lunes, 29 de agosto de 2022

¿Habrá elecciones en el 2024?

            Los fraudes electorales organizados por el chavismo generalmente son muy bien coreografiados. Hay una autoridad electoral que casi siempre cuenta con dos representantes de la falsa oposición para dar una imagen de aparente neutralidad, sin tenerla. Se permite una campaña electoral donde unos candidatos supuestamente de oposición intentan disputarle el poder al presidente de turno (ayer Chavez, hoy Maduro) con discursos muy bien calculados que atacan al mal gobierno pero dejan salvan al Estado chavista.

Luego del colorido carnaval electoral el dia de las “elecciones”, con fotos de gente en los Centros de Votación, antecede a la gran noche de gala cuando finalmente en medio de un ambiente aparente de expectativa y tensión ante alguna “sorpresa” se anuncia que, una vez más, el candidato oficialista ha ganado. Al candidato de la falsa oposición le corresponde reconocer la derrota y el triunfo del chavismo con un discurso que aunque parezca a regañadientes también está fríamente calculado. 

Para lograr ese efecto legitimador y de aceptación que se espera de otros países y de las propias clientelas chavistas la campaña electoral previa al fraude electoral chavista necesita de un ambiente que ayude a presentar el resultado final como verosímil. El Estado chavista tiene el poder para fabricar resultados electorales y adjudicarse victorias a sí mismo. En las elecciones de gobernadores, alcaldes y diputados incluso le asignan cuotas a la falsa oposición para reforzar la idea que dentro del sistema electoral chavista es posible, algún día, ganarle elecciones con votos. Pero ese poder absoluto para controlar la caja negra electoral de la cual salen resultados inapelables sería absolutamente inutil a los propósitos del chavismo si no hay un escenario apropiado que refuerce la narrativa.

Es clave la distinción entre escenario y entorno porque lo que siempre busca el chavismo es precisamente montar un escenario que soporte su discurso aun al costo de negar la realidad del entorno la cual, por ser real, no se puede manipular. La puesta en escena del chavismo necesita mostrar gente haciendo cola para ir a votar. Esa ficción electoral requiere de otros candidatos que validen al suyo.  En general se trata de anclar la idea que a pesar de los problemas y el malestar social solo por la vía electoral podremos “dirimir nuestras diferencias”.

La profunda crisis económica y social que vive Venezuela condena a casi el 90% de su población a vivir en un estado de extrema pobreza. Este es el resultado directo del modelo chavista que destruyó las industrias, la economía y hasta pulverizar el bolívar como signo monetario. Esta realidad siempre es objeto de un tratamiento cosmético en los meses previos a cualquier fraude electoral chavista justamente para dar la sensación de una supuesta milagrosa recuperación de la economía.

Con miras a preparar el ambiente para el fraude electoral del 2024 el régimen chavista tomó medidas para posicionar la idea de una presunta recuperación económica que al no poder explicarla sus economistas sólo pueden atribuirla a un milagro. La realidad inocultable es que Venezuela es un país semidestruido, sin instituciones, ni economía, donde la mayor parte de su población carece de los medios materiales para vivir dignamente. En esa misma Venezuela han florecido los bodegones, los centros comerciales y las ventas de carros importados. Estos son presentados como evidencias de una supuesta recuperación económica que en el lenguaje chavista se entiende como la libre circulación de masas de dinero las cuales no pueden ser atribuidas a la creación de nuevas industrias sino más bien el resultado de una política de incentivos a actividades de narcolavado a escala masiva.

La dolarización de la economía por vía de facto es algo que el régimen chavista estaba obligado a hacer para mantener inflada la burbuja de una supuesta recuperación económica. Los diseñadores de esta política de parches resolvieron inventar un dólar oficial cuyo valor no es determinado por el libre mercado sino controlado por el gobierno. Mantener el valor ficticio del dólar oficial le cuesta al régimen cientos de millones de dólares que debe sacar semanalmente de las reservas al no contar con recursos significativos del petróleo o de ninguna otra industria.

Algunos economistas como Jose Guerra y Asdruba Oliveros han venido advirtiendo desde hace tiempo que el modelo económico chavista no es viable y en algún momento eventualmente podría estallar. En los últimos días han surgido poderosas evidencias de que el gobierno carece de los recursos para mantener el valor artificial de su dólar oficial y la presión del mercado obligará a sucesivas devaluaciones del bolívar y a inevitables aumentos de precio.

Muy malas noticias para los tahúres chavistas acostumbrados a jugar con cartas marcadas y resultados previamente convenidos. En estas condiciones no solo es imposible hablar de recuperación económica sino que además el clima en la calle se calentara lo suficiente para echarle a perder la calculada coreografía al chavismo. Como ya se vio hace unas semanas los primeros en pedir la salida de Nicolas Maduro serán los asalariados del régimen que, aun siendo chavistas, tienen que reconciliarse con la realidad y aceptar que su modelo no sirve y fracaso.

La recuperación económica no existe en la realidad y la crisis se profundizará hasta desbordar al Estado chavista. En esas condiciones Nicolas Maduro se arriesga a que le lancen tomates y otras cosas cuando salga a arengar a la enardecida clientela chavista. Y hacer una campaña electoral escondiendo a Maduro y usando el muñeco de plástico que llevan a los desfiles militares le quita el colorido que tanto necesita la puesta en escena chavista. Por eso no es aventurado especular sobre la hipótesis de suspender las elecciones presidenciales del 2024. No sería la primera vez que el chavismo se salta su propia constitución y sus normas. Desde la óptica chavista suspender las elecciones del 2024, con cualquier excusa,  tiene un precio relativamente menor que ponerse en evidencia como un régimen débil que no es capaz de controlar a sus propias bases clientelares.- @humbertotweets 

jueves, 25 de agosto de 2022

“Maduro miserable, nos estás matando de hambre”

            Una de las contradicciones que no ha sido resuelta es el supuesto carácter socialista del chavismo en Venezuela. Las palabras “socialismo” y “bolivarianismo” han sido totalmente vaciadas de contenido y prostituidas para ponerlas al servicio del chavismo. El socialismo del siglo XXI es un socialismo muy particular a la chavista. Este socialismo chavista no tiene nada que ver con las doctrinas del socialismo marxista. Lo que hizo Hugo Chávez fue un pasticho ideológico mezclando frases de Simón Bolívar y Carlos Marx con la retórica del antisemita Norberto Ceresole. El resultado ha sido un discurso plagado de alusiones al socialismo para cautivar a su propia clientela pero incapaz de articular una verdadera política de Estado.

Como el compromiso del chavismo con las ideas de Socialismo y Bolivarianismo no va más allá de la retórica el Estado chavista actúa con pragmatismo, sin condicionamientos ideológicos o filosóficos, mezclando políticas que una día pueden parecer de izquierda y al día siguiente de derecha indistintamente. La brutal contradicción que resulta de esta combinación se disimula poniendo apellido a ese socialismo que al ser del siglo XXI lo convierte en un socialismo a estilo chavista cuyo contenido ha perdido toda conexión con la idea original de un socialismo marxista.

Este socialismo chavista se ha caracterizado por aumentar la brecha social entre ricos y pobres creando una nueva casta de oligarcas conocidos como Boliburgueses y Bolichicos al tiempo que ha multiplicado por millones los venezolanos que viven depauperados en la más absoluta miseria. Las ideas socialistas de redimir a los pobres y eliminar a los burgueses han quedado reducidas a mero ornamento en el discurso oficial. En la realidad el chavismo ha empobrecido a Venezuela y ha creado su propia burguesía parasitaria como ningún otro régimen lo había logrado en nuestra historia republicana.

Otro mito muy popular es la supuesta filiación obrera y clasista del chavismo. En 1999 se podía pensar que posiblemente el régimen de Hugo Chávez iba hacia la conformación de un Estado socialista donde los trabajadores tendrían una posición privilegiada. Veinte años después se puede constatar que el Estado chavista destruyó el valor real del salario, acabó con gremios y sindicatos en la tarea sistemática de eliminar físicamente a la clase obrera venezolana.

Las contradicciones de la demagogia chavista y su praxis se manifestaron públicamente hace varias semanas cuando se propagaron por todo el país las protestas en reclamo por el pago completo del bono vacacional decretado por Nicolás Maduro. El hambre y la indignación por el escamoteo del bono unió a trabajadores y empleados, sin distinción partidista, obligando al gobierno de Maduro a dar marcha atrás en su intento de robo a mano armada.

En el mejor estilo chavista de prometer una cosa y hacer otra diferente y con el mayor desenfado Nicolás Maduro anunció como una gran dádiva en Marzo de este año el pago del bono vacacional. Pero al mismo tiempo que se anunciaba el bono la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE) bajo el control de Maduro aprobaba un instructivo detallando paso a paso cómo había que proceder para robarle esa concesión y otras más a trabajadores y empleados. En otras palabras, lo que por una parte el gobierno de Maduro anunciaba como una concesión en forma de bono a los trabajadores por la otra el instructivo de la ONAPRE se los arrebataba. 

El misterio de esta contradicción (dar y quitar al mismo tiempo) lo resolvió en forma simple y brillante el inefable operador Pedro Carreño quien en la Asamblea Nacional chavista confesó que el instructivo de la ONAPRE buscaba resolver un problema aún mayor y es que el gobierno se había quedado sin dinero para pagar el bono decretado en Marzo y otros beneficios ya adquiridos anteriormente por los trabajadores. El Estado chavista que quema semanalmente millones de dólares para evitar el alza del dólar ahora se quedaba sin recursos para pagar su nómina y sin mayores complicaciones morales resolvía robarle el dinero a los trabajadores para resolver su falta de liquidez.

Técnicamente el instructivo de la ONAPRE fue creado para normar el Proceso de Ajuste del sistema de Remuneración de la Administración Pública, Convenciones Colectivas, Tablas Especiales y Empresas Estratégicas. En la práctica es un conjunto de instrucciones precisas para que los burócratas chavistas le arrebaten a los trabajadores bonos y contraprestaciones en forma sistemática disimuladas bajo la expresión eufemística de Ajuste del Sistema de Remuneraciones como los chavistas prefieren llamar a este robo sin sufrir un ratón moral. 

Nicolás Maduro, el presidente obrero, no es más que un gran farsante cuyo engaño ha quedado al descubierto ante sus propias clientelas, civiles y militares. El intento de robar el bono vacacional que él mismo había decretado y la devaluación de salarios miserables de $25.00 y $30.00 usando tecnicismos pseudo legales como el instructivo de la ONAPRE es lo que ha unido a chavistas y no chavistas  en una misma lucha para gritarle en su propia cara “Maduro miserable, nos estás matando de hambre”. ¿Aún no ves por donde vienen los tiros? @humbertotweets

lunes, 22 de agosto de 2022

La falsa oposición no es opción frente al chavismo

            Al hablar de oposición política en Venezuela hay que establecer un criterio que defina lo que es y lo que no es oposición. Y quizás el punto medular es comenzar por responder ¿Oposición a qué o a quién? Desde 1999 la gran mayoría de los partidos políticos que dicen oponerse al chavismo han ejercitado su oposición dentro del marco establecido en la Constitución chavista de 1999 buscando por métodos electorales y otros un mero cambio de gobierno o de la administración política. Esta tesis lleva implícito el reconocimiento al Estado chavista como régimen y sus instituciones.

            La tesis del cambio de gobierno por métodos electorales podría ser viable si estuviésemos frente a un Estado con instituciones al servicio de la república y con mecanismos constitucionales para garantizar cierto equilibrio e independencia entre los poderes públicos tal como ocurría, con todos sus defectos, en el antiguo Estado de partidos antes de la era chavista.

            Pero lo que enfrentamos en Venezuela no es simplemente un mal gobierno que puede ser curado con unas elecciones como equivocadamente insisten los partidos de la mal llamada oposición. Lo que tenemos aquí es una camarilla criminal que ha creado un Estado con Constitución y leyes a la medida de sus intereses y se lo ha impuesto como legal al resto de los venezolanos. Las acciones y decisiones que emanan de ese Estado favorecen a los diversos clanes (bandas) civiles y militares que operan dentro del chavismo pero que son presentadas, sin serlo, como producto de la inapelable voluntad nacional.

            Con esta lógica el chavismo busca diálogos, invita a participar en elecciones y hasta alienta una oposición en su contra, todo siempre que sea dentro de lo establecido en su Constitución y sometiéndose a su Estado e instituciones. El chavismo entiende que mientras él sea el propio Estado no hay ningún riesgo de ser desplazado del poder por los métodos que él mismo controla. Se podrán hacer innumerables negociaciones y elecciones que el resultado no será distinto al arrojado en las últimas dos décadas.

            Frente a esta realidad se nos presentan dos tesis. Una que propone cambiar al gobierno por vías electorales dejando intacto al Estado chavista y su Constitución. Este es el camino de diálogos que nunca llegan a nada concreto o fraudes electorales donde el régimen de vez en cuando le adjudica en forma rotativa gobernadores y alcaldes a su oposición sin desprenderse del control político esencial (Presidencia, Fuerzas Armadas, Asamblea Nacional, etc). Esta es la tesis en la cual la pseudo oposición partidista nos ha embarcado en los últimos 20 años.

            La otra tesis es plantearnos la crisis política que vive Venezuela como una crisis de Estado y no como una crisis de gobierno. Desde este ángulo vemos que en Venezuela el Estado nacional ha desaparecido y ha sido sustituido por el Estado chavista que representa sus propios intereses y no los de la nación venezolana. La forma de enfrentar a un Estado que no representa el interés nacional no es a través de diálogos, negociaciones o elecciones sino buscando su derrocamiento definitivo.

            En otras palabras, el criterio para definir a la oposición debería partir de la posición que asuma el actor político frente al régimen chavista como Estado y no frente a su gobierno. Así podemos decir que todo aquel que nos proponga cambiar al gobierno mediante elecciones dentro del marco de la Constitución chavista y el régimen político de 1999 forma parte de una falsa oposición porque en el fondo lo que busca es un cambio cosmético para dejar todo igual. Una oposición de estas características solo puede operar en beneficio del chavismo y merece ser llamada sin ambages falsa oposición porque a pesar de su discreto encanto y su capacidad para engañar simplemente no es verdadera oposición.

            Hoy vemos como la farsa perpetrada por el chavismo y los partidos de la falsa oposición se vuelve a repetir tal como ha ocurrido en estos 20 años. Es el mismo círculo vicioso de siempre que no sale, ni saldrá, de la fórmula negociaciones-diálogo-elecciones. La falsa oposición sigue proponiendo básicamente seguir en lo mismo y hacerle el juego al régimen chavista. Quizás a estas alturas no se trata ya de un error de cálculo o perspectiva política sino de un acto consciente y deliberado de jugar a ser la oposición colaboracionista que recibe prebendas y beneficios por los servicios prestados.

            Mientras la falsa oposición siga ejerciendo una oposición a la medida de los intereses del régimen chavista solo podrá aspirar a vivir de lo que adjudique el chavismo y a ser comodín de inútiles escaramuzas diplomáticas por parte de países que tampoco tienen interés en desplazar al régimen. Con esa postura la falsa oposición, aunque disfrute del coqueteo de un gobierno blandengue con el Chavismo como la administración norteamericana de Joe Biden, jamás podrá convertirse en una referencia política viable para los venezolanos.

            Los casi 7 millones de venezolanos que han abandonado Venezuela lo han hecho no sólo para huir de la barbarie chavista sino ante la convicción que con esa falsa oposición nunca se logrará un cambio político. El resto que se ha quedado en Venezuela en su mayoría sigue resistiendo con la única arma efectiva, por los momentos, contra la falsa oposición y el chavismo: La abstención militante. La migración y la abstención masivas muestran el rechazo y el desprecio de los venezolanos contra el oprobioso régimen chavista y su patética oposición colaboracionista.- @humbertotweets 

jueves, 18 de agosto de 2022

¿Está agotada la lucha política?

            El desgaste de los partidos que se agrupan en torno a la MUD y al interinato de Juan Guaidó viene ocurriendo desde hace años. Lo comenzamos a ver con la renuencia de la gente a participar en marchas y movilizaciones que siempre terminaban negociadas y traicionadas por los cogollos de los partidos. Pero quizás donde se evidencia más la pérdida de influencia de estos partidos en la política nacional es en el aumento de la abstención en los fraudes electorales convocados por el régimen y de los cuales la falsa oposición se ha hecho copartícipe.

Ya muy poco peso tienen los reciclados argumentos para arrastrar a la gente a los centros de votación. Después de dos décadas de régimen chavista montado sobre un fraude electoral tras otro y todos conectados por la falsa oposición los venezolanos han llegado a la conclusión que la crisis política es tan grave y profunda que no tiene ninguna perspectiva de ser superada por meros mecanismos electorales. Resulta muy claro para la mayoría de los venezolanos que al régimen chavista controlar todos los mecanismos e instancias político-electorales el sistema está en capacidad de fabricar votos, resultados y victorias electorales infinitas para el chavismo.

Esta es la realidad aunque la falsa oposición sostenga el discurso fantasioso de un candidato unitario o de culpar a la abstención de sus desgracias. No importa que el candidato de la falsa oposición tenga el sospechoso atractivo de ser designado por unas primarias y menos aún que los venezolanos se lancen masivamente a votar. A la final es el régimen quien controlando sus instituciones presentará un resultado el cual deberá ser acatado aunque sea de dudosa legalidad.

El convencimiento que los partidos de la falsa oposición nos han lanzado por ese despeñadero histórico es el incentivo más fuerte que tienen millones de venezolanos para darle la espalda a la MUD y el Interinato y refugiarse en la abstención como un ejercicio militante de oposición real y desprecio tanto al régimen como a su pseudo oposición.

La falsa oposición sigue figurando como interlocutora y vocera de un sector de la política venezolana sencillamente porque el régimen chavista la valida y le asigna recursos. Se trata de una auténtica danza macabra donde el chavismo reconoce a los falsos opositores y estos a su vez reconocen al régimen chavista dejando a los venezolanos entrampados y sin salidas viables en el corto plazo.

Las urgencias de priorizar la supervivencia frente a cualquier otra demanda de tipo político ha llevado a muchos venezolanos a centrarse en las luchas y los reclamos de carácter gremial. Pareciera que ante la ausencia de liderazgo y conducción política las energías de lucha de los venezolanos se han redireccionado para lograr victorias que aunque no busquen derrocar al estado chavista representan mejoras materiales para seguir adelante. Hay mucho más interés en los reclamos salariales que en ir a votar por un candidato de la falsa oposición cualquiera que este sea.

La transformación del programa máximo de lucha (cambio de régimen político) en un programa mínimo mucho más modesto (mejoras salariales y socioeconómicas para todos los trabajadores) pareciera un cambio táctico y espontáneo movido por las precariedades en la que están sumidos millones de venezolanos y el convencimiento que es más factible ganarle al Estado chavista una lucha gremial que una política, al menos en lo inmediato. Esto se vio claramente hace unas semanas cuando las miserias que ahogan a millones de venezolanos obligó a chavistas y no chavistas a hacer causa común en la lucha por el pago del 100% del bono vacacional prometido y escamoteado por el gobierno de Nicolás Maduro.

La lucha gremial por reivindicaciones de tipo social y económico podría ser el espacio que permita el surgimiento de un nuevo tipo de liderazgo político deslastrado de los partidos de la falsa oposición. Es cierto que en el ejercicio de la lucha política no existe el ADN químicamente puro. Muchos de quienes participaron en esas movilizaciones gremiales lo hicieron a pesar de su filiación con el PSUV y los partidos de la falsa oposición. Pero también pudimos ver nuevas caras que se comienzan a mostrar y a desafiar a la vieja escuela sindical y gremial tanto del régimen como de la falsa oposición.

El pago completo del bono vacacional que se les debía a los trabajadores es una victoria que podría alentar otras luchas reivindicativas y energizar a un movimiento social y ciudadano casi abatido pero reanimado con las jornadas recientes. La fuerza y la vitalidad de ese nuevo liderazgo social serán determinadas por su capacidad y disciplina para desmarcarse de las viejas y corruptas tradiciones partidistas. Esto no significa cancelar la lucha política por un cambio de régimen sino más bien emprender un viraje táctico para acumular fuerzas hasta lograr masa crítica para derrocar al Estado chavista.- @humbertotweets

lunes, 15 de agosto de 2022

Dándole garrote a la piñata de los activos

            Si algo tienen en común la falsa oposición venezolana y el chavismo es su carácter esencialmente depredador. Ambas están conformadas por grupos y mafias cuya única razón de ser es asaltar el tesoro nacional sin más limitaciones que el tamaño de sus propias ambiciones. Esto es lo que ha venido haciendo en forma sistemática el chavismo desde 1999. Concentrando todo el poder político y financiero en el jefe del Estado quien actúa desde tiempos de Hugo Chávez como un jeque con poderes extraordinarios para disponer del patrimonio nacional sin rendirle cuentas a ningún venezolano, ni siquiera a su propia Asamblea Nacional integrada por acólitos del régimen. 

No menos ha hecho la falsa oposición venezolana dirigida por la MUD cuando montaron la operación travesti conocida como el gobierno interino de Juan Guaidó. Con el pretexto de proteger los activos de Venezuela en el exterior el interinato, con la venia de la OFAC norteamericana, ha logrado el control de empresas y recursos de la nación venezolana ubicados en el exterior.  Allí están Citgo, Monómeros, PDVSA y otras compañías y activos propiedad de la nación venezolana arrebatados de las garras del chavismo para caer en las garras de la falsa oposición.

Desde que la falsa oposición venezolana, vía interinato y Asamblea Nacional del 2015, está manejando en forma absoluta estos activos y empresas nunca han presentado sus estados financieros ni han rendido cuentas de sus gestiones. Los gerentes de esas empresas fueron repartidos entre los partidos Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo sin más criterio que su incondicionalidad con esos partidos. El resultado ha sido gestiones oscuras y mediocres que en varios casos como el de Monómeros han degenerado en feroces disputas internas por desacuerdos en el reparto de sus recursos.

La Constitución chavista de 1999, a la cual la falsa oposición desde la Asamblea nacional del 2015 y el Interinato le juran inquebrantable lealtad, ha sido violada por estos mismos comediantes al fabricar un gobierno híbrido que resume los poderes ejecutivo y legislativo en la misma persona haciendo en la práctica imposible cualquier control parlamentario independiente. Pero llamar gobierno al interinato de Guaidó es risible cuando ni siquiera controla un metro de territorio ni dispone de una Fuerza Armada Nacional.

El Interinato de Guaidó es la caricatura de un gobierno que solo cobra cierta relevancia por el aval que ha recibido de la Oficina de Control de Activo Extranjeros de los Estados Unidos (OFAC). Este reconocimiento es lo que le ha permitido al Interinato de Guaidó y a la Asamblea Nacional del 2015 manejar a su antojo los activos de Venezuela en el exterior. En forma irresponsable y sin responder a una política coherente los gobiernos de los EEUU han liberado el acceso a los fondos de la República de Venezuela depositados en bancos norteamericanos para que sean usados por agentes tanto del Interinato como de la Asamblea Nacional del 2015 ambos controlados por los partidos de la falsa oposición.

Al tratarse de estructuras que no pueden operar territorialmente en Venezuela sino amparadas en el mundo virtual y oscuro de la Internet no hay forma que le rindan cuenta a nadie en Venezuela. Pero al actuar como una suerte de representantes soberanos de un gobierno extranjero tampoco están obligados a rendir cuentas de esos recursos a ninguna autoridad norteamericana. El resultado ha sido la más descarada y encarnizada rapiña de los activos de Venezuela en el exterior. 

Las peleas internas de la falsa oposición no han sido inspiradas en motivos doctrinales o ideológicos. Se trata de feroces luchas intestinas por el reparto de los cargos en las juntas directivas de empresas como Citgo y Monómeros, la asignación de contratos de servicios y asesorías (como los otorgados a Leopoldo López y miembros de su familia), y la contratación de costosos bufetes de abogados para lidiar con  diluvio de demandas y arbitrajes que debe enfrentar la nación venezolana en cortes internacionales. Estas asignaciones se han hecho en forma improvisada, con criterios parroquiales y basadas en intereses clientelares que sólo responden a los partidos de la falsa oposición.

Hace unos días el Procurador designado por la Asamblea del 2015 reportaba que la República de Venezuela enfrenta en este momento 139 juicios y 61 procesos de arbitraje en el exterior donde estarán en juego más de 40.000 millones de dólares. Con su llamado a los diputados de la falsa oposición el Procurador buscaba distraerlos un poco de sus luchas por el reparto del botín para que le aprobaran más recursos para contratar más bufetes que atiendan estos litigios porque los 44 millones de dólares pagados hasta ahora no han sido suficientes.

La forma como la Asamblea Nacional del 2015 y el Interinato de Guaidó han manejado los activos y las empresas nacionales en el exterior ha sido tan escandalosa que el propio Julio Borges por pura conveniencia se sintió obligado a lavarle la cara a la falsa oposición proponiendo transferir el control de esos activos a un fideicomiso administrado por el BID o el Banco Mundial. Esta podría ser una de las condiciones que estaría negociando la falsa oposición con el régimen chavista en su proceso de desmantelar el Interinato y la Asamblea Nacional para diciembre de 2022. Mientras los activos de Venezuela en el exterior sigan en un limbo jurídico indefinido bajo el control de la falsa oposición sus operadores continuarán dándole garrote a esa piñata sin rubor y sin piedad.- @humbertotweets

El 79 aniversario de El Nacional

            Celebramos el 79 aniversario del periódico El Nacional porque desde su fundación, el 3 de Agosto de 1943, ha sido una genuina expresión de la venezolanidad y los principios de la nación venezolana. Su fundador, Miguel Otero Silva, no fue un eunuco político. Por el contrario fue un extraordinario militante de causas e ideas políticas definidas y sin duda un hombre comprometido con su tiempo. El Nacional ha podido ser un amplificador de las ideas políticas de Otero Silva, sin sacrificar la calidad del producto editorial como ya lo había demostrado exitosamente con otros proyectos tales como El Morrocoy Azul y ¡Aquí Está!

            Sin embargo, Miguel Otero Silva tuvo la visión de construir un periódico inclusivo de la diversidad que conforma la nación venezolana, sin renunciar a sus causas e ideas políticas. ¿Cómo hacer un periódico que no sucumba ante las opiniones o intereses particulares de sus dueños pero aun así pueda participar libremente en el debate nacional con ideas propias? Sospecho que esta ha podido ser una de las preguntas que rondaba en la cabeza de Otero Silva en esa época y quizás la razón por la cual escogió para ese proyecto el nombre El Nacional y no otro.

            En la visión de su fundador, El Nacional debería tener la disciplina para no ser la expresión particular de sus dueños y la fortaleza para resistir las presiones de intereses políticos, económicos o de cualquier otra índole para influir en su línea editorial. Más que un falso equilibrismo o una pretendida neutralidad periodística que se limita tan sólo a narrar eventos sin contexto ni perspectiva la propuesta editorial de Miguel Otero Silva apuntaba a la búsqueda permanente de justicia como un valor que no se agota en un solo acto sino como un ejercicio constante que se repite a diario y cuya praxis no está exenta de errores.

            Por supuesto, el ejercicio de un periodismo con voz propia siempre pondrá a quienes lo practican en el centro del debate político para ser criticados o alabados según sea el caso. Este ha sido el caso de El Nacional que en sus 79 años nunca se ha ahorrado cuestionamientos o reconocimientos sobre eventos que le han dado forma a la nación venezolana y por esto ha sido severamente criticado por unos y lisonjeramente alabado por otros.

            El precio de practicar un periodismo con voz propia es el saboteo, la represalia y la represión por aquellos cuyos intereses se ven expuestos. En tiempos del General Marcos Pérez Jiménez El Nacional fue cerrado varias veces por difundir ideas contrarias a ese régimen político. Sin entrar a considerar los detalles de esos eventos se puede decir que El Nacional ni ningún otro periódico podía esconderse tras las sombras de una supuesta objetividad periodística cuando el momento nacional exigía por el contrario participar en el debate con ideas y enfoques propios. Y es que no habrá jamás mejor mecanismo de control ciudadano que una prensa libre opuesta por definición y sin cortapisas al poder político en cualquiera de sus formas.

            En los últimos años El Nacional ha sido el objeto de la furia chavista que lo quiere destruir a toda costa. En un proceso amañado y controlado por el corrupto poder judicial chavista Diosdado Cabello demandó a El Nacional y fue beneficiado con una sentencia donde le expropian la sede y la maquinaria al periódico. La causa parece ser la publicación de una información donde el operador chavista Leamsy Salazar implicaba a Cabello por presuntas conexiones con el narcotráfico y el conocido Cartel de Los Soles. Esta información fue difundida por otros medios venezolanos algunos de los cuales también fueron demandados. Pero solo a El Nacional le expropiaron sus instalaciones y equipos para tratar de paralizar la actividad del periódico.

            Esto no es casual y como casi todas las acciones que emprende el chavismo siempre buscan un propósito ulterior. El régimen chavista sabe que el robo de la sede y las rotativas de El Nacional no impedirán que este se siga difundiendo por otros medios. El Nacional seguirá existiendo mientras sus dueños sigan comprometidos en mantener vivo el legado de Miguel Otero Silva y eso ya es de por sí un empeño de entidad histórica que supera con creces los caprichos chavistas. Lo que pretende el chavismo es eliminar a El Nacional como parte del patrimonio cultural y político de Venezuela en su obsesión por destruir instituciones y valores que han conformado a la nación venezolana.

            Mi reconocimiento a los directivos y dueños de El Nacional por tratar de mantener intacta, todos los días, la línea editorial que trazó su fundador Miguel Otero Silva. Mi agradecimiento por permitirme escribir en sus páginas en los últimos años sin más limitaciones que mis convicciones e ideas que a veces están enfrentadas a la de sus editores.

            Finalmente, una sugerencia en la perspectiva de los próximos 80 años de El Nacional. Para este periódico no ha sido fácil sortear casi en forma simultánea desafíos tecnológicos, cambios en el mercado editorial y las presiones del régimen chavista. Todo esto combinado ha obligado a suspender la edición impresa de El Nacional aunque sigue saliendo en su versión digital.

Regresar a la versión impresa de El Nacional, aun en las circunstancias más difíciles, es en mi opinión la mejor forma de reivindicar la visión de su fundador Miguel Otero Silva quien sin duda habría preferido el papel a los electrones como parte de la experiencia material de hacer una nación. A la sensación incomparable de sostener y hojear el periódico con nuestras propias manos se podría agregar el profundo significado de hacerlo circular en toda Venezuela, aunque sea en forma clandestina, como arma cultural y política contra la barbarie chavista y por la preservación de los valores de la nación venezolana.- @humbertotweets 

lunes, 8 de agosto de 2022

¿Quién pagará por las primarias de la falsa oposición?

            En las democracias de partidos el financiamiento de las organizaciones políticas es un tema tabú sobre el cual poco a nada se habla porque pondría a la luz pública conexiones entre políticos e intereses moralmente objetables. En teoría las finanzas de los partidos deberían ser el producto de los aportes directos de sus militantes o de otras actividades que con tal propósito realice la organización. En la práctica los miembros del partido aportan cuotas insignificantes e insuficientes y la mayor cantidad de los recursos provienen de poderosos grupos económicos, banqueros, contratistas o simplemente del asalto a las arcas de cualquier instancia de gobierno que el partido esté controlando.

            En Venezuela no opera un Estado de partidos propiamente dicho sino un Estado chavista de partido único con unos socios minoritarios que legitiman, sostienen y justifican un régimen político que dicen combatir a cambio de pequeñas concesiones en privilegios o dinero. Aquí no hay diferencias entre el tesoro nacional, las finanzas del PSUV y los bolsillos de los operadores chavistas porque todos se mezclan y confunden indistintamente.

Un operador promedio, civil o militar, del chavismo puede tomar dineros y recursos del cargo que esté ejerciendo bien para financiar el clientelismo del PSUV o para su propio beneficio sin más limitaciones que el debido porcentaje al capo de la mafia a la cual pertenece. El ejercicio del poder de cualquier instancia del gobierno parece llevar implícita la inmunidad para saquear el tesoro nacional. Sabemos que el chavismo opera así. Pero ¿de dónde sacan recursos y dinero los partidos de la falsa oposición para financiar su proselitismo y sus respectivas clientelas?

            Al igual que el chavismo y el PSUV los partidos de la falsa oposición disponen de los llamados “activistas” (los que hacen el trabajo) y operadores (los que coordinan) todos los cuales reciben una contraprestación, en forma de dinero o prebendas, por hacer su “trabajo político”. El momento de mayor producción es la temporada electoral porque aumenta la actividad y la necesidad de contratar más efectivos. Esta actividad proselitista cuesta mucho dinero que solo se podría medir en dólares y no bolívares devaluados. Al chavismo le basta con meter la mano en las arcas de la nación, pero ¿y la falsa oposición?

            Quienes se han atrevido a preguntar de dónde sacará dinero la falsa oposición para pagar por sus elecciones primarias solo han recibido el silencio como respuesta y reproche a la impertinencia. Independientemente de que le entreguen la organización y la logística al CNE chavista o lo hagan por su cuenta estaríamos hablando de unos cuantos millones de dólares. ¿Quién pagara por eso?

            Se podría especular que los recursos vendrían de los países que aún apoyan a la falsa oposición, opción improbable por las limitaciones legales que tendrían que enfrentar esos gobiernos para una operación de esta naturaleza. Algunas organizaciones internacionales como la OEA también podrían pagar por la faena aunque su papel hasta ahora se ha limitado a mantener becados a algunos operadores de la falsa oposición y muy difícilmente vaya más allá.

Por supuesto, hay quienes con orgullo militante aseguran que las primarias de la falsa oposición podrían ser pagadas con recursos provenientes de los activos que tiene Venezuela en el exterior y que el grupo de Juan Guaidó maneja y dispone a su antojo (CITGO, Monómeros, etc.).  Quienes proponen esto no reparan en que precisamente el Interinato de Guaidó existe no a pesar del chavismo sino porque conviene al régimen. El Estado chavista no pondría trabas para traer esos dineros a Venezuela porque a fin de cuentas se trata de financiar las primarias y la campaña de los partidos que buscan legitimar ese régimen político.

De una u otra forma la factura por el costo de las primarias de la falsa oposición será pagada por el principal beneficiario del evento: El propio régimen chavista. A nadie más que al Estado chavista conviene que la falsa oposición realice unas primarias “democráticas” y luego con un candidato conveniente al régimen participe “democráticamente” en las elecciones de 2024 donde se reconocería el triunfo “democrático” de Nicolás Maduro y se legitimaria a la manera chavista, una vez más, a la Constitución de 1999 y su régimen político. Sin duda el chavismo tiene poderosas razones para celebrar la fiesta electoral de la falsa oposición y pagar por ella.

Las transferencias de grandes masas de dinero es lo que le permite al Estado chavista regular la actividad y controlar la agenda de la falsa oposición. Esto lo veremos con mayor claridad en las próximas semanas cuando los precandidatos falso opositores con discurso beligerante pero estrictamente amarrado a la retórica de la Constitución de 1999 serán quienes tendrán más recursos y cobrarán más notoriedad.

La intervención o no del CNE chavista en las primarias de la falsa oposición es un asunto de segunda importancia. Lo que le importa al régimen es que la falsa oposición escoja un candidato en un laureado evento electoral para ser parte del fraude de 2024, cuando, desde ya podemos anticipar, el candidato de la MUD podrá protestar pero finalmente como han hecho todos los anteriores reconocerá los resultados. El show burdo y electorero de las primarias de la falsa oposición cuesta mucho dinero y solo el chavismo dispone de los recursos para pagar por ello.- @humbertotweets 

jueves, 4 de agosto de 2022

El chavismo opera como crimen organizado, no como Estado

            Políticos y analistas muchas veces se enredan tratando de caracterizar o explicar la naturaleza del régimen chavista. Más allá de las etiquetas más comunes usadas para identificar al Estado chavista basta con examinar su morfología y su praxis para entender que no estamos frente a un régimen populista, socialista, fascista o militarista aunque en su desarrollo combine elementos de estas y otras formulaciones políticas. El régimen chavista opera como un ecosistema criminal donde interactúan mafias, grupos y pandillas de la más variada índole articulados como un Estado aceptado por la mayoría de los países por su supuesta legalidad aunque sus orígenes sean bastardos.

La caracterización de criminal adjudicada al régimen chavista no es gratuita. Es la constatación de acciones que van en contra del bien común de la sociedad y en contra de la nación venezolana pero que son ejecutadas por estos grupos gansteriles disfrazados de autoridad pública. Cualquier modelo político sea socialista o fascista (menos el anarquismo) busca la replicación del Estado y la integridad de su territorio, menos el chavismo que como ya hemos explicado no es un modelo político sino más bien criminal.

Solo la naturaleza criminal del Estado chavista podría explicar las acciones que se emprenden desde sus gobiernos para destruir la moneda, entregarle el control de las calles a las megabandas, y hasta desmembrar materialmente el territorio para cederlo a grupos guerrilleros, corporaciones transnacionales o potencias extranjeras. Abundan las evidencias sobre el carácter criminal y no político del régimen chavista.

El saqueo y desmantelamiento de PDVSA, que antes de Hugo Chávez era una empresa pilar del antiguo Estado nacional, se perpetró deliberadamente para financiar la corrupción de los primeros años del chavismo. Los dineros de la primera empresa petrolera nacional fueron robados para engordar los bolsillos de chavistas corruptos y pagar a la clientela chavista por su labor proselitista. El resultado es una empresa inoperante e inútil para servirle a la Nación.

El caso del Arco Minero refleja la asociación directa de mafias militares locales con grupos guerrilleros y narcotraficantes que están extrayendo oro y otras piedras preciosas que van directo a los mercados negros internacionales y no al tesoro nacional.

La única forma de asegurarse la fidelidad perruna de las bandas que operan dentro de las fuerzas armadas chavistas es reconocerles territorios y permitirles todo tipo de actividad criminal para su beneficio. La corrupción es un cáncer que se reproduce sin cesar dentro del cuerpo militar como una condición normal para poder operar. Las rebeliones militares que pudieran ocurrir no buscarán cambiar la estructura del régimen político sino más bien a los jerarcas de su gobierno para quitar unos y poner otros.

El Estado chavista como complejo ecosistema criminal carece de políticas para preservar al propio Estado y menos aún a la nación venezolana. En lugar de políticas de Estado el régimen chavista ejecuta acciones improvisadas y espasmódicas para sobrevivir día a día. La política se reduce al empeño obstinado en aferrarse al poder por la fuerza militar para seguir robando y saqueando, aunque esto sea al precio de sacrificar la sociedad, los recursos y el territorio donde opera tal Estado.

Precisamente para seguir en el poder al precio que sea el chavismo ha buscado alianzas contrarias a los intereses de la nación venezolana. Por ejemplo, desde tiempos de Hugo Chávez el régimen chavista emprendió alianzas con grupos narcotraficantes y guerrilleros colombianos a quienes prácticamente les entregó el control de la frontera venezolana. Aun hoy productores agropecuarios del Zulia, Táchira y Apure reportan que grupos guerrilleros operan libremente en las narices de las fuerzas armadas y hasta bajo protección de estas.

Tratando de ponerse a la sombra de potencias que puedan eventualmente ayudarle el chavismo se ha entregado a los gobiernos de Cuba, China, Rusia e Irán.

A Irán se le acaban de ceder un millón de hectáreas para cultivos desconocidos. Poco importa que la cesión de territorio nacional esté prohibida por la propia Constitución chavista. Ya Nicolás Maduro firmó los acuerdos y estamos frente a un hecho amparado por la pseudo legalidad del Estado Chavista.

El régimen chavista se presenta como un Estado socialista con validación electoral, poderes públicos y fuerzas armadas. Pero no podemos llamarnos a engaño ni alentar la confusión. El Estado chavista no es un Estado en el sentido político. Resulta más preciso caracterizarlo como un ecosistema de mafias y bandas que interactúan entre sí con claros fines criminales. Esto debería estar muy claro para los venezolanos y más aún para aquellos que aún no terminan de entender que con criminales no se negocia, se les combate.- @humbertotweets

lunes, 1 de agosto de 2022

El chavismo escogerá al candidato de la falsa oposición

            Esta película ya la hemos visto. Varias veces. Y termina mal. Mal para los venezolanos atrapados en el fuego cruzado del régimen chavista y su falsa oposición. La historia termina bien para quienes ya tienen dos décadas ejerciendo el colaboracionismo más decidido y militante con una mera apariencia de “oposición”.

          Esta historia intenta embaucar a los venezolanos, una vez más, con la promesa de que si es posible derrotar al chavismo por la vía electoral. Poco importa la evidencia monumental de todos los fraudes electorales orquestados en el pasado por las instituciones del Estado chavista. Nada se dice sobre la capacidad operativa que tienen los poderes chavistas (judicial y militar) para articularse y desconocer legalmente cualquier situación que le sea desfavorable tal como ya ocurrió con la elección de la  Asamblea Nacional del 2015.

          Frente a las objeciones y las dudas siempre saltará algún elemento de la falsa oposición argumentando lo mismo de siempre. “Cada vez que vamos unidos le ganamos al chavismo”. Este argumento se refuerza con los gobernadores, diputados, alcaldes y concejales que el régimen chavista “democráticamente” le ha adjudicado a la falsa oposición. Con esto, dicen muy orgullosos, no solo al chavismo se le pueden ganar elecciones sino que además cuando pierden lo reconocen sin protestar, como ocurrió con las gobernaciones de Barinas, Nueva Esparta y Zulia.

          Con esta suerte de trucos se pretende propagar la ilusión del voto como arma efectiva para sacar al chavismo del poder aunque al mismo tiempo se sugiere que si no ha funcionado hasta ahora es por culpa de los venezolanos que no se han unido en torno a un solo candidato opositor o han caído en el desencanto de la abstención. Esta ilusión no es para impresionar a los magos que ya llevan veinte años ejecutando el mismo acto de prestidigitación. Ellos ya saben cómo termina el acto y su función es mantener a la audiencia entretenida hasta el final cuando se saque a Nicolás Maduro del sombrero del mago.

          Esto solo quiere decir que los operadores de la falsa oposición saben perfectamente que no es posible ganarle al chavismo por vías electorales. A lo más que puede aspirar la dirección política de la MUD es a ser tolerada en su indigno papel cohabitador y legitimador del régimen. La decisión de aparearse institucional y orgánicamente con el régimen chavista es lo que lleva a la falsa oposición a las negociaciones de México y de allí a participar, sin condiciones, en otras elecciones fraudulentas a sabiendas de que no hay la menor posibilidad de disputarle el poder al chavismo por esa vía.

          Pero, llevar a la gente a votar bajo engaño es no solo el precio que tienen que pagarle al régimen chavista para legitimar su sistema político y electoral. La falsa oposición necesita con urgencia justificarse ante sus financistas, ante gobiernos y organizaciones que ayudan con recursos a pagar las nóminas de sus clientelas para demostrar que de verdad representa lo que dice representar. Y eso solo se logra arrastrando gente a votar con las mismas promesas recicladas en los últimos veinte años.

          El falso debate de si las primarias son organizadas o no por el CNE chavista no es más que un espectáculo barato para entretener a la galería. Esto lo que busca es ponerle condimento a una sopa aguada y sin sal. En realidad, muy poco importa si las primarias de la falsa oposición las organiza o no el CNE chavista cuando el régimen dispone de múltiples maneras para escoger en forma directa al candidato de la falsa oposición.

          Como ya ha ocurrido en el pasado, el régimen chavista deja que los precandidatos falso opositores recorran el país haciendo campaña para “calentar la calle” y tratar de entusiasmar a gente desganada y desilusionada que se niega a votar. En unos meses el régimen activará las inhabilitaciones para hacer una primera preselección de candidatos de la falsa oposición. Unos meses más tarde otros candidatos se retiraran de la contienda porque se les acabó el dinero y no pueden seguirles el trote a los candidatos cuyas campañas millonarias (¡en dólares!) son financiadas directamente por el chavismo.

          Es probable que la falsa oposición se decida por usar en forma limitada la asesoría del CNE chavista así esto signifique alienar la participación de María Corina Machado en la contienda primaria cuya presencia, sin duda, le daría más credibilidad a la maroma. O quizás prefieran complacer a MCM (primarias sin CNE chavista) a sabiendas de que, aunque animaría a algunos a votar, no cambiaría el resultado final.

Y no lo cambiaría porque a la final el candidato de la falsa oposición que salga de esas primarias será aquel que: a) No esté vetado por el cogollo del G4; b) Pase los filtros de las inhabilitaciones (no estar vetado por el régimen); y c) Reciba el financiamiento del Estado chavista para pagar por su campaña (¿Y entonces de donde sale el dinero?). Al día de hoy hay solo uno que parece sortear con habilidad todos los obstáculos: El gobernador del Estado Zulia, Manuel Rosales Guerrero.- @humbertotweets