domingo, 21 de agosto de 2016

El socialismo hipócrita del siglo XXI

Este es un régimen de hipócritas.

Desde Chávez hacia abajo la hipocresía ha sido característica en el comportamiento de los jerarcas del régimen.

La hipocresía tiene sus raíces en la mentira.

No es otra cosa que fingir lo que en realidad no se es.

Es decir una cosa y hacer otra.

Es proclamar una patria soberana al tiempo que Hugo Chávez se ponía de cuclillas frente a Cuba.

O es atacar el imperialismo norteamericano al tiempo que Maduro le regala el arco minero de Guayana a las transnacionales norteamericanas y canadienses de la minería.

Esa degeneración genética de la revolución bolivariana comenzó con Chávez, pero luego fue permeando a todos los niveles y capas del gobierno y el PSUV.

Ese comportamiento hipócrita se convirtió en el código de conducta de los operadores civiles y militares del régimen y sus familiares.

Cientos de funcionarios chavistas corruptos corren afanosos a guardar y gastar sus fortunas en los Estados Unidos país que, en sus discursos, es declarado como enemigo de la revolución.

Estos mismos funcionarios que saquean los fondos públicos para su beneficio y el de sus familias exigen sacrificios al pueblo y a las bases chavistas.

Pero no satisfechos con el robo, como todo criminal, sienten la urgencia de exhibir pública y orgullosamente su botín.

Ahi estan las fotos de las hijas de Chávez disfrutando en el imperio, o las de Escarra, o las de Calixto Ortega comprando comida en los supermercados de Miami.

Pero también están las fotos de las familias de Pedro Carreño y de Diosdado Cabello disfrutando de prebendas y ventajas que le están negadas a los chavistas de la calle.

También están las extravagancias de los sobrinos de Cilia Flores vendiendo droga para poder pagar su exótico estilo de vida.

Y últimamente los antojos del hijo del General García Carneiro a quién celebró su boda nada más y nada menos que en la super costosa ciudad de Dubai.

Hay fotos.

Y no las tomó la CIA.

Fueron tomadas y publicadas en redes sociales por su propio entorno familiar.

Solo la hipocresía puede actuar como el artefacto que reconcilie un comportamiento tan contradictorio e inmoral.

La hipocresía es lo que le permite a todos estos jerarcas del oficialismo usufructuar las prebendas del poder al tiempo que engañan a su gente con el discurso socialista del pan y circo.

Mientras aún hay chavistas de corazón, de buena fe, tratando de encontrarle sentido a esta revolución los enchufados se dan la gran vida en nombre del socialismo del siglo XXI.

Estos chavistas son los que sufren más el desengano.

A ellos les toca que ir a defender la revolución corrupta, en la que ya no creen, mientras otros hacen patria con dólares preferenciales en las ciudades más lujosas del planeta.

Para el resto de nosotros, los venezolanos mortales que no tenemos los privilegios de los enchufados, no hay desengaño.

Ya sabemos a qué atenernos con este régimen y sus jerarcas.

De ellos solo se puede esperar hipocresía e impunidad.

Ni más, ni menos.

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