Veinte años de chavismo han sido
tóxicos y nocivos para las fuerzas armadas venezolanas. No solo se trata de la
ideologización de sus efectivos y de la propagación de la corrupción a todos
los niveles para promover un clima de complicidad interna.
A todo esto habría que agregar el
verdadero proceso subyacente que se ha venido desarrollando de desarticular la
verdadera fuerza armada como cuerpo institucional de la república para
reducirla a un grupo armado que sostiene al régimen.
Sin embargo, en el terreno odioso de
las realidades es con esa fuerza armada conformada por oficiales con
debilidades éticas y lealtades en conflicto con la cual se contaría en primera
instancia para producir un rompimiento interno por la fuerza con el régimen
chavista. Es la tesis que por varios años ha venido defendiendo Alberto
Franceschi como la fractura militar, la cual igualmente suscribo.
Y es que la razón es que hay
segmentos en lo interior de las FANB que a, pesar del deterioro moral del
cuerpo mantienen una posición institucional. Se trata de los militares que aun
siendo formados bajo la propaganda chavista ven en la carrera militar una forma
digna de vivir y servir a la república.
Aunque estos sectores sean una
minoría son los que podrían terminar de motorizar la necesaria fractura en las
FANB para derrocar al régimen chavista de Nicolás Maduro. No es sencillo porque
así como la designación de Juan Guaidó como presidente interino es un evento de
alto impacto en las FANB lo que estas hagan determinará en buena medida cómo será
el desenlace de este conflicto.
Por ejemplo, desde la perspectiva de
estos sectores militares la tesis de instalar un gobierno blandengue de
transición no logra conmover ni entusiasmar a nadie. Es el equivalente de la
oferta que Guaidó les hace a los militares de ofrecerles una amnistía a todos
de manera indiscriminada la cual fue recibida con indiferencia.
La mayoría de los militares entiende
que para derrocar al régimen se necesitan mucho más que ofertas y palabras.
Además, qué razón tendrían ellos de inclinarse a apoyar a Guaidó si con una
propuesta de gobierno de transición ellos solo tendrían que ser parte del flujo
natural de los acontecimientos donde otros actores, no ellos, harían las
concesiones y los sacrificios.
Para lograr una transición lenta,
pacífica y negociada entre el régimen chavista y el gobierno de Guaidó no hacen
falta los militares quienes como cuerpo podrían continuar al lado del régimen y
cosechar incluso para sus generales más criminales y corruptos las más
generosas concesiones en perdones y amnistías.
Por el contrario, el necesario e
inevitable proceso de ruptura con el régimen chavista no solo requiere la
fractura militar interna y la participación de amplios sectores de las FANB
sino que además esta debe ser decisiva en la conformación de un nuevo régimen
civil y militar que restablezca la nueva república al margen de la pseudo
legalidad del estado chavista.
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