domingo, 19 de febrero de 2017

Juntos hasta la muerte

Las sanciones de los EEUU contra el Vicepresidente de Venezuela Tareck El Aissami por presuntas vinculaciones con el narcotráfico internacional cubren la descarnada lucha a muerte que vive el chavismo oficialista. La guerra que protagonizan las diferentes facciones del chavismo para determinar quién sucederá a Maduro ha quedado semioculta tras el escándalo que implica a El Aissami con redes de narcotráfico y terrorismo.

La lucha sin cuartel entre Vladimir Padrino López y su posible sustituto en MinDefensa Néstor Reverol no es menos cruenta que la que libra el propio El Aissami contra Diosdado Cabello. Estos enfrentamientos están decidiendo, literalmente, la vida o la muerte de los principales operadores del régimen. Quien se va y quien se queda. Es un drama donde participan militares, policías y jueces como soldados de un ejército privado al servicio de una mafia.

Estos enfrentamientos son reflejados en forma muy particular por los medios como si fueran episodios desconectados de la trama principal. Son los funcionarios del régimen que de la noche a la mañana caen en desgracia luego de disfrutar las mieles del poder. Unos son expulsados del gobierno y desterrados de cualquier posición pública, otros son perseguidos y detenidos sin fórmula de juicio por el SEBIN.

Los pases de factura y linchamientos políticos van y vienen. En su ejecución se mezclan con las persecuciones contra opositores al régimen dando la idea de que alguien o algo mueve magustralmente las cuerdas para lograr un ajuste selectivo de cuentas.

A pesar de esta carnicería política los voceros de las facciones -¿pandillas?- son expeditos a la hora de invocar una sospechosa solidaridad entre ellos. El episodio de Tareck El Aissami demostró que a pesar de la profunda división por el poder que sufre el chavismo oficialista todos están dispuestos a cerrar filas en torno al elemento cuestionado.

Diosdado Cabello y el general Padrino López, cuyas fichas son perseguidas y hostigadas por El Assami, no dudaron en salir en defensa pública y altisonante de su propio enemigo. Operadores civiles y militares del régimen, incluso aquellos que han cuestionado severamente la moral y honorabilidad de El Aissami, no demoraron en expresar públicamente su solidaridad.

Se trata de la misma reacción que hubo cuando Reverol fue incluido en la lista de sancionados por los EEUU por presuntamente colaborar con el narcotráfico desde su posición oficial. Varios militares que expresaron dudas y objeciones a la conducta de Reverol se sintieron obligados a suscribir expresiones de apoyo para evitar ser víctimas de una cacería de brujas.

Des esta manera todas las facciones del chavismo oficialista tratan de disimular su guerra a muerte y unen su destino a de uno de sus elementos más vulnerables y más cuestionados. Uno que, por desgracia, los puede arrastrar y hundir a todos. Así seguirán, a pesar de sus enfrentamientos viscerales. Todos juntos. Hasta que la muerte los separe.  



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