domingo, 31 de mayo de 2020

El chavismo y las oposiciones viven de reciclar ilusiones

La influencia del idealismo y la metafísica en la política venezolana ha sido nefasta. Tan nefasta que varias generaciones han adoptado esas concepciones y hoy son impotentes para ver la realidad y articular una respuesta. Esa forma de ver -¿deformar?- la realidad es la que ha embarcado a miles de venezolanos por caminos de frustración que terminan en cárcel, destierro o muerte.
Por metafísica entendemos la sustantivación de algo que no existe. Y así la metafísica política sería tratar de darle cuerpo a una ilusión que aunque parezca real no existe pero es usada como base de juicio para tomar decisiones que afectan a un grupo. Pero además la sustantivación de las ilusiones ha sido un recurso político muy útil en la arena electoral de las democracias realmente existentes.
Hay corrientes políticas como la socialdemocracia que han hecho de la metafísica y el el reciclaje de promesas electorales su práctica más eficiente para cautivar electores y ganar su voto. Aquí la socialdemocracia no se entiende en sentido estricto como los partidos miembros de la internacional socialista (Acción Democrática, Voluntad Popular), sino además de partidos democratacristianos (Copei, Primero Justicia), liberales (Vente Venezuela) y de la izquierda indefinida (Psuv). Todos, sin excepción, coinciden en sostener un estado de partidos clientelar tal como está definido en la constitución chavista de 1999.
La construcción metafísica que une a todos estos grupos, aparentemente disímiles y contradictorios, son las ideas de “democracia” y “elecciones” como formas para resolver la crisis interna de Venezuela. Las diferencias aparentes entre ellos son de forma, no de fondo. El chavismo (Psuv) con armas dinero y CNE de su lado ofrecerá tantas “elecciones” como quiera, la falsa oposición (partidos de la MUD) dirá que sólo bajo ciertas condiciones (nuevo CNE, etc.) iría a elecciones, y la posición más “radical” sería la de María Corina Machado con Vente Venezuela que condicionan la salida electoral a la caída del gobierno de Nicolás Maduro (...elecciones cuando cese la usurpación!). Todos coinciden en que, de una u otra forma, la salvación milagrosa para Venezuela pasa por unas elecciones donde el pueblo soberano decida su destino.
Por supuesto el chavismo (Psuv) con el monopolio de las armas y las finanzas públicas lleva adelante una política real de control y represión de la sociedad venezolana. Abstracciones como “democracia” y “elecciones” son usadas por el estado chavista como elementos de propaganda hacia lo interno de las fuerzas armadas para justificar su acción represiva. Para la oposición, en sus diferentes variedades, queda el ejercicio oportunista de la ilusión política o el arte de convencer a los venezolanos de que se puede salir del chavismo con arreglo a la constitución chavista de 1999 y unas elecciones. A esto hay que agregar el sofisma predilecto de las oposiciones: “la salida está a la vuelta de la esquina, porque esto (la narcotiranía) ya está a punto de caer”. En eso llevamos veinte años.
La realidad material de Venezuela es la de una nación que cada día deja de ser. La de Venezuela es la realidad de un país descuartizado sin piedad por el chavismo y la falsa oposición. Venezuela hoy es un espacio gobernado por pandillas (políticas, militares, financieras, etc.), sin instituciones, sin garantías, donde sus habitantes carecen de los mínimos medios materiales para sobrevivir y llevar una vida digna. Bajo el chavismo y la falsa oposición Venezuela lo ha perdido todo, su nombre, sus símbolos, sus instituciones, su historia...y ahora su territorio. Pensar en elecciones en un país que se extingue es un ejercicio soberano de cinismo o ingenuidad.
Quienes hacen política desde la metafísica no pueden aceptar esta realidad aunque la entendieran. Hacerlo sería destruir la base de su formidable negocio político basado en el reciclaje de promesas y esperanzas que, aunque coqueteen con una salida de fuerza,  siempre serán transadas en alguna fiesta “democrática y electoral.”
Los profesionales de la política, tanto unos como otros, necesitan desesperadamente que los venezolanos sigan creyendo que son dueños de su destino y que la única salida civilista  posible sería una basada en el diálogo y las elecciones. Nadie en ese espectro de las oposiciones  podría admitir que estamos frente a una lucha existencial contra la barbarie porque hacerlo sería el fin de las ilusiones. Esto sería comenzar a definir posiciones frente a realidades como la vida y la muerte o la comprensión que el único desarrollo racional de este proceso histórico definitorio para los venezolanos sería un acto de guerra.
 @humbertotweets

domingo, 24 de mayo de 2020

Irán apoya narcoregimen chavista y desafía doctrina Monroe

La movilización de buques iraníes cargando, supuestamente, gasolina para Venezuela que serían presuntamente escoltados por unidades militares venezolanas es una acción que podrá a prueba la política de los Estados Unidos frente al régimen de Nicolás Maduro.
Para el eje Irán-Venezuela es un intento con claros objetivos propagandísticos de hacer dudar o retroceder a los EEUU frente a las consecuencias de un escalamiento militar del conflicto. De esta forma los Estados Unidos estarían obligados a intervenir militarmente para impedir el arribo de esos buques y asumir las consecuencias, o no hacerlo y poner en evidencia la debilidad de su política frente al régimen de Venezuela.
En las próximas horas sabremos si las sanciones de los Estados Unidos contra el narcoregimen chavista son una política de estado ejercida en toda su plenitud o si por el contrario eran tan solo movimientos tácticos para asustar a personeros del régimen. Cualquier acción militar o diplomática de los Estados Unidos que no conduzca a impedir el arribo de esos buques a costas venezolanas será tomada como un claro signo de debilidad y quizás la más grave constatación de la muerte de la doctrina Monroe (América para los americanos).
No trato aquí de hacer un ejercicio de predicción sobre lo que finalmente harán los EEUU. Esto lo sabremos en cuestión de horas. Lo importante es constatar el proceso de desaparición de una república en la órbita de influencia del imperio norteamericano -Venezuela- y las consecuencias que esto trae para la región y para el propio imperio. Un imperio desde ya asediado por China, Rusia y el islamismo y además debilitado por graves contradicciones internas.
Estas contradicciones se reproducen en la política exterior norteamericana prisionera de un fundamentalismo democrático que la lleva a abrigar esperanzas de soluciones electorales para países como Venezuela donde la institucionalidad ha desaparecido, no hay estado de derecho y gran parte de la población está sometida a la ley primitiva del más fuerte.
Por eso los Estados Unidos anuncian medidas contra el régimen de Maduro que en esencia son contradictorias. Se le pone precio a la cabeza de los mafiosos más conocidos del régimen al mismo tiempo que se les ofrece clemencia política si abandonan el poder y hasta una promesa de elecciones en el corto plazo.
Pareciera que la diplomacia norteamericana se debate entre la línea suave de persuadir con ofertas y amenazas al régimen de Maduro que abandone el poder y otra línea más dura de confrontación militar para destruir un narcoestado que, por sus alianzas con carteles de droga y grupos terroristas, amenaza la existencia misma del imperio norteamericano.
En medio de esta dialéctica de imperios nos encontramos los venezolanos tratando de salvar lo que queda de Venezuela. Para el chavismo la lógica destructora y suicida data de tiempos del propio Hugo Chávez. A veces en forma velada y muchas veces en forma abierta Chávez y su grupo siempre han dicho que prefieren destruir a Venezuela antes que entregar el poder.
Y aquí es donde las fórmulas electorales y negociadoras siempre se han estrellado. Ha tomado un proceso largo y lento de veinte años para que la mayoría de los venezolanos entendamos que no estamos frente a un mal gobierno que puede ser cambiado por vía de elecciones, sino frente a una mafia que cumplirá la promesa destructora de su inspirador.
La marcha de los buques iraníes hacia costas venezolanas pone la confrontación de EEUU contra el eje Venezuela-Irán en un punto de no retorno. Los barcos iraníes llegan o no llegan. Estados Unidos lo impide militarmente o no. Finalmente estamos en un punto que no admite fórmulas mixtas. Es el momento de las graves definiciones que siempre resultan odiosas para los diplomáticos ambivalentes. Este desenlace será un evento clave, decisivo, para determinar la supervivencia o no de la República de Venezuela y la vigencia de la doctrina Monroe para proteger los intereses del imperio norteamericano en el hemisferio occidental.
@humbertotweets

domingo, 17 de mayo de 2020

3 premisas para la rebelión cívico-militar

Salvar la república de Venezuela es una empresa muy grave y delicada. Esto no se logrará cambiando unos corruptos por otros. Evitar el colapso requiere de un conjunto de acciones difíciles y dolorosas que han debido asumirse hace mucho tiempo para amputar la parte putrefacta y salvar al todo de una muerte casi segura.
Cualquier venezolano, civil o militar, que se plantee en serio la defensa de la integridad de la patria tiene que considerar al menos las siguientes premisas como resultado de una constatación histórica: Desconocimiento de la Constitución de 1999, destrucción del estado chavista, el uso de la fuerza para lograr el propósito
Desconocimiento de la Constitución de 1999. El chavismo se procuró su propia legalidad. Una exactamente a su medida. Esta legalidad conveniente cambió las reglas del juego político para favorecer al chavismo. Dentro de este marco, herméticamente controlado por el régimen y protegido por su poder judicial y militar, deben ocurrir las elecciones, negociaciones y toda la administración del estado con resultados absolutamente predecibles.  Cualquier acción basada o inspirada en esta constitución está condenada al fracaso porque siempre será neutralizada y alienada por la pseudo legalidad. El necesario desconocimiento de facto de esta Constitución plantea el reto de llenar el vacío quizás regresando, aunque sea temporalmente, a la Constitución de 1961.
Destrucción del estado chavista. Hoy el estado venezolano no representa a la nación venezolana sino a las diferentes facciones y mafias financieras y militares que coexisten en el chavismo. Estos grupos han hecho del estado y sus instituciones una protección para actividades criminales asociadas al narcotráfico y el terrorismo. El diseño burocrático del estado chavista es omnímodo y así es un incentivo para que la falsa oposición lo deje tal como está. La socorrida tesis de la transición solo busca un cambio burocrático de gobierno dejando intacto el resto del aparataje que ahora estaría al servicio de un chavismo reciclado con las mismas prácticas corruptas. La ruptura total y definitiva con esas estructuras es una condición indispensable para asegurar que no regresaremos a la situación que justamente se trata de superar.
El uso de la fuerza para la ruptura. Las fuerzas militares de Venezuela como poder institucional ya no están al servicio de la república. Por el contrario a las fuerzas armadas se les cambió el nombre, su estructura y su doctrina para ponerlas al servicio de la mafia gobernante. Se trata de componentes militares que fácilmente pueden someter a la población en nombre de la pseudo legalidad chavista. Este desbalance solo puede ser corregido con la combinación de fuerzas militares internas y externas (internacional) que articulen una confrontación como un ejército regular frente a otro.
Si no se detiene la acción depredadora del chavismo en el gobierno y el colaboracionismo de la falsa oposición con sus tesis electoreras, erráticas y engañosas, la desaparición de la república de Venezuela tal como la conocemos será un evento irreversible.
@humbertotweets

domingo, 10 de mayo de 2020

La hipótesis nula destruye las FAN y la República

Desde 1999  la falsa oposición se ha abrazado a la tesis de un cambio de régimen político por la vía electoral. Esto significa participar dentro de la legalidad que el chavismo se creó a su medida para intentar quitarle el poder con sus propias reglas de juego. Quizás se entienda mejor decir que sería un intento para que el chavismo abandone el poder “por las buenas” o al menos tratar de persuadirlo por fórmulas jurídico-electorales que se alterne en el poder..

Esta posición se reduce a asumir y aceptar la constitución de 1999 que fue impuesta con un fraude político y legal como el marco que debería guiar el cambio político. Esta constitución que instaura el estado chavista y su control ilimitado de los poderes públicos, la misma que reduce el papel de las fuerzas militares al brazo armado del régimen y la que en definitiva busca destruir el estado y la república es la misma que defienden tanto como los usufructuarios del régimen actual como quienes quieren heredar ese mismo poder. Es lo que en  otro artículo publicado en La Razón califiqué como la continuación del chavismo por otros medios.

La fórmula que busca salir del chavismo usando su propia constitución y su pseudo legalidad es una grave contradicción política. Y lo ha sido desde el principio. Es lo que podríamos llamar una hipótesis nula que ha sido literalmente triturada por la realidad una y otra vez hasta la náusea. No hay ni habrá posibilidad alguna de salir del chavismo mientras los esfuerzos se reducen a una campaña electoral, un trabajo de lobby internacional o inclusive acciones militares suicidas inspiradas en falsos supuestos.

Frente a la hipótesis nula de buscar una transición pacífica del régimen chavista dentro de su pseudo legalidad siempre ha estado la tesis alternativa de la ruptura definitiva con el estado chavista, su constitución y las mafias en las que se apoya. Esta tesis alternativa implica una confrontación política y militar abierta, no negociada, para destruir a quienes hoy están destruyendo la república.

La forma socialdemócrata maniquea y ambivalente de hacer política siempre ha evadido la confrontación directa con el régimen chavista supuestamente para evitar pérdidas humanas. Pero al examinar las cifras podemos ver como esa política equivocada ha contribuido al asesinato de cientos de miles de venezolanos. En cada elección fraudulenta que el chavismo se atribuyó como victoria la falsa oposición siempre llamó a la desmovilización y renunció a pelear por el poder. A esto hay que sumar la política deliberada de la falsa oposición en abandonar la calle y no liderar la protesta social para no molestar al régimen. La falsa oposición prefiere “pelear” en escenarios más controlados como una Asamblea Nacional que no sirve más que para la retórica insulsa y los negociados con el régimen, como ya se ha visto.

Lo más pernicioso de esta grave política colaboracionista y entreguista es que también es consumida, cual opio adormecedor, por militares inconformes que buscan salir del régimen. Esta política falsa le vende la idea a los militares inconformes que para rebelarse contra el régimen necesitan una justificación jurídico-legal y a estos efectos nada mejor que los artículos 333 y 350 de la constitución chavista.

Esta hipótesis nula que solo admite luchar contra el régimen chavista dentro de la camisa de fuerza de su propia constitución no solo ha traído desilusión y desesperanza a millones de venezolano también ha significado la muerte de cientos de miles de civiles y militares que se han embarcado en acciones tan heroicas como suicidas para luego ser vendidos o entregados por los negociadores de la falsa oposición.

Esta concepción es la que ha llevado a errores inexplicables tales como el intento de provocar un levantamiento militar (30 de Abril de 2019) para luego entregarle el poder a Maikel Moreno o a Padrino López, conspicuos elementos del régimen chavista. O la falsa creencia que el pueblo se lanzará a las calles cuando sea convocado por un “líder carismático” vía la redes sociales. O la ingenua ilusión que bastaría liquidar a la cúpula del régimen y convocar elecciones en 6 meses para desmontar a las mafias chavistas. Estamos frente a una concepción equivocada, utilitaria y estafadora de hacer política que debe ser destruida sin contemplaciones.

Todo levantamiento civil o militar que se haga en nombre de restituir la pseudo legalidad chavista consagrada en la constitución de 1999 o inspirado por ella es una contradicción en sí misma, está condenada al fracaso político y militar y dejará los mismos lamentables resultados.
@humbertotweets

domingo, 3 de mayo de 2020

Falsa oposición es la continuación del chavismo por otros medios

No es asunto de semántica. Es un problema político fundamental que hay que resolver en Venezuela. No es igual una transición que una ruptura. Y la distinción entre ambas es lo que define dos campos de la oposición al chavismo y fija las coordenadas para articular una lucha que tenga éxito en su liquidación o no.

Desde el punto de vista político la transición implica un mero tránsito de un gobierno a otro dejando intacta la estructura del estado y su burocracia. Los hechos de enero de 1958 desembocaron en una transición del gobierno del Coronel Marcos Pérez Jiménez al de una Junta de Gobierno provisional y de esta a un gobierno electo. La sucesión de gobiernos hasta 1999 fueron transiciones políticas que no alteraron lo esencial del estado, hasta que llegó el chavismo al poder.

Por otra parte la ruptura política significa un quiebre definitivo de ese sistema político y la destrucción de las instituciones en las cuales se apoya.

Para el proyecto depredador de Hugo Chávez, por ejemplo, habría sido imposible ejecutar su empeño bajo el imperio de la Constitución de 1961. Por eso Chávez inició un proceso de desmantelamiento del antiguo estado venezolano para reducirlo a una alianza de mafias al servicio del crimen organizado. 

Esta degeneración del estado venezolano y sus instituciones lleva a la conformación de mafias orgánicas en diferentes niveles y sectores de la actividad pública (judicial, financiera, militar, etc). Quizás la perversión más grave de todas haya sido la desarticulación institucional de las Fuerzas Armadas para convertirlas en en brazo armado de la pandilla en el poder. A esto por supuesto se suma toda la actividad del poder público que al amparo de una legalidad chavista tiraniza a sus ciudadanos, en “forma legal.”

Ese poder omnímodo y discrecional que tiene el estado chavista, un poder que le permite ejercer sin rendirle cuentas a nadie, es el mismo poder que quiere heredar la falsa oposición representada por la vieja guardia de los Ramos Allup y ahora sus dedicados discípulos en los Leopoldos, los Capriles y los Guaidó. 

Para hacerle tragar a la gente esa inmensa y asquerosa rueda de molino la falsa oposición toma la bandera la transición pacifista y niega cualquier posibilidad de ruptura o de ajuste de cuentas con el chavismo solo porque llevaría a una confrontación violenta, dicen. Como si Venezuela no hubiese estado en guerra a muerte contra el chavismo desde 1999.

La transición que nos ofrece la falsa oposición viene de la mano del conveniente pan y circo electorero y clientelar que es el único terreno donde esa degenerada materia moral podría tener éxito. De esa siniestra genialidad salen ideas como ofrecerle $100 a los trabajadores de la salud al tiempo que los diputados de Guaido se aprueban para ellos y para su burocracia internacional $5000. Es la misma lógica de quienes le plantearon a los EEUU la conveniencia de ir a elecciones a los 6 meses de un gobierno de transición.

Pero no nos llamemos a engaño. No lo hacen por estúpidos o ignorantes. Se trata de una operación deliberada de saqueo para heredar los privilegios de un estado corrupto en la médula que les permitiría robar las burusas que quedan. Y esto ya lo han demostrado manejando sin control y sin rendición de cuenta millones de dólares que ha recibido el gobierno simbólico de Guaidó de manos de la comunidad internacional.

Pero esta estrategia no podría reportar los dividendos que promete si se destruye al estado en el que se soporta el chavismo. Por eso la falsa oposición hoy más que nunca está abogando no tanto por lograr la intervención militar definitiva de los EEUU en Venezuela, sino más bien por una pequeña escaramuza policial que saque a Maduro y deje al resto de su camarilla en el poder para un gobierno de cohabitación con el chavismo.

De triunfar esta tesis, la transición que se nos propone no sería más que la continuación del chavismo en el poder por otros medios.-  @humbertotweets