domingo, 8 de octubre de 2017

¿Hacia dónde nos lleva la MUD?

Este es un debate que se ha diferido por más de dieciocho años. Desde 1999 los partidos de oposición han controlado en forma exclusiva la estrategia y la agenda para salir de la dictadura. A diferencia de otros países y experiencias donde la oposición a la dictadura desembocó en amplias y exitosas alianzas de fuerzas políticas y sociales, en Venezuela siempre han sido los partidos los únicos que han monopolizado la forma como se enfrenta al régimen. Esto ha hecho que la lucha contra la dictadura se haya desdibujado desde un comienzo para reflejar los intereses clientelares de esos partidos y no los de la sociedad en su conjunto.
Esto ha sido el resultado de un voto de confianza o más bien de un cheque en blanco que la sociedad le dio a esos partidos. Primero fue la Coordinadora Democrática, luego la MUD. En uno y otro caso avalamos como apropiada la estrategia de combatir al régimen desde adentro con su único tablero electoral plagado de fraude y manipulación.
En 1999 no enfrentamos la Constituyente de Chávez porque los partidos opositores nos recomendaron prudencia ante el liderazgo chavista. Luego en cada elección en forma paciente y consecuente renovamos nuestra fe en la lucha electoral como la única forma democrática para salir del régimen. Cada elección se movilizaba sobre el reciclaje de las promesas de cambio y las ilusiones de la anterior. Con excepción de la elección parlamentaria del 2005 donde la sociedad obligó a los partidos a no participar siempre hemos atendido el llamado de la oposición electoral al régimen.
El triunfo de la oposición en las elecciones legislativas de 2015 le dio nuevos bríos a la ilusión de un cambio político dentro del estado chavista. Así habría sido si la dictadura hubiese respetado sus propias reglas. Pero no fue así. El régimen amputo los poderes de la AN y desmanteló el estado de derecho, liquidando mecanismos Constitucionales como el referéndum revocatorio. Una clara evidencia que el problema no era ganarle al régimen por la vía electoral. 
Esta dictadura es tan nociva como la oposición electoral que sigue apostando a fórmulas democráticas frente a un régimen que ya no le basta con usar el fraude para imponerse sino que ahora usa las armas. Ir a elecciones en dictadura es una política percibida por amplios sectores de la sociedad como una forma de colaborar y legitimar al sistema de poder chavista que como ya lo ha demostrado no tiene reparos en ceder cargos a la oposición a cambio de legitimidad y así sostenerse por la vía de la cohabitación.
La MUD siempre ha evitado debatir los aciertos y errores de su estrategia frente al régimen. En esto no tiene nada de democrática, por el contrario ir a las elecciones regionales fue una imposición a golpe y porrazo a los millones de ciudadanos que le dimos un voto de confianza en la consulta popular del 16 de julio. Con esta decisión improvisada la MUD se apartó de la agenda de lucha aprobada por los ciudadanos y retrocedió a sus habituales resabios colaboracionistas con el régimen.
Esta manera cortoplacista y clientelar de hacer oposición es la que nos ha arrastrado a legitimar con el voto al régimen en estos dieciocho años, elección tras elección. Si lo permitimos, la MUD nos llevará a un estado de postración  y servidumbre voluntaria  a un régimen que de otra forma ya habría caído.  

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