jueves, 29 de septiembre de 2022

Inevitable renovación sindical y gremial al margen del chavismo y la falsa oposición

            El exilio masivo de más de 7 millones de venezolanos, según cifras extraoficiales, tiene un impacto determinante en todos los aspectos de lo social y político en Venezuela. Los sindicatos y gremios no son la excepción contando con cientos de miles de miembros y directivos que han abandonado sus posiciones en Venezuela para buscar un futuro mejor. El resultado es el aumento de plazas vacantes en las directivas de sindicatos y gremios que comienzan a ser ocupadas por caras nuevas e inexpertas en la lucha política pero cuya inexperiencia se convierte por defecto en una presunción automática de integridad moral en un mundo ligado a la corrupción de los partidos políticos.

Los sindicatos y gremios han sido hasta ahora apéndices de los partidos de la falsa opinión y del chavismo para controlar e impulsar sus respectivas agendas. Los esfuerzos que hacen la falsa posición y el chavismo para presentar a los sindicatos y gremios como expresión abstracta de un país nacional sin filiación partidista que de alguna manera los avala son inútiles porque sus actuaciones los revelan como títeres de los partidos.

Esto había sido así al menos hasta hace algunos meses cuando estalló la protesta nacional por el bono vacacional. Se trata de una movilización que mostró caras nuevas en gremios y sindicatos además de unir en la misma lucha a sectores chavistas y no chavistas lo cual le dio una sorpresiva y espontánea fuerza a la jornada que fue reconocida por el régimen chavista al dar marcha atrás para pagar el bono y reformular el reglamento de la ONAPRE.

Los voceros de estas protestas que recorrieron todo el país en su mayoría fueron nuevos cuadros sindicales y gremiales de reciente incorporación en esas directivas ante el abandono de antiguos miembros.

Esta renovación obligada de los sindicatos y gremios en Venezuela es un signo positivo porque la dinámica de la lucha social comienza a apuntalar cuadros sindicales y gremiales que no están atados a las mafias de los partidos políticos. Por supuesto, sería ingenuo esperar que los partidos abandonen su pretensión de controlar los sindicatos para mediatizar sus luchas. Pero la búsqueda de nuevos espacios de lucha social que no sean manipulados por los partidos tanto del chavismo como de la falsa oposición ha permitido el surgimiento de una nueva generación de dirigentes más comprometidos con las demandas de naturaleza reivindicativa.

Y es que ante el fracaso de todas las opciones presentadas por la falsa oposición para salir del chavismo, incluida la opción electoral, las luchas sociales de carácter más reivindicativo que político adquieren un enorme valor estratégico para conquistar espacios en la gran batalla para derrocar al Estado chavista. En este momento que es de relativa fortaleza para el régimen chavista las demandas de naturaleza reivindicativa permiten organizar a la sociedad en torno a luchas concretas mientras se acumula masa crítica para emprender una confrontación política con el régimen o se provoca la fractura interna del mismo.

Esta nueva situación invita a un viraje táctico en virtud del cual el planteamiento político se circunscribe a llamar a la abstención militante para no hacerle el juego al fraude electoral del régimen chavista al tiempo que se potencia la lucha reivindicativa por mejores salarios y condiciones materiales de vida desde sindicatos y gremios de nuevo tipo.

Es muy importante remarcar que para que este movimiento táctico logre su efecto masivo y multiplicador debe ser liderado por nuevos líderes sindicales y gremiales sin compromisos con los partidos de la falsa oposición y el chavismo. Una iniciativa de esta magnitud no puede ser contaminada por partidos que tienen la concepción colaboracionista de promover una lucha gremial con el único fin utilitario de sentarse a negociar con el régimen beneficios y prebendas para sus operadores.

La migración masiva de 7 millones de venezolanos es una situación que afecta las capacidades reales de lucha social y política dentro de Venezuela para derrocar al chavismo. De eso no hay duda. Sin embargo, el mismo fenómeno ha forzado a una renovación de los cuadros sindicales y gremiales que luce esperanzador y lo será más aún si estos nuevos líderes tienen a disciplina y la claridad de profundizar la intensidad de la lucha reivindicativa haciendo a un lado la influencia tóxica de los partidos políticos, sobre todos aquellos de la falsa oposición, la MUD y los controlados por el G4.- @humbertotweets

lunes, 26 de septiembre de 2022

¿Para qué sirve el informe de la ONU sobre delitos de lesa humanidad en Venezuela?

            El último informe de la ONU sobre la violación a los derechos humanos en Venezuela y la perpetración de delitos de lesa humanidad por parte del régimen chavista es contundente. Se trata de la constatación de que efectivamente el Estado chavista ha usado la violencia contra civiles y militares que se le oponen para mantenerse en el poder. A pesar de su gran impacto y significación esta constatación no es la primera ni será la última que se produzca sobre crímenes con fines políticos cometidos en Venezuela.

            Ya antes muchas otras instancias internacionales tales como la OEA y la propia ONU han confirmado lo que este último informe revela. A esto habría que sumar las innumerables denuncias de víctimas y familiares que han sido documentadas por periodistas y comunicadores en los medios que, aunque no sigan rigurosos patrones metodológicos como el informe de la ONU, contienen innegables e inocultables relatos de la crueldad y saña con la cual estos crímenes han sido perpetrados. 

            Estos informes y reportes, incluido el último de la ONU, coinciden en caracterizar estos hechos como violencia política ejercida por el Estado chavista y sus órganos en contra de la población civil venezolana desarmada en forma deliberada, selectiva y sistemática.

            El Estado chavista ha sustituido al Estado nacional venezolano. Esto le permite actuar con impunidad a través de leyes y órganos para el beneficio de la oligarquía gobernante y no en interés de todos los venezolanos. Así las Fuerzas Armadas dejaron de ser nacionales para reducirse a ser el brazo armado del régimen ejerciendo la violencia con fines políticos en forma directa y mediante grupos paramilitares y parapoliciales tales como el SEBIN y el DGCIM. El entramado legal y judicial está diseñado para justificar y soportar estos crímenes de lesa humanidad como justos y necesarios a la luz de la Constitución de 1999  y las leyes chavistas.

            Según estos documentos la violencia contra civiles y militares que se oponen al régimen es deliberada e intencional. No es el resultado de comportamientos autónomos o espontáneos sino del cumplimiento de órdenes claras que viajan a través de la cadena de mando desde el Presidente Nicolás Maduro hasta el esbirro ejecutor del crimen. La autoría intelectual y la responsabilidad directa de Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López, el alto mando militar y los operadores a cargo de esos órganos parapoliciales y paramilitares es innegable tal como lo reconocen los informes.

            La violencia que aplica el Estado chavista es selectivamente aplicada a todos aquellos que asumen una posición disidente frente al régimen. La doctrina del poder público le reconoce a todo Estado el monopolio de la violencia para lograr sus fines. Pero esa violencia que puede usar el Estado pierde su justificación cuando se emplea en forma discriminada para perseguir a quienes disienten del régimen, o sea por motivos partidistas.

            Se reconoce que el Estado chavista usa la violencia en forma sistemática en contra de la población civil disidente. Se trata de un conjunto de planes, programas e instrucciones establecidas con claridad e implementadas en forma permanente en cada uno de los órganos del régimen. Sin duda, la violencia es una política de estado vigente y efectiva del Estado chavista. Hay manuales y procedimientos que contienen los criterios y los pasos para ejercitar la violencia política.

            A pesar de la fina caracterización de estos hallazgos muy pocos se sorprenden porque ciertamente no son nada nuevo. Eso ha sido y será el chavismo hoy y mañana si siguen en el poder. La pregunta entonces es ¿Para qué sirve que en forma reiterativa se siga documentando y ratificando la naturaleza esencialmente criminal del régimen chavista? ¿A dónde conduce que este y otros informes que vendrán insistan en probar rigurosamente que el Estado chavista usa la violencia para mantenerse en el poder? A la luz de la suerte que han corrido otros documentos similares estas preguntas cargadas de escepticismo están justificadas y en absoluto intentan restarle importancia al hecho que, una vez más, se declare al Estado chavista como el sujeto activo en la comisión de delitos de lesa humanidad.

            Entonces, ¿qué hacemos con esa constatación? ¿Servirá este último informe de la ONU para que, por ejemplo, la falsa oposición desde la MUD y el interinato decidan abstenerse de participar, sin garantías, en el fraude electoral organizado por perpetradores de violaciones a los derechos humanos? ¿O acaso el Departamento de Estado norteamericano lo usará como insumo para dar un viraje en su política permisiva y complaciente con el régimen chavista para enfrentarlo decididamente y buscar su derrocamiento?

Después de todo, declarar a un Estado como responsable de delitos de lesa humanidad no es poca cosa. Algo concreto hay que hacer con ese último informe de la ONU además de manosearlo retóricamente a riesgo de banalizar su contenido y hacerle el juego al régimen que intentara maquillar esos crímenes para presentarlos como justificados e inevitables en la nueva normalidad chavista.- @humbertotweets 

jueves, 22 de septiembre de 2022

Informe de la ONU justifica cambio de régimen político, no de gobierno

            En los últimos días se ha difundido el informe de la misión de la ONU dirigida por Marta Valiñas sobre las violaciones a los Derechos Humanos y delitos de lesa humanidad perpetrados por el régimen chavista. Aunque el informe examina exhaustivamente casos ocurridos entre el 2017 y el 2019 resulta evidente que se trata de una práctica sistemática que comenzó con la instalación del Estado chavista y aún se mantiene vigente hoy.

No es la primera vez que una instancia internacional documenta el uso de la violencia por parte del Estado chavista para mantenerse en el poder. Ya antes hemos visto informes suscritos por la propia Michelle Bachelet demostrando cómo el chavismo usa la violencia en Venezuela con fines políticos. Además de los centenares de casos que han sido rigurosamente documentados de acuerdo a los estrictos cánones del Estatuto de Roma hay cientos de miles de casos que han sido denunciados por las víctimas y sus familiares en medios y redes sociales.

Desde el punto de vista de la justicia bastaría un solo caso caracterizado como delito de lesa humanidad para generar una sentencia condenatoria y la aplicación de las penas y castigos correspondientes. Sin embargo, como la justicia internacional es una ficción que justifica decisiones tomadas en el ámbito de la geopolítica y la dialéctica de Estados no es realista esperar que alguna de estas instancias internacionales o incluso la propia Corte Penal Internacional actúen contra el sujeto perpetrador del delito que este caso es el Estado Chavista.

En otras palabras, a pesar de la contundencia de los hallazgos documentados en el último informe de la misión de la ONU sobre los Derechos Humanos en Venezuela esto difícilmente conducirá a un castigo de sus responsables. Para que haya un castigo efectivo países influyentes como los Estados Unidos tendrían que tomar la decisión de asumir el papel de administradores y ejecutores de esa suerte de justicia internacional y esto es una decisión que trasciende el terreno de la justicia para ir directamente a la geopolítica.

El planteamiento entonces sería una vez conocidas las atrocidades cometidas por los órganos armados del Estado chavista en contra de la población civil ¿qué acciones va a tomar los Estados Unidos y los países de la Unión Europea? ¿Están dispuestos estos países a replantear sus relaciones políticas, económicas y diplomáticas con el régimen chavista a partir de estas últimas constataciones?

En la práctica ha ocurrido un ablandamiento de las sanciones económicas contra el régimen chavista que solo necesita ser sancionada oficialmente por lo que resulta improbable un regreso a la política de sanciones aún en medio de la confirmación de los crímenes cometidos por Estado chavista para mantenerse en el poder. 

El Estado chavista que ante los ojos de los venezolanos y del mundo es un estado terrorista y criminal es el mismo con el cual los Estados Unidos quiere entenderse para asegurar suministro confiable de petróleo al tiempo que privilegia su papel en su confrontación con Rusia. El Departamento de Estado norteamericano ha llevado de la mano a los operadores de la falsa oposición y del interinato a insistir en sentarse a negociar con el Estado chavista a pesar de su demostrada naturaleza criminal.

Se trata del mismo Estado con el cual la falsa oposición está dispuesta a entenderse e ir a otro fraude electoral aun a sabiendas que el régimen ha usado y seguirá usando la violencia sistemática y selectiva para conseguir sus objetivos políticos.

Una verdadera oposición, honesta y con sentido de historia se plantearía la resolución del tema de la violación de los derechos humanos y las garantías políticas en Venezuela como una condición previa para luego abordar lo electoral. Un frente de lucha social apoyado en gremios y sindicatos sin caer en las tentaciones electoreras y cortoplacistas con el objetivo de enfrentar por todos los medios al terrorismo del estado chavista podría lograr valiosos aliados internacionales esenciales para derrotar a régimen.

Pero mientras la falsa oposición siga siendo aceptada como la única oposición al chavismo todo seguirá girando en torno a la superficialidad de lo electoral, desplazando lo esencial del debate que es la caracterización del Estado chavista como una entidad que usa la violencia sistemática para imponerse sobre la población civil desarmada.

¿Para qué otra cosa podría servir el último informe de la ONU sobre los delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado chavista en Venezuela sino es para entender de una buena vez que lo que tenemos que buscar es un cambio definitivo de régimen político y no un mero cambio de gobierno mediante maromas electorales? @humbertotweets

lunes, 19 de septiembre de 2022

Lo que realmente buscan los precandidatos de la falsa oposición

            Es patético el espectáculo que están dando los precandidatos de la falsa oposición frente a un país que si no los desprecia los mira con desconfianza e indiferencia. La carrera frenética para hacerse con la credencial de vocero de la falsa oposición frente al régimen chavista se parece más a una conferencia de sordos donde todos hablan y nadie escucha al país. Todos ellos insisten en sus viejas tesis electoreras, ya destruidas por la realidad, de participar en el fraude electoral del régimen en el 2024 sí o sí. Todos, sin excepción, son cómplices en evadir la discusión de fondo sobre el control que ejerce el Estado chavista en los resultados electorales. Y ya embarcados en la fiesta electoral han arriado la deshilachada banderita de las condiciones electorales.

            Estos politiqueros que son precandidatos, o que coquetean con serlo, tienen años de experiencia en las artes de la maniobra política, suficientes para saber que lo que están ofreciendo sencillamente no es posible ni viable en las actuales condiciones. Miente descaradamente quien se presente con su cara inocente y amable a prometer que sacar a Nicolás Maduro de la presidencia y el retorno de la democracia serán posibles sólo si la falsa oposición va con un candidato unitario y la mayoría de la gente sale a votar.

            Esto lo saben hasta los aprendices de brujo pero los precandidatos de la falsa oposición no se dan por enterados y se saltan deliberadamente todos los temas sobre la grave crisis de Estado que sufre Venezuela, tomando por descontado que hay que ir a juro a esas elecciones prefieren enfocar su discurso en promesas vagas de un presunto cambio político solo si la gente les vuelve a dar otro cheque en blanco, solo una vez más.

Pero la mayoría de los venezolanos que no está identificada ni comprometida con los partidos del chavismo ni los de la falsa oposición rechaza en forma militante esta oferta engañosa de múltiples formas. Unos, los más jóvenes y audaces emigran. Los que se quedan se atrincheran en la abstención y prefieren involucrarse en luchas sociales y reivindicativas que, aunque menos ambiciosas en lo político, ofrecen una perspectiva más realista e inmediata de mejorar las depauperadas condiciones de vida de los venezolanos. Eso sí, en la medida en que los fracasados operadores de los partidos políticos no las manipulen para sus propios fines electoreros.

            El régimen chavista convoca al fraude electoral del 2024 para legitimarse, no para entregar el poder. No importa las maromas, ni la retórica de la falsa oposición para ofrecer vanas esperanzas de un cambio imposible por la vía electoral, el papel de ese candidato que postulará la MUD no será otro que el de reconocer el triunfo electoral de Nicolás Maduro y quejarse de lo injusto que es el sistema electoral chavista. Pero eso es algo que ya todos sabemos.

            Si esto es algo que lo sabemos todos y lo entienden con claridad los zorros viejos de la política criolla, ¿Por qué insisten con vehemencia y pasión en disputarse el dudoso honor de ser quien reconozca los resultados del fraude electoral chavista? ¿Cuál podría ser el cálculo de estos precandidatos que soportan con estoicismo y desenfado el rechazo y la indiferencia de la mayoría de los venezolanos opositores?            

            Al tratar de entender porque estos falsos opositores siguen empeñados en el camino equivocado es preciso repasar la naturaleza estrictamente clientelar de la mayoría de los partidos que operan en Venezuela, tanto de chavismo como de la falsa oposición.  Ya en la era de la democracia de partidos, antes del chavismo, el participar en la política era un signo distintivo que abría inmensas posibilidades para escalar económica y socialmente.  Al ser los intermediarios entre los electores y el Estado los partidos políticos degeneraron en verdaderas oligarquías autosostenidas por clientelas de activistas que son pagados con recursos públicos. Con el chavismo y el desmantelamiento de la economía venezolana el ejercer la política en los términos que dictamina el régimen marca la diferencia entre estar en grupo de los depauperados o en el grupo de los privilegiados con acceso a posibilidades y recursos que les son negados a la inmensa mayoría de los venezolanos.

Seguir en esa carrera infructuosa y suicida de contarse electoralmente en las condiciones establecidas por el régimen chavista y a sabiendas que el resultado ya está previamente cantado, solo puede explicarse como la excusa para salir a recolectar dineros que son necesarios para mantener el estilo de vida de las clientelas partidistas y sus jefes. Muy pocos venezolanos están en condiciones de aportar contribuciones para sostener a estos partidos. Lo más probable es que las grandes donaciones provengan de contratistas que ya han sido beneficiados por el régimen chavista y de las gobernaciones y alcaldías que controla la falsa oposición. En esto tienen una identidad moral con el chavismo que no se puede esconder.

Es irrelevante que la gente los rechace o los ignore. Los precandidatos de la falsa oposición seguirán con su discurso plagado de promesas y lugares comunes porque, aunque su retórica no tenga resonancia, es el mejor pretexto para mostrar un proselitismo que permita salir a pedir recursos. En este sentido el proceso de selección del candidato de la falsa oposición se puede ecualizar a la reasignación y redistribución de recursos donde solo uno podrá cobrar el premio mayor y los demás tendrán que conformarse con pequeños incentivos. El gran beneficiario de todo esto es sin duda el régimen chavista siempre dispuesto a pagar por el show mientras lo disfruta en primera fila, por unos años más.- @humbertotweets 

jueves, 15 de septiembre de 2022

¿Qué podemos esperar de los EEUU?

            Las ideas de soberanía política plena y autodeterminación de los pueblos son ficciones que adornan declaraciones retóricas y entretienen a políticos y analistas. No existe tal soberanía en virtud de la cual un pueblo o un estado pueden hacer lo que quieran. Se podrán dotar de su propio régimen político pero en sus relaciones con otros Estados lo que en realidad operan son relaciones de codeterminación. Esto es lo que el filósofo español Gustavo Bueno definió como dialéctica de Estados o dialéctica de imperios.

Más allá de los encendidos discursos populistas en contra de los imperialismos los imperios han sido, son, y serán parte de la realidad política mundial. Esto lo entendieron hasta Fidel Castro y Hugo Chávez quienes detrás de declaraciones furibundas en contra de los Estados Unidos siempre buscaron entenderse y arreglarse con esta potencia en términos de favorecer a sus regímenes y cuidadosamente evitar confrontaciones reales que pudiesen provocar una reacción desmedida.

Venezuela hoy no es más que una ficha en las confrontaciones que a nivel mundial se desarrollan entre los Estados Unidos, China, Rusia e Irán. En el contexto de esa dialéctica de imperios, los EEUU siempre han tenido una influencia sustancial en la política venezolana, incluso durante el régimen chavista. Dicho de otra forma, por muy beligerante que parezca todo lo que hace el Estado chavista, incluso su relación militar particular con Rusia, cuenta con la anuencia de los Estados Unidos porque de alguna forma cae en la esfera de sus intereses.

Si nos remontamos más atrás podremos constatar que, salvo intentos tímidos y episódicos, tales como el 11 de abril de 2002 y 30 de abril de 2019, los Estados Unidos siempre ha optado por apostar a un restablecimiento de sus relaciones con el chavismo en lugar de buscar su eliminación así como lo ha hecho en forma más resuelta en otros países del mundo.

La política de Estado de los EEUU hacia Venezuela es una que busca complacer la opinión internacional desfavorable al régimen chavista al tiempo que ofrece garantías concretas que más allá de los ataques retóricos estos jamás avanzarán a confrontaciones de tipo militar. Esto lleva a una política ambigua frente al Estado chavista que combina sanciones económicas y procesos penales contra los operadores del régimen con una amplia permisividad para que el Estado chavista pueda seguir operando a escala internacional sin ningún tipo de contratiempos.

El chavismo ha logrado navegar en estas aguas turbulentas incluso llegando al extremo de pagar costosos servicios de lobby para influenciar las políticas de los EEUU hacia Venezuela durante las presidencias de Donald Trump y Joe Biden. Por eso en ambas administraciones el Estado norteamericano parecía enviar señales contradictorias y ambiguas sobre el tema Venezuela. Detrás de esta política plagada de contradicciones está la postura real de la burocracia del Departamento de Estado norteamericano frente al régimen chavista en Venezuela: No hacer nada.

Se ha especulado que luego de las elecciones de mitad de término en noviembre de este año el gobierno de Biden buscará afianzar más su relación particular con el régimen chavista. Y las condiciones que pone el coloso imperial del norte no podrían ser más amables e inofensivas con el chavismo. Los EEUU solo esperan que el Estado chavista libere a los ciudadanos norteamericanos presos en Venezuela y que el chavismo retome las negociaciones con la falsa oposición suspendidas en octubre de 2021. Pero es que la petición está cargada de tanto desgano que incluso si los ciudadanos norteamericanos siguen presos unos años más y el chavismo no sigue negociando con su falsa oposición nada parece impedir la irreversible suspensión de las sanciones a Venezuela y la inminente normalización de relaciones entre los Estados Unidos y el régimen chavista.

Solo un sorpresivo e inesperado retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en las elecciones del 2024 podría abrigar la esperanza de algún cambio en la política de los EEUU hacia Venezuela. Asumiendo que se trata de un Trump dispuesto a enmendar las blandenguerías de sus operadores y asesores frente al chavismo y la falsa oposición venezolana en su primera presidencia.  Mientras tanto poco o nada se podrá esperar del gran imperio norteamericano frente a un Estado chavista que se ha favorecido ampliamente de una política ambigua y ambivalente desde el norte.- @humbertotweets

martes, 13 de septiembre de 2022

La emigración venezolana ya votó

            Hay que seguir insistiendo en lo fundamental de la crisis política venezolana porque a algunos venezolanos se les puede olvidar y algunos políticos deliberadamente preferirán saltarse la página. En Venezuela no hay un Estado nacional que representa política y jurídicamente a la nación venezolana. En Venezuela opera un Estado chavista que controla todos los poderes, incluidos el militar y el electoral, con el propósito de perpetuarse en el poder mediante fraudes electorales que son convocados de acuerdo a la pseudo legalidad en la que se mueve el régimen chavista. Y esto seguirá siendo así hasta que no haya un verdadero cambio de régimen político y no un mero cambio de gobierno.

            La línea que separa a la verdadera oposición de la falsa oposición en Venezuela es su definición frente a la Constitución de 1999 y el Estado chavista. La tesis de negociar condiciones para participar en los fraudes electorales que convoca el chavismo, con la vana esperanza de que este algún día admita su derrota, sólo beneficia al régimen. Y aunque esta tesis tenga variaciones y modulaciones de tono y forma en lo fundamental es una tesis propia de la falsa oposición, no importa quien la proponga.

            Por otra parte la tesis que propone no participar en la farsa electoral del régimen y luchar por su derrocamiento, en lugar de buscar maneras de cohabitar con él, es una tesis que corresponde a una verdadera oposición que efectivamente se opone, resiste y confronta al Estado chavista. 

            Luego de haber cometido una inmensa cascada de errores y haber desperdiciado innumerables oportunidades para confrontar y vencer al Estado chavista desde 1999 la falsa oposición se presenta hoy como una abanderada de la sensatez y la racionalidad política. Su discurso parte de la premisa que establece la imposibilidad de salir del chavismo por cualquier otra vía que no sea la estrictamente electoral. Esto pavimenta el camino para reciclar falacias ya conocidas como: “Si la oposición se une en torno a un solo candidato…”, “Si la mayoría de los venezolanos vota…”, “Si no hay abstención…”, etc. Si estos supuestos se cumplen entonces se le podría ganar al chavismo, dicen.

Lo que no explican es que todos estos supuestos están irreversiblemente atados a la condición de todas las condiciones: La aceptación total de las viciadas reglas de juego del Estado chavista cuidadosamente diseñadas para producir resultados electorales predeterminados y la renuncia a cualquier otra forma de lucha política. Y aquí es donde el chavismo cobra todos los dividendos al asegurarse de contar a perpetuidad con la rendición de su supuesta oposición.

Durante un tiempo la falsa oposición justificaba la necesidad de negociar acuerdos con el régimen chavista para conseguir mejores condiciones electorales. El chavismo desprecio la petición y les tiró la puerta en las narices. Suficiente para que la falsa oposición no volviera a hablar del asunto, dando por aceptadas las reglas del fraude chavista, y pivotando a una posición que justifica seguir negociando con el chavismo aunque se trate de asuntos menos relevantes.

Quizás para agregar variedad y colorido a un viejo discurso, que ya está rancio y fastidioso, hay quienes desde la falsa oposición han emprendido una campaña para que el régimen chavista permita la participación de los venezolanos que están en el exterior. Por supuesto, siempre dentro del marco estricto de las condiciones electorales chavistas que, como ya se sabe, están diseñadas para producir resultados favorables al régimen independientemente de quiénes y cuántos voten.

            Esta campaña mediática para pedir el voto de los venezolanos en el exterior tiene abundantes ornamentos retóricos y épicos para posicionarla casi como una segunda epopeya independentista.  Deliberadamente se ignoran los elementos de fondo que permiten el sostenimiento del régimen chavista para en cambio tratar de intoxicar a las masas con nuevos alucinógenos para que en medio del delirio y el paroxismo se entreguen a la infame orgia electoral.

            Los promotores del voto de los venezolanos en el exterior no solo se saltan lo estructural-fundamental del Estado chavista. Estos operadores de la falsa oposición no terminan entender que esos 7 millones de venezolanos, sujeto objetivo de su campaña, ya votaron y de hecho están cansados de votar. En un país como Venezuela donde no existe la menor posibilidad de elegir opciones libremente, la decisión y el acto de emigrar es indiscutiblemente una forma de votar y expresar con claridad una posición política. En este sentido, emigrar es un voto en contra del régimen chavista que ha destruido a Venezuela. Pero también es un voto de rechazo a la falsa oposición que ha sido incapaz de liderar una lucha que saque al chavismo del poder.

            La imparable migración (7 millones que han abandonado Venezuela) y la masiva abstención (80% de venezolanos que se quedan y se niegan a ser parte de la charada electoral) son las mejores evidencias que las tesis negociadoras y colaboracionistas de la falsa oposición son tan inviables como desesperanzadoras. @humbertotweets 

jueves, 8 de septiembre de 2022

Venezuela podría desaparecer con el chavismo

            Una nación en sentido político es su capacidad de organizar a sus ciudadanos en un territorio y defenderlo para lograr su permanencia en el tiempo. Esta idea general de nación política enlaza otras ideas como territorio, población, riquezas e instituciones como partes esenciales de un Estado. Desde 1999 Venezuela ha sufrido un proceso de desmantelamiento de su Estado en manos del chavismo. En nombre del llamado Socialismo del siglo XXI el chavismo impuso una nueva constitución y cambió totalmente la estructura y funciones del Estado venezolano para adecuarlo a sus propósitos que, al no ser los de los venezolanos, solo se le podría reconocer como un Estado exclusivamente chavista.

 Al disponer de una Constitución a su medida y controlar a su antojo todas las instituciones del poder público, incluyendo a las fuerzas militares, el chavismo logró dotarse de un régimen político que le permite usurpar la voluntad de los venezolanos mediante fraudes electorales y aun así presentarse como apegado a la ley y la Constitución en forma inapelable. Esto es, a sus leyes y su Constitución.

En ese círculo vicioso estamos atrapados desde 1999 por culpa de una clase política que desde el principio resolvió hacerle el juego al Estado chavista en lugar de buscar su destrucción. Hemos perdido más de 20 años apostando a un cambio político dentro del régimen chavista aceptando unas reglas de juego que siempre arrojarán el mismo resultado. Entre elecciones y negociaciones se van sucediendo unas temporadas para dar paso a las siguientes repitiendo sin vergüenza ni creatividad exactamente los mismos argumentos para justificar el colaboracionismo con el régimen chavista.

En este sentido la falsa oposición es tan culpable como el chavismo por el desmembramiento de la nación venezolana.  La falsa oposición ha sido instrumental para el sostenimiento del chavismo y este al no contar con una resistencia real avanza en su empresa siniestra y criminal, aunque el precio sea la desaparición de la nación venezolana.

Así como en 1999 parecía una exageración acusar al chavismo de sus intenciones totalitarias hoy también parecería una exageración considerar que bajo la bota chavista Venezuela como nación política podría efectivamente desaparecer. Casi siempre que intentamos examinar esta idea nos atajan con argumentos que se apoyan en una presunta condición sacrosanta que impide que una nación desaparezca a no ser que sea por el resultado de una guerra. Se nos dice que este no es el caso de Venezuela, donde no hay una confrontación armada contra el estado chavista que pueda avanzar hacia una guerra civil.

Sin embargo, los signos de que Venezuela bajo el chavismo podría desaparecer como nación están ahí y solo les tomó 20 años de incubación. Podríamos pensar que de no ocurrir cambios sustanciales que lleven a un derrocamiento del Estado chavista no tomaría más de 20 años consumar y reconocer el trágico final.

La destrucción ha ocurrido en olas sucesivas que se van cubriendo unas a otras. Primero fue tomar el control del aparato legal y militar para sustituir al Estado nacional venezolano por un Estado chavista. Este nuevo Estado siempre ha tenido una política de puertas abiertas y entendimiento con grupos guerrilleros, paramilitares y megabandas criminales con los cuales las fuerzas armadas chavistas mantienen acuerdos para repartirse territorios, rutas y dividendos de toda suerte de actividades ilícitas pero toleradas por la legalidad del régimen chavista.

El caos que vive Venezuela hoy es una situación deliberadamente provocada por el Estado chavista para lograr sus propósitos criminales. El chavismo ha manejado recursos inmensos sin ningún tipo de control que han podido ser invertidos de desarrollo y progreso pero que fueron desviados a las cuentas de los jerarcas del régimen. Como resultado de esta miseria planificada millones de venezolanos han abandonado su país porque no tienen los medios materiales para vivir y perdieron la paciencia y la esperanza ante las promesas recicladas de la fase oposición.

Lo que tenemos y lo que nos queda es una nación venezolana que cada día es menos nación. El territorio de Venezuela se encuentra fracturado y repartido entre una variedad de grupos irregulares que controlan sus espacios con la permisividad del estado chavista. Venezuela no produce nada, ni siquiera petróleo suficiente para levantar su propia economía. Como no hay industrias y nadie está produciendo nada en proporciones significativas el régimen ha alentado el narcolavado a escala masiva lo cual permite que haya dólares en la calle, cuyo origen no puede ser explicado y que son atribuidos al milagro económico chavista.

Al desmembramiento del territorio y la ruina económica hay que sumar la masiva emigración de venezolanos que ya hoy se cuentan en 7 millones o más. Sin territorio, sin economía y sin población suficiente Venezuela en manos del chavismo está condenada a desaparecer si no se les expulsa del poder. No es tremendismo ni exageración. Es una realidad tan viva como las señales que nos negamos a aceptar en 1999.- @humbertotweets

lunes, 5 de septiembre de 2022

El último tango de Diosdado

            La guerra entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello es real y es a muerte.             Entre risas postizas y abrazos incómodos estos dos prestidigitadores intentan ocultar una lucha por el control del Estado chavista y del PSUV que comenzó el día que el régimen anunció oficialmente el fallecimiento de Hugo Chávez. Maduro logró la ventaja inicial al ser designado por Chávez como su sucesor por encima de Cabello. Este último quedaba así desplazado, pero no neutralizado al recibir el control del PSUV, soporte partidista y clientelar del régimen. Quizás pensando en cómo sostener en el tiempo su modelo político es posible que Chávez haya intentado deliberadamente crear una relación dialéctica entre gobierno y partido donde, al estar en manos de dos de sus operadores con habilidades diferentes, ambos se pudiesen controlar mutuamente.

Más allá de las intenciones que hayan podido motivar las últimas decisiones de Hugo Chávez está una realidad que se ha ido configurando y adquiriendo tonos y matices cada vez más precisos en los últimos años. Nicolás Maduro a la cabeza del Estado chavista emprendió bien temprano una carrera para cambiar a las Fuerzas Armadas de chavistas en maduristas y aislar dentro del régimen y del propio PSUV al único candidato natural a disputarle el poder: Diosdado Cabello. Por su parte Cabello se atrincheraba en su novel programa de televisión “Con el Mazo Dando” desde el cual trataría de posicionarse como más chavista que Chávez y con defensas más lúcidas y elocuentes de las políticas del régimen que el propio presidente Nicolás Maduro.

Por su naturaleza y composición el destino del régimen chavista está irreversiblemente atado a lo que pase en el seno de sus Fuerzas Armadas. Esta premisa es parte del abecé diario en la cultura chavista y debería serlo para todo aquel que desde afuera se quiera aventurar a especular sobre cómo podría terminar esto. Chavistas experimentados como Nicolás Maduro y Diosdado Cabello saben perfectamente que la suerte del régimen y sus cúpulas se decide permanentemente en la arena militar. De la fuerza que tengan esas fuerzas armadas para imponerse sobre la población civil depende la estabilidad del régimen. Quien controle a los comandantes y operadores de la pirámide militar tendrá el control a su vez del Estado chavista y sus estructuras.

El objetivo doble de ganar el control total de las fuerzas armadas y neutralizar a Diosdado Cabello como adversario ha llevado a Nicolás Maduro a represar los ascensos militares para privilegiar la lealtad a su persona por encima del profesionalismo y la capacidad. El resultado es que en los últimos años las fuerzas Armadas Chavistas han experimentado un inevitable anquilosamiento y decrepitud al perpetuar en posiciones de comando a los incondicionales de Nicolás Maduro relegando a cientos de oficiales a quienes se les pasa el tiempo esperando por un ascenso.

Cualquier oficial que no sea abiertamente madurista y lo exprese públicamente hasta el cansancio es por defecto sospechoso de estar en el grupo de Cabello con lo cual su carrera militar queda prácticamente decidida, a menos que haga actos públicos y notorios de arrepentimiento y conversión. En esto el Ministro de la Defensa General Vladimir Padrino López ha resultado un extraordinario aliado de Nicolás Maduro. Padrino López ha firmado resoluciones para pasar a retiro, castigar y premiar oficiales con ascensos y condecoraciones en base a su lealtad personal con Nicolás Maduro. Padrino López es una suerte de garantía en las Fuerzas Armadas chavistas que ningún impuro se vaya a filtrar en los ascensos.

            La totalidad de la promoción del Teniente Diosdado Cabello fue pasada a retiro, sin aviso y sin protesto, un buen día de Julio de 2020. Aunque aún les quedaban años de servicio 53 oficiales de esa promoción fueron desactivados sin ninguna explicación. El 8 de julio de 2020 por primera y única vez Diosdado Cabello suspendió la transmisión de su programa “Con el Mazo Dando” alegando una supuesta alergia. Ese fue el día que Maduro de un solo plumazo sacó de circulación a los operadores militares de Cabello. Todo un día de especulaciones y rumores el sobre último round entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello terminaba con un dramático y críptico mensaje de este último publicado en su cuenta de Twitter: “La mata de aguacate es de polinización cruzada, es decir requiere tener cerca otra mata de aguacate para que intercambien el polen y puedan echar aguacates, de lo contrario echarán flores pero no cuajarán frutos”. Para el buen entendedor pocas palabras bastan. Es quizás la única vez que Diosdado Cabello haya reconocido públicamente la guerra sorda en la cual está enfrentado a Nicolás Maduro por el control del Estado chavista.

            Años más tarde se repetiría la misma jugada, esta vez para pasar a retiro a los compañeros de promoción de José David Cabello, hermano de Diosdado Cabello. Algunos operadores, civiles y militares, de Cabello que aún quedaban enquistados en diferentes dependencias del Estado Chavista han sido removidos. En un rápido repaso del organigrama del Estado chavista se puede apreciar que a Diosdado Cabello ya no le quedan fichas en el Alto Mando Militar, CEOFANB, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Electoral, o la Asamblea Nacional donde hasta el mismo fue liquidado para darle paso Jorge Rodríguez operador de mayor peso e influencia en el régimen.

            Para sobrevivir y mientras espera infructuosamente que los planetas le cambien el destino Diosdado Cabello se ha refugiado en una especie de boxeo a la sombra o una danza de tango obligada donde sin duda Maduro marca el paso. Mientras Nicolás Maduro y la macolla de los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy) se reparten el poder y ya tienen fecha para el ajuste de cuentas definitivo a Diosdado Cabello solo le queda refugiarse en su programa de televisión “Con el Mazo Dando”. Allí proyecta desde años video clips del político opositor Alberto Franceschi cuidadosamente seleccionados atacando a Nicolás Maduro y la corrupción en las Fuerzas Armadas chavistas. En el fondo Diosdado Cabello le tiene que dar la palabra semanalmente en su programa a Alberto Franceschi para que este le diga a los chavistas lo que Cabello quisiera decir, pero no puede.

            Si no hay situaciones sobrevenidas o imprevistas en la economía o en el ecosistema militar la macolla Maduro-Rodríguez-Padrino aspira a celebrar su fraude electoral sin contratiempos en diciembre del 2024. Con una falsa oposición amaestrada y sin resistencias significativas en lo internacional el régimen chavista intentara emprender una purga definitiva en el 2025 para mutar a su fase plenamente madurista. El tiempo que nos separa es lo que en teoría le quedaría a Diosdado Cabello para seguir bailando con Nicolás Maduro un tango a juro o hacer otra cosa.- @humbertotweets 

jueves, 1 de septiembre de 2022

El chavismo tendrá su “Caracazo”

            Analistas nacionales e internacionales se preguntan cómo es posible que ante la dramática situación económica y social que se vive en Venezuela el descontento y las protestas no hayan alcanzado masa crítica para sacar del poder al régimen chavista. Hay factores que han operado en contra de la inmensa voluntad nacional para expulsar al chavismo del gobierno. Por una parte, las protestas casi siempre han sido organizadas por operadores al servicio de partidos y gremios controlados por la falsa oposición. Estas protestas generalmente terminan en frustración y represión porque el objetivo de sus organizadores no es acumular fuerzas sociales en contra del régimen sino, como ellos mismos dicen, calentar la calle para usar ese ambiente como ficha en las negociaciones de ese momento con el régimen.

Pero además está el hecho incontrovertido de que el régimen chavista ha sido el más brutal y sanguinario para aplastar las protestas populares. No somos apologistas del régimen del Estado de partidos que imperaba antes del chavismo. Pero solo basta con revisar los periódicos de la época y comparar con el presente para concluir que la represión y violencia política del régimen chavista supera con creces al de la democracia de partidos. En el régimen anterior al menos existían garantías y eran efectivamente ejercitadas para establecer la responsabilidad penal de funcionarios implicados en tortura y asesinato por motivos políticos. Con el estado chavista solo hay complicidad e impunidad. 

La represión es real y logra infundir miedo y terror suficiente para inhibir a cientos de miles de venezolanos que tienen la certeza de ser sujetos de pena de muerte si se exponen en una protesta pública. Balas perdidas y linchamientos selectivos están a la orden del día para amedrentar e intimidar.

Este modelo de represión ha podido operar con efectividad porque el régimen usa a las Fuerzas Armadas como su brazo armado para someter por la fuerza a los venezolanos. También el régimen usa a sus activistas asalariados como una milicia paramilitar dotada de recursos y armas para enfrentar a todo aquel que no sea considerado como uno de los suyos. En ambos casos el régimen nunca ha escatimado el dinero que fuera necesario para mantener contentos a sus esbirros civiles y militares. Por vía de transferencias directas de dinero, bonos y otros incentivos a través del sistema “Carnet de la Patria” el régimen les paga a sus clientelas para que hagan su trabajo.

El problema con este modelo represivo y clientelar es que lamentablemente para el chavismo no puede ser separado y aislado en una burbuja sin contacto con la realidad. En otras palabras, el ser esbirro chavista tiene innegables beneficios e inmunidades, pero aun así estos elementos tienen que participar dentro del mismo drama económico y social que afecta al resto de los venezolanos. Así por ejemplo cuando el bolívar se devalúa frente al dólar esto afecta por igual a chavistas y no chavistas. El fracaso del modelo económico del régimen chavista ha logrado que hoy los venezolanos puedan comprar menos, incluidos los chavistas.

No se puede desestimar el efecto potenciador que tendrá la clientela chavista descontenta y frustrada al no poder satisfacer sus expectativas materiales. Sobre todo porque cualquiera que haya parasitado del Estado chavista en los últimos veinte años no es más que un ser excepcionalmente corrupto además convencido que se lo merece todo por haberle servido a la patria. La cultura chavista lleva implícito un desprecio por las leyes y las normas lo cual ha llevado tanto a altos jerarcas del régimen como a los más modestos operadores a saltarse infinidad de veces su propia Constitución. Es una tradición que ya se mostraba en estado embrionario en 1989 y 1992 con narrativas que justificaban operaciones concretas para derrocar por las armas y la violencia a un gobierno constitucional.

A lo que el régimen chavista debe temer no es a la falsa oposición negociadora sino a sus propias bases y estructuras clientelares, civiles y militares, cuyo descontento podría salirse de control en cualquier momento. A diferencia del resto de la población que solo dispone de palos, piedras y escudos de cartón, el chavismo clientelar descontento tiene las armas y la disposición de ajustar cuentas a su manera.

No podemos llamarnos a engaño. En buena medida el éxito de la protesta nacional contra el intento de robarles a los trabajadores el bono vacacional fue debido a la participación de las clientelas chavistas que, sabedoras de las inmunidades que gozan, protestaron con más furor y combatividad que nadie. Por primera vez en muchos años el régimen chavista dio un paso atrás y rapidito ordenó el pago de lo adeudado.

Pero el problema de fondo continúa. El chavismo destruyó el aparato productivo e industrial de Venezuela y no dispone de los recursos para mantener felices a sus operadores civiles y militares hasta el 2024, año del nuevo fraude electoral. Tampoco el Estado chavista tiene reservas suficientes para seguir quemando 200 millones de dólares semanales y mantener un valor artificial de dólar. Eventualmente el Estado chavista se quedará literalmente sin dinero. Eventualmente el régimen chavista tendrá que enfrentar la furia de sus propias clientelas enardecidas. Eventualmente el chavismo también tendrá su “Caracazo”. @humbertotweets