El fraude electoral de esta temporada perpetrado por el chavismo fue tan tosco y tan burdo que es literalmente indefendible por los operadores chavistas civiles y militares y menos aún por sus aliados internacionales.
Lo
grotesco de la maniobra obliga a reconsiderar la caracterización de fraude a
una más precisa como robo a mano armada ejecutado por Elvis Amoroso y el
directorio del CNE. Una cosa es la red sistemática de trucos y engaños para
simular un resultado electoral y otra muy distinta es aceptar la palabra de
Amoroso como el único sustento para proclamar a Nicolás Maduro ganador del 28
de julio.
El
reclamo que desde el 28 de julio en la noche se le ha hecho al CNE no es otro
que fundamentar los números que leyó Elvis Amoroso con base a cada mesa y cada
Centro de Votación. La respuesta del CNE chavista no solo ha sido negarse a
entregar un resultado discriminado por mesa sino que adicionalmente canceló
todas las auditorías mandatorias luego del acto de votación. Nadie puede
garantizar hasta ahora que las cajas que deberían contener los papelitos,
necesarias para un cotejo manual, también hayan sido destruidas en una acción
expedita y coordinada entre el CNE y los operadores militares del Plan
República.
No es casual
que Vladimir Padrino López, Ministro de la Defensa chavista, y otros operadores
civiles y militares del régimen antes y después del 28J han repetido hasta la
saciedad que se debe respetar la decisión legal que emita el CNE. Este
estribillo deliberadamente deja a un lado una precisión de carácter
institucional y constitucional que apunta a respetar la voluntad soberana de
los ciudadanos expresada en votos y no la voluntad caprichosa del CNE.
La derrota de Nicolás
Maduro y el intento de taparla con el robo de las elecciones son hechos tan públicos,
notorios y evidentes que no es posible encontrar a un solo testigo electoral
del PSUV dispuesto a mostrar su copia del acta reflejando la votación obtenida
por Maduro en esa mesa.
Así como los
operadores civiles y militares del chavismo están pasando trabajo para explicar
y justificar el robo de las elecciones ante sus propios pares, de la misma
forma los aliados internacionales del régimen chavista tienen una gran
dificultad para comprometerse a defender algo que es indefendible. Siendo los
más conspicuos los gobiernos de Brasil, Colombia, y México.
Los gobiernos
de estos países sin renegar de sus compromisos políticos e ideológicos con el
chavismo tomaron la iniciativa de emprender una suerte de gestión de buenos
oficios para tratar de mediar y encontrar una salida negociada mediante el
diálogo, tal como ellos lo aseguran. Si bien es cierto estas diligencias no
surgen desde el ámbito de la neutralidad y la buena fe no es menos cierto que
inclusive para estos gobiernos aliados de Nicolás Maduro es difícil asumir un
nivel significativo de compromiso con lo que algunos operadores diplomáticos no
han dudado en calificar como un asalto a la voluntad de los ciudadanos por
parte de los chavistas.
Las
motivaciones que tienen estos gobiernos son distintas y diversas. Los tres
coinciden en tratar de evitar cualquier asociación pública con el asalto
chavista frente a sus propios electores quienes no dudarían en castigarlos con
el voto. Pero mientras Colombia se mueve para tratar de evitar nuevas olas
migratorias de venezolanos hacia su territorio, Brasil aliado militar de Guyana
país que mantiene una disputa territorial activa con Venezuela, estaría
buscando aumentar su influencia en la región con propósitos ulteriores. El
gobierno de México por su parte estaría tratando de satisfacer sus recientes
acuerdos migratorios con los Estados Unidos para impedir que su territorio sea
una canal de paso para millones de Venezolanos que salen huyendo de Venezuela
rumbo a Norteamérica.
Las gestiones
de Brasil, Colombia y México tienen unos límites impuestos por la propia
realidad. Y eso está claramente enunciado en el comunicado que firmaron en
forma conjunta el 8 de agosto donde se deja muy claro que la solución final a
este conflicto político siempre tendrá que salir de Venezuela.
Esta
declaración de realismo no fue impedimento para que en forma clara e inequívoca
los tres gobiernos le exigieran al Consejo Nacional Electoral la presentación
de los resultados “desglosados por mesa de votación”. Esto es lo que casi todo
el mundo ha pedido y es precisamente lo que Elvis Amoroso se ha negado a hacer
hasta ahora.
Pero esto
podría cambiar si la intervención del TSJ chavista termina “exigiéndole” al CNE
que entregue las actas que tiene en su poder luego de otorgarle más de una
semana para, en forma conveniente, fabricar unas a la medida.
En una vieja
táctica ya usada por el chavismo en otras oportunidades se presentaría una
situación en la cual las actas “oficiales” en poder del CNE no se parecen a las
actas en manos de los testigos de la MUD. Esta inconsistencia tendría que ser
resuelta dentro de los espacios institucionales del régimen chavista tales como
el propio CNE o el TSJ. Es improbable que el chavismo se arriesgue a una
verificación “imparcial" de los resultados tal como pide el comunicado de
los tres países y menos si esta verificación es realizada por alguna instancia
internacional.
El mismo día
que Brasil Colombia y México entregaban su comunicado Delcy Rodríguez se reunía
con el cuerpo diplomático acreditado en Venezuela para explicarles que, según
el derecho electoral chavista, las actas de votación por mesa no tienen ningún
valor legal y su función es otra que ni siquiera sirve para la totalización.
Quien ponga en duda esta aseveración está invitado a buscar el video en YouTube
del 8 de julio donde Rodríguez ilustra a los diplomáticos sobre este tema.
Pero aunque
esto parezca lo más grave de la intervención de Delcy Rodríguez no lo es porque
ella misma muestra las pistas de la siguiente jugada del régimen. Con la
certeza de saberse ganadora en un juego con cartas marcadas Rodríguez asegura
que las actas en poder de la MUD y que María Corina Machado publicó en una
página web son todas forjadas. Para probar su tesis la Vicepresidenta le
muestra a los diplomáticos varias actas que dan ganador a Edmundo Gonzalez pero
que, curiosamente, no contienen la firma del operador de la máquina ni las
firmas de los testigos electorales.
Si esto es
cierto la única forma de explicarlo sería que en el diseño del robo electoral
el régimen intencionalmente manipuló la emisión de esas actas en las mesas con
la intención de desconocerlas posteriormente
por presuntos vicios de forma.
Veremos si
cuando el CNE chavista presente sus actas al TSJ y hasta las muestre en público
esta maniobra satisface plenamente la petición de los res gobierno de publicar
los resultados mesa por mesa. El problema no es que se publiquen sino que
reflejen la realidad expresada el 28J. Como en todo contrato celebrado de mala
fe, nuevamente la clave siempre estará escondida en la letra pequeña y casi
invisible del texto.
Nos atrevemos
a adelantar la hipótesis que la gestión de Brasil, Colombia y México está
condenada al fracaso si lo que se espera es algún tipo de diligencia que lleve
a una negociación y en forma consecuente a una transición política. Igualmente
diremos que esta gestión podría ser percibida exitosa si como resultado el
régimen chavista muestras las actas. Aunque solo sean las suyas. En estas
condiciones no se puede aspirar a más.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario