jueves, 27 de junio de 2024

¿Para qué sirven los testigos electorales?

            En condiciones normales el testigo electoral es aquel elector que, en representación de un partido político, observa el desarrollo de las elecciones y ofrece su testimonio, agregando una instancia adicional de transparencia y pulcritud sobre un proceso que aun sin testigos debería ser transparente.

            En Venezuela la autoridad electoral (CNE) está controlada en su totalidad por el partido de gobierno (PSUV), aunque en su directorio de 5 miembros participan 2 rectores que tienen afinidad con otros partidos políticos.

            Esta característica y las sorpresivas y sucesivas decisiones del CNE cambiando sustancialmente las reglas del juego electoral sólo pueden inspirar incertidumbre y desconfianza en muchos electores que jamás tendrán la garantía de que su voto sea efectivamente contado.

            Frente a este desconcierto surge la tesis obvia que otorga un papel estelar a unos testigos que tendrían sobre sus hombros la tarea de impedir y/o denunciar irregularidades observables durante el proceso electoral.

            Para el sector que lideran María Corina Machado y Edmundo Gonzalez, en su posición de disputar el poder a Nicolás Maduro, es esencial cubrir el 100% de las mesas electorales con testigos que reporten cualquier anormalidad. Esta es una meta que debería ser posible tomando en cuenta las masivas movilizaciones que los opositores han hecho por toda Venezuela.

            Suponiendo que no surjan nuevos obstáculos institucionales que impidan a la PUD/MUD cubrir el 100% de las mesas con testigos convendría reexaminar el papel de estos durante el proceso electoral.

Se puede caer fácilmente en el riesgo de exagerar las capacidades y destrezas que pudieran tener estos testigos para impedir o denunciar situaciones de fraude que alteren el resultado electoral. 

Si no existen situaciones evidentes de perturbación del orden público durante la jornada que afecten el resultado estos testigos sólo podrán reportar situaciones observables durante las votaciones, el escrutinio y emisión del acta electoral.

Sin embargo, como el voto es electrónico y queda “guardado” en la máquina electoral el papel del testigo electoral queda dramáticamente reducido a dejar constancia de todo aquello que pueda constatar fuera de la máquina. ¿Cuál es el papel del testigo electoral en el escrutinio del voto electrónico?

Cualesquiera sean los procesos que ejercite internamente esa máquina o su operador escapan a las facultades sensoriales de ese testigo que solo podrá dar fe de lo que vio externamente y del acta electoral generada electrónicamente...por la misma máquina.

La cobertura del 100% de las mesas con testigos en representación de la PUD/MUD aun deja inauditables largos tramos del proceso electoral con grandes probabilidades de que los resultados que arrojen las máquinas no coincidan enteramente con la apreciación empírica que se tiene de las preferencias electorales hoy después de 25 años de chavismo.- @humbertotweets

lunes, 24 de junio de 2024

Prácticas previas al fraude electoral del 28 de julio

            Para entender lo que va a pasar el 28 de julio en Venezuela es muy importante tener claro que el fraude electoral que intentará nuevamente el chavismo no se limita estrictamente a lo electoral. En varias ocasiones hemos explicado que la articulación de las instancias judiciales y militares le permite al chavismo mostrar una suerte de piso legal para tratar de soportar unos resultados que serán presentados como expresión de la legalidad, de la legalidad chavista por supuesto.

            Conviene al chavismo distraer la atención y hacer creer que el fraude ocurre eventualmente en las mesas con el robo de votos y la reubicación arbitraria de electores identificados como opositores para que no puedan votar. La única forma de desmontar los números que anunciará el chavismo el 28 de julio sería la recolección manual de los comprobantes de votación emitidos por las máquinas a cada elector y cotejarlos con la data de las actas electrónicas por cada mesa. Pero aun así estaríamos frente a un procedimiento que sería desestimado por la legalidad chavista.

Pero, como hemos insistido antes, la verdadera trama no está con manipulación de votos o electores sino con la emisión expedita de unas actas electrónicas cuyos resultados serían enviados directamente a la sala de totalización del CNE chavista y contendrían las sumas para proclamar ganador a Nicolás Maduro aunque existan inconsistencias con los comprobantes de voto.

            Y la formalización del fraude consiste en presentar esos resultados, avalados por los estamentos jurídico-políticos del régimen chavista, como expresiones de una legalidad la cual deben obedecer todas la instituciones del régimen especialmente sus componentes militares a quienes se les exigirá reconocimiento y defensa de unos resultados que, aunque parezcan dudosos, se mostrarán como “legales”.

            Para el 30 de junio el CNE chavista tiene previsto realizar un simulacro electoral. Sobre este evento se ha dicho que tanto la oposición como el chavismo aprovecharán la oportunidad para hacer una medición de fuerzas que permita establecer las capacidades de movilización de cada uno y proyectar esos valores como predictores del resultado del 28 de julio.

            Una vez más hay que insistir que aunque el gobierno quiere que la atención se centre en lo estrictamente electoral en realidad hay que enfocarse en la forma como se coordinaran todos los componentes del Estado chavista para presentar y justificar ese resultado.

            Para lograr lo que quiere el régimen chavista es necesario hacer unas prácticas preliminares que permitan probar los mecanismos que serán usados en la perpetración de fraude. Sobre esta base podemos afirmar que el verdadero teatro de operaciones y escenario de práctica para el chavismo fue el 3 de diciembre de 2023 cuando se celebró el referéndum consultivo sobre el Esequibo.

            Ese día los centros de votación se mostraron vacíos y sin afluencia significativa de electores, ni para tomar las fotos de la jornada. A pesar de que empíricamente los venezolanos pudieron apreciar que muy pocas personas salieron a votar el régimen a través de su CNE se atrevió a anunciar que habían votado aproximadamente 10 millones 500 mil electores. Y cada una de las preguntas formuladas por el oficialismo obtuvo más o menos sobre los 10 millones de votos lo cual matemáticamente fue presentado como un aval del 95% o más de los venezolanos a las políticas del gobierno de Nicolás Maduro sobre la controversia territorial con Guyana. A pesar de esta abismal inconsistencia que presentaban unos números que no se correspondían con la afluencia  de electores en los Centros de Votación, los componentes militares, que además pudieron constatar mejor que nadie la pobre concurrencia en las mesas electorales, no tuvieron ninguna dificultad en sus diferentes instancias y jerarquías para reconocer ese resultado falso y fraudulento como legal y legítimo.

            En nuestro criterio ese fue el verdadero simulacro que practicó el chavismo. En otras palabras lo que se estaría probando es el grado de obediencia y genuflexión de los componentes militares a un resultado fraudulento. Este reconocimiento de los militares a decisiones y políticas ilegales e inconstitucionales a la luz de la propia legalidad chavista ya ha ocurrido antes en muchas ocasiones tal como pasó cuando el régimen chavista anuló por decreto la Asamblea Nacional electa en el 2015 e impuso una Asamblea Constituyente para poder legislar.

            Acaba de ocurrir el 3 de diciembre y los militares ideologizados y adoctrinados por el régimen chavista siguen dando muestras evidentes y entusiastas de apoyo a la ilegalidad e inconstitucionalidad.  Para esto han sido entrenados por muchos años y es lo que seguramente harán el 28 de julio cuando el CNE anuncie los resultados oficiales del fraude electoral favoreciendo a Nicolás Maduro.

            Por esto resulta una total ingenuidad pedirle a las Fuerzas Armadas chavistas que sean garantes y hagan respetar la voluntad de los venezolanos el 28 de julio, porque eso es precisamente lo que estos componentes militares están convencidos que harán al defender la decisión del CNE chavista proclamando ganador a Nicolás Maduro.- @humbertotweets

jueves, 20 de junio de 2024

El 1x10 en la FANB chavista

            Hace unas semanas se hizo viral un video en el cual Diosdado Cabello lamentaba y reclamaba a sus compañeros del PSUV que el 1x10 no se estaba cumpliendo. Esta fórmula matemática es también la denominación de la otrora “operación remolque” de la vieja Acción Democrática a la cual se le atribuyen sus victorias electorales en el pasado.

En esencia el 1x10  consiste en que un operador político (activista) a nivel municipal o de un centro de votación tiene la tarea de reclutar 10 personas (votos), monitorearlos y garantizar que vayan a votar por el candidato del partido el día de las elecciones. Se trata de una forma clásica de división del trabajo electoral que en estos tiempos no es exclusiva del PSUV chavista y permite asegurar lo que se conoce como un “voto duro” que otorga una sólida base de arranque para cualquier contienda electoral.

            El reclamo de Cabello fue inmediatamente celebrado por la oposición electorera (PUD/MUD) como un inequívoco signo de debilidad y derrota del chavismo frente a una oposición que desborda de alegría las calles de Venezuela con María Corina Machado y Edmundo Gonzalez a la cabeza.

            Claro, en una guerra donde el chavismo se lo juega todo para seguir en el poder convendría considerar la posibilidad que la “filtración” del video con la frustración de Diosdado Cabello por no poder cumplir con la cuota del 1x10 es más bien un acto deliberado y no un simple descuido.

            Este incidente del 1x10 así como la limitación de los testigos de mesa a electores inscritos en ese centro de votación y muchos otros contribuyen a desviar el eje de lo político y lo reduce a lo meramente electoral. En otras palabras, este tipo de discusión de las cuales fácilmente se hace eco la falsa oposición de a PUD/MUD salva completamente la responsabilidad del CNE y de todo el sistema electoral chavista al hacernos creer que el 28 de julio es un día que se está decidiendo con votos.

            Este tipo de prédica hace énfasis en que el resultado electoral del 28 de julio dependerá exclusivamente de la capacidad de arrastrar votos con operativos como el 1x10 o de lo que pase en las mesas con la vigilancia de los votos e intencionalmente se deja a un lado quién controla los operadores de las máquinas de votación y la sala de totalización del CNE chavista.

            A la luz del mega fraude electoral que intentará perpetrar el chavismo es totalmente irrelevante operaciones de remolque de electores como el 1x10 u operativos para defender los votos en las mesas -¿Cómo se defiende un voto electrónico?- porque lo que en definitiva cuenta es el acta que emita la máquina electoral.

            Algunas voces ingenuas o sazonadamente perversas de la falsa oposición aseguran que la clave para impedir el fraude está en recolectar todas las actas emitidas por el 100% de las máquinas electrónicas de votación. Ellos esperan que la inconsistencia ocurra entre el resultado de dichas actas y la data que se envíe a la sala de totalización del CNE.

Dados los recursos tecnológicos e institucionales que tiene a su disposición el régimen chavista lo más probable es que los datos de las actas emitidas por las máquinas coincidan en un 100% con lo transmitido vía electrónica al CNE y sobre estos resultados se deje a los testigos de la PUD/MUD atónitos con actas en mano mientras se proclama con esos mismos resultados a Nicolás Maduro. 

            Basta ver la escuálida, impotente y contradictoria campaña de Nicolás Maduro para concluir no que se preparan para aceptar con resignación la derrota sino más bien que se mueven con la desvergüenza imperturbable de quien conoce los resultados de antemano.

            El 28 de julio el destino de Venezuela no se decidirá con votos en los centros electorales. El desarrollo de la nueva etapa se decide ese día en los cuarteles y en los componentes militares cuyos oficiales y tropa tendrán que definir si apoyan o no la estafa electoral del chavismo como ya lo hicieron el pasado 3 de diciembre a propósito del fallido referéndum sobre el Esequibo.

            El verdadero 1x10 que cuenta para el régimen, y en el cual ha invertido todas sus energías, es el que ocurre dentro de las FANB chavistas para impedir que con el despliegue masivo de militares el 28 de julio ocurran hechos imprevistos o imponderables que saquen a algunos del guión oficial. 

            ¿Cuántos Christopher Figuera aún quedan en las FANB chavistas? ¿Cuántos oficiales con mando de tropa podrían tener un momento de debilidad y ceder al reclamo popular frente al fraude electoral? ¿Cuántos soldados se negaran a obedecer cuando sus superiores les ordenen defender con las armas la estafa electoral del chavismo?

            El 1x10 en las FANB chavistas es una carrera de velocidad y resistencia contra el tiempo para cumplir todas las tareas de inteligencia, segregación y neutralización antes del 28 de julio. En este caso cada oficial comprobadamente socialista y chavista tiene la tarea de identificar a aquellos diez que no muestren en forma indubitable el mismo nivel de servilismo o superior para desarmarlos y hacerlos a un lado.

            El objetivo es quedarse con un grupo reducido pero dispuesto a seguir en forma ciega y fanática órdenes absurdas e irracionales como linchar físicamente a la población civil desarmada que salga a la calle a reclamar el fraude.

            Matemáticamente hablando, y si consideramos a las FANB chavistas como un reflejo de la sociedad venezolana, el 1x10 en el sector militar estaría dejando a un lado al 90% de los oficiales y tropa que aun definiéndose ellos mismos como chavistas no lo serían suficientemente ante los ojos del régimen. Ese es un universo bastante grande que podría cambiar dramáticamente la correlación de fuerzas si estuviese motivado a actuar, pero sobre todo si tuviese la capacidad de auto coordinarse y superar el extenso alcance de las redes de espionaje cubano dentro de las FANB.- @humbertotweets

¿Se puede impedir el fraude electoral?

            Hace unos días el representante de la oposición PU/MUD pidió confiar en las máquinas del CNE por estas “...van a dar el resultado real”. Seguidamente agregó que “...las máquinas no son las que hacen el fraude”.

            Estas aclaratorias no tendrían lugar si en Venezuela existiera un mínimo de confianza en el Consejo Nacional Electoral en particular y en el proceso de elecciones en general.

            Pero no hay confianza el CNE ni en el sistema electoral entre muchas razones porque la conducción de todas las fases del proceso está en manos de personas vinculadas al gobierno y al PSUV.

            Es lógico, normal y legítimo que muchos venezolanos miren con desconfianza a un árbitro electoral controlado por una sola de las partes y resulta comprensible que luego de esa constatación estos venezolanos lleguen a la conclusión que no vale la pena votar porque el voto en estas condiciones de oscuridad sencillamente no cuenta.

            Cuando Omar Barboza pide confiar en unas máquinas, que según él darán el resultado real, en realidad lo que está pidiendo no es un voto de confianza para las máquinas sino solicitando un cheque en blanco para el CNE y todo su sistema electoral.

            ¿Por qué?

            Porque tal como lo admitió el propio Barboza no son las máquinas en sí mismas las que cometen el fraude, en tal caso serían los operadores o controladores de esa máquinas quienes tendrían el software y las claves para hacerlo.

            En defensa de la tesis de Barboza han salido varios analistas y expertos en materia electoral dispuestos a meter sus manos en el fuego y hasta comprometer su prestigio profesional llegando al punto de asegurar que un fraude electoral es imposible y en consecuencia habría que aceptar los anuncios del CNE sin protestas ni cuestionamientos.

            Sin duda, una aseveración de este calibre puede mover a muchas personas de su escepticismo a una posición más proclive a votar.

            Pero decir que el fraude es imposible no resuelve las dudas sobre el sistema electoral venezolano.

            Para que exista confianza debe garantizarse la transparencia y esto es mucho más que una declaración de buenas intenciones o un voto de confianza por adelantado.

            Medidas sencillas, pero de un profundo impacto institucional tales como la conformación de un CNE 100% neutral y un proceso manual de votación, escrutinio y posterior auditoría del 100% de los votos despejaría las dudas sobre un resultado que pueda ser  alterado mediante fraude.

            Pero nada de esto ocurrirá hasta el día que especificas condiciones y garantías para unas elecciones transparentes formen parte de las negociaciones y los acuerdos entre el gobierno y la oposición.- @humbertotweets

Paz armada, sin justicia ni libertad

            El régimen chavista tiene sus objetivos claros. Esto es hacer todo lo que sea necesario para seguir en el poder, aunque eso signifique pisotear su propia Constitución de 1999. Por eso tras la apariencia de un proceso electoral semi-competitivo en el cual participa la oposición de la PU/MUD subyace una realidad que muy pocos operadores políticos quieren admitir.

            En Venezuela no hay instituciones, no existen garantías políticas y la figura de un estado de derecho como expresión de una sociedad política organizada regulada por leyes e instituciones es algo que desapareció en algún momento después de 1999.

            En este contexto político las Fuerzas Armadas, que dejaron de ser de la nación venezolana para convertirse en el brazo armado del chavismo, son en definitiva el pilar fundamental sobre el cual descansa todo el ecosistema corrupto y criminal del Estado chavista.

            Se puede decir, sin exagerar, que el componente militar es en buena medida el gran elector que permite por medio de la fuerza y la violencia sobre la población civil desarmada que el chavismo siga en el poder. Las elecciones como están planteadas no son más que una estafa de la cual la espasmódica falsa oposición de la PU/MUD decidió hacerse cómplice solo para negociar su propia supervivencia.

            Partimos de la premisa que estamos frente a unas elecciones que ya han sido arregladas de antemano y cuyos resultados favorables al régimen ya están decididos por virtud del masivo y continuado fraude electoral. Sin embargo, a pesar de estar frente a un resultado blindado por el Estado chavista el chavismo está en campaña, sale a la calle a “buscar los votos” con Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello tanto como lo hacen Edmundo Gonzalez, María Coria Machado y todo el elenco de la PU/MUD.

            Algunos desprevenidos y otros no tanto se apoyan en esta observación y remarcan que estamos frente a la irrefutable prueba que el chavismo desesperado no las tiene todas consigo y debe salir a conquistar los votos por lo cual, dicen, se le puede ganar por la vía electoral. Otros que quieren fingir una sospechosa objetividad se apresuran a agregar que es seguro que al chavismo se le puede ganar con votos, otra cosa será si el chavismo decide no entregar el poder.

            Esta suposición se apoya en la ingenuidad de esperar que el chavismo anuncie unos resultados en contra de sí mismo y luego intente desconocerlos. La mecánica interna del fraude parece ir por otras vías que muestran la alta probabilidad de que el chavismo anuncie que ganó las elecciones en contra de la mayoría de los pronósticos y las encuestas. Sobre este resultado cerrarían filas todos los componentes del aparato estatal chavista, incluidas sus fuerzas armadas. Por eso es comprensible que el chavismo ofrezca firmar un acuerdo para reconocer los resultados que en la práctica sería un documento para reconocer por anticipado el fraude electoral.

            Lo cierto es que a pesar de disponer de todos los mecanismos para perpetrar el fraude electoral el chavismo está en campaña. ¿Por qué? Ellos mejor que nadie saben que los votos no están decidiendo nada. Por eso la campaña chavista está cargada de unos extraños e incomprensibles contenidos que no conectan con la mayoría de los potenciales electores. Los ejes argumentales más notables son las ideas de paz y soberanía. Las encuestas y la propaganda oficialista hace un extraordinario énfasis en que los venezolanos por encima de todas las cosas lo que más anhelan es…la paz.

            Según este discurso para la mayoría de los venezolanos no importa el hambre, la miseria y toda la constelación de carencias materiales que se sufren en Venezuela porque, según dicen, lo único que quiere la gente es paz. Y por supuesto, el único que tiene el monopolio de la violencia para garantizar esta paz armada es precisamente el régimen chavista. Pero esta manipulación queda destrozada por la realidad al constatar que si bien es cierto la población civil venezolana está desarmada también es cierto que diariamente se producen cientos de protestas y manifestaciones en la calle contra el régimen chavista lo cual evidencia que si existe una comprensión sobre la necesidad de confrontar al chavismo para expulsarlo del poder y detener su acción depredadora sobre Venezuela.

            Sin duda que esa falacia de una Venezuela que quiere la paz, sin justicia ni libertad o que está dispuesta a arrodillarse para evitar la violencia del régimen no tiene ninguna conexión con la mayoría de los venezolanos que están en modo de supervivencia. Donde estas ideas tienen una influencia decisiva y es precisamente hacia donde apunta la campaña del chavismo es en el seno de las fuerzas militares.

            A los componentes militares del régimen chavista se les está suministrando un contenido ideologizado para asegurar su total obediencia en las tareas que garanticen el fraude electoral. Asegurar la paz armada con fundamento en la Constitución de 1999 y siguiendo los lineamientos del aparato estatal chavista es algo que le resultará totalmente viable a esa Fuerza Armada que es estructuralmente obediente y a la cual se le ofrecerán todos los argumentos que sean necesarios para racionalizar y normalizar el fraude electoral.

            La paz armada que ofrece el chavismo en su campaña electoral no busca persuadir a los venezolanos sino más bien poner en sintonía y coordinar a los componentes armados del régimen para defender la legalidad de un resultado aunque contenga todos los componentes materiales y formales del  fraude.- @humbertotweets

lunes, 17 de junio de 2024

El silencio del rector Delpino

            El jueves 24 de octubre de 2023 la Asamblea Nacional chavista designaba los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. Sin que exista motivo para la sorpresa, de los cinco rectores tres son conspicuos operadores del régimen chavista, a saber Elvis Amoroso, Carlos Quintero, y Rosalba Gil. Los otros dos serían adjudicados a grupos vinculados a la PU/MUD, específicamente a Acción Democrática (Ramos Allup) y Un Nuevo Tiempo en las personas de Juan Carlos Delpino y Aime Nogal, respectivamente.

            Esta designación fue alabada por Jorge Rodríguez como “...el resultado de un amplio consenso.” Sin embargo, nunca quedó claro los factores que participaron en ese “consenso”, sobre todo en la parte que corresponde a los dos rectores vinculados a la oposición.

            La negociación que permite la designación de Juan Carlos Delpino y Aime Nogal en la directiva del CNE chavista no fue la que se desarrollaba casi en forma paralela entre chavismo y oposición PU/MUD en el marco de los llamados Acuerdos de Barbados. No se tiene noticia que en esas negociaciones siquiera se haya conversado sobre la conformación del nuevo CNE.

            Entonces ¿De cuál negociación o consenso salieron los nombres de Juan Carlos Delpino y Aime Nogal para integrar esa directiva en representación de la oposición? Evidentemente, esto no fue el resultado de una transacción directa y formal entre la PU/MUD y el chavismo porque de ser así los dos rectores designados habrían reflejado la diversidad y las mayorías en juego dentro de los factores que conforman la llamada Plataforma Unitaria.

            No se puede creer que la PU/MUD haya acordado postular a dos candidatos a rectores del CNE relacionados con dos partidos que no solo están en minoría dentro de esa plataforma sino que además son identificados como socialdemócratas, por citar tan solo una noble afinidad.

            Lo más probable es que esta designación de los rectores Delpino y Nogal haya sido el resultado de dos negociaciones bilaterales y separadas entre el régimen chavista con Henry Ramos Allup (AD judicializada) por una parte y Manuel Rosales de Un Nuevo Tiempo por la otra. El interés del régimen en hacerle estas importantes concesiones a Ramos Allup y Rosales habría estado enmarcado dentro de la estrategia de manipular e influir directamente en el resultado de la elección Primaria de la PU/MUD.

            Asignarle un rector a Acción Democrática (Ramos Allup) y otro a Un Nuevo Tiempo tiene repercusiones distintas. Para la AD no judicializada era un avance en el tortuoso camino de recuperar la tarjeta y la capacidad de postular candidatos en las elecciones regionales de 2025, aunque esto no descarte la posibilidad de un arreglo para compartir la franquicia con la AD de Bernabé Gutiérrez. Todo en nombre de la unidad, pero ante todo y por sobre todas las cosas para recuperar la capacidad para postular.

            En el caso de Un Nuevo Tiempo se trata de mantener las concesiones que le ha otorgado el régimen siendo la más importante un reconocimiento al estatus político de Manuel Rosales como referente de la oposición. Esto pasa necesariamente por respetar su gobernación del estado Zulia, independientemente de repartos que pueda hacer el régimen a partidos de la oposición en otros estados.

            Seguramente con candidez e inocencia tanto Ramos Allup como Rosales le comunicaron a sus colegas de la PU/MUD que habían sido sorprendidos con esas designaciones, garantizando seguidamente que estos rectores sin ninguna duda siempre estarian al servicio de la causa de la llamada unidad más allá de sus vinculaciones partidistas. Sobre esto solo podemos especular por los elementos que se conocen públicamente pero es posible que nunca sepamos con exactitud su desarrollo.

            Lamentablemente para los implicados (régimen, Ramos Allup, Rosales) la elección del candidato de la PU/MUD se salió de control y no hubo forma de influir para lograr que Manuel Rosales fuese el seleccionado, tal como siempre quiso y jamás ocultó el chavismo. Allí entraron en juego viejas facturas y peleas intestinas entre Voluntad Popular y Primero Justicia contra Manuel Rosales por los manejos en Monómeros provocando un realineamiento de factores dentro de la PU/MUD que le otorgó la mayoría a  María Corina Machado y dejó aislados a AD (Ramos Allup) y Un Nuevo Tiempo. Pero ese será el tema de otro artículo.

            El balance final es que ni Henry Ramos Allup ni Manuel Rosales lograron ejecutar el encargo. No por falta de ganas, sino porque la situación en términos políticos era sencillamente inviable. Hacer más implicaba quedar grotescamente en evidencia como marionetas del chavismo, un precio demasiado alto para quienes están obligados a mantener las apariencias a la hora de cazar votos y evitar los crueles castigos de la impopularidad. Sin embargo, en los dramáticos días que siguieron a la inhabilitación de Corina Yoris Manuel Rosales hizo un último y desesperado intento para cumplir su parte del trato y ser el candidato opositor. La maniobra de inscribirse a última hora quedó truncada y escueta dejando a Rosales en la incómoda posición de justificar la maroma como “un intento por salvar la tarjeta de la MUD.”

            Sin todo este recuento es imposible entender las declaraciones del rector Juan Carlos Delpino denunciando lo que todo el mundo ya sabe: Que el operador del régimen chavista en el CNE Elvis Amoroso no reúne la directiva para tomar decisiones sino que éstas se preparan, se cocinan y se anuncian en forma unilateral. Entonces, lo que tiene que llamar la atención del rector Delpino no son las obviedades que dijo sino su silencio cómplice desde el día en que fue designado rector hasta el día en que decidió hablar.

            El silencio de Juan Carlos Delpino se parece mucho y coincide con el mutismo discursiva de Henry Ramos Allup y solo podrían ser interpretados como actos de prudencia para avanzar en lo único y lo que realmente le puede importar a la Acción Democracia judicializada y esto es la recuperación total o parcial de su tarjeta y su capacidad para postular en las elecciones regionales de 2025. ¿Por qué? Porque un partido de naturaleza esencialmente clientelar como Acción Democrática necesita su tarjeta para postular tanto como el aire, el agua y sal son esenciales para la vida. Sin eso, no hay nada. Y esto aplica igualmente para el resto de los partidos judicializados que están en la PU/MUD.

            El trasfondo de esta dinámica es el objetivo que se ha trazado el régimen chavista de liquidar política y electoralmente a los partidos de la PU/MUD quitándoles su capacidad para postular candidatos en las elecciones regionales. Sin ninguna perspectiva de recuperar las negociaciones bilaterales con el chavismo y con la liquidación definitiva de los Acuerdos de Barbados la fuerza que sostenía tanto a Juan Carlos Delpino como a Aimen Nogal en ese CNE se ha desvanecido y lo más probable es que ambos salgan de esa directiva en cualquier momento. Si tienen suerte, y la furia imperial de los hermanos Rodríguez no decreta otra cosa, quizás lleguen al 28 de Julio pero eso nadie lo puede garantizar.

            La estrategia del chavismo es darle vida y reconocimiento formal al otro sector de la falsa oposición, los llamados alacranes. Con ellos se firmarán los futuros acuerdos y a ellos se les dará representación en una futura directiva del CNE. Con ese reconocimiento institucional por parte del Estado chavista los partidos que han sido judicializados y que controlan las tarjetas y la capacidad para postular recibirán en los próximos meses recurrentes oleadas de clientelas que viven del negocio de la política y que ya no tienen motivos para seguir a los que han sido despojados de la franquicia.

            Las declaraciones del rector del CNE Juan Carlos Delpino, son una constatación de obviedades sobre el fraude electoral en marcha, que a pesar de ser suscritas por un funcionario de alto rango ya ni siquiera generan sorpresa. Por el contrario, su prolongado silencio y el momento que escoge para romperlo dice mucho del contubernio que siempre ha caracterizado las relaciones del chavismo con su falsa oposición. Esta práctica le ha rendido buenos resultados al régimen chavista que ahora se prepara para seguir en lo mismo pero con nuevos socios e interlocutores.- @humbertotweets

jueves, 13 de junio de 2024

Elecciones a la medida del régimen chavista

            Ya resulta un fastidioso lugar común repetir todas la maniobras que ejercita el régimen chavista para perpetrar su fraude electoral el 28 de julio. Se trata de toda una serie de medidas para garantizar que Nicolás Maduro será proclamado nuevamente presidente de Venezuela aunque sea contra la voluntad del 80% de los venezolanos.

            Se ha documentado en forma clara y suficiente cada una de las instancias que llevan irreversiblemente a este fraude. Desde la inhabilitación de candidatos y electores hasta la manipulación de los centros y mesas de votación.

            Pero los abusos no cesan. Se habla de otras medidas que estarían en proceso tales como la eliminación por vía judicial de la tarjeta electoral de la MUD lo que dejaría a la oposición con la opción de llamar a votar por la tarjeta del partido Un Nuevo Tiempo de Manuel Rosales. También se ha dicho que para este proceso el CNE chavista restringirá la participación de los testigos electorales en las mesas a aquellos que estén inscritos en esos centros de votación.

            La oposición de la PU/MUD parece decidida a ir hasta el final en la vía electoral aunque les eliminen su tarjeta icónica y hasta, como consecuencia de ello, le inhabiliten nuevamente a su candidato.

            La respuesta ante la arremetida del régimen chavista se ha limitado a tratar de cumplir con unas exigencias de naturaleza electoral que cada día se ven como imposibles en un proceso prácticamente inviable como modelo de transparencia y equilibrio.

El único recurso que parece disponible para la PU/MUD es tratar de tener testigos en todas las mesas de votación y ante la amenaza de que a estos también se les impida participar se habla en forma ambigua de una “observación ciudadana”

En algún momento habrá que hacer una pausa para repensarlo todo y preguntarse cuál es la razón que arrastra a la oposición de la PU/MUD a aceptar las condiciones más infames para hacerse parte de la madre de todos los fraudes electorales. ¿Cuál podría ser la justificación de continuar en un esfuerzo tan compulsivo como inútil para medirse con un régimen que prácticamente tiene los resultados en la mano y solo queda anunciarlos?

Cada día que pasa se hace más evidente que la vía electoral en tiranía es una estrategia fallida que conducirá irreversiblemente a una nueva derrota y a nuevas oleadas de desánimo y emigración.

La estrategia electoral ni siquiera se podría justificar como un intento de hacer algo frente a no hacer nada porque ese hacer algo también está llegando a la nada. En otras palabras, la oposición de la PU/MUD con María Corina Machado y Edmundo Gonzalez podrán tener un plan electoral para movilizar el voto y cubrir la observación del 100% de las mesas electorales, pero eso no significa absolutamente nada frente a las infinitas posibilidades con que cuenta el régimen para presentar un resultado a su medida.

Es cierto que la PU/MUD tiene un plan electoral para el 28 de julio pero precisamente una de las debilidades de ese plan es que es prisionero de la estricta legalidad que impone el régimen chavista y que obliga a participar respetando celosamente sus tramposas reglas.

La emoción de la fantasía electoral llegará hasta el momento que se anuncien unos resultados que desafían la realidad pero que serán presentados como la verdad oficial del régimen. Frente a esto la oposición de la PU/MUD no tendrá la posibilidad de pedir una auditoría (al CNE chavista) o apelar judicialmente  (ante el TSJ, también chavista).

Y aunque millones de personas con razón quieran salir a expresar su rabia e inconformidad en la calle tampoco es probable que esa oposición convoque a una movilización popular. Aquí es cuando estos opositores se convierten en fieles cumplidores de la pseudo legalidad chavista y se evidencia que no tienen un plan político para el 28 de julio, ni para lo que vendrá después. La emoción espontánea de las masas es un efecto pasajero que quedará diluido en una nueva decepción sin que el esfuerzo signifique en sí mismo un modesto avance en la tarea de derrocar la tiranía.- @humbertotweets

lunes, 10 de junio de 2024

¿Sabremos algún día si las encuestas dicen la verdad?

            El cuestionamiento que le hacemos a quienes realizan encuestas hoy día en Venezuela para analizar la política se apoya en la misma premisa de nuestra crítica a quienes promueven el voto como una vía eficaz para salir del régimen chavista. En ambos casos se trata de posturas que buscan normalizar una situación que a todo evento no puede ser considerada como normal.

            Pero antes de ir al fondo de nuestra crítica hay que aclarar que nuestra posición no es en rechazo a las encuestas como método al servicio de las ciencias políticas ni al voto en sí mismos. Diremos que en ciertos contextos con garantías políticas y constitucionales tanto las encuestas como el voto son totalmente válidos y efectivos. Pero, ciertamente, ese no es el caso de Venezuela.

            Por ejemplo, ¿qué valor cuantitativo se le puede asignar a las demostradas capacidades de fraude del régimen chavista? O mejor aún en una Venezuela sometida por el terror, el miedo y la incertidumbre ¿Se puede pensar que las opiniones de los encuestados son emitidas libremente?

            Nuestro cuestionamiento radica en que no se puede tomar los valores de ninguna encuesta haciendo abstracción del contexto político y social en el cual estamos metidos. Y la razón por la cual esto no sería una sana práctica científica es porque precisamente no existen en Venezuela condiciones institucionales para confirmar lo que dicen esas encuestas.

            Hasta ahora la mayoría de las encuestas conocidas dan como ganador de la elección del 28 de julio por un amplio margen al candidato de la PU/MUD Edmundo Gonzalez. Esos valores de alguna forma validan las masivas movilizaciones del candidato opositor junto a María Corina Machado por toda Venezuela. Igualmente un muestreo empírico entre nuestros familiares y amigos mostraría tendencias de apoyo similares.

            El chavismo también ha sacado sus encuestas y estas dicen que Nicolás Maduro tiene una sólida ventaja en un promedio del 60% sobre el candidato Gonzalez. Pero a diferencia del candidato opositor el del chavismo queda pulverizado por la evidencia empírica ya que las concentraciones oficialistas han sido dramáticamente escuálidas y cualquier muestreo no científico, incluso entre simpatizantes del chavismo, confirman una determinante intención de voto en favor del candidato opositor.

            El problema entonces no consiste en tratar de reconciliar los hallazgos científicos con los empíricos sino en validar ambas constataciones a la luz de la realidad. Esto quiere decir que debe existir algún mecanismo o medida para establecer si estas encuestas dicen la verdad o que tan cerca están de ella.

            Y el único parámetro que en principio habría que tomar en cuenta sería el anuncio de los resultados definitivos que proclame el CNE el 28 de julio en la noche para compararlos con lo que dijeron las encuestas. ¿Qué pasaría si los resultados oficialistas difieren dramáticamente de lo proyectado por las encuestas? Más aún ¿Se puede aceptar el resultado que anuncie el CNE como un criterio para validar o invalidar las proyecciones de las encuestas?

            Las encuestadoras dirán que han hecho su trabajo, y es cierto porque a ellas no les corresponde determinar si hubo fraude o no. Es a los políticos que decidieron basarse en los números de las encuestas ignorando la ausencia de condiciones y garantías electorales a quienes les tocará explicar o impugnar la inconsistencia.

            En el fraudulento sistema electoral que impuso el chavismo no hay forma de saber cuántas personas realmente votaron o dejaron de votar. Tampoco sabremos cuántos votos efectivamente logró el proclamado ganador, porque el CNE chavista tiene el poder para adjudicar los resultados que quiera en forma inauditable e inapelable.- @humbertotweets

Elecciones, apariencia y realidad

            Las cosas que podemos constatar: El Consejo Nacional Electoral lo controla el chavismo. 4 millones de venezolanos en el exterior no podrán votar y 6 millones en venezuela tampoco podrán hacerlo. Mediante una secuencia de inhabilitaciones el CNE influyó en la selección de Edmundo González como candidato de la MUD.

            También podemos constatar que las movilizaciones de María Corina Machado y Edmundo Gonzalez son dramáticamente superiores a las de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.

            Las cosas que no podemos constatar: Las encuestas que le atribuyen a Edmundo Gonzalez una preferencia del 80% o las que le otorgan a Nicolás Maduro el 70%. Tampoco podemos comprobar aquellas que proclaman una intención de voto superior al 90% para el 28 de julio.

            Sin embargo, aunque no se pueda determinar en forma científica en qué proporción, habrá que reconocerle algo de verdad tanto a las situaciones que podemos constatar como aquellas que no.

            Hay que admitir que detrás de las apariencias se pueden encontrar fulcros de realidad.

            Sin embargo, ante la ausencia de garantías y condiciones plenas para una elección transparente en Venezuela la única forma de validar la realidad de esas movilizaciones y esas encuestas es comparando esas proporciones con los resultados que anuncie el CNE en la noche del 28 de julio. No hay otra.

            Y esto, precisamente por la falta de condiciones transparentes, tampoco sería garantía de capturar y confirmar la realidad.

            Lo ideal es que el resultado electoral que se anuncie el 28 de Julio en la noche confirme lo que empíricamente se puede apreciar en la calle.

            Esto sería así de existir un CNE neutral y un sistema electoral transparente y equilibrado. Pero ese, ciertamente, no es el caso de Venezuela.

            Desde la perspectiva del gobierno quizás resulte suficiente anunciar unos resultados que sin confirmar la realidad se parezcan un poco a ella o que se mantengan dentro del terreno de la duda razonable.

            Y si todos los candidatos ganan encuestas y mueven gente en la calle (aunque unos mucho más que otros), entonces a cualquiera de ellos se le podría atribuir un resultado plausible y verosímil, aunque no coincida con la realidad.

            A esto habría que agregar algunas formas para racionalizar ciertas explicaciones como la justificación de un resultado producto de la abstención o la fragmentación del voto entre 9 candidatos que se definen como de oposición frente a uno solo del gobierno.

            Un resultado plausible y verosímil, aunque no sea real, tendría el aval institucional del órgano electoral y ofrecería una justificación  para el resto de los componentes institucionales.

            Sería posible intentar un reclamo sobre bases materiales de inconsistencias numéricas, pero el reconocimiento y legitimación del mecanismo institucional de validación ejercitado en los últimos meses tendría un peso superior a la hora de desestimar esas denuncias.

            Los resultados electorales que se anuncien el 28 de julio tendrán que ser exhaustivamente examinados a la luz de la dialéctica entre apariencia y realidad. @humbertotweets

jueves, 6 de junio de 2024

Las FANB chavistas frente al fraude electoral del 28 de Julio

            En un régimen tiránico como el chavista es el escenario militar donde se decide la política, no en la calle ni en unas elecciones fraudulentas. Esta tesis se sustenta en el papel instrumental que ha ejercido unas FANB que no están al servicio de la nación sino de la macolla gobernante. Es a través de la violencia física e institucional ejercida a través de su componente militar como el chavismo ha logrado imponerse en contra de la mayoritaria voluntad nacional.

            Pero esta tesis no implica o no puede implicar un desconocimiento de la presión de la gente en contra del régimen desde la calle, aunque este sea incidental y hasta simbólico. ¿Por qué? Porque si bien es cierto que un pueblo desorganizado, desarmado y atemorizado no tiene la capacidad orgánica de enfrentar en forma directa al régimen chavista sí podría ejercer presión sobre uno de sus pilares, en este caso el militar, no para combatirlo sino para tratar de fracturarlo y eventualmente lograr que algunas de sus facciones cambien de bando.

            La mayoría de los defensores de la vía electoral para sacar al chavismo del poder apuestan a que el CNE chavista proclame unos resultados favorables y a partir de ese momento el régimen y en especial sus Fuerzas Militares acaten la decisión popular y se inicie de inmediato el proceso de transición. Es indudable que si el CNE anuncia unos resultados favorables a Edmundo Gonzalez es porque el régimen decidió rendirse. Por lo que no es probable que una vez anunciados esos resultados sean desconocidos por las FANB o el TSJ chavista. Por eso lo vemos como un escenario muy improbable.

            Por el contrario, lo más probable es que el CNE chavista proclame a Nicolás Maduro ganador y los órganos del Estado chavista como las FANB y el TSJ cierren filas defendiendo su propia pseudo legalidad.

            Ante la ausencia de garantías institucionales para revertir esa decisión del Estado chavista a quienes apoyan la candidatura de Gonzalez y la tesis de voto no les quedará otra opción lógica que presionar desde la calle. En esa coyuntura tan especial se requiere de una dirección política y de un liderazgo que esté dispuesto a convocar a la calle y además tenga la claridad del objetivo político que se persigue. Este no podría ser el mítico y metafísico llamado a que “el pueblo tome el poder”.

El objetivo de esta masiva movilización debería ser ejercer presión sobre el componente militar para tratar de lograr su fractura y en ese proceso ganar aliados militares dentro de la actual estructura, dispuestos a hacer respetar un resultado que ha sido violentado en contra de la propia Constitución chavista.

            Este posible desarrollo no es un secreto para el chavismo. Por eso el Estado chavista ha sido incruento e insolente con sus propios militantes, porque sabe perfectamente que si se fractura el componente militar ese régimen con todos sus órganos estaría técnica y materialmente caído.

            Por eso todo lo que hace el chavismo en el marco del fraude electoral no hay que verlo como tácticas para robar votos en las mesas electorales que es como lo presenta la falsa oposición. Todas las acciones del chavismo apuntan a presentar un resultado que aunque no se parezca a la realidad permita racionalizarlo ante los ojos de su componente militar, que es lo único que importa, y sus operadores. En otras palabras, a los militares chavistas no se les va a pedir que defiendan un fraude sino que defiendan la legalidad que ha sido expresada por los órganos jurídico-políticos del régimen.

            Tampoco es probable que un oficial o un soldado entrenado en la obediencia a la ley y sus superiores puedan ejercitar algún tipo de discernimiento que le permita distinguir la realidad de la maniobra. En todo caso, y como siempre ha ocurrido en el seno de las fuerzas militares, hay facciones mayoritarias y minoritarias que se mueven en bloques según perciban donde está la correlación dominante. Esa fue la lógica que se impuso el 14 de Abril del 2002 cuando varios comandantes militares lograron coordinarse para restituir a Hugo Chávez en el poder.

            Una de las dificultades que va a tener la falsa oposición electoral que apoya a Edmundo Gonzalez y lidera María Corina Machado es justamente resolver que hacer la noche del 28 de julio. Sobre todo porque los operadores de la MUD han cedido ante el chantaje del régimen en el sentido de actuar como camisas de fuerza y cortafuegos en contra de la reacción popular de sus propios seguidores ante un resultado adverso.

            Y, como ya lo hemos explicado, sin una dirección política y sin un liderazgo con una estrategia para buscar el quiebre de la FANB chavista será muy difícil, si no imposible, siquiera intentar captar aliados dentro de ese oscuro e impredecible ecosistema. Si la ambigüedad y la improvisación es lo que se impone como conducta desde la falsa oposición le será relativamente fácil al régimen chavista anunciar sus resultados, demandar de sus fuerzas militares pleno acato a esa legalidad y neutralizar de ser necesario a algunos oficiales y efectivos que demuestren inconformidad.- @humbertotweets

lunes, 3 de junio de 2024

El precio de reconocerle legitimidad al CNE chavista

            Se dice que esta es una campaña electoral inusual. Tratamos de encontrar lo atípico de esta campaña con respecto a las anteriores en la era chavista y verificamos que el chavismo está siguiendo disciplinadamente su manual para fraudes electorales. Esta temporada han superado sus propias marcas de descaro, pero eso no es suficiente para otorgarle el calificativo de inusual. 

            La falsa oposición agrupada en la PU/MUD ha realizado unas magníficas movilizaciones en la calle tomando en cuenta el dramático deterioro de las condiciones de vida hoy en Venezuela. Pero esas formidables concentraciones con María Corina Machado y Edmundo Gonzalez a la cabeza no tienen nada que envidiarle a las realizadas por otros candidatos de esa oposición en el pasado tales como Manuel Rosales y Henrique Capriles Radonski.

            Aunque los entusiastas seguidores de la MUD se declaren ofendidos por la comparación hay que remitirlos a las imágenes de esas campañas que también mostraban ríos crecidos de gente en las calles. En ese entonces, al igual que ahora, se decía que esa era la última oportunidad para sacar al chavismo del poder con votos y, por supuesto, que si la gente no salía a votar eso operaba en contra del triunfo casi garantizado del candidato opositor. Esto, que se vuelve a repetir hoy, tampoco puede encajar en la categoría de lo inusual para caracterizar esta “elección”.

            Hurgando un poco más lo único que podemos encontrar como inusual es la extraordinaria determinación que tiene la falsa oposición de la PU/MUD en aceptar todas las trampas que pavimentan la vía hacia el fraude electoral cantado del 28 de Julio de 2024. El chavismo no solo los obligó a postular un candidato distinto a María Corina sino que además en forma expedita inhabilitó el derecho a votar de aproximadamente 10 millones de venezolanos, esto es 6 millones de nuevos electores dentro de Venezuela y 4 millones en el exterior que no se les permitió inscribirse.

            A estas cifras habría que sumar 1.5 millones de reubicaciones que fueron admitidas por el Consejo Nacional Electoral chavista, sin que haya forma de determinar si se trata de solicitudes voluntarias o actos arbitrarios, más los que solo se conocerán el día mismo de las elecciones.

            El ente electoral aprobó la creación de casi 2 mil centros de votación con una sola mesa cuyo listado de electores es un misterio. El software que controla las máquinas de votación y la transmisión de los datos a la sala de totalización del CNE es un secreto bien guardado que quizás solo el rector chavista Carlos Quintero conoce.

            Los miembros de las mesas electorales que gobernarán todo el proceso ya fueron seleccionados en marzo en un dudoso sorteo al cual nadie estaba prestando atención. Tal como ha ocurrido en ocasiones anteriores es posible que esa designación haya favorecido a un 90% de operadores chavistas, aunque ese nivel de probabilidades sea técnicamente imposible.

            La respuesta de la PU/MUD, en sus conspicuos voceros, María Corina Machado y Edmundo Gonzalez, frente a la madre de todos los fraudes que se avecina no podría ser más pasmosa. No solo han retrocedido en su reclamo de elecciones transparentes para refugiarse en la modesta petición de “elecciones competitivas". A cada señalamiento de las diferentes instancias del fraude electoral chavista responden con indiferencia y enrostran con orgullo las fotos de un pueblo desbordado en las calles en la mejor lógica de “voto mata fraude”.

            En otras palabras, poco o nada importan todas las trampas que haga el chavismo porque si la gente acude a votar masivamente y se defienden los votos en las mesas es posible derrotarlos con su propio sistema. Se trata de una postura voluntarista que opera muy bien como estratagema para tratar de despejar las dudas con respecto a la efectividad del voto y mover a la gente de su justificado escepticismo al modo de creer, una vez más.

            El problema con esta perversa lógica es que viene con un precio muy alto. Y este es darle un voto de confianza adelantado e ilimitado al fraudulento sistema electoral chavista. Porque si el voto funciona como arma para sacar al chavismo del poder necesariamente habrá que creer en ese sistema electoral que quizás no sea tan competitivo como se quiere, pero que en el 2015 reconoció la victoria de la MUD.

            Por eso el eje del discurso de la dupla Machado-Gonzalez muy delicadamente evita referirse al tema del fraude electoral, salvando así la responsabilidad del CNE chavista de lo que pase el 28 de Julio, moviendo el eje acusatorio hacia la abstención  y la gente que no pudo o simplemente no quiso ir a votar.

            El énfasis que ponen los operadores y analistas de la falsa oposición en la salida electoral tiene que admitir de entrada un reconocimiento a la autoridad electoral, exactamente la misma que ha perpetrado todos los fraudes anteriores. Este reconocimiento al CNE chavista es un prerrequisito para intentar cobrar el soñado triunfo electoral el 28 de Julio. Bien difícil será cantar fraude cuando el CNE chavista se atreva a proclamar a Nicolás Maduro como ganador después de meses defendiendo la cuestionable racionalidad de voto mata fraude.

 ¿Que podrían argumentar en su defensa los epígonos de la falsa oposición frente a un resultado adverso el 28 de julio luego de haber participado vigorosamente en la operación de “blanqueo” del sistema electoral chavista? Podrán reclamar lo que quieran, pero lo que nunca jamás podrán decir es que no estaban advertidos.- @humbertotweets