martes, 28 de junio de 2016

Gestiones de la OEA podrían desbloquear el conflicto político en Venezuela

El gobierno sabe que después del 23J los intentos para diferir el Revocatorio al 2017 se ponen más difíciles.

La diferencia es que ahora hay más ojos pendientes de lo que ocurre en Venezuela.

Ese fue el triunfo del Informe Almagro. Aunque el régimen insiste que el informe fue “engavetado” la verdad es que la presentación del informe dio inicio a un proceso de examen de la grave situación venezolana.

El temor del gobierno no es a sanciones por parte de la OEA. Aunque las tenga bien merecidas por defraudar su propia Constitución y los principios de la Carta Democrática.

El temor del régimen es  verse precisado a cumplir un compromiso político con garantes internacionales del cual no sería fácil salirse sin que haya consecuencias.

Se puede decir que el Informe Almagro quedó en la gaveta de los embajadores de 34 países miembros de la OEA. Los embajadores saben que el tiempo apremia y que algo tienen que hacer con ese informe.

Lo que puede ocurrir al final de este proceso es que la OEA auspicie una comisión de países amigos que “auxilie” a la de los expresidentes en su misión de diálogo.

Estos esfuerzos estarían dirigidos a persuadir a Venezuela de celebrar el Referéndum revocatorio este año y prepararse eventualmente para una transición política.

Pero nada de esto será impuesto o forzado.

Eso derrotaría el espíritu de la mediación y pondría al gobierno venezolano en situación de estado forajido.

Y nadie quiere eso.

No lo quieren los países miembros de la OEA.

Ni siquiera la oposición.

De lo que se trata es de materializar la difusa figura de “diálogo” hacia formas políticas más concretas con condiciones específicas y plazos.

Es una operacion politica y diplomatica muy delicada que sólo puede prosperar con la cooperación del estado bajo estudio: Venezuela.

¿Por qué el régimen venezolano habría de cooperar con un proceso que estaría definiendo los plazos de su propia muerte?

La razón más importante es el apreciar el cambio de la correlación de fuerzas a nivel nacional e internacional.

Con una crisis que trasciende las fronteras y con menos aliados que antes, son muy pocas las opciones que tiene el régimen para mantenerse en el poder.

Esto, sin mencionar cuan incomodo y fastidioso se ha convertido el gobierno venezolano para sus propios aliados.

Esta negociación diplomática llevaría a otra negociación política más específica que tiene que ver con aspectos esenciales del poder tales como la convivencia del nuevo gobierno con una Fuerza Armada adversa y la protección e inmunidades para algunos jerarcas del viejo régimen.

Suena odioso, pero la política es así. Odiosa.

La mediación de la OEA y la de países amigos podrían re-encauzar a Venezuela por el camino democrático y posiblemente persuadirla en celebrar este año el Revocatorio.

Esto no necesariamente significa una derrota total para el régimen que en condiciones normales debería ver a sus jerarcas enjuiciados y presos por corrupción, pero que ante esta inédita situación política podría lograr un salvoconducto para sus figuras más prominentes.

Hay fuerzas en el seno del gobierno, el PSUV y el Alto Mando militar que favorecen una salida política negociada bajo los auspicios de países amigos para evitar el revanchismo y el pase de factura.

No está claro cuál es la correlación de fuerzas en torno a este tema.

Todo dependerá de la administración de los miedos que haga cada factor y de la celeridad de los embajadores de la OEA en tomar la iniciativa para iniciar su gestión de buenos oficios.







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