jueves, 29 de marzo de 2018

Abstención contra el fraude electoral


Quienes sólo ven la vía electoral como la única forma para enfrentar al régimen, tienen que oponerse por todos los medios a métodos de lucha como la abstención electoral. Para ellos, no hacerlo sería suicida. Sería como negar su propia esencia y razón de ser. Pero el hecho de que la manida fórmula electoral justifique a estos partidos no quiere decir que sea la forma más adecuada para salir del narcorégimen.
Por eso, la convocatoria que de entrada hace el frente amplio de la MUD está condenada al fracaso. Porque se trata de una tesis política que ha sido derrotada por los hechos en estos diecinueve años. Lo primero que hay que preguntarles al padre Virtuoso y a todos quienes desde el G4 de la MUD prefieren pedir “condiciones electorales más favorables”, es: ¿Por qué no dedicar esos esfuerzos a organizar la lucha en la calle y la protesta popular contra el régimen?
La idea de que este régimen saldrá por vías electorales y pacíficas es una quimera que ha sido alimentada por los partidos de la MUD. Y esto ha sido al costo de distraer las energías de la lucha social en eventos electorales que han resultado tan infructuosos como decepcionantes. Para continuar obstinadamente con esa idea destrozada por la realidad, la MUD se presenta ahora con una nueva cara de frente amplio, descartando la abstención como forma de lucha, pero sin tener aún la claridad de proponer qué hacer. Algunos se han escondido en llamados tímidos y discretos a no votar en las elecciones del 20 de mayo, en una forma que parece más bien querer ayudar “a la calladita” a la candidatura del oficialista Henri Falcón.
Y es precisamente la candidatura de Falcón la que se ha convertido en la heredera de las consignas electoreras de la MUD y la narrativa legitimadora del régimen. Audaz combinación que intenta la maroma de entusiasmar el voto de los opositores al tiempo de ofrecerse como un chavista reciclado o “light”, como él mismo prefiere presentarse.
Las condiciones políticas objetivas en Venezuela no han cambiado. El gobierno mantiene el control de todas las instancias del proceso electoral y se prepara para hacer un acto fraudulento de adjudicación en mayo, en junio o cuando sea. La MUD se ha quedado sin tesis, sin banderas y sin credibilidad al no poder siquiera articular una propuesta coherente para enfrentar al régimen. En este cuadro, la candidatura de Henri Falcón tiene la tarea encomendada por el gobierno de tratar de entusiasmar el voto opositor, vendiendo una vez más las ilusiones de un cambio electoral que en las actuales condiciones es imposible.
Frente a la pública y notoria estafa electoral del régimen, las contradicciones de la MUD y los cantos de sirena de Henri Falcón, al ciudadano común en la calle no le queda otra que refugiarse en la evidencia histórica y su propia intuición, para concluir que todo sigue igual o peor y que nada ha cambiado que justifique ir a votar. ¿Votar par que? ¿Para legitimar el fraude de Maduro? ¿Para darle la vocería de la oposición al pro gobierno Henri Falcón? ¿Para distraer, confundir y terminar en una nueva desesperanza el día después de esas elecciones?
Más allá del silencio cómplice de la MUD y el maniqueísmo de su frente amplio en cuanto al tema electoral, y de la cascada de engaños en que se ha convertido la campaña de Falcón, millones de venezolanos ven con absoluta desconfianza cualquier llamado a negociar “mejores condiciones electorales” mientras el régimen gana tiempo y destruye a Venezuela.
En una escena política marcada por la incoherencia y el engaño, la abstención activa surge como la única alternativa concreta que tenemos los ciudadanos para dinamitar las bases mismas del estado chavista y sus defensores abiertos y solapados.

domingo, 25 de marzo de 2018

¿Cuánto tiempo le queda a las FANB?


Parte del plan de Hugo Chávez siempre fue asegurarse un control y la lealtad personal total de las Fuerzas Armadas. Para lograrlo era necesario relajar las  normas y hasta desmantelar los principios de profesionalismo y obediencia a la república. En su lugar se impusieron prácticas de servilismo a la persona de Chávez y se promovió un inmoral régimen de encubrimiento y complicidades con el crimen y las prácticas irregulares.
Desde 1999 nuevas generaciones de oficiales fueron formados bajo esta nueva doctrina que implicaba la lealtad ciega a Hugo Chávez más no a la república y sus instituciones. Estas nuevas promociones fueron además sometidas a un lavado de cerebro permanente para sustituir las ideas democráticas por consignas de patria, socialismo y muerte que eran las mismas del proyecto político personal de Chávez.
Poco a poco esta nueva fuerza armada fue sustituyendo no solo a los civiles chavistas en sus funciones sino al propio PSUV partido político de Chávez cuyas bases son ahora escuálidas y menguadas. A diversas funciones dentro de la administración pública fueron enviados militares que arrastraron consigo no sólo los vicios del autoritarismo sino también los del secretismo y la corrupción. La nueva moral militar enseñaba que había que ser tolerante con un régimen que aunque robaba  a sus anchas también era permisivo con los militares que hacían justamente eso, robar sin rendir cuentas de su gestión amparados por el prostituido secreto militar.
Sin embargo, al mismo tiempo que Chávez desmantelaba y desarticulaba las estructuras de las FANB emprendía otro proceso en forma casi simultánea de entrenamiento y formación de las milicias y los colectivos como organizaciones paramilitares para sostener al régimen. Esta jugada fue concebida como un seguro en caso que eventualmente las FANB decidieran como bloque abandonar el proyecto del chavismo.
Siempre ha existido un celo y preocupación natural en el seno de las FANB con la actuación de estos grupos irregulares del chavismo. Pero nunca hubo el músculo para enfrentarlos y por el contrario el régimen se aseguro de ir promoviendo en los rangos superiores a militares complacientes con esta política que a la larga plantea una confrontación inevitable con las fuerzas militares regulares.
Como era de suponer las contradicciones han estallado en el seno de las FANB. Estas están alimentadas por el descontento que hay entre diversas facciones militares, aunque la mayoría de indudable filiación chavista, ante el colapso de Venezuela que también lo es de la institución armada.
Estos nuevos oficiales formados al calor de las ideas chavistas han tenido que desprenderse de conceptos y prácticas las cuales identifican como nocivas para la integridad de las FANB. Los recientes intentos de rebelión, todos abortados hasta ahora, solo confirman la dimensión de una crisis de proporciones quizás inmanejable para el régimen.
Expertos en temas militares no se atreven a valorar cual es la exacta correlación de fuerzas en estos momentos en el seno de las FANB. Lo que sin duda aseguran es que la cantidad de oficiales involucrados, directa e indirectamente, podría plantearle al régimen una nueva situación que le obligue a acelerar sus planes de inmovilizar e inutilizar un componente clave como el ejército para sustituirlo por una formación menos profesional y más comprometida con el gobierno como las llamadas milicias bolivarianas.
Quienes están dentro de las FANB intuyen correctamente que la fuerza armada venezolana, tal como hasta ahora se le conoce, tiene sus días contados. Las rebeliones en marcha no solo son intentos para derrocar la tiranía sino también para salvar la poca institucionalidad que aún queda en las FANB.- @humbertotweets

jueves, 22 de marzo de 2018

El chavismo jamás entregará el poder


Que Delcy Rodríguez lo haya dicho no cambia nada. “Nosotros más nunca vamos a entregar el poder político”. En su momento, Chávez lo dijo, y Maduro y la mayoría de los voceros del régimen chavista lo han repetido ad nauseam. Pero más allá de la amenazante retórica chavista está la incontrastable objetivación de los hechos.
Desde 1999 hay un plan en marcha para desarticular al estado venezolano tal como se le conocía antes y sustituirlo por estructuras laxas y endebles a la medida del estado chavista. Ese fue el logro de la Constitución de 1999, que fabricó un enredo legal muy conveniente para desmontar todo el régimen de garantías políticas, al tiempo que seguían convocando a elecciones sin que su resultado pudiera afectar a quienes controlan el poder político.
Este desmantelamiento del régimen de garantías políticas en Venezuela ocurrió ante los ojos de una oposición que no supo identificar temprano los signos de la violenta mutación del gobierno en una brutal dictadura. Encallejonada en un marco electoral totalmente diseñado para favorecer al gobierno, la oposición política siempre quedaba a la defensiva a la hora de explicar el resultado electoral sin denunciar el fraude y el ventajismo.
La inocultable voluntad que ha mostrado el régimen de jamás querer entregar el poder ha sido confrontada desde la oposición electoral con voluntarismo metafísico, que se inspira en deseos profundamente positivos, pero que, al mismo tiempo, ignora deliberadamente la realidad material que se vive. Y esta no es otra que, mientras el chavismo-madurismo controle el poder político, jamás habrá elecciones libres, transparentes y confiables en Venezuela. Se podrá celebrar todo tipo de elección, como hasta ahora, pero el resultado será el mismo y el poder político se mantendrá inalterable. No importa cuántas condiciones electorales pueda negociar la MUD aquí o allá: mientras no haya garantías políticas plenas, no será posible un cambio.
Este es el tipo de definiciones a las cuales no se puede llegar para luego no hacer nada. Concluir que la opción electoral es inviable si antes no sale del poder el grupo gobernante, es doloroso, pero necesario para poder articular las estrategias y las acciones que vienen. No admitirlo es justamente lo que ha hecho la MUD una y otra vez. Con admirable pero también cuestionable devoción metafísica, la MUD insiste en que la única forma posible para derrotar al régimen es la electoral. Y ese error origina, a su vez, otra cadena de equivocaciones tales como abandonar el escenario de la lucha de calle justamente en el momento de mayor agudeza del conflicto social.
La MUD, el G4 y ahora su frente amplio se convierten así en magníficos legitimadores de la narrativa del régimen. Para todos ellos solo la vía electoral salva. Y mientras todos repiten al unísono el mismo mantra, el gobierno sigue avanzando en su estrategia de provocar situaciones que hacen imposible siquiera pensar en una transición pacífica.
En este sentido, el tiempo que se ha perdido pidiéndole infructuosamente al gobierno  que conceda condiciones electorales más flexibles, es un tiempo que, a su vez, lo ha ganado el régimen para seguir desmontando cualquier estructura civil o militar que interfiera con el objetivo último de nunca más entregar el poder político.
Hasta ahora, para el estado chavista, las elecciones han sido un asunto de costo-beneficio. Hacer las elecciones fraudulentas representaba un costo muy bajo para el régimen y el extraordinario beneficio de lograr cierto reconocimiento internacional. Hoy no importa cuántas concesiones cosméticas ofrezca el régimen: cualquiera que sea el resultado, no tendrá reconocimiento internacional.
Esto pone al gobierno de Maduro a considerar si, para asegurar el objetivo de jamás entregar el poder, no sería mejor abreviar todos los lapsos y cancelar en forma definitiva incluso la elección fraudulenta que ellos tienen arreglada en mayo. En cualquier caso, las premisas para la confrontación al régimen se mantienen intactas. La vía electoral está tan agotada, que hasta es posible que el propio régimen decida cancelarla. La MUD y su Frente Amplio pueden seguir ensayando la fórmula electoral que ha fracasado una y otra vez en estos diecinueve años para sacar al chavismo del poder. Pero la realidad material, no las palabras, demuestran que el chavismo-madurismo jamás entregará el poder por las buenas. Hay que sacarlos, sí. Pero no será por vías electorales. @humbertotweets

domingo, 18 de marzo de 2018

De la crisis a la ruptura militar


Las FANB enfrentan hoy la peor crisis en la toda la historia republicana. No hay puntos de comparación con periodos anteriores para calibrar el grado de deterioro y desmoralización que sacude a las fuerzas armadas.
Esto es el resultado de las políticas laxas ejecutadas por Hugo Chávez desde 1999 con el objetivo de convertir a la institución militar en el soporte fundamental de su proyecto político en lugar de ser una institución para salvaguardar la integridad de la república.
Parte de estas políticas era replantear la lealtad de la institución armada hacia el movimiento político de Chávez. Lo cual con el tiempo se convirtió en lealtad personal al caudillo. Se dejo asi a un lado los criterios de profesionalismo, mérito y honorabilidad para ascender en las FANB. Bastaría entonces la lealtad perruna al jefe para ascender y para lograr amplias impunidades en manejos dolosos contra la cosa pública.
Ante la ausencia de apoyo popular la única base de sustento que le queda al régimen es la actuación irregular de las fuerzas armadas. Cualquier oficial de las FANB está en perfecta capacidad de discernir la ilegalidad e inconstitucionalidad de la mayoría de las actuaciones de la actual Fuerza Armada Nacional. Sin embargo, el complejo universo de complicidades que opera en su interior impide que surja con fuerza un movimiento que se rebele en contra del narcorégimen.
En este momento parecen desarrollarse procesos diferenciados y complementarios en el seno de las FANB. Por una parte numerosos actos aislados de rebelión en varias ciudades del país. Por la otra pequeños, pero significativos realineamientos de las lealtades de generales y altos oficiales conscientes que el actual estado de cosas es inviable e insostenible para todos y comienzan a desprenderse de sus antiguas facciones.
Este diagnóstico confirma que hacia lo interno de las FANB hay múltiples divisiones como resultado de la lucha de poder que allí se libra. Además estructuralmente, digamos por diseño, las FANB fueron deliberadamente desmembradas por Chávez para evitar justamente el riesgo de otro levantamiento militar. Ningún Comandante de fuerza, ni el CEOFANB o el alto mando militar tendrían capacidad para articular movimientos reales de tropas sin contar con la colaboración de los siete comandantes de las REDI.
Esto significa que el poder militar está fragmentado y ninguna facción por sí sola tendría la fuerza suficiente para imponerse sobre las otras a menos que hábilmente logren forjar una alianza táctica.
Esta es la fase de la crisis militar donde las diferentes facciones militares se reagrupan y algunas tratan de encontrar rápidamente un líder debería provocar un desenlace que lleve a una fractura en el seno de las FANB que podría, hipotéticamente, derrocar al régimen.
Si el régimen logra golpear los intentos de rebelión de jóvenes oficiales, como parece haberlo logrado hasta ahora, y si además logra abortar los movimientos de generales y oficiales de mayor jerarquía entonces la hipótesis de la fractura militar como una vía de desenlace podría perder fuerza por un breve tiempo para resurgir luego con una potencia más letal. ¿Por qué? Porque las causas originarias de esta crisis militar seguirán allí. Irresolubles y multiplicadas en el tiempo.

jueves, 15 de marzo de 2018

Mejor divididos que mal acompañados


La oposición electoral sigue usando los viejos esquemas, los únicos que conoce, para enfrentar al régimen. Esta oposición es la que ha fallado durante diecinueve años en caracterizar al régimen chavista como una dictadura. Por el contrario, lo calificó como un mal gobierno autoritario del cual se podría salir algún día mediante elecciones.
De allí en adelante se derivan toda a serie de estrategias que han fracasado estrepitosamente, una tras otra. Mientras la oposición electoral sigue apostando por las reglas de juego del tablero oficialista, el régimen, por su parte, viola en forma continuada hasta la propia constitucionalidad que le da sustento.
En estos diecinueve años se ha creado una cohabitación política con el régimen que sigue alimentando la ilusión de un cambio pacífico, democrático y electoral. ¿Y cómo estar en desacuerdo con un cambio político por las buenas, si tan solo el régimen estuviese dispuesto a cumplir sus propias reglas? Pero participar electoralmente en esas condiciones de abuso e incertidumbre no solo ha servido para legitimar la tiranía, sino que, además, ha creado un reflejo condicionado en esta oposición, que no puede desprenderse de la fórmula electoral, aunque la evidencia demuestra que el régimen jamás entregará el poder por esa vía.
La única forma como la oposición electoral puede concebir su confrontación con el régimen es mediante elecciones, descartando otras formas de lucha política que podrían resultar más eficaces para derrocarlo. La intención de participar en las elecciones, desde este ángulo, lleva implícita la idea de la unidad para enfrentar al adversario. Pero la unidad electorera y burocrática asumida de esta manera permite que los representantes de los llamados partidos democráticos se sienten en una misma mesa con quienes, hasta ayer, representaban justamente lo que queremos erradicar.
La unidad electorera siempre se impone como un chantaje sobre el ciudadano desprevenido, a quien se le acosa con la falacia de “solo unidos podremos derrotar al gobierno”. A esto se le adosa la perversión del mal menor: mejor votar por esa unidad, aunque en el fondo no representa exactamente lo que queremos. Así ha operado esa unidad en estos diecinueve años: como un cheque en blanco con el que se exige seguir confiando a ciegas en una dirigencia que ha fracasado en lograr el objetivo de sacar a este régimen, si es que alguna vez se lo planteó así.
La inocultable crisis de credibilidad que enfrenta la Mesa de la Unidad Democrática la ha obligado a maquillarse. Mediante el uso de operadores políticos incrustados en gremios y organizaciones, han lanzado lo que llaman un Frente Amplio. Al igual que todos los diseños de la MUD, este tiene su marca de origen. Se trata de una agrupación para impulsar la fracasada agenda electoral de la MUD, pero ahora con un barniz de sociedad civil.
Por supuesto, siguiendo la lógica oportunista y burocrática de los partidos, este frente está más preocupado por asignar espacios para la figuración mediática que por definir una posición coherente y sólida contra la dictadura. Las proclamas que han sido leídas hasta ahora abundan en palabras y retórica, pero fracasan en identificar al régimen como una dictadura y en definir estrategias concretas y creíbles para salir de él.
El padre Virtuoso, en realidad, no hizo otra cosa que reconocer la situación de ese universo político que es la oposición venezolana: estamos divididos. Para que no queden dudas, estableció la premisa mayor de esa nueva formación: “Este no es un frente para la abstención…”. Exacto, se trata de un frente para seguir estafando a la gente con la ilusión electoral o consignas risibles como “pedir elecciones presidenciales para enero de 2019”.
Hoy, la oposición venezolana está dividida básicamente en dos bloques: por un lado, quienes aún persisten en la salida electoral en dictadura; por el otro, quienes sabemos que no hay salida electoral viable bajo este régimen y proponemos otras formas de lucha tales como la abstención activa, la movilización de la calle y la huelga general. No puede haber unidad con las posturas ambiguas e incoherentes de la oposición electoral. Ni la podrá haber con quienes ahora se hacen llamar opositores pero quieren preservar el macabro legado de Chávez. De ser así, mejor divididos que mal acompañados. @humbertotweets

domingo, 11 de marzo de 2018

¿Frente amplio o club de amigos?


La Mesa de la Unidad Democrática está tratando de revivir cambiando sus formas pero no su sustancia. En esencia sigue siendo una alianza de partidos que trata de negociar condiciones electorales con la dictadura. Pero ahora en lugar de dar la cara se esconde detrás de un llamado Frente Amplio supuestamente integrado por organizaciones de la sociedad civil.
La semana pasada se realizaron dos eventos para presentar este “frente amplio “que se inaugura con la misma narrativa retórica y demagógica de la MUD. Sin propuestas concretas y con una prosa descolorida y difusa esta nueva máscara anuncia que luchará por mejorar las condiciones electorales tal como lo ha hecho la MUD hasta ahora.
Fracasa deliberadamente este Frente en caracterizar al gobierno de Nicolás Maduro como una dictadura y siguiendo el refinado y delicado lenguaje de los asesores de la MUD prefiere llamarlo autoritarismo. Grave ausencia de definición política.
En lugar de atacar la base de la ilegalidad chavista que nace en la Constitución de 1999, en un desenfrenado arrebato de sospechoso civismo, el frente en su documento anuncia que defenderá justamente esa Constitución.
Por supuesto, a la convocatoria a este sainete muy mal llamado frente amplio solo atendieron esas organizaciones de la sociedad civil que son manipuladas por los partidos políticos que integran la MUD. En otras palabras, se fabricaron una sociedad civil que viene operando como apéndice de esos partidos. En esos eventos no participaron representantes de la Conferencia Episcopal, ni de la resistencia, ni militares y por supuesto fue notoria la ausencia de organizaciones e individualidades genuinos representantes de la verdadera sociedad civil que difieren de la MUD.
Desde el principio la convocatoria fue selectiva y eso demuestra que más que un frente político la MUD simplemente ha creado un club de amigos incondicionales para que les haga el trabajo que por su propia debilidad política ellos no pueden hacer.
Y siguiendo el comportamiento de esos partidos ya se están repartiendo los cargos de ese frente confirmando su naturaleza esencialmente burocrática.
La unidad que propone este frente es del tipo de unidad que permite meter en el mismo saco de gatos a las familias de las víctimas de asesinatos políticos y torturas a compartir en la misma mesa de unidad junto a ex chavistas tales como Miguel Rodríguez Torres y Luisa Ortega Díaz. Esta idea oportunista de unidad no es nueva. Es la misma que la oposición electoral manoseó para apoyar en su momento a Francisco Arias Cárdenas y luego para darle cobijo a Henri Falcón.
Todo esto presenta a una MUD desesperada por recuperar su influencia política la cual ha perdido ante el masivo movimiento abstenciones en toda Venezuela que se ha desmarcado del oportunismo político y de la estafa electoral.
La unidad verdadera que reclama Venezuela es la unidad con el propósito único de derrocar la dictadura de Nicolás Maduro. Llamados ambiguos y blandengues a negociar condiciones electorales con el régimen, aunque vengan disfrazados de sociedad civil, solo buscan la cohabitación con el régimen.
No se le puede llamar frente porque es la MUD quien está escondida detrás y no da la cara. Tampoco es amplio porque hay numerosos sectores civiles y militares que no participan allí por no suscribir la estrategia de la cohabitación para sacar a la dictadura. Se trata en realidad de un club de amigos donde todos están de acuerdo con todo y nadie contradice a nadie. Tal como operan los partidos políticos, sobre todo los de la MUD. @humbertotweets

miércoles, 7 de marzo de 2018

El legado político de Antonio García Trevijano


Antonio García Trevijano fue un extraordinario filósofo y político español, recordado por su participación estelar en la lucha contra la dictadura de Francisco Franco. Admirado por su destacada obra en filosofía y reconocido por su impecable honestidad intelectual.

En el año 1974 fundó la Junta Democrática de España, que se fusionó con la Plataforma de Convergencia Democrática para crear la Platajunta, la cual llevaría adelante la lucha de todas las fuerzas políticas y sociales de España contra la dictadura de Franco.

En 1977 propuso para España la ruptura democrática frente a la tesis reformista de la transición que finalmente se impuso debido a la traición política de Felipe González y Santiago Carrillo. La transición en España le dio todo el poder a los partidos y se lo arrebató a los ciudadanos, estableciendo en la Constitución un sistema que, como en la mayoría de las democracias de Occidente, los partidos deciden los candidatos, y los ciudadanos son convocados sólo para votar.

Desde entonces, García Trevijano dedicó su vida a la lucha contra la corrupción del Estado de partidos, o como él mismo lo define, “la oligarquía de partidos”, que sustituye al ciudadano en sus decisiones políticas.

Como resultado de su experiencia en la lucha política y su investigación en el campo de la ciencia política y el Derecho Constitucional,  García Trevijano publicó los libros “Teoría Pura de la República” y “Teoría Pura de la Democracia”, cuyas ideas fundamentales son la construcción de una república constitucional donde la democracia representativa sea garantizada por la más estricta separación de poderes en su origen. Hay que destacar que García Trevijano rescató, de forma elocuente y magistral, las ideas republicanas del venezolano Francisco de Miranda para estructurar su teoría política.

Asimismo, propuso sacar la ideología —bien sea liberal, conservadora o cualquier otra— del texto constitucional, y establecer en él estrictamente las reglas del juego político, en lugar de una larga lista de enunciados que pertenecen más bien a las leyes, o lo que él llama las jugadas. De modo que si una sociedad se mueve mayoritariamente hacia la izquierda o hacia la derecha, esto no sea el pretexto para modificar la Constitución, tal como ocurre con el sistema político de los Estados Unidos de Norteamérica.

La denuncia permanente de la corrupción del Estado de partidos en España le costó a García Trevijano el ostracismo por parte de la élite mediática y política de su país, que le negó sus espacios para difundir sus ideas. Por supuesto, una élite política y mediática beneficiaria de un sistema de clientelas y prebendas no podía hacer concesiones a este demócrata radical, quien, en algún momento, se vio forzado a comprar una revista para poder publicar sus artículos de opinión y así vencer la censura.

Con la irrupción de las redes sociales Antonio García Trevijano recuperó espacios para llegar masivamente a nuevas audiencias vía Youtube y Periscope. Hay suficiente material y documentos con análisis y explicaciones detalladas de su tesis de la Libertad Política Colectiva. Gracias a la penetración de esas redes sociales sus ideas ahora no solo son conocidas y defendidas en España, sino también en México, Ecuador y Venezuela, países donde la oligarquía de partidos reproduce formas idénticas de control y corrupción.

En los últimos años, Antonio García Trevijano se interesó de forma especial por el tema del cambio político en Venezuela. Siempre nos dijo en público y privado que Venezuela resumía toda la descomposición típica del Estado de partidos, pero al mismo tiempo ofrecía todas las posibilidades para construir una república de ciudadanos libres. Quedan abundantes programas como testimonio de su incondicional apoyo, admiración y entusiasmo por la lucha contra la tiranía en Venezuela.

Justo es decir que el legado y el ejemplo de honestidad y convicción de Antonio García Trevijano ya no pertenece solo a los españoles, sino también a todos los ciudadanos del mundo que luchan por la libertad.  @humbertotweets

domingo, 4 de marzo de 2018

El chavismo acabó con Venezuela

Desde 1999 Venezuela no ha sabido lo que es la paz. Es cierto que durante los gobiernos anteriores a Chávez se vivieron momentos difíciles y de tensión social, pero ninguno de ellos se podría comparar con la explosividad que ha imperado en estos diecinueve años.
El cambio de la Constitución de la República para darle soporte al nuevo estado chavista lanzó al país por el barranco de la inestabilidad. La concentración de todo el poder político en manos del Presidente de la República pavimentó el camino a la tiranía al negar la separación de los poderes públicos como expresión de una verdadera democracia.
Valiéndose de improvisadas coartadas legales que ahora tendrían rango constitucional Chávez se fabricó un estado a su medida con Consejo Moral y todo. El resultado sería una perversión política en virtud de la cual no importa cuantas veces el régimen se cuente en elecciones estas están diseñadas para que siempre gane y jamás entregue el poder. Todo con el soporte de adefesios constitucionales y legales.
A la modificación de la estructura del estado se sumarían el cambio del nombre de la república agregandole el apellido de “Bolivariana”, el cambio del escudo, la caricaturizacion de la imagen de Simón Bolívar y la partidización de las fuerzas armadas.
Todos estos cambios fueron destruyendo la unidad del estado venezolano y la integridad de la república. Hoy cualquiera que sea adversario político del régimen puede ser acusado y sentenciado de traición a la patria, o sea a la patria chavista y todos los antivalores que ella representa. Por supuesto los jueces ni se inmutan ante actos evidentes y materiales de entrega de la patria como el regalo de las concesiones del arco minero a multinacionales o el control de las fuerzas armadas venezolanos bajo las órdenes de militares cubanos.
El rápido deterioro de las condiciones materiales de vida y la imposibilidad del gobierno de garantizar la seguridad de sus ciudadanos alimentan más aún la desesperanza al extremo de llevar a millones de venezolanos a cruzar las fronteras y buscar otras formas de subsistencia. Esto está afectando la capacidad operativa misma del gobierno al enfrentar renuncias masivas de empleados, obreros y hasta militares para quienes sin duda el salario no alcanza nisiquiera para asegurar un nivel mínimo de supervivencia.
Así el país se nos ha convertido en un inmenso desierto con salones de clase vacíos, empresas cerradas, y gente deambulando por las calles buscando algo para subsistir. Esta es la cara del país que el chavismo-madurismo niega con absurda necedad. Y al mismo país que siendo rehén de su propio estado la oposición electoral quiere arrastrar una vez más a una ilusoria salida electoral.
Lamentablemente el discurso político ha fallado en caracterizar correctamente a este régimen como una dictadura y a su legado como uno de destruccion total. Por el contrario la narrativa políticamente correcta prefiere hablar de un “autoritarismo competitivo” que hace un mal gobierno. Y con esas falacias intentan llevar a la  gente por la fracasada senda electorera con musiquita de campaña, serpentinas y papelillo como si en Venezuela no hubiese un duelo permanente por el genocidio perpetrado contra su población civil.
En este punto parecen coincidir tanto el régimen como la oposición electoral a la hora de negar la realidad de destrucción durante el chavismo. Para el régimen es un asunto esencial no admitirlo, para oposición admitirlo implicaría la necesidad de buscar salidas definitivas y extremas que no está dispuesta a asumir. Sin duda, el daño que el chavismo le ha hecho a Venezuela es brutalmente superior al de la Guerra Federal. En aquel entonces quedo un país en ruinas, pero quedó algo. En la etapa poschavista ni siquiera a las ruinas podremos aspirar.- @humbertotweets

jueves, 1 de marzo de 2018

Condiciones versus garantías electorales

Cuando se trata de una declaración de la MUD hay que leer y releer muy bien entrelíneas y revisar con cuidado los pies de página. Cuando uno cree que lo ha entendido todo, siempre salta algo por allí escondido que cambia el significado: una letra, una coma, o una palabra.
Vale recordar la interpretación que Ramos Allup y Julio Borges le dieron a la confusa redacción de lo aprobado en la consulta popular del 16 de julio del año pasado. Mientras millones de venezolanos creyeron que le ratificaban un mandato a la Asamblea Nacional para renovar los poderes públicos y conformar un gobierno de unidad nacional, para Ramos Allup y Borges no fue más que un devaluado saludo a la bandera.
Deliberadamente consciente de lo que hace la MUD, los mismos actores se han afincado en hablar de “condiciones” electorales favorables para participar en las elecciones fraudulentas convocadas por el régimen. Siempre evitan discutir sobre garantías políticas para una elección libre; aunque algunos voceros de la MUD, con la perniciosa intención de confundir más a la gente, usan indistintamente las expresiones “condiciones” o “garantías” electorales. No significan lo mismo, pero tampoco esperemos que la MUD lo explique.
Las condiciones electorales que la MUD pide al gobierno son unas medidas administrativas e instrumentales para realizar las elecciones en un ambiente más o menos confiable. En esa lista entran la fecha de las elecciones, la auditoría al registro electoral, la observación internacional, entre otras. Según la narrativa de la MUD, si el régimen cede en uno o varios de estos aspectos, entonces automáticamente se darían las condiciones para participar.
La MUD no habla —no quiere o no le interesa hablar— de las garantías electorales o políticas que deberían ocurrir para ir a unas elecciones verdaderamente libres.
Las garantías políticas implican un conjunto de requisitos concretos que deben cumplirse a cabalidad para que los ciudadanos se expresen libremente y su voluntad sea respetada. Esto, por ejemplo, significa una ruptura total con el Estado chavista, desmontar el aparato financiero y paramilitar, la conformación de un gobierno transitorio de emergencia nacional y la renovación de todos los poderes públicos incluyendo el poder electoral.
Por supuesto que el régimen siempre estará dispuesto a negociar con la MUD la concesión de condiciones cosméticas que nunca podrán alterar el resultado electoral. Por ejemplo, ¿qué cambiaría el hecho de que las elecciones sean en abril o que sean pospuestas para mayo o junio, si el proceso electoral en todas y cada una de sus instancias será controlado por el régimen? Lo único que estas condiciones cosméticas cambian es que le dan un pretexto a la MUD para que llame a participar porque “las condiciones electorales han cambiado”.
La MUD hoy es manejada por operadores políticos y analistas con la lógica del “programa mínimo” como estrategia élite para enfrentar al régimen. Esto quiere decir que ellos siempre terminan haciendo una serie de peticiones, tratando de adivinar cuáles podrían ser aceptadas por el gobierno. A esto lo llaman “condiciones mínimas”.
Enfrentar al régimen con la lógica de “condiciones mínimas” conduce justamente a lo mínimo o a nada, como lo hemos visto en estos diecinueve años. Por eso la MUD luce débil como opción para sustituir al régimen y sin el temple para liderar una gran batalla nacional contra la tiranía.
En lugar de las más mínimas condiciones electorales, tales como la fecha de las elecciones, lo que se requiere es luchar para recuperar las garantías políticas que nos permitan primero zafarnos del Estado chavista y luego ir a elecciones libres.

Está claro que estas garantías políticas no son las que se conquistan en una mesa negociando con el régimen al que precisamente se trata de derrocar.   @humbertotweets