lunes, 29 de enero de 2024

¿Dónde está el eje de poder en Venezuela?

            A juzgar por quien lleva la batuta en las negociaciones entre el gobierno y la falsa oposición no hay duda que el régimen chavista actúa desde una posición de poder casi absoluto.  Y no podría ser para menos porque el chavismo tiene a su disposición todo el aparato político, jurídico y militar del Estado. Pero al hablar de régimen fácilmente se puede caer en el error de verlo como un todo homogéneo sin reparar en sus componentes y estructuras que lo integran.

Por eso al referirnos al régimen o al Estado chavista siempre hemos insistido en presentarlo como un complejo ecosistema en el cual interactúan una variedad de grupos y estructuras con motivaciones mayormente criminales en el sentido de sacar provecho de actividades y negocios ilícitos. Esta cultura del crimen como política de Estado se ha propagado de tal manera que es casi imposible detectar un área o nivel del régimen chavista que sea inmune a la corrupción.

Es cierto que para mantener en pie un sistema de esta naturaleza se necesita una base clientelar en la forma de un activismo lumpen que recibe dinero y dádivas a cambio de servirle al régimen no como un honesto empleado público sino más bien como un operador o agente para el control social y policial. Estas masas clientelares también sirven para hacer bulto en los actos oficiales y del PSUV, pero cada día son menos por la desmoralización y las limitaciones materiales para movilizarse que afectan por igual a todos los venezolanos.

            En la Venezuela de hoy el tamaño de la clientela chavista no supera el 5% del universo electoral. Imposible ganar unas elecciones con esa base y más si se toma en cuenta que buena parte de ese 5% está afectado por la frustración que comparten el resto de los venezolanos. Esto quiere decir que si hipotéticamente fuesen posibles unas elecciones con garantías políticas y condiciones justas en Venezuela el chavismo en el mejor de los casos jamás superaría el 10% de los votos y muy seguramente el otro candidato, el opositor, quien quiera que este sea, obtendría fácilmente el 90% o más. Pero no es así.

            Luego de 25 años de farsas electorales la mayoría de los venezolanos entienden muy bien que mientras el régimen chavista sea quien organice las elecciones, cuente los votos y anuncie los resultados es imposible esperar un cambio político. Este perverso sistema electoral permite que el chavismo se proclame ganador sin tener los votos y en contra de voluntad del 90% de los venezolanos.

            Pero además del papel fundamental que juegan el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia en el sostenimiento del régimen chavista hay otra estructura de ese ecosistema que nos parece decisiva y esencial: Las Fuerzas Armadas chavistas. Son estas en definitiva y su capacidad de fuego las que no solo determinan la estabilidad del régimen sino las que deciden cuales grupos internos tendrán una posición privilegiada o no.

            Pero hay que plantear la misma cautela que hemos referido al Estado chavista. No se puede ver a las Fuerzas Armadas chavistas como una estructura homogénea sino como un subsistema dentro de ese ecosistema con diversidad de grupos e intereses enfrentados por cuotas de poder y privilegios. La particularidad de este componente es que, a diferencia de todos los demás que conforman el régimen chavista, tiene acceso a las armas y en un estado de corte militar-policial como este eso hace una gran diferencia.

            Muchas veces hay que insistir en lo obvio porque se olvida o no se ve. En el régimen chavista es el apoyo militar armado lo que permite que sigan en el poder y no los votos. La farsa electoral es un ritual necesario para darle una justificación a los sostenedores del régimen. Pero a estas alturas es irrelevante para el Estado chavista si sus “elecciones” tienen o no reconocimiento internacional. Mucho más importante que los países acepten los resultados de la estafa electoral es que lo hagan los miembros de las FANB chavistas porque son ellos quienes en definitiva tienen el poder para mover la balanza.

            La falsa oposición venezolana haría bien en no perder de vista esta realidad para no exagerar las expectativas con las negociaciones ni promover falsas esperanzas electorales. En las actuales condiciones en Venezuela, sin garantías ni instituciones, el eje del poder político no está en el pueblo soberano sino en las FANB chavistas. Y cuando se repara que más de 100 altos operativos, civiles y militares, del Estado chavista han sido incriminados por delitos de lesa humanidad por la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de la ONU se entiende que es muy poco probable que este régimen acepte entregar el poder por vía de negociaciones o elecciones. Y menos si la cadena de responsabilidad en la perpetración de estos crímenes, que no prescriben, llega hasta Nicolás Maduro como en efecto se ha determinado.- @humbertotweets 

María Corina seguirá hasta el final en el laberinto chavista

            Los ecos de aquel grito de combate que convocó a millones de venezolanos se desvanecen. No porque la consigna haya perdido su pertinencia histórica sino porque su abanderada la cambió por serpentina electoral. La frase acuñada por María Corina Machado “En tiranía no se vota” muy lejos de ser un slogan de marketing es -¿era?- toda una propuesta para la acción política que con sencillez y claridad resolvía lo que la falsa oposición venezolana no ha podido resolver en dos décadas para sacar al chavismo del poder.

El primer problema, y quizás el más importante de todos, es definir y caracterizar a quien nos enfrentamos. ¿Es lo que tenemos al frente simplemente un mal gobierno? ¿Es un gobierno autoritario electo democráticamente? ¿Es una dictadura? ¿O acaso un tipo especial de Estado fallido? Desde un principio, en 1999, la falsa oposición venezolana, entonces Coordinadora Democrática, se decantó por la tesis de confrontar al chavismo como a cualquier otro mal gobierno que, dadas las condiciones y garantías constitucionales, podría ser sustituido por la vía electoral.

Quizás en 1999 y en los primeros años de la era chavista esta política pudo tener una justificación porque el chavismo aún no había tomado control pleno de las instituciones del Estado Venezolano tales como los poderes legislativos, judicial y militar. Y subrayamos quizás porque ya en 1999 con la Constitución aprobada ese año resultaba obvio que el chavismo iba rumbo a sustituir al Estado nacional venezolano por el Estado chavista.

María Corina Machado tuvo un primer acierto en caracterizar correctamente a ese régimen político como una tiranía en la que una camarilla se impone por la violencia y gobierna con desprecio de ley (aunque sea la suya propia) y la justicia. Esta tiranía chavista resume todos los vicios de un mal gobierno pero además los de un Estado o régimen político que usando la fuerza contra la población civil desarmada define el marco de su legalidad con base a los intereses de la oligarquía que gobierna, no los de la nación venezolana.

A este acierto de definir con precisión a lo que nos enfrentamos se suma el segundo componente de la ecuación que vendría a ser una tesis para la acción política: No votar, no hacerse partícipe de las farsas electorales de la tiranía para darle legitimidad a su sospechoso hedor democrático. Pero ¿por qué no votar en tiranía si la mayoría de los ciudadanos la rechaza y la desprecia? Porque a diferencia de los regímenes políticos basados en un estado de derecho en una tiranía no existen condiciones ni garantías para que la voluntad de los ciudadanos sea respetada jamás. Y si estas condiciones existen no pasan de ser un adorno democrático o papel mojado como ocurre en Venezuela.

Entonces, “En Tiranía no se vota” es una propuesta política que quiere decir primero hay que cambiar el régimen político chavista y destruir su pseudo legalidad para entonces sí construir un Estado de orden y leyes donde haya condiciones y garantías democráticas para la participación electoral de todos los ciudadanos. En otras palabras la lucha debe ser por cambiar totalmente el régimen político de la Constitución de 1999, no buscar un mero cambio de gobierno en unas elecciones donde el régimen decide la fecha, quienes serán los candidatos, cuenta los votos y proclama al ganador.

Desgraciadamente para quienes creyeron -creímos- en María Corina Machado ella sin previo aviso y sin decir adiós abandonó una línea política de lucha que merecía ser profundizada. De un día para otro la cautivadora y vibrante María Corina sería seducida por las ilusiones electorales de la falsa oposición como se le identifica a todo aquel que pretende un cambio por la vía electoral dentro de la legalidad del régimen chavista.

Montada en la ola de una popularidad, bien ganada diciendo una cosa, María Corina Machado ganó cómodamente la Primaria de la falsa oposición para comenzar a decir algo totalmente diferente. Porque si es cierto que en tiranía no se vota y ahora María Corina llama a votar es porque seguramente esto milagrosamente ya dejó de ser una tiranía y entonces ahora sí deberíamos ir todos a votar. Al final María Corina ha terminado abrazada a la tesis política de la falsa oposición según la cual esto es un mal gobierno del cual se puede salir por elecciones.

Sin embargo, la admiración y el respeto que aún le mantienen miles de venezolanos lleva a que muchos de ellos, aún perplejos ante la monumental incoherencia, le concedan el beneficio de la duda. ¿Y si ella sabe algo que nosotros no sabemos? ¿Y si ella tiene el apoyo de presidentes y países que se activarán en su debido momento? Su misma retórica, una vez conocida la caricaturesca inhabilitación por parte del TSJ, anima a creer que hay esperanza y esta es electoral: “Maduro y su sistema criminal escogieron el peor camino para ellos: unas elecciones fraudulentas. Eso no va a pasar.”.

Las diferencias entre la falsa oposición y su candidata quedaron en el pasado y solo son recordadas como nimiedades. Hoy todos gritan con más vehemencia que los chavistas “Nadie nos sacará de la vía electoral”. No importa que el régimen chavista inhabilite candidatos, haga trampa, meta más presos, torture, y hasta asesine. Nada de eso importa porque somos demócratas y nadie nos sacará de la vía electoral… Y así es como le gusta hacer política al chavismo. Cuanto más humilla y ultraja a su falsa oposición esta se esmera en buscar nuevas formas para servirle.

Lo que en verdad sorprende no es que María Corina Machado haya sido inhabilitada por el Tribunal Supremo de Justicia chavista. ¿Y eso no es lo que precisamente hace una tiranía? Lo que sorprende es que ella se preste para esto y lo justifique como la única forma para salir del chavismo.

Lo que veremos en los próximos días es a una María Corina dando vueltas hasta el final en el laberinto de la legalidad chavista. Exigiendo que se cumplan los acuerdos de Barbados, pidiéndole a la comunidad internacional que intervenga, solicitando a los Estados Unidos que haga algo…que alguien, por el amor a Dios, obligue a los chavistas a cumplir su palabra! En ese laberinto de tecnicismos, pies de página y trampas legales no hay solución posible para Venezuela. En los próximos meses los dueños de las franquicias partidistas de la falsa oposición tendrán que resolver si buscan a otro candidato y sacrifican a María Corina, con su carisma y popularidad, o si por el contrario se inmolan todos agarraditos de las manos coreando “Nadie nos sacará de la vía electoral” y “Dentro de la Constitución (de 1999) todo, fuera de ella nada”

Da igual lo que hagan porque esta no es la primera vez, ni será la última, que el chavismo vaya sólo a una farsa electoral. Y que los falsos opositores no vengan a decir que eso es mejor para que el chavismo quede al desnudo ante la comunidad internacional. Como si los chavistas alguna vez hubiesen tenido algún pudor…@humbertotweets

jueves, 25 de enero de 2024

Las conspiraciones chavistas contra Nicolás Maduro

            Hace ya muchos años Venezuela dejó de tener una Fuerza Armada Nacional. En su lugar lo que tiene es una Fuerza Armada chavista que actúa como el brazo armado del régimen contra la población civil desarmada y es su principal soporte de apoyo. Esto es el resultado de la combinación de varios factores que juntos produjeron el peor de los resultados para Venezuela al no poder contar con un fuerza armada profesional e institucional sino con una banda armada que defiende un régimen político.

            Esto es el resultado de la visión cortoplacista y aventurera de la falsa oposición cuyo momento más emblemático fue el caricaturesco golpe que llevó a Pedro Carmona a una brevísima presidencia el 11 de abril del 2002. También es el producto de una generación de oficiales militares formados en la era de la democracia de partidos como unos verdaderos eunucos políticos cuyo pudor democrático en su momento les impidió defender con las armas el régimen político al cual pertenecían. Esa perniciosa y tóxica ideología es la culpable de que una gran cantidad de oficiales militares se hayan animado a ir a la plaza Altamira a protestar democráticamente contra Hugo Chávez en lugar de organizarse militarmente para sacarlo del poder.

            La partidización de las fuerzas militares en Venezuela comenzó en 1999 con la inauguración misma de la presidencia de Hugo Chávez. Pero lo que al principio fueron movimientos tácticos, tímidos y discretos tomarían la fuerza de un huracán precisamente luego del fracaso del golpe de Carmona en abril del 2002. El fracaso del golpe de Carmona le facilitaría a Hugo Chávez el trabajo de identificar con quienes no contaba dentro de esas fuerzas armadas y sería la mejor justificación para emprender una purga que terminaría expulsando a más del 60% de los oficiales reemplazándolos con fieles incondicionales con la llamada revolución bolivariana, sin importar su formación ni experiencia.

            En el 2024 solo queda una fuerza armada 100% chavista formada a la medida del Estado chavista sin la presencia de oficiales comprometidos o simpatizantes del régimen político anterior al chavismo. De manera que cualquier foco conspirativo, de rebelión o resistencia dentro de estas fuerzas armadas está necesariamente conformado por elementos de la generación chavista. Y por su estructura orgánica actual (una política donde todos están bajo sospecha y todos vigilan a todos) quienes ya han salido de la organización militar no tienen mayor influencia sobre quienes están aún dentro.

            Con esto podemos adelantar la siguiente tesis: Cualquier intento viable para derrocar militarmente al régimen chavista o reformarlo saldrá necesariamente de lo interno de sus propias fuerzas armadas, no de afuera. Esta hipótesis no incluye la intervención militar internacional que aunque muy improbable no se puede descartar y tendría igualmente que coordinarse con elementos internos de las fuerzas armadas chavista haciendo muy difícil su viabilidad.

            El fermento de la conspiración dentro de las actuales Fuerzas Armadas chavistas es fértil y fecundo, pero no por las mismas razones que animarían a ex militares que ya no pertenecen a la pirámide castrense. Aquí estamos frente a oficiales que nada tienen que agradecer al antiguo Estado de partidos y su prédica democrática. Por el contrario, esta generación de militares ha hecho de la corrupción su credo para afianzar su fe en una revolución que destruye el país a pedazos pero que les permite ciertas dádivas y ofrece expectativas de futuras prebendas a cambio de su fidelidad.

            Dentro del régimen chavista sus fuerzas armadas operan como un ecosistema propio con relativa autonomía, códigos y protocolos. La razón que tendría un oficial de la Fuerza Armada chavista para rebelarse contra la autoridad de Nicolás Maduro o la de Vladimir Padrino López no es buscar el regreso de la democracia y el régimen de libertades sino más bien sería un cuestionamiento a la incapacidad e incompetencia de ambos para que esa aceitada maquinaria de crimen y corrupción siga operando eficientemente. Es la pérdida de fe en las capacidades de Maduro y Padrino para mantener el aparato político militar chavista lo que ha alentado la inevitable pugna por el liderazgo en el sector militar donde ya se cuentan más de 6 promociones represadas porque los están arriba no quieren abandonar sus cargos a pesar de haber cumplido sus años de servicio, comenzando por el mismo ministro de la defensa.

            Nicolás Maduro en su discurso de memoria y cuenta este año indicó que en el 2023 habían intentado asesinarlo y sacarlo del poder por lo menos 4 veces. Las acusaciones sin la menor credibilidad apuntan a los Estados Unidos país que está decidido a entenderse con el chavismo por suministro de petróleo barato y a algunos dirigentes de la falsa oposición que andan loquitos por hacer lo que el gobierno les pida con tal y les permitan participar en las elecciones.

            La última de estas versiones de conspiraciones de utilería fue refrendada por el Fiscal del régimen Tarek William Saab presentando como ya es costumbre a un testigo estrella que se auto incrimina e incrimina a otros. Con base a la supuesta confesión del ex militar Angelo Heredia el régimen ordenó la captura de un grupo de militares y dictó órdenes de captura contra Tamara Sujú; Wender Villalobos; Norbey Marin; Sebastiana Barráez; Mario Carratú Molina y José Antonio Colina. Por supuesto, no hay trabajo policial o investigativo que respalde la versión poética de Saab, todo comienza y termina en la confesión del testigo estrella.

            Otras conspiraciones como la operación Gedeón también fueron ampliamente publicitadas por el régimen quien les había infiltrado y parecía estar moviendo los hilos de toda la acción hasta su desmantelamiento.

            Pero estos supuestos intentos conspirativos “desde afuera” de las Fuerzas Armadas chavistas son inocuos y no se parecen a los otros intentos de los cuales sí tenemos evidencias pero no son admitidos por el régimen. Las conspiraciones que le quitan el sueño al régimen chavista no son precisamente las que este publicita sino más bien aquellas que disimula y las que, por ejemplo, han decretado que Nicolás Maduro no podrá volver más nunca a un desfile militar en público por temor a un atentado. O aquella otra que terminó con la desaparición física de Tareck El Aissami y la detención de varios de sus operadores civiles y militares.

            El objetivo de estos montajes conspirativos mediáticos, burdos y caricaturescos por parte del chavismo no es que el común de la gente se los crea. Eso les da igual. Esto es un producto de marketing muy especial para una audiencia específica: Sus operadores civiles y militares, sobre todo estos últimos que se han desmoralizado y parecen resueltos a buscar un nuevo comandante en Jefe más competente para mantener el ecosistema criminal y seguramente egresado de la Academia Militar.

            Como siempre, cada vez que los voceros de la macolla chavista hablan hay que prestar atención no solo a lo que dicen sino a lo que callan y ocultan, porque allí es donde podremos encontrar las verdaderas claves de sus certezas y de sus temores.- @humbertotweets 

La nueva política exterior de Trump frente al chavismo

            Donald Trump está a punto de ser seleccionado candidato presidencial por el partido republicano y tiene la posibilidad real de ser electo nuevamente presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

¿Qué se podría esperar de una segunda presidencia de Donald Trump en sus relaciones con el chavismo en Venezuela?

En principio, y como una política general del Departamento de Estado Norteamericano no habría mayor diferencia con la administración de Joe Biden en el sentido que la prioridad de Trump sería defender los intereses de los EEUU más allá de las consideraciones de derechos humanos que afectan a la mayoría de la población venezolana.

Aunque resulte odioso para los venezolanos, la realidad es que los Estados Unidos no se van a involucrar en el conflicto interno de Venezuela por lo que interesa a los venezolanos sino por lo que convenga a los intereses de los EEUU. Y habrá una disonancia permanente mientras ambas ondas de interés no estén alineadas.

Lo que sí va a marcar un cambio desde el día 1 en la política exterior de Donald Trump es su interés en buscar una salida negociada para terminar la guerra Rusia-Ucrania.

De llegarse a este punto los Estados Unidos perderían interés en tener al gobierno chavista como un proveedor confiable de petróleo barato y en su lugar buscarían afianzar aún más sus relaciones con Guyana vía ExxonMobile. Esta nueva situación geopolítica sin duda influenciaría dramáticamente la decisión de la Corte Internacional de Justicia sobre el Diferendo territorial entre Venezuela y Guyana.

No es realista esperar que un segundo gobierno de Trump emprenda acciones similares al apoyo del gobierno interino de Juan Guaidó ni tampoco que se embarque en una intervención militar. ¿Por qué? Porque los EEUU tienen formas más eficientes de proteger sus intereses.

Lo que se puede esperar de un segundo gobierno de Donald Trump es una relación entre Washington y Caracas basada en el más absoluto realismo político, siempre condicionada por la necesidad superior de los EEUU de proteger su alianza con Guyana y la del chavismo en no darle motivos a los Estados Unidos para que se involucre en los asuntos internos.

En otras palabras, es de interés para el chavismo no alterar el statu quo de esa relación.

En ejercicio del más absoluto pragmatismo es probable que Trump mantenga los canales de comunicación -que no de negociación incondicional- con el chavismo al mismo tiempo que no dudaría en prestar generosa asistencia militar a Guyana de ser necesario y, si la oportunidad se presenta, ejecutar las órdenes de captura internacional contra altos jerarcas del régimen chavista.- @humbertotweets

lunes, 22 de enero de 2024

La vía electoral nos lleva a ninguna parte

            Nuevamente estamos frente a otro año electoral. Los chavistas se frotan las manos. Los falsos opositores salivan. Los operadores políticos de ambos bandos afanosos se revisan los bolsillos y celebran la fiesta electoral. Será un año de emociones que promete oportunidades y recompensas para todos. Para todos aquellos que cumplan fielmente el guión electoral del régimen chavista.

            Así ha sido desde 1999 y así será hasta el 2030 y más allá mientras sea el chavismo quien fije las reglas del juego democrático en Venezuela. Esto es, mientras sea el chavismo quien organice las elecciones, cuente los votos y proclame los ganadores, sin derecho a auditoría o protesta.

            Esto que podría ser ilegal o incluso inconstitucional en otros países, quizás en la mayoría, aquí en Venezuela es enteramente legal de acuerdo a la pseudo legalidad en la que opera el Estado chavista. Los dirigentes de la falsa oposición, que son operadores políticos habilidosos y experimentados, saben perfectamente que esto es así. No hay manera de ganarle al chavismo unas elecciones dentro de su propia legalidad. Esto no es Colombia, Chile, ni Argentina. Esto es Venezuela, donde los criterios para una posible comparación quizás se podrían encontrar en la versatilidad de algunas repúblicas africanas.

            Sin embargo, admitir que esto es cierto significaría para la falsa oposición ponerse al margen del plan de beneficios e incentivos que el régimen chavista ofrece a cambio de la colaboración. Y para unos partidos cuyas clientelas viven de la política es vital que el régimen les lance aunque sea algunos mendrugos suficientes para seguir medrando. Alguien tendría que explicar cómo se pueden financiar partidos y campañas electorales en Venezuela donde millones de venezolanos no tienen empleo, no comen tres veces al día y están en modo permanente de supervivencia. De los chavistas sabemos cómo y dónde saquean, pero ¿y los falsos opositores de dónde sacan el dinero?

            La dinámica gobierno-oposición en Venezuela ha quedado planteada en términos de un régimen que organiza una farsa electoral con barniz viscoso, poroso y pestilente que, aunque imperfecto y cuestionado, cumple el trámite básico de apariencia democrática. Una falsa oposición que sabe que no tiene posibilidades de ganarle electoralmente al chavismo porque no hay condiciones ni garantías de transparencia, pero que está obligada a participar en la trama chavista e inventar o reciclar mil falacias para asegurar que aunque parezca increíble sí es posible ganarle al chavismo con votos.

            Tal como lo ha caracterizado correctamente el analista internacional Carlos Sánchez Berzain, esta oposición electoral al chavismo es una oposición funcional porque su función consiste en prestarse para legitimar al régimen chavista. El papel de esa oposición es buscar siempre los candidatos que con más eficacia sean los voceros de la ilusión y la fantasía electoral, cuanto más carismáticos mejor para tratar de seducir a unas masas indómitas, ariscas y desconfiadas que, en contra de toda la experiencia acumulada y la racionalidad, votar en Venezuela aún tiene sentido y es lo único que se puede hacer para salir del chavismo.

            La confrontación aparente entre Estado chavista y falsa oposición requiere de un contexto que justifique lo imposible y lo, de otra forma, inaceptable. Se requiere de un marco que ofrezca cierta racionalidad a esa ilusión para hacerla potable en las tráqueas de las clientelas, sobre todo de la falsa oposición. Este marco es el ya conocido círculo vicioso negociaciones-elecciones-negociaciones. De alguna manera hay que justificar la tesis de que aunque no existan condiciones ni garantías si es posible ganarle al chavismo por la vía electoral. De lo contrario el argumento carecería de fuerza y credibilidad suficiente para sorprender a los incautos que quedan.

            Esto lleva al inicio del ciclo con unas negociaciones donde el chavismo aparenta estar dispuesto a ceder condiciones para unas elecciones competitivas. Y hasta puede llegar a hacer concesiones insignificantes como darle uno o dos rectores en el CNE chavista a la falsa oposición. Por su parte la falsa oposición agradece la concesión y la celebra como una victoria épica porque según ellos la pelea hay que darla desde adentro o como repiten ahora a rabiar !Nadie nos sacará de la vía electoral! En otras palabras, no importa que el chavismo cuente los votos, no importa que inhabiliten a nuestra candidata, no importa que suspendan o posponga las elecciones. Sigamos en la vía electoral y gritemos con furia la consigna chavista dentro de la Constitución (de 1999) todo, fuera de la Constitución nada.

            Después de la farsa electoral del 2024 y su predecible y anticipado final vendrá, como es lógico, la fase siguiente del círculo vicioso…las nuevas negociaciones con sus respectivas promesas para las elecciones del 2030 o las que sean.

            Muchos de quienes viven de la industria electoral en Venezuela aseguran un día que el régimen chavista habilitará a María Corina Machado como candidata de la oposición, y al día siguiente cambian el análisis y dicen que no será habilitada. Un día dicen que el chavismo respetará su calendario electoral y convocará elecciones este año, y al día siguiente dicen que serán suspendidas con el pretexto de la confrontación con Guyana.

            Mientras tanto la macolla del régimen y sus operadores disfrutan porque en el terreno electoral la trama se desarrolla con el suspenso, la incertidumbre y el drama que ellos le quieren imprimir. ¿Habrá elecciones este año? Puede ser que sí, puede ser que no, lo más seguro es que nadie lo sabe. Ni siquiera Diosdado. Si conviene al chavismo habrá elecciones, si no conviene pues no. Con el aparato jurídico-político-militar en sus manos encontrar una justificación en uno u otro sentido es lo de menos. A la pregunta ¿será o no habilitada María Corina Machado? Igualmente la respuesta dependerá de lo que convenga al régimen chavista.

            Una vez que la administración de Joe Biden ha resuelto reconocer y entenderse con el gobierno de Nicolás Maduro sería un muy mal cálculo esperar que el gobierno norteamericano tenga algún interés en presionar para cambiar el status quo que impera en Venezuela. ¿Más señas? En el contexto de la liberación de Alex Saab el propio Biden reconoció los avances en materia electoral del gobierno de Maduro. ¿Cuáles?

            Dado el control que tiene el Estado chavista en todas las instancias del proceso, la vía electoral ha fracasado en Venezuela desde 1999 como forma para sacar al chavismo del poder. Esto no ha cambiado y si algo ha cambiado es para empeorar porque la fase madurista del régimen chavista hoy ha acumulado más poder que el que tuvo Hugo Chávez en 1999. Conociendo todo esto, quien apueste por la vía electoral no hace otra cosa que un vergonzoso ejercicio de colaboracionismo con el régimen chavista, aunque su rostro sea amable y su carisma seductor.

            Por eso quizás, hace unos años en un relancino momento de lucidez alguien con coraje se atrevió a desmarcarse de los falsos opositores increpándoles “En tiranía no se vota”. Porque votar en tiranía es un salto al vacío. Es la vía más segura para llegar a ninguna parte, como ya se ha visto.- @humbertotweets

jueves, 18 de enero de 2024

El chavismo y la falsa oposición le han costado muy caro a Venezuela

            Tan nefasto ha sido el chavismo para Venezuela como la falsa oposición que se presenta como su alternativa sin realmente serlo porque el tiempo ha demostrado que estos opositores de la MUD-FA-PUD no son más que justificadores del régimen chavista que dicen combatir.

            Del chavismo que está ejerciendo el poder político y militar en Venezuela se puede esperar que haga todo para seguir mandando, aunque esto signifique un daño irreparable para la república. Pero si se admitiese que la falsa oposición es un intento serio de hacer las cosas diferentes a como las ha hecho el chavismo entonces habría razón para esperar mucho más de estos falsos opositores, Lamentablemente no es así.

            Desde un principio en 1999 el chavismo le planteó a Venezuela la necesidad de someter los intereses de la nación venezolana a los intereses de algo amorfo y difuso llamado la revolución bolivariana. En nombre de esta revolución, cuyos contornos específicos estaban únicamente en la cabeza de Hugo Chávez, se justificó el desmantelamiento progresivo de la nación venezolana y sus instituciones

            Eventos que en otras latitudes quizás habrían provocado una ruptura política y militar en Venezuela fueron aceptados sin plantear confrontación alguna por parte de las fuerzas sociales y políticas. Así poco a poco se le cambió el nombre al país, se desdibujaron el escudo y los símbolos patrios, se sustituyó la historia nacional por la propaganda chavista y se destruyó el Estado nacional venezolano para dar paso al Estado chavista.

            Como los intereses de un  Estado Nacional venezolano no son los mismos que los del Estado chavista entonces la entidad usurpadora puede permitirse el lujo de sacrificar la soberanía y el territorio todo en nombre de un supuesto propósito superior que sería la llamada revolución bolivariana.

            Para seguir en el poder el lumpen chavista ha tenido que partidizar a las fuerzas armadas nacionales y hacer importantes cesiones de territorio y soberanía a grupos terroristas en las fronteras y a megabandas criminales en Venezuela. Igualmente el sostenimiento del aparato chavista pasa por la destrucción de la economía nacional dejando al país en escombros, sin comercio y sin industria, a merced de mafias que en operaciones de mediana y gran escala han convertido a Venezuela en una gigantesca factoría para el narcolavado.

            Frente a una estructura que ha confiscado todos los poderes nacionales y las garantías políticas se presenta una falsa oposición que pretende disputarle el poder al chavismo cumpliendo al detalle con sus engañosas y fraudulentas reglas de juego. La falsa oposición ha intentado, a lo largo de estas dos décadas, desplazar al chavismo en escaramuzas que cada vez revelan una inocultable voluntad de cohabitar con él más que expulsarlo del poder.

            Decir que la necia insistencia en negociar con el chavismo y prestarse a su farsa electoral cada temporada es una estrategia equivocada sería conceder que los falsos opositores actúan de buena fe y que estaríamos simplemente frente a una tesis política errónea. Pero después de 24 años de marchas y contramarchas la evidencia es abrumadora al mostrar a una falsa oposición que simplemente se acostumbró a participar en el círculo vicioso negociaciones-elecciones-negociaciones no porque realmente crea que eso eventualmente conduciría a salir del chavismo sino porque es la única forma de seguir viviendo y parasitando de la política en Venezuela.

            El único capital político con el que cuenta esa falsa oposición para seguir vigente es la desesperación de miles de venezolanos que en medio de su angustia quieren creer en las ilusiones y las fantasías por la vía electoral. La estafa funciona porque la potencial víctima quiere ser estafada y está dispuesta a cooperar en la perpetración del crimen.

            Estos son los votos que cada cierto tiempo acumulan los candidatos de la falsa oposición y que sirven para que el chavismo a discreción adjudique unos cargos que incentivan a los falsos opositores a seguir participando y a sus víctimas a seguir votando.

            Lo que también es cierto es que cada día son menos venezolanos dispuestos a seguir haciéndole el juego a chavistas y falsos opositores. Por eso la abstención sigue y seguirá aumentando ante la convicción de que votar en Venezuela bajo tiranía no resuelve nada. Igualmente la cantidad de venezolanos que continua emigrando hacia los Estados Unidos, vía el Darien, no ha disminuido en lo que significa una rotunda ruptura con el chavismo y su falsa oposición.

            A los chavistas les podemos achacar con razón la pérdida de soberanía y territorio, el desmantelamiento de la industria petrolera y el descalabro general que hoy sufre el país como resultado del sistemático saqueo que ha realizado el chavismo en dos décadas. Pero los falsos opositores al dárseles la oportunidad no han hecho menos que el chavismo. El gobierno interino de Juan Guaidó en un momento concentró todas las esperanzas de un cambio político para terminar compitiendo con el chavismo en materia de saqueo del erario nacional y vandalismo político. La inminente pérdida de CITGO, por ejemplo, no puede ser atribuida exclusivamente al régimen chavista. Esto es un crimen en el cual comparten responsabilidades tanto chavistas como falsos opositores.

            Venezuela está obligada a romper esa tenebrosa dicotomía de obligarse a escoger entre el malo y el peor. Para sacar al chavismo del poder es necesario acabar igualmente con la nociva y tóxica influencia que hasta ahora ha ejercido la falsa oposición. Si esta dinámica entre chavistas y falsos opositores se mantiene Venezuela seguirá pagando un precio cada vez más elevado en términos de soberanía e integridad territorial.- @humbertotweets 

Hay que ser más exigentes con María Corina Machado

            De la mano engañosa de la falsa oposición Venezuela ya lleva dos décadas votando sin condiciones y sin garantías políticas. Esto, que en cualquier otro sistema político sería considerado anormal, ha ocurrido tantas veces y por tanto tiempo que ahora es parte de la normalidad.

Uno de los incentivos para continuar haciendo lo mismo es que en las elecciones parlamentarias y en las regionales aparentemente la falsa oposición logra ganarle algunas veces al chavismo y este también aparentemente acepta algunas de esas derrotas.

Por supuesto, esto no ocurre con las elecciones presidenciales donde, a pesar de los esfuerzos y las encuestas, el candidato de la falsa oposición siempre llega en un digno y honroso segundo lugar, casi a punto de ganarle al candidato oficialista, pero sin efectivamente poder lograrlo.

Todas las elecciones celebradas durante la era chavista han tenido esa imagen de aparente competitividad, aunque sin condiciones ni garantías transparentes de muy poco han servido para lograr el cambio político.

Esto además sugiere sino una complicidad al menos una aceptación tácita de los candidatos opositores para participar en unas elecciones cuyo resultado cualquiera fácilmente podría anticipar.

Más allá de la narrativa épica de quienes la apoyan, la candidata de la falsa oposición María Corina Machado no podrá zafarse de la dinámica en la que se han visto sus antecesores. ¿Por qué habría de ser diferente hoy si al igual que ayer tampoco existen condiciones y garantías? Y lo emblemático de esto es que la misma habilitación de la  candidatura de Machado depende de lo que le convenga al gobierno. Sencillamente si conviene a sus intereses será habilitada y si no pues no lo será.

Muy consciente de todo lo que hemos planteado en este artículo María Corina Machado propagó masivamente la consigna “En Tiranía no se vota”. Y a esa definición política ella debería agradecerle la popularidad de la que hoy disfruta.

En algún momento ella cambió su postura y resolvió que ahora en tiranía si se vota. Al igual que sus antecesores en la falsa oposición ella no se sintió obligada a explicar o razonar su nueva postura pidiendo en cambio que se le apoye como un acto de fe ciega en sus desconocidas facultades las cuales reclaman un cheque en blanco al portador.

Después de todos los engaños que han perpetrado los candidatos de la falsa oposición lo menos que se puede esperar del venezolano promedio es el escepticismo militante como una respuesta reflejo frente a los cantos de sirena.

María Corina Machado hoy ocupa la representación que ayer le correspondió a Francisco Arias Cárdenas, Manuel Rosales, y Henrique Capriles Radonski. A ella no se le puede pedir menos que a los otros. Por el contrario, tomando en cuenta la destreza que ha demostrado la falsa posición para reinventarse y reciclar sus promesas en cada uno de sus candidatos con María Corina Machado habría que ser más desconfiado, suspicaz y escéptico para que el desengaño y la desesperanza no tengan efectos demoledores.- @humbertotweets

lunes, 15 de enero de 2024

Ni Diosdado lo sabe…

            Como ya es habitual en los últimos 8 años, el mercenario de la comunicación Ignacio Ramonet fue a Miraflores los primeros días de Enero de este año a recibir sus incentivos como operador propagandístico del régimen chavista. En su paso furtivo y rápido por Caracas Ramonet, como es costumbre, aprovechó para conversar con Nicolás Maduro y escribir una empalagosa apología ensalzando al tirano venezolano.

            La pieza en cuestión jamás alcanzó el nivel de una entrevista sino más bien un testimonio público de irrefrenable adulación donde Ramonet, solícito, se postraba como alfombra persa para que Maduro pudiera caminar y contornearse con absoluta comodidad. En algún momento, maravillado y salivando por las respuestas básicas de Nicolás Maduro, el operador Ignacio Ramonet le diría en relación a la liberación de Alex Saab: “Fue una bellísima victoria, presidente. A través del mundo muchas personas se alegraron de esa liberación, porque habían militado por denunciar todas las falsedades que se dijeron…”

            De todos los asuntos tratados en esa conversación hay uno de particular importancia para los venezolanos y es el que tiene que ver con la forma como el régimen chavista se prepara para encuadrar su fraude electoral de este año. Si acaso algo habrá que agradecerle al sablista Ramonet es que nos haya ayudado a captar las claves de lo que realmente está pensando el jefe de la macolla chavista sobre la perpetración de la farsa electoral.

            El chavismo por boca de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello ha insistido que este año habrá elecciones. Sin embargo, las acciones del régimen chavista han tomado caminos distintos y separados del discurso. Cada énfasis en la aseveración de que sí habrá elecciones viene acompañado de una serie de acciones que más bien indican que el régimen chavista se está preparando para suspenderlas o posponerlas.

            Mientras la falsa oposición sigue envalentonada con su candidata en el carnaval electoral, el chavismo no solo mantiene oculta la fecha de los comicios sino que además se ha reservado el derecho de decidir hasta última hora quiénes serán los candidatos opositores habilitados para participar.

            La indefinición y ambigüedad que rodean las elecciones que convocará el chavismo este año confirma que estas serán sin condiciones ni garantías en el mejor espíritu de burlar, como siempre, los acuerdos con la falsa oposición. Pero, por supuesto, ya sabemos que aunque el chavismo cumpla la formalidad de convocarlas según su propia pseudo legalidad esto no significa necesariamente que estas se realizarán.

            Lo más probable es que la ilusa esperanza de la falsa oposición para unas elecciones competitivas se vaya diluyendo conforme pasen los meses de 2024 y el chavismo siga usando su tinglado jurídico-militar para violar sus propias leyes, bien sea suspendiendo en forma indefinida o posponiendo en forma sucesiva la elección presidencial con el pretexto de la supuesta confrontación con Guyana.

            Tratando de aparentar cierta neutralidad, sin lograrlo, Ignacio Ramonet en el referido encuentro le prepara la cama a Nicolás Maduro para que este se mueva a gusto y diga lo que le plazca: “La oposición ya ha designado a unos nueve candidatos, al parecer. Y los analistas dan por descontada la candidatura de usted... Así que quisiera preguntarle si será usted, efectivamente, el candidato del chavismo a la elección presidencial de 2024?”

 

            A lo que el candidato Maduro le responde: “Yo lo que te puedo decir es que es prematuro todavía. Apenas el año empieza. Solo Dios sabe… No Diosdado, Dios. Esperemos que se definan los escenarios electorales del proceso que va a haber este año, y estoy seguro que, con la bendición de Dios, tomaremos la mejor decisión.”

            En entrelineas lo que está diciendo el candidato del PSUV es que este aun siendo la opción oficial del chavismo para seguir dirigiendo el gobierno no lo quiere admitir púbicamente, al menos no por ahora. ¿Por qué? Porque, según Maduro, los escenarios electorales aún no se han definido y las decisiones para definirlos aún no se han tomado.

Esto pone la convocatoria de las elecciones en manos de una serie de incidencias y factores todas las cuales dependen en su totalidad de lo que le convenga al chavismo con una muy frágil apariencia de legalidad y legitimidad, no tanto para impresionar a la llamada comunidad internacional como para persuadir a sus propias fuerzas armadas que ellos aún conservan cierta influencia política.

            ¿Por qué tendría Nicolás Maduro que embarcarse en el desgaste de una campaña para unas elecciones que nadie sabe cuándo serán o si efectivamente serán convocadas?

            Gracias al lisonjero Ramonet ahora sabemos que el chavismo se pasará buena parte del 2024, o todo el año, jugando a la incertidumbre de unas elecciones que no cambiaran nada porque están diseñadas para que el régimen chavista cuente los votos y proclame sus resultados. Si ni siquiera Diosdado Cabello sabe la fecha de la farsa electoral chavista, mucho menos podrá esperar la falsa oposición para que le concedan unas elecciones competitivas. Sin embargo, muy a pesar de la incertidumbre y de la falta de condiciones y garantías para unas elecciones transparentes la falsa oposición seguirá pregonando la vía electoral como la única posible. La única para que el chavismo siga en el poder.- @humbertotweets

jueves, 11 de enero de 2024

Libertad para los metropolitanos y los hermanos Guevara

            La perversión en la praxis política venezolana no solo consiste en un régimen que persigue, encarcela y asesina para mantenerse en el poder, sino también en una falsa oposición que se presta para el macabro juego de degradar a los presos políticos, civiles y militares, como fichas de negociación.

            Una negociación correctamente planteada al régimen chavista, con claridad y contundencia, no puede caer en la manipulación chavista de clasificar a los presos políticos en presos de primera, de segunda y de tercera categoría.

            Los presos de primera son aquellos que son más publicitados por los partidos y cuyos nombres siempre están en la mesa de negociaciones entre el oficialismo y su falsa oposición. Generalmente son civiles que han formado parte o han estado relacionados con el cuadro directivo de las franquicias partidistas.

            Hay un segundo grupo de presos políticos cuyos nombres son usados para hacer bulto en las listas pero son más que todo activistas y operadores de menor rango de los partidos o simples ciudadanos que ingenuamente creyeron que en Venezuela hay libertad de expresión y hoy están presos por tuitear contra el régimen.

            Pero hay un tercer grupo de presos políticos, donde la mayoría son militares y hay algunos civiles, del cual muy pocos o casi nadie se ocupa. Aquí se encuentran en su mayoría  los que están procesados por causas militares, pero cuyo denominador común es que por su condición o por no tener vinculaciones orgánicas con las franquicias partidistas muy pocas veces sus casos son visibilizados y casi nunca sus nombres son mencionados en las mesas de negociaciones.

            Hay muchos civiles y militares en este tercer grupo. Solo por tomar un criterio de antigüedad podemos nombrar entre otros a los tres policías metropolitanos que aún permanecen presos Erasmo Bolívar, Héctor Rovaín y Luis Molina; y a los hermanos Guevara, Rolando, Otoniel y Juan Bautista.

            Los abogados defensores de los policías metropolitanos y los hermanos Guevara han hecho un verdadero doctorado en Derecho Penal al demostrar procesalmente la inocencia de sus defendidos cientos de veces en todas las instancias de la justicia chavista. Pero la casi exactitud científica del Derecho Penal siempre termina estrellándose contra la realidad política de un régimen que se empeña en mantenerlos presos para intimidar al resto de la sociedad y una falsa oposición que se avergüenza en defenderlos porque no quiere provocar la ira del chavismo.

            Con la misma obstinación que el régimen chavista se empeñó en liberar a Alex Saab la falsa oposición ha debido hacer un punto de honor el no participar en farsas electorales hasta que no se liberen todos los presos políticos, civiles y militares, comenzado por los más antiguos, los policías metropolitanos y los hermanos Guevara.

            Es un asunto de claridad e integridad en la praxis política. No puede haber elecciones sin condiciones ni garantías y menos aún con presos políticos.

            Que la falsa oposición y sus voceros hayan aceptado como normal algo que es una aberración dice mucho de lo que de ellos se puede esperar. No es normal ir a votar con incertidumbre, sin condiciones ni garantías. No es normal ir a votar con presos políticos, así como es inaceptable la falacia de llamar a votar “para liberarlos con el voto”. No comprometerse con la liberación de todos los presos políticos, civiles y militares, y entregarse incondicionalmente a la farsa electoral es la mayor traición de la falsa opción venezolana.- @humbertotweets 

Cortoplacismo

            Cortoplacismo. He aquí otra de las taras que persigue y atrapa a la falsa oposición venezolana. Es la tendencia a reaccionar en forma epiléptica y espasmódica a las situaciones que va presentando la coyuntura. El resultado es una secuencia de acciones caóticas, desordenadas y espontáneas que nunca producen los resultados esperados.

Pero ¿qué es el cortoplacismo? Es la conducta que busca resultados inmediatos, casi instantáneos, sin tomar previsiones o estimar consecuencias a largo plazo.

El cortoplacismo puede ser la consecuencia de la falta de caracterización o de una caracterización errónea del adversario político.

En Venezuela, por ejemplo, creer que el chavismo está limitado por su propio marco jurídico sería una caracterización errónea que a su vez conduce a alimentar la idea cortoplacista de ir a unas elecciones con la esperanza que sus resultados serán respetados y garantizados. 

El cortoplacismo se asimila muy rápidamente como la conducta dominante sobre todo en aquellos que, por desesperación o cualquier otro motivo, tienen la esperanza de un cambio inmediato.

Así lo que se impone es la práctica improvisada de hacer cualquier cosa en lugar de hacer nada, aun a sabiendas de que lo que se hace podría igualmente conducir a nada.

Llamar a votar sin condiciones ni garantías electorales es una típica desviación cortoplacista que apuesta por un cambio casi milagroso que produzca satisfacción instantánea.

Las propuestas cortoplacistas tienen el encanto mágico que anima a no pocos a abrazarlas como la única tabla de salvación, a pesar de que su formulación desafíe toda racionalidad.

Los políticos demagogos conocen muy bien el inmenso efecto persuasivo del cortoplacismo como fórmula, aunque sus perversos efectos en el largo plazo  sean desesperanzadores y demoledores.

Vencer el cortoplacismo requiere de una estrategia de largo plazo construida con claridad y disciplina, pero más que todo paciencia y perseverancia. Todas estas cualidades humanas resultan odiosas cuando dos décadas de chavismo ya parecen una interminable eternidad.

Diremos que en política normalmente no hay atajos y pocas veces funcionan. Pero generalmente el atajo entendido como una praxis que evade hacer la tarea y se apoya en la espontánea improvisación se paga caro.

Todo esto nos lleva a concluir que en Venezuela la idea cortoplacista que se impuso en 1999 para enfrentar al entonces naciente régimen de Hugo Chávez nos ha arrastrado por caminos equivocados y ciertamente nos ha llevado al fracaso a la hora de lograr el cambio político.

Lamentablemente como en política no operan los milagros ni las soluciones mágicas lo que no hicimos en 1999 tenemos que hacerlo hoy con serenidad, paciencia y perseverancia aunque la invitación suene desalentadora después de todo lo que ha pasado.

Si hoy se vuelve a imponer el cortoplacismo será muy difícil, y casi imposible, lograr resultados distintos a los acumulados en estas dos últimas décadas de barbarie y destrucción.- @humbertotweets

lunes, 8 de enero de 2024

Alex Saab y la moral chavista

            Para los efectos de este artículo tenemos que establecer una clara distinción entre moral y ética. Para evitar enredarnos en inútiles discusiones retóricas que alimentan la confusión diremos que, siguiendo los parámetros planteados por el filósofo español Gustavo Bueno, entendemos por moral el conjunto de normas que busca la preservación de un grupo y por ética aquellas orientadas a la protección del individuo o la persona. 

            De esta distinción podemos desde ya obtener algunas conclusiones. Por ejemplo, que no siempre moral y ética van a coincidir y que por el contrario muchas veces se encuentran en una irreconciliable confrontación dialéctica. También podemos decir que un grupo de delincuentes tiene unos valores morales que no son los mismos valores ni la misma moral de la sociedad en que están insertos y que ellos tratan de pervertir.

            Con este breve preámbulo podemos argumentar que en Venezuela efectivamente hay una moral chavista que busca la preservación y recurrencia de ese grupo y que está enfrentada a la moral de la sociedad venezolana que defiende valores totalmente opuestos.

            Desde el control del aparato del Estado el chavismo ha hecho todo lo posible para destruir material y moralmente la estructura nuclear de la familia como célula fundamental de la sociedad venezolana. Esto podría parecer un contrasentido si se piensa que al destruir la familia el chavismo estaría al mismo tiempo destruyendo las bases en las que se apoya su Estado.  Pero lo que privilegia el chavismo no es la idea de familia sino más bien la de banda, grupo o secta que sirve de sustento al Estado chavista que no a un Estado nacional venezolano.

            En esta concepción del grupo o secta que sustituye a la familia no hay educación sino propaganda, no hay empleo sino dádivas, no hay justicia sino fidelidad. Esto puede explicar que mientras muchos lamentamos la bancarrota material y moral de la nación venezolana el chavismo la celebra. Porque es precisamente en el caos y el desmantelamiento de las tradicionales instituciones sociales que el chavismo puede imponer sus propias estructuras y su propia moral.

            La forma como el chavismo se planteó la liberación de Alex Saab es un magnífico ejemplo para ilustrar cómo opera la moral chavista. Alex Saab es uno de los muchos operadores con los que cuenta el régimen chavista para perpetrar acciones esenciales en el sostenimiento del régimen. Se trata de operadores que actúan bajo el amparo de la pseudo legalidad del Estado chavista, pero cuyas gestiones en otros países podrían ser consideradas ilegales.

            En términos instrumentales Alex Saab puede tener igual o menos información que otro operador como el Pollo Carvajal a la hora de comprometer al régimen para el cual han trabajado. Más que información incriminatoria lo que en realidad quisiera obtener alguna agencia policial internacional serían datos precisos de operaciones o redes de operadores para buscar su neutralización. Pero cuando este tipo de operadores es detenido normalmente esto obliga a replantear la ejecución de las operaciones en marcha impactando la utilidad de la información que el detenido pueda aportar.

            De esto podemos concluir que el valor de cambio de estas fichas no está tanto en la información que puedan llevar consigo como en el efecto mediático que se pueda lograr de su proceso de liberación. En esto el régimen cubano ha sido muy efectivo al orquestar campañas para presentar mercenarios y espías cubanos como verdaderos héroes nacionales.

            Algunos medios y analistas que orbitan en torno a la falsa oposición se quedaron anclados en la lectura superficial según la cual para el chavismo era de vida o muerte liberar a Alex Saab por los supuestos secretos del régimen que él conocía y podía revelar, como si los contactos no se pudiesen eliminar y las contraseñas cambiar. Desde ese ángulo limitado era muy difícil explicar todos los esfuerzos mediáticos que hizo el chavismo para lograr la liberación de Alex Saab y menos aún explicar la audacia de presentar a un operador de tercera o cuarta categoría como un diplomático venezolano acreditado.

            La campaña para liberar a Alex Saab tenía dos frentes. El frente internacional con contenidos en impecable gramática inglesa e intensas campañas de cabildeo (lobby) entre representantes demócratas y altos funcionarios de la administración de Joe Biden para quienes un canje de 5 ciudadanos norteamericanos a cambio de un operador chavista resultaba algo más que obvio.

            Pero el frente interno, el de la política nacional, era en realidad el de mayor interés e importancia para el chavismo. La campaña por la liberación de Alex Saab fue vendida dentro del régimen chavista, y especialmente dentro de sus fuerzas armadas, como los extremos hasta los cuales está dispuesto a llegar el régimen en defensa de uno de los suyos. Esto es hoy particularmente importante porque hay desmoralización y deserción entre operadores chavistas muchos de ellos con órdenes internacionales de captura obligados a disfrutar sus millones en Venezuela.

            El mensaje que el régimen chavista le envía a sus operadores es que la lealtad perruna siempre será retribuida hasta los límites más insospechados, como en el caso de Alex Saab, pero igualmente la traición será implacablemente castigada sin misericordia con muerte, prisión o destierro así como ha ocurrido con emblemáticos miembros del régimen tales como Carlos Lanz, El Pollo, Carvajal, Rafael Ramírez, Luisa Ortega Díaz, y Tareck El Aissami, por citar algunos.

            El régimen chavista está conformado por clientelas y redes de operadores civiles y militares. Aunque estos elementos actúan como una banda o secta no pueden evadirse de la realidad socioeconómica en la que están insertos y la que muchas veces los lleva a sufrir frecuentes y recurrentes crisis de fe y de lealtad con un sistema que más o menos funciona, pero que se agota en el tiempo. Las evidencias de este agotamiento se pueden apreciar en las masivas solicitudes de baja y las deserciones de oficiales militares en todos los niveles.

            La liberación de Alex Saab era esencial para el chavismo y su campaña que trata desesperadamente de mantener la moral, la cohesión y la lealtad de las partes de un ecosistema que producto de sus propias contradicciones en cualquier momento podría implosionar.- @humbertotweets

jueves, 4 de enero de 2024

Saab Naranjo: Los apellidos de la política exterior norteamericana

            Siempre hemos sido críticos de la política exterior norteamericana frente al régimen chavista por varias razones que podemos sintetizar en dos: 1) Porque en un balance de sus resultados a lo largo de dos décadas esta política ha ayudado a que el chavismo siga en el poder, muy parecido a lo que ha pasado con Cuba; y 2) Porque dicha política parece ignorar, en forma deliberada, los peligros que representa para la seguridad nacional de los propios Estados Unidos tener en su área de influencia a un Estado con alianzas militares activas con países como Irán y Rusia.          

            Pero suponemos que el Departamento de Estado norteamericano cuenta con operadores que se han planteado el tema de las relaciones con el régimen chavista no como un ejercicio de improvisación sino en estricta defensa de los intereses de los Estados Unidos, por encima de los intereses de cualquier otro país, nación o pueblo, así se trate del pueblo venezolano que aún hoy sigue viendo a los Estados Unidos como un país amigo de la causa liberadora.

            Pero en los terrenos movedizos y traicioneros de la geopolítica los intereses de la nación venezolana por sobrevivir a la barbarie chavista no necesariamente tienen que coincidir con los intereses imperiales de los Estados Unidos. Y esa realidad por muy dura que parezca, porque lo es, solo confirma una vez más que los Estados no tienen amigos, ni siquiera aliados, sino intereses.

            Mientras para los venezolanos es vital librarse por cualquier medio del chavismo, para los Estados Unidos la prioridad máxima parece ser asegurarse un proveedor confiable y barato de petróleo en la región, papel que el chavismo está dispuesto a jugar con tal y se le permita seguir abusando del poder.

            En negociaciones directas con el régimen chavista los EEUU no sólo canjearon a Alexa Saab por ciudadanos norteamericanos detenidos arbitrariamente en Venezuela sino que además le entregaron al gobierno chavista al Teniente de la Guardia Nacional Pedro Naranjo quien con toda razón había solicitado asilo en los EEUU. Lo que sorprende e indigna es que a Naranjo no solo le hayan negado el asilo sino que a diferencia de otros casos en los cuales el deportado es enviado a un país que garantice la integridad física de la persona, en este fue entregado directamente a sus verdugos y potenciales asesinos.

            La liberación de Saab no es obviamente un evento fortuito sino, al igual que la entrega del Teniente Naranjo, una decisión que responde a una política definida y orientada a reconocer y entenderse por intereses pragmáticos con el chavismo. Que no se diga que se trata de un asunto de cumplir las leyes norteamericanas. Porque la misma discrecionalidad y clemencia que operó para Alex Saab ha podido ser invocada y beneficiar al Teniente Pedro Naranjo.

            Llama la atención que los operadores de la política exterior norteamericana caigan en el mismo juego del chavismo de usar personas privadas de libertad como fichas de negociación, tal como se ha visto en estos casos.

            Sería una absoluta ingenuidad pensar que la liberación de Saab y la entrega del Teniente Naranjo es el precio para unas elecciones transparentes, con condiciones y garantías en Venezuela. Pero, la experiencia nos dice que el chavismo usa estas negociaciones para aliviar presiones internacionales, vía propaganda, y ganar tiempo hasta las próximas negociaciones.

            La liberación de Saab y la entrega del Teniente Naranjo solo pueden tener el efecto de una sorpresiva en inmerecida bofetada a los millones de venezolanos que aún esperan ilusionados que los Estados Unidos presione al régimen chavista para que acepte unas elecciones justas, reconozca el resultado, y entregue pacíficamente el poder. Es mucho esperar de nuestro aliado más preocupado hoy por la guerra Rusia-Ucrania que por el barranco hacia el cual va embalada la nación venezolana.

            Esto no quiere decir que esa política no cambie en el futuro. Puede cambiar. Esperemos que para entonces, cuando los intereses geopolíticos de los EEUU y los del pueblo venezolano se vuelvan a realinear, aún quede algo por salvar.- @humbertotweets 

Voluntarismo

El voluntarismo es una teoría filosófica y una praxis. Como teoría filosófica el voluntarismo le otorga más importancia a la voluntad que al entendimiento o la razón. Como praxis política el voluntarismo hace énfasis en el deseo personal basado en la voluntad, por encima del análisis racional de las posibilidades reales o del contexto en el cual se está inserto.

Algunos exponentes del voluntarismo incluyen a filósofos como Schopenhauer, Nietzsche, y Kierkegaard, entre otros.

En la política el voluntarismo puede aparecer indistintamente en grupos con concepciones idealistas o materialistas, o de izquierda o derecha, como un subproducto del ejercicio pragmático y acrítico de la acción que se enmascara en sofismas seductores tales como “querer es poder”.

A pesar de las engañosas bondades del voluntarismo que atribuye el cambio a la única, férrea e indómita voluntad del hombre la realidad nos plantea una confrontación dialéctica entre nuestros deseos (planes y programas) y los complejos contextos en los cuales nos desenvolvemos (la realidad).

Así el voluntarismo se nos revela más que como una virtud como una verdadera tara para la praxis política desde el momento en que presupone que la realidad se puede sustituir a fuerza de voluntad.

Esta es una discusión de total actualidad en Venezuela hoy, cuando hay fuerzas que insisten en llamar a votar para lograr el cambio político, a sabiendas de que no existen condiciones ni garantías políticas o institucionales.

Los voluntaristas dicen que es mejor ir a votar sin garantías que quedarse de brazos cruzados. Para alimentar su débil argumento dicen que votar es la única forma de lucha ciudadana para el cambio político y además ponen toda su fe en un milagro, literalmente. 

Lo opuesto al voluntarismo no es el escepticismo o la resignación a no hacer nada como los voluntaristas falsamente sugieren.

Una praxis política racional y materialista, anclada en la realidad, debe partir de un exhaustivo inventario de lo que hay (correlación de fuerzas antagónicas) y un diagnóstico de las condiciones (entorno) en un momento determinado (coyuntura) para proponer unas hipótesis de acción (lucha política).

La dirigencia partidista que solo piensa en función del calendario electoral, sustrayéndose de la realidad, en la esperanza que algo milagrosamente cambie a fuerza de buenos deseos, está incapacitada para ver un horizonte más allá de sus narices y formular una política viable y sostenible para el largo plazo. Y en eso llevan ya dos décadas.

El voluntarismo es una mala práctica política con efectos tóxicos que no solo contamina el análisis sino que además alienta otras desviaciones tales como el mesianismo y la esperanza en un héroe -¿o heroína? que en forma milagrosa y épica descenderá de los cielos para ganar la batalla final. El voluntarismo y su componente metafísico solo funcionan en Narnia. En el mundo real no hay milagros ni atajos. Sólo queda hacer política con los pies en la realidad.- @humbertotweets