domingo, 9 de septiembre de 2018

Moral mercenaria en la FANB


Para lograr sus planes Chávez tuvo que corromper a las Fuerzas Armadas. No podía ser de otra manera. La institución militar antes del chavismo no estaba exenta de cuestionamientos morales, pero sin duda tenía innegables reservas y cualidades de disciplina y profesionalismo que hoy han desaparecido.
Con la entrada de los militares en la política partidista esta trajo todos sus vicios a una institución que por un breve tiempo fue considerada fundamental para sostener el sistema democrático inaugurado en 1961. Al hacerse partidista y beligerante la Fuerza Armada Venezolana dejaba de serlo de todos los venezolanos para quedar reducida al brazo armado del partido de gobierno.
La corrupción promovida en forma deliberada en diferentes niveles de la institución ha probado ser esencial e instrumental para los objetivos de Chávez.
 Por una parte se produjo la transferencia de oficiales medios y superiores a cargos administrativos de gobierno sin tener la experiencia ni la capacidad. Pero lo más grave es que al desatender la función propiamente militar estos oficiales comenzaron a conformar poderosas mafias en cada instancia que los iban asignando. Así por ejemplo sabemos de las mafias de militares chavistas que manejan el negocio de la comida, el de los materiales de construcción, los contratos petroleros, y hasta la mafia financiera ligada a poderosas operaciones cambiarias.
Sin embargo, la inmoralidad y la corrupción había que prepararla hasta los niveles más bajos de la pirámide militar para asegurar su lealtad al chavismo. Así muchos oficiales de menor rango recibieron tareas en áreas sensibles como seguridad ciudadana y combate a la droga lo cual les dio la oportunidad de montar alcabalas para cobrar por sus servicios. Capítulo aparte merecen quienes custodian las cárceles.
Para el resto y para la tropa profesional jugosos bonos y salarios, aunque en dinero ultradevaluado inútil para vivir decentemente pero eficiente para mantenerlos contentos. Lo cual por cierto se convirtió en un incentivo para llevar a muchos militares a cometer delitos comunes tales como robo y secuestros usando las armas y uniformes de la república. Los periódicos reportan estas historias todos los días.
El balance en las FANB es que al cabo de casi dos décadas de chavismo la institución armada está en su peor momento. La corrupción se generalizó de tal manera que quien no participe como colaborador o cómplice es sospechoso de ser enemigo del “proceso” y es automáticamente aislado y perseguido. Muchos oficiales militares hoy presos pueden dar testimonio de ello.
Esto ha degenerado en una lealtad incondicional con los esquemas de corrupción que allí operan. La verborrea de una supuesta revolución bolivariana es asumida con cinismo por los militares que siguen apoyando al régimen, no por representar una causa digna sino por una frágil moral situacional. No hay ninguna diferencia entre estos militares corruptos y cómplices con los ejércitos mercenarios perrunamente incondicionales a quien les paga y mientras les pague.

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