domingo, 30 de septiembre de 2018

Subestimar al régimen de Maduro


El régimen de Maduro atraviesa uno de sus momentos más difíciles. El irreversible desplome del estado venezolano y la virtual disolución de la república hace la situación interna cada día más ingobernable. La autoridad y el poder militar no están al servicio de la sociedad sino para sostener únicamente al régimen chavista. El colapso de la economía ha enfrentado a los operadores y clientelas chavistas contra su propio gobierno. Y algo muy similar ocurre con los militares.
En esta situación de caos la única estrategia para el régimen es tratar de sobrevivir un día a la vez. Cada día en el poder es victoria, pero el deterioro de su capacidad para maniobrar en áreas sensibles de la política y la economía lo pone en una dinámica de estirar la arruga hasta que la piel reviente.
Estados Unidos y otra decena de países han ido aumentando la presión sobre jerarcas del régimen. Se trata de sanciones individuales contra operadores oficialistas acusados de narcotráfico, lavado de dólares y violaciones a los derechos humanos. Hasta ahora las medidas no han estado dirigidas en forma directa contra el régimen. Estados Unidos por ejemplo que asume la posición más beligerante no se decide por el embargo, aún le compra petróleo a Venezuela y no ha roto relaciones con la tiranía de Maduro.
Con abundantes factores internos y externos en contra los días del régimen podrían estar contados. Sin embargo así como internamente la falsa oposición política se equivocó en su diagnóstico y se embarcó en casi dos décadas de elecciones y negociaciones la comunidad internacional y los países no parecen entender la verdadera naturaleza de lo que están enfrentando.
La estrategia de los Estados Unidos por ejemplo apuesta a romper la unidad de la burocracia militar con su política de sanciones individuales. Las acciones diplomáticas en escenarios como la ONU, OEA, Corte Penal Internacional, Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, Consejo de Seguridad de la ONU, etc, etc. no parecen tener el sentido de urgencia que reclama la crisis humanitaria en Venezuela y tampoco parecen atacar la verdadera causa de la crisis. En ambos casos pareciera que se trabaja con la dudosa racionalidad de provocar un susto en bloques o facciones del régimen que lleve a su vez a un proceso de ruptura.
La misma tesis de la intervención militar internacional hoy luce empantanada y reducida a una amenaza para provocar ese susto y eventualmente una escisión, lo cual de ser así no podría más que catalogarse como una ingenuidad. La beligerancia mediática de los EEUU combinada con la agresividad retórica del Presidente de Colombia, dos de los aliados más firmes que tiene el pueblo venezolano, lleva a pensar que ambos gobiernos aun sacan sus cuentas sobre los costos y beneficios de una acción internacional mientras ejercitan una suerte de presión psicológica sobre el régimen de Maduro.
Mientras la comunidad internacional agota las formas diplomáticas para persuadir un cambio en el régimen de Maduro este sigue ganando tiempo. Mientras tanto millones de venezolanos pagan con su sangre los vaivenes de este macabro juego geopolítico.- @humbertotweets

jueves, 27 de septiembre de 2018

El último reinvento de la MUD/Frente Amplio


La irreversible crisis del estado chavista y el desmantelamiento de la República coinciden con la ausencia de una oposición política organizada para derrocar al régimen. Esta ausencia ha sido aprovechada hábilmente por los operadores de la falsa oposición, que se han presentado en los últimos diecinueve años como la supuesta alternativa democrática y electoral al chavismo, solo para quedar reducida a su mejor agente legitimador.
En otras palabras, no se podría explicar casi dos décadas de pesadilla chavista sin el colaboracionismo abierto y encubierto de una oposición víctima de sus propias debilidades y contradicciones.
El rechazo a las políticas electoreras de la MUD ha forzado a esta franquicia a reinventarse. En realidad, intenta sobrevivir mutando en la marca que se ha vendido como el Frente Amplio, el cual es en esencia la misma MUD, con idéntica estrategia e ideología, pero con otro nombre.
En este reciclaje de la MUD se agrupan toda suerte de operadores políticos camuflados como sociedad civil de sindicatos y gremios controlados precisamente por los partidos de la MUD. Hasta el llamado chavismo democrático e impenitente de Luisa Ortega Díaz y Miguel Rodríguez Torres tienen un espacio en esa “tizana”.
Esta franquicia de franquicias, la MUD/Frente Amplio, anunció hace unos días una “metodología” (¡Otra!) para hacer acuerdos nacionales y sectoriales en lo que ellos consideran doce áreas importantes. Aquí estamos frente a un nuevo intento de propagar ilusiones y falsas esperanzas con el único objetivo de recuperar parte de su perdido prestigio y credibilidad.
El documento en referencia tiene un insoportable tufo a programa de gobierno para una campaña electoral propio de la socialdemocracia. Anuncian comisiones de trabajo donde cualquiera, con criterio o sin él, con poder o sin él, podría acercarse a dejar “democráticamente” su opinión.  Allí abundan en forma hemorrágica palabras que por su abuso terminan siendo lugares comunes: acuerdo, gobernabilidad, políticas públicas, transición, etc., etc.
En la introducción del referido documento se admite que Venezuela está destruida. Muy bien, en eso estamos de acuerdo. Pero luego, sin previo aviso, saltan a un catálogo de tópicos sobre los que, según ellos, habría que llegar a acuerdos para una política de largo plazo. El documento de la MUD/Frente Amplio ni siquiera intenta resolver la cuestión fundamental que se plantea en el primer párrafo del documento: Venezuela está destruida, es una república sin instituciones y en vías de disolución. ¿No habría que resolver primero el asunto de reconstruir la república y su régimen político antes de ahogarse en una hemorragia de retórica y demagogia distribuida en mesas de trabajo? Sobre eso no dicen ni pio.
No menos grave es el hecho de que ese documento está montado sobre la premisa de la transición por la que tanto aboga la MUD. Esto no sería otra cosa que un proceso de cohabitación con estructuras del chavismo para cambiar unos funcionarios del gobierno por otros, dejando intactas las mafias políticas financieras y militares con poder para someter a los nuevos funcionarios y su lista de buenas intenciones.
La MUD/Frente Amplio siempre ha promovido la política de respetar celosamente la constitución chavista de 1999, desde donde ellos piensan que podrán recrear un estado paternalista pero más inclusivo; o sea una especie de chavismo sin Chávez, uno pero con rostro humano. Lo que no entienden es que al intentar convivir con esta constitución (o la que apruebe el régimen este año) y las mafias políticas, financieras y militares, están dejando la puerta abierta para que —por las grietas de los acuerdos nacionales, los consensos y el fundamentalismo democrático— el chavismo regrese nuevamente al poder. Y este es un tema crucial que se debe abordar en la víspera con los poderes fácticos, pero claro no en las comisiones de trabajo de la MUD/Frente Amplio.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Las ingenuidades de Iván Duque


Con el presidente de Colombia Iván Duque no sabemos si estamos frente a un político zamarro que, como buen estratega, oculta sus movimientos o por el contrario estamos frente a un político ingenuo dechado de buenas intenciones.
El Iván Duque zamarro podría ser aquel que ya está articulando fuerzas internas y externas para una inevitable intervención militar en Venezuela. Al tiempo que se prepara para actuar confunde a su adversario con una creíble retórica pacifista que niega la intervención. Sin embargo, el discurso del ex presidente Uribe ante el Senado de Colombia apoyando la intervención de Duque en Venezuela confirmaría que hay en desarrollo una política del estado colombiano a tal efecto.
El Iván Duque ingenuo sería aquel que contra toda la lógica contenida en El Príncipe de Maquiavelo efectivamente revela sin reservas sus planes e intenciones. Es aquel que espera agotar todas las instancias burocráticas internacionales para atender la crisis de Venezuela que por su impacto migratorio ya lo es también de Colombia. Entonces habría que darle todo crédito a las declaraciones de Duque rechazando una intervención militar en Venezuela auspiciada por Colombia.
Las últimas declaraciones de Iván Duque podrían significar una cosa u otra si no se toman en un contexto determinado. Pero es que Duque sin haber endosado el comunicado del llamado Grupo de Lima reacciona precisamente al mismo tenor que los embajadores condenando a Luis Almagro por sugerir que la opción militar seguía en la mesa como una salida para Venezuela.
En una entrevista realizada por Radio Caracol el presidente colombiano Iván Duque dijo: “Si una intervención militar se lleva a términos belicistas termina legitimando al dictador porque él siempre está buscando crear la figura del enemigo invasor para él aferrarse al poder".
Así Iván Duque se nos muestra como un político ingenuo y no zamarro cuando cree posible que una intervención militar no sea belicista. Duque es víctima de una concepción metafísica de la política que cree ciega y antihistóricamente que la paz se logra deseándola.
Luego dice Duque que dicha intervención (militar) “terminaría legitimando al dictador.” ¿Legitimando? ¿Entiende Iván Duque que el núcleo de la legitimidad es la aceptación y reconocimiento? ¿Quienes aceptarían al tirano luego de la intervención? ¿Los venezolanos? ¿La llamada comunidad internacional?
Además sugerir que el régimen de Maduro se aferraría al poder como resultado de esa intervención es admitir que hoy aun no lo está lo cual es una afirmación audaz desmentida por la realidad. Es todo lo contrario. A Maduro y su régimen hay que sacarlos del poder precisamente porque están aferrados a él y no lo entregaran de ninguna otra forma.
La lógica que usa Iván Duque para argumentar su rechazo a una intervención militar en Venezuela revelan una gran ingenuidad por parte del novel presidente. Cada día que Duque invierta en buscar salidas pacifistas serán aprovechadas por el régimen de Maduro para ganar tiempo y desbancar al gobierno colombiano.
Tarde o temprano Colombia se verá obligada por la fuerza de los hechos a intervenir militarmente en Venezuela a pesar de las ingenuidades pacifistas de Iván Duque. Todo dependerá de cuándo Duque despierte y se entere de la realidad. @humbertotweets

jueves, 20 de septiembre de 2018

Emic/Etic: Dos perspectivas del colapso de Venezuela


La crisis actual del estado venezolano, entendida como la carencia institucional para lograr sus fines, es el resultado del fracaso de un sistema político basado en una oligarquía de partidos (partidocracia hasta 1998) primero, y en una oligarquía de partido único (estado chavista a partir de 1999) después.
Esta crisis se caracteriza por el derrumbe de todas las instituciones de la sociedad venezolana. Aquí no estamos frente a un mero mal gobierno que no cumple sus planes y proyectos, y que puede ser sustituido democráticamente por otro. La total destrucción de la economía, la ausencia de poderes públicos independientes y operantes, la corrupción en todas las instancias del gobierno, las conexiones del estado venezolano con el narcotráfico y el terrorismo internacional, la incapacidad del estado para atender sus obligaciones internas y externas, y el control del poder político repartido entre mafias civiles y militares, configuran algo mucho más grave.
Sin embargo, el mismo fenómeno inédito del derrumbe de Venezuela como país y sus consecuencias genera diferentes respuestas para abordarlo. Para entenderlo ayudaría la distinción entre las perspectivas emic/etic usada por el lingüista Kenneth Lee Pike, siendo emic la perspectiva del agente o testigo de los hechos históricos, y etic la perspectiva del observador distante de los mismos.
Desde una perspectiva emic (del sujeto: los venezolanos), Venezuela es un caos donde no hay un estado que garantice la vida, la libertad, ni la justicia; razón por la cual cientos de miles siguen abandonando su territorio para refugiarse en otros países.
Desde una perspectiva etic (del observador: los otros países, considerados individualmente y no como parte de organismos como la ONU o la OEA), Venezuela no es un caos sino un estado controlado por mafias civiles y militares que se apoyan sistemáticamente en la represión, el narcotráfico y el terrorismo para mantenerse indefinidamente en el poder. Este estado mafioso y criminal sería la principal causa del masivo y abrupto desplazamiento de venezolanos a otros países y sus negativas consecuencias.
Ambas perspectivas de la misma crisis son diferentes, pero no necesariamente contradictorias. Para los venezolanos (emic) se trata de una lucha por recuperar la República y la libertad. Por su parte, para países como Estados Unidos y Colombia (etic) se trata de detener una amenaza inminente sobre su seguridad nacional.
De estas dos perspectivas del colapso de Venezuela se derivan diferentes maneras y grados de urgencia para abordarlo. En lo que sí coinciden las dos es en la ausencia de mecanismos internos, pacíficos e institucionales para resolverla.   @humbertotweets

domingo, 16 de septiembre de 2018

La intervención no pasa por la ONU


Que el Consejo de Seguridad de la ONU, bajo la llamada fórmula Arria, haya conocido formalmente sobre el despedazamiento de Venezuela no significa nada distinto a lo que ya se conoce y está planteado. Se trata de una situación que sus miembros y diplomáticos ya han sido enterados por otras vías.
Aun cuando se tratase de un requisito conducente a algo habría que recordar el derecho a veto que frente a cualquier acción tienen Estados Unidos, Rusia y China, estos dos últimos países con negocios activos con el régimen de Maduro, pero no podemos caer en el simplismo de considerarlos aliados.
Este derecho a veto lleva una decisión casi implícita y es que el Consejo de Seguridad de la ONU no podrá aprobar ninguna resolución sobre Venezuela, porque aunque Rusia y China no reclamen una presencia e influencia imperial en Iberoamérica ambas potencias no le harán el camino fácil a los EEUU en sus disputas comerciales. Y esto lo saben los EEUU.
Entonces, ¿Por qué plantear el caso Venezuela formalmente ante el Consejo de Seguridad de la ONU? El informe detallado que presentó la embajadora Nikkie Haley es un documentado expediente que caracteriza al régimen venezolano y sus jerarcas principales, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, como una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Detrás de las acusaciones directas de delitos supranacionales tales como narcotráfico, narcolavado y corrupción estaría la notificación tácita al Consejo de Seguridad de la ONU que efectivamente los EEUU emprenderán el cualquier momento acciones unilaterales o conjuntas, con otros países, contra el régimen de Nicolás Maduro que ha sido definido ante esta instancia internacional como un enemigo de estado.
Aunque no decida nada sobre el fondo del problema, ya el Consejo de seguridad de la ONU ha recibido esta notificación formal que usualmente hacen los EEUU antes de una intervención militar internacional de este calibre.
La intervención militar internacional parece ser la hipótesis de trabajo más probable para abordar la crisis en Venezuela. Y será producto del acuerdo de países afectados, directa e indirectamente, por  los dramáticos efectos de convivir con un estado fallido en la región. No será el resultado de un acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU, ni de ningún otro foro internacional como la OEA.-

jueves, 13 de septiembre de 2018

Ni referéndum, ni municipales


Si bien, a estas alturas, la discusión de votar o no votar bajo el régimen de Maduro es una discusión ampliamente superada en la calle, aún persisten focos de operadores partidistas que vuelven con la tesis de la salida electoral.
Aunque destrozados políticamente por la realidad, estos operadores aprovechan cada oportunidad para amplificar el discurso y la lógica del régimen, que justifica la participación electoral. Básicamente son los mismos argumentos de siempre, pero ahora reciclados y adaptados a nuevos eventos electorales.
En los planes del régimen está la celebración de las elecciones municipales y la aprobación de la constitución fraudulenta antes de finales de año. Ya hay propagandistas que insisten alarmados: “Si no votamos, el gobierno va a imponer su constitución y el estado comunitario”. Entonces, para evitarlo, hay que votar. Otros dicen: “Si no votamos, el gobierno se quedará con todos los puestos de concejales en el país”. Entonces, votemos.
Ambos argumentos parten del reconocimiento de un régimen político y electoral diseñado por el chavismo para incentivar la participación de partidos colaboracionistas y lograr resultados que le permita aventajarlos. Es algo que ya se ha explicado muchas veces, y sorprende que haya que insistir para impedir que estos operadores sigan captando incautos.
Quizás la amenaza más apremiante es la de que, si no se acude a votar contra el régimen, logrará mayoría para aprobar su constitución. Es que así ocurrirá aunque los venezolanos acudan a votar masivamente contra ese adefesio constitucional. Una vez que el CNE chavista anuncie que ha sido aprobada, no quedará ni siquiera el recurso de la protesta o el de la impugnación, ambos negados bajo la tiranía.
La realidad es que la nueva versión de la constitución chavista será presentada como aprobada independientemente de que la gente vote o no. Seguramente, nadie acudirá a votar, lo que le permitirá al régimen decir que ha sido aprobada y a la falsa oposición que eso es culpa de que la gente no entendió el mensaje de ir a votar en contra.
Igualmente, casi todos los concejales en el país serán adjudicados al partido de gobierno para despecho de los candidatos de las clientelas partidistas, quienes también culparán a la abstención de haber perdido esos “puestos de lucha”.
El referéndum y las elecciones municipales serán aprovechados por el régimen para presentarse como democrático, y por la falsa oposición, para renovar falsas esperanzas en un cambio de naturaleza electoral. Ambos eventos no ayudan a cambiar el actual régimen tiránico y por eso deben ser rechazados.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Moral mercenaria en la FANB


Para lograr sus planes Chávez tuvo que corromper a las Fuerzas Armadas. No podía ser de otra manera. La institución militar antes del chavismo no estaba exenta de cuestionamientos morales, pero sin duda tenía innegables reservas y cualidades de disciplina y profesionalismo que hoy han desaparecido.
Con la entrada de los militares en la política partidista esta trajo todos sus vicios a una institución que por un breve tiempo fue considerada fundamental para sostener el sistema democrático inaugurado en 1961. Al hacerse partidista y beligerante la Fuerza Armada Venezolana dejaba de serlo de todos los venezolanos para quedar reducida al brazo armado del partido de gobierno.
La corrupción promovida en forma deliberada en diferentes niveles de la institución ha probado ser esencial e instrumental para los objetivos de Chávez.
 Por una parte se produjo la transferencia de oficiales medios y superiores a cargos administrativos de gobierno sin tener la experiencia ni la capacidad. Pero lo más grave es que al desatender la función propiamente militar estos oficiales comenzaron a conformar poderosas mafias en cada instancia que los iban asignando. Así por ejemplo sabemos de las mafias de militares chavistas que manejan el negocio de la comida, el de los materiales de construcción, los contratos petroleros, y hasta la mafia financiera ligada a poderosas operaciones cambiarias.
Sin embargo, la inmoralidad y la corrupción había que prepararla hasta los niveles más bajos de la pirámide militar para asegurar su lealtad al chavismo. Así muchos oficiales de menor rango recibieron tareas en áreas sensibles como seguridad ciudadana y combate a la droga lo cual les dio la oportunidad de montar alcabalas para cobrar por sus servicios. Capítulo aparte merecen quienes custodian las cárceles.
Para el resto y para la tropa profesional jugosos bonos y salarios, aunque en dinero ultradevaluado inútil para vivir decentemente pero eficiente para mantenerlos contentos. Lo cual por cierto se convirtió en un incentivo para llevar a muchos militares a cometer delitos comunes tales como robo y secuestros usando las armas y uniformes de la república. Los periódicos reportan estas historias todos los días.
El balance en las FANB es que al cabo de casi dos décadas de chavismo la institución armada está en su peor momento. La corrupción se generalizó de tal manera que quien no participe como colaborador o cómplice es sospechoso de ser enemigo del “proceso” y es automáticamente aislado y perseguido. Muchos oficiales militares hoy presos pueden dar testimonio de ello.
Esto ha degenerado en una lealtad incondicional con los esquemas de corrupción que allí operan. La verborrea de una supuesta revolución bolivariana es asumida con cinismo por los militares que siguen apoyando al régimen, no por representar una causa digna sino por una frágil moral situacional. No hay ninguna diferencia entre estos militares corruptos y cómplices con los ejércitos mercenarios perrunamente incondicionales a quien les paga y mientras les pague.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Reinterpretar a Venezuela


Sin duda, hay tareas urgentes que se deben asumir en este momento, tales como atender a los venezolanos desplazados de su territorio y sacar del poder al régimen que lo propicia. Sin embargo, es muy grande la tentación de permitir que lo urgente opaque lo importante. Y en este caso es importante comprender que un mero cambio de gobierno o de funcionarios no será suficiente para reconstruir lo que se ha destruido. Es preciso un cambio de régimen político que rompa con la barbarie impuesta por el chavismo, y que al mismo tiempo supere el estándar anterior de democracia corrupta y clientelar. Para esto, necesitamos emprender otra tarea tan importante como urgente de reinterpretar la historia de Venezuela para encontrar las claves de nuestras contradicciones actuales.
Hace varios días tuve la oportunidad de leer y comentar un extenso ensayo escrito por Luis Carlos Martín Jiménez de la Escuela Filosófica de Oviedo del materialismo filosófico, sobre la celebración del bicentenario del 5 de julio de 1811 realizada por el régimen chavista el 30 de julio de 2011.
El ensayo titulado “La ilusión venezolana” presenta un análisis filosófico de la ilusión como engaño en la representación falsa de una historia de Venezuela tergiversada para justificar la épica chavista. Igualmente, el ensayo explora la idea de la ilusión como la constante promesa chavista de una esperanza por la tierra prometida que no sería otra que la revolución bolivariana como supuesta etapa final de la historia.
Martín Jiménez describe los dos modelos que se han impuestos para la interpretación de la Historia de Venezuela, ambos adoptados por el chavismo: el modelo indigenista y el modelo historicista. El primero reduce la verdad histórica al mito y la leyenda indígena. El segundo parte de una idea de desconexión total entre el imperio Español y las provincias, como dos entidades separadas, negando realidades materiales como ciudades, cultura y lengua española.
Desde 1999 el chavismo ha sustituido sistemáticamente libros y documentos de la historia de Venezuela por piezas de propaganda e ideología que intentan justificar una idea de pseudo historia, donde el eje es la confrontación entre ricos y pobres que alimenta una versión simplista y maniquea del relato histórico.
Recomiendo la lectura del ensayo “La ilusión venezolana” de Luis Carlos Martín Jiménez, quien desde las coordenadas del materialismo filosófico propone reinterpretar y reestudiar con rigor el relato nacional, no como el resultado de mitos aborígenes o de caudillos iluminados más o menos carismáticos, sino como producto de una dialéctica de estados y de las contradicciones surgidas en el seno de los imperios a lo largo de la historia. @humbertotweets

domingo, 2 de septiembre de 2018

El problema de Venezuela no es solo de los venezolanos


¿Que es la “comunidad internacional” ¿Los países miembros de la ONU? ¿Los estados miembros de la OEA? ¿Los países aliados de los EEUU? La llamada comunidad internacional no es más que una ficción inoperante. Lo que hay son imperios y estados cada uno con sus agendas e intereses.
Nuestros llamados genéricos para una intervención militar internacional en Venezuela igualmente se han diluido en el eco genérico que no llega a ninguna parte. Hay cierto acuerdo en un grupo importante de países sobre la crisis política, económica y social en Venezuela.
Pero ese acuerdo tiene diversas gradaciones. Hay países que lo ven como una simple crisis de gobierno más o como una mera crisis económica. En lo que sí parece existir coincidencia es en la ausencia de un claro sentido de urgencia para detener el colapso de la república de Venezuela.
En los distintos foros internacionales donde la calamidad de Venezuela ha sido denunciada los viscosos tiempos de los diplomáticos han ofrecido una respuesta retórica que no va más allá del usual lenguaje relativista de esos escenarios.
Algunos países han aplicado sanciones financieras individuales jerarcas civiles y militares del régimen con la esperanza que esa “presión” les obligue a dejar el poder. ¿Ingenuidad? ¿o acaso el más siniestro y obsceno cálculo político?
La situación de Venezuela es la del colapso de una república virtualmente sin economía, sin instituciones, sin control de su territorio y ahora sin gente. Nada de esto logró despertar el sentido de urgencia de esos países, incluso de los vecinos, para intervenir directamente y detener a tiempo el efecto destructivo de la tiranía chavista.
Tuvo que ocurrir el ahora inevitable y descontrolado desplazamiento masivo de venezolanos fuera de su territorio y llegar abruptamente a otros países para que ahora si se comience a dimensionar la gravedad de la tragedia.
En la displicente visión de la diplomacia alimentada por la propaganda de la izquierda siempre ha privado aquella falacia de “El problema de Venezuela deben arreglarlo entre los venezolanos.” Dicho así suena como una genuina expresión de proclama soberana de no ser por el hecho incontrastable que el régimen chavista ha secuestrado todos los poderes, conculcado todas las libertades y la única garantía para una alternabilidad real de poder no sería otra que las vías de fuerza ante el evidente agotamiento de las formas electorales.
Con el desplazamiento masivo de venezolanos a todos los rincones de sur américa el problema de Venezuela se ha convertido de pronto en un problema para todos adquiriendo una dimensión más real y desestabilizadora en cada uno de esos países.
En nombre de esa soberanía, inoperante e inexistente, países vecinos de Venezuela se abstuvieron pérfidamente de intervenir. Esperamos que ahora que el problema también es de ellos hagan algo mejor y más rápido. @humbertotweets