Nicolás Maduro llegó a un punto de no retorno.
Las encuestas reflejan la popularidad y el rechazo rotundo a este presidente que arrastra en su debacle al PSUV.
El nivel de rechazo muestra que no importa lo que Maduro haga, perdió lo único que tiene un gobernante demócrata para interactuar con su pueblo: La confianza.
Sin confianza se pierde todo.
Y es que nadie, ni siquiera los chavistas confían en su presidente.
Menos cuando dice que habla con Chávez a través de un pajarito o que sus familiares fueron ayudantes de Simón Bolívar.
Desvaría, alucina, enloquece.
Entonces, ¿por qué lo dejan seguir al fondo del abismo?
Maduro ya no es dueño de su destino. El punto de no retorno también incluye los poderosos hilos de acero que controlan su vida, política y ecológica.
Las fuerzas que manejan a Maduro hoy están decidiendo cuánto tiempo más lo mantendrán allí como escudo para que les proteja de la avalancha de rechazo popular.
Allí están Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y Tareck El Aissami quienes cada vez que Maduro la pone en público le dicen en el oído “Sigue asi, que te la estas comiendo.”
Parece que el tiempo está llegando y ahora es inevitable hacer algo con Maduro, antes que acabe con todo.
El tiempo se agota y las opciones de sacarlo por la puerta grande, con honores, también se agotan.
Ahora solo queda la opción de los empujones impuesta por las circunstancias.
La salida de Nicolás Maduro, su sacrificio, está en manos de sus propios operadores políticos quienes hoy están tomando decisiones más basadas en su propia supervivencia que en la salud de la república.
¿Un mes? ¿Tres meses? ¿Seis Meses?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario