domingo, 27 de diciembre de 2020

Se desmorona el interinato

            Podemos decir con certeza que de esa conexión política y electoral de los venezolanos con la falsa oposición que ocurrió en el 2015 ya hoy no queda nada. Sin embargo, esa Asamblea Nacional desprestigiada y sin apoyo sigue hablando en nombre de un pueblo que no le reconoce como su representante, tal como se ha visto en el rechazo a sus últimas convocatorias.

Tratando de usar las propias trampas leguleyas de los chavistas y su constitución la falsa oposición se inventó una ficción llamada gobierno interino argumentando que había que ocupar el vacío de poder porque ya Nicolás Maduro no era legalmente presidente. Desde ese día arranca una comedia trágica, vergonzosa y miserable para tratar de presentar a una oficina de lobby y contratos como un supuesto gobierno.

Entre una y otra declaración simbólica de “países amigos” no es sino hasta el día que Donald Trump le levantó la mano a Juan Guaidó cuando la suerte del interinato cambió. El apoyo político de los Estados Unidos al interinato creaba una nueva esperanza por el cambio. Sin embargo, este apoyo en lugar de ser usado para coordinar los esfuerzos en una acción militar internacional que sacara al chavismo del poder se diluyó en declaraciones y más concretamente en el acceso del interinato a los activos de Venezuela en el exterior que como resultado de las sanciones internacionales no podía ser controlado por el régimen chavista.

El acceso del interinato a los dineros de Venezuela en el exterior y los activos tales como CITGO cambió todo. La oficina de Guaidó comienza a manejar esos dineros más los recursos de la ayuda humanitaria en un maravilloso limbo jurídico donde no tenían que rendirle cuentas a nadie. Ni a los Estados Unidos, ni a las instituciones chavistas y, por supuesto, menos aún a los venezolanos.

La orgia de saqueo orquestada desde el interinato ha sido de tales dimensiones que hasta el propio Leopoldo López dejó a un lado pruritos morales para rápidamente salir de Venezuela y entrar a controlar directamente el reparto de la piñata.

Ya no es tiempo de mantener las formas y las apariencias. Está claro que Juan Guaidó es un títere de Leopoldo López a quien le cuida el puesto y que es Leopoldo el jefe de la pandilla de Voluntad Popular que decide quién cobra y quien no en los ámbitos del interinato.

Un Leopoldo ambicioso y audaz sale a recorrer el mundo sin complejos, a pedir un gobierno de coalición con el chavismo (eso sí, sin Maduro) y mientras tanto que se le renove el periodo por tiempo indefinido al hamponato interino controlado por Voluntad Popular. Para esta maniobra López le roba la idea de la tal “continuidad administrativa” a Ramos Allup y la hace suya, sin pagar los derechos de autor.

Esta falacia jurídica de continuidad administrativa de algo que jurídicamente nunca existió no es otra cosa que un cheque en blanco para que Leopoldo López, su familia y los hamponcitos de Voluntad Popular manejen en forma ilimitada y sin rendición de cuentas miles de millones de dólares que están en el exterior y pertenecen a la nación venezolana.

Como era de esperar el reparto desigual del botín ha hecho estallar ese antro llamado G4 que representa a la falsa oposición. Acción Democrática pidió Citgo, Leopoldo dijo que no. Primero Justicia pide más participación en el interinato (más contratos), Leopoldo López dice que no se puede porque eso es lo que hay. Leopoldo López lo quiere todo y se niega a repartir equitativamente la torta. Resultado: Tanto AD como PJ ya han anunciado, cada uno a su manera, que no apoyarán el llamado estatuto del interino que hipotéticamente sería la base jurídica para la auto designación de estos hampones como representantes de los venezolanos por tiempo indefinido.

Hasta la fracción 16 de julio integrada por los operadores políticos de María Corina Machado y Antonio Ledezma tuvo que tomar partido para plegarse en forma vergonzosa a la pandilla de Voluntad Popular con la esperanza de que algunas migas les caiga de la mesa donde Leopoldo decide quién cobra y quién no. Para sobrellevar el ratón moral esta fracción emitió un comunicado donde tímidamente critican a Juan Guaidó y rechazan la idea de una continuidad administrativa para luego justificarse y apoyar al interinato argumentando una supuesta “continuidad constitucional.” Por su postración y creatividad los de la fracción 16 de Julio recibirán su premio de consolación de manos de Leopoldo López.

El problema más grave que tiene Leopoldo es con sus socios de AD y PJ. Al no resolver en términos satisfactorios el reparto del botín y estos partidos negar su apoyo para la continuidad del interinato se cae la base argumental fundamental de la campaña  de Leopoldo López para presentar internacionalmente su oficina de lobby y contratos como un gobierno alterno al de Maduro en Venezuela. Se puede anticipar como epílogo a esta tragicomedia que que varios países retiren su apoyo político y jurídico al interinato al tiempo que mantengan su apoyo al pueblo venezolano en su lucha.

El desmoronamiento del interinato debe conducir a que países como los Estados Unidos e Inglaterra le cierren el acceso a los activos de Venezuela en el exterior al hamponato interino. La desaparición del interinato y la consecuente pérdida de poder de la falsa oposición y el G4 es una buena noticia para los venezolanos. Esto despejará el camino para la conformación de un nuevo eje político y militar que articule fuerzas internas e internacionales con el objetivo de derrocar al régimen chavista.- @humbertotweets

 

domingo, 13 de diciembre de 2020

La consulta es una estafa continuada

            Luego de veinte años de chavismo y de falsa oposición colaboracionista en realidad queda muy poco que decir y mucho por hacer. Ya se ha dicho todo. Las razones para liquidar por vías de fuerza a la narcotiranía son las mismas que las del primer día: Estamos frente a una banda de criminales que asaltó el estado venezolano y está destruyendo la República. Desde el momento en que los venezolanos dejamos de contar con las fuerzas armadas como institución las opciones electorales quedaron automáticamente canceladas. Y de eso hace ya mucho tiempo.

Las mentiras y los pretextos para justificar las tesis electoreras y negociadoras del chavismo, que sistemáticamente han sido abrazadas por la falsa oposición, también se conocen. En ese terreno ya no hay nada nuevo que decir. La falsa opción, esta vez con Leopoldo López a la cabeza, tiene un discurso rancio y fastidioso que sigue repitiendo lo mismo que han dicho en veinte años: De esto solo se sale con negociaciones, condiciones electorales mínimas y elecciones.

Siempre que la falsa oposición ha llamado a participar en elecciones o en protestas (como se preparan para hacerlo ahora...una vez más!) lo hace como antesala y preludio a una nueva ronda de negociaciones con el régimen chavista. Siempre le presentan a los venezolanos soluciones que terminan atornillando al régimen. Así han transcurrido las elecciones presidenciales, legislativas y de gobernadores durante esta etapa.

Los argumentos son pueriles y nefastos: Que esta sea la última cola, no le podemos dejar esos espacios al régimen, etc. Toda una justificación del clientelismo más despreciable y barato. Todo esto para embaucar a la gente y les den un cheque en blanco. Y así pacientemente lo hicieron millones de venezolanos por muchos años. Hasta que la gente se cansó y ya no hay nada nuevo que sacar del sombrero del mago. Ya no hay nada nuevo que decir para seguir apoyando una estrategia que políticamente ha fracasado pero que ha probado ser un magnífico y lucrativo negocio para la “oposición.”

Así hemos llegado al episodio de la consulta II. Ni Leopoldo López ni Juan Guaidó se han tomado la molestia de explicar que se logró con la consulta I, la del 2017, donde también se hizo la maroma de movilizar a la gente para hacerle preguntas insulsas. Esa consulta no logró lo prometido aunque en forma humillante le otorgó 7 millones de supuestos votos como ofrenda a la constitución chavista de 1999.

Esta nueva consulta es otro engaño. No solo busca una vez más poner de rodillas a los venezolanos ante la constitución y el régimen chavista. Esta vez también busca el no menos audaz objetivo de persuadir a los países que apoyan al hamponato interino que el lobby internacional de Leopoldo López y Juan Guaidó debe seguir manejando los activos de Venezuela en el exterior.

El acceso a estos recursos es la apetecida joya de la corona para el grupo de Leopoldo que ya comienza a ser cuestionado por sus antiguos socios de Acción Democrática y Primero Justicia por tacañería en el reparto del botín. AD y PJ intentan argumentar que el hamponato interino debe seguir siendo reconocido por una peregrina doctrina de continuidad administrativa,  pero con nueva jefatura que ellos esperan no sea un títere de Leopoldo sino uno de ellos.

Esto es lo que en verdad se está decidiendo con la consulta de la falsa oposición. Lo que está en juego es si la mal llamada comunidad internacional les permite a esta banda de hampones seguir usufructuando los dineros de Venezuela en el exterior y ultimadamente cuál de los pranatos en pugna será quien en definitiva se quede con el premio gordo. Todo esto mientras los venezolanos invitados a participar en la consulta estafadora mueren de hambre y Venezuela ha quedado reducida a una mera palabra en riesgo de desaparecer a manos de chavistas y falsos opositores.-  @humbertotweets

domingo, 6 de diciembre de 2020

Elecciones y consulta para seguir robando

            El narco régimen chavista y las dos alas de la falsa oposición siguen buscando formas de justificarse para seguir saqueando a Venezuela. Los chavistas y alacranes tienen la urgencia de justificarse ante sus propias bases para alimentar una presunta legitimidad. En realidad estos, que controlan el aparato del estado, saben que hay que darle algunas certezas a su propia fuerza armada para que esta les siga sosteniendo en el poder.  Las elecciones fraudulentas son la archiconocida fórmula del chavismo desde 1999 para cumplir con esta formalidad de legitimidad. Para esto los chavistas cuentan con la fidelidad perruna del ala alacrán de la falsa oposición.

La otra ala de la falsa oposición, la de los Guaidolovers, quiere aferrarse a toda costa a la membresía del llamado gobierno interino porque esto les da acceso a millones de dólares sin tener que rendirle cuentas a nadie. Con el falso argumento de que supuestamente la comunidad internacional lo ha pedido el ala Guidolover de la falsa oposición se ha embarcado en una consulta estafadora cuyo único propósito, al igual que el de Maduro en Venezuela, es el de darle a Juan Guaidó un piso que le permita seguir firmando los cheques en nombre del hamponato interino.

Ambos eventos, tanto las elecciones fraudulentas como la consulta estafadora, se mezclan en un propósito único de seguir robando a la nación venezolana. A Nicolás Maduro y a Leopoldo López con su respectivo séquito de parásitos que les acompañan no les importa detener la destrucción de Venezuela. Desgraciadamente luego de veinte años solo podemos constatar que tanto chavistas como falsos opositores solo quieren seguir depredando lo que queda mientras los venezolanos mueren literalmente de hambre y en esclavitud.

Solo los chavistas creen en las elecciones que está convocando Maduro para esta semana. Y no todos los chavistas. Solo aquellos enchufados o ilusionados porque les regalaron un rollo de mortadela. O los militares de cualquier rango que usan su uniforme y armas para robar hasta a sus propias familias. Esas elecciones están diseñadas para hacerle publicidad al chavismo ante su ya menguada y exigua clientela.

Por el lado del ala Guaidolover de la falsa oposición la llamada consulta es tan pirata que hasta sus organizadores dicen que es vinculante aunque poca gente vote. En otras palabras bastaría contar los votos por correo electrónico  de la burocracia asalariada del hamponato interino para darte un supuesto soporte jurídico a la presidencia caricaturesca de Guaidó.

Las elecciones fraudulentas que organiza el chavismo y la consulta estafadora de la falsa oposición no solo son parte de las formas de saqueo que usa esta casta política que ha destruido a Venezuela. Ambos eventos, tanto las elecciones como la consulta,  son tributarios de la constitución chavista de 1999 diseñada para sostener al chavismo en el poder a perpetuidad. Constitución que primero habría que triturar para comenzar a hablar en serio de “oposición.”

Cualquiera que venga a proponer soluciones basadas en la pseudo legalidad chavista llámese elecciones, consultas, o negociaciones para un cogobierno con el chavismo (Leopoldo López dixit) sólo trabaja como agente del chavismo.

Para liquidar políticamente al régimen chavista es imprescindible liquidar primero a la falsa oposición que ya hoy más de un 80 % de los venezolanos percibe como un estorbo en el camino. Y esto no se logra ni con elecciones ni con consultas.-  @humbertotweets

domingo, 29 de noviembre de 2020

Venezuela en el legado de Trump

            La batalla por la elección presidencial en los Estados Unidos aún está por definirse. Aunque ya las oligarquías mediáticas proclamaron ganador a Joe Biden, la realidad es que no se sabrá con certeza quién será el presidente hasta el 14 de diciembre, fecha en la cual se reúne el colegio electoral para tomar la decisión.

En el calendario constitucional de los EEUU el 14 de diciembre de 2020, día real de la  verdadera elección, y el 20 de enero de 2021, día de la juramentación, son fechas que no se pueden modificar salvo que estemos frente a una ruptura del régimen político.

Por esa inflexibilidad en los lapsos es que el equipo de abogados de Donald Trump están en una carrera contra el tiempo para lograr que los jueces puedan conocer y decidir sobre las impugnaciones de votos ilegales o que las legislaturas regionales remedien el fraude, decidiendo ellas mismas quienes serían los delegados al colegio electoral por cada estado y eventualmente adjudicándoselos a Trump.

En este momento tanto Donald Trump como Joe Biden tienen las mismas posibilidades para ser electo presidente de los Estados Unidos. Pero un país cuyas decisiones impactan a muchos otros no puede depender de esta incertidumbre. Por eso es normal que los equipos de ambos candidatos tengan no solo planes sino que igualmente estén tomando acciones anticipando uno u otro resultado.

No debe sorprender que Trump haya dado instrucciones para preparar la transición al tiempo que insiste en no reconocer los resultados electorales hasta que estos sean declarados definitivos por los órganos constitucionales. Sin embargo, ante la eventualidad de un resultado adverso y sin restar energía a las impugnaciones el propio Trump debe seguir ocupándose de los asuntos domésticos e internacionales hasta el mismo 20 de enero de 2021.

En las próximas semanas e independientemente de lo que ocurra el 14 de diciembre en el colegio electoral la administración de Donald Trump aún tendrá la oportunidad de tomar decisiones con respecto a Venezuela. En el marco de una intervención quirúrgica con el objetivo de liquidar las cabezas políticas, financieras y militares del régimen chavista Trump podría también destituir a funcionarios como James Story y Elliot Abrams que han impulsado las tesis de la falsa oposición venezolana de negociación y elecciones con el chavismo.

La designación en este preciso momento de nuevos funcionarios para atender el tema Venezuela permitiría buscar otros interlocutores para conformar un gobierno de facto luego de una intervención militar puntual que neutralice al régimen chavista y a sus socios colaboracionistas.

Ante la eventualidad que Trump tenga que entregar el poder el 20 de enero de 2021, una operación militar tipo corte quirúrgico rompería completamente con ese ciclo vicioso de negociaciones-elecciones con el régimen chavista y provocaría una crisis que tendría una influencia determinante en las políticas de Biden para Venezuela.

En lo que podrían ser los días finales de su administración, o el comienzo de un nuevo periodo, y en el ejercicio pleno de sus facultades constitucionales Donald Trump sigue tomando decisiones claves en el gobierno cuyos efectos se sentirán en los próximos años y seguramente serán parte de su legado. Los acuerdos de paz en el medio oriente y el ser el único presidente que no ha iniciado una guerra son parte de ese legado al cual bien se le podría agregar la liquidación definitiva de la cúpula del régimen chavista en Venezuela, como inicio de un proceso irreversible de liberación.- @humbertotweets

domingo, 22 de noviembre de 2020

Trump aún puede intervenir en Venezuela

            Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos están atascadas en graves acusaciones de fraude y el laberinto político y legal para resolverlas. Las evidencias que progresivamente han ido presentado el equipo de abogados de Donald Trump sugieren que no solo hubo un fraude en la adjudicación de los votos sino también un fraude electrónico que sin una auditoría exhaustiva podría pasar sin ser detectado.

Los Estados Unidos cuentan con mecanismos políticos y legales para remediar este tipo de situación sin salirse del marco constitucional. Los estados que no certifiquen sus resultados para el 8 de diciembre debido a irresolubles reclamos de fraude podrían quedar sin representación en el colegio electoral que debe reunirse para escoger al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica el 14 de diciembre.

Las legislaturas estadales podrían corregir esta situación convocándose y escogiendo directamente a los representantes de sus estados ante el colegio electoral. De no hacerlo es probable que ni Joe Biden ni Donald Trump tengan para el 14 de diciembre los 270 votos certificados para ser electo presidente. Esto activaría un  mecanismo constitucional llamado elección de contingencia en virtud del cual sería el congreso quien mediante un  procedimiento muy especial escogería al presidente de la república.

La preocupación que hay en el mundo por el desenlace definitivo de las elecciones en los Estados Unidos en buena medida explica el papel decisivo que aún tiene esta potencia en el hemisferio y en el resto del mundo. Para los venezolanos, por ejemplo, hay la certeza que la política de los EEUU no será la misma con Biden que con Trump. Entonces es natural que la crisis política en los Estados Unidos haya polarizado las opiniones de los venezolanos.

Independientemente de lo que ocurra de ahora al 20 de enero de 2021 hay abundante evidencia que Donald Trump ejercerá plenamente sus poderes como presidente hasta el último día, esto en el caso que los mecanismos políticos y legales no le den la razón y no sea proclamado presidente.

Por eso justamente desafiando lo que ha sido una costumbre, que no ley, en los EEUU donde una vez pasadas las elecciones el presidente se inhibía de seguir actuando, Trump sigue tomando decisiones claves en la política norteamericana. Se ha conocido en los últimos días de importantes nombramientos en el departamento de defensa, en el pentágono y en el área financiera.

Se especula que Donald Trump podría tomar decisiones cruciales en materia de política exterior para enfrentar la amenaza de Irán y detener el expansionismo de China en una forma tal que no serían fácilmente revertidos por quien quiera le suceda en la Casa Blanca, en el supuesto que él no sea el presidente.

Quienes reconocemos el papel relevante que tendrá los Estados Unidos en la resolución de la crisis política en Venezuela y la diferencia entre una solución negociada con el chavismo impulsada por Biden y un corte quirúrgico y definitivo promovido por Trump vemos una posibilidad real de intervención de los EEUU en Venezuela antes del 20 de enero de 2021.

En el ejercicio pleno de sus poderes como presidente de los EEUU y con la evidencia acumulada hasta ahora Donald Trump podría ordenar una intervención en Venezuela para neutralizar o extraer a las cabezas del narcorégimen y específicamente del cartel de los soles que controla a las fuerzas armadas. Este descabezamiento político y militar provocaría una crisis que podría ser terminal para el régimen chavista y la liquidación de uno de los aliados más militantes de Irán en el área.  Esta intervención puntual se contaría como parte del legado de Donald Trump o como el inicio de una nueva política hacia el hemisferio en su segunda administración.-  @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 15 de noviembre de 2020

Estados Unidos es una república bajo ataque

            La semana pasada en esta misma columna argumenté la tesis del golpe de estado que está ocurriendo en los Estados Unidos. A diferencia del golpe militar clásico aquí se han dado una serie de alianzas de importantes factores dentro del propio estado norteamericano con poderosas corporaciones financieras, mediáticas y tecnológicas para influir en las decisiones políticas y eventualmente sustituir a l presidente por la fuerza, no por los votos.

Los medios de información tradicionales e influyentes en los Estados Unidos han banalizado los reclamos de fraude presentados por Donald Trump. Ante la creciente cantidad de denuncias sobre votos emitidos irregularmente en Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Nevada, Michigan y Arizona se han activado mecanismos para auditar y contar manualmente los votos en esos estados.

Esos remedios, que deberían ser el curso lógico y natural de cualquiera que quiera ganar una elección sin el velo de fraude, han sido saboteados por los medios de información, los dueños de las redes sociales y los representantes del partido demócrata. ¿A quién le sirve elegir por la fuerza de las irregularidades y con un manto de duda al próximo presidente de los Estados Unidos? A nadie. Sin embargo, el partido demócrata parece resuelto a imponer una política de hecho cumplidos y forzar la proclamación de Joe Biden sin resolver los reclamos de fraude.

La cantidad de irregularidades denunciadas es tan evidente como abundante que no podría ser ignorada. Si es cierto que los Estados Unidos de Norteamérica es aún una república de leyes entonces cualquier juez sin importar su filiación, liberal o conservador, debería llegar a las mismas conclusiones a la hora de interpretar y aplicar la ley.

Un ejemplo emblemático de lo que tendrán que resolver estos jueces en el caso de la elección en Pensilvania es el hecho de admitir o no los votos que llegaron a las oficinas de correos luego del 3 de noviembre y que no tienen la marca de la fecha. Aquí se enfrentan dos posiciones. Los demócratas quienes dicen que “todo voto cuenta” y la de los republicanos que dicen “solo los votos emitidos legalmente cuentan.” No es poca cosa porque se trata de más de medio millón de votos emitidos en esas condiciones y que de aceptarlos o no dependerá el resultado de los colegios electorales de Pensilvania y en forma consecuente el de quien será el presidente de los Estados Unidos.

En teoría la república tiene los mecanismos legales y políticos para remediar este tipo de situaciones. Pero decir “mecanismos” lleva a pensar que se trata de entidades sin pasiones que deberían resolver las contradicciones aplicando la ley sin entrar en otras consideraciones. En realidad, estos “mecanismos” están articulados por jueces y funcionarios que han sido postulados por el partido demócrata y el partido republicano y es altamente probable que sus decisiones reflejan de alguna forma la influencia de su filiación política.

Por ahora ningún estado ha certificado los resultados de sus delegados electorales. Los estados tienen hasta el 14 de diciembre, fecha en que se reúne el colegio electoral para elegir al presidente de la república, para hacer esa certificación. Si uno o varios estados no logran resolver los reclamos de fraude y no certifican a sus delegados es muy probable que ni Joe Biden ni Donald Trump logren los 270 votos para ser electo y esto abriría el camino para la llamada “elección contingente” en la cual sería el congreso quien mediante un procedimiento especial elegiría al presidente.

En las próximas semanas las instituciones de la república de los EEUU tendrán que demostrar su efectividad para resolver sus crisis políticas internas o sucumbir ante los intentos conspicuos de implosionar la república.- @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 1 de noviembre de 2020

Leopoldo López y Henrique Capriles, dos versiones de la misma estafa política

            Más que una rueda de prensa fue una confesión para constatar lo que muchos venezolanos sabíamos, pero nos negábamos a aceptar. Leopoldo López desde España admitió públicamente lo que tantas veces él mismo y sus colegas de falsa oposición negaron: que efectivamente no solo hubo una sino varias negociaciones entre ellos y el régimen chavista. Así, con desenfado, Leopoldo López se despacha los muertos de las protestas convocadas por él mismo y que luego fueron vendidas y simplemente usadas como “presión” para negociar con el chavismo.

Pero lo que causó más estupor en la audiencia fue la terca insistencia de López en justificar más presiones internacionales y de calle para solamente sacar a Nicolás Maduro de la presidencia y negociar con su entorno dejando intacto todo el aparato chavista. Este es el mismo López que el 30 de Abril del año pasado trató de armar un gobierno con Padrino López, Maikel Moreno, y Christopher Figuera. Entonces, lo de negociar como sea con el chavismo es en serio. Eso no ha cambiado.

Con la certeza del prestidigitador que tiene a su público cautivado Leopoldo López pasó a delinear su agenda, que es exactamente en lo se ha embarcado la falsa oposición con el hamponato interino de su compañero Juan Guaidó: Sanciones internacionales, selectivas porque no incluiría a todos los jerarcas del chavismo;  negociaciones con todos los jefes chavistas dispuestos a sacar a Maduro; un gobierno de transición que, por supuesto, incluya chavistas y sostenga el estado como lo establece la constitución de 1999; y, finalmente, unas elecciones con condiciones mínimas en las cuales como es de suponer participaría el chavismo en igualdad de condiciones y donde López esperaría ser coronado como Presidente.

Esta agenda que beneficia a Leopoldo López en lo personal también favorece los intereses del régimen chavista cuyos operadores estarán encantados de seguir negociando con la falsa oposición para ver si estiran lo que queda de esta arruga veinte años más.

El empeño de Leopoldo López en centrar su ataque en Nicolás Maduro y dejar intacto al chavismo solo augura más tragedia y destrucción para Venezuela. Pero el habilidoso Leopoldo tiene un plan alterno que le ofrece un destino distinto al del resto de los venezolanos. Y su plan no es otro que trabajar incansablemente por el reconocimiento y la legitimación del hamponato interno en forma indefinida o hasta que la dictadura caiga, como ellos gustan decir.

El reconocimiento del hamponato interino que hoy preside Juan Guaidó es lo que le permitirá a la pandilla de Leopoldo López y Voluntad Popular ponerle la mano a los activos de Venezuela en el exterior con el cínico pretexto de “resguardarlos.” La realidad evidencia que mientras el chavismo hace de las suyas dentro de Venezuela y saquea a sus anchas, en el exterior el grupo que solo le rinde cuentas a la familia López hace lo propio con todos los bienes y dineros que pertenecen a la nación venezolana. Se trata de muchos, muchos millones de dólares que están en juego como para quedarse mirando desde la embajada de España en Venezuela mientras otros se reparten el botín.

En las próximas semanas veremos más jugadas y más audacias de Leopoldo López alineadas con su ambición. Pasar agachado en el tema de las elecciones de USA y escrupulosamente evitar mencionar el nombre de Donald Trump en su rueda de prensa es parte de ello. También viene la reactivación de las negociaciones directas con Diosdado Cabello vía Thomas Shannon quien, de ganar Biden, regresaría a la escena esta vez para ayudar a articular un gobierno de transición en Venezuela con la bendición de un hipotético presidente demócrata. Y por supuesto la consulta estafadora de Guaidó. Esta será clave incluso en el escenario indeseable para Leopoldo de una victoria de Trump porque será el argumento para justificar que el hamponato interino siga siendo reconocido internacionalmente y como consecuencia manejando los bienes de la nación en el exterior.

El chavismo en Venezuela ha tenido éxito en buena medida por su habilidad para fabricar opositores a su medida. Así ocurrió con Henrique Capriles Radonski quien se encargó de llevar a la gente a las elecciones varias veces para venderlas otras tantas. Y en una etapa más reciente así ocurre con Leopoldo López quien alentó las protestas en la calle para usarlas como presión en sus negociaciones con el régimen chavista. En ambos casos, Capriles y López, han sido y siguen siendo defensores y beneficiarios de la constitución chavista de 1999 y de su régimen político.

Leopoldo López y Henrique Capriles representan dos versiones de la misma estafa política: Negociaciones, elecciones y cohabitación.- @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 25 de octubre de 2020

Hay que destruir la falsa oposición de los Capriles, López y Guaidó

Este era un tema tabú más o menos hasta el 2013. Pero con el paso del tiempo lo que desde 1999 era una sospecha hoy, en 2020, es una inocultable certeza: La oposición venezolana representada por los partidos políticos ha sido y es colaboracionista del régimen chavista.

Muy temprano se dió cuenta Hugo Chávez que estaba tratando con políticos que querían exactamente lo mismo que el: Dinero. En eso el chavismo y la falsa oposición han coincido en estos veinte años y han hecho de la política un formidable negocio.

Ya casi nadie se acuerda que esta oposición política es la misma que en algún momento nos vendió la tesis de apoyar nada más y nada menos que a Francisco Arias Cárdenas para oponerlo a Chávez. Se pensaba como una jugada estelar para dividir al chavismo. Estelar fue la maniobra de Chávez que comenzaba a probar el globo de ensayo de imponer su candidato a sus propios “opositores.”

Hugo Chávez entendió que con el uso del poder que le daba el estado podía no solo influir sino prácticamente decidir los movimientos y los candidatos de la oposición. En su momento Chávez decidió por ejemplo que el gobernador de Miranda sería Henrique Capriles. También resolvió que María Corina Machado no podría ser diputada. Impuso como candidato a la Alcaldía de Libertador a Antonio Ledezma contra Leopoldo López.

Han sido sucesivas maniobras que el chavismo ha ido perfeccionando hasta convertirlas casi en un arte que involucra inhabilitaciones, entregas directas de dinero e inmunidades y prebendas a los jefes de la oposición.

Pero el caso de Capriles Radonski ha sido quizás el más emblemático. Desde los inicios de su vergonzosa carrera política Capriles ha sido uno de los peones del chavismo plantado en el seno de la falsa oposición. El viciado sistema electoral chavista le entregó a Capriles la alcaldía de Baruta, la gobernación de Miranda e hizo de él dos veces el candidato  presidencial de la oposición.

En cada elección, pero sobre todo en las dos presidenciales, Capriles y la falsa oposición fueron claves para reconocer el régimen político y electoral del estado chavista. El Capriles que hoy llama a negociar sin vergüenza con el régimen chavista y que pide suspender las sanciones financieras en Washington contra Boliburgueses y Bolichicos es el mismo Capriles que en dos oportunidades traicionó, se rindió y le entregó -¿vendió?- las elecciones al chavismo (2012 y 2013). La única diferencia es que ahora, con el paso del tiempo, todo se ve más claro. Además el propio  Capriles ahora se ha quitado la careta y públicamente se asume a sí mismo tal como es: Un mercenario de la política al servicio del chavismo.

Pero no es solo Capriles. Todos son iguales. Leopoldo López, Juan Guaidó, Julio Borges, Henri Falcón, Manuel Rosales, Ramos Allup, y la nueva cepa de jóvenes parásitos que desde Voluntad Popular y Primero Justicia ya comienzan a superar a sus mentores. Al igual que  Capriles todos quieren lo mismo: Ponerle la mano al estado chavista para robar a sus anchas y mientras lo logran hacer de la “oposición” un lucrativo negocio que les paga por un estilo de vida ostentoso con dineros recibidos del propio régimen chavista, de la ayuda humanitaria y de los activos de Venezuela en el exterior.

El que los venezolanos y algunos países reconozcan a ese lumpen político como “la oposición” es lo que les ha facilitado a estos mercenarios de la política hacer negocios hasta con el chavismo en nombre del pueblo que dicen representar. Se trata de un círculo vicioso de elecciones, negociaciones y reciclaje de promesas para volver con el mismo ciclo otra vez: elecciones, negociaciones, etc. Cambian los rostros del chavismo y los de la falsa oposición pero el circulo vicioso se mantiene intacto, cada vez sacando del sombrero del mago una nueva falsa esperanza para estafar a la gente y hacerle creer que ahora sí...en eso se nos han ido 20 años, miles de asesinados, y un ex país que naufraga a la deriva en el mar Caribe.

Para liquidar al chavismo primero hay que destruir a la falsa oposición que es su sostén. Para los venezolanos es un tema vital y existencial. Hay que hacerlo o rendirnos y aceptar que no habrá más Venezuela.- @humbertotweets

 

 

 

  

domingo, 18 de octubre de 2020

¿Por qué Juan Guaidó no apoya a Donald Trump?

Lo que había sido un pequeño entramado para la corrupción, viviendo de las concesiones otorgadas por el régimen chavista, se transformó en una inmensa agencia de lobby político y financiero a partir de enero de 2020. La influencia del llamado gobierno interino cambió desde el minuto en que Donald Trump le levantó la mano a Juan Guaidó y lo presentó el día del Estado de la Unión. 

De ser un aventurero de la política, como su ventrílocuo Leopoldo López, sin criterio político y con ansias de figurar pasó a ser percibido por la llamada comunidad internacional como el legítimo vocero de Venezuela. Este reconocimiento les facilita a los operadores del interinato, fieles cuentadantes de la familia López, ilimitado acceso a los dineros de la ayuda humanitaria donada por varios países y a los codiciados activos de Venezuela en el exterior cuyo control es disputado a los no menos corruptos del régimen chavista.

Levantarle la mano a Juan Guaidó confirma el pragmatismo de la política exterior norteamericana en la búsqueda de las vías expeditas para salir del régimen chavista en Venezuela. Lamentablemente toda la información y los análisis presentados al presidente Donald Trump sobre Venezuela han sido contaminados desde su origen.

Los funcionarios norteamericanos encargados de informarse y tratar de entender la situación de Venezuela se conformaron con conversaciones de pasillo sostenidas con gente vinculada a Voluntad Popular donde se distorsionaba la realidad y se creaban expectativas de un levantamiento militar de elementos chavistas con un supuesto apoyo popular. Este tipo de ligereza llevó a errores de juicio y criterio como la aventura del 30 de abril de 2019.

Tesis como la presentada por Mike Pompeo de proponer un gobierno de transición a seis meses luego de una hipotética remoción de Nicolás Maduro del poder sólo parecen ser calcadas de los memorándum internos de Voluntad Popular. El uso de palabras y cronogramas idénticos no puede ser casual.

Los funcionarios designados por Trump para atender el tema Venezuela no han hecho debidamente su tarea. Empezando por Bolton, pasando por Pompeo, Abrams, Kozak hasta Story se han limitado a repetir las fórmulas fracasadas que salen de las salas del interinato y Voluntad Popular siempre empujando la tesis de negociación y elecciones. Habrían logrado mucho más en menos tiempo de haber empleado sus habilidades e inteligencias investigando y constatando que la oposición que ellos alientan no es más que el otro socio corrupto del régimen chavista.

Es posible que Trump ya haya llegado a esa conclusión antes que sus funcionarios y por eso haya marcado distancia con Juan Guaidó en una de sus visitas al Comando Sur en Miami. Sin embargo, diversas instancias de la administración Trump siguen reconociendo a Guaidó atendiendo las señales que envía el departamento de estado.

También varios voceros del estado norteamericano como el propio jefe del Comando Sur Craig Faller han dicho que Estados Unidos está preparado para apoyar militarmente al interinato de Guaidó. Por supuesto el tema de la intervención militar internacional en Venezuela liderada por los EEUU es convenientemente silenciado por el interinato de Guaidó, quizás por temor a que Estados Unidos acepte la solicitud.

Todo esto ocurre a dos semanas de  las elecciones presidenciales en USA y con muy poca o ninguna expectativa de que el gobierno de Trump haga cambios en su política frente a Venezuela.  Trabajando con el triunfo de Trump como la hipótesis más probable se puede anticipar un cambio en su política exterior dirigida a Venezuela. Es previsible un endurecimiento de las sanciones contra el régimen chavista y algunas acciones militares “quirúrgicas” para neutralizar operadores vinculados al narcotráfico con los inevitables reacomodos dentro del estado chavista que esto podría traer.

También es muy probable que Trump presente nuevas caras que asuman esa política y además busque sincerar las relaciones con el interinato de la falsa oposición en esta nueva etapa que comienza en Enero de 2021. La inevitabilidad de esos cambios es lo único que podría explicar por qué hoy Guaidó le saca el cuerpo a Trump y su grupo ahora esta embarcado en una campaña frenética y desesperada para ayudar precisamente al candidato que no sólo no apoya una intervención militar en Venezuela sino que restablecería inmediatamente relaciones con el régimen chavista, el demócrata Joe Biden.- @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 11 de octubre de 2020

Interinato de Guaidó se hunde en mentiras y corrupción

            Como todas las ilusiones que ha fabricado la falsa oposición en dos décadas de chavismo, lo del llamado gobierno interino no es más que otra ilusión para legitimar la estafa política contra los venezolanos. El fraude consiste en presentarse como alternativa política frente al chavismo cuando en realidad son el indispensable eje sostenedor y colaboracionista del régimen. Hacerle creer a la gente que se lucha contra el chavismo mientras se negocia con él ha probado ser un negocio lucrativo para esta falsa oposición.

Cada vez que los venezolanos han tomado las calles para iniciar la lucha insurreccional siempre se han encontrado de frente con una falsa oposición siempre lista para claudicar al régimen y liquidar la protesta en unas elecciones convenientemente arregladas. Esta ha sido la historia en estos veinte años de chavismo donde el círculo elecciones-negociaciones ha sido no solo vicioso sino destructivo para el país.

A esto hay que agregar el negocio redondo de usufructuar beneficios y prebendas asignadas por el régimen chavista para asegurarse una “oposición” amaestrada en la práctica de obedecer ciegamente la constitución de 1999. La primera etapa del chavismo y hasta el comienzo de la presidencia de Maduro hubo abundantes recursos de PDVSA para poner a estos opositores en la nómina del gobierno.

Pero en los dos últimos años la falsa oposición ha descubierto un negocio mucho más próspero que las mesadas asignadas por Chávez. Reciclando las mismas ilusiones de estos veinte años, ahora la falsa oposición se ha montado sobre esa ficción política y jurídica llamada el gobierno interino de Juan Guaidó. Al principio lo llamaron encargado, interino, transitorio. La verdad no importa. Lo que aquí vale es que con el reconocimiento de varios países esta entelequia política y legal se ha transformado en una realidad financiera inocultable.

La promesa inicial de este llamado gobierno interino fue supuestamente luchar por el cese de la usurpación. Pero al cabo de casi dos años no sólo no ha hecho nada sino que igualmente nada se ha logrado. Maduro sigue en el poder y la situación para Venezuela ahora luce igual o peor que hace dos años.

Lo que no quedó igual fueron dos bolsillos de los operadores del interinato quienes en lugar de luchar para sacar al chavismo del poder, tal como habían prometido, se han dedicado a saquear los activos de venezuela en el exterior y disponer de las donaciones de países para la ayuda humanitaria.

El limbo jurídico en el cual se esconde el interinato le permite escudarse y excusarse de rendir cuentas en Venezuela y en cualquier otro país. Se trata de un gobierno extraño que no ejerce poder soberano en un metro de territorio, que no produce actos de estado que no gobierna pero que curiosamente ocupa su tiempo en darles cargos y contratos a chavistas y bolichitos.

La corrupción y las mentiras crecen como la hierba en el interinato de Juan Guaidó. A las denuncias emblemáticas de corrupción en Monómeros, CITGO y PDVSA ad hoc se suman pequeñas raterías y actos de extorsión de funcionarios de bajo rango. El cobro de comisiones, la malversación de dineros y la apropiación indebida se han hecho tan comunes en el interinato de Guaidó que es muy difícil encontrar alguien en su nómina o en su entorno que no se esté beneficiando.

La respuesta del interinato frente a las denuncias es el silencio. Y la defensa articulada por los operadores de la falsa oposición ha sido justificar la corrupción interina argumentando que los chavistas “han robado más.” Así entre robos, saqueos y mentiras, se hunde el mal llamado gobierno interino de Juan Guaidó. Y con él se disipan las vanas ilusiones, quizás las últimas, de que algún día será posible salir del régimen chavista sin antes ajustar cuentas y liquidar a su falsa oposición colaboracionista.- @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 4 de octubre de 2020

La “oposición venezolana” es un mito

            Desde 1999 hay un grupo de partidos y dirigentes que atribuyen la representación de la oposición en Venezuela. Por esta denominación se había entendido como todos aquellos quienes se oponían al régimen, entonces naciente, de Hugo Chávez. Al principio era muy difícil establecer distinciones entre a quien realmente se oponía esta llamada “oposición” y las formas para hacerlo.

Este periodo de confusión hizo suyas ideas fabricadas por el chavismo tales como “dentro de la constitución todo, fuera de la constitución nada” en referencia a la claridad que siempre tuvo la narco tiranía para someter a sus opositores al cumplimiento de un régimen político que, aunque fabricado a su medida, ofrecía la apariencia de “fiesta democrática.”

Esta forma de hacerle oposición al régimen chavista, respetando rigurosamente sus reglas, es lo que degenero en el círculo vicioso de elecciones-negociaciones a lo largo de estos veinte años. La política de Juan Guaidó y su grupo de negociar unas “condiciones mínimas para unas elecciones libres” es tributaria de los primeros días del colaboracionismo más abyecto que aún sigue buscando salidas dentro del sistema de la constitución chavista de 1999.

En medio de la desesperación y la confusión los venezolanos le dieron crédito a las convocatorias de esta llamada “oposición.” Cuando se les pidió votar lo hicieron, muchas veces, en forma masiva creyendo que así ocurriría un cambio político para luego ver con frustración a los dirigentes “opositores” entregando esas victorias electorales al chavismo sin hacer el menor intento de defender la decisión de quienes decían representar.

Cuando a los venezolanos se les pidió salir a la calle también lo hicieron por millones pensando que eso se transformaría en la insurrección civil y militar que derrocaría a la narcotiranía, solo para ver con indignación como en las mesas de negociación se ponían de acuerdo régimen y opositores para liquidar las protestas. Miles de venezolanos fueron asesinados por esa supuesta política de “oposición.”

El desengaño con unos políticos que han prostituido el término “oposición” para transformarlo en una lucrativa forma de vida, llevó a muchos venezolanos indignados a marcar distancia con la etiqueta y en su lugar tratar de definirse como “resistencia”. Otros tantos más insisten en recuperar la esencia del concepto y han optado por diferenciarse y denunciar a los colaboracionistas del régimen chavista como pseudo oposición o falsa oposición.

Desde el exterior, en el limbo de la llamada comunidad internacional, es aún más difícil apreciar la pérfida naturaleza de la traición y para simplificar una compleja crisis que pueda calzar en un párrafo corto se asume que en Venezuela hay “una oposición” y esta es representada por todos los partidos que dicen oponerse al régimen chavista. En esa maña de conveniente pereza intelectual no se repara que estos partidos sean efectivamente sostenedores del régimen chavista ni que sus dueños se hayan lucrado de concesiones y contratos otorgados por el chavismo.

Con este prontuario podemos afirmar en forma categórica que no hay tal oposición al chavismo en Venezuela. Lo que hay es un grupo de vividores de la política que se abrogan esa representación, sustentada por cierto de la legalidad que el chavismo les concede. Ese tipo particular de “oposición” es una falsificación de la realidad que pretende ser sustantivada para seguir engañando y estafando políticamente a la gente.

Esa “oposición” que jura lealtad eterna a la constitución chavista de 1999 no es más que una apariencia de oposición. Es un mito oscurantista que confunde y de no ser destruido será instrumental para asegurar otros veinte años de chavismo en el poder. Lo que hay en la realidad es una falsa oposición que desde la Asamblea Nacional y el hamponato interino que dirige Juan Guaidó y sus partidos sólo pretende un simple cambio de gobierno, pero dejando intacto el régimen político del estado chavista con sus mafias políticas, financieras y militares. La liquidación del estado chavista nos plantea como pre-condición impostergable triturar la falsa oposición con sus apariencias engañosas y sus ilusiones electorales.- @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 27 de septiembre de 2020

La falsa oposición de Juan Guaidó no es alternativa frente al chavismo

            Existe un conjunto de fuerzas con agenda propia que insisten en plantear la situación de Venezuela en términos de un falso dilema: Frente a la narcotiranía chavista solo queda alinearse con una oposición colaboracionista, negociadora y electorera. Por su propia naturaleza y por los intereses que defiende esta “oposición” en realidad representa la continuación del estado chavista, pero con otros actores. Por eso a esa oposición hay que caracterizarla como falsa y contraria al interés nacional de salir definitivamente del chavismo.

Esta falsa oposición ha maniobrado desde 1999 para actuar en representación de la inmensa mayoría de los venezolanos que se definen políticamente en contra del chavismo. Una y otra vez los partidos de esa oposición se han montado sobre la energía el descontento popular para alimentar sus propias agendas negociadoras. Hugo Chávez, quien se dio cuenta que esa falsa oposición no quería derrocarlo sino entenderse y cohabitar con su régimen, no dudó un instante en asignarles cuotas políticas y financieras en su gobierno a estos agentes de la traición.

La estrategia calzaba muy bien en el objetivo chavista de prolongarse en el poder ya que la falsa oposición otorgaba el reconocimiento legitimador que tanto necesitaba el chavismo para sostenerse en el poder. Bien sea participando en elecciones, en mesas de negociaciones o simplemente renegando del gobierno chavista pero jurando lealtad a su régimen y su constitución, esta falsa oposición siempre ha sido un factor clave e instrumental para el sostenimiento del régimen.

Y la constatación de que la falsa oposición de Juan Guaidó y el régimen chavista representan esencialmente lo mismo viene derivada de hechos incontrastables. Hay fundamentalmente dos ejes que identifican y conectan tanto al hamponato interino de Juan Guaidó como a la narcotiranía chavista de Nicolás Maduro. Ellos son la corrupción y el socialismo.

Ambas instancias (hamponato de Guaidó y Narcotiranía de Maduro) no solo coinciden en su propósito de saquear sin piedad el tesoro nacional como ha sido muy bien documentado por periodistas de investigación. Además de eso, las cañerías podridas de la falsa oposición y el chavismo confluyen en una cloaca común donde se comparten contratistas y esbirros. Esto es, la gran cantidad de operadores políticos, financieros y militares que sirven por igual al hamponato interino y a la narcotiranía. Nombres como Alejandro Betancourt, Raúl Gorrín, Luisa Ortega Díaz, Christopher Figuera, entre muchos otros, aparecen en las nóminas de ambos “gobiernos” y se entremezclan en complejas tramas de corrupción (Odebrecht, Derwick, Monómeros, PDVSA, CITGO, etc) donde la víctima es la nación venezolana.

A esto hay que agregar que tanto el chavismo como la falsa oposición de Juan Guaidó coinciden en su defensa perruna de la constitución de 1999. No es por un formalismo jurídico, porque ambas bandas la violan cuando les da la gana. Se trata, para ambos, de dejar intacta la estructura del estado chavista que es un estado de partidos, clientelar y corrupto basado en el socialismo como mecanismo de control de la sociedad. El sueño de Juan Guaidó y Leopoldo López es heredar la estructura del mesiánico estado chavista con sus poderes omnímodos y sus bondades. Por eso la falsa oposición cuidadosamente articula su estrategia sobre la base de propiciar únicamente un cambio de gobierno (quitar a Maduro para poner a uno de los suyos -¿acaso Leopoldo?) mas no buscan un cambio de régimen político. La falsa oposición, al igual que el chavismo, necesita preservar la estructura del estado socialista consagrado en esa constitución.

Todo aquel que por diferentes vías defienda, abierta o soterradamente, la constitución chavista de 1999, tal como lo hace la falsa oposición, en realidad lo que hace es sostener al régimen que ha destruido a Venezuela. Esa falsa oposición no ha sido, no es y jamás podrá ser reconocida como una verdadera alternativa frente al chavismo porque en esencia son lo mismo.-  @humbertotweets

 

 

 

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

Informe ONU caracteriza a estado mafioso que solo sale por la fuerza

En menos de una semana ha quedado documentada la participación de altos funcionarios al servicio de Juan Guaidó en la extorsión de una empresa contratada para la recuperación de activos de la nación venezolana en el exterior (denuncias de periodista Patricia Poleo) y la de figuras claves del régimen chavista autorizando la tortura y el asesinato por motivos políticos (Informe de la ONU sobre Venezuela). Ambas constataciones reflejan la decadencia de la política que ha destruido a la nación venezolana.

Seria perverso poner a los venezolanos a decidir cuál de ambas conductas criminales es más grave, si el saqueo de los recursos y activos de la nación venezolana o el asesinato y la tortura de quienes se oponen al régimen chavista. Se trata de una falsa dicotomía porque mientras una está matando a los venezolanos propagando el hambre la otra también los está asesinando mediante la violencia de estado.

Sin embargo, más allá del manoseo superfluo y banal que el interinato de Guaidó ha hecho del informe de la ONU, este contiene una detallada relación de violaciones generalizadas y sistemáticas a los derechos humanos desde 2014 perpetradas por el estado mafioso chavista ahora dirigido por Nicolás Maduro, antes presidido por Hugo Chávez, aunque la falsa oposición deliberadamente se salte la figura de Chávez  en un sospechoso y silencioso acto de reivindicación histórica en la inocultable línea de responsabilidad.

Y es que al revisar las 443 páginas del referido informe en sus 2105 apartados queda perfectamente claro que estas violaciones a los derechos humanos, ejecutadas por el estado chavista, han sido “generalizadas y sistemáticas” contra la población civil. Aquí estamos en presencia de la violencia como política de un estado cuya pseudo legalidad justifica la tortura y el asesinato por motivos políticos como parte de sus procedimientos.

El informe de la ONU confirma lo que ya se sabía. No estamos frente al mal gobierno de Nicolás Maduro, aunque él sea hoy la cabeza de ese estado. Aquí estamos frente a un estado criminal que se comenzó a configurar con Hugo Chávez en 1999, con una constitución hecha a su medida, y desde entonces ha ido refinando sus métodos de violencia para controlar a toda la sociedad. Para esto el estado mafioso controla todos los poderes, incluso el ejército al cual ha reducido al papel de su brazo armado y cuyos miembros han sido instrumentales para ejecutar las violaciones “generalizadas y sistemáticas” que refiere el informe de la ONU.

Contrario a la prédica de la falsa oposición en sus dos sabores, la de Guaidó y la de Capriles, no estamos frente a un mal gobierno del cual se puede salir tan solo sacando a Nicolás Maduro del poder. Aquí estamos frente a un estado mafioso, tal como ha sido correctamente caracterizado en el informe de la ONU, y de este tipo de estructura no se sale con negociaciones, elecciones o gobierno de transición. Un estado que incorpora en sí mismo el crimen y lo sistematiza masivamente a través de sus estructuras mediante operaciones de tortura, asesinato, narcotráfico y otros delitos solo puede ser destruido militarmente por un ejecito profesional que defienda a la población civil o una coalición militar internacional.

El informe de la ONU hay que difundirlo ampliamente, pero no por las razones que le convendrían a la falsa oposición. Ese informe no debe ser usado como elemento de simple distracción a los escándalos de corrupción del hamponato interino de Guaidó o eventualmente como “presión” contra Maduro para obligarlo a negociar “condiciones electorales mínimas”. El documento de la comisión de la ONU ilustra, en forma inmejorable, la naturaleza criminal e impune del régimen chavista en su totalidad y fortalece la tesis de su derrocamiento por vías de fuerza como la única forma racional para su liquidación definitiva.-  @humbertotweets

domingo, 13 de septiembre de 2020

Un pacto unitario basado en la moral del “cucutazo”

            Así como el régimen chavista ejerce el monopolio de las armas en contra la población civil para someterla a su voluntad, la falsa oposición por su parte ejerce el monopolio de la representación política a graves de los partidos al presentarse como la única alternativa frente al régimen.  En los veinte años de chavismo esa oposición siempre ha insistido que la única forma de oponerse al gobierno chavista es a través de elecciones, aunque ellos mismo admiten que estas sean fraudulentas, y ultimadamente a través de partidos políticos.

Elecciones y partidos que siempre terminan haciéndole el juego a la narcotiranía al neutralizar los movimientos insurreccionales para derrocar al chavismo con fórmulas legales y jurídicas tributarias de la constitución chavista de 1999. Los falsos opositores repiten al unísono con los chavistas “dentro de la constitución todo, fuera de la constitución nada.” Y ese es el mantra diabólico que le quieren seguir imponiendo a los venezolanos después de dos décadas de desilusiones y desesperanzas.

Entonces a los venezolanos siempre se nos plantea un falso dilema: O soportar al régimen chavista con sus consecuencias o echarse en brazos de la falsa oposición y sus partidos porque, según dicen,  eso es lo que hay. No importa  que se trate de una oposición que es traidora y colaboracionista. Tampoco importa que abiertamente se vendan al régimen o incluso que traicionen a militares insurrectos. Menos aún importa que esa oposición se robe el dinero de los venezolanos porque según justifican es mejor que se los robe los opositores que los chavistas.

Podría parecer políticamente incorrecto decirlo, pero luego de veinte años de traiciones es una verdad incontestable: Para salir del chavismo primero hay que salir de la falsa oposición que siempre se atraviesa y antepone sus intereses a los de la nación venezolana. Si no se hace a un lado a la falsa oposición, con su G4 y todos los demás partidos no podremos salir jamás del chavismo porque en esa cepa de podredumbre siempre habrá algún parásito dispuesto a traicionar más que los otros, como ya lo ha demostrado hasta la saciedad Henrique Capriles Radonski.

Esa misma falsa oposición, cuyos elementos más tóxicos y conspicuos son Juan Guaidó y Leopoldo López de esa mafia llamada Voluntad Popular, es la que ahora con la mayor desvergüenza propone un mal llamado pacto de unidad para un supuesto gobierno de emergencia nacional. Muchos venezolanos ingenuamente pensaron que al apoyar a Juan Guaidó en enero de 2019 estaban apoyando un gobierno de emergencia nacional. Veinte meses después descubren que lo de Guaidó nunca fue ese tal gobierno de emergencia nacional para sacar al chavismo del poder, sino más bien un interinato convertido en una inmensa y sofisticada trama de corrupción que se gasta el dinero de los venezolanos en el exterior, para que los chavistas no lo hagan primero.

Ahora intentan convocar una consulta para legitimar el saqueo que están perpetrando contra Venezuela. Porque el único interés que podría tener Juan Guaidó, Leopoldo López y su camarilla mafiosa de la falsa oposición en continuar al frente del interinato es seguir recibiendo dinero de organismos internacionales y ahora controlar la administración de los activos de Venezuela en el exterior hasta que caiga Maduro, o sea en forma indefinida y sin estar obligados a rendirle cuentas a nadie.

No es un pacto lo que han firmado esos 37 partidos liderados por el G4 actuando como padrino de cosa nostra. En realidad es un contrato para repartirse entre todos el dinero que le vaya entrando al interinato. Y el llamado gobierno de emergencia nacional no es más que una excusa para orquestar un saqueo urgente de los dineros y recursos de la nación venezolana en el exterior aprovechándose de ese limbo jurídico en el que reina el interinato de Guaidó. Y para refrendar la estafa ante los ojos de Venezuela y del mundo nada mejor que convocar a los venezolanos a que se hagan parte de otra consulta para darle un cheque en blanco a la falsa oposición.

Si ese dinero y esos recursos que quiere controlar el interinato se gastan en pagar palangristas, burócratas o en alcohol y prostitutas, no importa. Total para ellos eso sería aceptable a que se lo gastaran los chavistas. Esa es la moral del “cucutazo” que a un nivel de paroxismo nos propone la falsa oposición.-  @humbertotweets

domingo, 6 de septiembre de 2020

Si los EEUU se equivoca en Venezuela, no podemos acompañarlos en el error

En el caso de Venezuela Donald Trump ha demostrado tener claridad sobre la magnitud de la crisis al proponer que “todas las opciones están sobre la mesa” dejando implícita la idea  que también la salida de fuerza estaría contemplada. Ahora bien, las razones que podrían tener los EEUU para intervenir militarmente en Venezuela no son las mismas que las que tenemos los venezolanos. Para nosotros los venezolanos se trata de lograr un equilibrio militar para derrocar a un estado que usa sus fuerzas contra la nación venezolana. Para los norteamericanos se trata de evaluar hasta qué punto la crisis en Venezuela adquiere el rango de una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos.

En sus memorias el embajador John Bolton relata con detalles y gran ingenuidad como los Estados Unidos pensaron que los eventos del 30 de abril de 2019 podrían llevar a un relevo del gobierno de Nicolás Maduro por elementos de la falsa oposición asociados con Vladimir Padrino López y Maikel Moreno. En cuestión de horas quedaría en evidencia que los norteamericanos habían sido embaucados por unos fabuladores de oficio aunque el propio Bolton luego de contar la historia convenientemente no llegue a esa conclusión.

La idea de “todas las opciones están sobre la mesa” combinada con las sanciones y el precio por la cabeza de los más altos personeros del régimen de Maduro es lo que ha alentado la tesis de una intervención militar internacional en Venezuela liderada por los Estados Unidos. Esta intervención podría tener la forma de una intervención quirúrgica que neutralice o extraiga a las cabezas del régimen creando las condiciones para su derrocamiento.

Pero curiosamente es el interinato de Guaidó y los operadores diplomáticos de Trump, Elliot Abrams y James Story, quienes no solo trabajan en contra de la intervención militar sino que además siguen alentando la tesis de presionar al régimen chavista para llevarlo a negociar.

Guaidó y la falsa oposición no quieren hablar del tema con los Estados Unidos para evitar que se aborde en forma oficial y esto lleve a definiciones. Por eso el interinato de Guaidó ha preferido poner el asunto en manos del TIAR con la certeza que de allí jamás saldrá una decisión aprobando la intervención militar en Venezuela al tiempo que se lavan las manos diciendo que al menos lo intentaron.

Por su parte Abrams y Story han proclamado públicamente sus opiniones en contra de la “salida mágica” de la intervención militar y en su lugar piden a los venezolanos que nos unamos en torno al gobierno corrupto de Juan Guaidó y la falsa oposición para negociar con el chavismo unas condiciones electorales mínimas (mejores que las de diciembre de 2020).

Estamos frente a un enfoque similar al de Bolton en 2019 e irremediablemente llevará al mismo fracaso. Lamentablemente la burocracia diplomática del departamento de estado es presa de un pensamiento que podemos caracterizar como “fundamentalismo democrático.” Se trata de la incapacidad para entender que hay crisis políticas que no se resuelven con “más democracia” porque el colapso del estado no se puede abordar con la fórmula de un mero cambio administrativo de gobierno que es lo que se pretende en Venezuela. Ahí están los ejemplos de Irak, Afganistán y Libia que deberían servir de lecciones.

En Venezuela no estamos simplemente frente a un mal gobierno que debe salir por vía de “elecciones justas y transparentes.” Aquí estamos frente a un estado que se asume a sí mismo como terrorista y criminal y que ha logrado entenderse con la falsa oposición al extremo que esta reconoce su régimen pseudo legal. Es el marco jurídico y constitucional que defiende la falsa oposición y que toma el departamento de estado como referencia para ir a un gobierno llamado de transición que convoque a elecciones en seis meses. Al estado chavista no se le puede abordar con una transición que permita la supervivencia y cohabitación con elementos del viejo régimen, como ingenuamente plantea el papel de trabajo del departamento de estado.  Esto sería crear un gobierno débil, incapaz de evitar el regreso de las mafias chavistas al poder incluso con más fuerza.

Los funcionarios Abrams y Story fallan en su misión de representar fielmente los intereses de la nación norteamericana al no caracterizar correctamente al régimen chavista como un estado terrorista que debe ser destruido y al proponer como su alternativa a una oposición colaboracionista que ha parasitado por veinte años de sus negocios con el régimen.

Donald Trump y el gobierno de los Estados Unidos son los mejores aliados que hasta ahora tiene Venezuela. A ellos hay que explicarles con claridad que seguir confiando en los embaucadores y fabuladores de la falsa oposición es un error que nos saldrá muy caro tanto a los EEUU como a Venezuela. Si nuestro aliado se equivoca en la forma de evaluar la coyuntura, nuestro deber es advertirlo. No estamos obligados a acompañarlo en el error.- @humbertotweets

domingo, 30 de agosto de 2020

Unidad para robar los activos de Venezuela en el exterior

    Ante el insalvable descrédito del G4, truculento cogollo de la falsa oposición, en Enero de 2019 le entregaron a Juan Guaidó la tarea de ser el embaucador de turno. Su  misión consistía en propagar, una vez más, la esperanza en los tradicionales métodos negociadores, electoreros y mediáticos de la falsa oposición como formas para enfrentar a sus patrocinantes del régimen chavista. Pero esta vez se le entregaba al bufón designado una nueva indumentaria para aliñar el guiso: El título de presidente interino de un gobierno simbólico que, en teoría, con el apoyo de la llamada comunidad internacional, desplazaría al de Nicolás Maduro.

    La ignorancia y la incomprensión de las refinadas tácticas del régimen chavista para crear una oposición a su medida es lo que ha llevado a varios países, incluido los Estados Unidos, a levantarle la mano a Juan Guaidó sin reparar que al hacerlo le estaban otorgando la verdadera legitimidad y reconocimiento que tanto necesitaba para hacer negocios en nombre de la República.

    Esta supuesta legitimidad es la que le ha permitido a Juan Guaidó articular una extensa burocracia con politiqueros y palangristas que opera como una sofisticada y compleja gestoría de negocios y contratos para beneficio de los dueños de las franquicias partidistas. Se trata de la representación que el lobby de Juan Guaidó intenta hacer valer para ponerle la mano a los activos y recursos de la república de Venezuela en el exterior. 

    En lugar de invertir energías para sacar al chavismo del poder, la gestoría de contratos de Juan Guaidó y la falsa oposición se han dedicado enteramente a tratar de controlar esos activos que tiene Venezuela en el extranjero en forma de dinero, oro y compañías estatales. Los trámites no han dado los resultados esperados, pero según los entendidos en la materia será cuestión de tiempo, quizás unos meses más, para que finalmente los operadores de Juan Guaidó comiencen a gastar unos recursos que pertenecen a la nación venezolana. 

    Mientras tanto el llamado gobierno de Guaidó es receptor de donaciones por parte de estados y organismos internacionales en forma de ayudas y transferencias. Como es de suponer muy poco o nada se sabe de cuánto dinero le ha sido entregado al lobby de Juan Guaidó y, lo más grave, en que se ha gastado. Porque como bien podrían atestiguar los falsos opositores de la Asamblea Nacional, que no son parte del cogollo del G4, Juan Guaidó no le rinde cuentas a nadie, sólo a quienes les debe el cargo.

    La inminencia de la elección -fraudulenta- de una nueva Asamblea Nacional a finales de año a la sombra de la misma legalidad chavista que invoca Juan Guaidó pone a la falsa oposición en situación de tener que explicar porque esa legalidad es buena para justificarlos a ellos pero no al gobierno de Nicolás Maduro. No en vano la siniestra genialidad de Henry Ramos Allup asomó la idea peregrina de una supuesta “continuidad administrativa” para precisamente darle solución de continuidad al desmadre administrativo y moral de la falsa oposición de Guaidó vencidos los lapsos de esa pseudo legalidad en Enero de 2021. 

    Y aun cuando, en principio, la mayoría de los países que reconocen a Guaidó ya han anunciado que no reconocerán los resultados de esa elección, el solo desconocimiento no parece suficiente para liberar los apetecidos activos de Venezuela en el exterior que sería, ultimadamente, el propósito definitivo del lobby de Guaidó. La falsa oposición tiene que montar en esa tarima otros nuevos operadores para dar una imagen de unidad que los muestre como legítimos para representar a los venezolanos.  

    Lo que se juega con el pacto unitario que convoca Juan Guaidó no es la unidad de propósito para derrocar al estado chavista. Lo que está de por medio es que la falsa oposición se adorne con algunas caras nuevas ante la comunidad internacional para continuar al frente del negocio del gobierno interino después de enero de 2021 y así ponerle la mano a los activos de Venezuela en el exterior.- @humbertotweets