jueves, 29 de noviembre de 2018

La ilusión de la transición


Hacer política desde el engaño y la irrealidad nos ha costado casi dos décadas de tragedia bajo el chavismo.  Desde 1999, políticos oportunistas y complacientes han venido reciclando una y otra vez la promesa según la cual es posible salir del chavismo democráticamente.
Unas veces con elecciones y otras con negociaciones, la falsa oposición siempre ha encontrado un ángulo para vender su pócima milagrosa que asegura un final feliz para todo aquel que la trague.
Pensar que era posible salir del chavismo apostando a sus engañosas reglas de juego ha dejado un saldo de cientos de miles de venezolanos asesinados y otros miles que están enterrados en vida en la cárcel. Las energías de un pueblo combativo y resuelto a salir del régimen en los primeros años fueron progresivamente castradas en sucesivas jornadas electorales y en protestas simbólicas e inútiles, porque esas jornadas jamás se plantearon combatir al régimen para desalojarlo del poder.
Hoy tenemos una Venezuela depauperada y desahuciada que ha sido reducida física y moralmente por la represión del chavismo y la traición de la falsa oposición. El signo más dramático e inequívoco de la desesperanza son más de cuatro millones de venezolanos que se cansaron de esperar por los cantos de sirena de la falsa oposición y resolvieron abandonar el país para emprender su propia lucha por la supervivencia.
La Venezuela que queda se cae a pedazos: con una economía destrozada, sin instituciones, sin una fuerza armada digna; gobernada por la ley de la selva impuesta por la barbarie chavista. En estas condiciones sólo una combinación de fuerzas políticas sociales y militares internas y externas podrían efectivamente derrocar al régimen.
Sin embargo, el fantasma del engaño y la falsa ilusión regresa nuevamente de la mano de los operadores de la falsa oposición. Esta vez han elaborado una narrativa en virtud de la cual un chavismo ya harto de gobernar cedería mansamente parte del poder a cambio de ciertas inmunidades para sus elementos más emblemáticos. Así, por arte de magia negra aparecería en escena la mentada transición, con la aquiescencia de una comunidad internacional engolosinada con un final feliz negociado y civilizado entre el régimen chavista y el resto de la sociedad que ha sido su víctima.
Esa transición por la que abogan operadores y escuderos de la falsa oposición es inmoral e inviable. Por una parte significa en la práctica dejar intacta la estructura del poder político y militar del estado en manos del chavismo, mientras designan un gobierno títere, para el cual ya inclusive hay nombres. Por la otra es una propuesta que deja todo el peso de su ejecución en manos del régimen chavista, que seguiría ganando más tiempo en el poder mientras se negocian las formas de esa transición y se neutralizan opciones contundentes y definitivas, como una intervención militar internacional.
La transición no es más que una ilusión para, una vez más,  desmovilizar a la gente por la vía del engaño y apaciguar a la comunidad internacional con la promesa de una solución democrática negociada con el régimen. Luego del daño humano y moral que el chavismo le ha propinado a Venezuela hay que ser ignorante u oportunista para pensar que una transición podría poner fin a nuestras miserias.
Lamentablemente, la realidad es más necia y siempre se impone. Quienes prometen que es posible salir del chavismo sin hacer un solo disparo, quedarán triturados por la irreversibilidad de los hechos. No se trata aquí de hacerle apología gratuita a una salida por vías de fuerza, sino de reconocer su inevitabilidad y asumirla como condición necesaria para derrocar al estado chavista y reconstruir la República.  @humbertotweets

domingo, 25 de noviembre de 2018

Los fetiches de la falsa oposición


Hacer política desde la ilusión sin valorar la realidad material es lo que ha llevado a la oposición falsa y electoral en Venezuela a un rotundo fracaso de casi dos décadas. La llegada de Chávez al poder en 1999 ya anunciaba un cambio dramático en las coordenadas de la política venezolana. Desde un principio el régimen chavista dio los pasos para instalarse como una dictadura con fachada democrática.
En lugar de caracterizar y confrontar lo que ya se asomaba como una tiranía, las franquicias partidistas apostaron a la cohabitación con el régimen con la vana ilusión de desplazarlo por la vía electoral. Esto requería, por supuesto, de una activa participación electoral y legitimación política que la oposición partidista no dudo en ofrecer mientras el régimen tomaba por asalto todos los poderes.
Durante todos estos años la falsa oposición ha usado varios fetiches para animar a sus seguidores y engañar al resto de los venezolanos. Proclamas tales como ir a elecciones, negociar con el régimen y la unidad por encima de todo se han convertido en los ejes de adoración para esta oposición que en su ceguera y fanatismo se comporta más como una secta irracional que como una vanguardia política.
Aferrarse con empeño enfermizo en tratar de salir por la vía electoral del estado chavista no es más que una negación brutal de la realidad. Es no entender que los operadores del estado chavista ya sacaron sus cuentas y saben que mantenerse el poder es la única garantía que tienen para seguir vivos o en libertad. Hace mucho tiempo el chavismo resolvió que solo saldrá por la fuerza.
De igual manera la tesis según la cual ahogado por la crisis el estado chavista buscaría una transición para entregarle el poder a la falsa oposición vale lo mismo que un cuento de hadas. Sólo la irrealidad viscosa en la que mueven los operadores de estas franquicias les permite soñar con un final feliz luego de unas negociaciones. En la práctica todas las rondas de negociaciones entre la falsa oposición y el régimen chavista solo le han permitido al gobierno ganar tiempo y sembrar la desesperanza en la gente.
El tiempo y las traiciones reiteradas en estos largos veinte años se han encargado de triturar los fetiches electorales y negociadores como ideas salvadoras. La desesperanza ha arrastrado a la mayoría de los venezolanos a refugiarse en el escepticismo frente tanto engaño. Esta respuesta se ha traducido en un rotundo y militante rechazo tanto al régimen chavista como a su falsa oposición en la forma de una masiva abstención a la mascarada electoral.
Para tratar de burlar ese rechazo la falsa oposición vuelve a reciclar otro de sus fetiches predilectos: la unidad. Aseguran que no se ha podido derrotar al chavismo porque hace falta unidad de la oposición, así soterradamente también le echan la culpa de la desgracia a los venezolanos que vemos en esa consigna un burdo chantaje. La unidad que proclaman  se parece más a un nauseabundo mezclote donde todos caben y se amasan corruptos, colaboracionistas y hasta chavistas originarios sin ningún tipo de distinción.
Destruir los fetiches de la falsa oposición es un paso previo y esencial para avanzar en la destrucción del estado chavista.-


jueves, 22 de noviembre de 2018

El “rebranding” de la MUD


La tarjeta electoral de la MUD ya no existe, pero esta alianza de franquicias partidistas sigue operando. Ahora escondida tras el velo del llamado Frente Amplio. Esta extraña asociación de partidos colaboracionistas y representantes del chavismo originario está organizando un congreso para, según dicen, presentar propuestas al país. Dichas propuestas estarían basadas en la ideología de los consensos y la negociación, seguramente adornadas con una retórica abundante de promesas vacías y desconectadas de la dramática realidad que vive Venezuela.
La verdad, se trata de otro sofisticado esfuerzo de mercadeo para intentar deslizar las ideas de una nueva ronda de negociaciones con el régimen, y eventualmente participar en otras elecciones el próximo 2019.
La falsa oposición electoral ha sacado sus cuentas. Sabe que veinte años de fracaso de sus tesis conciliadoras y colaboracionistas le ha llevado a perder el respaldo popular. Sin este respaldo, los partidos de la MUD valen cero. No sólo electoralmente, sino en cualquier mesa de negociación, pues queda claro que solo se representaban a sí mismos y que ya perdieron hasta la capacidad de convocar a una protesta pública.
La misión fundamental del llamado Frente Amplio es que las masas que han abandonado a los partidos colaboracionistas regresen nuevamente a su carril. Para esto era necesario no solo cambiar el ya desprestigiado nombre de la MUD y adoptar otro más engañoso, sino además crear la apariencia de unos eventos donde una supuesta sociedad civil debate y elabora propuestas.
Lo que no dicen es que esa sociedad civil que convocan está conformada por representantes gremiales y sindicales que han salido precisamente del seno de estos partidos colaboracionistas. Así, los dirigentes más desprestigiados se hacen momentáneamente a un lado para que otros menos desprestigiados asuman la vocería y sean los encargados de vender las nuevas tesis plenas de engaño e ilusión.
La falsa oposición ha cabalgado estos veinte años sobre promesas que solo han conducido a legitimar y entronizar el régimen chavista. Ha sido una forma de hacer política que ha fracasado, y si lo permitimos, dejará el chavismo en el poder dos décadas más.
El Padre José Virtuoso, miembro del llamado Frente Amplio, declaraba hace unos días que una de las cosas que intentan lograr con ese Congreso es “reavivar la esperanza”. Aquí desnuda el padre Virtuoso el activo más preciado de los operadores políticos de la falsa oposición, porque si algo necesitan para seguir subsistiendo es precisamente la esperanza de la gente materializada como un cheque en blanco. En otras palabras, que la gente les siga creyendo sin tomar en cuenta fracasos y traiciones.
Más que el reciclaje de falsas promesas sazonadas con una retórica ambivalente, lo que Venezuela necesita son tesis políticas firmes, claras y transparentes para derrocar al estado chavista y luego recuperar la República. El tipo de tesis que la MUD y su sociedad civil, ahora disfrazadas de frente amplio, no pueden asumir porque ellos forman parte de ese sistema clientelar de partidos que, junto al régimen chavista, hay que liquidar.  @humbertotweets

domingo, 11 de noviembre de 2018

Las dudas de las FANB


Hugo Chávez cambió la naturaleza de las fuerzas armadas venezolanas. De ser una institución al servicio de la República ha quedado reducida al apéndice más servil del régimen. Esto lo logró dinamitando la historia y la doctrina de las FANB, creando alianzas antinaturales con la guerrilla, el narcotráfico y grupos paramilitares que se agenciaban para sostener al chavismo en el poder.
En este desarrollo de casi dos décadas se cambió la orientación democrática e institucional en las FANB por la propaganda ideológica del socialismo y el chavismo. Igualmente se adoctrinó a los nuevos oficiales en el credo de reconocer a la guerrilla colombiana de las FARC y el ELN como ejemplos de un supuesto bolivarianismo. Los nexos del régimen chavista y de las fuerzas armadas de venezuela con la guerrilla colombiana han sido sobradamente documentados en medios periodísticos.
Para el chavismo la alianza militar con la guerrilla colombiana ha significado la posibilidad de convertirse en un factor perturbador de la política en Colombia, o una forma de comenzar a influir directamente en los asuntos domésticos del país vecino e inhibir una eventual acción armada.
El resultado ha sido la formación de varias promociones de oficiales en las FANB con ideas muy difusas en torno a su papel en defensa de la república. Al caos operacional y logístico que hoy vive las FANB se suma el alto grado de confusión de numerosos efectivos que fueron entrenados para ver como aliados a regímenes totalitarios de izquierda como Cuba y Nicaragua y además a las fuerzas guerrilleras principalmente de Colombia.
En medios castrenses se percibe como normal que Venezuela haya roto su relación institucional con los Estados Unidos en materia de combate al narcotráfico. Y esto lleva inclusive a justificar la actuación delincuencial del cartel de los soles por razones de seguridad de estado.
Esta política de postración ante el crimen es lo que condujo a una actitud permisiva de los comandantes de las FANB con diversas formas de delito sobre todo en la frontera. Para nadie es un secreto que oficiales y contingentes militares destacados en Táchira, Barinas, Apure Zulia y Bolívar reciben órdenes superiores para dejar operar con la mayor libertad a estos grupos irregulares dentro del territorio venezolano. Algunos documentos internos de las FANB incluso justifican esta política reconociendo la superioridad militar y logística de esos grupos frente a las FANB. Se les dice a los oficiales que es una forma de preservar su vida.
El resultado ha sido una fuerza armada útil instrumentalmente para linchar a la población civil pero totalmente castrada a la hora de enfrentar el crimen. En estas condiciones guerrilla y paramilitares que operan libremente dentro de Venezuela con la anuencia de las FANB ahora se vuelcan en contra de sus antiguos protectores desatando una ola de secuestros y asesinatos a militares que parece imposible detener.
Es una vergüenza que el ministro Vladimir Padrino López tenga que pedirle a sus oficiales de las FANB  que frente a los ataques de la guerrilla y el crimen no pueden dudar y deben actuar. De esta forma Padrino López admite con claridad que las actuales FANB están paralizadas frente al crimen, son incapaces de defender la integridad del territorio y, lo más grave, están dudando a la hora de actuar frente a sus antiguos socios.
Las dudas que hay en las FANB y a las cuales refiere Padrino López no van a desaparecer porque él lo pida. Se requiere de una renovación profunda que quizás signifique reemplazar esta FANB corrupta y aliada del crimen por una fuerza militar íntegra y honesta al servicio de la república. Y eso solo será posible con la expulsión del chavismo y sus militares serviles del poder. @humbertotweets


jueves, 8 de noviembre de 2018

Alinear nuestros intereses con los de EEUU


La falsa oposición en Venezuela sigue dinamitando las opciones reales para derrocar y destruir el régimen chavista presidido por Nicolás Maduro. Esta amorfa y antinatural alianza de franquicias partidistas y aspirantes presidenciales ha agenciado toda suerte de emprendimientos dentro y fuera de Venezuela para debilitar la lucha contra el narco estado chavista, y lanzarla por el abismal barranco de elecciones, negociaciones y desesperanza.
Dentro de Venezuela, esta falsa oposición ha sido la propagadora de la lógica según la cual solo mediante elecciones es posible sacar al chavismo del poder. Han fracasado durante casi dos décadas en este empeño entreguista que ha sido el mejor obsequio legitimador para el régimen. Pero aún así, insisten en tratar a un régimen indiscutiblemente mafioso y criminal como si fuese una democracia.
Cada vez que el régimen necesita el favor de la oposición, usa la vieja táctica de “la zanahoria y el garrote”. Para unos funciona por la vía de prebendas, concesiones burocráticas y contratos. Para otros operadores de la falsa oposición, hay que usar el dolor físico y hasta la muerte para que entren en razón. Así ha sido como, de una forma u otra, el régimen siempre termina llevando a estos opositores a la mesa de negociaciones o a unas elecciones.
En el ámbito internacional, esta falsa oposición hace turismo por países y se toma selfies con líderes de otros estados, pidiendo solo sanciones contra el régimen de Maduro. Esto, alineado con la lógica de tratar al estado mafioso chavista como si fuese una entidad de derecho internacional, que eventualmente cederá a sanciones penales o financieras que le apliquen otros países.
Allí también se anida la falacia de pedir una supuesta ayuda humanitaria internacional, como una especie de blandengue y mal disimulada forma de solicitar una intervención militar en Venezuela. Estos operadores de la falsa oposición se cuidan muy bien de usar un lenguaje educado en lo políticamente correcto, que no es otra cosa que la hipocresía política. Lo que en realidad intentan desconocer, sin éxito, es que apuestan por una supuesta renuncia del régimen de Maduro al poder, como resultado de esta política equivocada de sanciones que solo ha servido para alargar la vida a la agónica tiranía.
El gobierno de Donald Trump sigue evaluando la intervención militar en Venezuela y, eventualmente, también agregar a Cuba, un estado patrocinante del narco estado venezolano, a la lista de regímenes que habría que derrocar. Es lo que el propio Trump ha dicho en varias oportunidades. Al mismo tiempo, algunos funcionarios de su administración han señalado que deben agotarse las formas pacíficas con estos regímenes antes de implementar otras opciones. Esto tiene sentido, y es que EEUU no va a confirmar una intervención militar en Venezuela o en ningún otro país hasta el mismo día en que ocurra.
Sin embargo, en su infinita miopía e ignorancia, los operadores de la falsa opción saltan de alegría y felicidad a celebrar una supuesta contradicción o retroceso en la política de la administración de Trump, como si esto significara una invitación a negociar la paz en una mesa con el régimen asesino de Maduro.
La intervención militar en Venezuela es una delicada decisión política para EEUU, que debe ser calibrada por todos los entes que asesoran a Donald Trump en la materia. Es algo que, de ocurrir, será más por su alineamiento estratégico con los intereses geopolíticos de EEUU que por defender a la agónica república de Venezuela. Es una dramática realidad, pero aun siendo dramática, podría trabajar a nuestro favor.
En ese contexto, el papel de la verdadera oposición que busca derrocar la tiranía en Venezuela no debe ser el de la ambivalencia y la blandenguería. Por el contrario, es necesario persuadir al gobierno de Trump y sus aliados en el congreso de los EEUU sobre la necesidad de una salida de fuerza inmediata para derrocar al régimen de Maduro, pues éste atenta contra su propia población civil como cualquier estado fallido, y por esa misma condición es igualmente una amenaza para los intereses de los Estados Unidos. @humbertotweets

jueves, 1 de noviembre de 2018

Diálogo a la chavista


Que la actual crisis sea o no terminal para el régimen chavista no depende del chavismo. En realidad, dependerá de la claridad, la firmeza y la consistencia de las fuerzas que, tanto interna como externamente, se oponen al régimen. En otras palabras, las condiciones materiales y objetivas para la caída de la dictadura venezolana han estado dadas desde hace años. Pero la ausencia de una oposición consecuente y la complicidad de la comunidad internacional han extendido la vida a este régimen que es agónico desde tiempos de Chávez.
Casi con precisión matemática, cada vez que el régimen chavista necesita sortear una crisis importante, hace una hábil combinación de fichas en el tablero: elecciones, diálogos o negociaciones. Siempre alimentando la ilusión de un cambio, al mismo tiempo que aprovecha la tregua electoral o negociadora para pisar el acelerador y ganar más terreno que el que ya tenía.
Así ha sido, sin excepción, desde las rondas de negociaciones que inauguró Chávez con la falsa oposición en 2002 hasta ahora. Entre unas elecciones y otras, entre unas negociaciones y otras, siempre median eventos a veces poco visibles que tienen que ver con la adjudicación de prebendas y la concesión de posiciones en el sistema político para legitimar la componenda.
Sin duda, esta dinámica combina además la política del garrote y la zanahoria como un sistema casi perfecto de recompensas y castigos que los chavistas han aplicado a la falsa oposición para inducir un movimiento reflejo de colaboracionismo.
Nuevamente, el régimen enfrenta una crisis para la cual necesita el auxilio de la falsa oposición. No se trata del absurdo e irrelevante argumento de que Nicolás Maduro perderá legitimidad el 10 de enero de 2019, que además es de un simplismo insultante, solo potable en ciertos círculos diplomáticos.
En realidad, más que a esa supuesta pérdida de legitimidad que alentaría a más acciones simbólicas de presión de la comunidad internacional, lo que preocupa al régimen es la conformación de un frente internacional dispuesto a intervenir militarmente en Venezuela. Eso sí justifica una nueva ronda de negociaciones para que sea, una vez más, la falsa oposición la que se ofrezca como garante del régimen.
Esta nueva ronda de negociaciones que intenta el régimen tiene el mismo propósito que las anteriores: lograr prórrogas y seguir en el poder. Pero esta vez tendrán que ser más creativos en los temas y la fraseología, dada la escasez de argumentos racionales para justificarla. Además, este sería el intento más sofisticado, quizás el último, que le quede al régimen para detener la casi inevitable intervención militar internacional en Venezuela.
Contrario a lo que se cree, los mejores aliados del régimen de Maduro para enfrentar esa acción militar no serán ni Rusia ni China, sino operadores y dirigentes de la falsa oposición y gobiernos dispuestos a participar en una nueva ronda de negociaciones a la chavista. Desde allí sembrarán una vez más “mentiras frescas” que podrían darle al chavismo dos o tres años más de vida, si así lo permitimos.
La única negociación posible será después de la derrota militar del régimen. No antes. Mientras tanto, si se acude al falso diálogo propuesto una vez más por la dictadura, se le dará vida a un régimen que sin esas maniobras ha debido estar fuera del poder hace más de una década. @humbertotweets