jueves, 28 de octubre de 2021

El chavismo su burla de la “justicia internacional”

            Es público y notorio que en Venezuela no hay administración de justicia. El estado chavista apoyado en su constitución de 1999 usa todo su aparato militar y legal para linchar física y moralmente a la población civil, especialmente a quienes sin tener armas se atreven a asumir una posición beligerante frente al régimen. Los asesinatos y las torturas perpetradas por operadores del régimen se planifican y ejecutan a escala masiva y en forma sistemática.

            Desde el punto de vista del derecho positivo penal venezolano los asesinatos y las torturas contra cualquier ciudadano por motivos políticos son crímenes contra las personas que deberían ser juzgados y los culpables condenados a la máxima pena posible de 30 años de presidio. Sin embargo, esto no es así porque los perpetradores de estos crímenes siguen órdenes precisamente del mismo estado chavista cuyas instituciones deberían juzgarlos y condenarlos.

            Aun conscientes de esta realidad, que se impone en forma arrogante e inevitable, las víctimas de torturas y los familiares de los asesinados por enfrentar políticamente al régimen siempre intentan dar la batalla legal dentro del corrupto sistema judicial chavista que les niega toda oportunidad y derecho a recibir justicia.  A los procesados por motivos políticos se les condena sin juicio y sin la presencia de sus abogados. A los torturados se les incrementan los castigos por atreverse a denunciar. La mayoría de los implicados en asesinatos políticos son reubicados y ascendidos en sus cuerpos policiales y militares, salvo unos pocos que son sometidos a simulacros de juicios y a los pocos meses recobran su libertad.

Es admirable la tenacidad -¿o ingenuidad?- de centenares de venezolanos que diariamente acuden al despacho del Fiscal del régimen Tarek William Saab a denunciar los delitos de torturas y asesinatos por motivos políticos con la esperanza de ser escuchados para recibir una burla como respuesta. A estos se suman un grupo de organizaciones civiles que con paciencia y perseverancia se han dado a la tarea de acompañar a las víctimas en su reclamo de justicia ante las oficinas de los propios verdugos del régimen. Parece un contrasentido, y en efecto lo es, pedirle al propio verdugo que castigue a sus esbirros. Pero, ¿qué otra cosa podrían hacer?

Ya son dos décadas de encubrimiento de la tortura y el asesinato por razones políticas bajo el régimen chavista. La mayoría de esos crímenes están sepultados bajo el olvido y la impunidad. Solo una fracción de ellos logra permear las redes sociales sin que ello haga mayor diferencia. Y es que la resignación a que jamás habrá justicia mientras el chavismo esté en el poder ha dado paso a una nueva esperanza: La justicia internacional. Esto es, tratar de lograr en instancias internacionales la justicia que les es negada a los venezolanos en forma sistemática dentro de Venezuela bajo el régimen chavista.

Ahora los delitos contra las personas tipificados en la ley penal venezolana adquieren otra denominación tan difusa como rimbombante, “violaciones a los derechos humanos”. Pareciera entonces que al reconocerse unos derechos humanos universales también se reconocería la existencia de unas instancias supranacionales y extraterritoriales a los Estados que en teoría podrían juzgar y condenar a otros estados y personas por la comisión de esos delitos.

Si bien es cierto que estas instancias para administrar “justicia internacional” existen no es menos cierto que sus decisiones en realidad dependen no de un inexistente derecho internacional sino de la voluntad y los intereses geopolíticos de los estados. En otras palabras, no existe un estado por encima de los estados soberanos que pueda ejecutar una sentencia condenatoria por “violación de los derechos humanos”, a menos que exista la decisión política por parte de un Estado o una coalición de Estados  de intervenir militarmente y ejecutar esas decisiones como ha ocurrido en Irak y Libia, por citar solo dos de reciente data.

¿Por qué el régimen chavista se burla en la cara de la llamada “justicia internacional”? Sencillamente porque puede hacerlo. El Estado chavista se maneja muy bien en los pasillos de esas cortes internacionales porque sabe muy bien que mientras no haya un consenso entre potencias tales como los Estados Unidos, China y Rusia o la decisión unilateral de los EEUU de intervenir en Venezuela militarmente en defensa de sus propios intereses jamás enfrentará el peligro de pagar por crímenes contra los derechos humanos.

Cualquier caso que haya logrado exitosamente atravesar los intrincados laberintos de esos procesos judiciales de la “justicia internacional” y termine en una condena contra el estado chavista y sus esbirros no podrá escapar del ámbito de la política real. Y la realidad es que sin la cooperación del propio estado chavista y sus instituciones esas sentencias serán virtualmente inaplicables. 

Por eso el chavismo se ríe y se seguirá riendo en la cara de las víctimas y sus familiares. Por eso el chavismo se da el lujo de invitar oficialmente al Fiscal de la Corte Penal Internacional Karim Khan para constatar y validar los cambios cosméticos a su régimen carcelario y de torturas. La reubicación de presos políticos en cárceles de presos comunes ha ocurrido en las narices de estos órganos de la llamada “justicia internacional” sin que se hayan pronunciado. Lo que es peor, uno de los más connotados presos políticos del régimen, el General Raúl Isaías Baduel,  es asesinado por el estado chavista en la antesala de la visita del señor Khan y eso no logra ni siquiera una petición de investigación.

Sin el ánimo de desalentar a quienes han abrazado la causa de los derechos humanos y sin desconocer la importancia de la denuncia perseverante y sistemática de los crímenes políticos del chavismo, no se puede fomentar la ilusión de una supuesta “justicia internacional” que se activará para juzgar y condenar a operadores del chavismo por crímenes contra las personas. Eso podría sonar como una causa genuina y altruista pero es tan ingenuo como esperar justicia de los tribunales chavistas controlados por los propios verdugos y coordinados por el esbirro mayor Tarek William Saab.

Para que haya una justicia efectiva y verdadera en Venezuela primero habrá que expulsar del poder al chavismo y la nueva república deberá aprobar las leyes más severas y draconianas que permitan juzgar y condenar a los chavistas que  perpetraron delitos contra las personas, corrigiendo años de burla e impunidad escondidos tras las faldas de una supuesta “justicia internacional.” @humbertotweets

lunes, 25 de octubre de 2021

Los casos Saab, Carvajal y el mito de la Justicia internacional

            Otra evidencia que Venezuela atraviesa por una profunda crisis de estado y no de gobierno es la ausencia de instituciones para garantizar la administración de justicia a los ciudadanos. Hay que insistir en estos temas sobre todo para desenmascarar a quienes desde la falsa oposición alegan que esto se resuelve logrando un concejal aquí y un alcalde más allá. O peor aún, para quienes sueñan con un final negociado, armónico y feliz luego de unas elecciones “libres, justas y verificables” y un gobierno de transición calculado y programado para que resuelva el desastre chavista de dos décadas en tan solo 24 meses.

La violencia que se ejercita desde el estado chavista para someter a la población civil no es improvisada ni casual. Se trata de una violencia aplicada contra los civiles por parte de las fuerzas policiales y militares del régimen en forma “masiva y sistemática” según documentos de organismos e instituciones internacionales que han mostrado interés en el tema. Frente a la violencia que el Estado chavista aplica como política de estado las víctimas no tienen ninguna posibilidad de lograr justicia o reparación de sus verdugos porque sencillamente el régimen chavista está estructurado para validar y celebrar el crimen político sobre todo si es perpetrado por sus propios esbirros.

Las víctimas sobrevivientes y sus familiares no tienen otra opción que, en defensa de su propia dignidad, acudir a instancias fuera de Venezuela para demandar que, en nombre de unos derechos humanos, se haga justicia y se le aplique la ley a un régimen que lincha física y moralmente a sus ciudadanos. Delitos tales como la tortura física y el asesinato que deberían ser castigados conforme al derecho positivo venezolano son, por el contrario,  premiados y alentados como formas de lograr ascensos en los cuerpos policiales y militares del régimen. Al no existir ninguna esperanza de justicia y castigo, ni siquiera con la generosa adjudicación de concejales, alcaldes y concejales a la falsa oposición, a los venezolanos no les queda otra opción que entrar en el indefinido y difuso ámbito de la llamada “Justicia internacional” con la esperanza que “alguien haga algo.”

Los vencedores de la segunda guerra mundial promovieron la creación de diversas instancias y organizaciones para velar por la protección de unos “derechos humanos” atribuidos universalmente a todos los hombres. La invocación de estos derechos universales y la existencia de estos organismos frecuentemente llevan a pensar, en forma errónea, que existe un ámbito extraterritorial a los estados y una instancia supranacional por encima de estos que puede actuar para administrar justicia en cualquier parte del mundo. Para apoyar esta tesis se cita con frecuencia los juicios contra los nazis y muchos otros que han ocurrido desde entonces contra dictadores y genocidas tales como Sadam Hussein y Muammar Gaddafi.

Pero también frecuentemente se ignora que en esos casos lo que está actuando no es un derecho internacional difuso e inexistente en protección de los derechos humanos universales. Lo que allí está operando es la aplicación del derecho positivo de esos países cuyas instituciones han decidido juzgar a personas que son no ciudadanos de esos estados y más concretamente lo que sin duda estaría funcionando es el interés geopolítico de cada estado en reservarse el derecho de juzgar y perseguir a quien represente un peligro para sus propios intereses.

No existe un derecho internacional ni una justicia internacional que entran en acción cuando, por ejemplo, se cometen crímenes contra las personas en el ámbito de los estados. Lo que en realidad existe y está operando en forma activa es la geopolítica en virtud de la cual unos estados usan instancias como la Corte Internacional de Justicia o la Corte Interamericana de los Derechos Humanos para coordinar acciones contra gobiernos y personas que atentan contra los intereses de otros estados. Así ha sido y así seguirá siendo a pesar de las campañas mediáticas para sacralizar y romantizar la defensa de los derechos humanos con la esperanza de encontrar una justicia que le es negada en forma sistemática y masiva a millones de ciudadanos en sus propios países.

En el caso de Venezuela hay cientos de miles de víctimas de la violencia del régimen chavista que esperan con ilusión y esperanza la aplicación de esa justicia internacional en contra de sus verdugos. Ya hemos visto como cientos de casos entran en el laberíntico proceso que aparentemente es el de la justicia internacional pero que en realidad es el de la geopolítica y la diplomacia. Por eso, la realidad es que una sentencia condenatoria contra un estado o un verdugo por parte de estas instancias internacionales servirá de poco o nada si no hay cierto consenso político entre dos o más estados para actuar y castigar a los culpables.

Los procesos contra Alex Saab y “El Pollo” Hugo Carvajal ventilados ante cortes nacionales en España y los Estados Unidos, sumados a otros casos contra Bolichicos y Boliburgueses implicados en delitos de corrupción, verán resultados y condenas más rápidas, expeditas y eficientes que los llevados contra los esbirros del régimen chavista por delitos de lesa humanidad en las instancias internacionales.

Este artículo no intenta desalentar la lucha en la búsqueda de justicia para las víctimas de la violencia política perpetrada por el chavismo en Venezuela, ni siquiera usando un fundamento difuso y etéreo como la violación a los derechos humanos universales. Lo que creemos es que los delitos de corrupción perseguidos y penalizados en países como Estados Unidos, España y Canadá, por citar algunos, permiten explorar el ángulo del derecho positivo penal de esos países para juzgar y condenar crímenes contra las personas perpetrados por el estado chavista y sus esbirros.

Pero, sin perder de vista, en ningún caso, que es la geopolítica y no un indefinido derecho o justicia internacional lo que eventualmente permitirá coordinar las acciones para juzgar y condenar al estado chavista y sus operadores por delitos cometidos según la ley vigente venezolana y la de otros países. Esto no niega que en el futuro los criminales del régimen chavista sean juzgados y condenados a pagar las penas más severas del momento en Venezuela. Sin embargo, antes será necesario un cambio de régimen político y jurídico por uno republicano con instituciones basadas en la ley, el orden, y la justicia - @humbertotweets

jueves, 21 de octubre de 2021

Alex Saab con los colores de Voluntad Popular

            Sin duda la extradición del capo chavista Alex Saab a los Estados Unidos de Norteamérica es un duro golpe para el chavismo -¿Y la falsa oposición?-. No tanto por la información que pueda aportar, la cual aunque sea poca seguro será de gran calidad y utilidad para incriminar a otros chavistas en la sofisticada trama de corrupción y narcolavado en la que se apoya el régimen. El efecto demoledor de la extracción de Saab opera en la psiquis de chavistas y falsos opositores quienes aún se creen inmunes frente a las causas criminales que se les siguen en otros países.

Existe curiosidad e interés por saber cuánto aportará Alex Saab si decide colaborar con la justicia norteamericana para lograr una reducción de la pena por los delitos que ha cometido que podría estar entre los 15 a 25 años en una prisión federal. Sin embargo, el régimen chavista ya ha estado trabajando desde hace varios meses para demostrarle a la familia de Saab que no será abandonado en ninguna instancia del proceso judicial e incluso después de su eventual condena. Es además muy probable que a la familia de Saab, que se mantiene en Venezuela como rehén bajo la protección del régimen, se le haya ofrecido garantías e incentivos económicos suficientes para pagar por el silencio de Saab en los EEUU.  

Los voceros de su familia y el propio Saab se han mostrado desafiantes y renuentes a cooperar con los Estados Unidos validando, por lo menos hasta ahora, la estrategia usada por el régimen para blindar y pagar por el silencio del alto operador chavista. Es el tipo de arreglos que normalmente opera entre sicarios y sus contratantes. Sabedores del alto riesgo de su encargo, que podría terminar en muerte o prisión, el proteger financieramente a la familia del criminal siempre es parte del pago. En el caso de Saab toda la parodia montada por el régimen para presentarlo como diplomático, perseguido político e incluso suspender su participación en las negociaciones con la falsa oposición en México sólo tendría como objetivo darle indudables garantías a su familia que nunca lo abandonaran a él o a ellos para desalentar cualquier debilidad que conduzca a implicar a otros operadores chavistas.

La extradición de Alex Saab a los Estados Unidos envía un potente mensaje a todos los operadores del régimen chavista y de la falsa oposición que de una u otra forma, aunque traten de tapar sus huellas, la justicia de cualquier país que se sienta perjudicado por sus crímenes podría actuar contra ellos. Esto es muy importante porque Saab es uno de los miles de ejemplos del papel que juegan Bolichicos y Boliburgueses como la aceitada bisagra que conecta las operaciones políticas y financieras que operan entre el chavismo y la falsa oposición.

A Alex Saab se le ha presentado como un operador de alto rango del régimen chavista. Y lo es. Pero la misma prensa que lo acusa trata de pasar por debajo de la mesa que Alex Saab también ha servido a los intereses financieros de la falsa oposición, específicamente a los del G4 y, más precisamente aún, los de la pandilla autodenominada “Voluntad Popular”. La exoneración de responsabilidades de Alex Saab por parte de la Asamblea Nacional del 2015 fue una operación supervisada directamente por Leopoldo López y ejecutada por los diputados de VP Juan Guaidó y Freddy Superlano. ¿Cuánto dinero le dio Alex Saab a Voluntad Popular para que lo absolviera de responsabilidades en el caso de los CLAP? Tendría que ser suficiente dinero para que VP y Leopoldo López no solo cerraran filas en defensa de Superlano sino además lo premiaran llevándolo a miembro de la dirección nacional de esa franquicia partidista.

La audacia e impunidad con que actúan los operadores del chavismo para saquear y destruir a Venezuela es la misma que caracteriza a la falsa oposición y Voluntad Popular para hacer exactamente lo mismo desde el llamado gobierno interino de Juan Guaidó. En ambos casos, tanto chavistas como falsos opositores, se creen intocables aunque estén perpetrando delitos en países como los Estados Unidos, Colombia, Canadá e Inglaterra. Y a pesar que cada uno tiene su ámbito definido para robar hay áreas grises de cooperación que permiten utilizar operadores como los Bolichicos o los Boliburgueses quienes prestan sus servicios a ambos bandos sin ningún tipo de discriminación. De hecho el hamponato interino de Juan Guaidó se ha convertido en la planta de tratamiento para reciclar agentes financieros del chavismo.

Los publicistas que paga Voluntad Popular con dineros del narcolavado y la corrupción van a tener que justificar sus pagos emprendiendo un maquillaje más agresivo que borre la asociación de los nombres “Voluntad Popular” y “Leopoldo López” a la corrupción y negociados con el régimen chavista. Ese retoque tendrá que incluir el cambio del color naranja por cualquier otro color antes de las elecciones del 2024 en las que López aspira a competir contra Nicolás Maduro. Es que en los próximos meses veremos desfilar a numerosos operadores del chavismo y de la falsa oposición con bragas anaranjadas, como ya vimos a Alex Saab, y la asociación del color naranja de Voluntad Popular con la corrupción perseguida y castigada en los EEUU será prácticamente inevitable.-  @humbertotweets

lunes, 18 de octubre de 2021

El error del General Baduel

            El asesinato del General Raúl Isaías Baduel en manos del régimen chavista ha provocado las más variadas reacciones. Desde quienes celebran su muerte como el merecido castigo por haber devuelto a Hugo Chávez al poder (o por haberlo traicionado) hasta quienes lo absuelven de todos sus pecados políticos por haber enfrentado años más tarde a su antiguo compañero de armas.

El crimen contra el General Baduel es un tema político complejo que no se puede despachar simplemente entre loas y maldiciones a riesgo de reducirlo a una banalidad. No es un militar más asesinado bajo el régimen chavista. Se trata de uno de los fundadores del movimiento terrorista que emprendió Hugo Chávez para tomar el poder y que tuvo gran influencia mientras fue parte del régimen chavista, aunque esa influencia se disipara en la medida en que aumentaban sus enfrentamientos con Chávez.

Sería un análisis incompleto si se juzga la actuación política y militar del General Raúl Isaías Baduel solo por lo que hizo en sus últimos años de vida dejando a un lado todo lo que hizo al comienzo de su carrera. Hablamos de un militar que en el cenit de su actividad militar también persiguió a sus colegas oficiales por no apoyar al régimen y celebraba su afluencia chavista en jolgorios y saraos con tabacos cubanos y desprovisto de prendas militares.

En la versión de varios oficiales militares que intervinieron en los eventos del 13 de abril de 2002 lo que allí ocurrió fue un realineamiento de comandantes que frente a una percepción de caos abandonan la posición del General Vázquez Velazco para apoyar a Hugo Chávez. Al General Raúl Isaías Baduel le correspondió coordinar la logística para traer nuevamente a Chávez de regreso a Caracas por lo que se le atribuye el haberlo retornado al poder. Pero en tal caso habría que culpar no solo al General Baduel sino a todos los comandantes que en las primeras horas apoyaron al gobierno de Pedro Carmona Estanga y ya antes del anochecer habían regresado a la talanquera chavista. A pesar de que el General Baduel fue uno de varios operadores militares que se coordinaron para apoyar a Chávez se le sigue atribuyendo un resultado que no habría podido completar sin la participación de otros.

El General Baduel siempre justificó su actuación durante ese 13 de abril de 2002 por su apego y fidelidad a la constitución chavista de 1999. Según sus palabras lo correcto era defender al estado y mantener el hilo constitucional que se fundaba en esa constitución. Parecía además muy lógico porque además para ese entonces el General Baduel aún era una pieza fundamental del régimen chavista

            Años más tarde en el 2007 el General Baduel se enfrentaría a Hugo Chávez ante el intento de este por reformar la Constitución para darse él mismo más poder como dueño único y absoluto del estado chavista. Ese intento de reforma no tuvo respaldo popular y se puede decir que la posición política del General Baduel derrota a Chávez y triunfa en defensa de la constitución chavista de 1999.

            En realidad, aunque ya enfrentado a Chávez, el Baduel del 2007 es en esencia el mismo del 2002 porque en ambos casos piensa que el país no solo puede perfectamente operar con arreglo a la constitución chavista de 1999 sino que de ser necesario algún ajuste este sería posible dentro del marco jurídico y político de esa constitución. Y es el mismo Baduel que aun años más tarde siendo un preso del régimen chavista asumiría que dentro de esa constitución de 1999 habría garantías suficientes para hacerle un juicio conforme a derecho.

            La fe ciega del General Baduel en la Constitución chavista de 1999 es la que lo mueve a apoyar a Hugo Chávez en el 2002 y luego su empeño en preservarla tal como el mismo Chávez la había concebido originalmente es lo que motiva su ruptura con Chávez y el chavismo. Y es muy probable que esa misma fe haya influido en su decisión de quedarse en Venezuela durante el breve lapso que estuvo en libertad  entre su primer y segundo encarcelamiento. Sin duda, creer que tendría un juicio justo bajo el estado chavista con garantías en la constitución de 1999 le costó la vida al General Raúl Isaías Baduel.

            Desde nuestra perspectiva el error más grave que cometió el General Baduel no fue apoyar el regreso de Hugo Chávez en abril de 2002, sino más bien las razones que lo motivaron a hacerlo, esto es su defensa de una constitución bajo cuyo imperio se consuma la desintegración y la desaparición de la República de Venezuela.

En nombre de esa constitución que el General Baduel defendió hasta sus últimos días se ha materializado el desmantelamiento de las fuerzas armadas nacionales hoy reducidas a una caricatura. En nombre de esa constitución se ha emprendido en forma resuelta un proceso, que pareciera sin retorno, en el camino a la destrucción nacional. En esa misma constitución se apoya el estado chavista que opera como un sofisticado tinglado de mafias políticas, militares y financieras.

La incapacidad para romper con la constitución chavista de 1999 no solo es un error que cometió el General Raúl Isaías Baduel. Se trata de un error que en forma recurrente hemos visto en otros oficiales militares que tienen el valor y la audacia para levantarse en armas contra el régimen chavista pero carecen de la claridad para comprender la imperiosa necesidad de romper con el estado chavista y su constitución.

Esta falta de claridad es la que conduce a errores tácticos y estratégicos como el suponer que luego de una salida por vías de hecho aún es posible articular una solución política con arreglo a la constitución chavista de 1999, sin reparar que eso solo sería una ilusión momentánea mientras el chavismo regresa al poder de la mano de su propia legalidad.

Si algo hay que cuestionar del General Raúl Isaías Baduel fue su falta de juicio para no asumir plenamente la ruptura con el estado chavista y su régimen jurídico y político. El General Baduel lo pagó con su vida, pero el final ha podido ser otro. Otros oficiales militares que han partido desde las mismas equivocadas premisas también han pagado con su vida o perdido su libertad mientras el chavismo siga en el poder.

Más allá de condenar o absolver al General Raúl Isaías Baduel está el hecho inocultable de su asesinato como un crimen político que confirma, una vez más, que bajo el régimen de la constitución chavista de 1999 no hay garantías...para nadie. Pensar, suponer, esperar lo contrario es una ingenuidad de consecuencias letales.- @humbertotweets

jueves, 14 de octubre de 2021

Impacto del asesinato del General Baduel en las Fuerzas Armadas Chavistas

            El régimen chavista no podrá esconderse tras ningún tecnicismo jurídico para disimular su responsabilidad en el asesinato del General Raúl Isaías Baduel. Es un hecho público y notorio que las condiciones de salud del General Baduel se deterioraron gravemente durante su cautiverio y el régimen chavista en forma deliberada le negó la asistencia médica más elemental. Sus propios carceleros se ufanan contando como la última intervención quirúrgica a que fue sometido el General Baduel lejos de ser un procedimiento médico profesional y riguroso más parecía una horrenda y grotesca carnicería. Hasta un día antes de su muerte la familia del General Raúl Isaías Baduel se quedaba sin voz cansados de pedir lo único que se podía pedir en estos casos: Atención médica.

            La forma como el General Baduel fue humillado y vejado, física y moralmente, no fue producto del antojo arbitrario de sus carceleros, muchos de los cuales resultaron severamente sancionados por no mostrar suficiente saña contra el General. El asesinato progresivo del General Baduel fue decidido por el cogollo del régimen chavista conformado por Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello. Los ejecutores de la sentencia de muerte habrían sido Gustavo Gonzalez López y Tareck William Saab, cada uno con tareas específicas para perpetrar el linchamiento del General. Mientras uno supervisaba directamente las sesiones de tortura el otro le hacía sonrisitas a la Bachelet para que el caso pasara desapercibido, por debajo de la mesa de la diplomacia internacional, como en efecto ocurrió.

            No es que el régimen chavista haya visto en el General Baduel un peligro real para organizar una insurrección militar. Quienes han hecho carrera militar saben perfectamente que aunque sea un magnífico líder y comandante una vez que el oficial está fuera de la estructura pierde toda conexión y relevancia para poder influir en ella. Además en el caso del General Baduel todos aquellos oficiales sospechosos de estar relacionados con él, inclusive cercanos, fueron desincorporados y en su mayoría detenidos. La mejor demostración que la potencial capacidad operativa del General Baduel había sido reducida a cero es que durante su prisión no hubo un solo intento para liberarlo por parte de sus compañeros de armas.

            Se podría tratar de argumentar que el linchamiento del General Raúl Isaías Baduel estaría justificado, desde la óptica del régimen, para evitar que su figura se convirtiera en inspiración a jóvenes y audaces militares como el Capital Juan Carlos Caguaripano. Esto pudo ser cierto hasta hace unos años cuando quien se alistaba en las fuerzas armadas lo hacía para servir a su patria. Las fuerzas armadas de hoy son diferentes. Ya no son las fuerzas armadas de la nación venezolana sino las del régimen chavista que se han degenerado y prostituido en una interminable orgia de corrupción. Es muy improbable que los malandros uniformados de ese cuerpo militar vean un ejemplo a seguir en el General Baduel.

            Es más que evidente que el General Baduel no representaba un peligro real para un régimen que entre todas las opciones a la mano escogió la peor para deshacerse del General. Pero, entonces ¿Cuál podría ser la motivación real para tratar como un trapo a un ser ya moribundo y negarle atención médica hasta provocarle la muerte? El terror. El terror penetra hasta insondables áreas de la psiquis humana donde el halago y las dádivas no logran llegar. Y esto es lo que ha hecho el estado chavista para tener unas fuerzas armadas serviles y sumisas, darles un viscoso cóctel de halagos, dádivas y terror. Por eso, lejos de sentirse avergonzados luego de haber asesinado al General Baduel el régimen chavista no lo esconde, por el contrario, con orgullo lo muestra para que todos (los militares) vean cuál sería su destino si tan solo intentan hacer lo que hizo el General. Hoy es común escuchar a  oficiales alcahuetes y lisonjeros en los cuarteles lamentarse “ay si eso se lo hicieron a Baduel, que podemos esperar los demás…” Y así es como el régimen quiere que se vea.

            Todos los miembros de las Fuerzas Armadas chavistas están advertidos que su destino podría ser el mismo del General Baduel. Ser lacayos del estado chavista y su constitución ya no sería garantía suficiente para sobrevivir porque aun así podrían estar internamente alineados con la mafia equivocada y terminar en iguales o peores condiciones. Los casos del Mayor General Miguel Rodríguez Torres y Carlos Lanz son emblemáticos.

En su conjunto, como organización, las Fuerzas Armadas chavistas operan como una estructura corrupta, prostituida y criminal carente de valores y dignidad. De allí no se puede esperar más que indiferencia frente al asesinato del General Raúl Isaías Baduel. Su muerte no hará ninguna mella en la estructura militar y por el contrario reafirmará la cobardía y el servilismo de los oficiales chavistas.

Quizás quede uno que otro oficial en ese pestilente antro, despreciado masivamente por los venezolanos,  que aún esté “contaminado” con tenues trazos de dignidad y patriotismo. De ser así, es posible que hoy sienta un poco de náusea y esté pensando en hacer algo para superarla sin contar con el colega que está sentado a su lado. Solo el tiempo dirá.- @humbertotweets

lunes, 11 de octubre de 2021

¿Cuál “oposición”?

            Hay un grupo de periodistas, influencers y “analistas” que insisten en llamar “la oposición” a la asociación de franquicias partidistas que desde el llamado G4 y el Interinato alientan una política de reconocer y colaborar con el régimen chavista como una extraña forma de oponerse. Es posible que algunos insistan en esta denominación simplemente por ignorancia o pereza mental para el análisis político riguroso pero con toda certeza que hay otros que lo hacen porque forman parte de la nómina o bien del régimen chavista o del hamponato interino de Juan Guaidó.

            La idea de “la oposición” referida exclusivamente como aquella que se entiende electoralmente con el régimen chavista es engañosa y tiene que ser examinada para evitar confusiones que terminan ayudando al sostenimiento del régimen. Hablar de “la oposición” pareciera implicar que hay una sola entidad que, aunque esté bifurcada entre el G4 y Los Alacranes, es la única alternativa frente al chavismo y según esto agotaría todas las formas de oponerse al régimen porque no habría más.

Además casi siempre esa idea va asociada con el ilusorio deseo de la pretendida y cacareada “unidad de la oposición” y de allí se comienzan a desprender mitos tales como esperar un triunfo electoral de esa oposición si tan solo fuese capaz de ir unida a elecciones como las del 21N. Esta falacia sostenida incluso por reconocidos periodistas asume a priori que el Estado chavista ofrece garantías políticas para entregar el poder en el caso que pierda las elecciones dentro de su sistema electoral. Este razonamiento pareciera que a propósito ignora que el problema de fondo no es el gobierno sino el Estado chavista con sus mafias políticas, militares y financieras cuya tarea fundamental es replicar al régimen chavista y sus instituciones hasta que sean expulsados del poder.

            Incluso si admitimos que lo que hace el G4 y Los Alacranes es oposición habría que clasificarlos y ser más específicos para caracterizarlos por el tipo de oposición que practican. También habría que considerar a un vasto espectro conformado por varios tipos de oposición como por ejemplo la que han ejercitado los militares insurrectos o quienes proponemos una salida no electoral al régimen chavista. En esos campos también hay diferencias y matices que no se pueden ignorar como formas de enfrentar al régimen. Todo lo cual debería llevar a estos periodistas, influencers y “analistas” a considerar que en realidad “la oposición” no existe, es más bien un mito fabricado para reducir el campo de la confrontación exclusivamente a quienes “se oponen” al régimen chavista en una forma que le favorece y este responde en consecuencia reconociendo a esa como su oposición oficial.

            Cuando se habla del G4 con su Interinato y Los Alacranes sería mucho más preciso referirlos como “la oposición electoral” porque en la práctica participan en las elecciones organizadas por el régimen. Pero habría que diferenciarlos de otros grupos de la oposición que sin ser parte del G4 ni Los Alacranes ahora se oponen a estas elecciones del 21N aunque participaron en todas las anteriores. ¿Cómo clasificarlos? Esto solo confirma que hay muchas más “oposiciones” que las reconocidas por los manipuladores mediáticos caracterizadas por sus posiciones no solo frente al gobierno (de Nicolás Maduro) sino también frente al Estado (chavista).

            Y es que la idea de oposición implica simultáneamente algo a lo que se opone. Desde 1999 la concepción política dominante en casi todos los partidos políticos en Venezuela ha sido la de oponerse al gobierno (de Chávez primero y luego al de Maduro), pero siempre apegados en forma rigurosa a la Constitución de 1999 y las leyes del Estado chavista. Esto se traduce en su disposición de jugar dentro de las viciadas reglas del juego político chavista sin trastocar la esencia de su Estado o régimen político.

            Desde nuestra perspectiva “la oposición” que se opone electoralmente a los gobiernos pero que llama a reconocer al Estado chavista es un tipo de oposición cuya política no representa una alternativa real frente al régimen político. Esto es una caricatura o mueca de oposición que le es útil al régimen para el circo electoral pero que no conduce a derrotar al Estado chavista. Por eso desde nuestras coordenadas preferimos caracterizarla como una falsa “oposición” porque no es una oposición real al régimen político sino más bien su mejor colaborador para mantener intacto su orden.

            No se piense que esta es una diferencia meramente semántica. La posición que se defina frente al Estado chavista es lo que debe establecer si se está o no en oposición (a ese Estado) y es quizás la definición política más importante para comenzar a reconstruir y coordinar ese vasto universo que conforma la verdadera oposición venezolana.- @humbertotweets

jueves, 7 de octubre de 2021

Votar el 21N es legitimar la corrupción

            La destrucción de Venezuela como nación soberana avanza rápidamente en medio de la indiferencia de chavistas y falsos opositores que le siguen dando palos a la piñata de la hacienda pública en un intento desesperado de raspar la olla y agarrar lo que sea. El saqueo que ha perpetrado el chavismo en estos veinte años trata de ser superado por los operadores del interinato quienes en menos tiempo han desfalcado tanto o quizás más que los chavistas en dos décadas. No hay manera de saberlo porque el interinato opera en un limbo legal que no le obliga a rendirle cuentas a nadie.

            El chavismo quebró todas las industrias que estaban en manos del estado. Las empresas básicas de Guayana, que fueron orgullo de los gobiernos pre chavistas porque al menos producían suficiente para el ingreso a la hacienda pública y el pago de clientelas sindicales, hoy han sido reducidas a pura chatarra. La industria petrolera en manos del chavismo dejó de ser tal para ser la caja chica del gobierno al punto que hoy es prácticamente inexistente.

Por cierto, es hipócrita culpar exclusivamente a Rafael Ramírez del desastre de PDVSA y tratar de pasar por debajo de la mesa el hecho público y notorio que el operador de marras no solo seguía órdenes directas de Hugo Chávez y además le repartía dinero a los falsos opositores. Ramírez y sus beneficiarios deben pagar las más altas penas que la nueva república pueda fijar por los delitos de corrupción y traición a la patria.

El desmantelamiento de las industrias del estado venezolano es tan solo una parte del desastre económico que golpea a los venezolanos. El régimen chavista y sus inviables políticas económicas solo diseñadas para el narcolavado destruyó el bolívar como signo monetario soberano y nacional. El estado chavista ya va por su tercer ciclo de megadevaluación de la moneda asignando cada vez nombres más ridículos y caricaturescos. Si siguen en el poder vendrán más megadevaluaciones las cuales serán corregidas con el dudoso arte de borrar ceros a los billetes hasta que el colapso definitivo de la economía golpee en forma contundente al único sector que sostiene al régimen que son sus fuerzas armadas.

Como consecuencia del grave colapso económico Venezuela sufre una insalvable crisis social que en forma melódica y eufemística llaman humanitaria. La inseguridad y la ausencia de oportunidades dignas de empleo han obligado a millones de venezolanos a emigrar. Las cifras más conservadoras hablan de más de siete millones de compatriotas que recorren el mundo en busca de las oportunidades que el chavismo y la falsa oposición les negaron en Venezuela.

El modelo político y económico del estado chavista está diseñado para nunca dejar el poder aunque la república agonice o incluso muera. Hace tan solo un par de años la inefable Delcy Rodríguez advertía que primero muertos antes que entregar algún día el poder. Por eso a pesar del indetenible deterioro y desintegración de la nación venezolana el chavismo sigue aferrado y no soltará el poder hasta que sea expulsado por la fuerza, no por las políticas colaboracionistas y acomodaticias de la falsa oposición.

Pero los chavistas no son los únicos empeñados en hacerse ricos con la destrucción de Venezuela. Los falsos opositores también tienen responsabilidad en ese empeño y en el caso de estos operadores es por partida doble. A la falsa oposición le toca la responsabilidad de haber practicado el celestinaje político para aparearse con el régimen chavista a cambio de dádivas y prebendas así como su propia cuota de saqueo y destrucción.

Si el chavismo desmanteló las industrias básicas y acabó con la industria petrolera la falsa oposición no se ha quedado atrás y ya quebró Monómeros. Parafraseando las  palabras del economista Francisco Rodríguez, Monómeros sobrevivió a casi dos décadas de la corrupción chavista pero sucumbió en tan solo dos años en manos del interinato corrupto de Juan Guaidó y la falsa oposición. Y la quiebra de Monómeros debe servir de advertencia oportuna que algo igual o peor podría ocurrir si el hamponato interino de Guaidó sigue manejando Citgo.

Al igual que el chavismo quebró PDVSA al hacerla su caja chica sin rendir cuentas los operadores del hamponato interino han usado a Monómeros y Citgo como su pequeño flujo de caja para pagar la campaña mediática de Leopoldo López (quien en realidad maneja el interinato) y las nóminas de las clientelas de Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo.

No hay diferencia entre uno y otro saqueo. Aunque la inmoralidad en la que se amparan los operadores de la falsa oposición los obligue a rezongar que es preferible que los falsos opositores se roben los activos a que lo hagan los chavistas. Este tipo de inmoralidad es la que ha permitido el linchamiento mediático de periodistas y ciudadanos que se han atrevido a denunciar la corrupción campante de la falsa oposición. Hay quienes llegan al extremo de decir que exponer la corrupción política y administrativa del interinato de Juan Guaidó es debilitar a la oposición y hacerle el juego al chavismo.

Para los venezolanos este 21 de noviembre no hay motivos para ir a votar. Las opciones son entre dos facciones que defienden la misma constitución y el mismo régimen político corrupto. Habría que escoger entre los candidatos corruptos del chavismo y los candidatos corruptos de la falsa oposición mientras el zorro de la política criolla Henry Ramos Allup se frota las manos y con cinismo dice: “Vayan a votar porque eso es lo que hay.” Chavismo y falsa oposición serían los beneficiarios del falso dilema de escoger entre el malo y el peor.

Aparte de la corrupción administrativa, que como incurable gangrena se traga a la nación, está quizás el problema más grave aún que es el  de la corrupción política. Esto es tener que continuar avalando al estado chavista y su constitución mediante estafas electorales completamente inútiles para salvar a la república y sólo justificadas por la voracidad de chavistas y falsos opositores en seguir parasitando la hacienda pública.

Votar el 21 de Noviembre, y en cualquier otra elección organizada por el estado chavista, es avalar la corrupción administrativa y política que está destruyendo nuestra nación venezolana. No votar equivale a rechazar por igual al chavismo y la falsa oposición. Y si la abstención militante se convierte en una práctica recurrente y masiva quizás pueda marcar el inicio en la construcción de un nuevo eje de insurrección política y militar que liquide a un régimen político que beneficia por igual a chavistas y falsos opositores.- @humbertotweets

lunes, 4 de octubre de 2021

Los guachimanes del régimen chavista

            La corrupción en el manejo de los activos de Venezuela en el exterior es la medida de lo que hipotéticamente sería un gobierno de la falsa oposición. No sería diferente al saqueo que el chavismo ha perpetrado contra la hacienda pública. Quizás la única diferencia sea que estos, a diferencia de aquellos, preferirían usar una franela anaranjada o amarilla, no roja. La impunidad y el caradurismo se mantienen intactos en ambos casos para justificar el robo de los recursos nacionales en nombre del pueblo.

            Pero si ambos están robando en tiempo real y dándole palos a la misma piñata ?que convierte a la falsa oposición en un lumpen peor que el chavismo? Es la estafa y el engaño continuado de la falsa oposición que insiste en presentarse como una alternativa política y moral frente al chavismo sin serlo. A lo sumo la falsa oposición no es más que una reedición de las prácticas chavistas que han arruinado a Venezuela.

No es así porque yo lo diga. Es así porque la propia falsa oposición a través del hamponato  interino que dirige Juan Guaidó se ha encargado de demostrarlo una y otra vez. Desde su inicio el mal llamado gobierno interino se dio a la tarea de repartirse los cargos, los contratos y los recursos entre los partidos del G4: Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. A este primer anillo de corrupción hay que agregar otro conformado por pequeños partidos pedigüeños cuya política es vivir de sus siglas para medrar del G4 y otro anillo más pequeño aún conformado por los partidos de la llamada Fracción 16 de Julio que hace ambiguas y calculadas críticas al interinato, pero lo sigue apoyando.

Los repartos de las prebendas en el interinato de Guaidó siguen más o menos ese mismo orden. El G4 se queda con casi todo y le lanza algo a los demás partidos de bolsillo para asegurar una cierta mayoría numérica en su Asamblea Nacional. Los de la Fracción 16 de Julio no entran, o quizás no quieren entrar, en ese reparto pero cómodamente siguen apoyando tanto a la AN del 2015 como al llamado gobierno interino de Juan Guaidó con reservas, según dicen. Es posible que encuentren algún alivio moral imaginándose a sí mismos  con un pañuelo en la nariz para seguir coexistiendo con el resto zambullidos en el mismo pantano. 

Todos estos partidos, sin excepción, buscan un cambio de gobierno dentro del marco jurídico y político de la constitución chavista de 1999. En el fondo estos partidos lo que en verdad quieren es heredar el estado chavista con todas sus potestades para hacer exactamente lo que hoy están haciendo desde el interinato que no es nada diferente a lo que el chavismo hace en Venezuela.

            El mejor ejemplo de esto es el enfrentamiento entre Voluntad Popular y Primero Justicia por el control de activos de Venezuela en el exterior tales como Monómeros y Citgo. Julio Borges de Primero Justicia de repente descubre que no es conveniente ni apropiado que la Asamblea Nacional del 2015 y el interinato estén manejando esos activos. La protesta de Borges es en realidad un reclamo al reparto desproporcionado de la piñata dentro del G4 dónde Voluntad Popular se ha quedado prácticamente con todo dejando por fuera a los otros socios del pacto quienes ahora aprovechan para pasar factura. Esto no es más que un ajuste de cuentas entre pranes.

            Julio Borges justificaba la presencia de operadores de los partidos del G4 en las gerencias de Monómeros porque según él estos estarían haciendo el papel de guachimanes independientes de esas transacciones. Sin embargo, el propio Borges admite ahora que eso fue un error y que esos activos (Monómeros, Citgo, etc.) no deberían estar en manos de los partidos. El objetivo de Borges no es emprender una cruzada por la moral y la decencia pública sino tratar de arrebatarle a Voluntad Popular algo de los activos y castigarlos por ser malos repartidores de la torta.

            Todos los partidos que forman parte de la Asamblea del 2015, sin excepción, son responsables de la corrupción en que ha degenerado el llamado gobierno interino y que es presidido por Juan Guaidó. Todos esos partidos, por acción u omisión, se han beneficiado al apoyar y tolerar un gobierno que nunca actuó como tal sino como una gestoría de cargos y contratos. Todos esos partidos con sus prácticas viciadas solo han demostrado que quieren sacar al chavismo del gobierno para continuar en lo mismo. En buena medida los partidos de la falsa oposición actúan como verdaderos guachimanes del corrupto estado chavista el cual no aspiran a destruir sino a hacer más eficiente.- @humbertotweets

domingo, 3 de octubre de 2021

VP o PJ: ¿Quién se queda con Monómeros?

            El degredo de la falsa oposición venezolana (G4, Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, y otros) es tan asqueante que no se exagera cuando se dice que comparados con el chavismo estos son definitivamente peores. No se trata tan solo del eterno colaboracionismo para vivir de las migajas que les tira el régimen chavista. A esto hay que sumar el saqueo de los activos de Venezuela en el exterior perpetrado por el hamponato interino una vez que se les presentó la oportunidad de ser una suerte de gobierno paralelo reconocido por  varios países, sin poder real de estado pero con la capacidad de administrar los bienes de Venezuela en el exterior.

            La comparación con el chavismo es necesaria y obligante porque la falsa oposición insiste en presentarse como una opción política  frente al régimen chavista, sin ser tal. Para ser una alternativa frente al chavismo la falsa oposición primero debería ser una alternativa moral que se diferencia totalmente de lo que ha significado el chavismo en Venezuela. Esto sería equivalente a articular una política basada en la honestidad y la pulcritud en el manejo de la hacienda pública que ha sido saqueada en manos del chavismo.

            Pero muy lejos de eso lo primero que hizo la falsa oposición una vez instalado el gobierno interino de Juan Guaidó fue comenzar a darle palos a la piñata de los activos de Venezuela en el exterior. Hicieron exactamente lo que el chavismo viene haciendo en Venezuela desde 1999, pero los falsos opositores lo hacen con el caradurismo de venderse como una alternativa política que en teoría sería distinta al chavismo.

            La forma como el interinato de Juan Guaidó en nombre del gobierno colegiado de la falsa oposición ha manejado Monómeros y Citgo es una pequeña medida de lo que serían capaces si alguna vez llegan a tomar el poder en Venezuela. Un gobierno en manos de la falsa oposición en Venezuela sería algo así como un chavismo sin Chávez o la continuación de la corrupción y el saqueo que realiza el gobierno de Nicolás Maduro. La única diferencia quizás sea que estos usen una boina azul mientras aquellos usaban la roja para darle palos a la piñata de los dineros de la nación.

            No es poca cosa lo que está en juego. Son miles de millones de dólares cuya disputa por el mal reparto ha provocado la crisis terminal del hamponato interino de Juan Guaidó. Al principio el G4 (VP, PJ, AD y UNT) se repartieron el control de Citgo y Monómeros para usarlas como caja chica de sus clientelas partidistas. Sin embargo, la tajada más grande, esto quiere decir los  cargos administrativos que deciden sobre las finanzas y los contratos, quedaron en su mayoría en manos de los operadores de Voluntad Popular. Se llegó al extremo que los gerentes de estas empresas que eran cuota de VP le presentaban puntos de cuenta a Leopoldo López cuya campaña mediática se ha pagado con esos recursos.

            El interinato de Juan Guaidó está condenado a desaparecer de una u otra forma para finales de año. Por una parte los Estados Unidos ya informaron que no continuarán apoyando a ese híbrido legal más allá de diciembre de 2021. La propia Asamblea Nacional del 2015 acordó que funcionaría hasta el 5 de enero del 2022. No se puede descartar otra prórroga dependiendo de cómo vayan las negociaciones con el régimen chavista, pero esto requeriría un nuevo acuerdo político con una nueva mayoría que no incluya a los de Voluntad Popular.  Entonces es la certeza que los negocios del interinato están a punto de terminar es lo que provoca el pánico en la falsa oposición y la empuja a unas negociaciones desesperadas con el chavismo para pedir clemencia y reinserción en un régimen que siempre les concede  algo.

            Pero aun en medio de las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición está por definirse qué va a pasar con Monómeros y Citgo. El chavismo lo puso como punto prioritario en las negociaciones de México y seguramente espera que como resultado de los acuerdos con la falsa oposición estas empresas regresen a su control. Sin embargo las últimas declaraciones de Julio Borges y Juan Guaidó donde públicamente se echan las culpas y se disputan el control de Monómeros ponen en evidencia que hay una fuerza muy poderosa que los arrastra a ambos a no desprenderse de esa empresa a pesar de las negociaciones con el chavismo en México.

            Varias veces hemos advertido en esta columna exclusiva para La Razón de las arteras maniobras de la falsa oposición para continuar parasitando la política de la mano del chavismo. Lo advertimos temprano cuando se les denunció por buscar una nueva negociación con el chavismo, aunque ellos lo negaron. Insistimos nuevamente cuando denunciamos que la falsa oposición participaría a las elecciones del 21N independientemente de los resultados de las negociaciones y ellos dijeron que no.

En la misma línea hoy tenemos que agregar otra advertencia. Es muy probable que un sector de la falsa oposición haya sacado ya las cuentas y decidido que intentar quedarse con Monómeros y Citgo es más rentable que  recibir las migajas del chavismo. Mejor ser cabeza de ratón que cola de león, dicen. No importa si esta se convierte en la excusa para romper las negociaciones con el chavismo. Total, este también  ha incumplido sus promesas varias veces. Dependerá de cómo actúan las autoridades de los países donde están ubicados estos activos determinar quién se queda con su control, si Voluntad Popular o Primero Justicia con su nueva tesis del fideicomiso. ¿Cumplirá el chavismo las cuotas burocráticas y las prebendas que le ha prometido a la falsa oposición si no le entregan el control de Monómeros y Citgo? El tono de Borges y Guaidó deja en el ambiente la sensación de que alguien está a punto de escaparse con la cabuya en la pata.-  @humbertotweets