jueves, 28 de septiembre de 2017

El fraude y la estafa electoral

Bien temprano entendió Hugo Chávez que la única forma de mantener en el tiempo su modelo totalitario era tomando por asalto las instituciones fundamentales del poder público en Venezuela. Esto le permitió regular a su conveniencia las reglas del juego político para controlar su resultado. Así ocurriría con la sucesión de directivas de un Consejo Nacional Electoral al servicio del gobierno, que diseñó los mecanismos más perversos para torcer la voluntad de los ciudadanos, como el famoso “Kino de Chávez” para la Constituyente de 1999.

A esto se sumaría todo un elenco de artificios manuales y electrónicos para darle un barniz democrático a un sistema electoral que procura todas las ventajas para el partido oficialista, sin dejar a sus adversarios margen para el reclamo. Esto no ha cambiado.

Luego vendría el secuestro del poder judicial, la partidización de las fuerzas armadas y, en fin, el sometimiento de todas las instituciones públicas a la voluntad del Estado totalitario chavista. Las decisiones de la camarilla gobernante son presentadas a la sociedad como las decisiones del Estado. Un Estado donde no hay garantías, ni separación de poderes. La máxima expresión de este fraude político ha sido la elección espuria de una Asamblea Constituyente que no representa a la sociedad venezolana, y que redactará la nueva Constitución para gobernar a la mayoría según los intereses del régimen chavista.

Para funcionar, este fraude a la Constitución, a las leyes y al Estado de derecho, necesita de otras fuerzas que ayuden a mantener la apariencia de una confrontación, que alimente la ilusión de un cambio dentro de ese viciado sistema. Este es el papel que han jugado la mayoría de los partidos de la oposición desde 1999, participando en una u otra elección, y algunas veces dejando de participar (2005); pero siempre dentro de los estrictos límites de las reglas de juego del Estado chavista.

El fraude a la Constitución y las leyes que perpetra todos los días el régimen para seguir en el poder es posible por la concurrencia simultánea de la estafa electoral. Esto es el engaño a los ciudadanos para hacerles creer que, votando dentro de las condiciones del Estado chavista, será posible que el chavismo algún día entregue el poder. Es lo que hace hoy la MUD con su participación en las elecciones de gobernadores como agente legitimador de un régimen que dice combatir.

El núcleo de la estafa es el engaño. Sin embargo, para que funcione debe contar con cierta cooperación de la víctima. El deseo de millones de venezolanos para salir desesperadamente de esta dictadura los convierte en blanco fácil del discurso falso y engañoso de la MUD. En esta oportunidad la promesa ilusoria es que votando y eligiendo nuevos gobernadores se logrará el cambio político. No es cierto. Desde ya se sabe que, dentro de este sistema electoral fraudulento, la oposición obtendrá los gobernadores que quiera el régimen. Y aunque la oposición obtuviese la totalidad de las 23 gobernaciones, serán funcionarios subordinados, no sólo a la Constituyente sino también al poder ejecutivo que preside Nicolás Maduro, y con menos poder que la Asamblea Nacional.

Al llamar a votar en la elección de gobernadores, lo único que se logra es propagar y prolongar esa nociva y peligrosa ilusión de un cambio dentro del sistema totalitario chavista. Por eso en su discurso engañoso y falaz, la MUD siempre habla de un cambio de gobierno, de una transición dentro del mismo Estado; y no de una ruptura democrática con el modelo de Estado y sus reglas de juego, que hace elecciones para que nadie cambie.

La estafa electoral del 2017 es el preámbulo a otra mayor que el gobierno develará en el 2018, y para la cual necesitará nuevamente el concurso de esta “oposición”. Se trata de las elecciones presidenciales, pero dentro de un modelo y condiciones aprobados por la Constituyente, en las cuales seguramente la MUD llamará a participar “para dar la pelea con votos”, y luego reconocer su resultado, cualquiera que este sea. Mientras la pelea se siga dando en el terreno conveniente y movedizo del adversario —como lo ha hecho la MUD—  será muy difícil avanzar. Dieciocho años de marchas y contramarchas así lo demuestran. El fraude y la estafa electoral deben ser denunciados como  las dos caras de un mismo engaño que se comete contra los venezolanos.



domingo, 24 de septiembre de 2017

Elecciones, negociación y cohabitación

En estos 18 años hay suficiente evidencia que cada vez que el régimen enfrenta una crisis terminal saca del sombrero del mago un truco que le permite reposicionarse, navegar a través de la tormenta y seguir en el poder. El truco predilecto del régimen ha sido la negociación con la oposición para ganar tiempo y mantener el control del gobierno. No importa lo elaborado o ambiguo de la agenda para esas jornadas al cabo de un  tiempo la falta de voluntad del gobierno se hace evidente y todo termina en el aborto de una crisis que de otra forma ha podido conducir a un cambio político.
A este truco se suma el señuelo de la participación electoral. No hay duda que si hubiese garantías electorales y elecciones libres los candidatos del gobierno para cualquier cargo serían barridos por la oposición, aunque esta fuese dividida. Todas las encuestas le dan al oficialismo no más del 20% o menos de simpatías. Pero si el gobierno quiere que la oposición participe en estas elecciones con ese cuadro adverso es porque justamente tiene la certeza de poder fabricar un resultado a la medida con un CNE que controla a su antojo.
El truco funciona porque la MUD se deja llevar por la ilusión de poder ganarle al régimen dentro de sus propias reglas de juego y con esa esperanza sacrifica todo su capital político. Con un sistema electoral viciado la oposición obtendría el número de gobernaciones que quiera el régimen. Que sean 3, 7 o 9 es irrelevante. El régimen habrá logrado reconocimiento y aceptación para su sistema fraudulento con el invaluable auxilio de la MUD.
Para asegurar la jugada, el gobierno vuelve a enredar a la MUD en otro proceso de negociaciones secretas, inoportunas e inconvenientes. Que estas negociaciones ocurran justamente antes de las elecciones sólo puede favorecer al régimen. Una vez más la MUD acude a negociar sin condiciones y sin agenda lo cual la presenta errática y la deja a merced del gobierno.
La elección de gobernadores y la negociación con la MUD son dinámicas generadas por el gobierno para seguir procurándose ventajas dentro de un clima político adverso. Ambas forman parte del elenco de tableros de ajedrez del cual dispone el régimen para engañar a la oposición en un acto de prestidigitación política.
Ambas dinámicas parecen ocultar el objetivo real del régimen para sobrevivir, desafiando todos los pronósticos. Elecciones y negociaciones en los términos planteados por el régimen parecen conducir a una cohabitación entre la dictadura y la MUD. Esta nueva situación le daría a la MUD una participación en la estructura del gobierno a través de gobernadores, alcaldes, concejales y diputados, pero todos controlados en los términos que convienen al régimen para seguir conservando en sus manos la estructura fundamental de poder.
La continua participación de la MUD en elecciones fraudulentas y negociaciones engañosas solo pueden conducir a una peligrosa cohabitación dentro del estado chavista por otros 20 años.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Una oposición a la medida del régimen

Luego de 19 años de confrontación con el régimen chavista, hay suficiente evidencia empírica del fracaso de los partidos en la conducción de la oposición venezolana. Este fracaso no se deriva por el hecho de ser partidos, sino más bien por ser rehenes de una lógica que el régimen logró imponerles bien temprano: el cambio político solo es posible dentro del severamente controlado marco de las reglas de juego del estado chavista.

A lo largo de 19 años, la Coordinadora Democrática primero y la Mesa de la Unidad Democrática después, participaron en diversos eventos electorales con la esperanza de desplazar al chavismo del poder por la vía del voto. Al participar en estas elecciones, la oposición electoral se veía obligada a salir en defensa de un sistema electoral fraudulento, diseñado para favorecer a los candidatos del gobierno.

El triunfo de la oposición en las parlamentarias del 2015 tomó por sorpresa a un régimen cuyo fraude y ventajismo no fue suficiente para cambiar el resultado. Como es natural, este resultado tenía que alentar la tesis de la oposición electoral. Después de todo parecía que sí era posible ganarle al régimen usando sus propias reglas. La alegría no duraría un año, pues el país sería testigo de cómo el régimen le fue arrebatando una a una las atribuciones a la Asamblea Nacional, burlándose de la voluntad de millones expresada por la vía del voto.

El año 2016 y lo que va del 2017 se han ido en el ensayo de fórmulas institucionales para desplazar al régimen en un país donde no hay estado de derecho. Con las elecciones de gobernadores convocadas para octubre, y seguramente las presidenciales para el otro año, la MUD se lanza nuevamente a participar en procesos convocados en los términos que favorecen al gobierno y sin negociar ningún tipo de garantía.

Nuevamente se usa la falacia argumental de que la única forma de derrocar a la dictadura es participando dentro de las condiciones viciadas que ella misma establece. Es la tesis del régimen que ha sido mansamente aceptada por la MUD. Sostiene que solo es posible salir de la dictadura jugando dentro de sus propias reglas. Esta estrategia es perversa, porque usa a los mismos dirigentes de la oposición como vehículos de las teorías del gobierno.

Al régimen le sirve una oposición como ésta: que lo enfrente, pero en sus propios términos; que deje intactos sus pilares fundamentales de poder. Este tipo de oposición permitiría la cohabitación con la Constituyente y con su producto final, una nueva constitución; consolidando el modelo de estado chavista. Y, seguramente, esta oposición también abrazaría la transición de un gobierno a otro, garantizando algún tipo de impunidad a perpetradores de delitos de lesa humanidad. Una oposición controlada y a su medida es el sueño de cualquier dictadura.


domingo, 17 de septiembre de 2017

MUD vs MUD

Una de las razones por las cuales la dictadura sigue gobernando son las cada vez más notables incoherencias de la alianza electoral opositora MUD. La estrategias zigzagueantes de esta coalición son el resultado de tratar de conciliar las agendas disímiles de partidos opositores y candidatos presidenciales. Estas agendas no siempre están en sintonía con las expectativas de los ciudadanos porque sus diseños suelen ser mezclas extrañas de combinaciones políticas que no terminan de tener conexión con la realidad.
La consulta popular del 16 de julio de este año le mostró a la siempre dubitativa e inconsistente MUD un claro camino para actuar. La pregunta número 3 aprobada mayoritariamente en esta consulta era un mandato a la Asamblea Nacional para renovar los poderes públicos y entonces avanzar a un gobierno de unidad nacional y convocar elecciones libres.
Pero en la misma semana que que el programa político opositor era refrendado por millones los partidos dueños de la MUD se lanzaron a una carrera frenética por la elección de gobernadores, tal como el gobierno quería. La prisa y la urgencia en desconocer lo aprobado el 16 de julio los llevó a embarcarse en un proceso incierto sin fechas ni garantías.
Esa jugada inspirada en el más puro y frío cálculo político dividió a la oposición y desconcertó a la sociedad. Ahora en lugar de hacer una oposición firme y homogénea a la dictadura la MUD nos embarca en una pugna por cargos que en algunos estados aún no termina y que ha involucrado acusaciones de fraude y sicariato político. Patetico espectáculo que la sociedad observa con decepción mientras el gobierno discretamente se hace a un lado para que la misma oposición le haga el trabajo.
Con el capítulo de las primaria de la MUD aun en desarrollo se confirma por terceras vías que la MUD desarrolla negociaciones con el régimen en República Dominicana, una vez más, de espaldas a la sociedad e incluso como lo señaló el diputado Calzadilla de espaldas a los mismos partidos que integran la alianza. A estos hallazgos siguieron la cadena usual de respuestas contradictorias donde la MUD primero negó la negociación para luego admitir que están en fase “exploratoria”, como si ya no tuviesen experiencia de esto con el mismo interlocutor.
Participar en las regionales sin previo debate y asistir a hurtadillas a una nueva negociación con el régimen son el tipo de cosas que destruyen la ya poca confianza que tienen los ciudadanos en la MUD. Sus componentes han perdido toda capacidad de juicio y autocrítica para reconocer y rectificar sus errores. El gobierno se beneficia de las jugadas erráticas de la MUD, por eso las alienta y las celebra.

jueves, 14 de septiembre de 2017

En las primarias de la MUD ganó la abstención

Una vez pasado el trago amargo de las primarias, los partidos de la MUD irán inmediatamente a la fase siguiente de su cronograma electoral. Así como no hubo debate luego de la consulta popular del 16 de julio y el sorpresivo acto acrobático de lanzarse a las regionales, ahora tampoco lo habrá. Los partidos defenderán el resultado de las primarias con base en la cantidad de gente que se movilizó a votar, ignorando los millones de ciudadanos que pudiendo votar no lo hicieron.

Se calcula que en las primarias de la MUD votaron cerca de 1 millón de personas con una abstención de 90%. Que en menos de dos meses la MUD haya perdido el apoyo de casi 6 millones de ciudadanos es algo que no solo debería motivar un debate, sino también un replanteo total de su estrategia. La abstención en las primarias de la MUD tiene todas las características de un mensaje de los ciudadanos inconformes hacia sus dirigentes para que cambien la forma de hacer oposición.

Las primarias de la MUD fueron la prueba de fuego para evaluar la tesis de votar en dictadura. Todo aquel que apoyaba esta tesis tuvo la oportunidad de expresarlo. Los resultados no dan para inferir que un porcentaje relevante de los opositores estaría dispuesto a apoyar con su voto la propuesta de la MUD. El resultado en sí es grave, y más grave aún será si la MUD decide ignorarlo como ya ha ocurrido antes.

Frente a esta realidad, ¿qué hará la MUD?: ¿ordenar linchamientos morales selectivos en las redes sociales contra quienes nos oponemos a las regionales? ¿Intensificar su campaña de manipulación del elector desprevenido para hacerle creer que no votar es permitir que gane el candidato del gobierno?

En las primarias del domingo pasado solo votaron quienes forman parte de las maquinarias de los partidos. Allí no se vio el espíritu cívico y unitario de la consulta popular del 16 de julio donde millones de ciudadanos participaron con entusiasmo. Solo quedó reducida a eso, a una consulta interna entre los partidos. Esto pone en evidencia –una vez más– la gran debilidad de la Mesa de Unidad Democrática, muy eficiente para campañas electorales, pero incapaz de articular una fuerza de oposición nacional que vaya más allá de los partidos y sea capaz de derrocar la dictadura chavista.

El triunfo de la abstención en las primarias de la MUD es una derrota de las tesis de Ramos Allup y el G4 de cohabitar con la dictadura y aceptar ir a sus elecciones fraudulentas de gobernadores sin siquiera conocer la fecha.

@humbertotweets

jueves, 7 de septiembre de 2017

Las dictaduras no salen con votos

En un habitual ejercicio de simplificación histriónica de lo político, el secretario general de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, declaró que “las dictaduras salen con votos.” Al preguntársele cuáles, con relancina osadía respondió de inmediato: Chile, Paraguay y Brasil.

El contexto de esta declaración es la improvisada campaña de la MUD para persuadir a desprevenidos electores de que ir a votar en las elecciones de gobernadores orquestadas por el régimen, es una forma para sacarlo del poder.

Es un argumento falaz que sigue siendo machacado ad nauseam, obviamente por los candidatos a gobernadores de la MUD, y todos los operadores políticos que están embarcados en la misma empresa. Sin mayor análisis o prueba repiten la frase “las dictaduras salen con votos”, para tratar de vencer el justificado escepticismo de los electores que no logran entender cómo se puede salir del régimen eligiendo a unos funcionarios públicos que no tendrán ni poder ni presupuesto para cumplir con sus promesas. La consigna es un intento lánguido de darle sentido a lo que en realidad no tiene.

No es cierto que las dictaduras de Chile (1988), Paraguay (1989)  y Brasil (1985) salieron con votos. El derrocamiento de esas dictaduras fue el resultado de la combinación de: 1) El deterioro de la situación económica y social del país en manos de la dictadura; 2) La masiva protesta popular en la calle; y 3) Las contradicciones surgidas entre los componentes civiles y militares de esos regímenes. Esas tres situaciones de conflicto potenciaron, en cada caso, una crisis de gobernabilidad, que obligó a esos regímenes a optar por diferentes esquemas de transición; y la expresión final de esos procesos políticos fueron, efectivamente, unas elecciones con garantías mínimas de respeto a la voluntad de los electores.

Es una tergiversación intencional decir que esas dictaduras salieron porque un día el pueblo fue convocado a votar, y los dictadores entregaron el poder sin protestar al conocer los resultados. En los referidos casos y en la gran mayoría de las transiciones de dictadura a democracia, el acto electoral sólo marca un momento crítico en una sucesión de crisis y contradicciones, donde los sectores ciudadanos acumulan suficientes fuerzas para derrocar política y militarmente al régimen. El acto electoral es tan solo la ratificación de una nueva situación política que ya había sido previamente decidida en las calles por la vía de la presión popular.

Pero si le damos el beneficio de la duda al espadachín de la MUD, y aceptamos aunque sea parcialmente su argumento, habría que considerar la naturaleza de las elecciones que él mismo ha invocado. En ninguno de los casos citados, el pueblo fue convocado a derrocar al régimen eligiendo funcionarios públicos tales como concejales, alcaldes o gobernadores. En los tres casos se trató de elecciones nacionales, de envergadura, de naturaleza plebiscitaria, con un reclamo categórico para ponerle punto final a esos regímenes.

Asemejar la dimensión histórica de los procesos políticos vividos en la recuperación democrática de Chile, Paraguay y Brasil, con la elección de gobernadores en Venezuela este año, es una generosa licencia que tan solo la falacia argumental de Ramos Allup se puede permitir.

Al participar en las elecciones de gobernadores, los candidatos de la MUD han aceptado voluntariamente degradar el discurso político para abandonar los grandes temas nacionales de la crisis humanitaria, los presos políticos, y la recuperación de la libertad; y abrazar el discurso populista y clientelar de las aceras y brocales.

Es lastimoso ver a estos jóvenes dirigentes abandonar sus espacios naturales de lucha en la Asamblea Nacional para ir en la búsqueda afanosa de otros espacios inciertos, y luchar para ser los empleados subalternos justamente del régimen que queremos derrocar.

Por el contrario, al votar en estas elecciones de gobernadores se le hace una doble e inmerecida colaboración a la dictadura. Primero, se legitima un sistema político y electoral perverso, cuyas reglas de juego están diseñadas para procurar ventajas sólidas a los candidatos del gobierno. Este acto público de legitimación parece tener sin cuidado a los candidatos de la MUD. Lo que sorprende es que tampoco muestren preocupación por el hecho de ir a una elección, a ciegas, sin siquiera tener definida la fecha del acto electoral. Esto, digamos, sería lo menos que podrían haber exigido.

Pero lo más pernicioso de este argumento es la súper letal arma secreta que el régimen introduce en el corazón mismo de la oposición para usar sus propias energías contra ella: El llamado al voto en estas condiciones lleva implícito un mandato para desmovilizar la calle y apostarle a la ilusión electoral dentro de las viciadas reglas de juego del Estado chavista. Así, el régimen termina usando a los candidatos a gobernador de la MUD para propagar el adormecimiento, la confusión y la división en el sector opositor.

La lógica detrás de “las dictaduras salen con votos” es la misma lógica que arrastró a la oposición a la Mesa de Negociación y Acuerdos en 2002-2003, a las negociaciones secretas en el 2016, y a las que ya están en curso en este mes de septiembre. Por esa vía ya llevamos 19 años. Seguir votando, legitimando y cohabitando solo pavimentará el camino para que el Estado chavista siga en el poder los próximos 20.








domingo, 3 de septiembre de 2017

Una patada a la mesa

La dinámica política venezolana ha venido revelando las verdaderas fuerzas que sostienen al estado chavista. El perfil totalitario y militarista del gobierno no permitía apreciar otros colores grisáceos de fuerzas y factores que también actuaban en el fondo para sostener al régimen que decían combatir. Siempre entendimos que un componente militar doblegado y corrompido sería clave para sostener el régimen en contra de la voluntad de las mayorías. Pero el otro sostén, tan sinuoso como imperceptible, venía de la propia “oposición” manejada siempre por los partidos actuando como agentes legitimadores de la dictadura.
Con la desarticulación de sindicatos, gremios y organizaciones de la sociedad civil la conducción de la oposición venezolana siempre ha quedado a merced de los partidos políticos, sus intereses y sus agendas. A diferencia de otros países que lograron derrotar exitosamente gobiernos dictatoriales tales como Chile y Polonia como resultado de amplias alianzas de partidos políticos, organizaciones civiles y militares.
Los partidos de la llamada oposición en Venezuela fracasaron en 1999 en anticipar que lo que tenían al frente no era un adversario político común, sino una dictadura en agresivo proceso de desarrollo. Este error en caracterizar al régimen como uno dictatorial y totalitario sería repetido por la “oposición” durante más de 18 años influyendo en el diseño de una estrategia derrotista y equivocada para derrocar al estado chavista. Esta estrategia se monta sobre la base de que esta dictadura puede ser combatida “desde adentro” y jugando con las reglas de juego que ella le impone a la sociedad y que en todo caso termina cambiando a conveniencia.
Consecuentes con esa visión estrictamente electoral de enfrentar al régimen los partidos de oposición crearon la Unidad Nacional en el 2006 que luego se transformaría en Mesa de la Unidad Democrática en el 2009 manteniendo intacta la naturaleza de una coalición de partidos más que una alianza amplia de fuerzas sociales contra la dictadura. Como coalición electoral la MUD ha participado en las últimas elecciones alimentando la falsa ilusión de un cambio dentro del viciado sistema electoral que le permite el régimen. Triunfos como el de las elecciones parlamentarias de 2015 le inyectarían nuevas dosis de optimismo a esta estrategia aunque en la realidad el régimen haya mutilado públicamente las atribuciones de la Asamblea Nacional en una clara demostración que los votos nunca serán suficientes para desplazarnos del poder.
Pero a pesar de arrebatarle funciones a la AN y elegir en forma fraudulenta una Constituyente la oposición insiste en tratar a la dictadura tan solo como un mal gobierno que puede ser derrotado con votos. Esa lógica se ha convertido en el peor enemigo de la causa libertaria al usar los partidos de oposición como agentes legitimadores de la política del régimen.
De esta forma la MUD con su equivocada estrategia electoralista se ha convertido, literalmente, en la mesa que soporta al régimen mientras este destruye la república. El gobierno ha manipulado a su antojo a esta oposición electoral manoseando sus debilidades y contradicciones, convenciéndola que solo por esa vía será posible un cambio. Entre mesas, negociaciones y acuerdos ya han pasado 19 años de engaños donde el gobierno usa a la MUD para consumar su estafa. Sin el apoyo de militares corruptos y sin la vocación de cohabitar de la oposición electoral el régimen habría sido derrocado mucho antes.

A los militares les tocará ajustar cuentas con su honor y su historia. A los civiles, a los ciudadanos que no participamos del mundo de la clientela y la componenda partidista solo nos queda darle una patada a la mesa y tumbar con ella al régimen que en ella se asienta. @humbertotweets