domingo, 29 de abril de 2018

Contamos con Colombia


Venezuela es un estado fallido en manos de un gobierno forajido. Esto es, un estado que ha abandonado deliberadamente sus fines para convertirse en una empresa criminal. En este emprendimiento el narcorégimen ha sacrificado el territorio, las riquezas y la vida misma de su población civil. A esto se agrega la presencia militar del ejército invasor de Cuba.
La soberanía de Venezuela ya ha sido ultrajada de hecho y dada la participación de sus fuerzas armadas en el sostenimiento de las actividades criminales del narcorégimen se justifica una intervención militar internacional para restablecer la institucionalidad.
Por otra parte, la degradación de la situación política y social en Venezuela ya no es un problema exclusivo de los venezolanos. Ahora es un problema también para Colombia que comienza a ver desplazamientos masivos de venezolanos hacia su territorio y una alianza en marcha entre el narcorégimen de Maduro y las FARC para detonar al estado colombiano desde adentro.
Desde el punto de vista político y militar esta intervención militar internacional en Venezuela debe estar encabezada por Colombia con el respaldo de los EEUU, Brasil, Perú y otros países de la región. Una frontera común, lazos históricos y valores culturales compartidos con Venezuela le otorgan a Colombia esa extraordinaria responsabilidad.
La presencia del ejército colombiano en Venezuela a la cabeza de una coalición militar internacional para derrocar la tiranía sería saludada como la de un ejército liberador que emula las mejores gestas independentistas de Simón Bolívar. Así como una vez soldados venezolanos lucharon por la libertad en el entonces territorio de la Nueva Granada hoy Venezuela cuenta con Colombia. @humbertotweets

jueves, 26 de abril de 2018

La insurrección de los abstencionarios


El filósofo español Antonio García Trevijano estableció una distinción entre abstencionistas y abstencionarios. Abstencionistas son aquellos que, por un manifiesto desinterés en la política, no votan y se mantienen desmovilizados al margen del debate político. Por su parte, los abstencionarios son los que deciden conscientemente no votar en unas elecciones, como una forma de lucha política. La diferencia entre unos y otros es su nivel conciencia y su disposición a movilizarse.
En Venezuela, analistas maniqueos que favorecen la tesis electoral del régimen y de la falsa oposición, intencionalmente, ponen en un mismo saco a todos los que expresan rechazo a la vía electoral, y los califican como abstencionistas. Afirman que se trata de ciudadanos apáticos que, supuestamente, favorecen la antipolítica.
Sin embargo, la inmensa mayoría de venezolanos que rechazan la vía electoral se mantienen movilizados, en una posición política activa y militante que los acerca más a la idea de abstencionarios que de meros abstencionistas.
Hoy en día es muy difícil encontrar a un venezolano que se esconda tras el velo de una hipotética neutralidad para decir que no vota por simple desinterés o desidia. Por el contrario, la abstención se ha convertido en una posición militante y una tendencia dominante en la sociedad venezolana. Es la insurrección de quienes pacientemente han votado en estos diecinueve años y han tomado conciencia de la estafa. @humbertotweets

domingo, 22 de abril de 2018

La AN no aprobó el antejuicio de mérito


Una vez más en un acostumbrado acto de malabarismo político la MUD y la AN hacen de la mentira y el engaño su firma. Pretenden hacerle creer a la gente que por obra de un milagro de la política la oposición votó unida para aprobar el ansiado antejuicio de mérito que sacaría del poder a Nicolás Maduro.
Sin embargo, una lectura cuidadosa de la agenda de la sesión en la cual supuestamente se discutiría el punto revela otra cosa. “Único: Consideración de la solicitud de autorización para continuar el proceso al Ciudadano Nicolás Maduro Moros.” No habla de antejuicio de mérito y ni siquiera menciona al TSJ quien lleva el proceso. Pero hay más.
En la celebrada decisión de la AN se ordena, en forma ambigua, continuar el proceso judicial contra Nicolás Maduro, nuevamente sin referirse al proceso como lo que jurídicamente es, un antejuicio de mérito. Y en lugar de reconocer la solicitud emanada del TSJ como órgano del poder judicial la reduce a una tomada por los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
Estas no son nimiedades jurídicas. Se trata de errores deliberados que fueron plantados allí para empantanar una confrontación con el régimen cuya esencia debe ser política y no jurídica. Una vez más la falsa oposición le hace el juego a la legalidad del estado chavista para sembrar confusión y desesperanza.
EL TSJ en el exilio pidió autorización para proseguir el antejuicio de mérito contra Nicolás Maduro. El pie de página revela que la AN aprobó otra cosa. Con razón hasta los diputados de Leocenis García votaron con las dos manos.

jueves, 19 de abril de 2018

Ruptura, no transición


La transición es ir de una situación a otra dentro de la misma entidad o cuerpo. En lo político implica que elementos del nuevo gobierno tendrán que convivir con elementos del viejo, dentro del mismo régimen, reproduciendo una necesaria cohabitación. Transición no significa cambio porque la esencia putrefacta del sistema que queremos derrocar se mantendría intacta, quizás cambiando caras, mas no la estructura de poder.
Transición es lo que la oposición electoral blandengue promete en forma engañosa al país. En el fondo, creen tener amarrado el apoyo del pueblo opositor y hacen de la consigna de “transición” una promesa potable al chavismo en el poder. Una promesa de que lo esencial del régimen seguirá su curso, que no hay nada que temer de un gobierno opositor. La transición, así, no es más que otra traición a la esperanza de cambio que tiene el país, pero que se le hace tragar a quienes, desesperadamente, quieren salir del chavismo como sea.
Lo que Venezuela necesita no es una transición como lo proponen, en forma abierta o encubierta, falsos opositores. Por el contrario, necesitamos una ruptura total con el régimen político chavista y la Constitución en que se apoya, para poder construir una nueva república de leyes y ciudadanos libres, fundada en la idea de libertad, tal como lo propuso Francisco de Miranda. Triturando el viejo régimen, no maquillándolo, es como podremos construir uno nuevo.

domingo, 15 de abril de 2018

La intervención ya comenzó


Aunque los gobiernos no lo admitan públicamente el efecto de las sanciones internacionales contra el régimen de Venezuela tienen una efectividad limitada, pero sin duda no son suficientes para provocar la ruptura que se quiere. Hasta ahora las sanciones han consistido en la limitación a miembros connotados del régimen de su capacidad para hacer transacciones financieras en determinados países. Allí cayeron civiles y militares del gobierno. Pero hasta ahora estas medidas no han alcanzado a sus familiares y relacionados lo que aumentaría aún más la presión.
En una primera lectura el objetivo sería aplicar una presión externa sobre operadores específicos del régimen que provoque una crisis interna y los obligue a abandonar el poder. Esta, digamos, es una interpretación desprevenida que no toma en cuenta que en 19 años en el poder el chavismo-madurismo ha acumulado tanto dinero y recursos que estaría, literalmente, preparado para resistir periodos prolongados de aislamiento. No es el caso, por supuesto, del resto de la población venezolana sometida a privaciones de medicinas y comida.
Es muy poco probable que como resultado de estas y nuevas medidas que se hagan extensivas a otros miembros del gobierno esto provoque un ablandamiento de la posición del régimen de Maduro o su renuncia al poder. Lo que parece estar subyacente son discretos pero intensos esfuerzos diplomáticos para lograr un acuerdo mínimo entre países que permita organizar una fuerza multinacional militar para intervenir en Venezuela y deponer la tiranía.
Validando la tesis de que los estados no tienen amigos sino intereses se puede inferir que no es tanto la preocupación por la crisis interna de Venezuela como sus repercusiones en los países vecinos y en todo el hemisferio. Se trata de la cada día mas firme convicción en los países que el problema de Venezuela hace tiempo dejó de ser un problema exclusivamente de los venezolanos para convertirse en un grave problema para toda la región.
Los diseños que se han ofrecido hasta ahora en formas de medidas humanitarias para atender a los venezolanos que huyen de Venezuela y la idea misma de una ayuda humanitaria obligada para meter a la fuerza medicina y comida en Venezuela son absolutamente insuficientes para resolver el problema de fondo. Estas medidas se quedan a menos de la mitad del camino sin abordar soluciones efectivas y definitivas como lo sería el derrocamiento del régimen.
El convencimiento de que no es posible contar con el apoyo institucional de las FANB para liberar a Venezuela de la tiranía es lo que ha creado una tendencia importante en la sociedad venezolana que pide ayuda militar externa para enfrentar al régimen. Y en la medida en que pasan los días y se agudiza la crisis y se degrada las condiciones de vida en Venezuela esa tendencia crece al tiempo que la gente descarta la vía electoral para salir de esto.
Las sanciones contra jerarcas del régimen y otras que podrían venir contra el mismo estado chavista hay que verlas como un contexto necesario para acciones más severas como la intervención militar internacional por razones humanitarias. Una acción de esta naturaleza es compleja y requiere no solo de un acuerdo entre los países participantes sino además de un plan para no dejar al país en un caos peor al que ya existía.
Ha sido un avance extraordinario en los últimos dos años que la comunidad internacional se haya movido de una posición inicial de indiferencia a una más decidida que aplica sanciones al régimen, no reconoce el fraude electoral y deja abiertas todas las opciones para Venezuela, incluida la militar. Desde esta óptica las sanciones se pueden interpretar como el inicio de un proceso que inevitablemente terminará con una intervención militar internacional para poner fin al régimen chavista madurista. De hecho la intervención ya comenzó y su desarrollo es solo cuestión de tiempo. @humbertotweets

jueves, 12 de abril de 2018

La miseria del colaboracionismo


La semana pasada Fernando Mires publicó el artículo “La miseria del abstencionismo venezolano”, en el cual ataca a la abstención como forma de lucha en Venezuela y, por supuesto, favorece la tesis colaboracionista de votar bajo la tiranía.
En el desarrollo de su artículo, Mires hace importantes concesiones para intentar validar, de alguna forma, su argumento central. La tesis que defiende Mires hay que cuestionarla y refutarla porque es la síntesis de alegatos que en los últimos diecinueve años ha esgrimido cierta elite intelectual, arrendada a una clase política incapaz de caracterizar correctamente al régimen y mucho más incapaz aún de luchar para derrocarlo.
Refiriéndose a elecciones democráticas recientemente celebradas en varios países, Mires dice que “en situaciones de débil polarización la abstención aumenta y en situaciones de fuerte polarización (cuando las opciones no dejan lugar a ningún tercero) la abstención disminuye”.
Seguidamente se queja de que Venezuela es la excepción a esa regla porque aunque la polarización es extrema, la abstención es tan decisiva que Mires no duda en calificarla de “militante”. Según Mires, esta abstención afectaría el resultado de un proceso electoral donde “se juega el destino de una nación”.
El argumento de Mires tendría fundamento si en Venezuela hubiese elecciones libres. Si los ciudadanos pudiesen votar libre y democráticamente como en los procesos electorales europeos que el propio Mires refiere. Pero ese no es el caso. Desde 1999 el estado chavista ha usado sus estructuras para destruir todas las garantías políticas y fabricarse resultados electorales a su medida. El hecho de que la oposición haya participado y en algunos casos se le hayan hecho algunas concesiones electorales, no le otorga automáticamente a esa farsa la categoría de elección, y menos aún la convierte en democrática.
He aquí la primera diferencia fundamental con Mires. Parte del supuesto negado por la realidad de que en Venezuela hay elecciones. Nosotros decimos que esto es un fraude electoral continuado desde 1999, donde el régimen se adjudica un resultado que siempre le favorece. ¿Qué incidencia electoral podría tener la abstención cuando ni siquiera hay la certeza de que los votos efectivamente alguna vez se hayan contado?
La tesis de Mires sugiere que el 20 de mayo podría ser la última coyuntura electoral, y por esa razón hay que ir a votar. Es lo mismo que nos han dicho en todas las elecciones. Mires ignora a propósito que votar tal como él lo pide es exactamente lo que los venezolanos hemos hecho desde 1999 atendiendo los llamados de la oposición electoral. La vía electoral que defiende Mires es justamente la que ha fracasado en estos diecinueve años, porque insiste en confrontar al régimen dentro de las convenientes condiciones que él mismo se ha procurado. Podemos seguir votando veinte años más, como dice Mires, y los resultados serán idénticos.
Fernando Mires en su artículo habla de una presunta “sincronía objetiva entre el abstencionismo y el régimen”. Y agrega que la abstención “es y ha sido la razón principal de la larga existencia del chavismo”. Mires no aporta un argumento para sostener esta afirmación. Da por hecho que todas las elecciones desde 1999 han sido libres, justas y quizá hasta confiables; y que si los opositores hubiesen votado ya el chavismo habría salido del poder. Esta simplificación ignora deliberadamente todas las manipulaciones del régimen para escamotear cualquier elección y la ausencia total de garantías para votar. Eso para Mires no existe.
En realidad, lo que hace Fernando Mires es justificar una clase política de la cual él, como intelectual, es un  subalterno porque intelectualmente trabaja para ellos.
Precisamente gracias a esa clase política que Mires defiende es que se puede explicar que el chavismo se haya mantenido en el poder por casi veinte años. Esos partidos que, según Mires, lo único que saben hacer es ir a elecciones, han fracasado desde 1999 en caracterizar al régimen como una tiranía y, consecuentemente, en proponer una vía de lucha política para derrocarlo. Su empeño en ir a elecciones a sabiendas del fraude es justamente lo que ha sostenido al régimen y, lo más grave, es la política que ha inmovilizado la lucha en la calle, alimentando la ilusión vana de un cambio democrático que se diluye en el tiempo y la desesperanza.
Lo que Mires denuncia como abstención militante se ha convertido, en efecto, en una tendencia potente, beligerante y dominante en la sociedad venezolana. No se trata de un reducido grupo de tuiteros, sino de millones de venezolanos cansados de la tiranía y decepcionados de la oposición electoral por su incapacidad para articular la lucha política. La fuerza del movimiento abstencionario ha obligado a la MUD a claudicar en su vía electoral, al menos públicamente, dejándola sin tesis y sin propuestas tal como admite  Fernando Mires en su artículo. Esto refleja la pobreza de una estrategia que conscientemente desde el principio ha buscado cohabitar y colaborar con el régimen en vez de luchar contra él. Es la miseria del colaboracionismo. @humbertotweets

domingo, 8 de abril de 2018

¿Acuerdo entre la MUD y Soy Venezuela?


Esta semana nos sorprendieron Julio Borges, Carlos Vecchio y Antonio Ledezma con una gira por Europa para hablar, en nombre de la oposición venezolana, con diferentes líderes y gobiernos. La sorpresa es obligante porque la última noticia que teníamos era de diferencias medulares e insalvables entre la MUD representada en esa gira por Borges y Vecchio, y Soy Venezuela por Ledezma.
Las diferencias hasta ahora han sido cruciales porque mientras la MUD planteaba -¿sigue haciéndolo?- negociar condiciones electorales con el régimen de Maduro Soy Venezuela por su parte se desmarcaba radicalmente de esa postura al descartar la vía electoral mientras haya una tiranía gobernando a Venezuela. Esto Plantea dos formas de lucha política totalmente diferentes e irreconciliables.
Por eso el que Julio Borges, Carlos Vecchio y Antonio Ledezma hayan realizado contactos de alto nivel en Europa sin argumentar previamente sus, ahora nuevas, coincidencias es un evento que sugiere una jugada política de alto calibre, por decir lo menos. No podía pasar desapercibida. Inmediatamente la opinión pública vía redes sociales comenzaba a exigir una explicación a Ledezma sobre este sorpresivo e inesperado giro.
Horas después del encuentro los medios reportaban que los políticos venezolanos “...se reunieron con Emmanuel Macron, presidente de Francia y su consejero diplomático, Philippe Etienne. Encuentro en el que se denunció la grave crisis política, económica y social que vive Venezuela, solicitud con carácter de urgencia de ayuda humanitaria y poder llevar a cabo unas elecciones presidenciales libres, democráticas y soberanas.” Como es habitual en este tipo de declaraciones tampoco se aclaraba si esas elecciones serian antes o después del derrocamiento del régimen de Maduro. A pesar de la pertinencia de la aclaratoria Ledezma no desmintió la versión.
En una entrevista de TV con Patricia Poleo Antonio Ledezma, tratando de aclarar dudas sobre sus acciones conjuntas con Borges y Vecchio, dijo  “La posición de Soy Venezuela fue aceptada (por la MUD)... primero salir de la dictadura antes de plantear elecciones..” Importante revelación que sugiere un acuerdo político de envergadura entre las dos oposiciones que ahora, según la ambivalente explicación de Ledezma, por primera vez limaban sus asperezas fundamentales.
Por alguna razón el alcalde Ledezma no considero relevante informar a la opinión pública antes de viajar a Europa que las marcadas diferencias políticas con la MUD habían sido superadas. Quizás por la misma razón que en la entrevista de TV tampoco aclaró cómo y cuándo se habría producido este acercamiento sorpresivo con la MUD. La retórica ambigua de Antonio Ledezma no arroja ninguna luz para determinar si estamos frente a un pacto político fundamental entre estas dos oposiciones o si se trata de una mera coincidencia táctica.
Esa es la ambivalencia del discurso político que siempre hemos criticado de la MUD y que hoy nos lleva a cuestionar a Antonio Ledezma. Por ahora, sirvan esta líneas para exigirle tanto a la MUD como a Soy Venezuela que aclaren el alcance del comunicado difundido luego de la reunión con Macron y las propias declaraciones de Antonio Ledezma, que más allá de las palabras dibujan un acuerdo político del cual nadie estaba enterado. @humbertotweets

jueves, 5 de abril de 2018

Las sanciones son tan sólo el comienzo


La percepción de la comunidad internacional sobre Venezuela ha cambiado dramáticamente en los últimos dos años. De una visión superflua y maniquea que ponía todas sus esperanzas en una fallida vía electoral, hoy la comunidad de países entiende que el régimen de Nicolás Maduro no entregará el poder democráticamente; y la fuerza, bien sea económica o militar, será necesaria para  restablecer la institucionalidad en Venezuela.
El triunfo de la alianza opositora MUD en las elecciones legislativas de 2015 alimentó la ilusión de un cambio dentro de las condiciones del estado chavista. Pero esta ilusión se desvaneció muy pronto ante la anulación del poder legislativo por parte del régimen, y luego con la total ausencia de vocación de lucha en el seno de la alianza electoral opositora.
Precioso tiempo desperdició la MUD en intentos inútiles de agotar todas las formas legales permitidas por el estado chavista para un supuesto cambio político. Una a una esas formas fueron descartadas por el régimen a través del uso de su aparato jurídico-político-militar. A esto se suma el paso del régimen a la ofensiva, convocando la elección fraudulenta de una Asamblea Constituyente y llamando a elecciones de gobernadores y alcaldes sin ningún tipo de garantías políticas para adjudicarse sin dificultad la totalidad de los cargos.
Esto ha creado una situación en la cual el régimen se procura una legalidad a su medida para ejercer todo el poder sin ningún tipo de controles o contrapesos institucionales. Es la configuración óptima para el funcionamiento de un gobierno forajido que no duda en participar en actividades criminales con el fin de beneficiar a sus miembros. Existen abundantes investigaciones periodísticas y policiales que implican a funcionarios del régimen de Chávez entonces, y al de Maduro ahora, en narcolavado y blanqueo de capitales provenientes de la corrupción.
Pero la única fidelidad que han demostrado los jerarcas del régimen es al dólar. La mayoría de estos funcionarios de alta, mediana y baja jerarquía, civiles y militares, comparten la misma ilusión: Disfrutar cómodamente con sus familias en los Estados Unidos del dinero producto de sus actividades criminales cometidas en Venezuela. El perfecto descanso del guerrero chavista, más angustiado por la fluctuaciones del dólar que por desvelos ideológicos o filosóficos de la revolución.
El flujo de millones de dólares de los caza renta desde Venezuela hacia los Estados Unidos y otros países ha sido tan grande que no podía pasar desapercibido para el resto de las naciones. La diferencia es que ahora la comunidad internacional comienza a dar los pasos para intervenir en un conflicto que por sus características ha dejado de ser solo de los venezolanos.
Ahora no solo es la agresión permanente del régimen contra la población civil venezolana, lo cual ha lanzado inmensas oleadas de inmigrantes a otros países vecinos. También es el papel activo que juegan altos jerarcas del gobierno en esquemas de narcolavado y corrupción que involucran conexiones con Irán, Rusia y China. Ambos son motivos suficientes para llevar a la comunidad internacional a ejercer un papel más proactivo con respecto a Venezuela antes de que la situación degenere en perjuicio de todos.
En esta perspectiva, las sanciones aplicadas por Estados Unidos, Canadá, la Comunidad Europea, Suiza y Panamá en forma individual contra altos personeros civiles y militares del régimen de Maduro son el comienzo de una intervención internacional para reventar a la mafia oficialista. Esta es una intervención que ha sido puntual y progresiva en el ámbito estrictamente financiero, que seguramente será intensificada y ampliada en las próximas semanas en el marco de la cumbre de las Américas, evento del cual fue excluido Nicolás Maduro por estos mismo motivos
Estas sanciones financieras fueron definidas por voceros de los Estados Unidos como el comienzo de una coordinación  de acciones a escala internacional para aumentar la presión sobre el régimen de Maduro. Es una forma de intervención que pavimenta el camino para otra más severa como la militar, en caso de que la situación lo amerite. No verlo así sería una ingenuidad. Es tan solo el comienzo. @humbertotweets

domingo, 1 de abril de 2018

La MUD va a la deriva


La Mesa de la Unidad Democrática es una alianza electoral creada justamente para eso, para participar en procesos electorales. Esto parte de la premisa, hoy destrozada por la realidad, de que exista un ambiente con garantías políticas suficientes para que los ciudadanos se expresen libremente.
Lamentablemente, desde 1999 el régimen de Chávez tomó por asalto todo el sistema político y electoral para fabricar resultados a su conveniencia. Esta perversión se manifestó en muchas formas. El ventajismo, el uso de dineros públicos para las campañas oficiales, el papel de militares y bandas armadas para intimidar a los electores, la manipulación del registro electoral, la reubicación de centros de votación, etc.
Pero lo más grave de todo es que el régimen anuló cualquier institución del estado venezolano que podría intervenir para sancionar y corregir estas anomalías. Así el gobierno de chávez, y luego el de Maduro, controlaban todas y cada una de las instancias del proceso electoral en un fraude permanente que ha sido refrendado por la pseudo legalidad chavista desde el también fraudulento Tribunal Supremo de Justicia.
Sin duda que el régimen comenzó a actuar como una tiranía en contra de la voluntad popular desde el principio. Y también desde el comienzo la oposición electoral aceptó como normales unas desviaciones que nos han traído a la debacle del sistema político venezolano.
Con el argumento de que la única forma para salir de este régimen era la vía electoral se sacrificaron todos los otros métodos de lucha y la dirección opositora embarcó a todos los venezolanos en una lucha inútil y fútil que nos arrastraba de ningún lado a ninguna parte.
Aceptar formar parte del circo electoral del régimen chavista venía con el precio de legitimar un sistema que ha sido fraudulento desde el principio. Es el precio que decidió pagar la MUD. Invocando tesis metafísicas y voluntaristas la oposición electoral siempre ha dicho que si vota bastante gente se podría superar el fraude del régimen. Esto por supuesto significaba admitir la monstruosidad del fraude pero al mismo tiempo atemperarse con la falsa ilusión del cambio por la vía electoral. Y con esa narrativa nos han tenido durante diecinueve años.
Hoy la realidad revienta pestilente y viscosa en la propia cara de la MUD. Después de tanto estirar la arruga de la mentira hasta la misma oposición electoral tiene que admitir que efectivamente no hay forma de ganarle al régimen en las actuales condiciones de fraude, que son las mismas que ella aceptó desde 1999.
Aunque en el fondo la MUD abriga la esperanza de que el régimen en alguna negociación conceda las garantías para unas elecciones en las cuales sería decapitado. Por eso la MUD sigue insistiendo, ya ni siquiera pide, ahora ruega e implora al régimen para que en un gesto de sentido común piense en el país y acepte las condiciones de su muerte. Otra ilusión vana como aquella de la vía electoral.
La MUD y su forma débil y colaboracionista de hacer oposición al régimen han quedado completamente desbordadas en la actual coyuntura. Lo que se necesita es una alianza amplia para derrocar la dictadura y no una franquicia electoral para agenciar los intereses particulares de cada partido. En otras palabras, ante la ausencia total de una salida electoral y democrática el esquema de lucha basado en una alianza electoral para unas elecciones con musiquita y bailantas ha quedado superado.
Tan es así que la MUD ha tratado de sobrevivir esta nueva coyuntura llamando en forma oportunista a no participar en las elecciones fraudulentas del 20 de mayo y escondiéndose detrás de un sospechoso frente amplio para pedir mejores condiciones electorales al régimen, pero sin ningún resultado. La gente ya no cree en las consignas blandengues y oportunistas. La MUD está a la deriva, tratando de justificarse a sí misma, sin tesis ni propuestas. Mientras tanto el país está incendiado por la protesta social que reclama en forma urgente una nueva dirección política de la verdadera oposición para derrocar al régimen y no para negociar con él.- @humbertotweets