de Aquiles del chavismo

            La fuente de poder político real del Estado chavista no reside en la participación electoral, aunque esta se presente como un factor legitimador. Los venezolanos han sido convocados a participar en las farsas electorales chavistas muchas veces en estos 25 años sin que esto haya alterado en lo más mínimo la estructura básica de poder.

            Y si no es en la soberanía popular expresada electoralmente ¿de dónde emana el poder político real que sostiene al Estado chavista? En un país como Venezuela, donde desde hace mucho tiempo las instituciones del Estado nacional venezolano desaparecieron, el poder político real reside en quien porta las armas y con ellas ejerce el monopolio de la violencia en contra de una población civil desarmada que por su propia condición y aunque se defina en contra de ese régimen no tiene forma de defenderse y menos aún de corregir institucionalmente el desbalance.

Por eso la última de las preocupaciones que podría tener el chavismo son las elecciones. Hay otras situaciones que sí provocan angustia y preocupación. Y es que siendo el componente militar decisivo en el sostenimiento del régimen las fuerzas armadas chavistas se han convertido en un complejo ecosistema donde opera constantemente una biocenosis en la que unos factores están en guerra a muerte contra otros. Con lealtades y agendas que se entrecruzan cada vez es más difícil determinar quién está con quien en una madeja donde todos se autodefinen como chavistas y bolivarianos.

            En el mundillo de analistas, opinadores y operadores políticos casi siempre se cae con facilidad en la tentación de ver las maniobras y los montajes del chavismo como signos inequívocos de torpeza, miedo y desesperación. Por ejemplo, es cierto que la trama poética de la llamada “conspiración del brazalete blanco” está plagada de contradicciones e incoherencias que en algunos casos llegan al ridículo. Con declaraciones de testigos estrella y mapas del siglo pasado el Fiscal Tarek William Saab ha intentado justificar una conspiración donde los supuestos conspiradores no se conocen entre sí, carecen de la logística para actuar y varios han dejado de ser parte de la Fuerza Armada desde hace varios años.

            Mientras algunos saltan a celebrar la torpeza de William Saab otros nos preguntamos si esta torpeza aparente no es algo por diseño o parte de un plan que se desconoce públicamente, al menos hasta ahora.

            Es evidente que los militares y civiles acusados de ser parte de esta supuesta conspiración no tienen la capacidad operativa para ejecutar una acción como la que se les atribuye. Desde este punto de vista es muy difícil defender la tesis que ellos sean una amenaza real para el régimen o para la integridad física de Nicolás Maduro. Pero tampoco representaban una amenaza los oficiales que fueron secuestrados en países como Ecuador y Colombia para aparecer milagrosamente en Caracas. Siendo el último de estos casos el del Teniente Ronald Ojeda Moreno quien fue secuestrado en Chile y cuyo paradero hoy se desconoce. Entonces ¿Qué podría justificar esas acciones temerarias?

            Lo que observamos aquí es que mientras el chavismo maniobra con una mano la ilusión electoral, con la otra al mismo tiempo endurece su campaña de miedo y terror dentro de sus propias fuerzas armadas que es el único sitio del cual podrían llegar malas noticias. Con estas acciones audaces y aparentemente torpes el chavismo le envía mensajes, claros y directos, a sus oficiales que a la hora de defender el régimen criminal no hay ni habrá límites para perseguir, torturar y asesinar.

            Montajes burdos como el del “brazalete blanco” solo sirven para justificar cacerías de brujas y el clima de sospecha bajo el cual viven todos los oficiales de las FANB chavistas. Unas Fuerzas Armadas donde todos desconfían de todos es un ambiente ideal para mantener el control y prevenir potenciales insurrecciones que se podrían estar fermentando. Los secuestros de militares fuera de territorio venezolano perpetrados por agentes del régimen venezolano o por encargo a mafias locales es otra forma de mostrar que tan lejos puede llegar el brazo armado del chavismo para infundir terror y desalentar conspiraciones reales.

            Es el tema militar lo único que perturba a los operadores del chavismo y donde vemos que ellos están dispuestos a invertir una cantidad considerable de recursos y energías. No es para menos, porque es en el estamento militar donde precisamente todo comenzó y el mismo punto donde todo parece que va a terminar para completar un inevitable ciclo dialéctico.- @humbertotweets 

¿Qué tienen para negociar María Corina y la oposición con el chavismo?

            Desde 1999 la oposición venezolana se ha embarcado en numerosas rondas de negociaciones con el gobierno chavista que a la fecha de hoy hemos periodo la cuenta. Con diferentes matices y énfasis estas negociaciones generalmente han girado en torno a lograr garantías y condiciones transparentes para unas elecciones por parte de la oposición y el reconocimiento absoluto de su régimen político por parte del chavismo.

Al principio esa oposición tenía más apoyo popular (¡aún no habían emigrado 10 millones de venezolanos!) y presencia institucional suficiente para incentivar al chavismo a hacer algunas concesiones a cambio de reducir la conflictividad social. En otras palabras, si el chavismo quería gobernar con cierta paz social tendría que dar algo a cambio.

Para el chavismo se trataba de hacer alguna concesión pero sin comprometer en lo más mínimo la estabilidad de su régimen. De esos procesos se derivaron eventos tales como la incorporación de rectores electorales propuestos por la oposición y hasta el reconocimiento de la victoria de algunos candidatos opositores en los estados. Pero Siempre que esas concesiones planteaban un riesgo serio al chavismo de inmediato fueron neutralizadas por mecanismos legales tales como la anulación en la práctica de la operatividad de la Asamblea Nacional del 2015.

Con el tiempo la oposición perdió totalmente presencia institucional y su apoyo en la calle ha mermado por diferentes razones, una de ellas es que hoy hay menos gente en Venezuela. Mientras tanto el chavismo ha aumentado y consolidado su control sobre el aparato estatal. En teoría el descontento es tal en Venezuela que la oposición con cualquier candidato tendría los votos suficientes para derrotar a Nicolás Maduro.

Pero eso es tan solo en la teoría, porque en la práctica la ausencia de mecanismos institucionales no garantiza que la opinión mayoritaria de los electores será tomada en cuenta.

En estas condiciones precarias y desbalanceadas la oposición y el chavismo siguen negociando pero el objeto real de la negociación es incierto. En realidad mientras el chavismo tiene en sus manos todos los mecanismos para hacer las elecciones en sus propios términos prescindiendo de la oposición está por su parte no puede poner en la mesa nada que tenga valor para el chavismo.

La oposición y su candidata María Corina Machado pueden invocar el descontento mayoritario que hay en Venezuela contra el chavismo como un factor de fortaleza para sentarse a negociar. Pero mientras no exista un mecanismo institucional para valorar esa correlación de fuerzas toda negociación y sus desarrollos dependerán enteramente del chavismo.

Alguien podría atajarnos y preguntarnos en tono acusador ¿y la comunidad internacional? Bueno, esa “comunidad” como tal es inexistente. Lo que hay son Estados que en base a sus intereses definen el tipo de relaciones que quieren tener con el chavismo. Algunas presiones tímidas y aisladas desde el exterior jamás serán un incentivo suficiente para que el chavismo le haga alguna concesión significativa a la oposición.

Las negociaciones entre la oposición y el chavismo, tal como están planteadas, en muy poco o nada cambiaran es statu quo de la política venezolana.- @humbertotweets

lunes, 19 de febrero de 2024

¿Quién le pone límites al Estado chavista?

            Hace muchos años cuando se comenzaba a ver por dónde venía el chavismo en su empeño de acabar con Venezuela Orlando Urdaneta acuñó una frase que se hizo muy popular “No vale, yo no creo…”. La expresión aludía al escepticismo y la incredulidad ante las tempranas advertencias y señales que revelaban la intención de Hugo Chávez de instalar un régimen tiránico en Venezuela.

            Todo arrancó con la inconstitucional Constitución chavista de 1999, pasando por penetración política e ideológica de las Fuerzas Armadas hasta llegar al desmontaje definitivo de todas las instituciones del Estado nacional venezolano para sustituirlas por estructuras al servicio del chavismo. El objetivo parecía tan ambicioso y audaz que la reacción nunca superó la etapa de la incredulidad y quedó anclada históricamente en aquel “No Vale, yo no creo”.

            Eran los tiempos en que aquella falsa oposición aseguraba muy oronda que Chávez jamás llegaría a 3 años. No solo pasaron 5 años, sino 10, 15 y hemos llegado a 25 de tiranía chavista. La falsa oposición no solo cometió el error capital de no caracterizar correctamente al régimen chavista como un Estado al servicio del crimen sino que además le subestimó en sus capacidades para usar la violencia contra la población civil desarmada y justificarla con su propia pseudo legalidad.

            Estos dos errores siguen marcando la pauta de la falsa oposición. Por ello esta oposición instrumental siempre ha seguido prisionera de las elecciones y las negociaciones con el chavismo. Pareciera que les anima la vana esperanza de buscar un cambio, una transición la llaman ellos, dentro del rígido marco de la legalidad chavista.

            El chavismo por su parte no amenaza sino que ejecuta. El régimen chavista responde con farsas electorales, con trampas, con inhabilitación de candidatos, etc. Pero a esto hay que agregar que el régimen chavista también usa las armas de la república para perseguir, torturar y linchar a la población civil. Estas acciones, que serían escandalosas en cualquier otro país o a la luz del derecho internacional, son presentadas como parte de la normalidad en Venezuela.

En otras palabras, la postración, entrega y colaboracionismo de la falsa oposición nos ha arrastrado a una situación donde hay que aceptar lo aberrante como normal. Esto se resume en las tesis hoy defendidas por la falsa oposición y su candidata María Corina Machado quienes, sabedores de la ausencia total de garantías y condiciones políticas, insisten en participar en la farsa electoral del chavismo. Ellos están conscientes de que el chavismo tiene la intención y la capacidad para intervenir en cada fase del proceso electoral para alterar su resultado, pero nada de eso los lleva a abandonar su obstinada vía electoral.

La falsa oposición y su candidata no parecen tener ningún plan, ni A ni B, para enfrentar con éxito al chavismo. Cuando se les critica por este irresponsable ejercicio de cinismo, al llamar a votar sin condiciones ni garantías políticas, los operadores de la falsa oposición responden con sus consabidos slogans para vender jabones “llegaremos hasta el final” y “Nadie nos sacará de la vía electoral”.  Estas frases han sido usadas y abusadas miles de veces que ya hoy solo quedan como un cliché vacío de contenido y significado. ¿Por qué? porque no tienen ninguna conexión con la realidad y tampoco sintetizan un mensaje político que lleve a articularse en forma orgánica para confrontar y derrotar al chavismo.

Muy por el contrario, y muy a pesar de la intención de sus creadores, proclamar “nadie nos sacará de la vía electoral” suena como a una fatídica invitación para ir en formación resignada a morir al matadero. La única forma de interpretar este absurdo slogan es: Sabemos que nos van a hacer trampa, sabemos que nos van a torturar y asesinar, pero no importa lo que haga el chavismo porque somos demócratas y pase lo que pase iremos a votar. ¿Cuál es el sentido estratégico de este suicidio colectivo que algunos llaman “operación política”?

Las dudas y las debilidades de la salida electoral no las planteo yo en este artículo sino que ya han sido planteadas y debatidas por millones de venezolanos que por la ausencia de opciones viables para salir del chavismo optaron por abandonar el país.

Ante la realidad que se nos presenta la falsa oposición carece de la fuerza moral y política para persuadir a los venezolanos sobre las bondades de la vía electoral. Sin embargo, los operadores de la falsa oposición no se rinden en su empeño por justificar al régimen chavista y con voz débil insinúan que el chavismo no puede violar los Acuerdos de Barbados y su propia Constitución de 1999 al mismo tiempo. Parecen no darse cuenta que esos Acuerdos y esa Constitución han sido ultrajados a rabiar una y otra vez.

Frente a esto los operadores de la falsa oposición se limpian un poco el barro de la cara y ripostan “es que la comunidad internacional, los Estados Unidos y Europa obligaran al régimen chavista a permitir la habilitación de María Corina Machado”. Bueno, uno de esos factores internacionales, los Estados Unidos, ha dado visibles muestras de no querer alterar el statu quo en Venezuela. Joe Biden celebró el intercambio de ciudadanos norteamericanos detenidos en Venezuela por Alex Saab como un “avance democrático” del chavismo. En el caso puntual del secuestro de Rocío San Miguel un vocero del Departamento de Estado condenó la detención “aparentemente arbitraria” de San Miguel. ¿“Aparentemente arbitraria” cuando fue acusada de traición a la patria sin expediente, incomunicada y además se le negó el acceso a sus abogados?

            Vuelven con más fuerza aquellos ecos de “no vale, yo no creo”. Esto es, yo no creo que el chavismo va a violar los acuerdos de Barbados y su propia legalidad. O yo no creo que el chavismo va a cruzar la línea roja para enfrentarse a los Estados Unidos y la Comunidad Europea porque regresarían las sanciones (¡si, aquellas mismas inútiles sanciones!). Otros para darse ánimo aseguran que así como el chavismo no se atrevió a apresar a Juan Guaidó menos se atrevería a hacerlo con María Corina Machado. Si el chavismo no detuvo a Guaidó mientras estuvo en Venezuela es porque dejarlo actuar convenía a sus intereses. Esto quiere decir que María Corina debería pensar, con juicio y prudencia, salirse de la burbuja en la que está metida y le hace creer que ella goza de una especial inmunidad por lo que el régimen chavista no atentaría contra su integridad como lo ha hecho con otros.

            En lugar de verse en el espejo de Guaidó María Corina Machado debería verse reflejada en casos emblemáticos para el régimen chavista tales como los de Raúl Isaías Baduel y Tareck El Aissami, ambos detenidos en la más absoluta opacidad sin importar las repercusiones. Y otros como el del General Miguel Rodríguez Torres quien corrió con mejor suerte. Lo que no se puede perder de vista es que a la hora de sostener el ecosistema criminal  chavista no hay intocables.

            Escribir esto no es tremendismo. Es simplemente la progresión lógica del plan que anunció el Fiscal Tareck William Saab en enero de este año el cual se ha venido cumpliendo en forma sistemática. Todo apunta a fabricar una serie de conexiones, todas falsas y artificiales, para justificar la absurda tesis según la cual María Corina Machado sería la autora intelectual de la supuesta conspiración del brazalete blanco. Ya existe una declaración pública del oficial militar Angelo Heredia que la incrimina en forma directa. A esto habría que sumar una o dos declaraciones más, un testigo estrella y unas capturas de pantalla. Con esto en la mano el Fiscal del régimen Tareck Wiliam Saab podría anunciar en cualquier momento la arbitraria detención de María Corina Machado por traición a la patria.

            ¿Qué podría impedir este dramático desenlace? Solo el cálculo del propio régimen al valorar si una jugada de este calibre le sirve o no para una variedad de propósitos. Desde quitarse todas las sanciones, aunque no hayan funcionado, hasta inhabilitar la recompensa que se ofrece por las cabezas de los capos del régimen. Con una ficha de canje de esta valía solo el cielo es el límite. Este no es un asunto de miedo versus coraje o de cobardía contra valentía. El régimen chavista tiene la capacidad y los medios para ejecutar sus amenazas por lo que ya es hora de dejar de subestimarlo.

            En su propio tablero y en el mundo de la diplomacia el chavismo está a sus anchas y no tiene límites, ni siquiera su propia legalidad o el llamado derecho internacional. Dentro de ese marco poco o nada se podrá lograr. Fuera de ello están los límites que impone la propia realidad de un país que se cae a pedazos donde el botín del tesoro nacional cada día alcanza menos para satisfacer la voracidad de las atorrantes clientelas civiles y militares chavistas. También están los límites que imponen la geopolítica, la dialéctica de imperios y las consecuencias bélicas de decisiones imprudentes.

            El reto para la sociedad venezolana es cómo organizarse al margen de las fracasadas tesis electoreras de la falsa oposición para articular una verdadera política de confrontación que saque ventaja de las realidades que el chavismo no podrá evadir.- @humbertotweets

jueves, 15 de febrero de 2024

Por las malas hasta el final

            La reciente detención arbitraria de la experta en temas militares Rocío San Miguel replantea una vez más el debate sobre la naturaleza del régimen chavista. ¿Es este un mal gobierno del cual se puede salir con negociaciones y elecciones? ¿O acaso estamos frente a algo más siniestro y tenebroso que actúa como una organización criminal pero que para todos los efectos se hace llamar “Estado”?

            Para contextualizar el tema hay que decir que Rocío San Miguel jamás ha apoyado en sus escritos y análisis una salida militar en Venezuela. Por el contrario, San Miguel ha defendido con convicción la frágil institucionalidad que, en su particular visión, aún podría quedar en Venezuela. Su oposición a las rebeliones militares es lo que la ha ubicado en el campo de quienes siempre han apoyado la vía electoral. De hecho ella apoyó con reservas el referéndum sobre el Esequibo orquestado por el régimen chavista.

            Rocío San Miguel es de ese grupo de venezolanos que, seguramente con buena fe, creen que se puede y se debe participar en las pequeñas grietas que el régimen chavista permite y algunos llaman “espacios democráticos”. Desde esa perspectiva San Miguel sería la última persona dispuesta a participar en una conspiración contra el régimen chavista. La misma detención ocurre en el Aeropuerto de Maiquetía, no en una trocha vía Cúcuta, justamente porque ella tenía la certeza que, aun siendo crítica del régimen, no estaba haciendo nada impropio o algo que en verdad presentara un riesgo para el chavismo.

            Si todo esto es cierto entonces ¿Por qué detener a Rocío San Miguel quien no representa una amenaza real contra el régimen chavista? La respuesta sencilla, pero con fulcro de veracidad, es que en el régimen chavista no hay intocables a la hora de defender su estabilidad. Cualquiera puede recular preso o muerto con o sin motivo. Siempre se invocará una razón de Estado para justificar esta sistemática conducta.

            Lo más probable es que alguien en el régimen resolvió que convenía a los intereses del chavismo acusar de traición a la patria a una persona cuya trayectoria pública la haga la más improbable de todos los sospechosos. Y aquí entramos en la complejidad de la respuesta a una interrogante que aturde. No es que precisamente Rocío San Miguel forme parte de una sofisticada red conspirativa como lo ha sugerido “el poeta” Tareck William Saab. Es que aunque ella no esté implicada hay que implicarla para mandarle un mensaje a aquellos que aún dudan sobre las intenciones reales del chavismo.

            La detención de una persona del perfil internacional de Rocío San Miguel no es precisamente un signo de desesperación o miedo como algunos sugieren. Es más bien una acción calculada que forma parte de un plan que busca como primera medida desalentar las deserciones que frecuentemente ocurren dentro de las Fuerzas Armadas chavistas. Es una clara señal para los operadores civiles y militares chavistas, que estén acariciando la idea de traicionar, sobre las consecuencias que esto podría tener para ellos y sus familias.

            Para los falsos opositores y para los factores de la comunidad internacional, que aún lloran por regresar al Acuerdo de Barbados, es un claro mensaje de hasta dónde está dispuesta a llegar la furia bolivariana. En un sentido la idea es muy clara. No habrá límites jurídicos ni legales a la hora de imponer la paz chavista. Será como bien lo dijo Nicolás Maduro “por las malas”.

            Todo esto debería plantear un profundo, razonado y sincero debate en el campo que se autodefine como “oposición venezolana”. Este no es el momento de darse cabezazos contra la pared, con perseverancia necia, ni de repetir el mantra “nadie nos sacará de la vía electoral”. La realidad nos está demostrando, una vez más, que en este momento no hay vías institucionales para salir del chavismo por lo que hablar de elecciones o de quien será el sustituto de María Corina Machado es una verdadera ociosidad.  Mientras no haya garantías políticas para todos los venezolanos y para personas como Rocío San Miguel es absolutamente inútil hacerle el juego electoral al régimen chavista a menos que solo se quiera repetir otro acto de inmolación colectiva con efectos estrictamente terapéuticos y consecuencias meramente anecdóticas.

La falsa oposición y su candidata María Corina Machado, si de verdad quisieran asumirse como una verdadera oposición, deberían comenzar por cancelar la vía electoral y abrir un debate que permita replantear la oposición al régimen chavista. Parte de esta estrategia debería consistir en retomar la agenda de luchas sociales y reivindicativas, no electorales, que son sensibles a millones de venezolanos. Regresar a la lucha popular y ciudadana podría cambiar la correlación de fuerzas en formas mucho más efectivas que hacerse parte del carnaval electoral chavista.

Episodios lamentables como el de Rocío San Miguel nos recuerdan que el problema que enfrenta hoy Venezuela no es de tipo jurídico-legal sino político-militar. No entenderlo significará perder otros 25 años con oleadas sucesivas de venezolanos emigrantes que huyen despavoridos de las opciones que representan ser arrastrados sin horizonte “hasta el final” o ser gobernados indefinidamente “por las malas”. @humbertotweets 

¿Inclusión?

            Hace unos días y con ocasión de celebrar un aniversario más de la llegada del chavismo al poder en Venezuela la Vicepresidente Delcy Rodríguez decía: “Si algo resume los 25 años del chavismo es la inclusión frente a las peores dificultades que son producto del bloqueo económico.” Dijo inclusión, pero no explicó a qué tipo de inclusión se refería.

Inclusión es el acto de incorporar, de incluir, esto es que poco o nada queda fuera de esa totalidad. Todo está ahí, adentro.

Es posible que desde su perspectiva la vicepresidente Rodríguez quiso decir que en estos 25 años de revolución chavista nadie se ha quedado fuera de sus bondades y beneficios. Por eso ella se atrevería a usar la palabra inclusión para definir a este particular tipo de revolución.

Y efectivamente la expresión refleja audacia y atrevimiento por su intento en desafiar la realidad, sin vergüenza. 

El balance que puede presentar el chavismo luego de 25 años es patético. No importa si se le compara con el anterior Estado de partidos (democracia) o incluso si se le compara consigo mismo. ¿Por qué? Porque Venezuela hoy está peor que en 1999. Pero además porque la Venezuela de Nicolás Maduro está más desecha que la de Hugo Chávez.

Los niveles de pobreza, miseria, desnutrición, desempleo y deterioro de las condiciones materiales de vida de los venezolanos son hoy dramáticamente peores que hace 25 años.

La realidad refuta la noción de inclusión en un país donde el chavismo ha promovido la más feroz división entre ricos burgueses y pobres no tienen dinero para comprar comida ni medicinas. En Venezuela hoy se tiene o no se tiene, no hay términos medios.

Esto se pudo apreciar con el reciente concierto de Luis Miguel en Caracas donde unos venezolanos podían pagar hasta 1500 dólares por persona al tiempo que tenemos profesores universitarios que no ganan más de 25 dólares al mes. Ni hablar de los jubilados y pensionados. Que la fe en Dios los ayuda, porque con el chavismo no hay salvación.

Contraria a la idea de inclusión que celebra Delcy Rodríguez hay ya casi 10 millones de venezolanos que según cifras extraoficiales han abandonado a la Venezuela chavista con todas sus bondades. Estos compatriotas fueron obligados a emigrar ante el desmantelamiento de Venezuela. Ellos han sido completamente excluidos de su patria, aunque los chavistas preferirían decir que ellos se “autoexcluyeron” porque se fueron. Es su culpa.

De alguna forma el chavismo tiene que admitir su fracaso, pero lo hace bajo la condición de echarle la culpa a otro. Según el chavismo el destrozo material de Venezuela no es el resultado de 25 años de corrupción y saqueo vigoroso y sistemático. La culpa de todos nuestros padecimientos es…del bloqueo y las sanciones internacionales!

No parece creíble el argumento de que por restricciones parciales a la venta de petróleo venezolano desde hace 3 años se haya producido un daño equivalente a 25 años o se haya desmantelado la industria petrolera. El deslave había comenzado ya en 1999.

En la misma declaración en la cual Delcy Rodríguez habla de una inexistente y mítica inclusión en la Venezuela chavista, también dice: “El pueblo sabe que entre todos nos acompañamos y no dejamos al pueblo sufriendo en la soledad.”

Es muy importante que alguien del calibre de la Vicepresidente Rodríguez admita en el régimen chavista que esto no es precisamente un mar de felicidad, sino que hay sufrimiento. Esta concesión a la realidad se le agradece. Ahora que el régimen se ofrezca en forma cínica a acompañarnos en el sufrimiento que él mismo ha generado no es necesario. Los venezolanos preferimos sufrir en soledad que estar mal acompañados.- @humbertotweets