jueves, 28 de septiembre de 2023

El chavismo no tiene la fuerza para defender el Esequibo

            Guyana está haciendo lo que corresponde para defender sus intereses. Guyana ha venido haciendo durante años lo que Venezuela antes y después de Hugo Chávez nunca hizo. Ejercer indudables actos de soberanía sobre la zona en reclamación.

Los formalistas dirán que desde el punto de vista legal Venezuela no ha hecho otra cosa que agotar todas las vías legales que ofrece el Derecho Internacional Público para resolver el conflicto. Eso es cierto, pero esas formas no funcionaron. Y mientras Venezuela ponía este delicado asunto en los anaqueles a la espera de una solución jurídica automática Guyana mantenía una actividad permanente no solo en el frente diplomático y militar sino además por vías de hecho para afianzar y fortalecer su posición.

El ofrecimiento que Hugo Chávez le hizo en su propia voz a Guyana de remover el tema del Esequibo de las relaciones con Venezuela marcó un hito en este proceso. Es a partir de ese momento cuando Guyana incrementa su ofensiva al punto de lograr mover el conflicto de una resolución negociada entre ambos países a un desenlace judicial mediante la Corte Internacional de Justicia.

Se puede anticipar que la sentencia que emitirá esa instancia el próximo año será desfavorable al interés nacional porque será el reflejo no de los validos argumentos jurídicos de Venezuela sino de una realidad geopolítica que en esta coyuntura favorece ampliamente a Guyana. Ya en estas mismas páginas hemos explicado que el Derecho Internacional es un mito porque no existe un Estado internacional que lo soporte, en su lugar lo que opera son dinámicas de la geopolítica y la dialéctica de imperios cuyas decisiones son presentadas en forma de sentencias y resoluciones de organismos supranacionales.

En Venezuela siempre se habló de realizar actos de soberanía en el Esequibo, pero estos siempre fueron formulados como mera invocaciones simbólicas y retoricas. Esto nunca pasó de supuestos planes de repoblar la zona o de enviar un grupo de pequeños exploradores a plantar en el área la bandera tricolor. Guyana por su parte con muchas mas ganas de mutilar ese territorio que Venezuela de defenderlo no solo ha puesto la zona en reclamación en su mapa, como si ya fuese suya de pleno derecho, sino que además ha venido otorgando concesiones para explorar y explotar petróleo y otros minerales a empresas transnacionales. Siendo esto último el detonante de la crisis actual.

Desgraciadamente para Venezuela la arremetida de Guyana nos sorprende en un momento de profunda debilidad y minusvalía institucional. La grave crisis económica social y política ha provocado el éxodo de más de 10 millones de venezolanos. Las fuerzas militares distraídas en tareas de orden público interno también enfrentan su propia crisis derivada de la misma situación nacional.

El gobierno de Nicolás Maduro le envía un mensaje muy confuso a la nación cuando anuncia la convocatoria de un referéndum consultivo para que el pueblo decida que hacer sobre el tema del Esequibo. ¿No se supone que quienes dirigen el Estado deberían ya saberlo y actuar sin dilaciones?

El chavismo tiene que liberarse del karma que significaron las declaraciones de Hugo Chávez en el 2004 y romper sus lazos de dependencia con el gobierno cubano, aliado fundamental de Guyana, para poder intentar el diseño de una política efectiva y sostenible de defensa y recuperación del Esequibo. Pero es muy poco probable que eso ocurra  porque el régimen tendría que comenzar a considerar el relevo del propio Nicolás Maduro agente ejecutor de las políticas y medidas que han arrastrado a Venezuela a esta desgraciada y lamentable situación.- @humbertotweets

Con el chavismo se pierde el Esequibo

            Otra de las grandes estafas del chavismo ha sido su supuesto patriotismo y nacionalismo. Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello entre otros voceros del régimen chavista exhiben un verbo beligerante en contra de los Estados Unidos y el imperialismo. Seguramente para impresionar a las desmoralizadas y desprofesionalizadas Fuerzas Armadas. Pero la realidad es que Venezuela no ha conocido otro gobierno más vendepatria que el chavista.

Todos los elementos constitutivos de la nación venezolana han sido destruidos. La moneda, el escudo nacional, el nombre de la república y hasta el territorio cuya integridad ha sido vulnerada a merced de grupos guerrilleros y terroristas que controlan las fronteras. La historia nacional ha sido sustituida por propaganda chavista y en general todo el esquema político en Venezuela responde a las directrices que se generan en Cuba. El vasallaje del régimen chavista con el régimen cubano es quizás una de las formas más denigrantes y vergonzosas de dominación y vulneración de la soberanía.

La influencia que siempre ha tenido el régimen cubano sobre el Estado chavista ha sido dañina para los intereses de Venezuela. Y solo este tipo de sodomía política es lo que podría explicar la posición anti venezolana y antipatriótica de Hugo Chávez y Nicolás Maduro con respecto al Esequibo.

El desinterés con el que los dirigentes del antiguo Estado de partidos manejó el asunto del Esequibo prácticamente dejó la resolución del conflicto en manos del tiempo sin que Venezuela alguna vez hubiese ejercido actos definitivos e inequívocos de soberanía. Por el contrario, ese fue un tema para abundantes tesis doctorales y de postgrado en la Universidad pero no un eje de interés para los políticos.

Esa viscosa modorra institucional en la que el tema del Esequibo parecía archivado fue súbitamente alterada para mal en el 2004 cuando Hugo Chávez le declaró al entonces presidente de Guyana Bharrat Jagdeo dos cosas dramáticamente graves: 1) Que el asunto del Esequibo y el diferendo territorial debía ser removido de las relaciones entre Venezuela y Guyana; y 2) Que Guyana era bienvenida a explorar y explotar conjuntamente con Venezuela los recursos de esa área en reclamación.

            La tesis ingenua e irresponsable en ese momento de Hugo Chávez lo llevó a plantear el asunto en términos de una utópica hermandad de pueblos oprimidos (Venezuela y Guyana) a quienes el imperialismo (Estados Unidos e Inglaterra) querían dividir y poner a pelear. Esa postura de Chávez siempre fue alentada por Cuba quien no sólo controla política y militarmente al Estado chavista sino que además ha sido históricamente un claro y definido aliado de la posición de Guyana.

            La política anti nacionalista de Hugo Chávez fue ejercitada de muchas maneras siendo las más toxicas y nocivas los suministros de petróleo y energía en forma gratuita a los países del CARICOM, todos aliados de Guyana. En ese momento le correspondió al entonces Canciller Nicolás Maduro implementar las decisiones de Chávez. El actual presidente de la república ya ha demostrado en más de una ocasión su debilidad frente a Guyana fundamentalmente porque al igual que Hugo Chávez Maduro sigue actuando como un títere de los cubanos.

            La realidad es que a partir del 2004 y gracias a Hugo Chávez y Nicolás Maduro la posición de Venezuela frente a Guyana se ha debilitado notablemente. La profunda crisis institucional que desde hace años atraviesa Venezuela ha sido aprovechada por factores internacionales interesados en arrebatarle ese territorio a la nación venezolana. Así la gestión de buenos oficios de la ONU terminó enviando el asunto a la Corte Internacional de Justicia para ser dirimido judicialmente en una jugada que claramente anuncia que lo peor aún esta por venir.

            El régimen chavista ha protestado el juicio que hoy se ventila en la CIJ, pero los chavistas siguen prisioneros de su sometimiento político y cultural a Cuba además de ser perseguidos por el karma del anti venezolanismo de Chávez y Maduro. Aparte de anunciar unas medidas ridículas el gobierno de Maduro no ha podido articular una política para la defensa del Esequibo. Cada vez que Guyana da un zarpazo y el tema se pone de moda los chavistas se acuerdan del asunto y hacen algún anuncio efectista sin conexión con la realidad.

            Hace unos meses Maduro habló de crear el estado Esequibo. Hace unas semanas Jorge Rodríguez salió con la absurda idea de convocar a un referéndum consultivo para preguntarle a los venezolanos que hacer sobre el Esequibo. Hace apenas unos días Diosdado Cabello repitió la antiquísima propuesta de enviar venezolanos al Esequibo para repoblar la zona.  ¿Serán Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, Vladimir Padrino López con Diosdado Cabello y sus familias los pioneros en establecer los primeros asentamientos para poblar el Esequibo? ¿Cuánto lumpen chavista que hoy parásita del Carnet de la Patria y de las milicias estará dispuesto a irse a vivir a Esequibo?

            El chavismo no tiene la menor idea de que hacer para defender el Esequibo. La influencia del régimen cubano en la psiquis chavista es insalvable y determinante en esta materia. Lo más probable es que bajo el régimen chavista Venezuela pierda el Esequibo, no porque yo lo diga o lo desee, sino porque se puede constatar una realidad geopolítica que en estos momentos es totalmente desfavorable para Venezuela. Solo los ilusos o los ignorantes pueden creer que este tipo de situaciones se resuelven con arreglo al llamado Derecho Internacional que no es más que una ficción que enmascara una brutal dialéctica de imperios como se ha visto sin excepción desde la segunda guerra mundial.

            Venezuela necesita de un estadista como el General Marcos Pérez Jiménez quien en 1952 no dudó en darle un ultimátum al gobierno colombiano para reafirmar la soberanía de Venezuela sobre Los Monjes. Pérez Jiménez jamás se habría planteado someter a referéndum un asunto de soberanía. Quizás ya es demasiado tarde para aspirar a preservar la integridad de un territorio que hoy está administrado por vendepatrias. Pero con un inevitable e impostergable cambio de régimen político Venezuela tendrá que plantearse la recuperación íntegra del Esequibo por toda las vías posibles incluidas las vías de hecho.- @humbertotweets 

lunes, 25 de septiembre de 2023

¿La soberanía a referéndum?

            Para las pretensiones de Guyana en arrebatarle a Venezuela el Esequibo, el régimen de Hugo Chávez instaurado en Venezuela desde 1999 marca un antes y un después. La inercia institucional con la cual el Estado de partidos había manejado el estratégico asunto del Esequibo parece mostrar en 1999 una suerte de pausa cronológica que ya desde 1987 dejaba en manos de los buenos oficios de la ONU la búsqueda de alternativas para una resolución. Pero ese desgano combinado con la ligereza del régimen de Chávez ha demostrado que históricamente no estamos frente a una pausa sino ante una evidente situación de retroceso que menoscaba la posición de Venezuela.

            Todo cambia para peor cuando en febrero de 2004 Hugo Chávez le dice al presidente de Guyana Bharrat Jagdeo que “el Gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. Agregando seguidamente “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países”. Para rematar el significado y la intención indudable de sus palabras Chávez emprende una inusitada política de concesiones económicas a Guyana vía Petrocaribe que incluyeron petróleo y energía regalada a todos los países del CARICOM, aliados de Guyana. Cambiando la soberanía por un plato de lentejas Hugo Chávez lograba los votos de los aliados de Guyana para darle un puesto a Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU.

            De ahí en adelante Guyana no ha cesado en sus zarpazos jurídicos y extrajurídicos con una frecuencia casi trimestral, siendo cada uno más audaz y agresivo que el anterior. Es a partir del entreguismo de Hugo Chávez que la posición de Venezuela se desmejora  y que alimenta las cada vez más agresivas pretensiones de Guyana. Igualmente no se puede dejar a un lado el hecho de que en la génesis de esta crisis el ejecutor de las políticas entreguistas de Hugo Chávez fue el hoy Presidente Nicolás Maduro lo cual define a ambos, sin mayores distinciones, como absolutos traidores a la patria.

            En su escalada política y militar Guyana no ha cesado en realizar actos de disposición en la zona en reclamación, mostrándole a los otros Estados y a los órganos internacionales que no solo tiene ambiciones sobre ese territorio venezolano sin que además navega soberanamente por esas aguas con soltura y sin ninguna resistencia. El último episodio de esta larga cadena de agresiones se inició el año pasado cuando Guyana convocó empresas transnacionales a un proceso de licitación para la explotación petrolera en aguas que corresponden a la zona en reclamación.

Pero no fue sino hasta hace unas semanas que el régimen chavista ofreció una vez más su respuesta tardía y retórica frente a un evento de inmensa gravedad. Como siempre en estos asuntos el chavismo no puede ofrecer nada más que palabras sin acciones concretas. La condena a los movimientos agresivos de Guyana quedó reducida a frases inconexas e insignificantes como aquel demagógico anuncio por parte de Nicolás Maduro de crear el Estado Esequibo.

Sin duda, Guyana ha hecho sus cálculos y tomará ventaja de la profunda debilidad institucional que existe en Venezuela. El descalabro abarca a todos los sectores y poderes públicos incluidas las Fuerzas Armadas que no tendrían la fortaleza orgánica ni logística para hacerle frente a una alianza militar internacional acompañando a Guyana. Y mientras algunos países se frotan las manos con las perspectivas que plantea una Venezuela desmantelada por el chavismo, Guyana está salivando ante la oportunidad que esto significa para sus ambiciones.

El régimen chavista sigue en el poder gracias al apoyo incondicional de las Fuerzas Armadas. Pero es un Estado inviable, sin capacidad de sacar a Venezuela de su más grave crisis institucional y menos aún de enfrentar militarmente con éxito la avanzada de Guyana.

Como todo régimen tiránico y totalitario que se comienza a desmoronar el chavista apela hoy por salidas desesperadas e improvisadas ante la ausencia de planes y políticas. Una de estas cantinflericas ocurrencias ha sido convocar a un referéndum consultivo para que el pueblo decida qué hacer sobre el Esequibo. En otras palabras, en pleno hundimiento del Titanic Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez deciden convocar a los pasajeros para que democráticamente decidan qué hacer. Esto por si hacían falta más evidencias de la infinita incapacidad del chavismo para conducir y gestionar los destinos de la nación venezolana.

Estamos ante un asunto de soberanía frente al cual no se puede perder tiempo y hasta la propia Constitución chavista de 1999 le dice al gobierno qué debería hacer, en lugar de convocar a un referéndum. Ya la falsa oposición ha saltado a calificar la convocatoria como un atentado a la Primaria. Otra demostración de ignorancia y banalidad. Lo que el chavismo intenta con esa consulta es evadir su responsabilidad, diluir su culpa y lavar las traiciones de Hugo Chávez y Nicolás Maduro cuyas acciones entreguistas con Guyana nos han arrastrado a la situación de hoy.

            En esta coyuntura los venezolanos debemos mantener la claridad y no caer en la trampa del régimen que nos quiere encallejonar para obligarnos a apoyarlo vía referéndum, supuestamente, contra Guyana. Los venezolanos patriotas no podemos apoyar este referéndum que en realidad busca darle un voto de apoyo a quienes literalmente han vendido la patria.

La cúpula del régimen chavista, amaestrada cultural y políticamente por el régimen cubano no está en condiciones de defender la integridad del territorio Esequibo frente a las pretensiones de Guyana. Tendremos los venezolanos que impulsar primero un ajuste de cuentas interno, fortalecer un nuevo Estado nacional que con una orientación genuinamente nacionalista y patriota represente los intereses de la nación y entonces podamos retomar por vías de hecho lo que a Venezuela por derecho le pertenece y que nunca jamás ha debido perder.

            En lugar de votar en esa consulta espuria que convoca el régimen lo que procede es abstenerse y hacerle un llamado a los sectores patriotas y nacionalistas que aún quedan en la Fuerzas Armadas para que enfrenten a un Estado vendepatria que de continuar en el poder acabará con lo que queda de Venezuela.- @humbertotweets

jueves, 21 de septiembre de 2023

Una crisis profunda que no se resuelve con elecciones

            La descomposición y desmantelamiento que hoy sufre Venezuela no es el resultado de un mal gobierno. Sugerir que lo es simplifica la gravedad de la crisis hasta el punto de hacerle el juego al perverso esquema del régimen. Lo que tenemos en Venezuela es el producto de la sustitución del Estado nacional venezolano por otro de distinta naturaleza. Esta estructura con reconocimiento político y jurídico a nivel internacional es el Estado chavista, un poderoso tinglado de intereses criminales que sigue en el poder porque ha logrado doblegar a las Fuerzas Armadas Nacionales.

Un Estado, cualquiera, con un gobierno de izquierda o de derecha de alguna forma trata de mantenerse como una estructura política que defiende el interés nacional. Este no es el caso del Estado chavista que aplica políticas socialistas y de izquierda pero no para preservar el interés nacional sino más bien para destruirlo.

El chavismo actúa como un contrasentido o mejor decir como un absurdo de la política. Pongamos por ejemplo a otros Estados parecidos al chavista tales como los de Cuba y Nicaragua. En ambos casos se trata de Estados de clara orientación socialista y naturaleza totalitaria. Se trata de Estados, que al igual que el Estado chavista, tienen sometida a su población por vía de la violencia. Pero hay una diferencia sustancial. Mientras las élites políticas de Cuba y Nicaragua tratan de preservar la existencia de la estructura estatal para lograr sus propósitos criminales, en Venezuela el chavismo desarrolla todo su emprendimiento criminal al precio de destruir al propio Estado que le da sustento a su régimen político.

No es ni siquiera que los mafiosos que gobiernan Cuba y Nicaragua sean menos criminales que los chavistas, es que hay una gran diferencia en la forma de saquear y mantenerse en el poder. El chavismo parece estar poseído de un absoluto inmediatismo o del convencimiento que en algún momento la gallina de los huevos de oro dejará de funcionar por lo que a todos los niveles de la administración lo que se impone es la lógica de raspar la olla y arrasar con todo.

Hoy Venezuela es un país que cada día deja de ser. O como diría el profesor Agustín Blanco Muñoz, sin exagerado dramatismo, somos un ex país. Aquí se padecen las tragedias de no contar con instituciones que garanticen la seguridad y la convivencia pacífica. Los insólitos problemas materiales derivados del saqueo chavista se expresan en la falta de comida, electricidad, medicinas, transporte, agua, educación…más fácil seria admitir que en la Venezuela chavista falta todo y eso ha llevado a la población a soportar una existencia en términos de supervivencia donde cada día que se vence a la muerte ya es victoria.

A esto hay que agregar el debilitamiento y la inexistencia de instituciones públicas tales como la justicia. Con grupos de operadores que actúan como verdaderas mafias en su saqueo masivo y sistemático del erario nacional no hay nadie pensando en el futuro de ese Estado. Ni siquiera Nicolás Maduro Presidente del gobierno, cuyo entorno también exprime hasta la última gota de petrodólares para enriquecer sus bolsillos aunque esto signifique la desaparición de la nación.

El Estado nacional venezolano hace tiempo desapareció por allá por el año 1999 cuando Hugo Chávez impuso su Constitución. Lo que presenciamos hoy día es la desintegración de la nación venezolana con millones de venezolanos que huyen masivamente ante la ausencia de condiciones materiales e institucionales para vivir decentemente.

Algunos chavistas necios como Diosdado Cabello celebran esta tragedia como un logro. En su programa de televisión, exhibiendo con orgullo su ignorancia, Cabello celebra que esos 8 millones de venezolanos hayan abandonado al país y les desea que no vuelvan jamás. Y dice “ojala que se vayan más”. Diosdado, como la mayoría de los operadores chavistas, de verdad cree que es posible tener un Estado sin población. Muy pronto os chavistas  también tendrán que preguntarse si es posible tener un estado sin territorio cuando Guyana materialice la casi segura mutilación del Esequibo con apoyo de la comunidad internacional.

Un Estado que pierde su población y cuyas fronteras están gobernadas por grupos terroristas y narcotraficantes es un Estado que solo tiene garantizada su desaparición. Este Estado que se desvanece y que en ese proceso arrastra a la nación venezolana es la evidencia de una crisis mucho más profunda de lo que la falsa oposición quiere admitir. Si fuesen sinceros dejarían a un lado las demagógicas formas electorales para ocuparse con urgencia de articular un plan de salvación nacional que pase por la expulsión del chavismo del poder, más temprano que tarde y antes de que ellos destruyan lo que queda.- @humbertotweets 

Irse para no volver

            El chavismo celebra que hoy haya 8 millones de venezolanos fuera de Venezuela. En sus cuentas se trata de 8 millones de personas menos en contra del régimen presionando en la calle. Por la poca confiabilidad del sistema electoral venezolano da lo mismo que de esos 8 millones la mitad puedan votar o no porque a la final el resultado no dependerá de los votos emitidos. Pero menos gente protestando porque ya no están en el país es algo que ya se puede apreciar justamente en el momento de mayor crisis económica.

Por su parte los falsos opositores para seguir viviendo del negocio de las fantasías electorales insinúan que esos venezolanos deberían votar en las elecciones a sabiendas que el régimen chavista jamás lo permitirá. Pero aquí lo que funciona nuevamente es el mecanismo de la ilusión. El discurso falso opositor también promueve la idea que una vez que Maduro salga del poder los venezolanos regresaran a su patria.

Se trata de una idea audaz y metafísica que asume a millones de personas poniendo sus vidas en modo de pausa hasta que la situación política y económica en Venezuela se resuelva.

La realidad es que no solo las condiciones que obligaron a estos 8 millones de compatriotas a emigrar tendrían que cambiar sino que además deberían ser mejores que las que tienen esos venezolanos en otros países para siquiera considerar la remota posibilidad de un retorno. A eso habría que agregar que una vez que esas familias logren una situación más o menos estable regresar significaría volver a comenzar todo desde el principio. ¿Y cuantas veces se puede hacer eso en la vida?

La gente sigue abandonando Venezuela porque perdió la fe en chavistas y falsos opositores. No es exacto atribuir el éxodo masivo exclusivamente a las condiciones materiales precarias que se imponen en Venezuela. Sin duda las carencias de lo más elemental para llevar una vida decente influyen, pero con un horizonte cierto de lucha y cambio político seguramente mucha gente se habría quedado. Su ausencia ha sido determinante para que mucha gente considere el abandono como la mejor opción política.

Este fenómeno es tan evidente que ya se siente la soledad en varias ciudades y pueblos de Venezuela en una sangría que parece no tener final.

La reconstrucción de Venezuela nos involucra a todos, los de adentro y los de afuera. Pero sin duda la primera línea de combate está reservada para aquellos que se quedan pisando el territorio con ambos pies, sin perder contacto con una realidad que desborda los límites de lo absurdo.- @humbertotweets

lunes, 18 de septiembre de 2023

Redefinir a la oposición venezolana

            La selección del candidato presidencial por parte de la MUD o la de un líder de ese sector de la oposición, como antesala de unas elecciones generales que podrían ocurrir este año, el próximo o en cualquier momento, obligan a replantear el tema esencial de caracterizar tanto a quien ejerce el poder en Venezuela como a quienes se presentan como alternativa para disputárselo. Aunque no se trata de un asunto nuevo si ha sido deliberadamente obviado por quienes se hacen llamar “oposición".

            Hay que establecer un criterio basado en categorías estrictamente políticas, no sociológicas o psicológicas, para definir y caracterizar al chavismo y a la oposición. Sin un criterio claro seguiremos naufragando en un mar de confusiones como ha ocurrido desde 1999 con las dramáticas consecuencias que esto implica.

            Para los efectos de este artículo reexponemos, una vez más, nuestra tesis según la cual lo que tenemos en Venezuela no es simplemente un mal gobierno del cual se puede salir por elecciones. Lo que hay es algo más complejo y sofisticado que nosotros caracterizamos como el Estado chavista que ha sustituido al Estado nacional venezolano. El Estado chavista define los límites de una legalidad a su medida. En ese Estado no hay separación de poderes y menos pesos y contrapesos.

Los poderes ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y militar son leales a la causa chavista, no a la causa nacional. Pero esa arbitrariedad tiene un sustento Constitucional y legal en la Constitución chavista de 1999.  La definimos como tal porque es la norma fundamental en la cual se apoya el Estado chavista y que sirve como su base jurídica. Con esa norma Constitucional y esa legalidad nunca habrá forma de disputarle el poder al chavismo legalmente, esto es por vía electoral. No es por falta de voluntad de los ciudadanos, sino porque no hay mecanismos confiables ni transparentes para que los ciudadanos se expresen institucionalmente.

Para asegurar su modelo político con apariencia democrática el régimen chavista a lo largo de estos 23 años le ha hecho concesiones a la oposición en la forma de pequeñas adjudicaciones electorales de alcaldes, gobernadores y diputados. Estas concesiones alimentan la esperanza de un cambio político por la vía electoral ya que se ofrece como evidencia que el chavismo también pierde elecciones, y además acepta la derrota. En realidad el chavismo logra reconocimiento pleno para su modelo fraudulento al convertir a esos alcaldes, gobernadores y diputados en voceros del régimen y de sus métodos electorales. Es un mecanismo perverso que se renova cada vez que vienen unas elecciones y funciona porque hay una oposición siempre dispuesta a colaborar.

Por eso es esencial no solo caracterizar al régimen chavista para entender a lo que nos estamos enfrentado sino también a quienes se autodenominan como “oposición". Y el criterio no podría ser simplemente llamar opositor a todo aquel que compita electoralmente contra los candidatos del chavismo y ni siquiera aquellos que en forma beligerante dicen oponerse al mal gobierno de Nicolás Maduro, pero aceptan su régimen político y su pseudolegalidad.

El criterio que hemos propuesto para definir qué es y que no es la oposición es el reconocimiento o no a la Constitución chavista de 1999 y su régimen político que hemos identificado como el Estado chavista. Aquí estamos frente a un criterio estrictamente político, no sociológico, psicológico o cultural. Partiendo de ese criterio todo aquel que reconozca y se apoye en la Constitución chavista de 1999 para sacar al chavismo del poder, díganos por vía electoral, entonces no podrá ser considerado como oposición sino más bien como colaborador, cooperante o simplemente como falsa oposición porque no es verdadera.

Este criterio permite definir en forma objetiva dos frentes irreconciliables en el campo de la lucha política. Quienes apoyan el actual régimen político chavista y apuestan por su renovación electoral y quienes buscamos confrontar para derrocarlo y sacarlo del poder.

De esta tesis se desprenden definiciones políticas importantes. Por ejemplo, no apoyar las elecciones ni las negociaciones con el chavismo porque son formas de dominación que sólo buscan legitimar y extender la vida de un régimen que de otra forma ya podría estar agonizando.

Esta tesis suele ser atacada por dos flancos. Primero, se alega que es preferible hacer algo (votar) que no hacer nada (abstenerse). Segundo, que sería la negación de la política para en su lugar buscar una insurrección armada. En ambos casos vemos un intento desesperado de los falsos opositores para seguir justificando su fracaso de dos décadas sin rendir cuentas de su gestión política. Pero admitiendo que ambos cuestionamientos podrían tener un fulcro de realidad es necesario considerarlos.

En primer lugar, decir que lo mejor es votar que quedarse de brazos cruzados es un argumento que admite de entrada la inutilidad del voto. Esto equivale a decir “sabemos que el sistema es fraudulento, sabemos que el chavismo jamás entregará el poder por las buenas, pero de todas formas vayamos a votar”. Esto es votar por votar alimentando en forma perversa la ilusión de que si la gente sale a votar es posible que ocurra un milagro. El milagro por supuesto no sería que el chavismo pierda la elección sino que acepte entregar el poder.

Luego está el cuestionamiento de quienes se aferran a la idea nebulosa de una ilusoria transición electoral e intentan asociar nuestra tesis de ruptura política con golpes militares e insurrecciones armadas. A esto respondemos, con base a dolorosas experiencias acumuladas en estas dos décadas, que los civiles tenemos que ocuparnos de lo civil y los militares de los asuntos militares.

Aquí nos desmarcamos de la idea mitológica según la cual un pueblo desarmado a fuerza de pura voluntad puede tumbar un régimen político. No, son los sectores más conscientes de la población que organizados en una vanguardia asuman la confrontación política con el régimen desde la protesta ciudadana y a su vez ganen a importantes sectores de las fuerzas militares para que hagan lo propio desde los cuarteles. Son estos militares quienes tienen que dar los primeros pasos para proteger a su pueblo y no al revés. Pero mientras esto no ocurra y no haya condiciones objetivas el solo intento improvisado y espontáneo no pasará de ser un acto suicida.

Ante la pregunta ¿qué hacer en lugar de votar? la respuesta no es la desmovilización ni la antipolítica. Por el contrario, lo que procede es la organización política y social de los ciudadanos, no para ir a elecciones y legitimar al régimen chavista sino para coordinar las luchas diarias por recuperar las condiciones materiales de vida de los venezolanos. Intuitivamente muchos venezolanos ya lo están haciendo organizándose en sindicatos independientes del régimen chavista y de su falsa oposición. Este no es, por supuesto, un espacio garantizado e inmune a la represión del régimen, pero en nuestra opinión, sin duda, es el que ofrece mayores posibilidades de inserción social que los actuales partidos de “oposición”.- @humbertotweets

jueves, 14 de septiembre de 2023

María Corina Machado: Hasta el final de las ilusiones electorales

El prestigio, la popularidad y el reconocimiento que hoy disfruta María Corina Machado tienen una trayectoria. Tienen sus orígenes y desarrollo en sus posiciones firmes contra el régimen chavista y su falsa oposición. Su posición política sintetizada en la consigna “En Tiranía No Se Vota” la desmarcaba del elenco de la falsa oposición electorera y la convirtieron en un referente para el país que la distinguía como parte de una oposición radical. Radical porque denunciaba las eternas negociaciones de la falsa oposición con el chavismo y su recurrente vía electoral como salida a la crisis venezolana.

En su momento María Corina apoyó, como la mayoría de los venezolanos, la intervención militar internacional en Venezuela y la aplicación de sanciones contra el régimen chavista. Ambas opciones se desinflaron por estrictas razones de la geopolítica norteamericana, pero eso es otra discusión.  También apoyó con ilusión, como muchos, la aventura del Interinato de Juan Guaidó con su promesa de establecer un gobierno fuera de Venezuela con apoyo internacional para derrocar al régimen chavista. Este intento también fracasó porque el gobierno interino degeneró en hamponato y desvió totalmente su eje.

La bancarrota moral y política del Interinato ha debido llevar a la prístina y beligerante María Corina a un deslinde frontal con ese antro de corrupción. Pero no fue así. Por razones que no están claras y menos aún se entienden ella prefirió refugiarse en declaraciones genéricas y ambiguas sin diferenciarse con nitidez de esa orgia de corrupción donde ni siquiera hay indicios que su grupo político haya recibido algún beneficio. La que sí fue clara y sin lugar a dudas fue la postura de su partido Vente Venezuela y la Fracción 16 de Julio en la Asamblea Nacional que en lugar de votar en contra de la memoria y cuenta de Juan Guaidó en su gestión del 2020 optaron en forma tímida por “salvar su voto”.

Para algunos que en algún momento estuvimos cerca de su empeño político comenzaba a percibirse un audaz intento de cruzar el pantano sin mancharse o el arte de convivir con lo más granado de la falsa oposición sin rasguñar su impecable imagen de coraje y radicalidad. Por ejemplo, la postura de María Corina Machado frente al hamponato interino de Juan Guaidó y sus escándalos de corrupción no ha sido suficientemente escrutada, porque de serlo habría que concluir que por razones estrictamente pragmáticas ella y su grupo prefirieron pasar por debajo de la mesa sin llamar la atención y sin romper con el símbolo de la degradación política en la falsa oposición.

Pero sin duda la acrobacia  más audaz sería el doble salto mortal de aspirar a convertirse en candidata de la falsa oposición en su elección Primaria, sin que por ello se le asocie a la MUD, y al mismo tiempo pretender participar dentro de la legalidad chavista, pero a medias. Todo en un solo y ágil acto de prestidigitación. Por supuesto, para completar el acto María Corina tendría que hábilmente pivotar sobre sus propias posturas anteriores para lograr el giro sin que se vea el cambio. Una apuesta demasiado ambiciosa como para pasar desapercibida ante los ojos de millones.

En toda la trayectoria hay una ruptura y es el cambio de la postura “En Tiranía No Se Vota” a “Está Bien Votar En Tiranía” porque es un voto en resistencia. Entre una y otra postura no hubo transición sino un cambio abrupto que vendría a completar su empeño en convertirse en la candidata de la falsa oposición y de la MUD. Porque después de todo no se puede desconocer que quien gane esa Primaria, si efectivamente se lleva a cabo, será el candidato de la falsa oposición esto es de Acción Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Allup, Rosales, Borges, Capriles, etc. ¿Es a esto a lo que nos convoca María Corina cuando nos invita a votar en la Primaria? ¿Necesitaba realmente el reconocimiento de los capos de la falsa oposición para validar un liderazgo que ella construyó precisamente luchando contra ellos? La mayoría de quienes la han entrevistado últimamente son sus amigos o genuinamente les duele como una promesa se diluye ante sus propios ojos y prefieren no hacerle estas preguntas existenciales. Además porque es muy probable que ella tampoco tenga una respuesta.

Las únicas que están entusiasmadas con la Primaria y la candidatura de María Corina Machado son las clientelas de los partidos de la MUD que ya se cambiaron de franela La mayoría de los venezolanos ven con escepticismo e indiferencia toda esta farsa electoral. En un intento por persuadir a los venezolanos que hay que votar María Corina lanzó su provocador eslogan de “llegar hasta el final”, en otras palabras que ella a diferencia de sus colegas de la falsa oposición si va a ganar y a cobrar.

Pero luego de 23 años no hay nada más desacreditado que la tesis de la vía electoral, ni aunque sea la propia María Corina quien la ofrezca. Por intuición o experiencia los venezolanos perciben que el final del que habla María Corina tiene los límites que impone la realidad. Ella en ningún caso podrá ir más rápido ni llegar más lejos de lo que le permita la pseudo legalidad del régimen chavista en la cual ella voluntariamente se mueve. Sugerir lo contrario es una fantasía, intentarlo un suicidio. El único final que se puede anticipar es el de las ilusiones electorales y la manía de buscar a un líder mesiánico que ofrece milagrosamente resolver los problemas.

Quizás aún hay algo de razón en la formulación teórica de llegar hasta el final como una forma de encaminarse y emprender, sin dilaciones y con serenidad, lo que sigue después.- @humbertotweets 

¿Por qué no hemos logrado salir del chavismo?

            A pesar de la astronómica impopularidad y rechazo del chavismo ¿por qué es tan difícil lograr un cambio de gobierno? Porque a diferencia de otros países en Venezuela no hay condiciones ni garantías para unas elecciones transparentes. No sólo eso, tampoco hay separación ni equilibrio entre los poderes públicos. Es muy improbable que haya un cambio cuando quien organiza la elección, cuenta los votos y adjudica los resultados sea básicamente la misma persona.

En términos de la pragmática política los chavistas están haciendo todo lo que tienen que hacer para aferrarse al poder, según su manual. En otras palabras, que nadie espere que el chavismo haga lo mismo que hizo la clase política en 1998-1999 cuando se rindieron ante los pies de Hugo Chávez. No, esta vez no será así.

Pero esa es tan solo una parte del problema. A esto hay que agregar los bandazos y desaciertos de la falsa oposición desde 1999. Con movimientos tácticos erráticos que van desde embarcarse en aventuras golpistas, llamar a la abstención, regresar a las negociaciones para finalmente morir aceptando unas elecciones sin condiciones ni garantías.

La incoherencia y los movimientos espasmódicos, sin una estrategia de largo plazo han sido lo característico de esa falsa oposición. Pero hay otros factores que pueden explicar su bancarrota actual y el por qué nos ha costado tanto salir del chavismo.

A modo de ejemplo podemos citar algunos. Subestimar a Hugo Chávez y al chavismo fue el primero y quizás uno de los más decisivos. El empeño de buscar siempre a un líder carismático que mueva a la gente, en lugar de definir una tesis política. El cortoplacismo que siempre lleva a buscar atajos y salidas de última hora que fracasan por improvisadas. El voluntarismo con su manía psicologista que todo depende una mente positiva aunque el esfuerzo vaya en la dirección equivocada y esté desconectado de la realidad.

Y la desviación más recurrente de todas, la irresponsabilidad de la dirección política ante el fracaso de todas sus iniciativas. Esa falsa oposición no solo se niega a llevar adelante un debate serio para caracterizar al régimen y establecer una estrategia para combatirlo sino que tampoco rinde cuentas de su gestión. Así la falsa oposición sigue naufragando de un intento fallido al siguiente, sin explicar y sin asumir responsabilidades.

Es más que evidente la ausencia de una dirección política y de una estrategia para enfrentar al régimen chavista. Y cuando se cree que hay un sector que podría asumir esa exigente tarea este sucumbe rápidamente ante los vapores electorales para ir a validarse en una elección Primaria precisamente con quienes llevan 23 años fracasando (¿Por qué María Corina? ¿Por qué?!).

Llevamos dos décadas y no hemos avanzado. Por el contrario hemos retrocedido y perdido en vidas y tiempo. Es el resultado de tener una conducción en las manos equivocadas. Cuesta admitirlo, pero pareciera que la tarea que no hemos hecho en 23 años tenemos que retomarla desde el punto cero.

Y si alguien me pregunta, entonces ¿qué hacemos? Yo diría, aun admitiendo las dramáticas urgencias del presente, que antes que salir frenéticamente corriendo a hacer sin pensar, lo primero es detenerse, hacer una pausa, y entender.  Entender la realidad en la que nos movemos, con los pies en la tierra, sin falsas ilusiones. Entender dónde estamos y hacia dónde queremos ir nos ayudaría a triturar las confusiones, definir un plan de lucha y escoger los mejores para llevarlo a cabo. Pero lo primero, y lo más modesto que podemos aspirar, es entender.- @humbertotweets

lunes, 11 de septiembre de 2023

La inminente suspensión de la Primaria y el “llegar hasta el final” de María Corina Machado

            Primero hay que hacer un repaso rápido de las premisas básicas que hemos venido planteando desde hace varios años para analizar la situación de Venezuela, las cuales no han sido refutadas por el chavismo o su falsa oposición.  En Venezuela no hay un mal gobierno, hay un Estado cuyas estructuras políticas, jurídicas y militares están al servicio de la casta chavista. Ese Estado chavista establece su propia legalidad y define los límites dentro de los cuales puede actuar su falsa oposición colaboracionista.

            Mientras no se reviente la estructura del Estado chavista y su apariencia de legalidad cualquier invitación a votar o ejercer los derechos ciudadanos dentro del marco de esa pseudo legalidad amañada no será más que un ejercicio de fantasía e ilusión y hasta de terapia de grupo. No importa cuántas veces se vote en estas condiciones, lo fundamental nunca va a cambiar. Menos aún importa que se negocie con el régimen chavista porque este siempre usará esas negaciones para ganar tiempo y como elemento de propaganda, tal como ha hecho en las dos últimas décadas.

            En este cuadro se nos aparece la falsa oposición, siempre guiada sabiamente por la mano del chavismo, para abogar por salidas institucionales dentro de la aberrante legalidad chavista. Es la misma falsa oposición que viene dando bandazos desde 1999, actuando de forma incoherente y espasmódica, unas veces llamando a la abstención, otras llevando a los jóvenes a inmolarse en las calles por ellos, para finalmente pedirle a los venezolanos que se arrastren hasta las misericordiosas botas del régimen a implorar por clemencia electoral.

            El problema fundamental de la falsa oposición venezolana es que desde 1999 ha carecido de una tesis política que caracterice correctamente al régimen chavista y en base a esa valoración defina una estrategia de lucha. Por el contrario, desde la óptica de la falsa oposición la política ha sido reducida y banalizada a lo meramente electoral que siempre pone a estos  pseudo opositores en plan de conseguir al líder o al mesías de turno, al salvador tipo Chávez, que milagrosamente nos lleve a la victoria. El chavismo no podría hacer otra cosa que frotarse las manos, salivar y alentar esa postura de los falsos opositores porque encaja perfectamente con su plan de fraude y manipulación. ¡Es el reconocimiento y legitimación de su régimen, qué más podrían pedir!

Por eso la elección Primaria es tan inútil como insignificante. Es un evento intrascendente de los mismos que llevan más de veinte años dando bandazos en la política y colaborando con las vías electorales del chavismo. Sin embargo, sus organizadores quieren presentarla como una gesta épica y ciudadana, de la cual podría descender de los cielos el nuevo mesías que milagrosamente le gane al chavismo y sus refinados mecanismos de fraude electoral. Frente a esta fantasía reciclada los venezolanos reaccionan con indiferencia y siguen abandonando masivamente el país desatendiendo el seductor llamado de los traficantes de ilusiones.

La inminente suspensión de la elección Primaria no es más que una incidencia menor en un proceso cuyo desarrollo ya ha sido advertido por algunos periodistas y analistas, no comprometidos con los partidos. No se puede pretender participar en el sistema electoral chavista si no se acepta la totalidad de sus reglas. El precio que tiene que pagar la falsa oposición por hacerse parte del fraude electoral chavista es postular un candidato amaestrado y dócil que le vuelva a levantar la mano a Nicolás Maduro como ganador de la “elección”. Punto. Eso es así y no se discute.

Para esta temporada electoral el chavismo ya escogió ese candidato y es Manuel Rosales, gobernador adjudicado del Zulia. Maduro le lanza piropos a Rosales y este hace lo propio en nombre de la tolerancia. El problema se presenta cuando la MUD, en un ejercicio torpe del mandado encomendado, organiza una elección Primaria que ha debido originalmente servir para coronar a Rosales pero que hoy luce fuera de control con la revuelta de las clientelas partidistas migrando masivamente para apoyar a María Corina Machado.

En este mismo medio lo hemos explicado varias veces desde hace semanas. Resulta inevitable que el chavismo vuelva a meter la mano en la primaria de la falsa oposición para echarle una mano a sus socios de la MUD. Ya lo hizo inhabilitando arbitrariamente candidatos. De no hacerlo, aun en medio del desastre y caos logístico de pretender votar debajo de matas de mango, ese proceso iría rumbo a la inevitable aclamación de María Corina Machado. ¿Y esto afecta al chavismo? Para nada, pues con decir que según su absurda legalidad ella está inhabilitada para ser inscrita es suficiente. Fin de la historia. Ahí no valen reclamos pacíficos, protestas ciudadanas, ni nada dentro de la legalidad chavista como pedir una Constituyente. El proceso viciado seguiría su curso sin mayor novedad y así esa fórmula electoral ilusa e ingenua llegaría hasta el final.

Entonces ¿por qué el chavismo estaría a punto de suspender la elección Primaria? Porque tiene que despejarle el camino a Manuel Rosales para que, como resultado de esa crisis, sea escogido como el candidato de consenso de la falsa oposición. Rosales, el filósofo del Zulia, quien sabiamente no inscribió su candidatura en la Primaria y supo hacerse a un lado para orar, pedir y meditar por la unidad de la falsa oposición cuando todos los demás se peleaban.

La inminente suspensión de la Primaria, vía TSJ chavista, provocará una implosión en la falsa oposición y le obligará a escoger por consenso a un candidato (Rosales) dejando a María Corina Machado sola con su popularidad, unas inmensas ganas de contarse, pero sin ni siquiera poder ir al CNE chavista a inscribirse como candidata independiente, aunque solo sea en forma simbólica. Este es el costo de hacerse parte de la legalidad chavista y coquetear con la idea de cumplir sus reglas a medias. Es muy probable que en ese momento, cerradas todas las vías de la institucionalidad chavista, y sin otras opciones María Corina Machado se devuelva nuevamente a retomar el discurso radical de la abstención, el cual nunca jamás debió abandonar.- @humbertotweets

jueves, 7 de septiembre de 2023

Las migraciones definen el momento político de Venezuela

            En Venezuela cada quien anda en lo suyo. Y es que en un país que se cae a pedazos pareciera que las prioridades que se imponen son las propias, no las del colectivo nacional. En buena medida vivimos una dinámica caracterizada por el sálvese quien pueda. Son las horas -¿minutos?- antes del masivo hundimiento del Titanic.

Las diferentes bandas que conforman el régimen chavista siguen saqueando sin piedad ante la incertidumbre de cuándo y cómo termina todo esto. Porque esto tiene un final,  y ellos lo saben. Al mismo tiempo aprietan las tuercas y aceitan la maquinaria político-militar para el próximo fraude electoral. No sin dificultad porque la dramática crisis económica ha desanimado y en muchos casos enardecido a las realengas clientelas chavistas. Estas clientelas, llamadas eufemísticamente “bases” son necesarias para la mascarada electoral.

Por su parte la falsa oposición con todos sus candidatos tratan de presentar la elección Primaria como una batalla épica solo comparable con aquella que condujo a la independencia de Venezuela. Nadie quiere hablar de la falta de condiciones ni garantías electorales. La poderosa industria del voto bajo el chavismo ofrece dividendos muy lucrativos para perder el tiempo en esas nimiedades. Hasta María Corina Machado que en el pasado artículo un discurso duro y contundente contra el voto bajo la tiranía chavista hoy está poseída por el éxtasis de la fantasía electoral.

Pero la otra Venezuela que no está conectada directa o indirectamente a los partidos y que no espera nada del régimen chavista solo puede ocuparse de lo más básico: Sobrevivir más allá de las ilusiones. Eso se traduce en tratar de hacer lo necesario para proteger a sus familias y no morir en el intento. Muchos de estos venezolanos forman parte de los 8 millones que ya han abandonado Venezuela en un genuino ejercicio de supervivencia. Con toda certeza otros tantos que se quedaron atrás lo están pensando.

De alguna forma hay que admitir que esos 8 millones de venezolanos al emigrar de Venezuela emitieron un contundente juicio político frente al chavismo y su falsa oposición. La ausencia de opciones viables en un país que se derrumba lentamente solo puede conducir a un rechazo rotundo a toda la clase política y su discurso demagógico.

Hoy cuando algunos ilusos, y otros no tanto, insisten en presentar la candidatura de María Corina Machado como un fenómeno popular en Venezuela cientos de miles de venezolanos se aglomeran en largas romerías, no para atender su discurso sino para despedirse y emprender su huida del país. Ni siquiera su palabra cautivadora con un estilo firme y amable ha logrado persuadir a quienes desesperadamente quieren abandonar el barco.

A pesar de lo que podrían decir sus más apasionados defensores, la candidatura de María Corina Machado ha sido castigada con la misma indiferencia que recibe todo aquel que a estas alturas nos presenta la novedosa idea del voto como medio ideal para salir de la tiranía chavista. Los únicos que andan frenéticamente entusiasmados con su prospecto electoral son los miembros de la clientelas de los partidos que se han cambiado las franelas de Primero Justicia y Voluntad Popular para ponerse la de Vente Venezuela.

En ese sentido la candidatura de María Corina Machado ha provocado una verdadera migración de las clientelas de los partidos de la falsa oposición que ahora ven en la popular candidata el aura y las oportunidades que antes vieron en Rosales, Capriles y hasta en Juan Guaidó.

Entre la migración de las clientelas partidistas de los partidos de la MUD hacia la candidata más popular y la del resto de los venezolanos para huir de la barbarie chavista Venezuela sucumbe en forma lenta y dolorosa. ¿Hay forma de para esto? .- @humbertotweets 

Las migraciones definen el momento político de Venezuela

            En Venezuela cada quien anda en lo suyo. Y es que en un país que se cae a pedazos pareciera que las prioridades que se imponen son las propias, no las del colectivo nacional. En buena medida vivimos una dinámica caracterizada por el sálvese quien pueda. Son las horas -¿minutos?- antes del masivo hundimiento del Titanic.

Las diferentes bandas que conforman el régimen chavista siguen saqueando sin piedad ante la incertidumbre de cuándo y cómo termina todo esto. Porque esto tiene un final,  y ellos lo saben. Al mismo tiempo aprietan las tuercas y aceitan la maquinaria político-militar para el próximo fraude electoral. No sin dificultad porque la dramática crisis económica ha desanimado y en muchos casos enardecido a las realengas clientelas chavistas. Estas clientelas, llamadas eufemísticamente “bases” son necesarias para la mascarada electoral.

Por su parte la falsa oposición con todos sus candidatos tratan de presentar la elección Primaria como una batalla épica solo comparable con aquella que condujo a la independencia de Venezuela. Nadie quiere hablar de la falta de condiciones ni garantías electorales. La poderosa industria del voto bajo el chavismo ofrece dividendos muy lucrativos para perder el tiempo en esas nimiedades. Hasta Maria Corina Machado que en el pasado artículo un discurso duro y contundente contra el voto bajo la tiranía chavista hoy está poseída por el éxtasis de la fantasía electoral.

Pero la otra Venezuela que no está conectada directa o indirectamente a los partidos y que no espera nada del régimen chavista solo puede ocuparse de lo más básico: Sobrevivir más allá de las ilusiones. Eso se traduce en tratar de hacer lo necesario para proteger a sus familias y no morir en el intento. Muchos de estos venezolanos forman parte de los 8 millones que ya han abandonado Venezuela en un genuino ejercicio de supervivencia. Con toda certeza otros tantos que se quedaron atrás lo están pensando.

De alguna forma hay que admitir que esos 8 millones de venezolanos al emigrar de Venezuela emitieron un contundente juicio político frente al chavismo y su falsa oposición. La ausencia de opciones viables en un país que se derrumba lentamente solo puede conducir a un rechazo rotundo a toda la clase política y su discurso demagógico.

Hoy cuando algunos ilusos, y otros no tanto, insisten en presentar la candidatura de María Corina Machado como un fenómeno popular en Venezuela cientos de miles de venezolanos se aglomeran en largas romerías, no para atender su discurso sino para despedirse y emprender su huida del país. Ni siquiera su palabra cautivadora con un estilo firme y amable ha logrado persuadir a quienes desesperadamente quieren abandonar el barco.

A pesar de lo que podrían decir sus más apasionados defensores, la candidatura de María Corina Machado ha sido castigada con la misma indiferencia que recibe todo aquel que a estas alturas nos presenta la novedosa idea del voto como medio ideal para salir de la tiranía chavista. Los únicos que andan frenéticamente entusiasmados con su prospecto electoral son los miembros de la clientelas de los partidos que se han cambiado las franelas de Primero Justicia y Voluntad Popular para ponerse la de Vente Venezuela.

En ese sentido la candidatura de Maria Corina Machado ha provocado una verdadera migración de las clientelas de los partidos de la falsa oposición que ahora ven en la popular candidata el aura y las oportunidades que antes vieron en Rosales, Capriles y hasta en Juan Guaido.

Entre la migración de las clientelas partidistas de los partidos de la MUD hacia la candidata más popular y la del resto de los venezolanos para huir de la barbarie chavista Venezuela sucumbe en forma lenta y dolorosa. ¿Hay forma de para esto?.- @humbertotweets 

El voto como terapia de grupo

            En una nación democrática con un Estado que representa el interés nacional y tiene poderes que actúan como contrapesos para prevenir la arbitrariedad y la tiranía, el voto es la institución por excelencia para la participación política. En este tipo de sociedades es mediante el sufragio como se eligen a los representantes de los poderes públicos y cómo se evalúa su gestión. 

Pero, ¿cuál podría ser el papel o la utilidad del voto cuando deja de ser una institución política para reducirse a una mera apariencia que no refleja la voluntad de los ciudadanos y por el contrario oculta los perversos y sofisticados mecanismos de una tiranía?

Votar sin condiciones ni garantías de transparencia, cuando un grupo controla todos los poderes públicos, incluido el electoral, es un sinsentido, por decir lo menos. Es algo así como votar por votar o hacerlo con la vana esperanza de que por algún golpe de suerte o un milagro el resultado electoral sea distinto a lo ya determinado por quien organiza la elección y cuenta los votos. ¿Ingenuidad? ¿Ignorancia? ¿Perfidia?

Esa es precisamente la conducta que ha abrazado la falsa oposición venezolana y todos sus candidatos presidenciales. Pretenden embarcar a los venezolanos, una vez más, en la fiesta electoral, con serpentina y cotillón pero sin condiciones ni garantías de transparencia.

Los más entusiastas siempre dicen que es mejor votar que no hacer nada, esto es votar por votar. Pero eso es precisamente lo que hemos hecho a lo largo de estos 23 años sin que haya servido para nada. Es decir no ha servido a la causa nacional de lograr el cambio político pero sí ha servido para que quienes viven de la política descubran el lucrativo emprendimiento de ser una oposición domada, amaestrada y obediente. 

En Venezuela, bajo las actuales condiciones el voto no tiene ningún valor político, ha perdido todo su poder para quedar solamente como un rito vacío de contenido. Votar así no es más que un ejercicio de terapia de grupo para drenar energías y “hacer algo”, aunque no sirva para nada.

Los únicos que parecen necesitar este tipo de terapia psicológica son quienes viven del negocio de la política, quienes sin condiciones ni garantías, si o si, tienen que ir a drenar su incontinencia electoral. Por intuición o experiencia, la mayoría de los venezolanos prefiere encarar la realidad con los pies en la tierra y mira con indiferencia y escepticismo estos ejercicios episódicos de terapia de grupo que parecen no resolver la enfermedad.- @humbertotweets

lunes, 4 de septiembre de 2023

Falsa oposición sin plan A ni B

            ¿Cuándo serán las elecciones? Cuando le convenga al chavismo. ¿Quiénes votaran? Eso solo lo sabe el régimen. ¿Quiénes se podrán postular? Los que decida Elvis Amoroso. ¿Serán todas juntas en una megaelección o separadas? Hay que esperar a ver que dice Diosdado Cabello. ¿Quiénes contarán los votos? El CNE chavista. ¿Quiénes cargarán las máquinas de votación? Las Fuerzas Armadas chavistas. ¿Y se podrá apelar el resultado? Por supuesto, ante el Tribunal Supremo de Justicia, también chavista. Bajo estas condiciones la falsa oposición aceptó participar nuevamente en el fraude electoral del régimen.

A este cuadro general habría que agregar algunas particularidades. Que las franquicias de  los partidos de la falsa oposición que el régimen chavista controla a través de su TSJ se dejen de apariencias y también postulen a Nicolás Maduro. Maduro candidato del PSUV apoyado por las siglas de AD, COPEI, PJ, VP, PCV…una verdadera candidatura de unidad nacional! También falta por ver si el régimen de una buena vez se decide a intervenir la elección Primaria de la falsa oposición para impedir la, de otra forma, inminente aclamación de María Corina Machado. Eso sí, todo de acuerdo con la Constitución y las leyes…chavistas.

La falsa oposición y sus candidatos insisten en embaucar a la gente, una vez más, asegurando que hay que votar porque esta vez es diferente y si la gente sale a votar entonces sí se puede. Sin embargo, la inmensa mayoría de los venezolanos que solo disponen de su memoria y experiencia para defenderse ven con desconfianza y escepticismo estas promesas recicladas de cambio. Porque no son nuevas, son las mismas que se han ofrecido en estos 23 años. Quizás ha cambiado la música, los slogans y los actores, pero en esencia es lo mismo.

El aparato político-militar en que se mueve el chavismo ha cambiado para acumular más poder. Y la crisis económica ha cambiado para empeorar y masificar una miseria de la cual no se salvan ni las parasitarias clientelas chavistas que viven del Carnet de la Patria. Pero lo que definitivamente no ha cambiado son los mecanismos que usa el régimen para legitimarse mediante la farsa electoral y seguir en el poder. 

Este sigue siendo el problema nuclear en la crisis venezolana. Nos enfrentamos a un Estado que no representa los intereses de la nación venezolana sino los de una asociación de bandas criminales cuyas decisiones y acuerdos se le imponen al resto de venezolanos por medio de la violencia y en forma de ley, de ley chavista por supuesto. La hoy candidata María Corina Machado caracterizó esta situación con perfecta nitidez en el 2017 y nos convocó a los venezolanos a no legitimar con el voto al régimen chavista porque “quien vote en estas condiciones es parte de la tiranía.” Esas fueron sus exactas palabras y tenía razón, aunque hoy en medio de ensoñadores ríos de popularidad no haya encontrado el tiempo para explicar que cambió en el régimen donde ahora en tiranía si se puede votar.

Cuando a María Corina o a los representantes de su campaña (como Antonio Ledezma, por ejemplo) se les pregunta qué van a hacer para inscribir esa candidatura que fue inhabilitada por el régimen no pueden dar una respuesta directa, porque no la hay. Decir que va hasta el final no responde los aspectos prácticos de una elección fraudulenta cuyas reglas de juego ella aceptó, aunque retóricamente diga otra cosa. 

Cuando a los otros candidatos de la falsa oposición se les pregunta qué van a hacer ante las inhabilitaciones, los cambios de fecha para las elecciones, que a los venezolanos en el exterior no se les permita votar, y una larga lista de abusos del régimen no pueden responder más que con evasivas.  Qué pueden decir de unas elecciones con un resultado previamente cantado pero en las cuales todos ellos voluntariamente decidieron participar.

Por eso la mayoría de los venezolanos a pesar de los ruegos de la falsa oposición ven esa elección Primaria y la posible megaelección como un esfuerzo inútil que no conduce a sacar al chavismo del poder. Pero además hay la convicción de que estamos en presencia de otro escandaloso ejercicio de improvisación y espontaneísmo. La retórica meliflua, el discurso demagógico, y las respuestas evasivas así lo confirman y son la mejor evidencia de que una vez más la falsa oposición no tiene plan A, ni B. Nunca lo hubo, ni lo habrá. En su lugar lo que hay es una práctica -¿vicio?- de ir a elecciones, sin condiciones ni garantías, negociar y luego repetir el mismo ciclo sin parar. O lo que es igual, darle vueltas al tornillo en una tuerca mellada, donde no importa cuántas veces gire nunca va a apretar.

La falsa oposición podrá no tener plan, pero los venezolanos refugiados en su escepticismo y desconfianza si lo tienen. Ocho millones ya lo pusieron en marcha y otros lo están pensando.- @humbertotweets