lunes, 30 de agosto de 2021

El fracaso de las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición en México

            No importa como lo quieran presentar o justificar. Las negociaciones con el chavismo en México constituyen un inmenso fracaso político para la falsa oposición representada por el G4 y aun aferrada a los escombros del llamado gobierno interino y la asamblea del 2105. Para establecer las dimensiones del fracaso hay que examinar el proceso mismo en el cual se embarcó la falsa oposición y el único documento que han producido hasta ahora conocido como “Memorando de Entendimiento”.

            Lo primero que debe quedar muy claro es que ante el inminente retiro del apoyo de los Estados Unidos al interinato de Juan Guaidó la falsa oposición se ve obligada a buscar otras formas, distintas al gobierno interino, para financiar sus actividades. El no reconocimiento del gobierno norteamericano no sería en la forma de un desaire público a Juan Guaidó a quien bien podrían seguir apoyando en forma retórica y protocolar. Es en el acceso que los EEUU le ha permitido al llamado gobierno interino a los activos de Venezuela en el exterior sin rendición de cuentas donde se sentirían los efectos. Cerrar los grifos de los aportes de la USAID y bloquear el acceso al manejo de CITGO y Monómeros, entro otros, sería equivalente a acabar con la orgia de corrupción del interinato.

            Es la formal notificación de que los Estados Unidos apoyarían al interinato de Guaidó sólo hasta finales de año lo que provoca el pánico y la desesperación de la falsa oposición que ahora tendría que correr a pedir ayuda a sus socios de siempre en el régimen chavista. Sin un gobierno interino que les pague por “hacer oposición” a la falsa oposición solo le queda el camino de regresar a la política del 2015 para reinsertarse en el régimen político chavista como una oposición oficialmente aceptada con los beneficios y las prebendas que esto significaría para sus clientelas.

            Entonces, estas negociaciones, que nunca han sido tales, comienzan con la decisión tomada ya de antemano por parte de la falsa oposición de ir a las elecciones del 21 de noviembre para hacerse formalmente parte del régimen chavista. Sin embargo, era necesario crear una narrativa épica que permitiera justificar ante millones de venezolanos la nueva trama de la falsa oposición que ahora cambiaba de mantra como cambiarse de franela. Y la historia que se inventan es la del “Acuerdo de Salvación Nacional” que ni siquiera ellos mismos se creen. No es casual que la sabiduría popular haya detectado la estafa y la haya rebautizado como “del cese de la usurpación al cese de las sanciones.”

            Y es que todo fue tan abrupto e improvisado que la tesis fundamental del acuerdo propuesto por Guaidó era ofrecerle al régimen chavista unos supuestos incentivos para lograr a cambio garantías electorales, respeto a los derechos políticos, y ayuda humanitaria. Como incentivo se ofreció el levantamiento de las sanciones que había aplicado la llamada comunidad internacional y los Estados Unidos. Ya de por sí resultaba curioso que se ofreciera algo que no dependía de la falsa oposición sino del sistema político y de justicia norteamericano que, en forma independiente y por sus propias razones, habría decidido sancionar al narcorégimen de Nicolás Maduro y sus principales operadores. Pero, de todas formas, así quedó ofrecido.

Como es lógico, desde julio la falsa oposición se lanza en una intensa campaña mediática pagada por el interinato con recursos de Citgo y Monómeros para persuadir a los venezolanos que las ansiadas negociaciones con el chavismo serían una batalla épica y singular para salvar a Venezuela. El ruido de la campaña mediática para justificar las negociaciones con el chavismo contrastaba con el secretismo de una agenda cuyos detalles sólo eran conocidos por los negociadores.

De esta forma quedaba planteado, al menos en teoría, que sólo como resultado de los logros de esa negociación la falsa oposición participaría en la estafa electoral del régimen chavista el 21 de noviembre. Sin embargo, hechos ulteriores demostraran lo que se ha venido denunciando desde el principio. La decisión de ir a las elecciones del 21 de noviembre ya era una decisión tomada desde mucho antes de ir a México a “negociar”. Todo ya había sido arreglado. El pago por adelantado para volver a reinsertar a la falsa oposición como parte del régimen político chavista no sería precisamente la suspensión de las sanciones por parte de los Estados Unidos sino la participación de los falsos opositores en las elecciones del 21 de noviembre, como en efecto lo han confirmado estos mercaderes de la política sin que aún se haya terminado de “negociar” en México.

¿Por qué decimos que la falsa oposición fracasó en sus supuestos propósitos? Porque de todos los puntos contenidos en el “Memorándum de Entendimiento'' el régimen chavista no cumplió ni siquiera uno, pero logró lo que quería. No hubo liberación de presos políticos civiles y militares (salvo que se asuma que solo se trataba de Fredy Guevara). Las condiciones y el cronograma  electoral son las que ya existían antes de México y no van a cambiar. La ayuda humanitaria en Venezuela la seguirá manejando el chavismo como hasta ahora. El régimen chavista logra, una vez más, que la falsa oposición jure lealtad a su estado y su constitución. Entonces, ¿que logró la falsa oposición de lo solicitado en el Memorando de Entendimiento? Nada. Sin embargo, a pesar de conseguir nada, es un hecho que la falsa oposición participará en la estafa electoral del 21 de noviembre.

En suma, nunca hubo negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición. Ante la inminente pérdida de poder financiero del interinato los partidos del G4 acordaron desde el comienzo regresar a la talanquera del régimen chavista y participar en el fraude electoral del 21 de noviembre de 2021. Las supuestas negociaciones en México son en realidad un teatro para justificar la decisión de la falsa oposición de acompañar al chavismo en su estafa electoral. El peor castigo para el régimen chavista y su oposición colaboracionista es promover una abstención masiva y militante el 21 de noviembre. Centros de votación desérticos, ocupados solamente por la clientelas de los partidos, sería una expresión inequívoca de desprecio colectivo hacia una clase política que no se cansa de traicionar a los venezolanos y vuelve a reincidir.- @humbertotweets

 

 

 

jueves, 26 de agosto de 2021

La hora de la oposición radical

            Desde 1999 la “oposición” al régimen chavista ha estado monopolizada por los partidos políticos, los viejos (AD, COPEI, Proyecto Venezuela, Convergencia) que venían de usufructuar los privilegios del estado de partidos por cuarenta años y los nuevos (PJ, Voluntad Popular, UNT) que con caras más jóvenes básicamente aspiraban su turno en la piñata de la fiesta democrática.

Aún con fuerza en sindicatos, gremios y órganos de la llamada “sociedad civil”, estos partidos fracasaron en caracterizar correctamente al régimen chavista como un entramado criminal con definidas aspiraciones totalitarias. Por el contrario, al naciente estado chavista se le trató como cualquier otro gobierno del cual se podría salir por vías democráticas. Al chavismo se le cedieron, sin pelear, espacios institucionales y, lo más grave, se le permitió imponer una nueva constitución en fraude a la anterior vigente.

Los representantes de esos partidos políticos, que en buena medida siguen siendo los actores de hoy, renunciaron a defender al estado venezolano y sus instituciones. Una a una se fueron desplomando las instituciones que en algún momento pudieron ponerle un freno a la turba chavista simplemente por atender a una política errónea que siempre partió de una premisa equivocada: Es posible sacar al chavismo del poder por vías políticas y jurídicas.

Los operadores de esta “oposición” quizás no se daban cuenta que, a la par de procesos y mecanismos de hecho para consolidar el poder del estado chavista, ya en 1999 se había tolerado cambiar todo el régimen constitucional y jurídico de la nación venezolana que ahora, con una nueva constitución, dotaba al chavismo de un marco legal hecho exactamente a su medida.

Resulta incomprensible y hasta ofensiva la fidelidad perruna que estos “opositores” juraron a la constitución chavista de 1999. De allí en adelante todos los procesos políticos y electorales serían regulados por la legalidad del estado chavista. Sin embargo, a pesar de esto la “oposición” encarnada en estos partidos políticos ensayó diferentes formas para coaligarse y enfrentar electoralmente al chavismo.

Elección tras elección el chavismo siempre se imponía, aunque a la final los números nunca cuadraban. Y no podían cuadrar porque los chavistas desde 1999, cuando inventaron el kino electoral, descubrieron que para ganar elecciones no hacen falta votos sino manejar el software que da los resultados. Y este ha sido un sofisticado mecanismo de fraude electoral perfeccionado al nivel de una ciencia. Aunque sus adversarios manejen las mesas electorales y hagan auditorías, si el aparato electoral es manejado por el régimen este seguirá manufacturando los mismos votos y resultados.

Haciendo a un lado los escarceos  militares de la “oposición” en Abril de 2002 y Abril de 2019 estos veintidós años han sido marcados por una larga historia de traiciones y negociaciones.  Esa práctica de ir a elecciones para reconocer la estafa electoral del régimen chavista y luego sentarse a negociar las condiciones electorales de las elecciones siguientes ha sido un proceso recurrente que emerge ante los ojos de millones de venezolanos como la prueba irrefutable de la cohabitación entre el chavismo y la “oposición”. No es gratuito que hayan sido los propios venezolanos quienes hayan acuñado la expresión “falsa oposición” para dársela a esos partidos que dicen oponerse al régimen pero que siempre, sin excepción, terminan negociando. Una oposición que no es tal sólo puede ser reconocida como una falsa oposición.

La definición fundamental para articular una política de confrontación contra el régimen chavista debe comenzar por establecer si estamos o no con la constitución chavista de 1999. Y de allí se derivan todas la demás definiciones. Apoyar la constitución fraudulenta de 1999 lleva a reconocer la legalidad del estado chavista con sus elecciones y sus negociaciones.

El rechazo a la constitución chavista de 1999 y su régimen político con sus fórmulas negociadores y electorales es lo que ha definido dos espacios, irreversibles e irreconciliables, dentro del universo de la llamada oposición, en el sentido amplísimo de la palabra. Por un lado están quienes apuestan por sostener al régimen político chavista proponiendo la transición con un mero cambio de gobierno (fuera Maduro) que dejaría intacto al estado chavista y por el otro lado estamos quienes proponemos la ruptura para derrocar ese régimen por vías de hecho (abajo el estado chavista).

Más allá de lo que acuerden el chavismo y la falsa oposición en México estamos frente a una nueva traición y un acto de claudicación vergonzosa por parte de quienes se autodenominan como “oposición”. Millones de venezolanos rechazan estos negociados porque saben que son parte de la estafa política y no habrá cambios, pero la ausencia de un referente político de la verdadera oposición que organice a los ciudadanos, coordine esfuerzos y articule la insurrección cívico-militar crea incertidumbre, desánimo y desesperanza.

Este es el momento de sumar fuerzas con otros sectores civiles y militares que coincidimos en la necesidad de derrocar al régimen, aunque no compartamos el mismo modelo que debería sustituir al estado chavista. Esta es la hora de una oposición radical y militante que asuma sin complejos su papel de vanguardia para ser el referente de millones de venezolanos en la lucha insurreccional por la liberación de Venezuela.- @humbertotweets

lunes, 23 de agosto de 2021

Los EEUU realmente no apoyan al interinato de Guaidó

            En mayo de este año en estas mismas páginas de opinión nos preguntamos “¿Apoya realmente los EEUU al interinato de Guaidó?” A pesar de las fuertes evidencias de un viraje en la  postura norteamericana frente al interinato de Juan Guaidó la pregunta intentaba explorar este nuevo giro dando un margen prudente para la incredulidad y el escepticismo. Nuestra reserva venía derivada de la dificultad para explicar por qué los demócratas, que fueron tan efusivos en su apoyo a Guaidó en la campaña electoral, ahora desde el gobierno parecen querer desentenderse no solo de su respaldo al llamado gobierno interino sino del tema Venezuela en general.

            Costaba creer que las facciones del partido demócrata pudieran embarcarse en una política que al favorecer el sostenimiento del régimen chavista podría costarles otra aplastante derrota en la Florida que eventualmente decidiría el control del Congreso en favor de un partido republicano a la ofensiva y liderado por Donald Trump. Pero por encima de la urgencia política en ganar el voto de la comunidad hispana y en especial de venezolanos y cubanos en la Florida está la realidad de un gobierno que dando tumbos no sabe hacia dónde va.

            Ante  las evidentes limitaciones de las capacidades  mentales de Joe Biden su gobierno es un ejercicio de poder colegiado y repartido entre varias facciones con agendas propias y distintas que se van imponiendo en diferentes áreas de la administración. El resultado son estrepitosos fracasos políticos y militares como el más reciente en Afganistán o el abandono de Venezuela a su suerte por ausencia de una política de estado coherente  dada la confrontación entre grupos pro régimen chavista y grupos pro falsa oposición que está operando en el seno del gobierno.

            Esta falta de una política definida para enfrentar al régimen chavista ha quedado en evidencia desde el principio. Lo que es más grave aún, pareciera que al poner en contexto la cadena de declaraciones y eventos de altos funcionarios norteamericanos emerge con claridad la posición real de los Estados Unidos para hacer a un lado el tema Venezuela, quitarle el apoyo al llamado gobierno de Guaidó y dejar que la inercia -¿o la providencia?- decida el destino del régimen chavista en Venezuela sin más presiones que alguna que otra amenaza retórica y diplomática.

            El 3 de mayo de 2021 se produce el primer contacto oficial entre Anthony Blinken, secretario de estado norteamericano y Juan Guaidó. Se le informó a la prensa que los Estados Unidos seguiría apoyando al interinato de Juan Guaidó y que al mismo tiempo buscaría “aumentar la presión multilateral y presionar por una transición democrática y pacífica.” Aumentar la presión multilateral significaba diluir el papel de los Estados Unidos mezclándolo con otros países de la llamada comunidad internacional que ahora jugarían un papel igual o mayor que los EEUU. Así se anunciaba la retirada de los Estados Unidos de Venezuela al tiempo que formalizaba la decisión de encaminar a la falsa oposición para entenderse con el chavismo. Pero esto es tan solo el comienzo. Falta más.

            El 9 de Marzo de 2021 el director de asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Juan González, afina la línea general trazada por el secretario de estado norteamericano y le declara a la Voz de América que “a pesar del reconocimiento de Washington a Juan Guaidó como presidente interino, el enfoque nuestro no es un individuo, es el proceso electoral, que resulte de un diálogo entre las dos partes, bajo la mediación de Estados Unidos y sus aliados en la región y la Unión Europea.” Entre líneas el vocero estaba estableciendo los límites del apoyo de los EEUU a Guaidó y el respaldo a unas negociaciones que bajo presión de los Estados Unidos deberían comenzar en las semanas siguientes, tal como en su momento lo anunció el embajador James Story robándole la primicia al interino.

            El 4 de Mayo de 2021 el régimen chavista anuncia su nuevo Consejo Nacional Electoral negociado con un sector de la falsa oposición. La respuesta de los Estados Unidos no se hizo esperar y el 6 de mayo de 2021 Julie Chung, Directora interina de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado le daba un voto de confianza al antro electoral y a la nueva estafa electoral en ciernes, por supuesto, con fino tacto diplomático: “depende de los venezolanos decidir si el nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) contribuye a este fin (elecciones libres y justas).” Esto es, hay luz verde para unas elecciones cuyas condiciones supuestamente van a ser negociadas en el futuro.

            El 11 de mayo de 2021 Juan Guaidó saca del sombrero del mago su “Acuerdo de Salvación Nacional”. La petición pública y abrupta de sentarse a negociar con el régimen chavista sorprendió a la mayoría de los venezolanos que desde hace más de un año esperaban por las acciones que se emprenderían para el “cese de la usurpación.” El Acuerdo de Salvación sería parte de la estrategia mediática para hacerle tragar a la gente la rueda de molino de este nuevo giro de la falsa oposición para lanzarse en brazos del régimen chavista ante la inminente desaparición del interinato y de los negocios que trae consigo.    

            En otra vuelta de tuerca para aumentar la presión sobre sus pupilos de la falsa oposición el embajador james Story remataría con sendas declaraciones el 13 de mayo de 2021 “...siempre hemos dicho que las sanciones no deben ser para siempre” y “nosotros no estamos involucrados en negociaciones, lo que está pasando es que vamos a evaluar estas conversaciones…” Quedaba claro que tanto las sanciones contra el chavismo como el reconocimiento a Guaidó tenían ya una fecha límite en el tiempo aunque no se haya formalizado. Además, consecuente con su postura de abandonar el tema Venezuela, los EEUU confirmaba que aunque apoyaba a Guaidó su papel no sería el de un aliado sino más bien el de un garante neutral de las futuras negociaciones. Semanas más tarde Rusia sin complejos y sin ambages se sentaría al lado de sus protegidos chavistas.

            El 18 de mayo de 2021 el empresario de medios Oswaldo Muñoz confirmaría la primicia que los Estados Unidos habría comunicado privadamente al G4 su decisión de dejar de apoyar al interinato de Guaidó para el 1ro de Diciembre de este año. En vista de ello emplazaba al llamado gobierno interino a emprender negociaciones inmediatas con el régimen chavista para llegar a un acuerdo independientemente de su resultado porque se asume que sería aceptado por ambas partes. Esta versión circuló ampliamente y jamás fue desmentida por los operadores del interinato, por el G4, ni por James Story

            Así como Story fue el primero que anunció las negociaciones entre la falsa oposición y el régimen chavista le tocaría ahora hacer control de daños para explicar lo que ya resultaba obvio y es que los Estados Unidos dejaba de apoyar a Juan Guaidó. Pero esto había que hacerlo con tacto para dar la apariencia que nada había cambiado. El 26 de mayo Story invita a Juan Guaidó a su programa por redes sociales para ratificarle el apoyo de los Estados Unidos a pesar de toda la evidencia pública en contra.

            En un reciente artículo publicado en el portal The Hill Eliot Abrams antiguo encargado del gobierno de Donald Trump para Venezuela intenta racionalizar la postura de la administración de Joe Biden hacia el interinato de Guaidó. Abrams argumenta que el gobierno de Biden le dio al interinato lo que él califica como el “no árabe.” El no o la respuesta negativa árabe es conocida en medios diplomáticos norteamericanos como un rechazo que no es abierto sino implícito. Por cortesía diplomática o por conmiseración los norteamericanos no le harán un desaire y seguirán llamando presidente a Juan Guaidó hasta finales de año, pero sin duda ya eso tiene fecha de vencimiento y así lo han hecho saber en forma inequívoca por múltiples vías. Reconocerlo simbólicamente como presidente al tiempo que se entienden con el régimen chavista, levantan las sanciones y le dan la bendición al acuerdo chucuto entre el chavismo y la falsa oposición es lo menos que los norteamericanos podrían hacer por Guaidó. Claro, también podrían ofrecerle protección a su integridad física antes de que quede completamente desamparado y en el aire.

            Con el aval de su amplia experiencia diplomática y el de haber sido el oxigenador de la falsa oposición en el gobierno de Donald Trump el señor Elliot Abrams en el referido artículo asoma lo que podría ser la forma para justificar y tratar de explicar la inevitable liquidación del interinato. Dice Abrams “Si el liderazgo de la oposición decide cambiar la forma (o incluso cerrar) al gobierno interino, también deberíamos (los EEUU) apoyar ese criterio.” De manera que el cierre del gobierno interino es algo que se viene conversando ampliamente en los mentideros de Washington desde hace tiempo.

            No hay duda que los Estados Unidos le han retirado su apoyo al gobierno interino de Guaidó. Está claro que no hay “negociaciones” entre el chavismo y la falsa oposición con la mediación de Noruega. No hay nada que negociar porque ya todo ha sido previamente acordado por las partes, comenzando por la designación del actual CNE. En realidad, estamos esperando por la declaración final, que debería producirse algún día de septiembre, para justificar la participación de la falsa oposición en las elecciones del 21N, anunciar el desmantelamiento del interinato o su cambio de nombre y conocer el endoso de los EEUU a una solución “negociada entre los venezolanos.” @humbertotweets

 

 

 

jueves, 19 de agosto de 2021

Y ahora ¿qué se hace con el interinato?

            El llamado gobierno interino de Juan Guaidó fue presentado en medio de celebración bullanguera como la vía para lograr la promesa del “cese de la usurpación”. Prometía ser algo diferente, no por la ya conocida pusilanimidad de sus promotores sino más bien por el reconocimiento internacional con el cual arrancó.

De estos apoyos el más importante sería el de los Estados Unidos que marcaba la pauta a los demás que entraban en un mismo saco de gatos con las denominaciones genéricas de “más de 60 países’ y “comunidad internacional.” Lamentablemente el reconocimiento de la administración de Donald Trump al interinato de Guaidó nunca avanzó a un apoyo efectivo en lo político y lo militar debido a las contradicciones internas dentro del propio Departamento de Estado y quizás más aún a la falta de voluntad del interinato en pedir respaldo para derrocar al régimen chavista.

Sin embargo, el reconocimiento al interinato, aunque limitado a lo retórico, diplomático y protocolar, le permitió a esta caricatura de gobierno el acceso a los activos y bienes de la República de Venezuela que el chavismo, como resultado de las sanciones, no podría manejar. Al amparo de esa ambigüedad jurídica, donde se es estado para unas cosas pero no para otras, el interinato se transformó en un auténtico hamponato interino cuya actividad se centraría en saquear los activos de Venezuela en el exterior con la anuencia del gobierno norteamericano y sin rendirle cuentas a nadie.

Esta situación se habría mantenido en forma indefinida de no ser por el cambio de gobierno en los Estados Unidos y la llegada a la Casa Blanca de un Joe Biden sin políticas frente al régimen chavista y más interesado que nadie en liquidar el tema Venezuela cuanto antes. Ante el convencimiento que el apoyo al interinato no conduce a ninguna parte y por el contrario embarca a los EEUU en una situación de desgaste el gobierno de Biden a través de varios operadores le informó pública y privadamente a la falsa oposición de Venezuela la inviabilidad de un apoyo indefinido al llamado gobierno interino y los emplazó a negociar con el régimen chavista.

El interinato de Guaidó en medio del fracaso, la corrupción y las falsas promesas naufragó políticamente hace mucho tiempo. Pero el acceso que los EEUU le permite al uso y abuso de los activos de Venezuela le permite un campo de acción financiera que resulta esencial para mantener a las clientelas partidistas que parasitan del interinato. Ahora sin el apoyo de los Estados Unidos la falsa oposición pierde la ubre del interinato y no le queda otra salida que entregarse en cuerpo y alma al régimen chavista para seguir subsistiendo en el negocio de la política. Y eso fue exactamente lo que hicieron en México.

Arrastrados por la realidad los operadores de la falsa oposición no tienen otra salida que entenderse y arreglarse con el chavismo. Si hubiese dependido de ellos habrían continuado indefinidamente con los negocios del interinato, pero el retiro del apoyo de los EEUU cambió todo.

La carta de intención firmada entre el régimen chavista y la falsa oposición, ahora con rango de política de estado y publicada en Gaceta Oficial, le otorga un piso jurídico dentro de la legalidad chavista a la cohabitación con el régimen.

Por supuesto, uno de los primeros pagos es el desmantelamiento del gobierno interino de Juan Guaidó. A la hora de emprender las negociaciones y firmar el memorando de cohabitación no es el gobierno de Guaidó, que a estos efectos ya dejó de existir, y menos aún la Asamblea Nacional del 2015 quienes firman. Luego de una docena de frases reconociendo fidelidad perruna al estado chavista el referido documento es suscrito en nombre de la falsa oposición por Gerardo Blyde en representación de una desconocida y advenediza Plataforma Unitaria Venezuela.

De aquí en adelante cualquier cosa que se le anexe al memorando es accesoria y retórica por decir lo menos. Lo sustancial, lo medular para el chavismo es meter en cintura a su falsa oposición al obligarla a reconocer al estado chavista y su régimen político sustentado en la constitución de 1999. La cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición, que ya operaba de hecho ahora adquiere status legal y será un acoplamiento de derecho. Para que no haya dudas de por dónde viene todo esto, el acuerdo ya ha sido inclusive publicado en la Gaceta Oficial.

Qué hacer con su cascarón de gobierno interino es algo que tiene que resolver la falsa oposición ahora que ellos mismos lo han desmantelado. Pero más que hacer algo con los restos del interinato tendrán que justificar la jugada ante sus propias clientelas y testaferros angustiados ante la pérdida de unos negocios y esperanzados en las nuevas oportunidades que vendrán en esta etapa que comienza de la mano de sus socios chavistas.

No hay que lamentar el desmontaje del interinato de Guaidó ni la bancarrota política y moral de la falsa oposición luego de la firma del memorando en México. En el fondo es una buena noticia para los venezolanos traicionados por sus dirigentes, desesperanzados y sin alternativas políticas  porque ayuda a definir con más precisión los campos de batalla y a perfilar el contorno de una nueva oposición, patriótica e insurreccional.- @humbertotweets

 

 

lunes, 16 de agosto de 2021

El memorando de la cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición

            La cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición ha existido desde 1999. Esta relación política y financiera ha tenido encuentros, desencuentros, acuerdos y desacuerdos. Pero lo esencial es que con sus altibajos ha existido desde el principio una simbiosis donde la falsa oposición ha sido extremadamente útil en lo funcional e instrumental para el sostenimiento del régimen chavista.

            Eventos que, aislados, no tienen una explicación racional adquieren un dramático significado cuando se les pone en el contexto de esa relación que con sus desavenencias siempre ha regulado las conexiones entre chavismo y falsa oposición. No solo son las adjudicaciones a operadores de la falsa oposición de cargos en la nomenclatura del estado chavista y sus instituciones. También habría que incluir la persecución y encarcelamiento selectivo a unos supuestos opositores y no a otros, las espectaculares “fugas” que parecen liberaciones negociadas, y las inmunidades que persiguen a unos dirigentes cuando libremente recorren el país, privilegio que le está negado a cualquier otro venezolano que de verdad represente un peligro para el régimen. Los negocios y arreglos dinerarios que les permiten a los falsos opositores recursos del estado chavista para financiar sus campañas merecen un capítulo aparte que escapa al propósito de este artículo.

            Esta cohabitación que siempre ha existido de hecho entra, a partir de las negociaciones en México, en una etapa jurídico-formal mediante un acuerdo con arreglo a la legalidad del régimen político chavista y con acompañamiento internacional.

            Se ha llegado a este punto por la  falta de voluntad de la falsa oposición para sacar del poder al chavismo y en mayor medida por el agotamiento de los Estados Unidos que sin tener una estrategia definida frente al chavismo se ve embarcado en una política de desgaste con el reconocimiento, simbólico desde el punto de vista geopolítico, al interinato de Juan Guaidó mientras el chavismo aumenta su poder en Venezuela y su influencia en la región. Fueron precisamente los Estados Unidos quienes le pusieron término al interinato de Guaidó antes de finales de año. Esto fue lo que le movió el piso a la falsa oposición y precipitó unas negociaciones desesperadas por las cuales el chavismo no solo ha expresado desinterés sino que además ha despreciado públicamente.

Estas negociaciones que no son esenciales para que el chavismo se mantenga en el poder son asumidas por el régimen como parte de una estrategia para ampliar y consolidar su poder interno. Por el contrario, la falsa oposición necesita desesperadamente formalizar la cohabitación porque resulta esencial para su supervivencia. Es del mayor interés examinar los elementos de este nuevo acuerdo titulado “Memorando de Entendimiento” porque se trata del nuevo marco jurídico-político que regulará las relaciones entre el chavismo y la falsa oposición en su nueva etapa.

Cese de la Asamblea del 2015 y del interinato. Resulta irónico que la prédica vacía e inútil de “cese de la usurpación” haya terminado justamente con el cese en sus funciones de la Asamblea Nacional de 2015 y del interinato de Juan Guaidó. Lo primero que salta a la vista en el referido documento son las alusiones reiteradas al gobierno y estado chavista teniendo como su contraparte a una advenediza Plataforma Unitaria de Venezuela que carece de legitimidad y representación. Al no ser actores en la negociación ni firmantes del documento la falsa oposición desmantelo a su propia Asamblea Nacional y a su gobierno interino. Sin duda un logro para el régimen.

Reconocimiento al estado chavista. Como consecuencia de lo anterior el documento no ahorra espacio a la hora de redundar en el apoyo de las partes al estado y la constitución chavista de 1999. Lo medular para el chavismo en cualquier negociación siempre será arrancarle a su contraparte un reconocimiento público y expreso a la legalidad de su régimen político y sus reglas de juego porque ellos entienden que de eso depende TODO. Y eso ya lo han logrado. Los términos del memorando no dejan margen a duda.

Formalizar la cohabitación. Como quedó explicado en la introducción de este artículo el apareamiento político entre el chavismo y la falsa oposición ya venía operando de hecho desde hace bastante tiempo. Pero esta nueva etapa requiere otorgarle a la cohabitación rango de política de estado. Las palabras escogidas para disimular la conchupancia entre el chavismo y la falsa oposición son convivencia, inclusión y tolerancia. Todos agarraditos de las manos con los verdugos, los saqueadores y los vendepatrias para “construir una visión de un futuro conjunto''. ¿Quién podría estar en contra de esto?

Elecciones según la Constitución chavista de 1999. Sabemos que la falsa oposición hace tiempo decidió participar en las elecciones del 21 de noviembre. Pero para mitigar el costo político de la maniobra y sobrevivir al rechazo popular tiene que hacerlo con la apariencia de haberle arrancado algo, lo que sea, al chavismo. Este algo serían las mentadas condiciones electorales y el cronograma de elecciones. El documento aborda el asunto en términos de apoyar la celebración de “los procesos electorales consagrados en la Constitución.” Con base a este acuerdo se puede pronosticar con alto grado de certeza que no habrá adelanto de elecciones presidenciales ni referéndum revocatorio, como tantas veces lo ha planteado la falsa oposición. Las condiciones electorales son las que ya fueron establecidas con la designación del nuevo Consejo Nacional Electoral y el cronograma es el que actualmente está en ejecución. Las reglas del juego político y electoral son las que ya están y no van a cambiar.

Sanciones internacionales y activos. Tema clave, pero no indispensable para el régimen chavista. El gobierno de los EEUU que ha sido el principal promotor de sanciones contra el estado chavista también ha dicho que las sanciones no pueden ser eternas. De hecho ya está operando una flexibilización de estas sanciones como antesala a su inminente levantamiento. La permisividad -¿blandenguería?- de los EEUU  le ha facilitado al chavismo continuar con buena parte de sus transacciones internacionales, a pesar de las sanciones. Esto ocurre no en virtud de las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición sino en atención a intereses propios del estado norteamericano y su afán por liquidar el tema Venezuela antes de finales de año. Las referencias a las sanciones y los activos en el documento son retóricas porque no dependen de lo que diga la falsa oposición. Además con el ablandamiento de los EEUU y el apoyo de Rusia, China e Irán el régimen chavista podrá sobrevivir a estas y otras sanciones similares.

Violencia política. Anticipando inevitables crisis en las fuerzas armadas el chavismo tiene que asegurarse que estos eventos no tendrán eco ni coordinación alguna con elementos políticos. Para ello es fundamental lograr fidelidad perruna a la constitución chavista de 1999, único marco dentro del cual el chavismo podría permitirse una oposición eterna. Para evitar situaciones como la del 30 de abril del 2019 el chavismo tiene que identificar y aislar a factores descontentos en sus propias fuerzas armadas. Para lograrlo necesita la cooperación de la falsa oposición.

¿Memorando o acuerdo definitivo? Desde un primer momento pareciera que lo que se está transando entre el chavismo y la falsa oposición son concesiones mutuas que ya están operando en la práctica, pero que requieren de un marco mediático que permita hacer de la negociación un producto potable para los seguidores de ambos bandos. Para esto es vital dar la apariencia de lucha y contención en unas negociaciones que el propio documento califica sin rubor de “intensas”, aunque no lo sean porque todo parece ya estar previamente acordado y otorgado. La campaña mediática que ha rodeado la firma del memorando hace pensar que se trata del inicio de una serie de eventos y documentos de los cuales solo este sería la primera de varias entregas. Pero los tiempos que las partes mismas se han impuesto para negociar solo parecen confirmar que estamos frente a la versión definitiva de un acuerdo que recoge los mecanismos básicos para la cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición y al cual solo le haría falta un circo que le aplauda.

Y de eso se trata. De crear, en las próximas semanas, una audiencia complaciente que avale esta nueva etapa de la cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición.- @humbertotweets

 

 

 

jueves, 12 de agosto de 2021

EEUU: La mano que mece la cuna de la falsa oposición

            Es evidente el cambio de enfoque de los Estados Unidos de Norteamérica hacia Venezuela con la nueva administración de Joe Biden. En la administración de Donald Trump hubo más interés en ocuparse del tema Venezuela aunque por gestiones de operadores del Departamento de Estado el gobierno norteamericano terminó reconociendo y entendiéndose con el interinato de Juan Guaidó y la falsa oposición lo cual selló el fracaso de esa política. Era imposible proponer e impulsar una política agresiva y audaz de intervención militar internacional en Venezuela si los propios factores del interinato no la asumían. Los Estados Unidos con Trump no podía querer más la intervención que los propios operadores del interinato.

El resultado fue que con Trump en la presidencia de los Estados Unidos se perdió la oportunidad histórica de articular una alianza militar internacional para derrocar al régimen chavista en Venezuela por la falta de voluntad política de la mal llamada “oposición”. Por su parte el gobierno de Joe Biden llega al poder sin una política definida frente al chavismo y no oculta su desinterés por el tema Venezuela.

Este desinterés que los EEUU muestra hacia la crisis política interna en Venezuela no quiere decir que el imperio norteamericano se abstenga de intervenir, solo que lo está haciendo de manera que pretende liquidar de una forma u otra este asunto antes de finales de año y pasar la página.

La falsa oposición estaba muy cómoda manejando los recursos del interinato de Juan Guaidó bajo la presunción que el reconocimiento de los EEUU a ese híbrido diplomático duraría para siempre. Pero fueron precisamente los Estados Unidos quienes aun reconociendo a Guaidó como un supuesto presidente legítimo de Venezuela le pusieron fecha de vencimiento al interinato.

Son muchos los funcionarios del Departamento de Estado norteamericano incluyendo al embajador de los EEUU en Venezuela y entusiasta fanático de Juan Guaidó, James Story, quienes han reiterado que el gobierno interino y las sanciones contra el régimen chavista deben tener un punto final. A esto habría que agregar el reconocimiento al nuevo Consejo Nacional Electoral como una concesión importante del régimen y el reiterado llamado a participar en las elecciones del 21 de noviembre.

En otras palabras, ejerciendo el control de los grifos que suministran dinero al interinato de Juan Guaidó los Estados Unidos, vía ayuda humanitaria y acceso a los activos de Venezuela en el exterior, han obligado a la falsa oposición a sentarse con el régimen chavista para producir un acuerdo que formalice esta nueva etapa de la cohabitación. Sin el retiro del apoyo de los EEUU al interinato de Guaidó hoy no habría ninguna “negociación” entre chavista y falsos opositores en México.

El retiro del apoyo real de los EEUU al gobierno de Guaidó ha sido progresivo y sostenido. Es una sacada de alfombra efectiva que respeta las formas diplomáticas con declaraciones simbólicas y retóricas de reconocimiento al gobierno de Guaidó. Pero el reconocimiento que vale no es el de la retórica sino el de la política real que los EEUU le otorga al régimen chavista al ir aliviando, en la práctica, las sanciones incluso antes de que se hayan sentado a negociar en México o al permitirle al régimen seguir traficando bienes en los mercados internacionales, a pesar de las famosas sanciones.

Es este giro de la política norteamericana el que parece haber provocado un cambio abrupto en la estrategia de la falsa oposición para lanzarse a última hora a unas negociaciones improvisadas con el chavismo, barnizadas con un no menos improvisado Acuerdo de Salvación Nacional. La picaresca criolla lo había rebautizado como un “acuerdo de salvación personal” de los intereses de Leopoldo López y Juan Guaidó que ahora sin el apoyo de los EEUU al lobby del interinato quedan en el aire.

Conscientes que no queda nada por negociar y que la falsa oposición está obligada a sentarse a reconocer al régimen de la mano de los EEUU, el chavismo y sus operadores desprecian pública y reiteradamente a sus pares de la falsa oposición. De no ser por la situación precaria y de extrema necesidad bajo la cual la falsa opción se ve precisada a negociar no sería posible explicar su afanoso interés que contrasta con la prepotencia chavista. Anticipando un acuerdo que materialmente favorece al chavismo en todas sus partes ya los publicistas del interinato comienzan a justificarlo como un sacrificio necesario para el retorno de la anhelada democracia.

Estas negociaciones que están comenzando en México entre el chavismo y la falsa oposición no son tales. No son más que una ceremonia protocolar para refrendar acuerdos y concesiones que ya están operando en la práctica. La falsa oposición participará en las elecciones del 21N. Los Estados Unidos cambiarán unas sanciones por otras para aliviar la presión sobre el régimen chavista. El chavismo repartirá algunas migajas en forma de cargos y ordenará la liberación selectiva de algunos inocuos presos políticos. Es posible que haya algunos cambios cosméticos e irrelevantes en el sistema electoral, tales como regreso de tarjetas y adjudicaciones graciosas. Pero lo que sí está claro es que no habrá cambios al régimen político y constitucional que puedan alterar la estabilidad del estado chavista.

Ese acuerdo chimbo y chucuto debe quedar finiquitado antes del 29 de agosto, fecha en la que vencen las postulaciones para los cargos de la estafa electoral del 21 de noviembre. Con la bendición de los Estados Unidos el chavismo y la falsa oposición comienzan una nueva etapa de cohabitación cuyo elemento esencial es el reconocimiento y compromiso recíproco de ambas partes en sostener y defender al estado chavista. Los EEUU celebrarán el resultado como un triunfo de la diplomacia norteamericana para estabilizar la región. Por su parte chavistas y falsos opositores encontrarán una excusa épica para asemejarlo a la firma del acta de la segunda independencia de Venezuela, aunque lo que en realidad se estaría declarando es la extinción de la nación venezolana en manos de unos y otros.- @humbertotweets

 

 

lunes, 9 de agosto de 2021

La mayoría de los venezolanos rechaza las negociaciones chavismo-falsa oposición

            Decir que la inmensa mayoría de los venezolanos rechaza en forma militante las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición es una obviedad. Pero ante la necedad y el empeño de los operadores políticos de ambos bandos en destruir a Venezuela tenemos que insistir en lo que resulta evidente ante los ojos de millones de compatriotas. No solo es lo que indican las pocas encuestas serias que quedan en el país y que no están asociadas a candidatos y agendas. Es lo que dicen muchos venezolanos pública y privadamente al condenar el permanente rito de cohabitación entre chavistas y falsos opositores que ya cumple más de dos décadas.

            Poco importa el nombre que los publicistas le quieran dar. Llámese diálogos, negociaciones, acuerdos, mesas de negociación, etc. Da igual. En el fondo la gente entiende que se trata de la traición continuada de unos operadores políticos que se venden como alternativa y esperanza pero que en el fondo son sostenedores del régimen político chavista. Según la temporada puede cambiar el color y el diseño del empaque, pero el contenido se mantiene intacto. Para el régimen chavista se trata de ganar tiempo y atornillarse en el poder. Para la falsa oposición es validarse como la oposición oficialmente reconocida por el régimen.

            Para la mayoría de los venezolanos no es posible ver lo que ocurre tras bastidores en esas negociaciones entre chavismo y falsa oposición. Lo único que puede apreciar el ojo común es que tras cada ronda de negociaciones el chavismo sigue más aferrado al poder y la falsa oposición celebra sus adjudicaciones electorales en forma de concejales, diputados y gobernadores. Podría decirse que luego de esas negociaciones nada cambia y todo sigue igual. Pero eso no parece justo. La realidad es que la situación es peor y cada vez descubrimos niveles más bajos e insospechados de la destrucción nacional.

El rechazo de los venezolanos a las negociaciones entre chavismo y falsa oposición no es gratuito. Es el resultado de constatar luego de dos décadas que para lo único que ha servido es para que los politiqueros de ambos grupos y sus clientelas sigan parasitando de la política. Para el resto de los venezolanos solo queda miseria y muerte.

Sin embargo, tanto el chavismo como la falsa oposición están condenados a seguir buscando fórmulas de cohabitación dentro del propio régimen. La fórmula negociaciones-elecciones es la que más frutos le han rendido tanto al chavismo como a la falsa oposición. El objetivo de esta formulación es vender la apariencia que sí es posible un cambio dentro del marco del estado chavista y sus instituciones. Así las negociaciones siempre terminan siendo el necesario preámbulo para volver a participar en unas elecciones cuyo resultado ya está previamente decidido. Más que negociar unas supuestas condiciones electorales la falsa oposición siempre ha buscado mejorar el reparto de las adjudicaciones electorales resueltas por el régimen.  

La tramoya sobre la cual se monta esta comedia es la de la ilusión electoral. Esto es esa fantasía que le quieren vender a la gente para hacerle creer que si es posible cambiar de régimen político negociando con el chavismo y participando en la piñata electoral. Pero ya a luego de 22 años son demasiadas elecciones. Las negociaciones siguen redundando en las falacias de siempre para justificar la estafa electoral. Y así seguimos hasta la nueva ronda de negociaciones aumentando cada vez más la desilusión, la desesperanza y el desengaño de millones de venezolanos.

            Desde el descontento y el rechazo hacia la falsa oposición y el régimen chavista hay que construir una nueva dirección política que se distinga por la calidad y fuerza de sus propuestas de lucha. Definitivamente esa nueva vanguardia para enfrentar al régimen chavista no puede estar conformada por partidos políticos que solo buscan beneficiar a sus clientelas. Estamos obligados a explorar nuevas formas organizativas que convoquen a los mejores venezolanos, los más preparados, los honestos para liderizar la lucha por la reconstrucción política y moral del nuevo estado venezolano que no será uno de partidos sino de ciudadanos libres.- @humbertotweets

 

 

 

jueves, 5 de agosto de 2021

La negociación chavismo-falsa oposición es una farsa

            Históricamente las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición siempre han tenido motivaciones pragmáticas y cortoplacistas. En cada ronda de negociaciones que se han sucedido desde el 2002 tanto el régimen chavista como la falsa oposición han buscado beneficios para sí mismos, pero no para millones de venezolanos que son testigos de la tramoya. Para el primero se trata de seguir ganando tiempo y mantenerse en el poder mientras desmonta al estado venezolano e instala el estado comunal chavista. Para la segunda todo se reduce a mantener cierta credibilidad que les permita seguir usufructuando los beneficios de ser parte del régimen como una “oposición” oficialmente aceptada.

Esta ha sido la constante de esas negociaciones que siempre se ofrecen como un remedio bueno para curar cualquier enfermedad, pero que terminan en el mayor descrédito al estrellarse con la realidad. Y esta no es otra que la cohabitación que ha existido desde un principio entre el chavismo y la falsa oposición. En apariencia hay una confrontación, pero esta no es más que un maquillaje para disimular la absoluta lealtad de ambos bandos a la constitución chavista de 1999 y el régimen político que sostiene.

Es cierto que hay presos políticos. Pero en esta danza macabra entre el chavismo y la falsa oposición descubrimos que no todos los presos políticos son iguales. Hay presos políticos que sobreviven y hasta son liberados para dar credibilidad a la tolerancia del régimen y están los otros que verdaderamente han intentado derrocar al régimen político y por eso tienen que pagar con su vida. Para unos hay esperanzas y recompensas, para otros lo único seguro es la muerte.

Esto es el reflejo del diseño chavista que ha creado un marco político dentro del cual es posible jugar a “hacer oposición.” Dentro de este marco el juego permite las críticas, los enfrentamientos, y hasta el chavismo hace la pose de perder y conceder unas elecciones. Todo para validar al régimen político. Hacer política fuera de ese marco significaba hacer oposición real al régimen por la vía de la insurrección civil y militar. Esta oposición, la real y verdadera no está permitida dentro del régimen político chavista. Y es lógico porque es la única que podría provocar su derrocamiento.

Algunos venezolanos se preguntan hasta con  fascinación por que el estado chavista no se mete con algunos personajes de la falsa oposición como Juan Guaidó. O porque otros como Leopoldo López y Antonio Ledezma logran escapar milagrosamente de sus captores y otros, los presos políticos militares por ejemplo, no tienen la misma suerte. Una forma de explicar estas extrañas situaciones es entendiendo la inveterada relación entre el chavismo y la falsa oposición, donde ambos se necesitan mutuamente para validarse el uno al otro sin alterar los factores fundamentales de la ecuación de poder.

El régimen chavista le concede ciertas inmunidades a Juan Guaidó y a otros “opositores” que pueden viajar libremente por Venezuela y actuar políticamente sencillamente porque eso es útil para validar al régimen. Y dejará de ser así cuando ya ese papel no le sirva al estado chavista, entonces es posible que los metan a la cárcel como ya han hecho con otros como Miguel Rodríguez Torres de quien se decía que por conocer los secretos sucios del chavismo era intocable. Y ya sabemos cómo terminó.

Las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición son simplemente otra instancia de esa reiterada cohabitación que siempre ha existido entre ambos. Se trata de una farsa montada solo para incautos a quienes se les quiere hacer creer que de verdad se está negociando algo. La verdad es que faltando escasamente 12 semanas para las elecciones del 21N todo parece ya haber sido negociado. Las condiciones electorales mínimas que siempre han sido la petición de la falsa oposición serán las que ya están en marcha y las que de hecho la falsa oposición ya ha aceptado al entregarse al frenesí electoral. Suponiendo que se proponen y aceptan cambios relevantes al sistema electoral no hay tiempo para implementar estos ajustes. Cualquier cosa que resuelvan esas “negociaciones” en el tema electoral valdrá menos que papel mojado.

Pero eso no es todo. Se intenta dar la sensación que, de alguna forma, el hamponato interino de Guaidó tiene el poder para influir en las decisiones del departamento de estado norteamericano que esperaría una seña de la falsa oposición para suavizar o eventualmente levantar las sanciones contra el estado chavista. No se repara que en este preciso momento ya hay en la práctica una flexibilización de esas sanciones hacia un régimen que sigue realizando sus transacciones comerciales con la ayuda de Rusia, China e Irán con la permisividad de los EEUU. Todo esto está pasando antes incluso que chavismo y falsa oposición se sienten a hacer la parodia de negociar en México. Entonces, ¿De que hablaran cuando se reúnan?

Lo cierto es que no hay negociaciones de verdad entre el chavismo y la falsa oposición. Lo que hay es una gigantesca estafa para engañar a los venezolanos y hacerles creer que hay una puja donde es necesario tomar partido por uno de los bandos sin reparar que en esencia representan lo mismo. El acuerdo de salvación nacional es el marco retórico de unas negociaciones que solo buscan justificar lo que ya es una decisión tomada por parte de la falsa oposición: Ir, si o si, a las elecciones del 21N. No hay negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición. Lo que hay es otra gigantesca estafa política contra los venezolanos, pero esta vez más burda y chapucera. @humbertotweets

 

 

lunes, 2 de agosto de 2021

La extrañas “negociaciones” entre el chavismo y la falsa oposición

            Esta nueva ronda de negociaciones que ha emprendido el régimen chavista y una representación de la falsa oposición no puede ser calificada por menos que extraña y atípica. Habría que revisar e interpretar nuevamente los últimos eventos que han conducido a esta “negociación” para determinar si es tal como nos lo han tratado de vender o si estamos frente a una situación distinta y bien distante de una negociación entre el régimen chavista y la falsa oposición.  

            Abrazada ferozmente a la constitución chavista de 1999 la Asamblea Nacional proclamada en el 2016 instaló el gobierno interino o provisional de Juan Guaidó en enero de 2019.  La política de esa nueva entidad quedaba resumida en tres slogans de mercadeo político: Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. El tiempo demostró que detrás de esos llamados mantras jamás existió un programa efectivo de lucha ni el compromiso para derrocar al régimen chavista. Por el contrario, el interinato se habría convertido en un objetivo en sí mismo para operar como una gigantesca oficina de lobby pero jamás tuvo la voluntad de constituirse como un gobierno alterno al de Nicolás Maduro en Venezuela.

El reconocimiento y apoyo logístico del gobierno norteamericano al interinato de Juan Guaidó dió paso al discurso que insistía en el apoyo de “más de 60 países” al llamado gobierno interino en una situación ambigua que se pensaba, en ese momento, duraría para siempre. Sin embargo, la propia legalidad del estado chavista invocada por el gobierno interino le imponía una fecha de vencimiento específica que solo pudo ser sorteada en forma chapucera extendiendo su duración “hasta que cese la usurpación.” O sea, por tiempo indefinido.

Un “gobierno” que opera en un limbo jurídico, como el interinato de Guaidó, con acceso ilimitado al manejo de los activos de Venezuela en el exterior para pagar a sus operadores y sin la obligación de rendir cuentas a nadie podría perfectamente coexistir con el estado chavista por muchos años y operar con el reconocimiento de varios países, pero fundamentalmente con el de los Estados Unidos. Por lo menos así lo habían pensado los defensores y beneficiarios del interinato hasta que ocurrió el cambio de administración en los EEUU con Joe Biden.

Es precisamente Biden quien, sin una política clara para enfrentar al estado chavista en Venezuela, le imprime nuevas condiciones y velocidades a la relación del estado norteamericano con el llamado gobierno interino de Juan Guaidó. De un apoyo al interinato que parecía tener el sabor de un cheque en blanco los Estados Unidos han virado a una posición que le pone límites en el tiempo.

En una información ofrecida por el empresario de medios Oswaldo Muñoz en mayo de este año, que jamás fue desmentida por los operadores del interinato, se aseguraba que en una reunión celebrada en Bogotá el embajador de los Estados Unidos para Venezuela, James Story, le habría comunicado a los representantes del G-4 que su gobierno dejaría de reconocer al interinato de Juan Guaidó después del 1ro de diciembre de 2021, lo que de hecho equivale a ponerle fecha de vencimiento. Pareciera que los EEUU están urgidos en desentenderse del tema Venezuela y mostrar al mundo algún resultado concreto cualquiera que este sea.

Este inesperado ultimátum es lo que habría inyectado esteroides a la tesis de negociar otra vez con el régimen chavista y provocado el abrupto e improvisado acuerdo de salvación nacional. Pero estas “negociaciones” se comienzan a desarrollar en condiciones sumamente extrañas. El chavismo no solo muestra desinterés sino que desprecia públicamente unas negociaciones que parecieran no ser relevantes para el sostenimiento del régimen. Todo lo que se podría negociar, incluyendo el levantamiento de las sanciones por parte de los EEUU contra Venezuela y las condiciones electorales, ya en la práctica está siendo ejercitado. Así lo demuestra el progresivo ablandamiento de las sanciones internacionales y un proceso electoral en marcha para el cual solo faltan poco más de 12 semanas que contaría con la participación de toda la falsa oposición. Los temas de presos políticos, ayuda humanitaria, y COVID seguramente serán manoseados en una declaración final para ambas partes queden bien y puedan lucir como preocupadas por Venezuela. ¿Qué quedaría por negociar entre el chavismo y la falsa oposición? Nada.

Esta “negociación” entre el régimen chavista y la falsa oposición resulta extraña ante los ojos de millones de venezolanos porque todo lo que se podía negociar ya ha sido previamente entregado por la falsa oposición al chavismo. Estamos frente a la apariencia de una negociación que solo busca enmascarar una decisión que ya ha sido previamente acordada por los operadores del G4 de participar en las elecciones de noviembre y lograr su reinserción en el régimen político chavista como su oposición oficialmente reconocida. Las reuniones, las fotos y los acuerdos de esta extraña “negociación” en realidad serán un intento de enmascarar la nueva fase de cohabitación entre el régimen chavista y su falsa oposición.-  @humbertotweets