No importa cómo el marketing del
colaboracionismo lo quiera llamar, el gobierno de Juan Guaidó no es un gobierno
de unidad nacional para romper con el chavismo por el contrario es, en esencia,
un gobierno estrictamente de la MUD con todas sus debilidades y
contradicciones.
Desde el necio empeño fallido de hacer una
transición política con el chavismo y no una ruptura, pasando por la oferta de
una absurda amnistía a los esbirros, hasta llegar a contratar antiguos abogados
y lobistas del chavismo en los Estados Unidos el gobierno de Guaidó parece
asumir que la única forma de salir del chavismo es precisamente cohabitar con
sus operadores.
Estamos frente a la reedición de la misma
política que ha fracasado ya por dos décadas. Hoy, veinte años después, estamos
pagando las consecuencias del entreguismo y el cortoplacismo de una dirección
opositora que por allá en 1999 titubeo y en lugar de enfrentar a Chávez optó
por embarcarnos en una larga secuela de traiciones políticas. El manido
argumento para justificar las posturas oportunistas y blandengues de esta falsa
oposición es que hay que evitar a toda costa la guerra civil entre venezolanos.
Como si toda Venezuela ya no estuviera por años en una guerra sin cuartel
contra el régimen chavista.
Esa forma maniquea de hacer política propagando
falsas esperanzas, negando la realidad y reciclando ilusiones mesiánicas de
soluciones milagrosas es la estamos viendo nuevamente. Esta vez de la mano del
gobierno de Guaidó y la MUD que nos arrastran por los caminos escabrosos de una
transición que dejara viva suficiente materia chavista como para mutar en el
nuevo régimen, sobrevivir y eventualmente contraatacar.
El daño que el chavismo le ha hecho a
Venezuela se podría multiplicar en cuestión de horas por el efecto engañoso de
una oferta de ayuda humanitaria que aún no termina de entrar al país y que al
hacerlo no podrá satisfacer las necesidades puntuales del 5% de la población.
El problema no es solo que lleguen comida y medicinas a Venezuela sino que al
no ser a través de un mecanismo de alcance masivo y sustentable podría desatar
saqueos y caos en las comunidades.
La esperanza ingenua del gobierno de Guaidó
y la MUD es que por efecto de presiones diplomáticas y sanciones financieras,
que no les afectan directamente, el grueso de los militares que hoy apoyan al
régimen chavista cambiaran de bando. En eso ya llevan un mes esperando y dando
prórrogas que se devalúan con el paso de los días Estos operadores, Guaidó
incluido, no entienden que veinte años de corrupción y lavado de cerebros en
las FANB no se resuelven con una amenaza o un susto, aunque ambas vengan del
propio presidente de los EEUU Donald Trump.
La única lógica que hará cambiar de bando a
los militares es la lógica de la fuerza y la confrontación para la cual han
sido entrenados. Solo una intervención militar internacional con objetivos
precisos podría provocar la fractura militar, derrocar al régimen chavista y
ayudar al nuevo régimen en las urgentes tareas de restablecer el orden y
permitir el ingreso masivo de comida y medicinas.
Sin la confrontación militar que tanto
quieren evitar el gobierno de Guaidó y la MUD, ambos se encontraran en Junio a lo sumo dirigiendo
un gobierno en el exilio que aún aboga por formas pacíficas para entrar la
ayuda humanitaria a Venezuela mientras el chavismo sigue ganando tiempo,
prórrogas y usando a los venezolanos como escudos humanos en un desangre que
parece no tener fin.- @humbertotweets
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