lunes, 9 de octubre de 2023

Falsos opositores y chavistas viven de la próspera industria electoral

            Los operadores de la falsa oposición y sus candidatos presidenciales, al igual que los chavistas, siguen de espaldas al país. No porque no sepan o entiendan la gravedad de lo que está pasando, sino sencillamente porque no les conviene. Admitir que Venezuela está a punto de colapsar sería igualmente admitir su propio fracaso como políticos.

En lugar de partir de una constatación de la realidad falsos opositores y chavistas prefieren esconderse tras un discurso de ensueño y fantasía que invita a votar como un acto ciego de fe, aunque no haya condiciones ni garantías. Sus asesores y supuestos analistas políticos hacen su peor papel reduciéndose a meros justificadores de las ilusiones electorales que fabrican quienes pagan por sus servicios.

Así vemos que siguiendo el tradicional rito electoral esta es la época en la que las encuestas se ponen de moda. Los más audaces en su trabajo propagandístico no se ruborizan al asegurar con pasmosa certeza que “en la Primaria de la oposición votarían más de 4 millones de personas o que “Nicolás Maduro ganaría con el 60% de los votos”.

Estos encuestadores y presuntos analistas no dicen de dónde salen esos números y menos aún explican la racionalidad de esas afirmaciones. Sólo la invocación del nombre de la empresa encuestadora debería ser suficiente argumento de autoridad para que sus mentiras sean aceptadas aunque sean una burda torcedura de la realidad.

Y la realidad es normalmente esa sólida muralla de hierro y concreto frente a la cual se estrellan los pronósticos de estos analistas y donde se destrozan todas las estrategias infantiles e improvisadas de la falsa oposición para salir del chavismo a lo largo de estos 23 años.

Pero aun en el supuesto de que los encuestadores de la falsa oposición y las del gobierno hicieran un trabajo de campo honesto y sin manipulaciones el uso de esas mediciones de opinión popular sería de un alcance muy limitado en un contexto donde no hay forma de votar ni expresarse libremente.

En otras palabras ¿Cuál es la utilidad de una encuesta realizada en un país donde la gente vive bajo miedo de represalias por sus opiniones? ¿Cuál es el beneficio de adjudicarle a uno u otro candidato un porcentaje de intención de voto cuando hay más de 8 millones de venezolanos en el exterior que no podrán votar?

Hacer encuestas en Venezuela (si es que de verdad las hacen) es poco menos que una ociosidad. Sobre todo lo es cuando existe la convicción generalizada de que las decisiones políticas nada tienen que ver con el voto sino más bien con quien ejerce el poder y como adjudica ciertas cuotas a sus “opositores”.

Pero mientras algunos encuentran las encuestas entretenidas porque alimentan sus ilusiones otros las ven más bien lucrativas porque este tipo de propaganda política es un oficio muy bien remunerado en la industria electoral venezolana.

En esto de llevar a la gente a votar bajo engaño de unos números que nadie explica están de acuerdo falsos opositores y chavistas. Sin embargo, los números que le interesan a la gente no son los de las encuestas sino los números de la megainflación, los números de los salarios devaluados o los números de venezolanos que mueren de mengua en un país donde falta comida, agua y medicinas. Esos son los números de la realidad.- @humbertotweets

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