jueves, 28 de diciembre de 2023

El horizonte de una verdadera oposición que se asuma como oposición verdadera

            En algún momento habrá que detener la frenética obsesión con el circo electoral para repensar porque, a pesar de haber llevado a Venezuela al colapso, el chavismo sigue en el poder.

Venezuela está en su peor momento no porque las simbólicas e inútiles sanciones que le han aplicado los Estados Unidos y otros países al gobierno venezolano hayan afectado de alguna forma su capacidad para operar.

El descalabro de Venezuela es el resultado de un proceso sistemático de destrucción de la economía y las instituciones cuyo efecto se ha acumulado y multiplicado en los últimos 24 años.

Sin embargo, a pesar de la acción depredadora del chavismo sobre la sociedad venezolana no parecen existir los mecanismos institucionales para corregir y reparar el daño.

Esto se debe  que las instituciones del Estado venezolano, que antes respondían a los intereses de la nación en un esquema de pesos y contrapesos que más o menos funcionaba, han sido sustituidas por otras que obedecen a los intereses del grupo que gobierna. 

La dificultad mayor que se plantea a la hora de hacerle oposición al chavismo es tener que enfrentar el control que éste ejercita para modificar y alterar las reglas del juego electoral a su conveniencia.

Frente a esto no se puede decir que la llamada oposición venezolana siquiera haya tenido una estrategia zigzagueante sino más bien que ha carecido de una estrategia y ha fracasado a la hora de caracterizar al adversario que dice confrontar.

La incapacidad para articular una oposición efectiva y verdadera se manifiesta en reducir el ámbito de la confrontación política a lo estrictamente electoral a sabiendas que esas son arenas movedizas y traicioneras que no ofrecen más que una ilusión de cambio sin posibilidades materiales de realizarse.

El chavismo sigue en el poder no solo por la ventaja de disponer sin límites de los poderes del Estado sino también por las debilidades de una oposición que ha renunciado deliberadamente a organizar a la sociedad para el combate político.

Esta distinción es clave si se quiere ver la diferencia para poder avanzar. Una cosa es vivir al ritmo del calendario electoral del chavismo, de una elección a otra, sin garantías ni condiciones, y otra sería insertarse en las luchas sociales reales por salarios justos, servicios eficientes y respeto a la vida y la familia, por citar algunas.

Ya en otros artículos en este mismo medio hemos planteado la necesidad de reorganizar los sindicatos y gremios, no para ponerlos al servicio de la agenda electoral de los partidos, sino para que actúen como verdaderos ejes de la lucha política y social en Venezuela.

Una verdadera oposición en Venezuela que además tenga la voluntad de asumirse como una oposición verdadera debe desembrujarse de las ilusiones electorales y abrazar la política que, en un proceso complejo de luchas sociales y acumulación de fuerzas, logre la masa crítica para provocar el cambio. Pero eso requiere claridad, no improvisación; voluntad, no voluntarismo; y paciencia, no cortoplacismo.- @humbertotweets

lunes, 25 de diciembre de 2023

Deserciones masivas en las FANB chavistas

            Como unos verdaderos artistas del truco político los chavistas hacen sus mejores esfuerzos para desviar la atención hacia la aparente confrontación con Guyana y el debate bizantino sobre la farsa electoral del 2024. Con medidas efectistas para una supuesta defensa del Esequibo y el debate para autorizar al candidato de la falsa oposición en su mano derecha el régimen chavista intenta distraer lo que hace con su mano izquierda.

            Y es que contrario a lo que creen y predican varios políticos, periodistas y analistas el foco de la atención debería estar hoy lo que está ocurriendo dentro de las Fuerzas Armadas chavistas más que en las posibilidades de triunfo de un candidato de la falsa oposición en unas elecciones con fecha incierta y con un resultado predecible una vez que se consume la estafa.

            Porque ese cuerpo es precisamente una de las dos columnas en las cuales se apoya el régimen chavista que ha reducido las fuerzas militares a su brazo armado para imponerse sobre la población civil desarmada. Siendo la otra columna del régimen su tinglado político y jurídico que le permite crear una legalidad a la medida de sus necesidades y en contra de los intereses de la nación venezolana.

            Pero a pesar de que el ingreso y el ascenso dentro de las FANB chavistas está reservado exclusivamente a quienes juren lealtad a su devaluada revolución, esta estructura no está exenta de las precariedades y contradicciones que afectan al resto de los venezolanos. Esto quiere decir que a pesar de que en principio todos entran por el mismo anillo de la incondicionalidad y el lavado de cerebro del régimen, en el camino, estos mismos efectivos militares van encontrando citas sucesivas y frecuentes con la realidad. 

El ser parte de una organización que defiende un régimen político y un legado que está destruyendo a la propia institución armada y al mismo tiempo a toda la nación ha generado graves contradicciones en muchos oficiales. En algunos casos se convierten en contradicciones insalvables dejando como únicos caminos honorables, desde el punto de vista de la doctrina militar, la rebelión o la deserción.

No es solo el contexto institucional caracterizado por la corrupción y desprofesionalización de la carrera militar el que obliga a replantearse la relación con las FANB. A esto hay que agregar un contexto familiar en el cual conviven estos oficiales y soldados que tienen que regresar a sus casas para ver como la calidad de vida de sus familias e hijos se deterioran por culpa del régimen chavista que ellos apoyan con las armas.

La propaganda chavista intenta buscar formas de racionalizar las condiciones de miseria e indigencia en que se encuentra el 90% de los militares venezolanos que no reciben los beneficios de aquellos que sí están efectivamente enchufados. Pero la miseria es más potente que la propaganda y el personal militar tiene que resignarse a vivir con salarios de hambre mientras sus generales y comandantes roban a sus anchas.

Para aliviar un poco esta presión el régimen chavista combinó una campaña de propaganda culpando a los Estados Unidos y sus simbólicas sanciones por la miseria en que se encuentran los militares venezolanos con llamados a que se convirtieran en “emprendedores”. Todo el mundo entendió que eso era algo así como un llamado a la tropa a seguir el ejemplo de sus superiores, o sea que roben los de arriba y los de abajo. El problema no queda resuelto porque mientras los de arriba saquean en petrodólares los de abajo tienen que conformarse con cobrar comisiones en bolívares megadevaluados. Otros se rebuscan vendiendo en el mercado negro todo lo que pueden hurtar de los cuarteles, desde armas, municiones hasta sillas y cubiertos. Cualquier cosa que pueda ser tranzada para sobrevivir en la economía chavista.

La verdadera razón por la cual Nicolás Maduro no asiste, ni asistirá en lo sucesivo, a ningún desfile militar no es como dicen los chavistas por un riesgo de magnicidio organizado por la oposición. El temor es que con el gran descontento que hay en la tropa y oficialidad algún espontáneo, por cuenta propia, decida atentar contra un Comandante en Jefe que casi nadie respeta en los cuarteles.

Con esta realidad tienen que acostarse y levantarse cada día Vladimir Padrino López quien hoy luce como un muro de contención de la crisis militar, pero fracturado y en proceso de derrumbe. Eso explica en buena medida ese clima que hoy se vive en las FANB chavistas donde nadie confía en nadie y todos vigilan a todos como sospechosos de una conspiración. Ya no hay suficientes agentes cubanos para vigilar los movimientos de todos los oficiales, ni capacidad para procesar informes contradictorios de inteligencia.

La constatación de la gravedad de esta crisis dentro de las FANB chavistas es la decisión de la Comandancia General de la Guardia Nacional Bolivariana del 5 de diciembre de 2023 al dar de baja a casi 300 oficiales de ese componente militar. Para entender esta medida hay que tomar en cuenta que la mayor cantidad de presos políticos militares pertenecen a la Guardia Nacional y que hasta ahora el régimen venía negando sistemáticamente todas las solicitudes de baja. Es probable que la prudencia de Padrino López haya recomendado salir de aquellos oficiales que no son leales al 100% en lugar de tenerlos adentro y ser tomados por sorpresa en el futuro.

La aprobación de estas solicitudes de baja es un reconocimiento a las deserciones masivas que han ocurrido en los últimos meses. En más de 10 millones de venezolanos que han abandonado el país muy probablemente hay un gran número de oficiales militares a quienes su solicitud de baja les fue negada. De hecho uno de los temores del alto mando militar es que con el cambio de turnos por el asueto de navidad y luego de año nuevo muchos que se van de vacaciones no regresen.

Los que abandonan las FANB chavistas, por una vía u otra, son tan importantes como los que se quedan. En ambos casos se puede corroborar las graves contradicciones que amenazan con implosionar o subvertir el orden en uno de los factores que ha sido clave para sostener la tiranía chavista-madurista en el poder por más de dos décadas.- @humbertotweets

jueves, 21 de diciembre de 2023

La coherencia detrás de la incoherencia

La popularidad de la que aún hoy disfruta María Corina Machado no surgió de la noche a la mañana. Es el resultado de un claro proceso de distanciamiento y diferenciación entre ella y quienes se ofrecían como alternativa al chavismo desde la oposición.

Una de las muchas críticas que se le hace a esa oposición de la MUD/Plataforma Unitaria es su disposición a seguir negociando con el chavismo y participando en elecciones sin que esas negociaciones produzcan algún resultado y, quizás lo más grave, aceptando ir a elecciones sin condiciones ni garantías electorales.

María Corina Machado siempre fue la voz disonante frente a esa oposición acuñando con gran acierto aquella consigna que decía “En tiranía no se vota”. Cada vez que la oposición se disponía a entrar en una nueva etapa de negociaciones-elecciones aparecía María Corina como aguafiestas.

Las críticas más duras e inclementes que María Corina haya recibido en su carrera política no vinieron precisamente del chavismo sino de esa oposición cuyo discurso quedaba al desnudo como colaboracionista e inviable al ser fustigado por quien, con toda razón en ese momento, fue rebautizada como María Coraje.

Porque oponerse al régimen chavista es una cosa pero denunciar a una oposición que le hace el juego requiere claridad y coraje. Por ello fue acusada de divisionista y enemiga de la unidad opositora que es el peor pecado del que se pueda acusar a alguien que se quiera presentar como opositor.

Sin que la premisa fundamental de su consigna haya cambiado, porque aun seguimos en tiranía, María Corina en un momento que no es fácil precisar cambió el tono y el contenido de su mensaje para llamar a votar en resistencia.

El escepticismo y la duda de sus propios seguidores, aún sorprendidos por la decisión de la ahora candidata, tuvo que ser tratado con una nueva consigna. Llegar hasta el final. El mensaje más o menos sugiere que aunque ahora se adopte la táctica de votar en tiranía esta vez, a diferencia de los otros candidatos opositores en el pasado, se trataba de ganar y cobrar. En tiranía, por supuesto.

María Corina logró ganar la Primaria opositora sin tener que responder la incómoda pregunta por qué en tiranía ahora si se vota, o sea una razón política de peso más allá de que ahora ella es la candidata de la oposición.

Pero esa no sería la única ni la última de sus contradicciones. Poco a poco ella se ha venido abrazando con los opositores que antes cuestionaba por razones morales y a su vez abrazando el discurso y las políticas de la MUD para hacerlas suyas. 

Hay quienes ven en esto una dramática incoherencia, y lo es. Pero esa incoherencia le abre paso a una postura coherente con esa oposición y con su disposición de participar en elecciones sin condiciones ni garantías.

Porque no se puede ir a elecciones en una tiranía sin aceptar sus reglas de juego. Eso sí sería una incoherencia.- @humbertotweets

lunes, 18 de diciembre de 2023

La FANB chavista no está en condiciones de enfrentar a Guyana

            Para entender la naturaleza de las acciones que toma el régimen chavista y descifrar cuál es su verdadera intención lo que nunca hay que perder de vista es que siempre sus planes y programas buscarán asegurar la permanencia del Estado chavista al precio que sea. Si esta noción de “al precio que sea” no se tiene clara se puede caer en dispersiones, divagaciones y hasta en contradicciones como las que hoy acosan a la falsa oposición venezolana. Una falsa oposición prisionera de sus propias fantasías y clichés según los cuales con una combinación de incentivos y amenazas creíbles el chavismo accedería, algún día,  a entregar el poder.

Los últimos movimientos del régimen chavista, después del referéndum del Esequibo, efectivamente apuntan a una estrategia que en el mediano y, eventualmente, largo plazo el objetivo ulterior es usar el conflicto con Guyana como una justificación para suspender o posponer legalmente las elecciones que estarían programadas para el 2024.

La reunión entre Irfaan Ali y Nicolás Maduro terminó con una declaración retórica y diplomática de ambos mandatarios comprometiéndose “...a continuar con el diálogo sobre cualquier otro asunto pendiente de importancia mutua y a abstenerse ya sea de palabra o de hecho, de intensificar cualquier conflicto o desacuerdo derivado de cualquier controversia”.

En los días siguientes Vladimir Padrino López, Ministro de Defensa de Venezuela, en otro ejercicio retórico manifestaba su complacencia con la declaración y agregaba que las “FANB estaban preparadas para cualquier escenario en disputa con Guyana” sugiriendo, por supuesto, que las fuerzas militares venezolanas tendrían la capacidad para asumir un enfrentamiento bélico de estas características.

Sin embargo, el régimen chavista y su Ministro de la Defensa saben perfectamente el tipo de fuerza armada que tienen. Esta es una Fuerza Armada diseñada para imponerse por la fuerza sobre la población civil desarmada y no para defender las fronteras ni el territorio de Venezuela. El precio que paga el chavismo por tener una Fuerza Armada incondicional es tener a su vez un cuerpo desprofesionalizado, plagado de corrupción, y desmoralizado todo lo cual afecta sensiblemente su capacidad de operar sobre todo en una situación para la cual  jamás estuvo preparada.

El Coronel José de Jesús Gámez Bustamante, preso político militar del régimen chavista, explica con claridad los dos aspectos fundamentales, desde la doctrina militar, en los cuales falla dramáticamente las FANB chavistas.

1) APRESTO OPERACIONAL. Esto implica el comprobado potencial del armamento bélico. Según el Coronel Gámez Bustamante “La FANB no cuenta con sistemas de armas para enfrentar ni por minutos a una potencia como Los Estados Unidos. El gobernante más inepto, incapaz, ignaro e infame de la historia republicana de Venezuela, como fue Hugo Chávez, para nada modernizó al estamento militar. El equipo adquirido a Rusia, proviene de la chatarra bélica empleada por los rusos en Afganistán. El armamento adquirido a China es prácticamente desechable”.

2) PODER RELATIVO DE COMBATE. Esto implica el número de efectivos combatientes, su adoctrinamiento, su adiestramiento y su voluntad para combatir, además el contexto logístico y financiero. Sobre este punto el Coronel Gámez Bustamante agrega “El soldado venezolano, es lo más cercano a un indigente, motivado a que el servicio militar obligatorio no es forzoso sino por convicción, tal como debe ser. Pero la fallida revolución para nada despertó, en más de 23 años usurpando el poder, los valores patrios tales como servir a la Patria cumpliendo con el servicio militar”.

Las observaciones del Coronel Gámez Bustamante sobre una Fuerza Armada que hace alarde de poder enfrentar a Guyana y su alianza militar internacional, no son más que la constatación de la profunda crisis que atraviesa ese cuerpo militar Esta crisis se expresa en el alto número de bajas y deserciones, la cantidad alarmante de suicidios y de asesinato de oficiales sin determinar responsables, los accidentes letales  por el uso de material y equipo militar inservible y hasta la situación depauperada y miserable en que se encuentra la mayoría de los oficiales y tropa que son alentados por sus superiores que se rebusquen y se conviertan en emprendedores para mitigar el estado de indigencia.

Una Fuerza Armada de estas características no está en condiciones de enfrentar a Guyana y su alianza militar internacional. Pero este grado de desmantelamiento y deterioro no es ningún secreto para los operadores del régimen, ni para el propio Padrino López. Ellos saben que, más allá de las declaraciones altisonantes, lo que está en juego no es la recuperación del territorio Esequibo, el cual ellos ya dan por periodo, sino la permanencia del chavismo en el poder.

El chavismo intentará hacerle creer a propios y extraños que está dispuesto a ir a la guerra por el Esequibo, pero ellos más que nadie saben que, al menos por ahora,  no habrá tal guerra sencillamente porque las fuerzas militares venezolanas no están en condiciones. El argumento de la guerra será relativamente útil para que el chavismo suspenda o posponga la farsa electoral del 2024 por un tiempo.

Pero una vez producida la inminente sentencia de la Corte Internacional de Justicia mutilando ese territorio a Venezuela, como resultado de una infame coalición de intereses contra Venezuela y la negligente e irresponsable gestión del chavismo en la materia, ya entonces el régimen no podrá esconderse tras la retórica ni continuar evadiendo sus responsabilidades. Ese sería el único escenario en el cual el chavismo se vería obligado a tratar de impedir por vía de fuerza la ejecución de una sentencia que sería respaldada militarmente hasta por países que hoy son aliados del régimen.

Sobre este contexto hipotético, pero altamente plausible, es sobre el cual los oficiales y comandantes de la actual FANB chavista deben decidir si prefieren cambiar su Comandante en Jefe hoy o esperar 1-2 años, cualquiera sea el momento en que la Corte Internacional de Justicia tome su decisión.- @humbertotweets

jueves, 14 de diciembre de 2023

El destino del Esequibo en manos de Cuba

            Es público y notorio el control absoluto que ejerce el régimen cubano en el gobierno de Nicolás Maduro y en los altos mandos militares. Esto no es nada nuevo y data desde el comienzo mismo del régimen de Hugo Chávez en 1999. Lo que en un principio fue una suerte de asesoría en lo político y militar se ha transformado con el tiempo en una intervención directa que desde la isla se ejerce sobre el gobierno venezolano. Ya no es solo la designación de funcionarios en el régimen, ni el dictado de políticas sino que además hay que agregar ahora la toma de decisiones delicadas en materia de territorio y soberanía como el diferendo con Guyana por el Esequibo.

Sobre este asunto la intervención de Cuba no es nada nuevo. Recuérdese que fue Fidel Castro quien plantó la idea en la cabeza de Hugo Chávez de que el reclamo de Venezuela sobre el Esequibo era tema olvidado que había surgido por las peleas entre imperios que ahora buscaban enfrentar a dos pueblos hermanos. De ese razonamiento surgió la tesis equivocada de explotar conjuntamente con Guyana los recursos del área y la infame declaración pública de Hugo Chávez cediéndole el uso del territorio en disputa a una “república hermana”. 

El silencio que públicamente ha guardado Cuba sobre este asunto parece una estrategia bien calculada para no llamar la atención sobre la intensa actividad que se desarrolla entre La Habana, Caracas y Georgetown. Viajes, reuniones e intercambios al más alto nivel político y diplomático se están realizando entre Venezuela y Guyana, coordinadas por el régimen cubano que espera lograr una tajada doble de esta crisis.

            Usando la influencia política, cultural y militar que Cuba ejerce sobre Venezuela el régimen cubano se habría ofrecido, a puertas cerradas, como una suerte de mediador ad hoc para agenciar una solución amistosa y conveniente entre dos países hermanos. El Brasil de Lula es parte de esta jugada quien, sin inmutarse, pide también una solución amistosa al tiempo que aumenta sus ejercicios militares con Guyana.

            Esta maniobra va emergiendo en todo su esplendor sobre todo a raíz de las últimas declaraciones del presidente de Guyana Irfaan Ali solicitando a Cuba que intervenga para ayudar a resolver el asunto y la sorpresiva y sorprendente reunión negociada entre Ali y Maduro. Lo más probable es que Cuba, al igual que otros países aliados del chavismo acepten participar como mediadores en el conflicto, desde una “neutralidad” que a todas luces favorecerá a Guyana y será lesiva a los intereses territoriales de Venezuela.

            Por su parte el régimen chavista de Nicolás Maduro sigue combinando una aparente posición beligerante frente a Guyana con medidas efectistas, pero inútiles para la recuperación efectiva del territorio en reclamación. Estas medidas incluyen la instalación de bases militares y la creación del nuevo estado Esequibo. Con esto el gobierno intenta crear la apariencia de que quiere recuperar el Esequibo cuando lo que en realidad busca es usar el asunto para justificar medidas ulteriores de política interna que le permitan seguir en el poder como la suspensión de las garantías políticas y eventualmente la suspensión indefinida de las farsa electoral programada para el 2024.

            De la intervención de Cuba, tras bastidores, agenciando una solución negociada y las conexiones al más alto nivel que el chavismo mantiene con el gobierno de Guyana se puede deducir que para el régimen chavista lo que está en juego no es tanto la recuperación del Esequibo sino usar esta crisis para seguir aferrado al poder.- @humbertotweets 

El uso de categorías extra políticas en el análisis político

En Venezuela hay unos actores que se autodenominan analistas y encuestadores, pero en lugar de generar materiales destinados a comprender y explicar la situación política del país, han asumido el papel de justificadores de los errores y fracasos de lo que se denomina como la falsa oposición.

Estos supuestos "análisis" a menudo se presentan como informes periodísticos con el fin de disfrazar su implicación en campañas de propaganda que buscan mejorar la imagen de esta falsa oposición. Estos materiales, ampliamente difundidos en las redes sociales, tienden a pasar por alto la grave crisis institucional que está afectando a Venezuela y que, bajo el gobierno chavista, amenaza con llevar al país a un colapso definitivo.

En lugar de abordar la situación real, estos "analistas" prefieren adoptar un contexto ficticio que ellos mismos han creado. Según este enfoque, el chavismo se reduce a un mal gobierno que podría ser reemplazado solo si la gente participa masivamente en las elecciones y elige a un candidato de la oposición. Esta perspectiva busca validar la narrativa electoral de la falsa oposición, que sostiene que estamos frente a una simple crisis de gobierno que puede resolverse mediante el voto, en un marco institucional y constitucional que protege los intereses de todos los venezolanos.

Esta narrativa coloca la responsabilidad de la toma de decisiones políticas en los poderes públicos controlados por el Estado chavista, como se vio en 2015, cuando modificaron los resultados electorales a su favor, reduciendo la mayoría calificada en la Asamblea Nacional y estableciendo una Asamblea Nacional Constituyente paralela. El Estado chavista justificó estas decisiones utilizando un derecho peculiar que otorga ventajas a ellos y niega oportunidades a los demás.

Sin embargo, estos "analistas" y falsos opositores prefieren pasar por alto esta realidad para centrarse en el lucrativo negocio de las campañas electorales, que fomenta falsas expectativas de cambio y alimenta una próspera industria que depende de elecciones recurrentes para su prosperidad.

Los ideólogos de la falsa oposición, en lugar de ofrecer un análisis político serio, recurren a un lenguaje propio del marketing y la psicología social para explicar la compleja situación en Venezuela basándose en etiquetas como carisma y popularidad. Mientras tanto, la maquinaria estatal chavista trabaja activamente en todos los sectores y niveles para manipular los resultados electorales y "legalizarlos" ante el resto de los venezolanos.

La falsa oposición y sus seguidores están atrapados en un enfoque simplista que intenta abordar fenómenos complejos con estrategias de marketing y solucionarlos con eslóganes y mantras. A menos que utilicen conceptos y enfoques propios de las ciencia políticas para comprender la grave crisis de Estado que enfrenta Venezuela y desarrollar una estrategia para superarla, es probable que continúen atrapados en un ciclo interminable de negociaciones fallidas y elecciones sin resultados, sin entender completamente las razones de sus fracasos.- @humbertotweets

lunes, 11 de diciembre de 2023

Después del megafraude del referéndum no hay vía electoral

            Los días siguientes al referéndum sobre el Esequibo han permitido ver con más nitidez las tesis en las que se mueven tanto el chavismo como la falsa oposición. Para el chavismo el Esequibo no es más que un comodín para reorganizarse y continuar en el poder. La falsa oposición sigue con un llanto lastimero, que ya fastidia y ofende, en la esperanza que los Estados Unidos haga más presión para que a esta le devuelvan sus tarjetas electorales, le permitan inscribir a su candidata y así participar en la farsa electoral del 2024, orquestada por el chavismo.

Quien espere que el chavismo hará algo distinto a lo que ha hecho hasta ahora para atornillarse en el poder podrá seguir cómodamente esperando. Aquí no valen “amenazas creíbles” como ingenuamente ha planteado María Corina Machado. O sanciones blandengues y simbólicas como las que ha aplicado los Estados Unidos. Mientras no haya eventos que alteren la correlación de fuerzas real el chavismo seguirá usando su conocido método de negociaciones-elecciones-negociaciones sencillamente porque le ha funcionado y puede hacerlo.

Después de todo lo que ha pasado en Venezuela todavía uno se consigue gente de la falsa oposición que comienzan su “análisis” con la frase “es que el chavismo no es capaz de…” o “el chavismo jamás se atrevería a…”. Pero el chavismo sigue haciendo exactamente lo mismo y cada vez es peor porque no tiene una fuerza que lo enfrente y los únicos límites con los que ha tenido que lidiar son los de la realidad.

Los resultados del referéndum sobre el Esequibo son una buena medida. La abstención fue de más del 95% con una votación que no superó el millón de electores. El descalabro fue tan grande que el Consejo Nacional Electoral del chavismo, por unanimidad, resolvió fundir la cifra de votos con la de electores para presentar un resultado de 10 millones, que nadie cree al juzgar por la desolación que caracterizó a los Centros de Votación el día del referéndum.

El chavismo no logró movilizar a sus clientelas para ir a votar a cambio de bolsas de comida ni bajo amenazas. Nadie votó, pero ellos con la típica cara dura, salieron a celebrar “la victoria”. Lo que sí lograron movilizar fue a sus operadores en las diferentes instancias del Estado chavista (poder judicial, electoral y militar) para proclamar la legalidad de ese resultado. Y conforme a un resultado producto del fraude ya comienzan a tomar medidas.

¿Quién puede dudar que el megafraude electoral del referéndum sobre el Esequibo, donde no votó nadie y se adjudica un resultado de 10 millones, es en realidad la antesala de la farsa electoral de 2024? Aquí estamos frente al mismo Consejo Nacional Electoral y frente al mismo Tribunal Supremo de Justicia, controlados por el chavismo, que tendrán que decidir a qué partidos se les devuelven sus tarjetas electorales y si María Corina Machado se puede inscribir o no.

La falsa oposición, con María Corina Machado a la cabeza, están convencidos que la vía es la electoral a pesar de ellos tanto como nosotros vimos el 3 de diciembre hasta donde el régimen chavista está dispuesto a llegar. Pero participar en esas elecciones, sin condiciones ni garantías, tiene un precio que hay que pagar. Y el precio es someterse a los mecanismos pseudo legales del Estado chavista frente a los cuales no vale auditoría ni apelación. Así es como el chavismo siempre logra lo quiere (reconocimiento y desmovilización de la gente) mientras la falsa oposición tiene que regresar al inveterado quejido lastimero de “lo intentamos, pero nos volvieron a engañar”. Se les podría dar el beneficio de la duda si fuese la primera vez. Pero no después de que nos han llevado a apoyar a Francisco Arias Cárdenas, Manuel Rosales, Henrique Capriles Radonski, y Juan Guaidó como paladines de una lucha que jamás llega a la mitad del camino porque siempre queda atrapada en los laberintos de la legalidad del Estado chavista.

Si alguna conclusión o lección se puede sacar del referéndum del 3 de diciembre es que bajo el régimen chavista la salida electoral siempre estará negada y su sola invocación por parte de supuestos opositores no será más que un nuevo intento de estafa política, como tantos que hemos visto en estas dos décadas. Esto lo tiene claro la mayoría de los venezolanos, incluso aquellos que votaron por María Corina Machado porque el CNE chavista no metió sus manos en la Primaria. Ahora le tocará a María Corina y a toda la plana mayor de la MUD/Plataforma Unitaria convencer a los venezolanos que con el mismo CNE chavista que orquestó el fraude del referéndum es posible ganarle con votos al chavismo. El intento será un acto de prestidigitación política, inútil pero entretenido.- @humbertotweets

jueves, 7 de diciembre de 2023

Salir del chavismo para recuperar el Esequibo

            A pesar del irenismo pánfilo de algunos analistas el tema del Esequibo no se puede tratar al margen de la dialéctica de imperios (geopolítica) y mucho menos ignorando las graves contradicciones internas que se desarrollan en Venezuela. No se puede pretender plantear una defensa del Esequibo desde la neutralidad celestial del reino de los cielos ignorando, por ejemplo, que ha sido precisamente el actual régimen chavista quien le ha entregado el territorio en disputa a Guyana.

            Desde esa neutralidad fantasiosa hay quienes proponen dejar a un lado las diferencias políticas y partidistas internas para enfocarnos exclusivamente en la defensa del Esequibo frente a Guyana que sería el enemigo común. Esta es la postura del régimen chavista quien lejos de buscar la recuperación del Esequibo lo que en realidad quiere es cancelar la controversia interna para seguir en el poder. Lamentablemente algunos académicos, juristas e historiadores, seguramente de buena fe, han caído en esa trampa desconociendo deliberadamente que es bajo el chavismo cuando la posición de Venezuela en el Esequibo y frente a Guyana más se ha deteriorado.

            El diseño de las preguntas para el referéndum del Esequibo no son, como se pudiera pensar, un plan de acción frente a Guyana. Son más bien un plan  de política interna que muestra con claridad por donde viene el chavismo para atornillarse al poder. Esas preguntas enmascaran un conjunto de acciones que buscan justificar la suspensión de garantías y derechos políticos en forma indefinida a la luz de la propia Constitución chavista para “legalmente”, y con el pretexto patriotero, seguir en el poder.

            Cuando se trata de retener el poder político al precio que sea el chavismo no pestañea ni titubea. Y en buena medida los venezolanos debemos responder en forma contundente en el mismo terreno porque de lo contrario el chavismo acabará con lo que queda de Venezuela. Por eso sin dudar ni titubear hemos propuesto que en la actual coyuntura se impone una jerarquía de premisas para la lucha política en el siguiente orden: 1-Sacar al chavismo del poder; 2-Establecer un nuevo régimen político; y 3- Recuperar el Esequibo.

            Aunque algunos irenistas pánfilos se escandalicen la prioridad en este momento debe ser derrocar al régimen chavista porque de continuar, con toda certeza, Venezuela perderá el Esequibo. En otras palabras, el actualismo y el realismo político que se nos plantea en Venezuela revela que lo que en realidad está en discusión no es la recuperación del Esequibo sino la correlación de fuerzas que determina quién se queda con el control político. En su estrategia para continuar en el poder la recuperación del territorio en disputa no es más que un interés subalterno y de segundo orden para el chavismo

            Hay reportes sustanciados por periodistas e investigadores, no meras especulaciones, que revelan los oscuros intereses que podrían rodear la aparente confrontación entre los gobiernos de Venezuela y Guyana confirmando que todo no es más que una estrategia para que el chavismo siga gobernando en Venezuela. ¿De qué otra forma se podría explicar que al día de hoy altos operadores políticos y financieros del chavismo tengan negocios con el gobierno de Guyana para la compra con sobreprecio de alimentos que son parte de las cajas CLAP?

En medio de las declaraciones altisonantes de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez  y Delcy Rodríguez contra Guyana los tres guardan silencio sobres las compras de arroz a Guyana que al día de hoy no han parado. ¿Reciben estos tres elementos de la macolla chavista o sus testaferros algún beneficio por estas transacciones que bien podrían ser tipificadas como traición a la patria?

La mayoría de los venezolanos entiende hoy que el régimen chavista está usando el Esequibo para sacar provecho y amarrarse al poder saltándose su propia legalidad. Por eso intuitivamente millones de venezolanos, más del 95%, le dieron la vuelta al referéndum y lo convirtieron en un plebiscito contra el régimen chavista. De alguna forma la gente ha entendido que si no salimos de uno no podremos recuperar lo otro.- @humbertotweets 

¿Puede ser el referéndum consultivo y vinculante a la vez?

            En la etapa de propaganda y promoción del referéndum sobre el Esequibo Hermann Escarrá y otros destacados miembros del gobierno de Nicolás Maduro argumentaron que dicho referéndum era consultivo y en ningún momento vinculante. Esto es, que no se podría tomar como un mandato con validez jurídica para los poderes públicos.

            El ser vinculante o no era una cuestión pertinente, a juzgar por la calidad de las preguntas presentadas que cubrían un amplio espectro de asuntos con evidente impacto jurídico y político, tales como el desconocimiento de la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, la creación del estado Esequibo y el uso de la fuerza, entre otros medios, de ser necesario para recuperar el territorio en reclamación.

            Haciendo abstracción de la coyuntura política el gobierno, promotor del referéndum, llamó a votar sí a las 5 preguntas, la oposición de la MUD no fijó posición y dejó a sus seguidores en libertad de votar como quisieran, mientras algunos académicos llamaron a votar si y no a algunas preguntas.

            Para la inmensa mayoría de los venezolanos resultó difícil separar el asunto del Esequibo de la actual coyuntura. La prisa en la convocatoria y la improvisación en las preguntas, además del escalamiento retórico contra Guyana llevó a pensar a muchos que el gobierno en realidad estaba creando las condiciones para suspender las garantías políticas ante un estado inminente de conmoción nacional lo cual sin duda le permitirá influir en la política interna.

            Esta percepción puede explicar porque la mayoría de los electores no asistió a los centros de votación y estos lucieron tranquilos y desolados a lo largo del día. También esto explicaría porque el CNE presentó una cifra consolidada de votos en la suma de las 5 preguntas, que no del total de votantes que efectivamente acudieron.

            Una vez conocidos los resultados oficiales Nicolás Maduro ha sido enfático en explicar que ese referéndum consultivo tiene indiscutibles efectos jurídicos vinculantes. Así Maduro contradice todo el discurso de la campaña llamando a votar 5 veces sí y también desautoriza las opiniones de otros funcionarios tales como el propio Hermann Escarrá y la presidenta del TSJ Gladys Gutiérrez quienes hasta hace unas horas defendían la tesis que el referéndum era consultivo y no tenía carácter vinculante.

            Técnicamente Nicolás Maduro tiene razón. La contradicción de rango constitucional está contenida precisamente en los artículos 70 y 71 de la Constitución de 1999 de cuya concatenación se interpreta que el referendo (consultivo) es un medio de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía en lo político “...y sus decisiones serán de carácter vinculante”.

            Desde el punto de vista jurídico y Constitucional le correspondería al TSJ resolver esta incongruencia y declarar la inconstitucionalidad parcial de los artículos 70 y 71 por ser mutuamente excluyentes y contradictorios. Desde el punto de vista político habría que discutir si la decisión adoptada por el 5% o menos de la población electoral, que incluyó menores de edad, tiene la fuerza para afectar a todo el conjunto de la sociedad política.- @humbertotweets

lunes, 4 de diciembre de 2023

NADIE votó en el referéndum chavista del Esequibo ¿y ahora qué?

            No, no es tremendismo ni exageración decir en mayúscula sostenida que NADIE votó en el referéndum que hizo el chavismo sobre el Esequibo. Para nadie es un secreto que el Estado chavista ha degradado lo electoral al punto de convertirlo en el argumento élite frente a sus propias clientelas, civiles y militares, para seguir en el poder. En otras palabras, y para quienes no son expertos en estos asuntos, el chavismo se jacta de hacer elecciones y ganarlas porque dispone de los medios para fabricarse resultados a la medida. Por eso las cifras que leyó Elvis Amoroso en la noche del 3 de diciembre hay que darles una interpretación cualitativa y cuantitativa para entender si alguien realmente votó en el referéndum de marras y si ese voto significa algo.

            El contexto en el cual se convoca este referéndum es el de un régimen que desde el principio hizo todo lo que pudo para entregarle el territorio a Guyana. Desde las miserables declaraciones de Hugo Chávez el 19 de febrero de 2004 cediéndole el uso del Esequibo a Bharrat Jagdeo, pasando por regalarle petróleo a Guyana y los países del CARICOM y hasta comprarle comida a los guayaneses para las vergonzosas cajas CLAP.

            En el terreno jurídico y diplomático el chavismo hacía de su desgano a la causa del Esequibo un vigoroso ejercicio de traición a la patria al tener la irresponsabilidad de presentarse ante el Secretario General de la ONU en el 2018  y solicitarle que renovara la fracasada gestión de buenos oficios con Guyana. El chavismo de Maduro, heredero de la política entusiasta de su predecesor Hugo Chávez, también estaba convencido que la pérdida del Esequibo era cuestión de tiempo y para ellos no era tal pérdida sino una ofrenda a la hermandad de los pueblos de Guyana y Venezuela como Chávez lo había prometido públicamente, influenciado por su mentor Fidel Castro.

            En una combinación de arrogancia e ignorancia el chavismo en verdad estaba convencido que la gestión de buenos oficios del Secretario General de la ONU era algo que se podía renovar en forma indefinida en el tiempo. Contrario a la ingenua esperanza chavista el Secretario General de la ONU basándose en las mismas previsiones del Acuerdo de Ginebra de 1966 decide enviar el asunto para la decisión de la Corte Internacional de Justicia.

            El chavismo cuyo objetivo final es continuar en el poder, no recuperar el Esequibo, ha dado marchas y contramarchas para enfrentar la situación en la CIJ. Unas veces dice que desconoce su competencia pero en otras oportunidades se hace presente ante la misma para entregar alegatos reconociendo de hecho su competencia en la materia. El tiempo ha pasado y el proceso ante la CIJ ha seguido un curso que ya a estas alturas parece previsible e irreversible. Pero al mismo tiempo la situación interna de Venezuela se ha deteriorado materialmente a un punto que pone en peligro la subsistencia del régimen chavista ante inevitables contradicciones internas entre sus facciones civiles y militares.

            Así surge la descabellada idea de convocar a un referéndum consultivo en el momento de mayor rechazo y descrédito del régimen chavista. No porque exista un genuino interés en recuperar el Esequibo. Tampoco porque al chavismo le importe lo que piense el 90% de los venezolanos que lo rechazan. El referéndum del Esequibo fue convocado para reagrupar a las facciones chavistas, civiles y militares, que se enfrentan unas a otras ante una implosión que no es difícil anticipar. No vamos a caer aquí en la impostura de tratar de adivinar tiempos ni fechas, pero lo que sí podemos constatar es que se trata de un proceso en marcha que es prácticamente imposible detener.

            Todo lo que juristas, historiadores y políticos han criticado como errores, fallas y omisiones de dicho referéndum no están ahí por casualidad o porque el chavismo no sabe lo que hace. Son errores por diseño, si vale la expresión, porque es posible que en su desesperación ellos no sepan exactamente qué hacer pero si saben con certeza lo que quieren y esto es mantener el poder político y militar al precio que sea. No importa que ese precio se pague mutilando un pedazo de territorio a la nación venezolana.

            Esas especificidades de la política venezolana no son esotéricas ni parte de una arcana cábala, son del dominio público. Por eso cuando el chavismo vendepatria sacó de la manga de su camisa la carta del referéndum sobre el Esequibo todo el mundo entendió que se trataba de una burda maniobra política, no para recuperar el territorio en disputa sino para reorganizar al chavismo en desbandada y seguir en el poder a toda costa.  No fue difícil explicar esto a los venezolanos, la mayoría de ellos más claros en enfrentar la maniobra del régimen que la falsa oposición, aun obnubilada por los vapores electorales, lavándose las manos y dejando que cada quien votara como quisiera.

            El régimen chavista sabía a lo que se enfrentaba. No a un pueblo que por reflejo le rechaza y le combate cada día. Tampoco se enfrentaba el chavismo a una falsa oposición blandengue y amaestrada para que le devuelvan sus miserables tarjetas electorales. La verdadera confrontación del chavismo era -es- con sus propias facciones internas, con sus clientelas, civiles y militares, que integran ese ecosistema criminal que sostiene al régimen. Conscientes de ello diseñaron estrategias chapuceras para tratar de mover a su gente a votar en el referéndum. La compra de votos con comida CLAP y bonos Carnet de la Patria, la incorporación de menores de edad al registro electoral eran tan solo el abreboca de lo que sería el megafraude electoral del 3 de diciembre.

            Pero ¿por qué decimos que NADIE votó en el megafraude electoral del 3 de diciembre? Porque según el Consejo Nacional Electoral de Elvis Amoroso estaban habilitados para votar alrededor de 21 millones 700 mil venezolanos y de esa cantidad el CNE da cuenta de aproximadamente 10 millones de votos. ¿Cómo? ¿Votos? ¿Entonces cuántos electores hubo? Eso nadie lo sabe, ni siquiera los chavistas ante la monumental abstención, tan abismal como dramática, que los llevó a presentar unos resultados en términos de “votos” emitidos y distribuidos en 5 preguntas y no de electores individuales.

            Esos 10 millones de “votos”, que no de electores, hay que contrastarlos con las imágenes de centros de votación desolados en toda Venezuela que circularon a lo largo del día por redes sociales. El descalabro fue tal que el chavismo ni siquiera tuvo gente para armar los puntos rojos de control. Ponderando e interpretando las cifras que publicó hace unos días una encuestadora seria como Meganálisis de Rubén Chirino Leañez, es posible que de verdad tan solo hayan votado alrededor de un millón de personas, no más del 5%. Con una abstención masiva de casi el 95% podemos asegurar, sin exagerar y sin riesgo de ser desmentidos, que porcentualmente hablando NADIE votó en el referéndum del chavismo sobre el Esequibo, que terminó operando como un verdadero plebiscito contra el régimen chavista

            Pero eso no es nada nuevo, porque si en Venezuela pudiéramos ir a unas votaciones que no fuesen organizadas por el régimen chavista ese sería exactamente el resultado. Eso lo saben ellos y lo sabemos todos. El problema es que el chavismo, políticamente haraposo y semidesnudo, ahora sabe que nosotros sabemos.- @humbertotweets

jueves, 30 de noviembre de 2023

La derrota del Esequibo implosiona al régimen chavista

            Se ha conformado una potente alianza geopolítica que respalda a Guyana en su objetivo de arrebatarle el Esequibo a Venezuela. Más allá de los indiscutibles títulos históricos y jurídicos que tiene Venezuela sobre el Esequibo hay una dialéctica de Estados en pleno desarrollo que en esta coyuntura no favorece a Venezuela. En buena parte este realineamiento de naciones al lado de Guyana es el resultado de la desastrosa y antinacionalista política desarrollada por el régimen chavista desde 1999. También es producto del colonialismo político, militar y cultural que ha ejercido el régimen cubano de los Castro en la Venezuela de Hugo Chávez en la forma del llamado socialismo del siglo XXI.

            Fue Fidel Castro quien plantó  en la cabeza de Chávez la idea de que la disputa territorial entre Venezuela y Guyana era un asunto ya olvidado entre potencias imperialistas del siglo pasado y ya era hora que Venezuela y Guyana explotaran conjuntamente, como hermanos, los recursos del Esequibo. Esa idea venenosa se instaló en la psiquis de Chávez y se hizo verbo el 19 de febrero del 2004 con las infelices declaraciones ante el entonces presidente de Guyana Bharrat Jagdeo llamando a dejar a un lado las diferencias y cediendo al país vecino el uso incondicional del territorio en reclamación. No menos infelices fueron los planes y programas que ejecutó Nicolás Maduro como Canciller de Chávez para materializar la oferta verbal del Comandante.

            Para Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López, Jorge Rodríguez Diosdado Cabello y toda la macolla del régimen el asunto del Esequibo siempre fue un tema irrelevante y de muy poca importancia. Las acciones del chavismo jamás se tradujeron en políticas para ejercer la soberanía sobre el territorio en reclamación. Todos ellos y el propio Chávez estaban convencidos que el Acuerdo de Ginebra era una suerte de cláusula para suspender indefinidamente una resolución concreta al diferendo mientras ellos hacían negocios con el gobierno de Guyana en nombre de la solidaridad de los pueblos que Castro le había inoculado a Chávez.

            Luego de regalarle petróleo a Guyana y a sus países aliados del CARICOM y que estos votaran cientos de veces como grupo para favorecer a Venezuela en la OEA, lo último que podía esperar el régimen chavista es que Guyana decidiera abrirse con sus aliados del Caribe y escalara el conflicto para moverlo hábil y rápidamente de la gestión de buenos oficios del Secretario General de la ONU a la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Ciertamente los chavistas, aun bajo los efectos estupefacientes de la idea castrista de solidaridad internacional, jamás pensaron que algún día se iban a topar con unos guayaneses malagradecidos que no contentos con que se les regale el petróleo ahora quieren apropiarse del territorio que lo contiene.

            Para mantener perspectiva sobre este grave asunto hay que tener siempre en cuenta que nada habría ocurrido si esta materia hubiese continuado en forma indefinida en manos del buen oficiante de la ONU tal como con gran desfachatez e irresponsabilidad el régimen chavista lo pidió. Evidencia que para el chavismo el Esequibo vale menos que un plato de lentejas y que lo único que importa es seguir en el poder.

            Guyana ha forjado a lo largo de estos años una poderosa alianza en la cual convergen países con intereses contrapuestos, pero están comprometidos con la causa depredadora guyanesa. En esta curiosa alianza participan países tales como los Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, pero también aliados políticos del chavismo como China, Cuba, y Brasil. Esta realidad y el traslado del asunto a la competencia de la Corte Internacional de Justicia hace previsible una decisión desfavorable para Venezuela en 2-3 años arrancándole el Esequibo más allá de todos los títulos históricos y jurídicos que se puedan invocar. Porque, como ya debería estar claro a estas alturas, estamos frente a una compleja situación geopolítica donde los argumentos jurídicos en el terreno del mítico Derecho Internacional tienen una eficacia muy limitada para el ejercicio material de la soberanía territorial. El Derecho Internacional no hará otra cosa que darle forma de sentencia a una situación que ya ha sido resuelta en el terreno de la geopolítica y por medios no precisamente jurídicos.

            Pero ¿por qué el chavismo, que siempre trató este asunto con habitual desprecio y desdén, habría de inmutarse ante una eventual pérdida del Esequibo? Solo por el hecho de que una mutilación de ese territorio en reclamación sería una derrota muy difícil de justificar ante sus propios factores militares y podría llevar a una irreversible implosión del régimen tiránico, cuya defensa es lo único por lo cual el chavismo vendepatria estaría dispuesto a jugarse la vida.- @humbertotweets 

lunes, 27 de noviembre de 2023

El megafraude electoral del referéndum chavista sobre el Esequibo

            Desde hace muchos años el chavismo hace aguas. Más del 80% de la población que lo rechaza lo sabe aunque no existan los mecanismos institucionales para constatar y procesar ese rechazo. Hace unas semanas el economista Luis Oliveros decía que “Maduro se acostumbró a vivir con sanciones”. Esa observación contiene una gran sabiduría porque revela la verdadera esencia y racionalidad del régimen chavista. Siguiendo esa perspectiva, nosotros agregamos que además el chavismo se acostumbró a vivir con un gran rechazo de los venezolanos porque dispone de la fuerza para hacerlo.

            Ejercitar una verdadera y genuina oposición en Venezuela no es fácil porque sencillamente no hay garantías para nadie. Esto no es Colombia, Chile y menos Argentina,  donde aún existe un Estado nacional y unas instituciones que pueden garantizar y arbitrar los conflictos políticos. Por eso es que un cambio dentro de esa “institucionalidad” que ofrece el chavismo es improbable. Y por eso mismo es que cualquier crisis política o militar dentro del régimen adquiere el mayor interés ya que abre la posibilidad de una ruptura que permita el cambio político.

            Muchas de las cosas que hace el chavismo no están diseñadas en función de lo que piense la población en general, que ampliamente le rechaza, sino en relación a lo que piensan sus bases, clientelas, cuadros y operadores de los diferentes niveles del aparato político-militar, porque es en esos espacios donde día a día se decide la suerte del régimen.

            Esto explica porque el régimen chavista trata con más saña a los militares que se sublevan llegando al extremo de justificar su asesinato. O por que castiga con más rigor a quienes abandonan sus filas que a otros disidentes. El chavismo está consciente de que un resquebrajamiento de ese ecosistema criminal conduciría irreversiblemente a una derrota definitiva.

            Tomemos como ejemplo el referéndum sobre el Esequibo convocado por el chavismo para el 3 de diciembre. Más allá de la retórica pánfila y patriotera, la forma como el chavismo ha convocado a este evento ha polarizado la opinión de los venezolanos entre quienes lo apoyan como una forma disfrazada de apoyar al régimen y quienes lo rechazan como expresión de rechazo al chavismo vendeptaria. En el medio hay una minoría de políticos, intelectuales y académicos que, haciendo abstracción del contexto político realmente existente, se inclina a participar en el referéndum votando a unas preguntas SI y a otras NO.

            Algunos operadores del chavismo le advirtieron a Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez sobre la inconveniencia de hacer este referéndum, que podría llevar a mucha gente a no participar solo para mostrar su rechazo al régimen. Pero consecuentes con su racionalidad, y confirmando que poco o nada importa lo que piense la gente, la macolla del régimen decidió no solo llevar adelante el referéndum sino además polarizarlo entre quienes son patriotas y le apoyan y quienes no lo son y lo cuestionan. Porque lo que en definitiva cuenta para ellos es lo que piensan los elementos que integran ese ecosistema, no los demás.

            Ese conglomerado político-militar llamado “chavismo” viene dando muestras de agotamiento, debilidad y crisis interna que hasta ahora han sido controladas a sangre y fuego, pero cuya onda expansiva continúa, aumenta y se amplía.  Eso explica algunos enigmas que persiguen al régimen chavista tales como la no participación de Nicolás Maduro en actos públicos militares, la inamovilidad de Vladimir Padrino López del Ministerio de la Defensa a pesar de haber cumplido sus 30 años de carrera militar, la muerte súbita y la desaparición inexplicada de altos jerarcas del chavismo (casos Lanz y El Aissami), las pitas y abucheos a Maduro cada vez que atiende eventos con militantes del PSUV, y la escasísima concurrencia de chavistas a eventos públicos con Diosdado Cabello considerado el más popular del régimen, entre muchas otras evidencias.

            Pero hay una que no podemos dejar de mencionar. El simulacro del referéndum sobre el Esequibo realizado el pasado domingo 19 de noviembre. Como era de esperar se trataba de un evento en el cual solo participarían los chavistas y aquellos cercanos a las tesis del régimen sobre el Esequibo. La poca o nula participación del resto de venezolanos que rechaza al régimen y su posición vendepatria no podía sorprender a nadie. Lo que sin duda sorprendió fue la poca participación de las bases y clientelas chavistas a un simulacro organizado para calentar motores antes del 3 de diciembre.

            El simulacro del referéndum fue un colosal fracaso al punto que Jorge Rodríguez celebró los resultados “históricos” sin anunciar cifras y al chavismo le tomó casi una semana ponerse de acuerdo para maquillar unos números que ocultaran las más dramática abstención.

            Este simulacro fue un entrenamiento en todo sentido para el chavismo porque practicaron lo que eventualmente tendrán que hacer el próximo 3 de diciembre. Aquí se regalaron cajas CLAP, bolsas de comida, pollo, arroz y se repartieron amenazas a todos quienes están registrados en la base de datos Carnet de la Patria como incentivos para votar en el simulacro. Los chavistas no votaron, no aparecieron y se quedaron en sus casas. El Consejo Electoral chavista también fue tomado por sorpresa ante la masiva ausencia de miembros de mesa y una gran abstención que le ocupó varios días fabricar un resultado más o menos creíble, no para la población, sino para ellos mismos y sobre todo para los militares. Las FANB chavistas por su parte actuaron con relativa eficiencia ya que ante la baja afluencia de electores poco o nada había por hacer ese día.

            Lo que ocurrió el 19 de noviembre es un anticipo de lo que ocurrirá el 3 de diciembre. Más allá de las cajas CLAP, las bolsas de comida y las amenazas, muy poca gente irá a votar, incluso chavistas. No porque la inmensa mayoría de los venezolanos estemos deseando que se pierda el Esequibo para echarle la culpa al chavismo, sino porque la mayoría de los venezolanos entiende que estamos frente a una burda maniobra orquestada precisamente por quienes con su demagogia y políticas erradas le entregaron ese territorio a Guyana.

            Al chavismo no le quedará otra alternativa, para tapar la derrota monumental del 3 de diciembre, que orquestar un megafraude electoral para ocultar los verdaderos resultados de ese referéndum. Cuando se les enrostre la farsa es casi seguro que respondan que la defensa de la patria bien vale un fraude o una mentira. El problema es que esa mentira pretende justificar una confrontación con Guyana, no para recuperar el Esequibo sino para darle una excusa más al chavismo que quiere seguir en el poder. Es una mentira que no va a emboscar o engañar a ningún venezolano consciente sino que intenta mantener desesperadamente la cohesión de sectores militares que deberían estar debatiéndose, en este momento, entre asumir la ruptura y salvar lo que queda o seguir bajo las órdenes de un Comandante en Jefe negligente, incompetente y traidor a la patria.- @humbertotweets

jueves, 23 de noviembre de 2023

¿Con cuántos cañones cuenta Venezuela?

            Desde el punto de vista ético (preservación del individuo) la guerra es cuestionable. Desde el punto de vista moral (preservación de la sociedad política) la guerra es una institución necesaria. Si le damos la vuelta a la concepción de  Carl von Clausewitz podemos decir que la política es la continuación de la guerra, por otros medios.

            Las dialécticas entre estados son inevitables porque siempre habrá el enfrentamiento de unos estados contra otros en situaciones que unas veces serán resueltas por la geopolítica (el arma de los más poderosos), la diplomacia (el arma de los menos poderosos) y la guerra cuando todas las otras opciones se trituran unas a otras.

            La ideología hegemónica de los derechos humanos condena la guerra, todo tipo de guerra, como si las contradicciones y las diferencias entre los hombres pudiesen desaparecer milagrosamente por efecto de una declaración internacional de buenas intenciones. La esencia de las relaciones entre sociedades políticas está determinada por categorías de hegemonía y confrontación que lleva eventualmente a situaciones de guerra.

            Por eso los Estados que suscribieron la Declaración Universal de los Derechos Humanos no renuncian al derecho de organizar sus propios ejércitos y defender militarmente su territorio y sus fronteras, porque solo así podrían garantizar los derechos de sus ciudadanos.

            En Venezuela, el escalamiento del conflicto territorial con Guyana plantea la posibilidad, no tan lejana, de una confrontación armada para dirimir el asunto del Esequibo. Solo basta considerar la posibilidad de la incursión del ejército de un país en el territorio del otro o una eventual sentencia desfavorable para Venezuela de la Corte Internacional de Justicia, cuya competencia el gobierno de Nicolás Maduro desconoce, para súbitamente vernos en un teatro de guerra.

            En ese escenario, inmerso en la dialéctica de Estados, no se podría pensar en la situación típica en la cual el ejército de un país se enfrenta al de otro, sino más bien a una alianza de países que se enfrenta a otra como se ha visto en conflictos como la guerra Ucrania-Rusia, por ejemplo.

            Guyana, emulando la estrategia de Qatar, ha logrado alinear en su alianza países con los intereses más disímiles, incluso algunos que hoy aún se cuentan como aliados políticos del gobierno de Maduro. Allí están los Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, pero también China, Cuba, y Brasil.

            Entonces es pertinente preguntarse ¿con cuáles países cuenta Venezuela ante un  hipotético, pero factible,  conflicto armado con Guyana? ¿Con cuántos cañones cuenta Venezuela?.- @humbertotweets

El chavismo podría declarar la guerra a Guyana para seguir en el poder

            Los venezolanos, bajo ninguna circunstancia, podemos aceptar el chantaje patriotero que pretende aplicar el régimen chavista con el referéndum sobre el Esequibo. Resulta obvio que el súbito interés que ahora muestra el chavismo para movilizar a la población no es precisamente motivado por la recuperación del Esequibo sino para emprender acciones que le permitan seguir en el poder.

            En nuestra opinión la convocatoria improvisada a este referéndum, con propósitos de política interna, equivale al parapeto de Asamblea Constituyente que armó el chavismo en el 2017 para procurarse un poder legislativo ad hoc a su medida. En ese momento, como ahora, políticos y juristas se pronunciaron en contra de esa aberración jurídica que desafía toda racionalidad, pero no la racionalidad chavista.

            Por supuesto, en esta oportunidad estamos frente a consecuencias mucho más graves porque al juzgar el patrón de conducta que ha mantenido el chavismo en estas dos décadas no resulta difícil anticipar que estamos frente a un régimen que no dudara ni un minuto en declarar la guerra a Guyana para justificar internamente seguir en el poder. Hay quienes dicen que el chavismo no llegará tan lejos porque sería suicida y además porque los militares chavistas se opondrían a esa guerra. Quienes así piensan no tienen la menor idea del grado de descomposición moral y orgánica que atraviesan las FANB controladas directamente por Cuba.

            Y en la antesala para justificar una confrontación bélica con Guyana está el referéndum que ha convocado el chavismo para movilizar a sus clientelas y calentar motores. Esta jugada tiene varias aristas que revelan con claridad las intenciones del régimen. No se trata tan solo de preparar el ambiente para crear las condiciones que permitan suspender las garantías políticas ante un estado de conmoción nacional falsamente fabricado. Es que a partir del referéndum se desatará una campaña para separar a los venezolanos entre patriotas y antipatriotas o lo que es lo mismo entre chavistas y no chavistas.

            En estas condiciones es una ingenuidad pensar que el chavismo irá a elecciones en el 2024 para entregar el poder. Primero está el argumento del clima de preguerra o de la guerra misma con Guyana que automáticamente llevaría a suspender la farsa electoral para amarga decepción de la falsa oposición. Pero si este conflicto se mantiene en los límites de la retórica beligerante contra Guyana, tal como el chavismo ya nos tiene acostumbrados, es posible que se animen a emprender su farsa electoral en un clima estrictamente controlado. Esta sería una elección con casi todos los partidos de la falsa oposición inhabilitados para postular y un candidato opositor que reúna las condiciones que exige el patrioterismo chavista. No, esa candidata no sería María Corina Machado.

            Cuando explicamos la coyuntura con esta crudeza no faltan quienes nos acusan gratuitamente de pesimistas, aguafiestas y exagerados. El argumento en contra siempre gira en torno a la engañosa premisa “no creo que lleguen tan lejos” que es una versión más moderna de aquella otra que con agudeza acuño Orlando Urdaneta de “no vale, yo no creo”. Eran los tiempos cuando se decía que Hugo Chávez impondría a sangre y fuego la peor tiranía que país alguno haya conocido. Frente a estas expresiones de ingenuidad preferimos remitir a los ilusos a una rápida revisión de nuestra historia reciente para constatar que efectivamente, con tal y atornillarse en el poder, el chavismo sería capaz de eso y mucho más.

            Por eso nos sorprende que la falsa oposición siga esperanzada en los Acuerdos de Barbados, cuyo éxito depende enteramente del chavismo, y no le haya dado importancia al referéndum sobre el Esequibo como se evidenció en un comunicado donde se lavan las manos, renuncian a fijar posición y dejan al criterio de cada quien votar o no votar. Aun ilusionados con la esperanza de que el chavismo les de unas elecciones más o menos decentes en el 2024, la falsa oposición y su candidata equivocadamente optan por no fijar una posición frente a la maniobra del referéndum.

            La posición correcta de una dirección política coherente y la de un estadista habría sido interpretar el momento histórico que se vive y ponerse al frente de ese gran movimiento nacional que se opone al referéndum chavista sobre el Esequibo. Salir agazapados por la puerta de atrás y decir que no lo hacen porque el foco son las elecciones del 2024 es no entender, ingenuamente, que el chavismo hará lo que sea para seguir mandando en Venezuela. Hasta declarar la guerra con Guyana, si es necesario.- @humbertotweets 

Preguntas redundantes y confusas, ¿qué hacer?

            Hay muchas observaciones de carácter jurídico, histórico y político que podríamos hacer a las preguntas del referéndum sobre el Esequibo, con base a lo que hemos aprendido de estudiosos y académicos versados en este delicado tema.

Pero para este artículo nos vamos a inclinar por una perspectiva más coloquial, mundana si se quiere, desde la racionalidad de una persona que más o menos conoce el contexto y en sus tareas diarias de supervivencia súbitamente ha sido llamada a opinar sobre estos asuntos.

1. ¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba? Si el territorio de Venezuela es el que correspondía a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política de 1810, según la Constitución de 1999, entonces esta pregunta abre la posibilidad de desacatar la Constitución vigente con una respuesta negativa.

2. ¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba? Si, por supuesto. Pero si ese es el mecanismo que han usado todos los gobiernos por más de 50 años para tratar de resolver el problema ¿Cuál es la relevancia o la pertinencia en que yo esté de acuerdo?

3. ¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba? La opción de la Corte Internacional de Justicia ya estaba contemplada en Acuerdo de Ginebra de 1966, entonces el desconocimiento de la CIJ no parece una posición histórica de Venezuela. Pero además representantes del gobierno en varias ocasiones han participado en actos de la CIJ, reconociéndola de hecho y de derecho. ¿Cómo se resuelven esas contradicciones?

4. ¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme a derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional? Si “oponerse por todos los medios, conforme a derecho”, significa pedir medidas cautelares contra Guyana para que suspenda el otorgamiento de concesiones petroleras en un mar pendiente por delimitar, entonces si. Pero si “oponerse por todos los medios, conforme a derecho”, significa ir a la guerra con Guyana, quizás no.

5. ¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano? La creación de un estado con todas sus implicaciones, en un territorio soberano, es una función administrativa del Estado que no requiere ser sometida a referéndum ¿o sí?

Como se puede apreciar estas preguntas son redundantes y confusas, admitiendo incluso la posibilidad de respuestas contradictorias y desarrollos imprudentes, todo lo cual revela el apuro y la improvisación de quienes las formularon. Habría sido de gran utilidad que quienes pretenden algún día dirigir el Estado venezolano hubiesen fijado posición sobre estos asuntos, en lugar de dejar a la nación a la deriva naufragando en un mar de confusión con la excusa del libre albedrío.- @humbertotweets