Se dice que esta es una campaña electoral inusual. Tratamos de encontrar lo atípico de esta campaña con respecto a las anteriores en la era chavista y verificamos que el chavismo está siguiendo disciplinadamente su manual para fraudes electorales. Esta temporada han superado sus propias marcas de descaro, pero eso no es suficiente para otorgarle el calificativo de inusual.
La
falsa oposición agrupada en la PU/MUD ha realizado unas magníficas
movilizaciones en la calle tomando en cuenta el dramático deterioro de las
condiciones de vida hoy en Venezuela. Pero esas formidables concentraciones con
María Corina Machado y Edmundo Gonzalez a la cabeza no tienen nada que
envidiarle a las realizadas por otros candidatos de esa oposición en el pasado
tales como Manuel Rosales y Henrique Capriles Radonski.
Aunque
los entusiastas seguidores de la MUD se declaren ofendidos por la comparación
hay que remitirlos a las imágenes de esas campañas que también mostraban ríos
crecidos de gente en las calles. En ese entonces, al igual que ahora, se decía
que esa era la última oportunidad para sacar al chavismo del poder con votos y,
por supuesto, que si la gente no salía a votar eso operaba en contra del
triunfo casi garantizado del candidato opositor. Esto, que se vuelve a repetir
hoy, tampoco puede encajar en la categoría de lo inusual para caracterizar esta
“elección”.
Hurgando
un poco más lo único que podemos encontrar como inusual es la extraordinaria
determinación que tiene la falsa oposición de la PU/MUD en aceptar todas las
trampas que pavimentan la vía hacia el fraude electoral cantado del 28 de Julio
de 2024. El chavismo no solo los obligó a postular un candidato distinto a María
Corina sino que además en forma expedita inhabilitó el derecho a votar de
aproximadamente 10 millones de venezolanos, esto es 6 millones de nuevos
electores dentro de Venezuela y 4 millones en el exterior que no se les
permitió inscribirse.
A
estas cifras habría que sumar 1.5 millones de reubicaciones que fueron
admitidas por el Consejo Nacional Electoral chavista, sin que haya forma de
determinar si se trata de solicitudes voluntarias o actos arbitrarios, más los
que solo se conocerán el día mismo de las elecciones.
El
ente electoral aprobó la creación de casi 2 mil centros de votación con una
sola mesa cuyo listado de electores es un misterio. El software que controla
las máquinas de votación y la transmisión de los datos a la sala de
totalización del CNE es un secreto bien guardado que quizás solo el rector
chavista Carlos Quintero conoce.
Los
miembros de las mesas electorales que gobernarán todo el proceso ya fueron
seleccionados en marzo en un dudoso sorteo al cual nadie estaba prestando
atención. Tal como ha ocurrido en ocasiones anteriores es posible que esa
designación haya favorecido a un 90% de operadores chavistas, aunque ese nivel
de probabilidades sea técnicamente imposible.
La
respuesta de la PU/MUD, en sus conspicuos voceros, María Corina Machado y
Edmundo Gonzalez, frente a la madre de todos los fraudes que se avecina no podría
ser más pasmosa. No solo han retrocedido en su reclamo de elecciones
transparentes para refugiarse en la modesta petición de “elecciones
competitivas". A cada señalamiento de las diferentes instancias del fraude
electoral chavista responden con indiferencia y enrostran con orgullo las fotos
de un pueblo desbordado en las calles en la mejor lógica de “voto mata fraude”.
En
otras palabras, poco o nada importan todas las trampas que haga el chavismo
porque si la gente acude a votar masivamente y se defienden los votos en las
mesas es posible derrotarlos con su propio sistema. Se trata de una postura
voluntarista que opera muy bien como estratagema para tratar de despejar las
dudas con respecto a la efectividad del voto y mover a la gente de su justificado
escepticismo al modo de creer, una vez más.
El
problema con esta perversa lógica es que viene con un precio muy alto. Y este
es darle un voto de confianza adelantado e ilimitado al fraudulento sistema
electoral chavista. Porque si el voto funciona como arma para sacar al chavismo
del poder necesariamente habrá que creer en ese sistema electoral que quizás no
sea tan competitivo como se quiere, pero que en el 2015 reconoció la victoria
de la MUD.
Por
eso el eje del discurso de la dupla Machado-Gonzalez muy delicadamente evita
referirse al tema del fraude electoral, salvando así la responsabilidad del CNE
chavista de lo que pase el 28 de Julio, moviendo el eje acusatorio hacia la
abstención y la gente que no pudo o simplemente
no quiso ir a votar.
El
énfasis que ponen los operadores y analistas de la falsa oposición en la salida
electoral tiene que admitir de entrada un reconocimiento a la autoridad
electoral, exactamente la misma que ha perpetrado todos los fraudes anteriores.
Este reconocimiento al CNE chavista es un prerrequisito para intentar cobrar el
soñado triunfo electoral el 28 de Julio. Bien difícil será cantar fraude cuando
el CNE chavista se atreva a proclamar a Nicolás Maduro como ganador después de
meses defendiendo la cuestionable racionalidad de voto mata fraude.
¿Que podrían argumentar en su defensa los
epígonos de la falsa oposición frente a un resultado adverso el 28 de julio
luego de haber participado vigorosamente en la operación de “blanqueo” del
sistema electoral chavista? Podrán reclamar lo que quieran, pero lo que nunca
jamás podrán decir es que no estaban advertidos.- @humbertotweets
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