martes, 27 de febrero de 2024

La conspiración sin brazaletes

            En el Estado chavista las Fuerzas Armadas son un componente esencial porque es la base que soporta todo el régimen. El chavismo puede prescindir de operadores, clientelas y hasta de elecciones. Lo único que no se le puede quitar al régimen chavista es el apoyo en las estructuras militares porque sin él ese frágil castillo de naipes se caería en segundos. En la Venezuela del momento son las armas de fuego las que deciden el poder político, no los votos ni la popularidad. Y mientras el chavismo mantenga confiscadas las armas de la república para su propio beneficio será prácticamente imposible esperar un cambio real por vía de negociaciones o de elecciones.

            La denominación de Fuerzas Armadas a la organización militar en la que se apoya el poder político del chavismo induce a pensar en una organización homogénea y perfectamente disciplinada como lo serían otras instituciones militares en el mundo. Pero no es el caso de esta organización militar que ha tenido que degradarse y desprofesionalizarse para así poder asegurarse la fidelidad de sus miembros.

            Quienes se incorporan a las Fuerzas Armadas chavistas como cadetes aprenden muy temprano que no son los méritos ni las destrezas en las artes militares las que determinan su ascenso en la pirámide militar sino su grado de lealtad con la falsa revolución e incondicionalidad con sus superiores, aunque esto signifique violar la Constitución a la que prestaron su juramento. Hay medallas de honor, bonos e incentivos para aquellos oficiales que además se destacan por ser los más sanguinarios en el linchamiento físico de adversarios del régimen y quienes se prestan para delatar a sus colegas por supuestos planes conspirativos.

            Pero esta Fuerza Armada que ha sido confeccionada por Vladimir Padrino López como una caja negra que luce sólida y blindada en su exterior oculta la diversidad de grupos que operan en su interior y que están en una biocenosis permanente para ganar más poder y llegar a lo más alto de la estructura. Algunos grupos, los menos, están inspirados por una orientación política e ideológica que propone un regreso al profesionalismo y la institucionalidad. Otros grupos, los más, se han organizado en torno a liderazgos de generales y comandantes con aspiraciones mucho más pragmáticas de hacer lo que sea necesario para ascender lo más rápido y ganar más en sus actuales áreas de influencia (fronteras, aduanas, criptomonedas, Arco Minero, etc).

            Aunque se le pretenda mantener en una burbuja las Fuerza Armada chavista no es inmune a la crisis económica y social que afecta a toda Venezuela y que ha sido causada precisamente por el régimen político que los militares chavistas defienden. La quiebra de Venezuela también se refleja en esa organización militar. La escasez de recursos a su vez impone una escasez de posiciones para ascender, salarios apropiados, comida, municiones, equipos, etc.

            Estas limitaciones han fomentado una serie de anomalías en esas Fuerzas Armadas donde se ha democratizado la corrupción. Como no es materialmente posible satisfacer las aspiraciones de la mayoría de los oficiales para enchufarse en puestos que manejen recursos discrecionalmente el alto mando militar ha promovido una política de “emprendimiento” según la cual cualquier oficial puede desarrollar su propia empresa. Ante la ausencia de definiciones legales más precisas esta política ha sido interpretada como una orden para cobrar comisión desde cualquier posición que así lo permita en forma masiva y sistemática para así completar su salario. Para los oficiales y miembros de la tropa profesional que no tienen acceso a estas oportunidades sólo quedan emprendimientos menores como el hurto de armas, municiones y cualquier objeto de valor que pueda ser sacado de los cuarteles y vendido en el mercado negro.

            La macolla que dirige al régimen chavista (Maduro, Padrino y hermanos Rodríguez) conocen muy bien la naturaleza mercenaria de los grupos que operan dentro sus Fuerzas Amadas porque son ellos mismos quienes la han degradado a tal condición. Ellos saben que la fidelidad que han comprado con prebendas y han asegurado mediante la vigilancia permanente de los servicios secretos cubanos es más una postura pragmática de grupos y operadores que en cualquier momento y por las mismas razones podrían cambiar de bando y hasta de jefe. Y esto si sería un problema real para la macolla del régimen chavista, no las elecciones.

            Lo que nunca se puede dejar fuera del análisis es la caracterización y la morfología de las Fuerzas Armadas chavistas porque ellas son al mismo tiempo la fuerza y la debilidad del régimen. Es en ese espacio donde comienza y termina todo. Las luchas intestinas por espacios de poder dentro de las FANB chavistas, sus desarrollos y resultados es lo que definirá el destino del régimen chavista. Esto explica algunas cosas que la tradicional cábala política no ha podido resolver. ¿Por qué continúa Padrino López al frente del Ministerio de Defensa? ¿Por qué Nicolás Maduro no asiste a desfiles militares?

            Pero además el peso del factor militar sobre el factor político-partidista es lo que permite entender las últimas y aparentemente improvisadas acciones del régimen chavista que los más desprevenidos han calificado como “miedo y desesperación”. La desaparición forzosa de Rocío San Miguel y de los dirigentes de Vente Venezuela; la expulsión de Venezuela del Alto Comisionado para los derechos humanos y su personal; y más recientemente la implicación directa o indirecta del régimen chavista en el secuestro del Teniente Ronald Ojeda en Chile podrían parecer actos desesperados para supuestamente desmoralizar a la población y desmotivar el voto en las venideras elecciones.

            Si somos consecuentes con el criterio que es lo militar lo que está determinando en este momento la coyuntura política en Venezuela entonces tendremos que admitir que ver en estas acciones del chavismo signos de miedo, desesperación e improvisación no es más que una apariencia falaz. Por el contrario, vemos algo distinto. En el régimen chavista vemos un patrón de conducta sistemático que usa las negociaciones con la falsa oposición para ganar tiempo, orquesta una farsa electoral para darle una justificación de legitimidad a sus militares, y ejecuta acciones audaces para enviar claros mensajes de terror e intimidación a sus oficiales activos y así desalentar movimientos conspirativos, que seguro los hay.

            El mensaje que la macolla del régimen envía no es para la totalidad de los venezolanos cuya mayoría está vacunada y espera poco o nada del régimen chavista. Más bien el mensaje tiene una audiencia mucho más selecta que es el universo militar con sus comandantes y tropa donde efectivamente existen las condiciones materiales para una o varias conspiraciones. La advertencia es muy clara. Este es un régimen que se restea con los suyos al precio que sea (liberación de Saab). Aquí no hay intocables (Casos Pérez, Albán, Baduel, Lanz, El Aissami, San Miguel…¿Machado?). El brazo armado del Estado chavista es largo y puede cruzar fronteras (Casos Caldera, Ojeda y otros).

            Pero ¿por qué pagar un alto precio en términos de vidas humanas y de reputación por una campaña intimidatoria de este calibre? Dos razones. Primero porque el control férreo de las Fuerzas Armadas vale y lo justifica todo para el régimen chavista.  De lo que allí pase, y no de otra cosa, depende su supervivencia.

            Segundo, porque la lucha por el poder interno y repartos de botín entre grupos que operan dentro de las FANB chavistas las ha fragmentado y las ha atomizado al punto que en la diversidad de facciones no es fácil saber quién es quién. En la superficie todos aparentemente juran lealtad al Estado chavista y a Nicolás Maduro, pero solo un experimentado militar como Padrino López podría calibrar el desprecio de esos militares por su Comandante en Jefe al punto de recomendarle no presentarse en ningún acto público militar.

            El clima de “todos son sospechosos” que ha propagado el G2 cubano para vigilar y controlar a los militares venezolanos ha traído consigo otra aterradora certeza: Cualquiera es capaz de cualquier cosa en cualquier momento. Y es esto lo que quizás ha llevado al régimen chavista a desplegar un plan que consiste en disparar hacia todos lados con la esperanza que algunos de esos disparos tengan un efecto disuasivo. Pero este seguirá siendo un problema recurrente para el chavismo y es el precio que tiene que pagar por haber transformado la institución militar en un conglomerado de grupos cuyas alianzas y lealtades dependen más de negocios y afinidades personales que de otra cosa.

            Las condiciones materiales para una o varias conspiraciones dentro de las FANB chavistas están dadas. Hay grupos, medios y ganas. Para tener éxito esta tendrá que ser diferente a todas las anteriores en su ejecución. Como siempre, los movimientos decisivos estarán en manos de quienes comandan tropa y su habilidad para articularse en muy corto tiempo. En esa dinámica el CEOFANB y sus generales tienen un valor ornamental. Pero esto no es ningún secreto, lo sabe cualquiera e incluso ellos. Lo difícil para la macolla del régimen, a pesar del espionaje del G2 cubano y las campañas intimidatorias de terror psicológico, es saber quién es quién en un universo donde todos se parecen y probablemente los verdaderos conspiradores no portarán brazalete de ningún color.- @humbertotweets

jueves, 22 de febrero de 2024

El tema militar sigue siendo el talón de Aquiles del chavismo

            La fuente de poder político real del Estado chavista no reside en la participación electoral, aunque esta se presente como un factor legitimador. Los venezolanos han sido convocados a participar en las farsas electorales chavistas muchas veces en estos 25 años sin que esto haya alterado en lo más mínimo la estructura básica de poder.

            Y si no es en la soberanía popular expresada electoralmente ¿de dónde emana el poder político real que sostiene al Estado chavista? En un país como Venezuela, donde desde hace mucho tiempo las instituciones del Estado nacional venezolano desaparecieron, el poder político real reside en quien porta las armas y con ellas ejerce el monopolio de la violencia en contra de una población civil desarmada que por su propia condición y aunque se defina en contra de ese régimen no tiene forma de defenderse y menos aún de corregir institucionalmente el desbalance.

Por eso la última de las preocupaciones que podría tener el chavismo son las elecciones. Hay otras situaciones que sí provocan angustia y preocupación. Y es que siendo el componente militar decisivo en el sostenimiento del régimen las fuerzas armadas chavistas se han convertido en un complejo ecosistema donde opera constantemente una biocenosis en la que unos factores están en guerra a muerte contra otros. Con lealtades y agendas que se entrecruzan cada vez es más difícil determinar quién está con quien en una madeja donde todos se autodefinen como chavistas y bolivarianos.

            En el mundillo de analistas, opinadores y operadores políticos casi siempre se cae con facilidad en la tentación de ver las maniobras y los montajes del chavismo como signos inequívocos de torpeza, miedo y desesperación. Por ejemplo, es cierto que la trama poética de la llamada “conspiración del brazalete blanco” está plagada de contradicciones e incoherencias que en algunos casos llegan al ridículo. Con declaraciones de testigos estrella y mapas del siglo pasado el Fiscal Tarek William Saab ha intentado justificar una conspiración donde los supuestos conspiradores no se conocen entre sí, carecen de la logística para actuar y varios han dejado de ser parte de la Fuerza Armada desde hace varios años.

            Mientras algunos saltan a celebrar la torpeza de William Saab otros nos preguntamos si esta torpeza aparente no es algo por diseño o parte de un plan que se desconoce públicamente, al menos hasta ahora.

            Es evidente que los militares y civiles acusados de ser parte de esta supuesta conspiración no tienen la capacidad operativa para ejecutar una acción como la que se les atribuye. Desde este punto de vista es muy difícil defender la tesis que ellos sean una amenaza real para el régimen o para la integridad física de Nicolás Maduro. Pero tampoco representaban una amenaza los oficiales que fueron secuestrados en países como Ecuador y Colombia para aparecer milagrosamente en Caracas. Siendo el último de estos casos el del Teniente Ronald Ojeda Moreno quien fue secuestrado en Chile y cuyo paradero hoy se desconoce. Entonces ¿Qué podría justificar esas acciones temerarias?

            Lo que observamos aquí es que mientras el chavismo maniobra con una mano la ilusión electoral, con la otra al mismo tiempo endurece su campaña de miedo y terror dentro de sus propias fuerzas armadas que es el único sitio del cual podrían llegar malas noticias. Con estas acciones audaces y aparentemente torpes el chavismo le envía mensajes, claros y directos, a sus oficiales que a la hora de defender el régimen criminal no hay ni habrá límites para perseguir, torturar y asesinar.

            Montajes burdos como el del “brazalete blanco” solo sirven para justificar cacerías de brujas y el clima de sospecha bajo el cual viven todos los oficiales de las FANB chavistas. Unas Fuerzas Armadas donde todos desconfían de todos es un ambiente ideal para mantener el control y prevenir potenciales insurrecciones que se podrían estar fermentando. Los secuestros de militares fuera de territorio venezolano perpetrados por agentes del régimen venezolano o por encargo a mafias locales es otra forma de mostrar que tan lejos puede llegar el brazo armado del chavismo para infundir terror y desalentar conspiraciones reales.

            Es el tema militar lo único que perturba a los operadores del chavismo y donde vemos que ellos están dispuestos a invertir una cantidad considerable de recursos y energías. No es para menos, porque es en el estamento militar donde precisamente todo comenzó y el mismo punto donde todo parece que va a terminar para completar un inevitable ciclo dialéctico.- @humbertotweets 

¿Qué tienen para negociar María Corina y la oposición con el chavismo?

            Desde 1999 la oposición venezolana se ha embarcado en numerosas rondas de negociaciones con el gobierno chavista que a la fecha de hoy hemos periodo la cuenta. Con diferentes matices y énfasis estas negociaciones generalmente han girado en torno a lograr garantías y condiciones transparentes para unas elecciones por parte de la oposición y el reconocimiento absoluto de su régimen político por parte del chavismo.

Al principio esa oposición tenía más apoyo popular (¡aún no habían emigrado 10 millones de venezolanos!) y presencia institucional suficiente para incentivar al chavismo a hacer algunas concesiones a cambio de reducir la conflictividad social. En otras palabras, si el chavismo quería gobernar con cierta paz social tendría que dar algo a cambio.

Para el chavismo se trataba de hacer alguna concesión pero sin comprometer en lo más mínimo la estabilidad de su régimen. De esos procesos se derivaron eventos tales como la incorporación de rectores electorales propuestos por la oposición y hasta el reconocimiento de la victoria de algunos candidatos opositores en los estados. Pero Siempre que esas concesiones planteaban un riesgo serio al chavismo de inmediato fueron neutralizadas por mecanismos legales tales como la anulación en la práctica de la operatividad de la Asamblea Nacional del 2015.

Con el tiempo la oposición perdió totalmente presencia institucional y su apoyo en la calle ha mermado por diferentes razones, una de ellas es que hoy hay menos gente en Venezuela. Mientras tanto el chavismo ha aumentado y consolidado su control sobre el aparato estatal. En teoría el descontento es tal en Venezuela que la oposición con cualquier candidato tendría los votos suficientes para derrotar a Nicolás Maduro.

Pero eso es tan solo en la teoría, porque en la práctica la ausencia de mecanismos institucionales no garantiza que la opinión mayoritaria de los electores será tomada en cuenta.

En estas condiciones precarias y desbalanceadas la oposición y el chavismo siguen negociando pero el objeto real de la negociación es incierto. En realidad mientras el chavismo tiene en sus manos todos los mecanismos para hacer las elecciones en sus propios términos prescindiendo de la oposición está por su parte no puede poner en la mesa nada que tenga valor para el chavismo.

La oposición y su candidata María Corina Machado pueden invocar el descontento mayoritario que hay en Venezuela contra el chavismo como un factor de fortaleza para sentarse a negociar. Pero mientras no exista un mecanismo institucional para valorar esa correlación de fuerzas toda negociación y sus desarrollos dependerán enteramente del chavismo.

Alguien podría atajarnos y preguntarnos en tono acusador ¿y la comunidad internacional? Bueno, esa “comunidad” como tal es inexistente. Lo que hay son Estados que en base a sus intereses definen el tipo de relaciones que quieren tener con el chavismo. Algunas presiones tímidas y aisladas desde el exterior jamás serán un incentivo suficiente para que el chavismo le haga alguna concesión significativa a la oposición.

Las negociaciones entre la oposición y el chavismo, tal como están planteadas, en muy poco o nada cambiaran es statu quo de la política venezolana.- @humbertotweets

lunes, 19 de febrero de 2024

¿Quién le pone límites al Estado chavista?

            Hace muchos años cuando se comenzaba a ver por dónde venía el chavismo en su empeño de acabar con Venezuela Orlando Urdaneta acuñó una frase que se hizo muy popular “No vale, yo no creo…”. La expresión aludía al escepticismo y la incredulidad ante las tempranas advertencias y señales que revelaban la intención de Hugo Chávez de instalar un régimen tiránico en Venezuela.

            Todo arrancó con la inconstitucional Constitución chavista de 1999, pasando por penetración política e ideológica de las Fuerzas Armadas hasta llegar al desmontaje definitivo de todas las instituciones del Estado nacional venezolano para sustituirlas por estructuras al servicio del chavismo. El objetivo parecía tan ambicioso y audaz que la reacción nunca superó la etapa de la incredulidad y quedó anclada históricamente en aquel “No Vale, yo no creo”.

            Eran los tiempos en que aquella falsa oposición aseguraba muy oronda que Chávez jamás llegaría a 3 años. No solo pasaron 5 años, sino 10, 15 y hemos llegado a 25 de tiranía chavista. La falsa oposición no solo cometió el error capital de no caracterizar correctamente al régimen chavista como un Estado al servicio del crimen sino que además le subestimó en sus capacidades para usar la violencia contra la población civil desarmada y justificarla con su propia pseudo legalidad.

            Estos dos errores siguen marcando la pauta de la falsa oposición. Por ello esta oposición instrumental siempre ha seguido prisionera de las elecciones y las negociaciones con el chavismo. Pareciera que les anima la vana esperanza de buscar un cambio, una transición la llaman ellos, dentro del rígido marco de la legalidad chavista.

            El chavismo por su parte no amenaza sino que ejecuta. El régimen chavista responde con farsas electorales, con trampas, con inhabilitación de candidatos, etc. Pero a esto hay que agregar que el régimen chavista también usa las armas de la república para perseguir, torturar y linchar a la población civil. Estas acciones, que serían escandalosas en cualquier otro país o a la luz del derecho internacional, son presentadas como parte de la normalidad en Venezuela.

En otras palabras, la postración, entrega y colaboracionismo de la falsa oposición nos ha arrastrado a una situación donde hay que aceptar lo aberrante como normal. Esto se resume en las tesis hoy defendidas por la falsa oposición y su candidata María Corina Machado quienes, sabedores de la ausencia total de garantías y condiciones políticas, insisten en participar en la farsa electoral del chavismo. Ellos están conscientes de que el chavismo tiene la intención y la capacidad para intervenir en cada fase del proceso electoral para alterar su resultado, pero nada de eso los lleva a abandonar su obstinada vía electoral.

La falsa oposición y su candidata no parecen tener ningún plan, ni A ni B, para enfrentar con éxito al chavismo. Cuando se les critica por este irresponsable ejercicio de cinismo, al llamar a votar sin condiciones ni garantías políticas, los operadores de la falsa oposición responden con sus consabidos slogans para vender jabones “llegaremos hasta el final” y “Nadie nos sacará de la vía electoral”.  Estas frases han sido usadas y abusadas miles de veces que ya hoy solo quedan como un cliché vacío de contenido y significado. ¿Por qué? porque no tienen ninguna conexión con la realidad y tampoco sintetizan un mensaje político que lleve a articularse en forma orgánica para confrontar y derrotar al chavismo.

Muy por el contrario, y muy a pesar de la intención de sus creadores, proclamar “nadie nos sacará de la vía electoral” suena como a una fatídica invitación para ir en formación resignada a morir al matadero. La única forma de interpretar este absurdo slogan es: Sabemos que nos van a hacer trampa, sabemos que nos van a torturar y asesinar, pero no importa lo que haga el chavismo porque somos demócratas y pase lo que pase iremos a votar. ¿Cuál es el sentido estratégico de este suicidio colectivo que algunos llaman “operación política”?

Las dudas y las debilidades de la salida electoral no las planteo yo en este artículo sino que ya han sido planteadas y debatidas por millones de venezolanos que por la ausencia de opciones viables para salir del chavismo optaron por abandonar el país.

Ante la realidad que se nos presenta la falsa oposición carece de la fuerza moral y política para persuadir a los venezolanos sobre las bondades de la vía electoral. Sin embargo, los operadores de la falsa oposición no se rinden en su empeño por justificar al régimen chavista y con voz débil insinúan que el chavismo no puede violar los Acuerdos de Barbados y su propia Constitución de 1999 al mismo tiempo. Parecen no darse cuenta que esos Acuerdos y esa Constitución han sido ultrajados a rabiar una y otra vez.

Frente a esto los operadores de la falsa oposición se limpian un poco el barro de la cara y ripostan “es que la comunidad internacional, los Estados Unidos y Europa obligaran al régimen chavista a permitir la habilitación de María Corina Machado”. Bueno, uno de esos factores internacionales, los Estados Unidos, ha dado visibles muestras de no querer alterar el statu quo en Venezuela. Joe Biden celebró el intercambio de ciudadanos norteamericanos detenidos en Venezuela por Alex Saab como un “avance democrático” del chavismo. En el caso puntual del secuestro de Rocío San Miguel un vocero del Departamento de Estado condenó la detención “aparentemente arbitraria” de San Miguel. ¿“Aparentemente arbitraria” cuando fue acusada de traición a la patria sin expediente, incomunicada y además se le negó el acceso a sus abogados?

            Vuelven con más fuerza aquellos ecos de “no vale, yo no creo”. Esto es, yo no creo que el chavismo va a violar los acuerdos de Barbados y su propia legalidad. O yo no creo que el chavismo va a cruzar la línea roja para enfrentarse a los Estados Unidos y la Comunidad Europea porque regresarían las sanciones (¡si, aquellas mismas inútiles sanciones!). Otros para darse ánimo aseguran que así como el chavismo no se atrevió a apresar a Juan Guaidó menos se atrevería a hacerlo con María Corina Machado. Si el chavismo no detuvo a Guaidó mientras estuvo en Venezuela es porque dejarlo actuar convenía a sus intereses. Esto quiere decir que María Corina debería pensar, con juicio y prudencia, salirse de la burbuja en la que está metida y le hace creer que ella goza de una especial inmunidad por lo que el régimen chavista no atentaría contra su integridad como lo ha hecho con otros.

            En lugar de verse en el espejo de Guaidó María Corina Machado debería verse reflejada en casos emblemáticos para el régimen chavista tales como los de Raúl Isaías Baduel y Tareck El Aissami, ambos detenidos en la más absoluta opacidad sin importar las repercusiones. Y otros como el del General Miguel Rodríguez Torres quien corrió con mejor suerte. Lo que no se puede perder de vista es que a la hora de sostener el ecosistema criminal  chavista no hay intocables.

            Escribir esto no es tremendismo. Es simplemente la progresión lógica del plan que anunció el Fiscal Tareck William Saab en enero de este año el cual se ha venido cumpliendo en forma sistemática. Todo apunta a fabricar una serie de conexiones, todas falsas y artificiales, para justificar la absurda tesis según la cual María Corina Machado sería la autora intelectual de la supuesta conspiración del brazalete blanco. Ya existe una declaración pública del oficial militar Angelo Heredia que la incrimina en forma directa. A esto habría que sumar una o dos declaraciones más, un testigo estrella y unas capturas de pantalla. Con esto en la mano el Fiscal del régimen Tareck Wiliam Saab podría anunciar en cualquier momento la arbitraria detención de María Corina Machado por traición a la patria.

            ¿Qué podría impedir este dramático desenlace? Solo el cálculo del propio régimen al valorar si una jugada de este calibre le sirve o no para una variedad de propósitos. Desde quitarse todas las sanciones, aunque no hayan funcionado, hasta inhabilitar la recompensa que se ofrece por las cabezas de los capos del régimen. Con una ficha de canje de esta valía solo el cielo es el límite. Este no es un asunto de miedo versus coraje o de cobardía contra valentía. El régimen chavista tiene la capacidad y los medios para ejecutar sus amenazas por lo que ya es hora de dejar de subestimarlo.

            En su propio tablero y en el mundo de la diplomacia el chavismo está a sus anchas y no tiene límites, ni siquiera su propia legalidad o el llamado derecho internacional. Dentro de ese marco poco o nada se podrá lograr. Fuera de ello están los límites que impone la propia realidad de un país que se cae a pedazos donde el botín del tesoro nacional cada día alcanza menos para satisfacer la voracidad de las atorrantes clientelas civiles y militares chavistas. También están los límites que imponen la geopolítica, la dialéctica de imperios y las consecuencias bélicas de decisiones imprudentes.

            El reto para la sociedad venezolana es cómo organizarse al margen de las fracasadas tesis electoreras de la falsa oposición para articular una verdadera política de confrontación que saque ventaja de las realidades que el chavismo no podrá evadir.- @humbertotweets

jueves, 15 de febrero de 2024

Por las malas hasta el final

            La reciente detención arbitraria de la experta en temas militares Rocío San Miguel replantea una vez más el debate sobre la naturaleza del régimen chavista. ¿Es este un mal gobierno del cual se puede salir con negociaciones y elecciones? ¿O acaso estamos frente a algo más siniestro y tenebroso que actúa como una organización criminal pero que para todos los efectos se hace llamar “Estado”?

            Para contextualizar el tema hay que decir que Rocío San Miguel jamás ha apoyado en sus escritos y análisis una salida militar en Venezuela. Por el contrario, San Miguel ha defendido con convicción la frágil institucionalidad que, en su particular visión, aún podría quedar en Venezuela. Su oposición a las rebeliones militares es lo que la ha ubicado en el campo de quienes siempre han apoyado la vía electoral. De hecho ella apoyó con reservas el referéndum sobre el Esequibo orquestado por el régimen chavista.

            Rocío San Miguel es de ese grupo de venezolanos que, seguramente con buena fe, creen que se puede y se debe participar en las pequeñas grietas que el régimen chavista permite y algunos llaman “espacios democráticos”. Desde esa perspectiva San Miguel sería la última persona dispuesta a participar en una conspiración contra el régimen chavista. La misma detención ocurre en el Aeropuerto de Maiquetía, no en una trocha vía Cúcuta, justamente porque ella tenía la certeza que, aun siendo crítica del régimen, no estaba haciendo nada impropio o algo que en verdad presentara un riesgo para el chavismo.

            Si todo esto es cierto entonces ¿Por qué detener a Rocío San Miguel quien no representa una amenaza real contra el régimen chavista? La respuesta sencilla, pero con fulcro de veracidad, es que en el régimen chavista no hay intocables a la hora de defender su estabilidad. Cualquiera puede recular preso o muerto con o sin motivo. Siempre se invocará una razón de Estado para justificar esta sistemática conducta.

            Lo más probable es que alguien en el régimen resolvió que convenía a los intereses del chavismo acusar de traición a la patria a una persona cuya trayectoria pública la haga la más improbable de todos los sospechosos. Y aquí entramos en la complejidad de la respuesta a una interrogante que aturde. No es que precisamente Rocío San Miguel forme parte de una sofisticada red conspirativa como lo ha sugerido “el poeta” Tareck William Saab. Es que aunque ella no esté implicada hay que implicarla para mandarle un mensaje a aquellos que aún dudan sobre las intenciones reales del chavismo.

            La detención de una persona del perfil internacional de Rocío San Miguel no es precisamente un signo de desesperación o miedo como algunos sugieren. Es más bien una acción calculada que forma parte de un plan que busca como primera medida desalentar las deserciones que frecuentemente ocurren dentro de las Fuerzas Armadas chavistas. Es una clara señal para los operadores civiles y militares chavistas, que estén acariciando la idea de traicionar, sobre las consecuencias que esto podría tener para ellos y sus familias.

            Para los falsos opositores y para los factores de la comunidad internacional, que aún lloran por regresar al Acuerdo de Barbados, es un claro mensaje de hasta dónde está dispuesta a llegar la furia bolivariana. En un sentido la idea es muy clara. No habrá límites jurídicos ni legales a la hora de imponer la paz chavista. Será como bien lo dijo Nicolás Maduro “por las malas”.

            Todo esto debería plantear un profundo, razonado y sincero debate en el campo que se autodefine como “oposición venezolana”. Este no es el momento de darse cabezazos contra la pared, con perseverancia necia, ni de repetir el mantra “nadie nos sacará de la vía electoral”. La realidad nos está demostrando, una vez más, que en este momento no hay vías institucionales para salir del chavismo por lo que hablar de elecciones o de quien será el sustituto de María Corina Machado es una verdadera ociosidad.  Mientras no haya garantías políticas para todos los venezolanos y para personas como Rocío San Miguel es absolutamente inútil hacerle el juego electoral al régimen chavista a menos que solo se quiera repetir otro acto de inmolación colectiva con efectos estrictamente terapéuticos y consecuencias meramente anecdóticas.

La falsa oposición y su candidata María Corina Machado, si de verdad quisieran asumirse como una verdadera oposición, deberían comenzar por cancelar la vía electoral y abrir un debate que permita replantear la oposición al régimen chavista. Parte de esta estrategia debería consistir en retomar la agenda de luchas sociales y reivindicativas, no electorales, que son sensibles a millones de venezolanos. Regresar a la lucha popular y ciudadana podría cambiar la correlación de fuerzas en formas mucho más efectivas que hacerse parte del carnaval electoral chavista.

Episodios lamentables como el de Rocío San Miguel nos recuerdan que el problema que enfrenta hoy Venezuela no es de tipo jurídico-legal sino político-militar. No entenderlo significará perder otros 25 años con oleadas sucesivas de venezolanos emigrantes que huyen despavoridos de las opciones que representan ser arrastrados sin horizonte “hasta el final” o ser gobernados indefinidamente “por las malas”. @humbertotweets 

¿Inclusión?

            Hace unos días y con ocasión de celebrar un aniversario más de la llegada del chavismo al poder en Venezuela la Vicepresidente Delcy Rodríguez decía: “Si algo resume los 25 años del chavismo es la inclusión frente a las peores dificultades que son producto del bloqueo económico.” Dijo inclusión, pero no explicó a qué tipo de inclusión se refería.

Inclusión es el acto de incorporar, de incluir, esto es que poco o nada queda fuera de esa totalidad. Todo está ahí, adentro.

Es posible que desde su perspectiva la vicepresidente Rodríguez quiso decir que en estos 25 años de revolución chavista nadie se ha quedado fuera de sus bondades y beneficios. Por eso ella se atrevería a usar la palabra inclusión para definir a este particular tipo de revolución.

Y efectivamente la expresión refleja audacia y atrevimiento por su intento en desafiar la realidad, sin vergüenza. 

El balance que puede presentar el chavismo luego de 25 años es patético. No importa si se le compara con el anterior Estado de partidos (democracia) o incluso si se le compara consigo mismo. ¿Por qué? Porque Venezuela hoy está peor que en 1999. Pero además porque la Venezuela de Nicolás Maduro está más desecha que la de Hugo Chávez.

Los niveles de pobreza, miseria, desnutrición, desempleo y deterioro de las condiciones materiales de vida de los venezolanos son hoy dramáticamente peores que hace 25 años.

La realidad refuta la noción de inclusión en un país donde el chavismo ha promovido la más feroz división entre ricos burgueses y pobres no tienen dinero para comprar comida ni medicinas. En Venezuela hoy se tiene o no se tiene, no hay términos medios.

Esto se pudo apreciar con el reciente concierto de Luis Miguel en Caracas donde unos venezolanos podían pagar hasta 1500 dólares por persona al tiempo que tenemos profesores universitarios que no ganan más de 25 dólares al mes. Ni hablar de los jubilados y pensionados. Que la fe en Dios los ayuda, porque con el chavismo no hay salvación.

Contraria a la idea de inclusión que celebra Delcy Rodríguez hay ya casi 10 millones de venezolanos que según cifras extraoficiales han abandonado a la Venezuela chavista con todas sus bondades. Estos compatriotas fueron obligados a emigrar ante el desmantelamiento de Venezuela. Ellos han sido completamente excluidos de su patria, aunque los chavistas preferirían decir que ellos se “autoexcluyeron” porque se fueron. Es su culpa.

De alguna forma el chavismo tiene que admitir su fracaso, pero lo hace bajo la condición de echarle la culpa a otro. Según el chavismo el destrozo material de Venezuela no es el resultado de 25 años de corrupción y saqueo vigoroso y sistemático. La culpa de todos nuestros padecimientos es…del bloqueo y las sanciones internacionales!

No parece creíble el argumento de que por restricciones parciales a la venta de petróleo venezolano desde hace 3 años se haya producido un daño equivalente a 25 años o se haya desmantelado la industria petrolera. El deslave había comenzado ya en 1999.

En la misma declaración en la cual Delcy Rodríguez habla de una inexistente y mítica inclusión en la Venezuela chavista, también dice: “El pueblo sabe que entre todos nos acompañamos y no dejamos al pueblo sufriendo en la soledad.”

Es muy importante que alguien del calibre de la Vicepresidente Rodríguez admita en el régimen chavista que esto no es precisamente un mar de felicidad, sino que hay sufrimiento. Esta concesión a la realidad se le agradece. Ahora que el régimen se ofrezca en forma cínica a acompañarnos en el sufrimiento que él mismo ha generado no es necesario. Los venezolanos preferimos sufrir en soledad que estar mal acompañados.- @humbertotweets

lunes, 12 de febrero de 2024

El último poema de Tarek William Saab

            Quienes conocieron a Tarek William Saab por los años 70 y 80 le recuerdan como un “poeta comprometido con la revolución” en referencia a su prolífica producción poética ensalzando abiertamente cualquier intento insurreccional contra el entonces imperante Estado de partidos. La idea de revolución que atraviesa casi toda la obra poética de William Saab es lo suficientemente vaga y ambigua que bien puede tener un significado diferente para cada lector de sus poemas. Un verdadero sofisma desde el punto de vista político pero una extraordinaria figura literaria de gran fecundidad como el mismo poeta lo demostraría con sus elaborados versos.

            Pero es asunto de los críticos y de la crítica literaria juzgar la calidad artística y estética del poemario de Tarek William Saab. Hay métodos y reglas para valorar con rigor si lo que escribió William Saab tiene la categoría de poemas o de otra cosa. Lo que aquí nos interesa es su relación con lo político, no con lo artístico y literario.

            La militancia partidista de Tarek Wiliam Saab, primero en el PRV-Ruptura de Douglas Bravo y luego en el MBR-PSUV de Hugo Chávez, estuvo marcada por el aura del poeta, no de uno cualquiera, burgués, sino de un poeta que cantaba loas a esa promesa amorfa, indefinida, pero seductora de “revolución”. Sus poemas “Ruptura” (1991) y “Maisanta” (1992) son buenos ejemplos de este tipo de poesía que además quedaron como reliquias que capturaron la esencia de su pivote partidista de la penumbra de Bravo hacia la sombra de Chávez.

            Ya avanzada la década de los 90 Tarek William Saab tuvo que reinventar su imagen pública y del “Poeta Tarek” se convirtió en “Tarek el defensor de los derechos humanos”. Eran los años en que había más preocupación mediática por los derechos humanos de los victimarios que de sus víctimas en sus crímenes de tipo político. Con todas las garantías constitucionales, jurídicas y procesales que ofrecía el llamado Estado democrático y social de derecho resultaba relativamente muy fácil hacerse un nombre y una reputación como defensor de los derechos humanos tal como hizo William Saab. Muchos funcionarios civiles, policiales y militares fueron a la cárcel procesados por delitos contra los derechos humanos en la era del Estado de partidos. Nada que ver con estos tiempos de revolución bolivariana y chavista cuando los verdugos del régimen son laureados y gozan de impunidad amancebados con instituciones como la que hoy dirige el propio Tarek William Saab.

            A juzgar por sus intervenciones en la Asamblea Nacional y por las críticas de sus compañeros del PSUV como gobernador del estado Anzoátegui Tarek William Saab no es un operador político particularmente competente. El, como muchos otros, escaló a las alturas del régimen chavista primero de la mano de Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro no por sus capacidades profesionales sino por sus destrezas para adular siempre a la persona oportuna.

            En el 2017, por decisión de Nicolás Maduro,  Tarek William Saab es designado Fiscal General de la República más que por sus credenciales académicas o profesionales por la urgencia de cubrir el puesto luego de la destitución de Luisa Ortega Díaz. Este cargo es especialmente importante para el régimen chavista porque es desde el cual se coordina las operaciones judiciales con el TSJ, jueces y fiscales, civiles y militares, para procesar y sentenciar “legalmente” a quienes son declarados enemigos del régimen y eventualmente algunos otros que también caen por ajustes de cuentas interno en la luchas intestinas del chavismo.

            En su condición de Fiscal General a Tarek William Saab le ha tocado que justificar “legalmente” los linchamientos del Comisario Oscar Pérez, del General Raúl Isaías Baduel, del estudiante Neomar Lander, del Capitán Acosta Arevalo, al igual que las detenciones arbitrarias contra Nicmer Evans y Javier Tarazona por decir y hacer mucho menos de lo que el propio William Saab decía y hacía con la protección de las garantías democráticas en los años 90. Sin duda uno de los casos que evidencia la perfidia y el cinismo de Tarek William Saab es la desaparición de Carlos Lanz a quien le concedió una muerte poética, por decir lo menos.

            Siguiendo su estilo truculento y chapucero hace unos días Tarek William Saab ordenó la captura de Tamara Sulay Sujú; Wender Villalobos; Norbey Marin; María Sebastiana Barráez; Mario Carratú Molina, José Antonio Colina, y un grupo de oficiales militares por su supuesta participación en una conspiración contra Nicolás Maduro y con base a las declaraciones del ex militar Angelo Heredia. Aunque las declaraciones del ex militar están plagadas de incoherencias y contradicciones William Saab subscribió la tesis de su jefe sin tomar en cuenta que varios de los presuntos implicados no sólo no están relacionados sino que ni siquiera se conocen entre sí.

            El común denominador de los casos criminales y políticos que ha trabajado la Fiscalía de Tarek William Saab es que TODOS en un 100% son resueltos con base a confesiones, delaciones, y declaraciones de testigos anónimos en varios casos. La figura del “testigo estrella” que inventó Isaías Rodríguez para complacer a Chávez en caso de Danilo Anderson ha sido perfeccionada por Tarek William Saab al nivel de una obra de arte. Casi de un poema, podríamos decir.

            Los casos que Tarek William Saab le ha manejado al régimen no están sustentados en una rigurosa investigación criminalística sino en la elaboración de versiones insólitas y grotescas donde el caso comienza y termina con la versión del testigo estrella al cual a pesar de su inexistencia física los jueces chavistas le otorgan toda la credibilidad y su declaración se convierte en el único soporte de una sentencia condenatoria.

            Con cada versión de los casos investigados, siendo una más increíble e insólita que la anterior, nos atreveríamos a decir que el Fiscal Tarek William Saab en sus servicios al régimen hace poesía más que investigación criminal. Sus elaboraciones para justificar las historias que fabrica el régimen son un pastiche de imágenes y figuras literarias estrafalarias donde la única racionalidad que se aporta es la declaración del testigo estrella quien responde a todas las preguntas y despeja todas las dudas.

             A pesar de que en los mentideros del régimen chavista es reconocido como un lisonjero a rabiar Tarek William Saab está en preaviso y tiene sus días contados. Su sucesor ya tiene nombre y apellido. En eso parecen estar de acuerdo Nicolás Maduro, los hermanos Rodríguez, Padrino López y hasta Diosdado Cabello.

            Sin embargo, el poeta le ha tomado cariño al cargo con sus prebendas y no lo quiere abandonar. Para demostrarle al régimen que aún le puede ser útil Tarek William Saab tiene en su libreta otro poema, uno más que aspira con soberbia a ser su más cara obra maestra y electrizante acto de prestidigitación. Para esta pieza literaria debe tener una métrica calibrada matemáticamente, no se puede improvisar y una jugada adelantada sería mortal. William Saab espera con ansiedad que el régimen le haga la seña para salir a debutar con su fantástica explicación sobre el paradero de Tareck El Aissami. ¿Vivo? ¿Muerto? ¿Accidente? ¿Suicidio? ¿Cáncer? ¿O todo este tiempo estuvo en Fuerte Tiuna protegido ante un complot combinado de la CIA, Hezbollah y Hamas para asesinarlo?

            Este será el poema de todos los poemas, para el cual Tarek William Saab ha ensayado cientos de veces porque se trata de una oportunidad única e irrepetible. Los versos deberían tener una rima perfecta para concatenarse, en forma melódica, uno con otro y que el testigo estrella aporte todas las piezas de un rompecabezas donde todo encaja a la perfección.

Por razones que nada tienen que ver con lo artístico y lo estético el régimen chavista tendrá que decidir en las próximas semanas si deja el manejo del desenlace del caso El Aissami en manos de Tarek William Saab o del nuevo Fiscal. Si William Saab sobrevive a las pugnas internas del chavismo, y logra ese papel, hará sus mejores esfuerzos para ejecutar una puesta en escena, poética y espectacular, que explique el misterio de Tareck El Aissami. Ese, sin duda, será el mejor de sus poemas. Porque será el último que podrá recitar en la Corte del tirano.- @humbertotweets

jueves, 8 de febrero de 2024

El suplente de María Corina

            María Corina Machado no quiere hablar de un candidato suplente, al menos no por ahora. Ella ha dicho tajantemente: “Un sustituto es el plan de los que no quieren cambio”. Esto en alusión a los operadores de la MUD que privadamente ya están conversando sobre el asunto aunque públicamente hayan expresado su apoyo a Machado.

Esto quiere decir que desde la perspectiva de María Corina Machado la campaña presidencial continúa con ella como candidata. Ella, Gerardo Blyde y toda la dirigencia de esa oposición parecen tener cifradas sus esperanzas no en una masiva protesta popular sino más bien en la presión que los Estados Unidos pueda ejercer para que el chavismo revierta la medida de inhabilitación.

Es muy poco plausible que el chavismo, que ya se acostumbró a gobernar con o sin las sanciones de los EEUU, acepte cambiar esa decisión. El empeño en mantener la inhabilitación de María Corina tiene el mismo tono extremo, dramático y vehemente usado para suspender las negociaciones hasta que Alex Saab fuese incorporado a las negociaciones. En otras palabras, se puede negociar todo lo demás menos la inhabilitación.

La postura del chavismo se vería reforzada con la casi inminente decisión de adelantar las elecciones. Dejando en suspenso por unas semanas más la decisión táctica de hacer solo las presidenciales o hacer una elección general tipo totum revolutum para la Asamblea Nacional, los gobernadores, legislaturas regionales, alcaldes y concejales. Todo dependerá de cuál opción le garantice más ventajas al chavismo.

Pero llegado el día de inscribir candidatos María Corina Machado y los partidos que la apoyan tendrán que decidir si participan con un suplente o no participan y denuncian las irregularidades del proceso electoral.

Una vez recorrido todo ese camino lo más probable es que finalmente MCM y la MUD escojan a un sustituto que represente a la oposición en una campaña donde María Corina sería el portaaviones mediático para garantizar su éxito. Esta tampoco es una opción libre de conflictos ya que cuanto más se tarden en escoger a ese suplemento aumentan las probabilidades de que sea una decisión de 2-3 factores y hasta unipersonal de la propia María Corina.

Nada de esto resuelve y ni siquiera aborda lo fundamental de ese proceso electoral. Y es el tema de las condiciones y las garantías para unas elecciones justas y transparentes en Venezuela. Si estas condiciones se mantienen o incluso empeoran es muy probable que estas elecciones se parezcan mucho a todas las anteriores.

Y la precariedad institucional en la que se encuentra hoy Venezuela no es incentivo para salir masivamente a votar por María Corina Machado ni por su suplente. Tiene más sentido enfocar las energías y los recursos en luchar por salarios justos o en renovar la contratación colectiva de los maestros. La lucha social reivindicativa es la que debería prevalecer en estos momentos sobre las ilusiones electorales.- @humbertotweets

Farsa electoral exprés

            Venezuela sigue rumbo a una nueva farsa electoral. Nada ha cambiado con respecto a las anteriores. El régimen chavista sigue dictando las reglas de juego y por si esa discrecionalidad no fuera suficiente también se reserva el derecho a cambiarlas sin previo aviso según lo que le convenga. Pero en esencia estamos frente a un nuevo proceso en el cual el tinglado político, jurídico, y militar del Estado chavista se alinea, una vez más, para imponer sus resultados.

La habilitación e inhabilitación de candidatos, la incertidumbre en cuanto le fecha de las elecciones, la imposibilidad de que los venezolanos que viven fuera de Venezuela puedan votar, las manipulaciones al registro electoral y ultimadamente imposibilidad material de auditar la data transmitida por la máquinas electorales y los resultados que anuncie el CNE chavista son algunas de las trampas empotradas por diseño en el sistema electoral del chavismo.

            Esto es votar en tiranía. Esto es aceptar ir a unas elecciones simplemente como una figura ornamental porque los resultados ya han sido previamente acordados. El régimen chavista dispone del control absoluto de todas y cada una de las fases del proceso electoral que aun sin tener la mayoría dispone de los mecanismos pseudo legales según sus propias leyes para proclamarse ganador. Así lo ha hecho siempre. Así lo hicieron en el 2015 donde una falla en su propio mecanismo de fraude permitió la victoria de los candidatos de la falsa oposición en la Asamblea Nacional para luego ser “legalmente” anulada por el Tribunal Supremo de Justicia chavista ante la perplejidad de muchos.

            La única diferencia entre la farsa electoral de este año y las anteriores es que esta será del tipo exprés. El dramático deterioro de la situación económica en Venezuela ha desmoralizado a las clientelas chavistas, civiles y militares, promoviendo desaliento y resistencia en el universo de operadores que son necesarios para perpetrar el fraude electoral. Y aunque las sanciones que los Estados Unidos le ha aplicado al chavismo jamás surtieron efecto alguno, la amenaza de volver a imponerlas, aunque sean más suaves que las anteriores, puede impactar la operatividad del Estado chavista. Todo esto presenta posibles imponderables cuyos riesgos el chavismo no está dispuesto a asumir por lo cual lo más probable es que esta farsa electoral se convoque y se perpetre contra reloj en los próximos 90 días o incluso antes.

            Parecería una insólita casualidad que el gobierno de Joe Biden tenga una reacción débil y blandengue ante el altisonante régimen chavista anunciando que le dará al chavismo oportunidad hasta Abril para que habilite a todos los candidatos y realice unas elecciones transparentes. Pero dicho plazo le concede al régimen chavista exactamente los 90 días que necesita para amasar más recursos y ejecutar su fraude electoral. Después de verificado el evento electoral y pasado el mes de Abril es probable que los Estados Unidos ofrezca otra declaración condenatoria del régimen venezolano y anuncie una nueva ronda de sanciones seguramente menos efectivas que las anteriores. De hecho ya se habla de las excepciones que contendrán esas sanciones que aún no han sido anunciadas.

            Una vez más el chavismo usa las negociaciones con la falsa oposición para crear ilusiones de cambio y presentar ante los Estados Unidos y los demás países una política de hechos cumplidos, irreversible, frente a la cual es prácticamente imposible discutir. En un ambiente similar se dio la elección de la Asamblea Nacional Constituyente del 2017 donde el chavismo participó sólo y fue usada para legislar a su antojo como un poder paralelo a la Asamblea Nacional del 2015.

            Pero si efectivamente la farsa electoral se ha de realizar en los próximos 90 días y si además es cierto que María Corina Machado y la falsa oposición seguirán hasta el final en la vía electoral entonces lo más probable es que, contrario a lo que la misma candidata ha dicho, esa oposición más temprano que tarde tendrá que definir y anunciar un candidato sustituto. Esta es la única forma de seguir hasta el final por la vía electoral tal como lo han prometido.

            La pregunta entonces es: ¿Qué se gana con volver a participar en unas elecciones controladas por la tiranía? La respuesta escueta que nos ofrecen desde la falsa oposición es que el objetivo político sería  poner en evidencia, una vez más, al Estado chavista ante el mundo como un régimen autoritario y tiránico. ¿Y no es eso precisamente lo que todos sabemos desde hace 25 años?.- @humbertotweets 

lunes, 5 de febrero de 2024

El 4 de febrero de 1992 y el asalto del chavismo al poder

Luego de un cuarto de siglo de régimen chavista en Venezuela es obligatorio examinar y estudiar en forma exhaustiva no sólo las estrategias fracasadas de la falsa oposición sino además el contexto en el cual el chavismo toma el poder y lo retiene en contra de la voluntad de la mayoría de los venezolanos. No se puede abordar lo primero sin antes entender y descifrar lo segundo pues el chavismo presenta el último modelo conocido y exitoso para tomar el poder en Venezuela.

La pertinencia de este examen debe liberarse desde el comienzo de las fáciles tentaciones de copiar las estrategias y las tácticas chavistas por el solo hecho de que hayan funcionado en el pasado. Más bien lo que habría que hacer es analizar por qué el chavismo usó unas tácticas y no otras y el proceso que condujo a su elaboración para encontrar las pistas que nos ayuden a articular una tesis estratégica única y original tal como a ellos les tocó hacer en esa época.

Esta discusión tiene una eminente actualidad hoy cuando la falsa oposición y su candidata siguen encerrados en el laberinto de la legalidad chavista, en medio de negociaciones y elecciones, sin la menor perspectiva de construir una vía que nos ayude a sacar al chavismo del poder.

Una parte de la falsa oposición ya se acostumbró a ser oposición. Es la oposición funcional de la que tanto habla Sánchez Berzain porque su función es legitimar al régimen y marcha a ritmo que este le imprime entre negociaciones y elecciones. La dirigencia de esta oposición ya sacó sus cuentas y llegó a la conclusión que no hay forma de salir del chavismo en el corto plazo por la vía electoral y entonces apuestan a esperar a que el derrumbe llegue solo inspirados en aquel mantra político que dice “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”. Preocupante tesis porque el chavismo ya lleva 25 de 100 y más desalentador si se mira a una Cuba que lleva 60 de 100.

Hay otro sector de la falsa oposición que en forma irreflexiva, improvisada e ingenua simplemente trata de copiar el modelo chavista de asalto al poder quizás pensando que si funcionó una vez bien podría funcionar dos veces. Este sector se mueve pendularmente entre la idea de una insurrección cívico militar (tipo 4 de febrero de 1992) y una masiva movilización electoral (tipo diciembre de 1998). He aquí la pertinencia de examinar el contexto en el cual el chavismo toma por asalto el poder.

Se ha escrito y documentado en forma abundante sobre los detalles que llevaron al golpe de estado de febrero de 1992 y el proceso que condujo a la victoria electoral de Hugo Chávez en diciembre de 1998. Argumentos y detalles que pueden ser consultados en la bibliografía disponible sobre el tema pero que no vamos a repetir en los estrictos límites de este artículo. Lo que si consideramos medular para el análisis es la idea en la cual coinciden epígonos y críticos de estos eventos en virtud de la cual la vulnerabilidad del régimen de Estado de partidos es lo que permite el acceso de Hugo Chávez al poder y la instauración de su régimen político desde 1999.

Un autor experto en la génesis e historia del chavismo como Alberto Garrido aporta importantes documentos y análisis propios sobre este proceso sin dejar de repetir que las debilidades políticas e institucionales del sistema al cual se enfrentaba Chávez fueron claves para su derrota. Esto es muy importante para refutar a los espontáneos e improvisados que despachan el tema proponiendo una rebelión cívico militar como las de antes (Antonio Ledezma en declaraciones a Patricia Poleo, agosto de 2023) o quienes creen que basta con participar masivamente en unas elecciones para ganarle al chavismo así como Hugo Chávez lo hizo en 1998.

Desde el punto de vista estrictamente militar el 4 de febrero de 1992 fue un fracaso, pero sus promotores, con la ayuda de algunos medios de comunicación, lo vendieron como una victoria, aunque nadie salió a apoyar en la calle. Lo grave es que como resultado de esa campaña mediática los traidores a la patria no fueron degradados y sentenciados sino convertidos en héroes, recuperando su libertad y plenos derechos políticos con garantías para seguir actuando dentro del régimen que trataron de derribar.

Militares activos en esa época tales como Mario Iván Carratú Molina han explicado con detalles que todo el proceso conspirativo y el posterior perdón de los golpistas ocurrieron en conocimiento y con la anuencia de la alta oficialidad militar y la dirigencia política. En el caso de los militares algunos callaron lo que sabían y otros fueron cómplices de la conspiración por rivalidades internas o por un extraño pudor democrático que los arrastraba a defender los derechos humanos de sus compañeros de armas.

En lo político hubo un evidente revanchismo en contra del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez orquestado por su propio partido Acción Democrática (¡Que historias debe tener Ramos Allup de esas reuniones!) y eficientemente aprovechado por Rafael Caldera quien en su obsesión por ser presidente no dudo ni un minuto en otorgarle legitimidad histórica a los golpistas, sin reparar que así le clavaba un puñalada al corazón del mismo régimen que a él le había endiosado.

Con un régimen político (el Estado de partidos) cuyos operadores estaban dispuestos a destrozarlo para zanjar sus rivalidades resultaba casi obvio que Hugo Chávez se moviera de su táctica insurreccional-militar hacia una electoral. En ese terreno Chávez tuvo todas las garantías, el apoyo mediático que quiso y mucho más para derrotar a un régimen político que fue incapaz de defenderse a sí mismo y su propia institucionalidad.

Si Hugo Chávez se hubiese encontrado con un régimen político que en ejercicio de su constitucionalidad y legalidad le hubiese juzgado, condenado y degradado este jamás hubiese podido llegar al poder. Por el contrario Chávez se encontró con un ejército de colaboracionistas y tránsfugas que cambiaron de bando y le facilitaron la vía al poder. No solo se le permitió a un traidor a la patria postularse y ser electo presidente sino que además, por si eso fuera poco, el estamento político y judicial de la época permitió la violación de la Constitución vigente de 1961 para facilitarle a Chávez imponer fraudulenta su propia Constitución (sobre esto la magistrada Cecilia Sosa Gómez también debe tener historias!).

Se puede apreciar que el régimen chavista de hoy es muy diferente al Estado de partidos de ayer. El Estado chavista impone su legalidad a sangre y fuego. Decide quiénes serán los candidatos, organiza las elecciones, cuenta los votos y proclama al ganador. Todo esto es legal, Y si alguien está en desacuerdo que vaya y apele ante el Consejo Nacional Electoral chavista o el Tribunal Supremo de Justicia Chavista.

Aquí no funciona tratar de organizar una insurrección militar desde afuera con una Fuerza Armada organizada y  adoctrinada como chavista y una oficialidad vigilada de mil maneras por el G2 cubano. Esa no era la situación de las Fuerzas Armadas de la era “democrática” donde Hugo Chávez y sus compinches discutían libremente sus planes conspirativos con sus superiores.

Tampoco funciona la táctica electoral que usó Chávez en 1998 porque este es un sistema electoral viciado y  diseñado a la medida de las farsas electorales del chavismo. Nada que ver con el CNE de 1998 donde varios miembros de su directiva estaban envalentonados con la candidatura de Chávez.

Fueron las debilidades institucionales, jurídicas, políticas, y militares  del Estado de partidos las que facilitaron el asalto del chavismo al poder. Todo lo demás que se pueda decir para explicar esta situación forma parte del mito de la insurrección popular o el mito de la avalancha electoral.

Con este argumento no queremos decir que el régimen chavista es imbatible. No. El régimen chavista en este momento tiene profundas y graves debilidades sobre todo en la institución militar, pero se le percibe como fuerte si se le compara con la falsa oposición que tiene al frente. Algunas lecciones que se pueden aprovechar del 4 de febrero y el asalto del chavismo al poder son: 1) Hay que caracterizar al adversario y definir con precisión sus vulnerabilidades para atacarlo en esos puntos; 2) No se puede caer en el simplismo de hacer algo porque Chávez lo hizo y le funcionó. Hay que pensar en nuevas estrategias y nuevas tácticas que respondan a una realidad y una coyuntura que son totalmente diferentes.

Una cosa es enfrentar y derrotar al Estado de partidos donde la mayoría de sus facciones colaboraron con el chavismo y otra muy distinta es confrontar al Estado chavista siempre dispuesto a usar su pseudo legalidad y la violencia para atornillarse en el poder.- @humbertotweets

jueves, 1 de febrero de 2024

¿Por qué la táctica político-electoral de Hugo Chávez no funciona contra el chavismo?

            Se están cumpliendo 32 años del fallido golpe de estado de Hugo Chávez en febrero de 1992 y 25 años de la instauración del Estado chavista en enero de 1999. Es preciso analizar el contexto en el cual ocurre el asalto al poder por parte del chavismo no solo porque haya sido exitoso sino porque hay quienes hoy insisten en trazar líneas históricas paralelas invitando a emular las tácticas que empleó Hugo Chávez pero para enfrentar al Estado chavista. ¿Es esto siquiera posible?

            La llegada al poder de Hugo Chávez fue el resultado de un largo y complejo proceso conspirativo que comenzó mucho antes de que el propio Chávez hubiese alcanzado su pubertad, por allá en los años 60. Fue en principio el resultado de un trabajo paciente metódico y perseverante de ex guerrilleros izquierdistas derrotados militarmente tales como Douglas Bravo, Francisco Prada, Diego Salazar, y Kleber Ramírez entre otros en su mayoría militantes de la FAN-FALN y PRV-Ruptura.

            La propuesta de Bravo consistió en profundizar el trabajo de captación de cuadros revolucionarios dentro de las Fuerzas Armadas Venezolanas actividad que ya había emprendido el Partido Comunista de Venezuela muchos años atrás. Aprovechando la conformación policlasista del componente militar se establecieron relaciones y afinidades con oficiales de distintos rangos llegando incluso a captar Generales para su causa.

            El historiador Alberto Garrido aportó en su momento documentos y análisis en detalle sobre el proceso conspirativo que llevó a Hugo Chávez al poder. Hoy no nos vamos a detener en sus interesantes hallazgos, que se pueden leer en sus libros, sino en una primera caracterización de ese proceso y es que se trata de una conspiración orquestada a plena luz del dia y al calor de las libertades democráticas ofrecidas por el Estado que se intentaba derrocar.

            En los trabajos de investigación de Garrido se puede apreciar la libertad de movimiento y en muchos casos de opinión que disfrutaron los golpistas para avanzar sus planes. Varios oficiales militares de esa época inscritos en cursos de postgrado defendieron públicamente sus ideas subversivas al amparo de una libertad de cátedra y de una élite militar que jamás consideró esas opiniones como lesivas a la integridad del Estado de partidos llamado democracia.

            Una vez embarcados en las actividades golpistas que llevan al 4 de febrero de 1992, y luego de su derrota, los insurgentes no fueron juzgados, sentenciados ni degradados como correspondía sino por el contrario convertidos en héroes populares gracias a unos medios de comunicación que los sublimaron y también conspiraban contra ese Estado.

            Es la incapacidad de ese régimen político lo que lleva a Chávez a cambiar su táctica militar insurgente por una político-electoral que, con la colaboración de factores económicos y políticos decisivos del viejo régimen, lo llevan a coronar su victoria en las elecciones de 1998. Luego vendría el asalto a la Constitución de 1961 para imponer su modelo cubano de Estado chavista con el auxilio de aquella infame Corte Suprema de Justicia.

            Esta breve referencia es pertinente hoy cuando en medio de la peor arremetida contra la población civil venezolana el régimen chavista se prepara para perpetrar un nuevo fraude electoral y la falsa oposición colaboracionista sigue apostando a las negociaciones y a las elecciones dentro de la legalidad del Estado chavista como la única vía para enfrentarlo.

            De alguna forma la falsa oposición y su candidata están convencidos que es posible reeditar la táctica político-electoral de Chávez en 1998 y solo bastaría movilizar masivamente a la gente a votar para derrotar al chavismo. Ingenuamente esperan que una vez contados los votos y verificada esa nueva mayoría en apoyo a la candidatura de la oposición el Estado chavista, sus operadores y en especial sus Fuerzas Armadas se rindan y entreguen el poder.

            Los falsos opositores y su candidata no saben u olvidan que al Estado chavista no se le puede comparar con el régimen que había antes de Hugo Chávez en 1999. Aquel fue un régimen complaciente y generoso con los golpistas, este es uno donde la disidencia interna y externa se paga con la vida. Aquel fue un régimen muy preocupado por los derechos humanos de los golpistas y hasta encontró maneras legales para perdonarlos y reconocerles sus derechos políticos. Este, el régimen chavista, es uno que tiene su propia legalidad y esta puede cambiar sin aviso y sin protesto de un día para otro.

            La combinación de la táctica insurgente con la político-electoral le funcionó a Hugo Chávez en los años 90 porque en Venezuela había un Estado de derecho tan prudente y equilibrado que no tuvo jamás la fuerza para defenderse a sí mismo. Lo que tenemos hoy en Venezuela no es eso, sino otra cosa monstruosa y siniestra que opera como una agencia de crimen y muerte aunque se haga llamar Estado. Es una irresponsabilidad, por decir lo menos, llevar a la gente a una lucha suicida que está condenada desde el principio al fracaso porque sus resultados dependen de las concesiones que haga el adversario que se quiere derrotar.

            Lo que sí habría que tomar en cuenta de la experiencia de Douglas Bravo y su grupo es el trabajo de caracterizar correctamente al adversario y aprovechar sus puntos vulnerables para emprender un plan de lucha con paciencia, disciplina y perseverancia que involucre siempre a la institución militar realmente existente. Lamentablemente aquí no hay atajos, lo que no hemos hecho desde 1999 tendremos que hacerlo hoy o mañana dejando a un lado a la falsa oposición con su tóxica, distractora, y seductora música electoral.- @humbertotweets 

Venezuela, entre el miedo y la esperanza

            Hace un par de meses vi en YouTube una entrevista que le hizo Luis Ventoso de El Debate al filósofo español Gabriel Albiac. En la conversación hay una parte en la que Albiac reflexiona y dice: “...hay dos formas de generar servidumbre: Infundir  miedo o infundir esperanza. ¿Qué tienen de común el miedo y la esperanza? Que son la renuncia del presente en el futuro. ¿Cuál funciona mejor? Sin duda de ningún tipo la esperanza, porque el miedo duele y la esperanza no”.

Es inevitable ver un paralelismo entre la metáfora del miedo y la esperanza con la falsa dicotomía que hoy se les presenta a los venezolanos obligados a escoger entre el chavismo y una aparente oposición.

El chavismo ha usado eficientemente el aparato estatal para infundir miedo y generar servidumbre. Venezuela es hoy un país de privaciones de todo tipo, de comida, de servicios y de garantías. Es evidente que la inmensa mayoría tiene una opinión distinta a la del régimen chavista, pero no hay mecanismos institucionales para que esa opinión se exprese y se respete. El miedo es libre y democrático cuando la disidencia política se paga con la vida.

Frente a esto surge una aparente antítesis que dice: frente al miedo, la esperanza. Es la idea que atraviesa la retórica de la falsa oposición desde 1999. Esperanza como una idea metafísica sin conexión con la realidad que sin base histórica promete que los buenos siempre ganan, que unidos venceremos y finalmente que no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista.  Ya con 25 años el chavismo intentará pasar los 100, aunque a los demás nos parezca absurdo.

Como dice Albiac, entre el miedo y la esperanza esta última resulta mucho más peligrosa y tóxica porque no duele, cuál ultra afilado puñal esta penetra en forma sinuosa y vigorosa en el corazón hasta que la propia hemorragia es la que nos advierte del fatal daño.

El remedio frente a la toxicidad de la esperanza no es tampoco la renuncia ni la resignación. Quizás si es necesaria una buena dosis de escepticismo militante para, en principio, dudar de toda oferta política hasta que sea exhaustivamente triturada en sus partes más pequeñas para entender qué es lo que tiene de verdad.

Pero siendo aún más ambiciosos, podríamos decir que la cura contra la servidumbre que infunden tanto el miedo como la esperanza quizás sea destruir esa falsa idea dicotómica que es muy fecunda en el cine y la literatura, pero muy perniciosa en la política y es la que divide a los actores en forma simplista entre buenos y malos.

Un enfoque más racional y pragmático sería poner los pies en la tierra, liberarse de miedos y esperanzas para  trabajar con la realidad que se nos presenta buscando transformarla en un permanente ejercicio dialéctico, donde cada crisis o cada revés en lugar se ser una mala noticia se conviertan en un aprendizaje de cómo hacer o no hacer las cosas.- @humbertotweets