El ejercicio de la praxis política como una lucha por el control del Estado plantea por lo menos dos dimensiones distintas en las que el político tiene que moverse.
Una de ellas es una
caracterización fría y brutal del adversario y del contexto en el cual esa
lucha se desarrolla.
La otra es mantener
la moral elevada, el optimismo y la esperanza de sus seguidores que a pesar de
la adversidad la victoria final es posible.
Una correcta
caracterización es esencial en el diseño de una estrategia para la toma del
poder.
Un mensaje que
incentive la acción y la movilización es vital para ganar y mantener posiciones
tanto en la guerra como en la política.
Pero existe una delicada
y sutil frontera entre ver lo que es (realidad) y ver lo que conviene (deseo).
Los políticos
tienen que hacer múltiples calibraciones y valoraciones de una realidad dada
para plantear estrategias y tácticas que permitan trabajar con ella y eventualmente
influir en su transformación.
Pero muchas veces
en la formulación de estos análisis y estrategias hay que constatar niveles de
dificultad que una masa no informada podría interpretar como una lectura
pesimista llevando a la parálisis y no a la acción.
Esto es lo que
conduce a que generalmente los políticos asuman un tono exageradamente
optimista en su discurso y deliberadamente oculten a la masa cualquier elemento
que pueda ser considerado como negativo.
Esta aproximación
plantea varios problemas.
Uno de ellos es que
tratando de desestimar niveles reales de adversidad el político termina
propagando expectativas e ilusiones que luego son barridas por la realidad.
Otro problema es
que el discurso optimista y esperanzador como elemento de propaganda termine
siendo utilizado como insumo para el análisis en sustitución de la realidad
contaminando cualquier intento serio de diagnosticar una situación.
Varias veces hemos
explorado estos temas en esta columna porque continúa siendo una práctica
recurrente por parte de los bandos enfrentados en la lucha política venezolana.
Falsificar la
realidad es hoy un recurso propagandístico muy usado en Venezuela con el doble
propósito de mantener convencidas a las fuerzas propias y promover la ruptura
en las del adversario.
Haciendo
abstracción de consideraciones de tipo moral podemos decir que es un uso de la
propaganda que ha probado su utilidad a lo largo de la historia.
Lo que sí con casi
total certeza se puede garantizar son los desastrosos resultados de ver lo que
conviene y no lo que es la realidad a la hora de formular tácticas y
estrategias.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario