jueves, 30 de junio de 2022

Contradicciones insalvables del chavismo

            El chavismo tomó el control político de Venezuela apoyado en buena medida por una marea de mitos y medias verdades, amplificadas por los medios de comunicación de la época, cuyos dueños no dudaron en apostar a este mesías llamado Hugo Chávez. La retórica demagógica de este vengador errante tenía algo que ofrecerle a cada quien. Chávez tenía promesas para los ricos, para los pobres, para los adecos, para los copeyanos, para la izquierda y la derecha. El solo hecho de reunir los más variopintos apoyos de sectores y fuerzas sociales enfrentadas entre sí ha debido ser motivo de angustia, pero por el contrario esto fue presentado como símbolo de una verdadera unidad nacional en el preámbulo de una segunda independencia. 

            Uno de los mitos más socorridos del chavismo ha sido su presunto compromiso con la clase obrera en el sentido como lo plantean los políticos marxistas. Un gobierno que desde el Estado genera políticas de protección y bienestar para los trabajadores por la vía de aumentar salarios y beneficios. No importa que estos aumentos y beneficios no se correspondan con las capacidades económicas y productivas del país, para eso están el Estado con su ilimitada botija petrolera y las empresas privadas satanizadas como enemigas de los trabajadores. Nada más estimulante para el ex comandante Chávez que ir a repartir lo ajeno en una asamblea de trabajadores como las que protagonizó en PDVSA.

            Pero el socialismo chavista, muy convenientemente apellidado como del Siglo XXI, resultó algo muy distinto a las versiones hasta ahora conocidas del socialismo. Este socialismo a la chavista muy sui generis en su conformación es un socialismo que no es enemigo per se de la burguesía financiera, industrial o comercial. No, este socialismo chavista usa el poder del Estado para crear su propia burguesía y su capa de nuevos ricos conocidas en los bajos fondos con los remoquetes de Bolichicos y Boliburgueses.

            Se podría pensar que el chavismo en el poder significaría la reivindicación de la clase obrera venezolana en sus condiciones materiales de vida. No se podría esperar menos de un discurso que machaca hasta el cansancio sus raíces obreras y populares. Más allá de la verborrea chavista está la realidad. Y esta es la de un país cuya clase obrera prácticamente ha desaparecido como resultado del desmantelamiento de las empresas e industrias, incluyendo las empresas del Estado. Los pocos asalariados que quedan tienen que estar agradecidos que al menos el sistema les lanza unos mendrugos y no tienen que ir a escarbar comida en los basureros.

            No sólo ha desaparecido la clase obrera venezolana y aumentado el desempleo sino que quienes tienen la suerte de estar en alguna nómina reciben salarios de hambre, insuficientes para llevar una vida digna. Frente a la retórica del chavismo, cuya afrenta es un insulto peor que a la propia madre, solo hay que oponerle la realidad. Nunca antes existió un régimen más anti obrero y enemigo de la clase trabajadora como el chavista.

            El conflicto entre los trabajadores de SIDOR y la empresa pone nuevamente en evidencia las insalvables contradicciones que arrastra el chavismo. Lo primero que hay que precisar es que se trata de un conflicto entre chavistas. Este es un enfrentamiento entre los chavistas que dirigen SIDOR y los trabajadores chavistas cansados de las promesas incumplidas de aumentos salariales, porque en la Venezuela de hoy solo chavistas confesos podrían trabajar en una empresa como SIDOR.

            Sin embargo, hasta los chavistas se cansan de las mentiras de sus dirigentes. Tiene que existir un límite que demarque hasta donde se es chavista dispuesto a dejarse ultrajar por el régimen y desde donde comienza un ser humano que lucha por la comida para su familia. Ese es el drama de los trabajadores chavistas de SIDOR, PDVSA y otras empresas del Estado que tienen que vivir haciendo maromas para lograr sus reivindicaciones, sin ofender a sus patronos y al gobierno.

Es verdaderamente patético ver al Secretario General de SUTISS, Julio López, con un nudo en la garganta explicando que la intención de la huelga reciente no fue paralizar totalmente las operaciones, sino algunas de ellas. Además López le implora a su compañero de partido, camarada Nicolás Maduro, que por favor intervenga para que les paguen el aumento prometido a los trabajadores. El desenlace de este conflicto parece ser que algunos tontos útiles, que de verdad creyeron que bajo el régimen chavista se podía protestar, serán botados de SIDOR sin pena ni gloria y ante la indiferencia de su flamante burocracia sindical.

            Esas son parte de las contradicciones insolubles del chavismo, servir a los intereses de mafias financieras políticas y militares mientras se llena la boca con una verborrea pseudo revolucionaria. Para los Boliburgueses y Bolichicos hay bonos y contratos, para los trabajadores chavistas látigo y cajitas CLAP.- @humbertotweets

lunes, 27 de junio de 2022

No basta sacar a Maduro

            En la falsa oposición venezolana hay quienes conscientemente centran todo su furibundo ataque retórico contra la figura de Nicolás Maduro como la única razón de nuestras desgracias. Así en forma discreta y sibilina se sugiere que el problema es Maduro y quienes le acompañan salvando de su responsabilidad y participación a otros elementos del chavismo a quienes se consideran menos nocivos y, quizás lo más grave, dejando intacto a todo el aparato estatal chavista con el cual, según dicen, se podría gobernar. Este sería uno de los argumentos para ir a unas elecciones totalmente controladas por el Estado chavista con la esperanza de ganarle a Nicolás Maduro y emprender una transición de gobierno que sería la milagrosa solución a esta crisis terminal.

            En el núcleo de esta tesis está la idea de que si es posible gobernar con un estado totalmente controlado en todas sus instancias e instituciones por las mafias chavistas. Se asume que hay una legalidad, la legalidad del Estado chavista, que actuaría como árbitro para regular un sistema de pesos y contrapesos que de alguna manera apunten a un equilibrio institucional que permita la gobernabilidad. Esta aproximación está basada en la teoría y la praxis política del régimen que existía antes de 1999 donde en buena medida las llamadas instituciones democráticas jugaban ese papel regulador al estar controladas por una pluralidad de partidos y grupos de interés.

            Pero esta no es la situación que tenemos hoy cuando el Estado nacional venezolano ha sido sustituido íntegramente por el Estado chavista. Los poderes públicos y las instituciones políticas están totalmente controladas por mafias chavistas que definen su propia legalidad e imponen su voluntad al resto de los venezolanos. Al controlar sin límites los órganos del poder público incluidas las fuerzas armadas el chavismo tiene y ejercita el poder de crear y modificar leyes a su medida y con la diligencia necesaria para mantenerse en el poder indefinidamente. La mutilación a la Asamblea Nacional del 2015 y la constante modificación de leyes y reglamentos electorales para favorecer al régimen son tan solo dos evidencias de cientos.

            La pretensión de la falsa oposición de convencer a los venezolanos para ir a votar en el fraude electoral del 2024 no es otra cosa que una escueta invitación a tragarnos dos ruedas de molino en serie. La primera es que aceptemos la tesis según la cual es posible ganarle unas elecciones al chavismo mientras este controla el aparato electoral que opera como una factoría de votos y de adjudicación de cargos. Los voceros y asesores de la falsa oposición se han dado a la tarea de fabular sobre las posibilidades de ganarle al chavismo si van con un candidato único y si la gente creyendo en estos cantos de sirena acude a votar. Una petición audaz sobre todo al considerar 20 años de evidencia del fraude electoral continuado perpetrado por el chavismo.

            Para quienes se traguen la primera rueda de molino hay otra más esperando en línea. Y es la que trata de argumentar que si el chavismo fuese derrotado en unas elecciones este estaría dispuesto a entregar el control del gobierno. De mil maneras y en forma implícita la falsa oposición ha sido muy cuidadosa en hacerle saber a las mafias chavistas que al buscar solo el control del gobierno estaría dispuesta a gobernar con el Estado chavista y sus instituciones. De ahí el metamensaje: “Mafiosos chavistas no temáis, podéis estar tranquilos. No vamos por ustedes, sino por Maduro”.

            Que la falsa oposición esté dispuesta a gobernar dentro de la legalidad que le impone el Estado Chavista no solo revela la fragilidad de su política sino también la más sorprendente ingenuidad. Aunque ambos escenarios (derrota electoral y entrega del gobierno) están negados por un patrón de conducta sistemático perfeccionado por el chavismo en las últimas dos décadas la falsa oposición insiste en presentarlos a los venezolanos como parte de su estrategia elite. Solo quienes hacen política en Narnia pueden creer y repetir en una coreografía bien orquestada que el chavismo aceptaría una derrota electoral y como consecuencia de ello entregaría el gobierno. Cuando alguien nos dice que Venezuela se arregla cuando caiga Maduro, banalizando la destrucción de la nación venezolana, ya sabemos para quién trabaja. Y no es precisamente para los intereses de la mayoría de los venezolanos.- @humbertotweets 

jueves, 23 de junio de 2022

El chavismo impone la ley de la selva

            Aunque lo hemos dicho y argumentado cientos de veces hay que insistir mil veces más: El modelo que se impuso en Venezuela desde 1999 es el del Estado chavista que se otorga a asimismo instituciones y leyes con una legalidad a su medida que le permite seguir en el poder “legalmente” aunque no tenga apoyo de la población. Este sistema jurídico que sólo atiende al propósito de sostener al chavismo en el poder es un sistema que no cumple los fines de la justicia, de hecho es una legalidad a medias que opera con miles de excepciones por lo cual la llamamos una pseudo legalidad.

            En este marco de pseudo legalidad el chavismo ha producido cientos de leyes y decretos para regular las relaciones entre los ciudadanos y entre estos y el Estado (chavista) con un solo principio rector: La preeminencia de todos aquellos elementos o factores que ayuden a perpetuar al régimen chavista. Si eventualmente alguno de los instrumentos jurídicos producidos tiene una laguna o está en contradicción con el mencionado principio rector entonces los jueces y tribunales, muy convenientemente seleccionados por el chavismo, son los encargados de resolver las contradicciones según lo que convenga al mantenimiento del régimen.

            En el campo político la distinción es muy clara entre los intereses que se oponen y los que favorecen al régimen dejando muy poco espacio para la interpretación y los márgenes de error. Aquí encontramos las leyes y decretos en materia electoral, las decisiones judiciales contra alcaldes y gobernadores que no son parte de la macolla oficialista. Las sentencias y decisiones terminan siendo meros ajustes de cuentas ejecutados por los grupos más poderosos que operan en el Estado chavista.

            En las relaciones sociales, sobre todo las de los ciudadanos entre sí, la situación se torna mucho más compleja en conflictos de naturaleza civil, mercantil y penal.  Por su propia índole estos conflictos entre particulares no amenazan per se la estabilidad del régimen chavista aunque muchas veces las sentencias y resoluciones invocan la presencia del principio rector (todo es válido siempre que no afecte la estabilidad del régimen) como factor para inclinar la balanza de la justicia en un sentido o en otro.

            Por ejemplo en una hipotética disputa por linderos si uno de los propietarios es chavista enchufado y el otro no esto producirá un resultado. Si ninguno es chavista el resultado sería distinto. Si ambos por el contrario son chavistas, pero además enchufados, la disputa dependerá de la fuerza de la facción a la cual pertenezca cada uno. En los conflictos de naturaleza no política (civil, mercantil, penal, etc.) los jueces chavistas ejercitan amplios márgenes de discrecionalidad en un sistema perfectamente calibrado para subastar sentencias y decisiones judiciales al mejor postor y éste será no solo el que pague más dinero sino que además esté alineado con la mafia correcta dentro del régimen.

            Quienes han tenido que transitar el viacrucis del entramado judicial chavista en Venezuela saben muy bien que para ganar un juicio no basta tener la razón ni probarlo de acuerdo al derecho porque entran en juego otros factores de naturaleza pseudo jurídica que resuelven la controversia. El resultado es un poder judicial al servicio del Estado chavista con jueces corruptos y venales que dejan a la población en la más absoluta indefensión e inseguridad jurídica. La degeneración del poder judicial bajo el chavismo le ha impuesto a los venezolanos la ley de la selva donde triunfa el más fuerte, no quien tiene la razón. Esta es la vía a la barbarie a la cual vamos de la mano del chavismo y donde no hay ni habrá espacio para una sociedad de leyes, culta y civilizada.- @humbertotweets

lunes, 20 de junio de 2022

Las negociaciones con el chavismo son una burla

            La falsa oposición (franquicias partidistas y parapetos de ONG’s que integran la llamada plataforma unitaria) va embalada hacia un nuevo y rotundo fracaso histórico. Empeñados en venderle al país las bondades de las negociaciones con el chavismo como la segunda independencia los falsos opositores siguen al detalle la encomienda de los chavistas: Legitimar y reforzar el régimen político instaurado en 1999. Ese es el papel que han jugado en los últimos 20 años y el mismo que ejecutarán en los próximos 20 si se les permite. Justificando cada elección y cada negociación como una gesta gloriosa y épica lo que en realidad ha hecho la falsa oposición es usar su auto designación como vocero de los venezolanos para mejorar las condiciones de cohabitación con el régimen pero jamás para sacarlo del poder.

            Es un patrón que se repite casi que con precisión matemática: Negociaciones-elecciones-negociaciones. En este momento estamos en la fase de las negociaciones con el chavismo. Esta es la parte en la que la falsa oposición apela en forma insincera al sentido común de la gente para vender su falacia según la cual todas las opciones para sacar al chavismo del poder están agotadas y lo único que queda es negociar unas presuntas condiciones políticas y electorales. El incentivo que ofrece el argumento es que si el chavismo flexibiliza sus mecanismos de fraude electoral sería posible ganarle las elecciones y este en forma democrática entregaría el poder.

            En el pasado el chavismo ha hecho algunas pequeñas concesiones cosméticas a su sistema de fraude electoral pero suficientes para animar a la oposición a participar en elecciones. Incluso han entregado algunas gobernaciones y cargos de diputados como señuelo que demostraría su disposición a reconocer derrotas electorales. Por supuesto, cualquier mendrugo que el chavismo le lanza a la falsa oposición es celebrado como una victoria histórica sin reparar que lo que el chavismo recibe a cambio es el premio mayor materializado en un reconocimiento incondicional a su régimen político.

            Esto funcionó así durante varios ciclos de negociaciones a lo largo de estos veinte años hasta que el chavismo se dio cuenta que podía lograr los mismos niveles de sumisión perruna sin dar prácticamente nada a cambio. Por eso estas últimas negociaciones que se han celebrado en México aunque siguen el mismo patrón parecen inusuales. Parecía que se estaba negociando algo en el sentido de mejorar las condiciones del fraudulento sistema electoral chavista pero resulta que esta vez el chavismo no pone nada en la mesa. No solo eso, sino que además se da el lujo de ir a la ofensiva exigiendo la liberación de Alex Saab y la suspensión de las sanciones contra el régimen como condiciones previas para seguir negociando.

            En forma expedita y diligente la falsa oposición y el interinato se convierten en gestores del régimen chavista ante el gobierno norteamericano para abogar por el perdón a algunos jerarcas del oficialismo y la suspensión de las sanciones contra el régimen. Algún efecto tuvieron esas gestiones cuando vemos que los Estados Unidos ha flexibilizado sus sanciones contra el régimen y adicionalmente ha sacado de la lista de operadores chavistas sancionados a Carlos Malpica, sobrino de Cilia Flores.

            Pero ahora el chavismo pone una nueva condición para seguir negociando con la falsa oposición. Ya no les gusta la facilitación de Noruega y ahora piden un nuevo facilitador adicionalmente a la incorporación de Rusia al proceso. Podrán cambiar los elementos circunstanciales de la coyuntura, pero el optaron sigue siendo el mismo. Siempre el chavismo sacará alguna carta debajo de su manga para crear condiciones que le permitan ganar lo que más les interesa: Tiempo. Así se nos han pasado los últimos veinte años, entre unas excusas y otras, mientras la falsa oposición les dice a los venezolanos que su estrategia fundamental para sacar al chavismo del poder no es otra que acoplarse en forma incondicional al régimen.

            Si se revisa la prensa en los últimos dos años se podrá determinar que en el preámbulo de las actuales negociaciones los voceros de la falsa oposición las justificaban como necesarias para modificar el sistema electoral y entonces participar en las elecciones. De esa postura la falsa oposición ha pivotado hacia otra menos ambiciosa: Hay que ir a elecciones con condiciones o sin condiciones porque si vamos unidos y la gente vota es posible ganarle al chavismo como en el pasado se le han ganado gobernaciones.

            Con este seductor canto de sirenas la falsa oposición agrupada en la plataforma unitaria está embarcada en hacer sus primarias para escoger a un candidato y oponerlo a Nicolás Maduro en 2024. El fraudulento sistema electoral será el mismo y allí no habrá cambios. Como en realidad no hay nada que negociar con el chavismo, porque todo ya está negociado, al vocero de la falsa oposición Gerardo Blyde solo le queda justificar estas negociaciones con el régimen como necesarias para buscar “...soluciones a la grave crisis que afecta al pueblo venezolano.” Este objetivo tan ambiguo y genérico que vale para cualquier cosa ha desplazado la petición inicial de cambiar el sistema electoral porque en definitiva la falsa oposición quiere sus elecciones y el chavismo los va a complacer.

            Algunos analistas y encuestadores se quejan del desinterés de los venezolanos por la política y para enmendarle la plana a la falsa oposición aseguran que esa apatía podría afectar las posibilidades de triunfo de un candidato opositor frente al chavismo. Estos analistas también son evangelizadores en la idea de pelear desde adentro sin importar las condiciones a ver si algún día los chavistas se cansan de destruir al país y entregan el poder. Lo que parecen ignorar estos filósofos de la falsa oposición es que el desinterés, la apatía y el rechazo de los venezolanos no es hacia la política en general sino hacia esa forma viciosa y fracasada de hacer política que nos sigue proponiendo colaborar con el chavismo para sacarlo del poder.

            Las negociaciones en México son una burla, un engaño y una estafa. No hay nada que negociar, ya todo está negociado. La falsa oposición refrendará el fraudulento sistema electoral chavista participando si o si aunque el chavismo no haga concesiones. Lo que se busca es mejorar las condiciones de vida de quienes viven de la política y ya hicieron sus cálculos para los próximos 20 años.- @humbertotweets 

jueves, 16 de junio de 2022

El santuario del milagro económico chavista

            Venezuela hoy, dos décadas después de que Hugo Chávez tomara el poder, está en su peor momento. De hecho hay muchos bienes y servicios que ya no están disponibles para los venezolanos. Pero no solo eso, el desempleo brutal, resultado del desmantelamiento de la economía y la industria, ha arrastrado a millones de venezolanos a vivir en un estado permanente de mendicidad. Estos son niveles de pobreza, miseria y depauperación jamás conocidos en la época de la democracia de partidos, régimen político que con todos sus defectos sostuvo un sistema de capitalismo de estado más o menos eficiente. Sin duda, mucho mejor a la barbarie que sufrimos hoy.

            Sin embargo, los magos del chavismo y sus colaboradores se las han ingeniado para propagar la tesis según la cual Venezuela estaría en un proceso de recuperación económica. Hablar de recuperación económica en un país cuya economía está colapsada y donde la mayoría de su población activa tiene que escarbar en la basura para encontrar comida es…hablar de un verdadero milagro. Cómo se puede hablar de recuperación en un país cuya industria está prácticamente destruida, que ha perdido su capacidad para exportar petróleo, donde el gran suplidor de empleo y dinero sigue siendo el gobierno pero esto solo alcanza a las clientelas chavistas y deja por fuera al 90% de los venezolanos.

            Pareciera que el dinero, el empleo y los contratos que directa e indirectamente pone el gobierno en la calle solo le llega a un universo que no sería superior a las 800.000 o máximo al millón de personas. El resto de los venezolanos, de los 28 millones, quedaría por fuera de esa burbuja de bondades y beneficios. En otras palabras, alrededor del 3% de venezolanos que están enchufados directa e indirectamente al régimen chavista tendrían el acceso a dólares y privilegios para hacer negocios y llevar una vida normal en Venezuela refugiados en la torre de marfil chavista.  

            Este 3% de venezolanos es el que puede mostrar una actividad económica más o menos estable en forma de bodegones, restaurantes, distribuidoras de alimentos, ventas de vehículos, ventas de electrónicos y electrodomésticos, etc. Solo una finita mayoría de este 3% podría explicar el origen histórico de sus recursos, la gran mayoría son nuevos ricos chavistas con fortunas y conexiones logradas en los últimos veinte años. Quienes reciben contratos y asignaciones en forma directa del régimen chavista son ampliamente conocidos como los Boliburgueses y los Bolichicos quienes además han incursionado en el próspero negocio de la banca bajo la protección del chavismo.

            Se hace evidente la contradicción entre el 3% de quienes están conectados al circuito económico del régimen y el 97% de quienes materialmente están al margen de esa economía y cuyo destino se resuelve en la supervivencia del día a día. La proliferación de restaurantes de comida costosa cuya capacidad está a reventar, la multiplicación de distribuidores de carros de lujo cuya flota ya está vendida, y la abundancia de bienes y servicios todos pagados en dólares son signos de una brecha profunda entre la Venezuela que vive en la burbuja de la economía chavista y la Venezuela que se desangra fuera de ella.

            Habría que preguntarse si la actividad económica de ese 3% es suficiente para mover a una economía de 28 millones de habitantes. Incluso habría que preguntarse si ese 3% tiene la capacidad de poner en circulación grandes masas de dinero que de alguna forma impacten la economía. Es difícil determinarlo justamente porque uno de los problemas graves que tenemos en Venezuela es la ausencia de cifras confiables e indicadores de la economía. Para poder alimentar campañas como la supuesta recuperación económica de Venezuela el régimen chavista tiene que apelar a la mentira y para eso es esencial no disponer de cifras y números que permitan medir la economía.

            Basados en el simple y sencillo método de la observación podemos constatar que hay millones de venezolanos que hoy no forman parte del circuito de la economía formal porque están desempleados y no están en condiciones de generar ingresos para llevar una vida digna. Estos venezolanos que representan un 97% de la población no son el mercado para los bienes y servicios generados por el otro 3% sencillamente porque no tienen los recursos. Pero, si esto es cierto, entonces ¿de dónde salen esas cuantiosas masas de dinero que permiten financiar a la nueva burguesía chavista en país con una industria y una economía semi destruidas? Lo más probable es que estemos frente a una gigantesca operación de lavado de dólares orquestada por el propio régimen chavista.

            Se equivoca quien crea que el colapso económico de Venezuela es una consecuencia no buscada por el chavismo. El régimen chavista desde un principio lo ha tenido todo para construir un capitalismo de estado pujante financiado por el petróleo y reforzado con alianzas internacionales con países como China, Rusia e Irán. Pero eso no fue lo que busco el chavismo ni es lo que busca ahora porque el colapso político y económico de Venezuela es por diseño una pieza fundamental del chavismo para sostenerse el poder.

            El caos social y político fomentado por el chavismo encaja perfectamente con el colapso económico también deliberado cuando, por ejemplo, en tiempos de Rafael Ramírez, bajo las órdenes de Hugo Chávez, destruyó a PDVSA la industria más importante para el Estado venezolano. El colapso económico de Venezuela la convierte al mismo tiempo en un santuario para el lavado de divisas y permite el flujo libre de capitales de la corrupción y el narcotráfico sin ningún control.

La burocracia que opera en el Estado chavista solo tiene dos prioridades: Mantenerse en el poder al precio que sea y lavar dólares a gran escala para enriquecerse y enriquecer a los suyos. Sin el componente del masivo narcolavado sería imposible explicar el milagro económico chavista en una Venezuela donde a pesar de estar hundida en la miseria se puede comprar el último modelo de cualquier carro de lujo, por supuesto, luego de pasar por una larga lista de espera porque el inventario está agotado.- @humbertotweets

lunes, 13 de junio de 2022

Los bandazos de la política exterior norteamericana

            El papel de los Estados Unidos de Norteamérica como potencia hegemónica, luego del derrumbe de la Unión Soviética, está hoy en discusión. A pesar de su enorme influencia financiera y militar los EEUU enfrentan sensibles conflictos tanto internos como externos que debilitan su rol como potencia imperial.  Esto es en buena medida el resultado de la ideología globalista que se ha instalado en las entrañas del Estado norteamericano y que reaccionó violentamente para sabotear las políticas de orientación nacionalista de Donald Trump en una conspiración que llevo a su destitución, vía fraude electoral, y posiblemente a su enjuiciamiento.

            Esta ideología globalista es precisamente la que ayudó a desmantelar las industrias norteamericanas para hacer una economía dependiente y adicta a los productos baratos fabricados en China. La clase política norteamericana, conformada por demócratas y republicanos influenciados por el globalismo, en defensa de los intereses del complejo industrial militar no podía aceptar la tesis nacionalista de Trump de abandonar el papel de policía del mundo llegando al extremo de plantear, correctamente, la salida de los Estados Unidos del pacto militar de la OTAN.

            Las corporaciones norteamericanas dedicadas al negocio de la guerra que operan a escala global parecen ser quienes están estableciendo las prioridades de la agenda en la política internacional de los EEUU. Ante la ausencia de guerras en la región de Hispanoamérica el eje de la política exterior norteamericana parece estar siempre centrado en Europa, el medio oriente y Asia donde los dividendos por la venta y suministro de armas y tecnología de guerra parecen multiplicarse al infinito. Esto podría explicar el abandono, el desdén y el desgano de los Estados Unidos con el resto de países de las Américas.

            La guerra contra Rusia y el auxilio militar y económico a Ucrania parece estar más justificado por favorecer al complejo industrial militar norteamericano que a un interés genuino desde el punto de vista geopolítico. Resulta un absurdo que los EEUU pretendan justificar su participación en ese conflicto con el pretexto de defender la soberanía de Ucrania o de ejercitar, una vez más, el dudoso papel de policía del orden mundial. Más absurda resulta la concepción de la élite política norteamericana que prefiere entenderse con un gobierno tan inestable como impredecible como el de Ucrania que llegar a un acuerdo político con un Estado más organizado y estable como Rusia.

            Por ejemplo, es un error cuando se le presenta a la opinión pública la imagen de un solo pueblo ucraniano agredido por Rusia sin reparar que el gobierno de Vladimir Zelensky está conformado por las más variadas facciones neonazis cuyos intereses van más allá que Ucrania. Podemos anticipar que, tal como ha ocurrido antes con la política norteamericana, las armas suministradas a grupos y facciones irregulares irán irreversiblemente a las manos de mercenarios que siempre terminan usándolas en contra de intereses y objetivos norteamericanos. ¿Ejemplos? Afganistán, Irak, Libia.

            Enfrentar a Rusia hasta lograr su destrucción usando a Ucrania como proxy no es en realidad, o no debería ser, un objetivo geopolítico de los Estados Unidos. Sin duda hay más espacio y potencial para construir una relación de respeto y cooperación entre los EEUU y Rusia que entre los EEUU y Ucrania. Sin embargo, las corporaciones que viven del negocio de la guerra insisten en todo un despliegue mediático para persuadir a la opinión que Rusia es el enemigo irreductible de los Estados Unidos. Eso lo tenía mucho más claro Trump y así lo asumió aunque lo llamaran pro ruso.

            Las consecuencias de este enfoque ya se sienten dentro y fuera de los EEUU. Internamente los billonarios recursos comprometidos en esa guerra le han impuesto una carga extraordinaria a la economía norteamericana que hoy enfrenta un encarecimiento brutal de bienes y servicios y la inflación más alta en los últimos 40 años. En lo internacional este conflicto ha obligado a un realineamiento de Estados donde una cantidad considerable sobre todo de África y Suramérica han resuelto no acompañar a los Estados Unidos en su guerra contra Rusia. Hasta los Estados que apoyan la alianza militar de los EEUU contra Rusia admiten la inconveniencia de continuar en un sistema de relaciones internacionales unipolar.

            El fracaso de la reciente Cumbre de las Américas no es más que una extensión del fracaso de la política exterior norteamericana empeñada en unas urgencias equivocadas. El evento se celebró en un ambiente de apatía, desinterés y pérdida total de credibilidad hacia los Estados Unidos. Para tratar de esconder el histórico abandono que ha caracterizado a los EEUU en las últimas décadas en relación al resto de las Américas el Departamento de Estado intentó centrar el foco en la no invitación a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Como si no invitar a estos gobiernos que han sido sistemáticamente tolerados y hasta alentados por los EEUU tuviese la entidad de una segunda declaración universal de los derechos humanos.

            La realidad, y en definitiva es lo que cuenta, es que los EEUU han mantenido una política blandengue que ha prometido el atornillamiento de estos regímenes. En el caso de Venezuela, por ejemplo, cuál es el sentido de no invitar al chavismo a la cumbre si simultáneamente los EEUU están levantando las sanciones y llevan arrastrada a la falsa oposición a que suscriba un acuerdo de entendimiento con el régimen sí o sí. Juan Gonzalez, alto funcionario de la Casa Blanca para asuntos de América Latina, admitió que los EEUU podrían reunirse con representantes de estos países que no fueron invitados a la cumbre en cualquier otra parte, pero no en su territorio. Entonces la política exterior de los EEUU se reduce a meras formas y posturas donde lo que pasa en los países de las Américas no tiene el menor interés. Esta política de bandazos, sin norte y sin horizonte, sobre todo para los propios ciudadanos norteamericanos no cambiará mientras las corporaciones que integran el complejo industrial militar sean las que decidan la agenda exterior norteamericana.- @humbertotweets

jueves, 9 de junio de 2022

La última Cumbre de las Américas

            La novena edición de la llamada Cumbre de las Américas se desarrolla en medio del cuestionamiento del rol de los Estados Unidos de Norteamérica como la principal potencia en un mundo unipolar inexistente y el resquebrajamiento de la confianza de los pueblos suramericanos hacia el otrora coloso del norte. Estos encuentros concebidos como una invitación al diálogo y la cooperación entre países americanos partiendo de su filiación en la OEA no han logrado ningún resultado significativo desde 1994. No ha sido por falta de voluntad de los países hispanoamericanos, incluida Brasil, sino por el histórico desinterés de los EEUU en atender a la periferia de su imperio y reproducir relaciones y alianzas comerciales entre los países de su entorno.

            Aquí hay que despojar a la expresión imperio de contenidos ideológicos y darle todo su contenido y carga de carácter geopolítico. La realidad es que los Estados Unidos de Norteamérica es el eje de un imperio político, cultural y financiero establecido territorialmente a lo largo y ancho de América, de norte a sur. Hay Estados que ejercen una soberanía en su territorio codeterminada por la existencia de otros Estados y por la hegemonía militar y económica de los EEUU. Eso es lo realmente existente más allá de la retórica populista que desde la izquierda habla de pueblos y Estados soberanos

            Curiosamente la relación de los Estados Unidos con los países que están en su periferia se desarrolla en una dialéctica de acercamiento-confrontación o de amor-odio donde los EEUU no se asumen a si mismos con el rol de potencia imperial y los demás países aunque renieguen del imperio terminan por aceptar una realidad que hasta el día de hoy se mantiene inalterable.

            Sin embargo, a pesar de tener la posibilidad de usar su influencia para ejercer un imperialismo generador de riquezas y posibilidades para sí mismo y para los países de su periferia en el resto de América los Estados Unidos y en especial su clase política siempre parecen estar más interesados en su hegemonía en Europa, Eurasia y el medio oriente. En la geopolítica norteamericana Hispanoamérica no tiene otra relevancia que la de ser el patio trasero en el sentido literal de la expresión. En los últimos 50 años los EEUU han gastado billones de dólares para reafirmar su presencia en el medio oriente y en Europa a través de costosas operaciones como el pacto militar de la OTAN. Tampoco se entiende que en ese mismo periodo de tiempo el liderazgo norteamericano haya decidido desmantelar su propia industria para depender de factorías en China en lugar de forjar una vigorosa alianza industrial con su vecino México.

            El fracaso de la presente edición de la llamada Cumbre de las Américas, y de todas las anteriores, no es más que el resultado de la falta de una política definida por parte de los Estados Unidos hacia los países que operan en su periferia. Sin políticas y sin un horizonte cierto estos encuentros no pasan de ser un ejercicio de palabrería y una oportunidad para una foto sin mayor trascendencia. Esta vez los EEUU hicieron bastante ruido con la no invitación a la cumbre a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Como si al no hacerlos partícipes del evento se pudiese alterar el resultado final.  

            El caso de Venezuela resulta particularmente patético porque trata de enmascarar la impotencia de la administración de Joe Biden para lidiar con el régimen chavista, debilidad derivada en buena medida por la gran cantidad de operadores y lobistas chavistas que influyen en las políticas del gobierno demócrata. ¿Cuál puede ser el alcance de no invitar a Venezuela a la Cumbre de las Américas si al mismo tiempo el gobierno norteamericano trabaja aceleradamente para levantar las sanciones al régimen chavista? Ejercitando la dialéctica de Cantinflas los EEUU no acepta la participación del estado chavista en la cumbre pero tampoco invitan al gobierno de papel de Juan Guaidó a quien tan solo le dispensan una llamada telefónica privada. La política norteamericana hacia el régimen chavista de Venezuela está atrapada en un limbo de indefiniciones e incertidumbres mejor caracterizada por el ingenioso comediante mexicano al apuntar “Que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario''. 

            Es irrelevante que los Estados Unidos no hayan invitado a Venezuela, Cuba y Nicaragua a participar en la novena Cumbre de las Américas porque tampoco están haciendo nada para cambiar la situación política en esos países, sobre todo si se compara con las grandes sumas de dinero y recursos que los EEUU ha comprometido para ayudar a Ucrania en su confrontación con Rusia. A riesgo de ser etiquetados como ingenuos tenemos que preguntarnos ¿Por qué Ucrania? ¿Por qué no Venezuela, Cuba o Nicaragua? El Congreso norteamericano no ha podido ponerse de acuerdo en los últimos meses para aprobar un paquete de $4000 millones en ayuda a Centroamérica, pero en cuestión de días le aprobó $40.000 millones a Ucrania.

 El desinterés de los Estados Unidos por asumir su papel como un verdadero imperialismo generador de riquezas en la región, su pérdida de credibilidad y el desgano mismo en la elaboración de la agenda para este encuentro aunado a la ausencia de logros concretos bien podrían constituir la antesala de la última Cumbre de las Américas tal como se le ha conocido hasta ahora.- @humbertotweets

lunes, 6 de junio de 2022

La quiebra del Estado de partidos en Colombia

            La sorpresiva insurgencia del candidato independiente en las elecciones de Colombia Rodolfo Hernández no solo confirma la decepción de los colombianos frente a una derecha ambigua y cobarde sino que también revela la profunda crisis del modelo de Estado de partidos o de democracia liberal como también se le conoce. Con un discurso declarado en contra de la corrupción y los partidos políticos Hernández es hoy la esperanza de millones de colombianos para enfrentar al izquierdista Gustavo Petro y sus pretensiones de llevar a Colombia por los caminos de Venezuela, Cuba, y Nicaragua.

            Ya en un artículo anterior en este mismo medio adelantamos la crítica a la supuesta derecha colombiana y sus candidatos por su empeño en parecerse y copiar el discurso de Petro. Abrazando un discurso ambiguo frente a temas fundamentales como la familia y el territorio para no ser acusados de derechistas la mayoría de estos candidatos presentaron propuestas para cautivar a los electores pero no para definir una política desde el Estado colombiano. Y la razón para esto es porque todos o casi todos estos candidatos de la derecha colombiana al igual que Gustavo Petro coinciden en preservar el modelo de Estado de partidos que hoy comienza a resquebrajarse al ser impotente incluso para defenderse a sí mismo.

            En toda democracia liberal expresada en la forma de Estado de partidos son los partidos políticos, no el ciudadano, quienes ejercen el poder. Al tomar el control total o parcial el Estado estos partidos se convierten en oligarquías que se sostienen mediante clientelas de militantes y activistas que rinden sus servicios al partido, no al Estado, a cambio de una contraprestación en forma de dinero o contratos. Este tipo de perversión política se ha presentado como normal, inevitable e intrínseca al modelo de democracia de partidos. Frente a esto se dice que solo queda esperar por la actuación de las instancias judiciales para frenar o castigar la corrupción, pero instancias que a su vez están controladas por las oligarquías de los partidos.

            Con un discurso en contra de las perversiones del Estado de partidos y la corrupción Rodolfo Hernández gana su primera incursión en la política al convertirse en forma sorpresiva en Alcalde de Bucaramanga. Desde entonces Hernández ha logrado atraer la atención y el apoyo de millones de colombianos decepcionados con políticos liberales y conservadores, de derechas e izquierdas. Y es que otro curioso elemento que caracteriza la candidatura de Rodolfo Hernández es que se presenta al margen de las usuales etiquetas de izquierdas y derechas muy eficientes para simplificar la confrontación política pero, al ser carentes de contenido,  inútiles para explicar las verdaderas políticas de los candidatos.

            Sin necesidad de presentarse como un candidato de la derecha Rodolfo Hernández convenció a millones de colombianos que se identifican a sí mismos como conservadores o derechistas que él era la mejor opción para derrotar al izquierdista Gustavo Petro. Para lograr esto Hernández se presentó como lo opuesto a la política tradicional percibida como la degeneración de aquellos que toman el poder del Estado para su propio beneficio. Esto le permite un ángulo formidable al poner en el mismo bando por igual a políticos de izquierda y derecha donde ya no habría diferencias entre Petro, Uribe, Duque, Santos, Fico, etc.

Sería ingenuo pensar que Rodolfo Hernández por sí solo pueda lograr superar males que son sistémicos e inherentes a la estructura del Estado de partidos en la eventualidad que él pudiera convertirse en el próximo presidente de Colombia. Como jefe del Estado Hernández tendría que lidiar con capas y segmentos enquistados dentro del gobierno por décadas que responden a intereses partidistas y no a los de la nación colombiana. Sería necesario emprender un proceso de reformas y cambios agresivos y radicales en la estructura del Estado y el gobierno para desmontar la dictadura del Estado de partidos. Y esto es algo que quizás ni el mismo candidato anti-partidos Rodolfo Hernández se ha planteado.

Lo que queremos resaltar aquí es que aunque Hernández reciba el apoyo de la llamada derecha colombiana esto no necesariamente significa que él sea o asuma el espacio político de esa derecha. Por el contrario la abundancia de propuestas cortoplacistas para el gobierno y la ausencia de una tesis ideológica podría llevar a Rodolfo Hernández a abrazar las ideologías disolventes que hoy están de moda.

Lo que realmente importa es que hoy Colombia cuenta al menos con una opción para enfrentar al llamado progresismo que representa Gustavo Petro. Independientemente de la victoria de Hernández o no Colombia va a una reconfiguración del mapa político donde posiblemente haya espacio para reconstruir una opción conservadora de la familia, la república y las tradiciones que asuma transformar al Estado de partidos en uno de ciudadanos. Pero esto requiere de una construcción ideológica y filosófica más que un programa de gobierno para los próximos 4 años.- @humbertotweets

jueves, 2 de junio de 2022

¿Hemos renunciado a Venezuela?

            Gracias al chavismo Venezuela muestra hoy el dudoso honor de ser el segundo país en el mundo con más desplazados fuera de sus fronteras. El primero es Siria y el tercero Afganistán. Según ACNUR con base a reportes de gobiernos habría alrededor de 6 millones de venezolanos desplazados. Otras cifras de organizaciones no gubernamentales internacionales estiman la cantidad de desplazados en más de 7 millones, esto equivale a la cuarta parte de la población venezolana. Pero, ¿Qué ha hecho el chavismo en el poder desde hace dos décadas para provocar esta tragedia?

            Desde que Hugo Chávez tomó el poder el chavismo se dio a la tarea de sustituir al Estado nacional venezolano por el Estado chavista. El objeto de esta política fue tomar por asalto los poderes públicos, incluidos el  judicial, el electoral, y el militar, para subordinados a los intereses de la camarilla chavista gobernante y no de la nación venezolana. Esto se ha implementado a través del fraudulento desconocimiento de la Constitución de 1961 sustituida por la Constitución chavista de 1999 y la creación de un sofisticado tinglado jurídico legal que usa como pretexto la pseudo legalidad del régimen chavista.

            El contar con la sumisión del poder judicial y militar le permite al régimen literalmente imponer su ley sobre el resto de los venezolanos. Así los tribunales se han convertido en casinos donde se rifan sentencias y se decretan el encarcelamiento de cualquiera que represente un peligro para el régimen. Por su parte las fuerzas militares en lugar de asegurar el orden público y la defensa de las fronteras han sido desplegadas para linchar, apresar y torturar a todos los venezolanos que no son parte de la clientela chavista.

            Bajo el chavismo Venezuela ha sido partida en dos pedazos, entre aquellos que reciben beneficios directos e indirectos del régimen chavista, donde entran vergonzosamente los colaboracionistas de la falsa oposición, y el resto de los venezolanos que ha sido castigado simplemente por no ser chavistas. Es cierto que en un país inundado de miserias y precariedades problemas generados por el chavismo como el hambre, la inseguridad, el desempleo y la ausencia de servicios públicos afectarían a todos los venezolanos y por ende a los chavistas. Pero las políticas del chavismo son cuidadosamente selectivas para proveer salvaguardas y atajos a la minoría que apoya al régimen y logran escaparse del drama social. El infame carnet de la patria es un buen ejemplo de esto.

            Más de 7 millones de venezolanos, la cuarta parte de la población, llegó a la conclusión que un país en estas condiciones es inviable e invivible. Pero, ¿no son estas mismas carencias las que en una u otra medida encontramos en otros países de centro y sur américa? La diferencia está en que las posibilidades de resolver los conflictos de Venezuela en forma civilizada están completamente agotadas. Al controlar todos los mecanismos institucionales para un cambio político el chavismo aplica la ley de la selva que ha logrado imponer la barbarie como forma de vida. En otros países al menos hay instituciones que permiten cierta alternabilidad en el gobierno del Estado de partidos. En Venezuela el sistema está diseñado para que el chavismo siga en el poder ganando elecciones fraudulentas en forma indefinida.

            Pero ciertamente no puede ser solo la falta de condiciones socio-económicas materiales para llevar una vida digna lo que mueve a más de 7 millones de venezolanos a abandonar su país. Es la ausencia de mecanismos para cambiar esa situación. La misma falta de una opción política y militar que organice la lucha ciudadana para derrocar al chavismo solo puede terminar en desesperanza y desilusión frente a lo cual migrar parece ser la única opción.

            ¿Han renunciado los millones de venezolanos migrantes a dar la pelea por Venezuela? ¿Son -¿somos?- acaso desleales que han abandonado a su patria? O por el contrario, ¿son víctimas del linchamiento chavista y de la traición de la falsa oposición? Con toda certeza podemos asegurar que cada venezolano que abandona Venezuela y el que se queda y no vota representa en la práctica un voto de repudio y rechazo a las políticas colaboracionistas, clientelares y negociadoras de la falsa oposición. Se trata de un daño casi irreparable si se toma en cuenta que las posibilidades para el cambio y la recuperación en Venezuela son tan inciertas como la disposición de estos millones de venezolanos de retornar a su patria. El chavismo no puede sino celebrar esta desgracia porque ellos prefieren ver a quienes no les apoyan muertos o exilados.-  @humbertotweets