Es público y notorio el control absoluto que ejerce el régimen cubano en el gobierno de Nicolás Maduro y en los altos mandos militares. Esto no es nada nuevo y data desde el comienzo mismo del régimen de Hugo Chávez en 1999. Lo que en un principio fue una suerte de asesoría en lo político y militar se ha transformado con el tiempo en una intervención directa que desde la isla se ejerce sobre el gobierno venezolano. Ya no es solo la designación de funcionarios en el régimen, ni el dictado de políticas sino que además hay que agregar ahora la toma de decisiones delicadas en materia de territorio y soberanía como el diferendo con Guyana por el Esequibo.
Sobre este
asunto la intervención de Cuba no es nada nuevo. Recuérdese que fue Fidel
Castro quien plantó la idea en la cabeza de Hugo Chávez de que el reclamo de
Venezuela sobre el Esequibo era tema olvidado que había surgido por las peleas
entre imperios que ahora buscaban enfrentar a dos pueblos hermanos. De ese
razonamiento surgió la tesis equivocada de explotar conjuntamente con Guyana
los recursos del área y la infame declaración pública de Hugo Chávez cediéndole
el uso del territorio en disputa a una “república hermana”.
El silencio
que públicamente ha guardado Cuba sobre este asunto parece una estrategia bien
calculada para no llamar la atención sobre la intensa actividad que se
desarrolla entre La Habana, Caracas y Georgetown. Viajes, reuniones e
intercambios al más alto nivel político y diplomático se están realizando entre
Venezuela y Guyana, coordinadas por el régimen cubano que espera lograr una
tajada doble de esta crisis.
Usando
la influencia política, cultural y militar que Cuba ejerce sobre Venezuela el
régimen cubano se habría ofrecido, a puertas cerradas, como una suerte de
mediador ad hoc para agenciar una
solución amistosa y conveniente entre dos países hermanos. El Brasil de Lula es
parte de esta jugada quien, sin inmutarse, pide también una solución amistosa
al tiempo que aumenta sus ejercicios militares con Guyana.
Esta
maniobra va emergiendo en todo su esplendor sobre todo a raíz de las últimas
declaraciones del presidente de Guyana Irfaan Ali solicitando a Cuba que
intervenga para ayudar a resolver el asunto y la sorpresiva y sorprendente
reunión negociada entre Ali y Maduro. Lo más probable es que Cuba, al igual que
otros países aliados del chavismo acepten participar como mediadores en el
conflicto, desde una “neutralidad” que a todas luces favorecerá a Guyana y será
lesiva a los intereses territoriales de Venezuela.
Por
su parte el régimen chavista de Nicolás Maduro sigue combinando una aparente
posición beligerante frente a Guyana con medidas efectistas, pero inútiles para
la recuperación efectiva del territorio en reclamación. Estas medidas incluyen
la instalación de bases militares y la creación del nuevo estado Esequibo. Con
esto el gobierno intenta crear la apariencia de que quiere recuperar el
Esequibo cuando lo que en realidad busca es usar el asunto para justificar
medidas ulteriores de política interna que le permitan seguir en el poder como
la suspensión de las garantías políticas y eventualmente la suspensión indefinida
de las farsa electoral programada para el 2024.
De
la intervención de Cuba, tras bastidores, agenciando una solución negociada y
las conexiones al más alto nivel que el chavismo mantiene con el gobierno de
Guyana se puede deducir que para el régimen chavista lo que está en juego no es
tanto la recuperación del Esequibo sino usar esta crisis para seguir aferrado
al poder.- @humbertotweets
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