Toda praxis política se ejerce en el contexto territorial de un Estado. Y de la existencia de Estados soberanos surge la inevitable confrontación de unos Estados contra otros donde pocos se impondrán como verdaderos imperios por su fuerza política, económica y militar. Esto es lo que el filósofo español Gustavo Bueno definió como dialéctica de imperios o la lucha incesante de unos imperios para sobreponerse sobre otros.
De
alguna forma el ejercicio de la política nacional dentro del ámbito de un
Estado soberano siempre está influenciada por la dialéctica de imperios o la
dialéctica de Estados. Aunque el discurso partidista trata de reivindicar la
idea de Estado soberano como una entidad autosuficiente en la realidad lo que
está operando es la idea de codependencia con otros Estados.
En
Venezuela hemos visto cómo estas ideas están en pleno funcionamiento. Las
acciones tanto del gobierno chavista como de su oposición siempre están siendo
moduladas por estas dinámicas de carácter internacional o más bien geopolítico.
La fortaleza o debilidad de cada uno de estos bloques se puede valorar en
términos de la cantidad y calidad de los apoyos que se logran o se pierden fuera
de Venezuela.
Así, cuando
más de 60 países encabezados por los Estados Unidos ofrecieron su
reconocimiento al gobierno interino de Juan Guaidó esto se interpretó como un
momento de indudable fortaleza para la oposición que impulsaba esa opción. Con
el tiempo ese apoyo decisivo se fue desvaneciendo hasta hacer inviable la tesis
misma de un gobierno interino. Hoy ese apoyo internacional hacia la MUD y sus
demandas por elecciones transparentes luce muy débil y su alcance no supera lo
simbólico.
Hay quienes se
alarman e indignan por la indiferencia de la llamada comunidad internacional
frente a la arremetida del régimen chavista en contra de los ciudadanos.
Pareciera que se olvida que los Estados no tienen amigos ni aliados sino
intereses soberanos que regulan sus acciones más allá de la retórica armonista.
El mejor ejemplo de esto lo representa el gobierno de los Estados Unidos que
expresa preocupación y simpatías por la causa venezolana pero a la hora de las
decisiones la geopolítica se impone por encima de los siempre invocados
derechos humanos.
El
chavismo por su parte hasta hace poco venía exhibiendo una posición de
fortaleza al reunir el apoyo de los gobiernos de izquierdas agrupados en el
llamado Foro de Sao Paulo pero además contar con el público y notorio apoyo de
potencias (imperios) como China y Rusia. Sin embargo, en las últimas semanas
los gobiernos de Brasil y Colombia se han desmarcado de su aliado chavista
llegando ambos casos al enfrentamiento público.
La
razón aparente de este distanciamiento pareciera ser la preocupación de los
gobiernos de Lula y Petro con el asalto y la nueva farsa electoral que el
chavismo está perpetrando en Venezuela. Es posible que la condena de Brasil y
Colombia a los abusos del chavismo en Venezuela tenga algo que ver con la
preocupación de verse asociados a esta suerte de política gangsteril. Después
de todo, tanto Lula como Petro están sujetos a definidos esquemas de pesos y
contrapesos en sus respectivos países que les impiden hacer lo que el chavismo
hace en Venezuela. Y esa es una asociación que les podría costar apoyos
electorales conduciendo a una potencial derrota política.
Pero
además de este cálculo hay bastante de geopolítica involucrada en la reciente
posición de Brasil y Colombia frente a su aliado chavista. El gobierno de
Gustavo Petro en Colombia aunque se proclama de izquierda nunca llegará al
extremo de sacar las bases militares de los EEUU en Colombia. Ya eso debería
dar una clara señal del papel que podría jugar Colombia, independientemente de
quien sea su presidente, si se diera una confrontación militar que de alguna
forma involucre a Venezuela.
El
caso de Brasil es mucho más grave porque este país tiene una alianza militar
activa con Guyana quien a su vez ha desplegado una ofensiva geopolítica para arrebatarle
el Esequibo a Venezuela. No puede haber duda que en una eventual e hipotética
confrontación militar de Venezuela con Guyana el gobierno izquierdista de Lula
acompañará a Guyana y enfrentará a su antiguo aliado chavista.
El
cambio de Brasil y Colombia frente al chavismo se parece más a la biocenosis de
unos Estados que buscan someter a otros más débiles que a una preocupación
genuina por el déficit democrático en Venezuela.
Lo
importante es que el frente de apoyos internacionales que tradicionalmente
acompaña al chavismo está fracturado con la fuga de dos países claves, Brasil y
Colombia, que además comparten frontera con Venezuela y cuya posición
geográfica les ofrece la posibilidad de “atenazar” militarmente al gobierno
chavista de ser necesario.
Sin embargo,
el chavismo aún cuenta con apoyos internacionales decisivos como China y Rusia
que a diferencia de Brasil y Colombia si emitieron declaraciones de apoyo al
régimen a propósito de su farsa electoral y parecen estar movidos por otros
intereses.
La
dialéctica de Estados siempre termina imponiéndose por encima de las ideologías
y modulando la política nacional. Hasta ahora el chavismo se ha beneficiado de
esos apoyos y sobre todo de una política ambigua por parte de los Estados
Unidos cuya pasividad y permisividad es notoria. Hasta el día que los intereses
y las necesidades energéticas de los EEUU se replanteen como resultado de un
giro en la geopolítica norteamericana. Entonces quizás la mafia chavista
gobernante pueda experimentar lo que significa una verdadera presión
internacional.- @humbertotweets
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