lunes, 28 de febrero de 2022

Venezuela, entre Rusia y Ucrania

            La reciente avanzada militar de Rusia sobre Ucrania es un evento geopolítico complejo que no se puede despachar con el simplismo de apoyar o de condenar a Rusia, ni de mostrar simpatías o indiferencia con Ucrania. El objeto de este artículo es examinar esta situación desde la perspectiva de los venezolanos que luchamos por el derrocamiento del régimen chavista abiertamente apoyado por la Rusia de Vladimir Putin ante la incomprensible indiferencia del imperio norteamericano en cuya área de influencia geopolítica nos encontramos.

            Durante la guerra fría la búsqueda de un equilibrio militar-nuclear entre los Estados Unidos y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas justificaba la existencia de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el Pacto de Varsovia. Con el derrumbe de la Unión Soviética unas repúblicas se declaran independientes y otras deciden mantener su relación con Rusia como nuevo imperio heredero de la geopolítica soviética, pero con un modelo político y económico que buscaba copiar a los estados de partidos occidentales con sus democracias de mercado pletórico.

            El asignarle a Rusia una posición permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sería un reconocimiento a su relevancia geopolítica y militar en la región derivada de su inmediato pasado soviético. Sin embargo a diferencia de la URSS esta sería una Rusia entonces ávida de copiar e integrarse a occidente sin perder su propia identidad aunque manteniendo sus pretensiones imperiales.

            La desaparición de la URSS y la desarticulación del Pacto de Varsovia trajeron promesas para el desmantelamiento de la OTAN que ante el derrumbe del imperio Soviético ya no tendría sentido. Sin embargo, la inestable situación política en los años de la transición y luego la llegada al poder de Vladimir Putin, ex Director de la KGB, fueron dejando a un lado la promesa de disolver la OTAN ante el alegado peligro que podría representar la nueva Rusia. Estos temores fueron la base para aumentar la desconfianza entre los Estados Unidos con sus aliados y Rusia en una escalada militar emprendida por ambos bandos. Los países miembros de la OTAN y vecinos de Rusia alentados por los gobiernos demócratas en los Estados Unidos siguen aumentando su capacidad militar invocando el temor de una invasión rusa. Rusia por su parte tiene que ver con preocupación la instalación de bases militares a escasos minutos de su frontera.

            Aquí no se trata de justificar o condenar la avanzada militar de Rusia sobre Ucrania sino de entender por qué Rusia lo hace y qué papel jugamos nosotros, los venezolanos , en ese complejo tablero geopolítico. Dejamos sentada nuestra solidaridad con los ciudadanos de Ucrania víctimas no solo de Rusia sino de los estados que directa e indirectamente participan en el conflicto por una variedad de razones que no son precisamente los derechos humanos de los ucranianos. Sin embargo, estamos en presencia de una crisis que la diplomacia de pasillos y de consensos se negó a abordar y hoy vemos sus consecuencias.

            No nos vamos a unir al coro que ataca a Vladimir Putin por defender por la fuerza lo que considera es una zona vital para el mantenimiento del imperio Ruso. No es que Putin sea una hermanita de la caridad sino que por las mismas razones políticas los venezolanos, por ejemplo, tendremos que considerar la posibilidad de retomar por la fuerza el territorio Esequibo por ser parte de nuestro espacio vital.

No es por avanzar sobre Ucrania, un estado al igual que el ruso controlado por mafias y oligarcas, que los venezolanos enfrentamos a Vladimir Putin. Es por el apoyo militar que Putin y Rusia le dan al régimen chavista de Nicolás Maduro que se beneficia por punta y punta del abierto respaldo ruso y de la indiferencia de los Estados Unidos.

Y es que si realmente el gobierno demócrata de Joe Biden cree que Rusia es una amenaza para la paz mundial en lugar de aprobar inútiles sanciones financieras debería emprender una acción inmediata para desmantelar las bases militares que tiene Rusia en Venezuela y deponer al régimen de Maduro. No hacerlo solo demostraría una vez más el fracaso de la política exterior norteamericana incapaz de identificar a su adversario y legendariamente indiferente con sus aliados, sobre todo los de Suramérica.

En suma, reconocer la habilidad de Vladimir Putin para defender militarmente los intereses de Rusia, como lo acaba de hacer Donald Trump, no es apoyar a Putin. Es preferible caracterizar correctamente al adversario que subestimarlo como erróneamente insisten algunos políticos venezolanos frente al chavismo. La crisis Rusia-Ucrania tiene muy complejas dinámicas para simplemente quedarnos a escoger entre apoyar a los oligarcas rusos o los oligarcas ucranianos. Si, los venezolanos no podemos ser neutrales frente a Rusia pero por la razones correctas y estas no pueden ser otras que la injerencia del Estado ruso para sostener al régimen chavista ante la indiferencia de los Estados Unidos.- @humbertotweets

jueves, 24 de febrero de 2022

¿Por qué la gente ya no va más a las protestas?

            El irreparable daño que el chavismo le ha hecho a Venezuela solo podría compararse con el que ha hecho la falsa oposición al dilapidar las posibilidades de derrocar al régimen chavista en estos 20 años. Embarcada en tácticas cortoplacistas, electorales y negociadoras la falsa oposición, a pesar de su retórica altisonante, se ha convertido en el mejor socio para sostener al chavismo en el poder. Esa política basada en la improvisación y los arrebatos hormonales ha anulado a la falsa oposición como alternativa política frente al chavismo y es una de las principales razones para que mucha gente haya perdido la esperanza y, en consecuencia, abandonado el país que hoy sucumbe entre chavistas y falsos opositores.

            De esas jornadas de lucha que llevaron a millones de personas a las calles para enfrentar al régimen de Hugo Chávez en sus primeros años, hoy no queda nada. Tampoco queda nada de las protestas heroicas e ingenuas de los jóvenes en el 2014-2017 intentando tumbar al régimen con piedras y escudos de cartón. Estas protestas fueron definidas en los conciliábulos falso opositores como “calentar la calle” en un paso previo para ir a negociar prebendas con el régimen chavista. Cada una de estas jornadas fue vendida y traicionada para ofrendarle pruebas irrefutables de lealtad al régimen chavistas. En el camino quedó una larga y sangrienta estela de amargura y frustración ante la canallada.

            Los militares que creyeron en la falsa oposición y les confiaron sus planes para coordinar “sacar el pueblo a la calle” también pagaron bien cara su ingenuidad. Muchos de ellos traicionados,  terminaron asesinados y torturados en las cárceles del régimen sin que los nombres de estos últimos hayan sido incluidos en las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición de los presos políticos que hay que liberar. Para la falsa oposición no existen los presos políticos militares porque tan solo mencionar sus nombres en la mesa de negociaciones ofendería al chavismo y eso es algo que la política del apareamiento supino no puede tolerar.

            Frente al asalto del chavismo imponiendo a sangre y fuego su Estado al resto de los venezolanos la respuesta de la falsa oposición siempre ha sido una política de concesiones que pretende sacar al chavismo del poder conviviendo con él y sometiéndose  a sus viciadas normas. Así fueron traicionadas todas las protestas en la calle y las primeras elecciones en la era chavista cuyo único merito fue movilizar públicamente a la gente para votar en un proceso fraudulento aunque a la final nunca haya existido la voluntad de defender el resultado sino de mandar a la gente a sus casas o a una terapia de baile.

            Las traiciones de la falsa oposición han sido tantas y tan frecuentes que han refinado la práctica hasta convertirla en un sistema que más o menos opera así: Promover protestas de calle estridentes para mostrar que tienen “capacidad de convocatoria”, luego con ese aval de la calle se sientan a negociar condiciones electorales con el chavismo para finalmente participar en elecciones fraudulentas donde poco importan las garantías porque lo que vale son las adjudicaciones que ya han sido previamente negociadas. Y así se pasa a la siguiente ronda y a la que viene después de esa repitiendo el proceso una y otra vez. Lo único que cambia es el empaque con el que se nos ofrece el veneno: MUD, Unidad, Frente Amplio, etc.

            Es lógico que luego de veinte años los venezolanos identifiquen con facilidad este patrón de conducta que ejerce la falsa oposición. Y este es el tipo de reflexión que no deja a la gente en una posición neutra porque una vez que se entiende el juego diabólico en el que nos ha embarcado la falsa oposición hay que hacer algo aunque ese algo sea abandonar el país, no votar o no volver jamás a ninguna protesta convocada por la falsa oposición. Conociendo de antemano lo que hará la falsa oposición a los venezolanos, por los momentos, solo nos  queda el recurso de refugiarnos  en el escepticismo militante para no hacerle el juego a los culpables de que el chavismo se haya entronizado y hoy siga en el poder.

            Y eso es precisamente lo que ha venido ocurriendo a lo largo de estos años. Desafiando el chantaje propagandístico de la falsa oposición cada día son más los venezolanos que no votan y menos los que atienden a las marchas aunque los acusen de ayudar al chavismo con su conducta. Esta parte de la actividad política, votar y desfilar, ha quedado reservada a los minúsculos grupos de clientelas partidistas, llamados activistas, que viven de parasitar directamente al estado chavista o al interinato de Juan Guaidó.

            La falsa oposición desconectada completamente de la realidad se pregunta por qué la gente no participa en las marchas. Y la respuesta es sencillamente porque la gente se cansó, no de protestar, sino de la estafa continuada y descarada de los falsos opositores. Por eso cuando el chavismo impuso sus condiciones en el último fraude electoral y cuando canceló de plano la convocatoria del referéndum revocatorio nadie salió a la calle a protestar. De la misma manera las marchas que desesperadamente quiere convocar la falsa oposición y la petición misma de un adelanto de elecciones presidenciales son tácticas que intentan lavarle la cara pero que están irreversiblemente condenadas al fracaso.

            A la falsa oposición no le queda otra salida que llenar los espacios vacíos de gente con pancartas y aceptar ir mansamente a la farsa electoral del 2024. Los venezolanos no volverán más a las calles, ni siquiera a votar, convocados por quienes negocian eternamente con el chavismo. No importa el tiempo que pase, la próxima vez que los venezolanos tomen las calles será para una movilización insurreccional que derroque en forma definitiva al régimen chavista.-  @humbertotweets

lunes, 21 de febrero de 2022

Con la falsa oposición ¡Jamás!

            Los creadores fracasados del mantra y herederos de una política derrotada frente al chavismo regresan hoy con la misma receta. Para ellos pareciera que nada ha cambiado en Venezuela y la gente ha perdido la memoria de incluso eventos recientes. Solo eso podría explicar que los operadores de la falsa oposición sigan insistiendo, ahora con miras a la estafa electoral del 2024, en la inútil fórmula de protestas inocuas, negociaciones ambiguas y elecciones fraudulentas.

            Todo esto ocurre en el marco de una traición mayor y es tratar de convencer a los venezolanos que la única forma de salir del chavismo es respetando celosamente las reglas de jugo del régimen chavista. Es esta la política que condiciona los emprendimientos de la falsa oposición y en la cual pretenden embarcar a todos los venezolanos. Es una postura que ha sido triturada por la realidad, pero los incentivos económicos para continuar jugando a ser la apariencia de una oposición al chavismo son inmensos.

            Hay una retórica estridente que simula confrontar al chavismo porque parece estar dispuesta a disputarle las posiciones de gobierno al régimen. Pero en realidad lo que esta retórica enmascara es la defensa incondicional del régimen chavista y su constitución de 1999. ¿Cuál podría ser la diferencia entre los diputados de la llamada Asamblea Nacional del 2015 y los de la Asamblea Nacional del 2020? Ninguna. Todos esos diputados, sin excepción,  que se presentan como oposición son defensores del mismo régimen político chavista y todos han jurado lealtad a la misma Constitución.

            Por eso muy hábilmente los operadores de la falsa oposición evaden el tema del régimen político y su constitución, ellos prefieren hablar de negociaciones y elecciones para buscar un cambio de gobierno por la vía de la legalidad chavista. Jamás esta falsa oposición se plantearía confrontar para destruir al estado chavista porque eso sería agotar sus opciones de usufructuar prebendas y beneficios de ese régimen. Mientras la idea que se imponga sea la de entenderse con el chavismo y resolver esas diferencias de forma según la legalidad del estado chavista no habrá una perspectiva viable para avanzar. Esto es lo más parecido a un tornillo mellado que sigue dando vueltas sin parar aislado en una tuerca sin jamás llegar a apretar.

            Así como en un ejercicio olímpico de corrupción e inmoralidad el llamado gobierno interino de Juan Guaidó nos debe a todos los venezolanos la rendición de cuentas igualmente la falsa oposición está en deuda al negarse sistemáticamente a hacer un  balance de sus políticas fracasadas. Sin debate y sin análisis la falsa oposición salta de una negociación a otra, de una elección a la siguiente, dando bandazos en el ejercicio de una estrategia errática que le ha costado la vida a miles de venezolanos, civiles y militares, muchos de ellos embarcados y sacrificados por una concepción utilitarista, y cortoplacista de la política.

            Consecuentes con la idea equivocada de usar las instituciones del propio régimen para tratar de enfrentarlo la falsa opción se lanzó a la breve y efímera campaña por la convocatoria a un Referéndum Revocatorio. Esta campaña despertó el ánimo del llamado chavismo originario, hoy enfrentado al gobierno de Nicolás Maduro, y ningún interés en la población. Como era de esperar los órganos del estado chavista argumentaron un tecnicismo para liquidar ese referéndum. Lo que llama la atención es que el mismo día sus promotores ya estaban anunciando la siguiente estafa: Pedir elecciones adelantadas.

            Incapaz de articular consignas conectadas con una política viable la falsa oposición acude a siglas (MUD, FA, etc.) y slogans de marketing (El que se cansa pierde, cese de la usurpación, etc.) todos carentes de contenido y fuerza para dirigir una lucha que efectivamente saque al chavismo del poder. La gente no puede sino ver con indiferencia, resentimiento y desprecio estas maromas políticas que se cambian de una a otra sin dar explicación.

            Derrotada la tesis del referéndum Revocatorio, y ante la indiferencia de la mayoría de los venezolanos, ahora la falsa oposición ha pivotado a embarcar a la gente en la lucha por pedir unas elecciones anticipadas que por supuesto el chavismo no va a aceptar. Las elecciones presidenciales serán en el 2024 pero pedir su adelanto le da un pretexto a la falsa opción para quemar el tiempo y llegar de todas formas a hacerle el juego al chavismo en su estafa electoral presidencial. Este es un círculo vicioso que se ha repetido por veinte años y se seguirá repitiendo si la falsa oposición sigue usurpando la representación de los venezolanos.

            Hay que ver como un signo positivo y alentador que la mayoría de los venezolanos haya mostrado indiferencia por las posturas del Revocatorio y las elecciones adelantadas. La escasa asistencia a las asambleas convocadas por Juan Guaidó demuestran que la gente está cansada tanto del chavismo como de las mentiras y las estafas de la falsa oposición. Esto solo quiere decir que están madurando las condiciones para la articulación y crecimiento de una verdadera oposición, combativa e insurreccional, conformada por civiles y militares, que no busque aparearse con el estado chavista sino su liquidación definitiva.- @humbertotweets

jueves, 17 de febrero de 2022

¿Hacia dónde vamos?

            En medio de las guerras intestinas del chavismo y la bancarrota moral y política (que no financiera) de la falsa oposición se abre paso la estrategia del régimen chavista de mover el juego político hacia una situación que hemos denominado como de “nueva normalidad.” Esto no sería otra cosa que un parche para aceptar al chavismo como una realidad inevitable con la hay que aparearse o al menos convivir. En esa dirección se mueven países como los Estados Unidos y otros que ahora son entusiastas militantes de la tesis chavista de buscar una salida negociada a la grave crisis que atraviesa Venezuela, que no es otra cosa que la consabida táctica de prorrogarse en el poder mediante negociaciones eternas.

Todo esto en conjunto son buenas noticias para el chavismo que entiende que su peligro no es el gobierno norteamericano que estaría dispuesto a tolerar al régimen ni la falsa oposición cuyos representantes andan desesperados por entenderse con el régimen chavista. El verdadero peligro para la estabilidad del estado chavista está en sus luchas internas y más específicamente en las que se desarrollan dentro de las fuerzas armadas chavistas. por eso hemos visto las purgas que viene ejercitando el madurismo, aislamiento, desaparición y hasta asesinato de figuras que puedan representar un peligro para Nicolás Maduro y su camarilla. En estas luchas intestinas hasta Diosdado Cabello tiene sus días contados y es un final que muy probablemente veremos en los próximos meses y casi seguro antes de las presidenciales de 2024.

Hasta ahora el régimen chavista ha logrado sortear con éxito el descontento masivo de los venezolanos. Como no hay mecanismos confiables para canalizar el rechazo el Estado chavista aplasta toda protesta o disidencia con la violencia militar. En lo económico el chavismo ha logrado sobrevivir a las blandas e inocuas sanciones aplicadas por los Estados Unidos y ahora que pronto serán suavizadas aún más le quedará al régimen la vía libre para hacer de Venezuela la narcolavadora más eficiente en la región. En general el país está colapsado en todos sus sectores vitales y es lo más parecido a una casa que se derrumba mientras el chavismo celebra envalentonado y enseñoreado sobre las ruinas que van quedando cubiertas por el velo de esa nueva normalidad.

La falsa oposición por su parte es prisionera de poderosas concepciones metafísicas de la política que reducen sus opciones a seguir entendiéndose con el régimen y esperar que como resultado de un milagroso acto de contrición los principales jerarcas del estado chavista se arrepientan de sus pecados y contra todos los pronósticos entreguen el poder. Estas taras ideológicas son las que han permitido el afloramiento de tesis tales como suponer que con una “amenaza creíble” o con ciertas garantías el chavismo cedería el poder en forma pacífica. Con estas posturas que ahora son fácilmente identificadas por los venezolanos la falsa oposición se ha anulado a sí misma para ser una alternativa política frente al chavismo.

Con este cuadro es legítimo que los venezolanos nos preguntemos ¿Hacia dónde vamos? O quizás sea más preciso aún preguntarnos ¿hacia dónde nos llevan? Más de siete millones de compatriotas a lo largo de estas dos décadas han llegado a la conclusión que en Venezuela no hay garantías ni condiciones materiales mínimas para llevar una vida decente. Quizás intuyendo lo peor ya resolvieron que no hay nada que salvar aunque para consuelo de sus familiares y amigos manden una nota de esperanza con cada remesa para aliviar las carencias. Lo cierto es que en esa emigración está la fuerza que pudo articularse política y militarmente para derrocar al régimen chavista pero que fue deliberadamente desalentada una y otra vez por las traiciones de la falsa oposición.

Con el chavismo y la falsa oposición Venezuela no tiene ningún destino ni posibilidad cierta. Con ellos no vamos a ninguna parte. Si la ecuación política sigue controlada por estos dos factores lo único seguro es el debilitamiento y la progresiva desaparición de Venezuela como nación política. No es una exageración. Las evidencias de que cada día somos menos país están a la vista de quien quiera ver. Sin embargo, la recuperación de Venezuela es una causa de proporciones monumentales que aun sin esperanzas (¡y a veces es mejor no tenerlas!) merece la pena intentarlo. Y es que en esa lucha dialéctica para salvar al ser venezolano de las pezuñas de la barbarie chavista es tan importante preguntarnos no solo hacia dónde vamos cómo con quién vamos. Porque definitivamente no será -no podrá ser- con quienes saquearon y destruyeron a la nación venezolana.- @humbertotweets

lunes, 14 de febrero de 2022

El Estado chavista contra El Nacional

            La miopía -¿ignorancia? ¿tozudez?- de la falsa oposición (MUD, FA, Interinato) le impide ver y entender que el antiguo estado nacional venezolano hace mucho tiempo fue sustituido por el estado chavista. Se trata de un proceso que formalmente comenzó en 1999 con la aprobación de la Constitución chavista y que materialmente se ha consolidado en estos últimos veinte años con un marco legal y unos órganos judiciales, electorales y militares que le sirven a una camarilla y no a la nación venezolana.

            En cualquier otro estado de partidos, que es lo que en realidad son las llamadas democracias, opera un cierto equilibrio de poderes que aun cuando el mismo partido controle varios o todos esto mantienen su funcionalidad e interdependencia. Pero no en el Estado chavista que ha instaurado el Estado de un solo partido que maneja a su antojo a todos los poderes fabricándose una legalidad a la medida de sus ambiciones que luego le es impuesta al resto de los venezolanos como la voluntad del pueblo.

            A diferencia del Estado de partidos que imperó en Venezuela hasta 1999 y toleraba conspiraciones en su contra el Estado de partido único chavista usa la fuerza militar apoyada en una pseudo legalidad para triturar toda disidencia seria y permitir caricaturas burlescas e inocuas como la de la falsa oposición. Cualquier intento de cambiar ese régimen político desde adentro se estrellará con todo un entramado jurídico, militar y financiero perfectamente articulado para impedirlo con los más variados argumentos legales. Sin embargo, en aras de su propia supervivencia el régimen chavista siempre incentiva a una oposición que se opone si y sólo si respetando celosamente las reglas para no pasarse de la raya.

 El Estado chavista puede adjudicar diputados, alcaldías y gobernaciones a la falsa oposición a condición de que ésta cohabite y cumpla con su papel de legitimadora del régimen. Estas concesiones no ponen en peligro la existencia del estado chavista, por el contrario lo fortalecen al contar con una oposición que no es tal y que jamás será una amenaza real. El estado chavista puede incluso tolerar ejercicios cantinfléricos como el llamado gobierno interino de Juan Guaidó con la certeza que lejos de ser una amenaza es un magnífico teatro para distraer a la galería.

Por si hacían falta más evidencias, la confiscación del edificio del periódico El Nacional es otro evento que constata que en Venezuela no hay un Estado nacional sino un Estado chavista que gobierna para los intereses de sus clientelas. La demanda que hace Diosdado Cabello contra El Nacional es una aberración jurídica, pero llena cabalmente los requisitos de la pseudo legalidad chavista que justifica atropellar y destruir cualquier cosa percibida como un peligro para su supervivencia.

Cabello tampoco actúa por cuenta propia sino en nombre de un régimen político que no necesita otro edificio para montar una arepera socialista o un bodegón, pero sí requiere con urgencia destruir cualquier icono o referencia a una Venezuela distinta que ya existía antes de la barbarie chavista. No son las instalaciones de El Nacional lo que quiere el régimen sino más bien penalizar e intentar destruir a un medio que no puede controlar como si lo logró con otras tales como El Universal y  Últimas Noticias.

Dentro del marco de la pseudo legalidad del Estado chavista El Nacional no tiene ni tendrá garantías, jamás. Como tampoco las tiene cualquier venezolano que no esté postrado ante el chavismo. Ni las tuvo el General Raúl Isaías Baduel cuando se entregó a los tribunales militares para dar la pelea legal dentro del viciado sistema judicial chavista. Habrá garantías para El Nacional y para el resto de los venezolanos no cuando haya un mero cambio de gobierno (sacar a Maduro y poner a cualquiera de la falsa oposición, por ejemplo) sin cuando haya un cambio de régimen político que pasa necesariamente por la destrucción del estado chavista con sus órganos judiciales, militares y financieros.

Esperar a que el chavismo entregue el poder pacíficamente y por vía electoral como nos propone la falsa oposición es una fantasía perniciosa que ha costado ya más de dos décadas de muerte y cárcel para cientos de miles de venezolanos, además de la casi segura desaparición de la nación venezolana si esto no cambia. Bien podrían ser dos décadas más si la tesis que se sigue imponiendo es la del cortoplacismo que posterga las tareas insurreccionales de largo plazo para privilegiar la táctica de  cohabitar con el chavismo que siempre degenera en el círculo vicioso de protestas calculadas, elecciones fraudulentas, y negociaciones sin destino. Se trata de una práctica que se sigue repitiendo como el tornillo que gira eternamente en una tuerca mellada, sin que nunca llegue a apretar.

Por esto hemos planteado y seguiremos insistiendo que para poder articular una verdadera oposición en Venezuela el primer debate y la primera definición que hay que establecer debe ser el resultado de confrontar las tesis de crisis de gobierno vs. crisis de Estado. Pensamos, a diferencia de la falsa oposición, que en Venezuela hay una crisis de estado producto de la sustitución del estado nacional por un Estado chavista. Esta crisis jamás podrá ser resuelta apelando a la legalidad ni a los órganos del Estado chavista mediante negociaciones ni elecciones. Se requiere de una ruptura con el actual régimen político y no una transición pactada que cambie la figura de un presidente y deje intacto el poder de las mafias políticas, judiciales, militares y financieras del Estado chavista.

La agresión a El Nacional es parte de una política sistemática de linchamiento físico y moral al que estamos sometidos todos los venezolanos que nos negamos a jugar el papel de serviles del estado chavista. Este ultraje solo podrá ser corregido y reparado con un cambio total de régimen político y no apostando a su remozamiento electoral desde adentro.-@humbertotweets

jueves, 10 de febrero de 2022

El reciclaje del Estado chavista

            La defenestración de la familia Chávez en Barinas provocada por el régimen de Nicolás Maduro, la detención de alcaldes y funcionarios chavistas por su vinculación con megabandas criminales y la sorprendente arremetida del gobierno contra bandas y colectivos, son todos eventos conectados por una purga que busca la renovación o el reciclaje del estado chavista.

Con la llegada de Nicolás Maduro al gobierno llevado de la mano de Hugo Chávez se comenzó a configurar una camarilla en torno al nuevo presidente. Antiguos ministros y colaboradores de Chávez fueron expulsados del gobierno y otros tales como Rafael Ramírez y Rodríguez Torres perseguidos y encarcelados. Antiguos adversarios de Chávez tales como el General Raúl Isaías Baduel no corrieron con mejor suerte en esa transición. Figuras emblemáticas del chavismo como Diosdado Cabello serían reducidas a la condición de pieza decorativa del régimen al perder toda influencia política y militar.

El reacomodo dentro del estado chavista tiene como eje de esa nueva camarilla a Nicolás Maduro, Cilia Flores, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez y Vladimir Padrino López. Cada uno de ellos con espacios de poder bien definidos conforman la verdadera mafia que controla los hilos del poder en el Estado chavista. En este cogollo operativo se concentra el poder político, militar y financiero del régimen chavista. Allí se deciden desde las prebendas que les serán otorgadas a la falsa oposición, pasando por los ascensos militares y hasta las purgas para eliminar y neutralizar potenciales adversarios internos.

Esta macolla gobernante ha resuelto aferrarse al poder político para siempre como su proyecto de vida. Ahí no hay ideología sino pragmatismo y retórica para imponer al estado chavista como algo inevitable y asegurar que ellos sigan siendo los beneficiarios de su administración. Todo esto ocurre en el contexto de una país con un territorio desmembrado, una economía destrozada y más de 7 millones de venezolanos que literalmente salieron huyendo de la pesadilla chavista en Venezuela.

Sin embargo, lo poco que va quedando de valor en la escala de un estado es aún mucho y suficiente para alimentar a las clientelas que parasitan del régimen chavista. Estas redes de operadores son las que permiten que el estado chavista más o menos funcione para garantizarse tareas esenciales a su supervivencia tales como los fraudes electorales y la creación de su propia burguesía lumpen apoyada en la economía de los Bodegones.

La naturaleza criminal del régimen chavista esencialmente sigue siendo la misma de la época en que Hugo Chávez era quien gobernaba. La prostitución de las fuerzas militares, la corrupción, el fomento de sus propias mafias financieras, la asociación con megabandas y grupos terroristas como política de estado, el uso de la pseudo legalidad del estado chavista para poner punto final a cualquier debate político, nada de eso ha cambiado. Solo han cambiado los nombres, las figuras y los operadores que ahora sirven a una nueva camarilla.

Desde este punto de vista el estado chavista es el mismo que se instauró en 1999 pero cuya dirección experimenta en este momento una transición de las mafias de Hugo Chávez a las mafias de Nicolás Maduro. No hay mayor diferencia entre ellas porque ambas abrazan la misma política del “todo vale” para continuar saqueando sin piedad el tesoro nacional. Cambiarán eso si las cuentas en las que se deposite el botín, pero nada más.

El robo de los dineros públicos con el pretexto de ponerlo al servicio de la revolución bolivariana siempre ha sido una política de estado bajo el régimen chavista, al igual que sus públicas alianzas con pranes y pandillas. Entonces que ahora el régimen meta en la cárcel a algunos de sus operadores por sus vinculaciones criminales tiene muy poco que ver con un cambio de política y más con un ajuste de cuentas entre grupos que operan dentro del estado chavista. Así ha ocurrido cuando el chavismo “pierde” una elección y le adjudica esa posición a su socio de la falsa oposición. En estos casos el perdedor generalmente es uno que no estaba alineado con la camarilla interna que mueve los hilos. No podría ser casualidad que los chavistas “sacrificados” en el último fraude electoral hayan sido precisamente los vinculados a Diosdado Cabello, uno de los últimos conspicuos adversarios de Nicolás Maduro.

El estado chavista experimenta en estos momentos una purga de elementos que puedan representar un peligro para las mafias que apoyan a Nicolás Maduro. Esta operación de reciclaje ocurre en todos los niveles y sectores del régimen y busca concentrar más aún el poder que ya de hecho tiene Maduro. La fachada de esta política es la de un estado que avanza hacia una nueva normalidad con la complicidad de la falsa oposición en un cuadro que es presentado como inevitable. La justificación cínica de esta política del estado chavista es que a pesar de arrastrarnos hacia la destrucción de la nación venezolana hay que seguir aceptando sus macabras reglas…porque eso es lo que hay.- @humbertotweets

lunes, 7 de febrero de 2022

El Estado chavista debe pagar los costos de la emigración venezolana

            Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) que depende de la ONU la cantidad de venezolanos refugiados y migrantes en el mundo sería de aproximadamente 6 millones. Sin embargo, en documentos de esta misma organización se admite que “...como muchas de las fuentes de los gobiernos no toman en cuenta a venezolanos sin un estatus migratorio regular, es probable que el número total sea más alto.” Algunos hablan de 7 millones o más de venezolanos que han sido forzados a abandonar su país.

            El lenguaje pulcro y técnico de los informes de organismos y agencias internacionales atribuyen esta emigración masiva a la búsqueda de empleo, la inseguridad en Venezuela y la reagrupación familiar. Esta sería la forma políticamente correcta que adoptan estos documentos para referirse al colapso económico de Venezuela, el linchamiento de la población civil por parte de las fuerzas armadas chavistas y el desmembramiento de la familia como base esencial de la sociedad venezolana.

            Más de 7 millones de venezolanos deambulando por el mundo solo puede ser atribuido al fracaso del estado chavista que se instaló en Venezuela desde 1999. La mayoría de estos migrantes están en edad productiva y luchan desesperadamente por insertarse en los procesos socioeconómicos y culturales de otros países por lo cual es una pérdida directa de recurso humano para Venezuela. Como consecuencia de esta emigración masiva y del aumento de la mortalidad infantil Venezuela es un país que envejece aceleradamente bajo el chavismo.

            Sin embargo, el chavismo no lo ve así. El régimen chavista no solo celebra la emigración masiva de venezolanos sino que además la incentiva con sus políticas de represión y persecución por razones políticas. Para el propio sostenimiento del estado chavista no se debe subestimar el impacto de más de 7 millones de venezolanos que ya no son parte del circuito económico en Venezuela. Pero los chavistas ejerciendo su soberano derecho de escupir hacia arriba no dejan de salivar ante la perspectiva de realizar infinitas “elecciones democráticas” donde solo participarían ellos y sus seguidores.

            Al linchamiento físico que ya han sido sometidos estos compatriotas se suma el linchamiento moral derivado de una campaña permanente y sistemática para descalificar a los migrantes como traidores a la patria por abandonar el desmadre de la Venezuela chavista. En realidad el chavismo, como lo ha hecho en muchas otras situaciones, lo que busca es justificar o legitimar su política de desentenderse como estado de sus obligaciones con los migrantes que a pesar de haber abandonado el país siguen siendo ciudadanos venezolanos.

            Según la interpretación retorcida del chavismo el estado chavista no estaría obligado a mejorar las condiciones materiales de vida para que los venezolanos se queden en vez de huir y menos aún el régimen siente la obligación de atender y asistir a los compatriotas que a pesar de abandonar el país siguen siendo ciudadanos venezolanos titulares de deberes y derechos. Hasta el régimen del Generalísimo Francisco Franco en España, tan satanizado por chavistas y progres, tuvo una política para asistir a los emigrados españoles independientemente de su filiación partidista y de su país de residencia. 

            Al desentenderse de sus obligaciones con los ciudadanos venezolanos migrantes el chavismo audazmente le transfiere a otros estados un problema que es suyo y debería atender. De esta forma se ve como normal que en solidaridad con los migrantes venezolanos que han huido del régimen chavista los gobiernos de países tales como Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile, España y muchos otros destinen inmensas cantidades de dinero para asistirlos económicamente. Además estos países se verán obligados a cambiar sus planes y programas para coordinar la absorción de estos flujos migratorios en sus respectivas economías.

            Los planes de ayuda para los venezolanos migrantes a otros países son financiados con los impuestos que los ciudadanos de esos países pagan a sus estados. Es una ayuda que sin duda está motivada por la solidaridad y se agradece por el estado de vulnerabilidad en que se encuentran millones de venezolanos en el mundo.

            Sin remover el componente altruista que motiva estas políticas de ayuda a la migración venezolana estos estados no pueden permitir que el estado chavista evada sus responsabilidades con los ciudadanos venezolanos y se continúe beneficiando de esta situación. Los estados que han mostrado un genuino interés en ayudar a la migración venezolana deben continuar haciéndolo sin más limitaciones que sus propias capacidades internas.

            Al mismo tiempo estos países deberían calcular cuántos recursos han destinado para la ayuda de migrantes venezolanos y pasarle la factura directamente al estado chavista que es quien en definitiva tiene la responsabilidad de velar por sus ciudadanos y debería pagar. Los estados deben ejercer todas las acciones económicas y militares para obligar al chavismo a pagar sus deudas. No hacerlo sería una forma velada de usar el dinero de sus contribuyentes para subsidiar al estado chavista.- @humbertotweets

jueves, 3 de febrero de 2022

La falsa oposición defiende a su régimen

            El chavismo cuenta con la falsa oposición para moverse a una fase de aparente normalidad y continuar en el poder. Esto parece que no cambiará en el futuro cercano si se examina la última postura asumida por la falsa oposición en la voz de Juan Guaidó pidiendo públicamente un levantamiento de las sanciones internacionales al régimen chavista para ver si con eso el chavismo regresa a las negociaciones de México.

Lo primero que salta a la vista es que la falsa oposición busca desesperadamente negociar con el chavismo desde una posición de absoluta debilidad. A estas alturas a nadie debe sorprender que los operadores del G4 y el hamponato interino traten de entenderse con el chavismo. Esto es una derivación lógica de la postura que históricamente ha mantenido la falsa oposición de buscar un mero cambio de gobierno dejando intacto al régimen político chavista con sus instituciones y su constitución.

La aspiración más ambiciosa de la falsa oposición no es otra que heredar al estado chavista con sus estructuras para continuar la corrupción y el saqueo monumental que inauguró el chavismo en Venezuela. Al descartar la tesis de confrontar al estado chavista (no solo al gobierno de Nicolás Maduro) la falsa oposición pavimenta la vía para entenderse con el chavismo por la vía de elecciones y negociaciones.

La falsa oposición ha justificado participar en elecciones y negociaciones como una supuesta táctica que les permitiría cambiar al régimen desde dentro pero sin tocar sus pilares fundamentales como las mafias militares y las mafias financieras con las cuales los falsos opositores siempre han estado dispuestos a cogobernar.

Sin embargo, desde el chavismo la perspectiva es completamente diferente. El estado chavista es el poder político realmente existente en Venezuela y el que es reconocido por países como Estados Unidos en asuntos esenciales de la geopolítica tales como el tema petrolero. Una multinacional como Exxon Mobile que es esencial en la geopolítica norteamericana se entiende directamente con el gobierno de Nicolás Maduro, no con la caricatura de Juan Guaidó. Así lo hacen otros estados e instancias internacionales como la ONU a pesar de lo que digan sus voceros diplomáticos.

El estado chavista ha logrado sobrevivir a las sanciones burlando su impacto gracias a la complicidad de China, Rusia e Irán. El efecto de las sanciones internacionales contra el régimen de Nicolás Maduro nunca se sintió y el mejor reconocimiento a su fracaso es que tanto el gobierno de los Estados Unidos como el llamado gobierno interno ya están listos para coordinar su suspensión.

La falsa oposición no tiene otra salida que montarse en lo que parece será el nuevo viraje de la política norteamericana hacia el régimen chavista marcada por la distensión y de suspensión de las sanciones. Aunque se diga que el objetivo de ese alivio es incentivar al chavismo a seguir negociando con la falsa oposición lo cierto es que el régimen no espera recibir nada a cambio. El único beneficio tangible para el chavismo sigue siendo el tiempo que se pierde en esas negociaciones que se convierte en prórrogas indefinidas para que los chavistas sigan en el poder.

Por eso el régimen ha respondido que para regresar a México los Estados Unidos debe liberar al “diplomático” Alex Saab. Se sabe que Saab no era un diplomático sino un mercenario que operaba a escala internacional en nombre del estado chavista. Al darle rango diplomático y pedir su liberación el chavismo fija un costo impagable e improbable. La liberación de Alex Saab no solo  no depende de la falsa oposición que es la otra parte negociadora, tampoco eso depende de Joe Biden o  el departamento de Estado norteamericano. Esa decisión estaría en manos del poder judicial que en los Estados Unidos opera independientemente de los otros poderes y no está sujeto a seguir agendas políticas ni diplomáticas. Eso lo sabe perfectamente el chavismo que pretende usar la ficha Saab como una excusa para congelar las negociaciones hasta que entremos en la antesala de las elecciones presidenciales del 2024 momento en el cual muy probablemente las negociaciones serían activadas nuevamente solo para asegurarse que efectivamente la falsa opción si participará en la forma que convenga al chavismo.

Con su postura de buscar un cambio de gobierno por vía electoral la falsa oposición sigue haciéndole el juego al chavismo tratando de defender a todo evento el decadente estado chavista.- @humbertotweets