lunes, 27 de febrero de 2023

¿Hay razones para votar en Venezuela?

            Quienes nos oponemos a la participación en los fraudes electorales del chavismo tenemos muy claro que mientras sea el Estado chavista quien organice y controle las elecciones a  través de su tinglado de poderes públicos el voto como como arma para el cambio político es totalmente inviable  y fútil. Predicar lo contrario es apostarle a engaño y hacerle el juego al régimen chavista que necesita mostrar ante el mundo que en Venezuela se hacen elecciones con fallas, pero se hacen, y ya eso es suficiente para cumplir con las mínimas formalidades democráticas.

            Pero hay que examinar los argumentos de quienes abogan por el voto dentro del régimen chavista como fórmula para derrotar al propio régimen. Es preciso tratar de entender al menos los presupuestos teóricos en los que se apoyan quienes en nuestra opinión defienden una tesis equivocada.

            Para esto nos fuimos a revisar el discurso político de quienes hasta ahora han anunciado su intención de participar en las primarias de la oposición (que nosotros caracterizamos como falsa por razones que ya hemos expuesto en artículos anteriores). Aquí no vamos a entrar al detalle de lo que ofrece cada candidato, cosa que haremos en el futuro, porque todos sin excepción parten de premisas comunes con pequeñas diferencias de estilo retórico.

            Los candidatos a las primarias se presentan como la opción frente al chavismo simplemente porque no son chavistas. Pero de ahí en adelante lo que comienza es una carrera desenfrenada por competir con el chavismo en el terreno de la demagogia y el populismo para convencer que ellos, a diferencia de los chavistas, si pueden dar más dádivas llámese estas bonos, becas, barriles de petróleo, etc. Otros con una prosa más poética ofrecen rescatar las ilusiones y las esperanzas, quizás olvidando que de eso precisamente ha estado plagado el discurso político de esa oposición en las últimas dos décadas.

En el discurso de los candidatos a las primarias no pudimos encontrar razones que animen a sus propias bases a votar, por el contrario creemos que el abuso de los lugares comunes y las frases cliché están provocando precisamente el efecto opuesto y se muestra en el desinterés de la ciudadanía en general por involucrarse en las primarias o en la elección general.

Sin embargo, en esa búsqueda de argumentos para ir a votar llegó a nuestro teléfono un video del profesor y politólogo John Magdaleno quien a nombre de EstadoLab presenta un argumento en forma clara para justificar la tesis del voto. Este es el documento que usaremos para este análisis ante la pobreza del discurso de quienes desde la llamada oposición han sido incapaces de responder cabalmente a la pregunta ¿Hay razones para votar en Venezuela?

El video reivindica la racionalidad del argumento en favor del voto porque según una publicación científica reconocida “A través de elecciones se precipitó la caída de 59 regímenes autoritarios” y de acuerdo a una investigación dirigida por el profesor Magdaleno “Las elecciones fueron el contexto en el que se produjo la transición a la democracia en 44 casos”.

Por supuesto habría que examinar las particularidades de esos procesos para esclarecer si las elecciones en cada uno de casos fueron más bien la formalización de un evento político incluso más profundo y determinante como podría haber sido el reacomodo y reajuste de factores de poder dentro del régimen político que para sobrevivir buscan una transición. Así el voto bien pudo haber sido la legitimación de un cambio que ya se había operado de antemano en la estructura de poder en la cual, en nuestra opinión, el factor militar siempre tendrá un peso decisivo.

Pero frente a este argumento, que reduce su racionalidad a una cuenta estadística (59 regímenes de caen y 44 transiciones atribuidas a las elecciones), nosotros oponemos otro que se apoya en la evidencia histórica en Venezuela. Desde 1999 en Venezuela se  ha votado en tantas elecciones que creo ya hemos perdido la cuenta. Entre elecciones  presidenciales, regionales, municipales, legislativas y referéndums constituyentes se nos han ido dos décadas. Cada una de esas elecciones han sido controladas rigurosamente por un CNE chavista siempre haciendo pequeñas concesiones a la falsa oposición pero suficientes para mostrar un resultado electoral creíble y presentable.

            Al ceder gobernadores, alcaldes, y diputados el chavismo logra la complacencia de la falsa oposición que siempre acepta los resultados bajo protesta y a regañadientes sobre todo para proteger su imagen frente a sus propias huestes. Pero nunca esos resultados han sido suficientes para tocar la estructura fundamental de poder que gira en torno al cargo de Presidente de la República.

            Si el argumento estadístico del profesor Magdaleno tuviese algún pequeño fulcro de realidad entonces en Venezuela hemos debido tener al menos 10 transiciones a la democracia desde 1999, si no más, porque elecciones es lo que han sobrado. Pero no ha sido así. Hemos tenido demasiadas elecciones y ninguna de ellas condujo a ninguna transición democrática como en los ejemplos que refiere el profesor Magdaleno en su video.

            Podemos adelantar una primera conclusión. No es cierto que unas elecciones por sí solas lleven a una transición política. En algunos casos será así, en otros no. Eso dependerá de las particularidades históricas y políticas de cada país.

            Lo que definitivamente no se puede hacer es simplificar la presunta solución reduciéndola a copiar una fórmula que ha funcionado en otros países por razones distintas y ponerla sobre el rocoso, áspero y abrupto mapa de la realidad venezolana. Los propios voceros de la falsa oposición justificaron esta última ronda de negociaciones con el régimen chavista ante la necesidad de lograr condiciones y garantías electorales. Esas condiciones y garantías nunca se lograron y aun así todos los candidatos de la falsa oposición, sin excepción, están embarcados en una frenética campaña electoral para unas elecciones que saben no podrán ganar porque sencillamente el resultado ya está prefigurado.

            La pregunta que tienen que hacerse aquellos que de buena fe aún creen en el voto como forma para salir del chavismo es ¿Han cambiado las condiciones materiales objetivas en las cuáles se realizan las elecciones en Venezuela? Y la pregunta más simple de todas ¿Hay o no hay condiciones y garantías para que una decisión adversa al régimen siquiera se exprese y de ser así que este resultado sea respetado?

            Si la respuesta es que hay que intentarlo porque lo peor es no hacer nada, entonces estamos aquí frente a un acto consciente de ingenuidad política frente a un régimen cuyos voceros, por cierto, han repetido que solo saldrán a tiros. Votar en estas condiciones no es más que un iluso acto de voluntarismo que no conducirá a nada, como bien se ha demostrado una y otra vez desde 1999.- @humbertotweets

 

 

 

jueves, 23 de febrero de 2023

Enfrentar al régimen chavista, si ¿pero cómo?

            Quienes criticamos por igual tanto al régimen chavista como a su falsa oposición casi siempre recibimos como respuesta una pregunta ¿Y ustedes qué proponen? La pregunta no nace de la genuina curiosidad de comprender una posición política u otra. Partiendo de la indiscutible complejidad de un tema que no se puede resolver en tuit la pregunta más bien intenta legitimar las mismas opciones de siempre, todas fracasadas, porque según un preclaro pensador de la socialdemocracia venezolana “eso es lo que hay”.

Esta tesis se muestra en todo su esplendor al justificar las negociaciones (con el régimen chavista) y las elecciones (aunque sean fraudulentas) como las únicas formas posibles para salir del chavismo. Pero cada vez que se realiza una elección en Venezuela, pasada la euforia del carnaval de promesas, esperanzas e ilusiones solo queda la inevitable y cruda realidad que se nos presenta en forma deprimente y nauseabunda: Nada ha cambiado. Todo sigue y seguirá igual hasta las próximas elecciones y negociaciones cuando se volverán a reciclar las mismas promesas, esperanzas e ilusiones.

Esa ha sido la experiencia que hemos vivido en Venezuela durante las dos últimas décadas bajo el yugo del chavismo y de su falsa oposición. Es lo más parecido a un tornillo que gira en una tuerca mellada. Hay movimiento, claro, pero es la pura apariencia porque no importa cuántas veces ese tornillo de vueltas no hay forma de que algún día pueda ajustar.

Y esto es así no porque el chavismo controla el marco legal e institucional en Venezuela, sino porque el chavismo construyó uno a su medida. No hay forma de disputarle al chavismo el poder político por vías que este define y controla jurídicamente estableciendo a discreción lo que es legal y lo que no. 

Solo reventando ese régimen político, así como el chavismo hizo con el anterior, sería posible un cambio sustancial. Hay que recordar que ciertamente el chavismo quizás ganó su primera y única elección en 1998, pero luego la rendición de la siempre negociadora elite del antiguo Estado de partidos le facilitó al chavismo desmantelar los poderes públicos para sustituirlos por unos a su medida.

Siguiendo este razonamiento e invocando el más absoluto realismo político en el pasado hemos planteado y explicado la tesis de la ruptura y la salida militar para demoler al régimen chavista. Sin embargo, a pesar de la racionalidad teórica que esta tesis pueda tener hoy las realidades de la geopolítica y de las propias fuerzas militares chavistas la reducen más a un deseo que a un plan político concreto.

La ausencia de una vanguardia política y militar que verdaderamente sea oposición al chavismo ha dejado a millones de venezolanos por su propia cuenta y riesgo. Los que pueden emigran masivamente en oleadas que no paran, los que no pues se quedan resistiendo desafiando todas las dificultades con una sola idea en la cabeza: Sobrevivir y, aunque parezca redundante, no perecer en el intento.

            El rechazo al régimen chavista es rotundo, indiscutible y evidente. Ahora los más beligerantes y altaneros parecen ser las propias bases chavistas furiosas, desengañadas y desilusionadas que sufren los mismos padecimientos que el resto de los venezolanos. Pero no hay mecanismos institucionales para que ese descontento se exprese políticamente y conduzca a un cambio, porque el chavismo los controla todos incluyendo a las fuerzas militares que actúan como el brazo armado del régimen. 

            Entonces, ¿Cómo se puede articular una lucha sostenida contra el régimen chavista que como primera medida busque acumular fuerzas sin caer en las tentaciones de elecciones, negociaciones o aventuras militares improvisadas?

            Una opción que conviene explorar sería concentrar energías en la recuperación del movimiento sindical y gremial en Venezuela, hoy completamente destruido y desacreditado en manos de los partidos del chavismo y la falsa oposición. Habría que plantearse la construcción de un nuevo sindicalismo con una agenda estrictamente social y reivindicativa al margen del régimen y de los partidos políticos. Esto permitiría construir un eje de lucha sobre temas concretos tales como aumentos de salarios, dolarización, contratación colectiva y muchos otros sin que esto signifique disputarle el poder político al régimen chavista hoy acorralado por su incapacidad para manejar la economía pero en una situación relativamente cómoda al no tener una oposición verdadera.

En las protestas de trabajadores y jubilados en los últimos meses han coincidido chavistas y no chavistas para reclamar al régimen por salarios dignos y no pequeñas propinas de 5 dólares que no alcanzan para nada. Pero también coinciden en exigir nuevos sindicatos y líderes sindicales que no estén controlados por el gobierno y los partidos.

Hemos perdido 2 décadas con estrategias fracasadas para salir del chavismo. Bien podríamos invertir las próximas 2 que vienen en un esfuerzo más racional y sistemático para construir una oposición verdadera que a través de sindicatos y gremios, independientes de los partidos, pueda crecer, confrontar con el régimen chavista y obligarlo a hacer concesiones social reivindicativas, sin necesariamente tener que disputarle el poder político, al menos hasta que las condiciones reales objetivas así lo permitan.- @humbertotweets 

¿Por qué las primarias de la falsa oposición no entusiasman?

            Hay dos Venezuelas en lucha permanente y encarnizada. Dos Venezuelas enfrentadas en forma definitiva e irreconciliable. Una es la Venezuela de la realidad concreta que podemos percibir con nuestros cinco sentidos Es la Venezuela del día a día, la que se cae a pedazos, la que solo permite pensar en sobrevivir la barbarie. Aquí están los venezolanos que no han podido o no han querido aun abandonar el territorio para dejar atrás la pesadilla nacional.

La otra es la Venezuela mítica, muy parecida al reino de Narnia, que solo existe en los laberintos mentales de los operadores del régimen chavista y los de su falsa oposición. Esta es la Venezuela de la recuperación económica y la de la revolución bonita. Pero también es la Venezuela que se fascina ensimismada repitiendo el estribillo de elecciones y negociaciones para cambiar de régimen político.

Todo aquel que vive de la política, porque le presta sus servicios al gobierno o a los partidos de la falsa oposición, maneja unas categorías distintas de la realidad. Y resulta lógico porque se trata de operadores políticos cuyos ingresos en dólares y prebendas adicionales les impide sufrir lo que sufre el resto de los venezolanos. El estar en la movida política se convierte en una suerte de inmunidad para vacunarse contra casi todos los males que aquejan a millones de venezolanos.

El discurso demagógico, básico, falaz parece una pieza retórica diseñada para cautivar a retardados mentales con frases cortas y palabras de esperanza que cuadran muy bien en un tuit pero que no conectan con la gente que vive en la Venezuela real. Desde su autismo estos sofistas siguen hablando de recuperación económica y primarias como si fuesen los temas estelares del momento a una Venezuela que no tiene el menor interés en escuchar.

Y no es como dicen algunos analistas al servicio de la falsa oposición que el desinterés es la apatía de los venezolanos hacia la política. Es más bien el rechazo decidido a un régimen que ha destruido a Venezuela en dos décadas y a su falsa oposición que fracasa una y otra vez en tratar de ser su alternativa.

En los últimos días operadores de la falsa oposición se quejan amargamente porque los venezolanos que se definen como no chavistas no parecen animados a participar en las primarias para escoger su candidato. ¿Con qué entusiasmo se podría participar en una elección cuando las condiciones y garantías para el voto libre son inexistentes? ¿Por qué ir a votar si las condiciones irregulares que han permitido las victorias electorales chavistas no han cambiado? ¿Por qué ir nuevamente a unas elecciones cuando la falsa oposición aún debe 20 años de explicaciones sobre sus políticas fracasadas?

            Las primarias de la falsa oposición sólo pueden entusiasmar a quienes viven de la política o aspiran a vivir de ella para resolverse. Pero ese es un universo muy pequeño de venezolanos que no se puede equiparar a los millones que tienen que vivir por su cuenta y riesgo y de su propio esfuerzo.

Es totalmente irrelevante quien sea seleccionado como candidato de la falsa oposición en las lánguidas primarias. La certeza de que se está seleccionando al candidato o candidata que, aunque sea bajo protesta y a regañadientes, tendrá que reconocer la victoria de Nicolás Maduro es muy potente y suficiente para desanimar a cualquiera a votar.- @humbertotweets

lunes, 20 de febrero de 2023

Trump, Guaidó y la intervención militar en Venezuela

            Este es uno de esos temas incómodos y desagradables que Juan Guaidó, Voluntad Popular y quienes fueron parte del llamado gobierno interino quisieran borrar de las mentes de los venezolanos. Y lo es porque pone en evidencia la incompetencia que caracterizó a ese Interinato de principio a fin. Se trata de un tema que no pierde su pertinencia porque caracteriza la siempre zigzagueante postura de la falsa oposición venezolana, un día embarcada en espontáneas aventuras militares y al día siguiente rogándole al régimen que le permita participar en su fraude electoral.

A la luz de las revelaciones que hace en su libro Mike Pompeo “Never Give An Inch” (Nunca Cedas Una Pulgada) queda claro que el gobierno de Donald Trump, aun consciente de sus propias limitaciones geopolíticas, no descartaba una intervención militar en Venezuela para deponer al gobierno de Nicolás Maduro. Todo dependería de específicas condiciones políticas y militares objetivadas en el terreno que permitieran anticipar posibilidades ciertas de éxito.  De otra forma, como ha sido una larga tradición en la política exterior norteamericana, no se habían ni siquiera interesado en el asunto. Como en efecto ocurrió.

Según Pompeo, durante sus cuatro años como Secretario de Estado Norteamericano recibió innumerables propuestas para intervenir militarmente en Venezuela por parte de grupos que alegaban tener planes y efectivos para llevarla a cabo. Ante la imposibilidad de determinar la seriedad y consistencia de esas propuestas el gobierno de Trump las rechazó todas. 

Pompeo no dice ni sugiere en su libro que una propuesta de este calibre (la de una intervención militar en Venezuela) le haya llegado al gobierno de Trump por parte del Interinato de Juan Guaidó. Tampoco queda claro si temas militares, como la conformación de una Fuerza Armada Nacional, fueron directa o indirectamente discutidos con un gobierno cuya plana mayor (Trump, Pompeo, Abrams, Story) no ocultaba sus simpatías y entusiasmo por el Interinato de Juan Guaidó. Quizás de haberlo planteado con la formalidad del caso habríamos conocido un desenlace diferente.

Lo que sí confiesa Mike Pompeo con tono de desconcierto y confusión es su sorpresa en la madrugada del 30 de Abril de 2019 cuando se le informó que una operación militar para sacar a Maduro del poder, de la cual los EEUU sí tenían conocimiento, había sido adelantada  sin coordinar con los Estados Unidos. Días después del fallido intento y quizás a modo de disculpa los promotores le dirían a Pompeo que  tuvieron que adelantar el golpe porque Nicolás Maduro conocía los planes de antemano.

No menos sorpresa debieron experimentar los miembros del alto gobierno norteamericano al enterarse la madrugada del 4 de mayo de 2020, por redes sociales y por vías no oficiales,  que un intento de invasión organizado por el Interinato de Juan Guaidó había sido frustrado por las fuerzas militares de Nicolás Maduro. Se trataba de la “Operación Gedeón” cuyos detalles habían sido parcialmente revelados por Diosdado Cabello en su programa de TV y en un reportaje periodístico de la AP.

Le tomó al gobierno norteamericano 24 horas para reaccionar y desmarcarse de esa acción chapucera e improvisada que en nada se parecía a las impecables operaciones tácticas y militares realizadas por los EEUU. Pero más sorpresa y desconcierto debió producir en el gobierno de Trump conocer del documento firmado por Juan Guaidó con un contratista norteamericano para organizar una invasión a Venezuela. 

El recuento que hace Mike Pompeo de su relación, como representante del gobierno norteamericano, con el Interinato de Juan Guaidó permite ver con más claridad situaciones que en su momento parecían confusas. A pesar de contar con amplio apoyo en el gobierno norteamericano el gobierno de Juan Guaidó nunca planteó formalmente el tema de una intervención armada en Venezuela ni ningún otro asunto militar. ¿Y si el gobierno de Guaidó no mostraba el menor interés en una acción militar coordinada y planificada por qué tendría los EEUU que tomar esa iniciativa?

Por el contrario, el Interinato de Juan Guaidó y sus operadores se embarcaron en dos aventuras militares improvisadas y espontáneas sin coordinar con su mejor aliado, los Estados Unidos. No están claras las razones por las cuales el Interinato habría decidido prescindir de la coordinación con los EEUU en ambos casos. Lo único que sí hizo Guaidó fue evadir su responsabilidad en la Operación Gedeón aunque su propia firma en el contrato con SilverCorp lo desmiente.

            Con razón se queja Mike Pompeo que uno de los problemas más frecuentes es conseguir en otros países líderes de oposición serios con quienes se pueda trabajar. Si juzgamos por las chapuzas militares, el manejo de los activos y la ayuda humanitaria, en Venezuela los Estados Unidos escogió los peores.-  @humbertotweets

 

 

 

jueves, 16 de febrero de 2023

El chavismo y la democratización de la mediocridad

            El chavismo ha arrastrado al extremo límite su necio empeño en aferrarse al poder.  Poco importa que el precio sea el desmantelamiento material de la República para tan solo dejar unos despojos naufragando en el mar caribe. Lo único que le importa a esa nefasta fauna política llamada chavismo es seguir en el poder para continuar saqueando hasta que literalmente no quede nada.

El daño material que el chavismo le ha propinado a Venezuela ha sido muy bien documentado en medios y redes sociales que muestran a un país sumido en la mendicidad y sin posibilidades inmediatas de recuperación. Sin salarios decentes, sin hospitales, sin electricidad, sin servicios públicos, sin comida, el 95% de los venezolanos solo puede pensar en sobrevivir la pesadilla chavista de cada día.

Este régimen que sigue en el poder aun en contra de la opinión del 95% de su población cuenta con varios factores a su favor. Uno de ellos, sin duda de crítica importancia, es la mutación de las fuerzas armadas nacionales a brazo militar del chavismo. En el plano político ha sido clave para el chavismo contar con una falsa oposición complaciente que le lava la cara al régimen con una apariencia de confrontación que nunca es tal.

Aparte de estos factores el régimen chavista, tal como lo hace el régimen cubano, tiene que buscar formas de reproducir culturalmente su modelo para embrutecer a la población y formar a los nuevos reemplazos para alimentar la burocracia con la que opera. Esta política se expresa en la resuelta acción de destruir la historia nacional para sustituirla por la épica chavista, acabar con Universidades, escuelas y toda forma de educación formal para reemplazarla por propaganda ideológica

Al daño material que el chavismo le ha causado a Venezuela se suma ahora el daño moral como la acumulación de una serie de acciones destinadas a también desmantelar la educación para asegurarse una población que sea sumisa y no ofrezca resistencia a su modelo. Esta política no es nueva y ha sido la línea definitoria del chavismo desde el comienzo. Provocar la partición de las instituciones para sustituirlas por entidades eminentemente chavistas con apariencia de instituciones y que son impuestas al resto de los venezolanos.

El paro petrolero del 2002, por ejemplo, fue usado por el chavismo para reemplazar profesionales y trabajadores de la industria petrolera con las clientelas del PSUV. Veinte años después ya podemos ver los resultados.

Las protestas de los educadores que hoy vemos en toda Venezuela vienen siendo encabezadas y apoyadas por chavistas desengañados, lo cual le ha dado inusitada fuerza a las movilizaciones. Impotente y necio ante la realidad el régimen ha decidido reciclar la estrategia que usó en el 2002 contra la industria petrolera, esta vez para sustituir “legalmente” a los maestros con jóvenes activistas del PSUV.

El propósito de la recientemente aprobada Ley de Participación Estudiantil en el Subsistema de Educación Básica no es otro que tratar de quebrar la protesta nacional de los maestros en huelga con la incorporación de estudiantes de Educación Básica como profesores a dar clase. Esta acción tiene parentesco con otros ejercicios de piratería tales como aprobar estudiantes sin exámenes, certificar médicos en 3 años, titular periodistas a través del INCE o inclusive graduar oficiales exprés en la Academia Militar saltándose lapsos y materias.

No es difícil anticipar el precio que pagará Venezuela por este nuevo acto de improvisación y piratería que ejerce el régimen chavista hoy encabezado por Nicolás Maduro. Los estudiantes y los profesionales formados por el improvisado sistema educativo chavista serán los peores y los más incompetentes. Pero eso sí, también serán los fieles cuidadores del rancho, hasta que la realidad reviente la burbuja. No se puede aspirar a más con un régimen que celebra, incentiva y democratiza, la mediocridad  como uno de sus fetiches más preciados.- @humbertotweets 

Pompeo y el mito del Estado soberano

            La idea de Estado soberano es un mito de uso frecuente en ambientes políticos y universitarios. El mito permite explicar y entender la relativa capacidad de autosuficiencia de una sociedad política para enfrentarse o defenderse de otras invocando no otra cosa que su propia legalidad.

            El problema se presenta cuando en el ejercicio de la política, como una función de la sociedad estatal, se sustituye la realidad por el mito. Esta sustitución podría llevar, de hecho ha llevado, muchas veces a emprender acciones políticas imprudentes inspiradas en la fuerza metafísica y mística llamada soberanía que en teoría sería un poder supremo para hacer cualquier cosa sin límites.

            Por supuesto, los límites de la idea mitológica de soberanía o de Estado soberano son los límites impuestos por la propia realidad. No existe en la realidad un poder supremo, ilimitado, soberano que le permita a un Estado hacer lo que quiera. Lo que existen son diferentes Estados con diferentes capacidades y fuerzas que se codeterminan unos a otros.

Así unos Estados en el ejercicio de su soberanía tendrán más fuerza para declarar una guerra y otros también invocando su soberanía prudentemente preferirán la negociación.

            La constatación de esta realidad nos viene de las notas del capítulo 15 del libro del ex secretario de Estado Norteamericano Mike Pompeo “Never Give An Inch” o en español “Nunca Cedas Una Pulgada” publicado a comienzos del 2023.

            Pompeo titula el referido capítulo “Know Your Limits” (Sepa Sus Limitaciones), curiosamente este es el capítulo dedicado a relatar los eventos relacionados con Venezuela tales como el apoyo al Interinato de Juan Guaidó, la posibilidad de una intervención armada y las sanciones impuestas contra el gobierno de Nicolás Maduro.

            La referencia directa que hace Mike Pompeo en su libro a la necesidad de entender las limitaciones del gobierno norteamericano alude a la decisión de cerrar la embajada norteamericana en Caracas y evacuar su personal ante el temor a agresiones por parte de los colectivos chavistas que patrullaban las calles.

            Sin embargo, contextualmente conocer los límites logra una significación mucho más profunda en la voz de Pompeo porque se trata de un alto funcionario de un país que le ha dicho a otro (Venezuela) que se siente amenazado y que la intervención militar no está descartada. 

            Sin duda, los Estados Unidos de Norteamérica tenía, tiene, la capacidad logística y militar para ejecutar una acción militar como la insinuada por Donald Trump y Mike Pompeo en su momento. Habría bastado invocar el mito del Estado soberano, como ciertamente lo ha hecho los EEUU con otros países, para conjugar la palabra con la acción. Razones prácticas de geopolítica del presente en marcha y no de soberanía aureolar llevaron a los EEUU a tomar un camino y no otro.

            Pero la realidad muchas veces se impone violentamente sobre los mitos y hasta países tan poderosos como los Estados Unidos se ven obligados a jugar en la geopolítica y modestamente admitir que sin duda hay límites que operan como poderosas murallas invisibles, más poderosas incluso que la misma idea de soberanía. Así lo admitió Mike Pompeo en su libro, recordando que aun pudiendo el gobierno de George Washington se negó a tomar partido en la Revolución Francesa.

            Siguiendo la misma lógica, para un país como la Venezuela actual lo que queda es un destino, pero no en manos de una idea mítica de soberanía sino más bien definido por las realidades de la codeterminación, la geopolítica y la dialéctica de Estados.

            Harían bien quienes luchan por cambiar la situación política en Venezuela con no sobreestimar el valor pedagógico de los mitos luminosos y apoyarse más en los contenidos materiales de la realidad política, social y económica.- @humbertotweets

lunes, 13 de febrero de 2023

Las revelaciones de Mike Pompeo sobre el interinato de Juan Guaidó

            Hace unas semanas el ex Secretario de Estado de los EEUU Mike Pompeo publicó el relato sobre su pasantía por ese importante cargo durante la administración de Donald Trump. “Never Give An Inch” algo así como “Nunca Cedas Una Pulgada” es publicado a comienzos del 2023 en el preámbulo de la fase exploratoria de la posible precandidatura de Pompeo en las elecciones internas del Partido Republicano.

Por supuesto, el ameno tono de la narrativa refiere a delicados temas de la política internacional y la doméstica pasando por la experiencia de trabajar con una persona como Donald Trump. Pompeo pasa revista a estos asuntos con la delicadeza de quien sabe que su palabra escrita puede ser usada en cualquier momento en su contra. En buena medida el libro logra el propósito candidatura de presentarlo como un hombre, un estadista, competente y sensato, con las credenciales para aspirar a ser Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

El tema Venezuela fue abordado por Pompeo desde diferentes ángulos con la voz de quien actuando de buena fe no tiene interés en ocultar nada en la medida en que sus revelaciones no comprometan la seguridad y los intereses de su país. Y así es como Pompeo nos hace interesantes revelaciones de gran valor histórico y político para comprender la aventura fallida del interinato de Juan Guaidó y su dramático desenlace.

Mike Pompeo señala en su libro que luego de las elecciones fraudulentas en Mayo de 2108 los Estados Unidos habían decidido desconocer ese resultado lo cual llevaría eventualmente a desconocer al gobierno de Nicolás Maduro. Según Pompeo en las semanas anteriores al 23 de Enero de 2019 Juan Guaidó no tenía el apoyo de la mitad de la Asamblea Nacional para ser el presidente de ese nuevo gobierno transitorio que eventualmente sería apoyado por los Estados Unidos.

“Pero gracias a nuestro competente diplomático, embajador Jimmy Story, quien hizo magia para alinearlos (a los diputados de la AN 2018) con Guaidó, nosotros pudimos tomar nuestra decisión (de apoyarlo)”. Así explica Mike Pompeo los orígenes de Juan Guaidó como presidente del fallido interinato (página 348).

Desafortunadamente lo que Mike Pompeo no dice es en qué consistió la “magia” que uso el embajador Story para cuadrar los votos en la Asamblea Nacional y hacer elegir como presidente interino al cuadro del partido Voluntad Popular. Quizás por la naturaleza de su cargo Jimmy (James) Story no estaba obligado a revelar los detalles de los trucos empleados a su jefe.

Es legítimo que los venezolanos nos preguntemos en qué consistieron las gestiones de James Story con los diputados de la falsa oposición para hacer elegir a Juan Guaido. No vamos a especular aquí, pero ciertamente se trata de un episodio que debe ser explicado por los implicados. Lo único que discretamente Pompeo alcanza a insinuar unos párrafos atrás es la disposición del gobierno norteamericano de ayudar a la oposición venezolana con miras a las elecciones de Mayo 2018. Tampoco dice en qué pudo consistir esa “ayuda”.

Sobre el episodio del 30 de Abril de 2019 definitivamente Mike Pompeo arroja más luces aunque lo que tenía en sus notas para relatar no era mucho justamente porque él fue uno de los primeros sorprendidos con ese intento de golpe militar. Según la cuenta de Pompeo existió un plan coordinado con los EEUU para sacar a Nicolás Maduro del poder. Pero ese plan fue adelantado varios días sin que los Estados Unidos conocieran del abrupto cambio, al menos funcionarios de la jerarquía de Mike Pompeo nunca lo supieron hasta que la acción improvisada estaba en marcha.

Con desaliento Pompeo confiesa “Esperábamos que la oposición tuviera suficiente apoyo militar (...). El intento de remoción (de Maduro) fue una gran sorpresa porque supuestamente sería unos días después. Después nos enteramos que fue adelantado (el golpe) unos días, probablemente porque el régimen de Maduro había descubierto el plan” (página 349).

Menos palabras aún necesita Mike Pompeo para revelar que “(Venezuela)...recibió más de 1 billón de dólares en ayuda humanitaria de los Estados Unidos durante la administración Trump” (página 351).

Por supuesto, cuando Pompeo dice Venezuela en realidad quiere decir al gobierno interino que los Estados Unidos apoyaba y era encabezado por Juan Guaidó. Según las palabras del mismo Pompeo se trata de dinero porque además a Venezuela (al interinato) se le otorgaron otras formas de ayuda. ¿Quién recibió ese dinero? ¿En que se gastó?

En todo caso el interinato de Juan Guaidó, que por esos meses contaba con el apoyo entusiasta de toda la falsa oposición representada en la Asamblea Nacional, sin excepciones, jamás rindió cuentas de esos dineros, ni de otros.

Si para algo nos deben servir las revelaciones de Mike Pompeo sobre Venezuela es para constatar una vez más, sin margen de duda, la naturaleza hyper corrupta de la falsa oposición venezolana enquistada en un parapeto de Asamblea Nacional y usufructuaria de los mejores tiempos del interinato de Guaidó, sus piñatas financieras y sus cucutazos.

¿Hay realmente alguna diferencia sustancial entre la falsa oposición venezolana y el chavismo que pretende sustituir? Según lo que nos cuenta Mike Pompeo, no mucha.- @humbertotweets

 

Referencias

-Pompeo, M. (2023). Never Give an Inch. HarperCollins.

 

 

 

Las revelaciones de Mike Pompeo sobre el interinato de Juan Guaidó

            Hace unas semanas el ex Secretario de Estado de los EEUU Mike Pompeo publicó el relato sobre su pasantía por ese importante cargo durante la administración de Donald Trump. “Never Give An Inch” algo así como “Nunca Cedas Una Pulgada” es publicado a comienzos del 2023 en el preámbulo de la fase exploratoria de la posible precandidatura de Pompeo en las elecciones internas del Partido Republicano.

Por supuesto, el ameno tono de la narrativa refiere a delicados temas de la política internacional y la doméstica pasando por la experiencia de trabajar con una persona como Donald Trump. Pompeo pasa revista a estos asuntos con la delicadeza de quien sabe que su palabra escrita puede ser usada en cualquier momento en su contra. En buena medida el libro logra el propósito candidatura de presentarlo como un hombre, un estadista, competente y sensato, con las credenciales para aspirar a ser Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

El tema Venezuela fue abordado por Pompeo desde diferentes ángulos con la voz de quien actuando de buena fe no tiene interés en ocultar nada en la medida en que sus revelaciones no comprometan la seguridad y los intereses de su país. Y así es como Pompeo nos hace interesantes revelaciones de gran valor histórico y político para comprender la aventura fallida del interinato de Juan Guaidó y su dramático desenlace.

Mike Pompeo señala en su libro que luego de las elecciones fraudulentas en Mayo de 2108 los Estados Unidos habían decidido desconocer ese resultado lo cual llevaría eventualmente a desconocer al gobierno de Nicolás Maduro. Según Pompeo en las semanas anteriores al 23 de Enero de 2019 Juan Guaidó no tenía el apoyo de la mitad de la Asamblea Nacional para ser el presidente de ese nuevo gobierno transitorio que eventualmente sería apoyado por los Estados Unidos.

“Pero gracias a nuestro competente diplomático, embajador Jimmy Story, quien hizo magia para alinearlos (a los diputados de la AN 2018) con Guaidó, nosotros pudimos tomar nuestra decisión (de apoyarlo)”. Así explica Mike Pompeo los orígenes de Juan Guaidó como presidente del fallido interinato (página 348).

Desafortunadamente lo que Mike Pompeo no dice es en qué consistió la “magia” que uso el embajador Story para cuadrar los votos en la Asamblea Nacional y hacer elegir como presidente interino al cuadro del partido Voluntad Popular. Quizás por la naturaleza de su cargo Jimmy (James) Story no estaba obligado a revelar los detalles de los trucos empleados a su jefe.

Es legítimo que los venezolanos nos preguntemos en qué consistieron las gestiones de James Story con los diputados de la falsa oposición para hacer elegir a Juan Guaido. No vamos a especular aquí, pero ciertamente se trata de un episodio que debe ser explicado por los implicados. Lo único que discretamente Pompeo alcanza a insinuar unos párrafos atrás es la disposición del gobierno norteamericano de ayudar a la oposición venezolana con miras a las elecciones de Mayo 2018. Tampoco dice en qué pudo consistir esa “ayuda”.

Sobre el episodio del 30 de Abril de 2019 definitivamente Mike Pompeo arroja más luces aunque lo que tenía en sus notas para relatar no era mucho justamente porque él fue uno de los primeros sorprendidos con ese intento de golpe militar. Según la cuenta de Pompeo existió un plan coordinado con los EEUU para sacar a Nicolás Maduro del poder. Pero ese plan fue adelantado varios días sin que los Estados Unidos conocieran del abrupto cambio, al menos funcionarios de la jerarquía de Mike Pompeo nunca lo supieron hasta que la acción improvisada estaba en marcha.

Con desaliento Pompeo confiesa “Esperábamos que la oposición tuviera suficiente apoyo militar (...). El intento de remoción (de Maduro) fue una gran sorpresa porque supuestamente sería unos días después. Después nos enteramos que fue adelantado (el golpe) unos días, probablemente porque el régimen de Maduro había descubierto el plan” (página 349).

Menos palabras aún necesita Mike Pompeo para revelar que “(Venezuela)...recibió más de 1 billón de dólares en ayuda humanitaria de los Estados Unidos durante la administración Trump” (página 351).

Por supuesto, cuando Pompeo dice Venezuela en realidad quiere decir al gobierno interino que los Estados Unidos apoyaba y era encabezado por Juan Guaidó. Según las palabras del mismo Pompeo se trata de dinero porque además a Venezuela (al interinato) se le otorgaron otras formas de ayuda. ¿Quién recibió ese dinero? ¿En que se gastó?

En todo caso el interinato de Juan Guaidó, que por esos meses contaba con el apoyo entusiasta de toda la falsa oposición representada en la Asamblea Nacional, sin excepciones, jamás rindió cuentas de esos dineros, ni de otros.

Si para algo nos deben servir las revelaciones de Mike Pompeo sobre Venezuela es para constatar una vez más, sin margen de duda, la naturaleza hyper corrupta de la falsa oposición venezolana enquistada en un parapeto de Asamblea Nacional y usufructuaria de los mejores tiempos del interinato de Guaidó, sus piñatas financieras y sus cucutazos.

¿Hay realmente alguna diferencia sustancial entre la falsa oposición venezolana y el chavismo que pretende sustituir? Según lo que nos cuenta Mike Pompeo, no mucha.- @humbertotweets

 

Referencias

-Pompeo, M. (2023). Never Give an Inch. HarperCollins.

 

 

 

jueves, 9 de febrero de 2023

Más protestas, menos elecciones

            La realidad venezolana sigue marcando un ritmo y una dirección que no son los del régimen chavista ni los de su falsa oposición. Mientras chavistas y falsos opositores se preparan para rendir tributo al fetiche electoral como forma falsa para resolver nuestros problemas, los venezolanos azotados por la traición de ambas mafias no quieren saber nada de elecciones. No hay trabajo, no hay dinero, no hay servicios. No hay vida y lo que la gente quiere es protestar.

Chavistas y falsos opositores viven en una burbuja aislados de la realidad. Su discurso le habla a una sala vacía donde la audiencia abandonó hace mucho tiempo. El chavismo insiste en negar con necedad lo evidente. El colapso económico provocado por Hugo Chávez y profundizado por Nicolás Maduro ha sumido a Venezuela en la más absoluta miseria. El bolívar como unidad monetaria nacional no solo se ha megadevaluado sino que no hay empleos para ponerlos en el bolsillo de la gente.

Con un segmento de “emprendedores” que se han dedicado al narcolavado mediante negocios aparentes con fachadas de restaurantes, espectáculos artísticos y deportivos, Bodegones, etc. se han visto ríos de dólares circular por toda Venezuela. Aunque estos de ninguna manera tocan al 90% de venezolanos que pasa hambre, el régimen usa la apariencia de bonanza para armar su discurso de un presunto milagro económico

La realidad es que la mayoría de los venezolanos no forman parte, no pueden formar parte, de esos exclusivos y exquisitos circuitos económicos. Para estos venezolanos, que son millones, solo hay miseria, mendicidad, rebusque y cajitas CLAP.

Las protestas que hemos visto son la reacción desesperada de un segmento de venezolanos que directa o indirectamente dependen de la administración pública y que hasta ahora han venido soportando el deterioro de su condición socioeconómica precisamente por su evidente conexión con el gobierno. Sin embargo, todo tiene un límite. Y la situación en Venezuela es tan dramática que empleados públicos, chavistas o no, no pueden ser indiferentes o neutrales frente a la debacle.

Es un fenómeno interesante cuando vemos a empleados públicos chavistas encabezando las protestas por aumentos de salario. Y más interesante aún es ver a sus compañeros de trabajo que se autodefinen como opositores gritando las mismas consignas. El régimen chavista preferiría unas huestes más dóciles y menos ariscas. La falsa oposición por su parte quisiera que esa energía se enfocara en las primarias y fundamentalmente en ir a votar por el candidato opositor.

Pero la crisis económica ha trastocado las prioridades y nadie quiere hablar de unas elecciones que todos saben no resolverán nada. Las elecciones son la nada, una promesa más en el vacío. La oferta de una ilusión sin garantías. Lo concreto es la lucha del día de hoy por arrancarle al régimen no un bono miserable sino un aumento general de sueldos y salarios y hasta quizás, si se puede, obligarlo a dolarizar formalmente la economía como una forma de compensar el irreversible deterioro del bolívar.

Muchos operadores del régimen chavista se jactan de haber estudiado y memorizado manuales marxistas. Parecería entonces que han perdido el tiempo si no terminan de entender que el colapso económico al que el chavismo ha arrastrado a Venezuela conduce, irreversiblemente, al colapso político y eventualmente a la caída definitiva del régimen.

La inercia es una ficción, un espejismo, en la política. Si el régimen chavista no toma medidas para enfrentar la inflación y la ultra devaluación del bolívar será inevitablemente cambiado, aunque el revulsivo para este cambio salga de sus propias entrañas. Ahí no habrá  comisiones tripartitas, negociaciones, ni elecciones que lo detengan.- @humbertotweets 

¿Cuándo van a dolarizar la economía?

            Las protestas exigiendo aumento de salarios que hoy se ven por toda Venezuela muestran un componente curioso e insospechado. La participación de empleados públicos chavistas ha sido clave para energizar esas movilizaciones junto a quienes se definen como no chavistas u opositores.

            Esto es relevante porque se trata de segmentos importantes dentro de la burocracia del gobierno de Nicolás Maduro que sufren las mismas carencias que el resto de los venezolanos. Y ante la disyuntiva de callar por fidelidad o luchar por su supervivencia, optaron por lo segundo.

            Es fascinante ver como los llamados, insinuaciones y presiones de destacados personeros del gobierno a sus propias huestes para no traicionar la revolución bolivariana ha sido rotundamente ignorado. Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez y hasta el propio Nicolás Maduro han intentado por diversas vías disuadir a las bases chavistas de unirse a las protestas.

Pero esto, la verdad, es demasiado pedir en un país donde chavistas y no chavistas tienen que soportar los rigores de la inflación y sobrevivir con un salario que se devalúa cada día y hoy cae a $5.50 o menos. Esto sin tomar en cuenta todo el universo de carencias y padecimientos propios de un país en ruinas.

El discurso del gobierno que le achaca la culpa del descalabro económico a las sanciones internacionales no está dirigido al 95% de los venezolanos que al no ser chavistas viven y sufren su realidad sin contradicciones filosóficas o ideológicas.

Es a sus seguidores y más específicamente a los chavistas que trabajan en el gobierno a quienes el chavismo tiene que persuadir que otro es el culpable del desastre.  La razón es obvia. Estos chavistas que a su vez son empleados públicos se han visto obligados a hacer paces con su realidad.

No hay forma de justificar ni explicar racionalmente la mentira que les han metido en la cabeza con la ineludible realidad de sobrevivir con un salario miserable en una Venezuela que ni siquiera con bolívares devaluados es posible comprar, porque no hay.

            Esa latente contradicción con la realidad ha llevado a una dramática crisis de fe. Fe en la revolución bolivariana, fe en el socialismo prometido, fe en sus líderes y salvadores.

            Culpar a los Estados Unidos del desastre económico que se vive en Venezuela no le permitirá al gobierno de Maduro ir muy lejos. Tarde o temprano el gobierno y sus asesores tendrán que reconciliarse con la Venezuela real, la que para sobrevivir tiene que usar dólares y no bolívares devaluados. Porque todo en Venezuela se calcula y paga en dólares. Todo.

            Las razones por las cuales el gobierno de Nicolás Maduro no dolariza la economía son estrictamente políticas, no económicas. Otros países con gobiernos de orientación socialista lo han hecho y ha funcionado. Pero de hacerlo el gobierno de Maduro estaría admitiendo el fracaso del modelo económico instaurado desde 1999 que ha pulverizado el bolívar en cada una de sus versiones. Esto sería algo así como sincerar la economía admitiendo una humillante derrota política. 

            Pero, es esto o pagar el precio de la crisis de fe de sus huestes con imprevisibles consecuencias. Entonces lo que la terca realidad le dicta hoy al chavismo no es preguntarse si van a dolarizar o no. Es más bien, ¿cuándo van a dolarizar? ¿antes o después de las elecciones del 2024?.- @humbertotweets

lunes, 6 de febrero de 2023

Lo que queda del 4 de febrero de 1992

            Los operadores del régimen chavista de verdad creen que pueden sustituir la realidad por la propaganda. Venezuela se cae a pedazos con niveles de pobreza que arrastran a millones al límite de la supervivencia porque no hay comida ni formas decentes para vivir. Sin embargo, el chavismo no admite que hay crisis y menos aún admite que luego de 23 años de saqueo la crisis sea por su culpa.

Lejos de eso el régimen está embarcado en una campaña según la cual hay problemas, pero aun así Venezuela es un país donde se puede trabajar y vivir gracias a las bondades del Estado chavista y el Carnet de la Patria. Y los problemas que hay con los ingresos petroleros por supuesto son culpa de las sanciones aplicadas por los Estados Unidos y otros países. Sanciones, por cierto, inefectivas e inútiles que en 3 años no impidieron que el chavismo siguiera traficando y saqueando.

Ese discurso patético con el cual Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez se presentan como víctimas de una conspiración internacional contra la revolución bolivariana es una retórica sólo potable para sus clientelas civiles y militares. A ellos hay que persuadir que aun en medio del más rotundo fracaso es necesario seguir apoyando al régimen.

Estas clientelas civiles y militares, a diferencia del resto de los venezolanos, reciben prebendas y dineros por su lealtad aunque a la final tengan que ir con los mismos bolívares devaluados a comprar como todos los demás. Es precisamente cuando esos chavistas enchufados tienen que enfrentar los rigores que sufren los demás venezolanos cuando surge la contradicción entre mito y realidad.

Para muchos de ellos esto ha significado aceptar el desengaño y la dolorosa realidad que muestra un régimen decadente e inviable que es absurdo sostener, a menos que no sea bajo una condición clínica de locura e irracionalidad.  Esto ha llevado a una súbita toma de conciencia de chavistas y ex chavistas que en los últimos meses se han sumado a las protestas  que exigen dolarizar los salarios como mínimo.

Tienen razón Maduro y Rodríguez cuando gastan millones de dólares lavándole el cerebro a sus huestes civiles y militares para mantenerlos en un estado permanente de idiotez y que no se levanten contra su propio régimen. Y es que no hay peor cuña que la del mismo palo. No habrá peor enemigo para el régimen que un chavista desengañado y ablandado por la realidad.

El mito del apoyo popular al chavismo es algo que se desvaneció hace mucho tiempo. Por alguna razón esotérica el chavismo se niega a soltar el control del CNE y hacer elecciones libres. Nada queda de las promesas que hizo Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992. Las banderas de honestidad y redención social ofrecidas entonces hoy no son más que harapos deshilachados en una Venezuela árida destruida por el chavismo y reducida materialmente a niveles de pobreza crónica.

El mismo énfasis que pone el régimen chavista en persuadir a sus clientelas del dudoso milagro económico de Nicolás Maduro lo tiene a la hora de celebrar el 4 de febrero como una fecha patria de connotaciones épicas superiores al 19 de abril o el 24 de junio. En ambos casos se trata de un mensaje cuidadosamente elaborado para mantener el ánimo de unos seguidores cansados y decepcionados que, al igual que todos los demás, se preguntan qué queda de ese 4 de febrero de 1992.- @humbertotweets 

jueves, 2 de febrero de 2023

La estafa del 4 de febrero

            El régimen chavista está obligado a mantener vivo el mito de una revolución que nació el 4 de febrero de 1992. Ese mito es en buena medida el soporte ideológico del Estado chavista para más o menos mantener control de su propia burocracia y clientelas civiles y militares.

Se trata de un mito que solo sirve para animar a las también desahuciadas bases chavistas que al igual que el resto de los venezolanos tienen que padecer los rigores del descalabro económico, con la única diferencia de que aquellos tienen que repetir el estribillo según el cual con el chavismo Venezuela es el mejor país del mundo. 

Para los venezolanos que de buena fe creyeron en el mesiánico discurso de Hugo Chávez ha sido un largo y doloroso desengaño que ya va para un cuarto de siglo. Los únicos que hoy le dan un crédito positivo al fracasado proyecto bolivariano son aquellos que directa o indirectamente están conectados con el régimen, pero a regañadientes porque los pagos que reciben no son en dólares sino en bolívares mega devaluados por el chavismo.

Las protestas masivas que hoy recorren toda Venezuela en demanda por una justa dolarización de los salarios han visto nuevos protagonistas y nuevas caras en chavistas y ex chavistas que no les ha quedado otra reacción racional que salir a protestar contra su propio régimen que los está matando de hambre.

El discurso de Hugo Chávez en 1992 iba directamente en contra de lo que él, en su ignorancia de la historia, calificó como la IV República plagada de corrupción, injusticias y pobrezas. La retórica de Chávez fue amplificada por medios de comunicación ligados a poderosos intereses económicos con agenda propia. Así estos medios, con muy contadas excepciones, se dieron a la tarea de promover una Venezuela que se despreciaba a sí misma, que renegaba de su historia y que solo podría redimirse de la mano salvadora del mesías Hugo Chávez.

Frente a las supuestas miserias de la llamada IV República Hugo Chávez propone como alternativa su V República como modelo político de riqueza, justicia social e impoluta honestidad. La propaganda destructora de lo que había antes y sublimadora de las bondades que ofrecía Chávez fue tan potente que no solo convenció a muchos venezolanos para votar por el comandante sino también para otorgarle un cheque en blanco aceptando la legitimidad de la Constituyente de 1999 que concentró todos los poderes en una sola persona.

La V República de Chávez se instala con masivo apoyo popular e institucional y con plenos poderes monárquicos, sin contrapesos ni controles, para hacer realidad el sueño de emancipar social y económicamente a los venezolanos con justicia y honestidad.

El sueño se transformó súbitamente en pesadilla, aunque para la mayoría de los venezolanos haya tomado más de veinte años percibir y sentir el doloroso cambio. Uno de los primeros eventos que inauguró este régimen caracterizado por la miseria y la corrupción fue precisamente el saqueo de los dineros del Plan Bolívar 2000 que nunca pudieron ser auditados por ser calificados como secreto militar. Y de ahí en adelante sería un escándalo tras otro, todos protegidos por la más absoluta impunidad que el Estado chavista garantiza a sus operadores.

La corrupción y el saqueo han sido la firma que identifica al régimen chavista, pero el sello de autenticidad lo pone la pobreza en que están sumidos más de 10 millones de venezolanos que no ganan lo suficiente para comer y llevar una vida digna.

El 4 de febrero de 1992 Hugo Chávez se alzó contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez justificando su golpe con la corrupción y la pobreza que en ese entonces agobiaba a Venezuela. Hoy 24 años después de la llamada revolución bolivariana el Estado chavista se ha instalado como un verdadero emporio de corrupción y millones de venezolanos están pasando hambre.  Sin lugar a dudas, el régimen chavista ha sido el más corrupto de nuestra historia republicana y hoy Venezuela es más pobre que en 1998. El 4 de febrero de 1992 con sus promesas demagógicas de redención social y decencia pública ha sido quizás ha estafa política más grande en nuestra historia.- @humbertotweets 

Venezuela y el mito de los Derechos Humanos

            Cuando se habla de los Derechos Humanos pareciera aludirse a una invocación universal que de alguna forma puede ser ejercida por una suerte de justicia mundial. No cuestionamos la defensa de la vida y la libertad como valores materiales de los ciudadanos que solo pueden hacerse respetar efectivamente dentro del contexto jurídico y político de un Estado.

            Lo que aquí cuestionamos es la ilusión metafísica de que esos llamados derechos universales pueden igualmente ser protegidos por una justicia internacional, llámese esta Corte Internacional de Justicia, Corte Interamericana de los Derechos Humanos o Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

            A primera vista pareciera que estas entidades supranacionales tienen la fuerza para defender esos derechos humanos universales y castigar su violación. Y ese es el mito, porque en la realidad no existe un gobierno o Estado mundial que respalde esas entidades. El mito de los Derechos Humanos universales es derivado de otro mito con idéntica racionalidad, el mito del Derecho Internacional.

            No existe un tal Derecho Internacional que se les aplique extraterritorialmente a todos los países. Lo que existe es la geopolítica y la dialéctica de unos Estados enfrentados a otros, que resuelven sus conflictos de intereses mediante la guerra o la negociación.

            Los Derechos Humanos son una definición más política (geopolítica) que jurídica a menos que, como en la práctica ha ocurrido, sus ideas lleguen a formar parte de legislaciones nacionales cuyos tribunales y fuerza pública estarían encargados de garantizarlos. 

            En casos como el de Venezuela la sola invocación de los Derechos Humanos es redundante porque los delitos que se denuncian son penados por la legislación nacional. El problema está en que el acusado es el propio Estado venezolano que ha perpetrado esos delitos en forma sistemática y general a través de sus subalternos.

            En un Estado con pesos y contrapesos el propio sistema de justicia nacional estaría en condiciones de aplicar correctivos a esas desviaciones, solo ajustándose al cumplimiento de la ley vigente. Desgraciadamente no es el caso de Venezuela donde los delitos contra la vida y la propiedad perpetrados por funcionarios del Estado quedan sin castigo y se olvidan en la mayor impunidad y complicidad.

            La impotencia y la frustración ante la ausencia total de justicia en Venezuela es lo que lleva a mucha gente a poner su fe y esperanza en el mito de los Derechos Humanos y la justicia internacional. Lamentablemente, como lo explicamos al comienzo, la activación de esos mecanismos no dependen del derecho sino más bien de la geopolítica que dadas determinadas circunstancias podría intervenir.

            El otro camino que queda es esperar por la buena voluntad del Estado acusado de violaciones a los Derechos Humanos para que en un acto estrictamente voluntario, no coercitivo, de contrición resuelva castigarse a sí mismo. De lo contrario todo seguirá encapsulado en el engañoso ámbito de la diplomacia y la geopolítica o sepultado en el olvido.

            No se puede esperar más de lo que hasta ahora han hecho los Comisionados para los Derechos Humanos (la señora Bachelet antes y el señor Türk ahora) ni el Fiscal Karim Khan. Su efectividad llega hasta donde el cargo se los permite. Los miles de casos de venezolanos víctimas de la violencia política que han sido denunciados ante esas instancias tendrán posibilidades de recibir justicia si hay un verdadero cambio en la política nacional, más que en los laberínticos pasillos de la política internacional.- @humbertotweets