domingo, 30 de septiembre de 2018

Subestimar al régimen de Maduro


El régimen de Maduro atraviesa uno de sus momentos más difíciles. El irreversible desplome del estado venezolano y la virtual disolución de la república hace la situación interna cada día más ingobernable. La autoridad y el poder militar no están al servicio de la sociedad sino para sostener únicamente al régimen chavista. El colapso de la economía ha enfrentado a los operadores y clientelas chavistas contra su propio gobierno. Y algo muy similar ocurre con los militares.
En esta situación de caos la única estrategia para el régimen es tratar de sobrevivir un día a la vez. Cada día en el poder es victoria, pero el deterioro de su capacidad para maniobrar en áreas sensibles de la política y la economía lo pone en una dinámica de estirar la arruga hasta que la piel reviente.
Estados Unidos y otra decena de países han ido aumentando la presión sobre jerarcas del régimen. Se trata de sanciones individuales contra operadores oficialistas acusados de narcotráfico, lavado de dólares y violaciones a los derechos humanos. Hasta ahora las medidas no han estado dirigidas en forma directa contra el régimen. Estados Unidos por ejemplo que asume la posición más beligerante no se decide por el embargo, aún le compra petróleo a Venezuela y no ha roto relaciones con la tiranía de Maduro.
Con abundantes factores internos y externos en contra los días del régimen podrían estar contados. Sin embargo así como internamente la falsa oposición política se equivocó en su diagnóstico y se embarcó en casi dos décadas de elecciones y negociaciones la comunidad internacional y los países no parecen entender la verdadera naturaleza de lo que están enfrentando.
La estrategia de los Estados Unidos por ejemplo apuesta a romper la unidad de la burocracia militar con su política de sanciones individuales. Las acciones diplomáticas en escenarios como la ONU, OEA, Corte Penal Internacional, Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, Consejo de Seguridad de la ONU, etc, etc. no parecen tener el sentido de urgencia que reclama la crisis humanitaria en Venezuela y tampoco parecen atacar la verdadera causa de la crisis. En ambos casos pareciera que se trabaja con la dudosa racionalidad de provocar un susto en bloques o facciones del régimen que lleve a su vez a un proceso de ruptura.
La misma tesis de la intervención militar internacional hoy luce empantanada y reducida a una amenaza para provocar ese susto y eventualmente una escisión, lo cual de ser así no podría más que catalogarse como una ingenuidad. La beligerancia mediática de los EEUU combinada con la agresividad retórica del Presidente de Colombia, dos de los aliados más firmes que tiene el pueblo venezolano, lleva a pensar que ambos gobiernos aun sacan sus cuentas sobre los costos y beneficios de una acción internacional mientras ejercitan una suerte de presión psicológica sobre el régimen de Maduro.
Mientras la comunidad internacional agota las formas diplomáticas para persuadir un cambio en el régimen de Maduro este sigue ganando tiempo. Mientras tanto millones de venezolanos pagan con su sangre los vaivenes de este macabro juego geopolítico.- @humbertotweets

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