jueves, 7 de septiembre de 2023

El voto como terapia de grupo

            En una nación democrática con un Estado que representa el interés nacional y tiene poderes que actúan como contrapesos para prevenir la arbitrariedad y la tiranía, el voto es la institución por excelencia para la participación política. En este tipo de sociedades es mediante el sufragio como se eligen a los representantes de los poderes públicos y cómo se evalúa su gestión. 

Pero, ¿cuál podría ser el papel o la utilidad del voto cuando deja de ser una institución política para reducirse a una mera apariencia que no refleja la voluntad de los ciudadanos y por el contrario oculta los perversos y sofisticados mecanismos de una tiranía?

Votar sin condiciones ni garantías de transparencia, cuando un grupo controla todos los poderes públicos, incluido el electoral, es un sinsentido, por decir lo menos. Es algo así como votar por votar o hacerlo con la vana esperanza de que por algún golpe de suerte o un milagro el resultado electoral sea distinto a lo ya determinado por quien organiza la elección y cuenta los votos. ¿Ingenuidad? ¿Ignorancia? ¿Perfidia?

Esa es precisamente la conducta que ha abrazado la falsa oposición venezolana y todos sus candidatos presidenciales. Pretenden embarcar a los venezolanos, una vez más, en la fiesta electoral, con serpentina y cotillón pero sin condiciones ni garantías de transparencia.

Los más entusiastas siempre dicen que es mejor votar que no hacer nada, esto es votar por votar. Pero eso es precisamente lo que hemos hecho a lo largo de estos 23 años sin que haya servido para nada. Es decir no ha servido a la causa nacional de lograr el cambio político pero sí ha servido para que quienes viven de la política descubran el lucrativo emprendimiento de ser una oposición domada, amaestrada y obediente. 

En Venezuela, bajo las actuales condiciones el voto no tiene ningún valor político, ha perdido todo su poder para quedar solamente como un rito vacío de contenido. Votar así no es más que un ejercicio de terapia de grupo para drenar energías y “hacer algo”, aunque no sirva para nada.

Los únicos que parecen necesitar este tipo de terapia psicológica son quienes viven del negocio de la política, quienes sin condiciones ni garantías, si o si, tienen que ir a drenar su incontinencia electoral. Por intuición o experiencia, la mayoría de los venezolanos prefiere encarar la realidad con los pies en la tierra y mira con indiferencia y escepticismo estos ejercicios episódicos de terapia de grupo que parecen no resolver la enfermedad.- @humbertotweets

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