domingo, 30 de abril de 2017

Después de la OEA será peor

La salida de Venezuela de la OEA es un claro mensaje para entender por dónde viene el régimen. El gobierno está consciente que la consecuencia más severa al escalar el conflicto será el aislamiento político y comercial de buena parte de la comunidad internacional.  No obstante, sin pestañear, ha decidido abrazarse a esta opción con empeño suicida. Esto se traducirá en más violencia y represión para seguir en el poder.
En este nuevo contexto es una ingenuidad pensar que algún día tendremos elecciones libres y transparentes con los actuales poderes secuestrados por la burocracia chavista. Salirse de la OEA no solo es un desafío al derecho internacional sino un rompimiento de hecho con el propio orden constitucional interno que obliga a pasar esa decisión previamente por la Asamblea Nacional. Si aún quedaban dudas sobre la determinación del régimen en ultrajar el estado de derecho estas fueron despejadas el 26 de abril de 2017 al confirmar su salida de la OEA.
En términos prácticos el gobierno acaba de eliminar a la OEA como posible instancia para negociar una salida política a la crisis en Venezuela. Pero hay otras consecuencias. La OEA tampoco podrá ser garante de unas eventuales elecciones que seguramente se celebrarán bajo un clima totalmente controlado por el régimen para asegurarse resultados favorables.
Igualmente aunque el proceso de abandonar la OEA es una gestión que técnicamente tomaría dos en la visión del régimen basta anunciarlo y listo. Esto es muy importante ya que juristas aseguran que aún durante ese tiempo el país aún está obligado a respetar los protocolos de derechos humanos que además tienen rango constitucional. Sin embargo, estos protocolos ya se vienen violando en forma impune y con esta nueva situación sólo podemos anticipar más violencia y represión oficialista, pero ahora potenciada por el hecho de que Venezuela no se sentirá obligada a rendir cuentas de sus crímenes ante ninguna instancia internacional.
El régimen le ha dado luz verde a sus fuerzas militares y paramilitares para, literalmente, aplastar a la oposición. Esto será peor ahora con la salida de Venezuela de la OEA. Esta situación de violencia que se vive en el país no puede caracterizarse como una guerra civil ya que la parte civil del conflicto que se opone al régimen esta totalmente desarmada y la brutalidad de la agresión policial y militar ha sido desmedida. De continuar esta situación el escenario que mejor la describe es el de una masacre en la mejor tradición de las limpiezas étnicas ocurridas en Europa del Este a comienzos de los 90.

Frente a este cuadro el liderazgo opositor debe pensar y  repensar muy bien su estrategia para que el resultado de esta lucha sea de victoria y no de una costosa derrota. Y parte de esta reflexión es hacerse nuevamente la incómoda pregunta: ¿Es posible derrotar por métodos democráticos esta dictadura? Y de ser así, ¿cómo? Hay muchos ejemplos en la historia moderna de movimientos civilistas y democráticos que lograron derrotar terribles tiranías. Es hora de prestar algunas de esas ideas y valorar su aplicación a la realidad que vivimos en Venezuela. 

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