miércoles, 31 de agosto de 2016

La marcha del 1S ya es victoria

Ir a protestar a la calle en una dictadura ya es victoria.

Movilizar a toda la sociedad contra la represión ya es victoria.

Vencer el miedo y el terrorismo que trata de infundir el régimen ya es victoria.

Que cientos de miles de venezolanos desafien las alcabalas y vayan caminando hacia Caracas ya es victoria.

Este es el preámbulo de mañana.

El gobierno hizo de todo para evitar la marcha.

Y seguramente hará cosas peores en la próximas horas.

Pero, como dijo el difunto comandante, no se puede detener la voluntad de un pueblo.

El pueblo, el venerado soberano que fue pieza de la retórica oficialista por muchos años, está decidido a salir a la calle para revocar al peor gobierno de la historia republicana de Venezuela.

Son los vericuetos irónicos de la historia.

El pueblo los puso ahi, les dio confianza y los apoyo.

Ahora ese mismo pueblo les da la espalda y los quiere sacar.

Será a empujones por la obstinada necedad de operadores como Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez.

Pero es la decisión soberana.

Por eso el régimen se niega a escuchar y no quiere abrirle las puertas al soberano.

Saben lo que viene.

Ellos mismos ya lo admiten publicamente y sin pudor. “Si vamos a referéndum perdemos. Entonces, no hagamos referéndum.”
Esa absurda definición de democracia maniquea está a punto de ser pulverizada.

Y será por la presión de la calle.

Será por movilizaciones como la de mañana que operadores civiles y militares del régimen comiencen a ceder, como es natural, a la presión democrática de las mayorías.

La voluntad de cambio democrático está en la calle es  irreversible y es reconocida por el régimen cuando trata torpemente de esquivar.

Ahora toca el juego no menos decisivo y delicado de concretar en forma Constitucional esa voluntad de cambio.

Será en forma democrática y a pesar de las trabas del régimen.

Es el trabajo que diligente y estratégicamente deben seguir haciendo los partidos y movimientos que están solicitando el referéndum.

Hasta que haya una fecha definitiva para derrocar al régimen con votos.

Hasta que la energía que está a punto de ser liberada este 1ro de septiembre encuentre su cauce natural, democrático y civilizado.

Hasta entonces el triunfo de la marcha del 1S habrá adquirido su verdadera dimensión histórica.


martes, 30 de agosto de 2016

El chavismo: Entre Diosdado Cabello y Padrino López

Ya sabemos que el gobierno está dividido.

Que en realidad se trata de una federación de grupos que cohabitan y no logran ponerse de acuerdo para asumir una estrategia común.

Eso se refleja en la táctica política y en las decisiones más importantes que se deben tomar.

Por eso unos días el gobierno parece interesado en darle amor a los empresarios para luego, al dia siguiente, renegar de la empresa privada.

Por esas contradicciones justamente es que unos días el régimen parece inclinado a suspender el Revocatorio y al día siguiente anuncia la fecha para la recolección de las firmas.

Nicolás Maduro que quiso ser al árbitro entre las facciones del gobierno ha terminado convertido en un títere de hilos y políticas enrevesadas y contradictorias.

Por encima de estas facciones inspiradas por intereses personales y de supervivencia política se imponen dos estilos, dos visiones más bien, de hacer la política y defender la llamada revolución bolivariana.

El estilo biliar y fundamentalista de Diosdado Cabello y el estilo calculador y pragmático del General Vladimir Padrino López.

Ambos, de indudable filiación chavista, defienden en su manera muy particular su revolución.

Diosdado Cabello es la cabeza del grupo de civiles y militares que proponen las tesis suicidas de no entregar el gobierno, no hacer elecciones, formar batallones de la dignidad si las FANB se descuadran, etc.

Detrás del fundamentalismo biliar de Diosdado Cabello se esconde el pánico de cientos de operadores que se han enriquecido a expensas del gobierno bolivariano.

Son jueces, políticos y militares que tienen miedo, terror, de rendir cuentas ante una justicia autónoma si hay un cambio de gobierno.

Son los que hacen la lista de posibles países para buscar refugio político y se horrorizan al ver que ni Cuba, ni Rusia lucen como destinos seguros.

Esta tendencia, la del fundamentalismo bliar de Diosdado, trata de manipular a las otras para hacerles creer que todos los chavistas corren peligro de muerte si hay un cambio de gobierno.

En los últimos meses muchos operadores han descubierto que no todos los chavistas en el gobierno son culpables de los mismos pecados, unos más abominables que otros.

La convicción de que no todos los chavistas en el gobierno deben ser juzgados por igual es lo que ha dado vida a otra forma de defender al chavismo y cohabitar en el gobierno.

Es el estilo de Padrino López quien sin renunciar a su furibundo chavista cada dia marca distancia sutil pero firme con las otras facciones del chavismo.

Quizás sea por el hecho que Padrino López siente que tiene algo que arriesgar que sus posturas son más pragmáticas y menos suicidas.

La integridad estructural de las Fuerzas Armadas, por ejemplo, es algo que genuinamente le debe preocupar a Padrino López, porque además es algo que se podría perder en esta delicada coyuntura.

Pero en la mente de Diosdado Cabello las FANB son sólo un aliado circunstancial que se debe sacrificar en nombre de la revolución.

Padrino López parece inclinado a avanzar la revolución más dentro del marco legal y Constitucional que fuera de él.

Fue él quien públicamente dijo que el 1S las Fuerzas Armadas no permitirían violencia de la derecha, pero que la protesta es un derecho Constitucional que debe ser protegido.

Curiosa manera de defender la posición del gobierno cuando todo el PSUV llamó a declarar ilegal e impedir la marcha del 1S a toda costa.

A Padrino López se le atribuye la solicitud para que el gobierno desista de hacer su marcha el mismo 1S ante la imposibilidad logística para las FANB de cubrir y monitorear ambas movilizaciones.

Asunto, por cierto, que hoy martes 30 de agosto aún no ha sido resuelto ante los insistentes llamados de Diosdado Cabello de manifestar por las mismas calles que lo hará la oposición.

Una vez más el fundamentalismo biliar choca contra el pragmatismo calculador.

Estas dos visiones vienen chocando desde diciembre 2015 cuando una sugería no entregar la Asamblea Nacional a la oposición y la otra decía que la voluntad popular debía ser respetada.

En los proximos dias estas dos formas de defender la revolución chavista serán más visibles y mejor definidas alcanzado un punto definitorio y crucial.

El chavismo como movimiento político ha perdido la confianza del pueblo y esta en vias de extincion.

Su futuro, si es que lo tiene, estará definido por la resolución de las contradicciones entre estas dos maneras de defender la revolución.
Entre Diosdado Cabello y Padrino López.


lunes, 29 de agosto de 2016

Seguir empujando para que el gobierno siga retrocediendo

Al hacer un balance del conflicto político en Venezuela se puede apreciar que, a pesar de las amenazas, el gobierno sigue retrocediendo.


No ha sido fácil.


Ha sido una lucha titánica.


Epica.


Desde el año pasado el gobierno viene de derrota en derrota.


Cediéndole espacios políticos a la oposición,que los ha ido conquistando a sangre y fuego, contra todos los pronósticos y contra toda la maquinaria represiva, financiera y política del régimen.


Este último año de lucha política ha tenido hitos cruciales como las elecciones de diciembre 2015 cuando se concretó electoralmente la nueva correlación de fuerzas en el parlamento venezolano.


Pero también se ha desarrollado en una coyuntura definida por el aumento de la presión de la oposición y el debilitamiento dramático del régimen en diferentes momentos y escenarios.


El gobierno ha ido retrocediendo hasta en los terrenos más insospechados para entregar amplios espacios a la oposición.


Este año la calle, las manifestaciones públicas y las colas han sido claramente dominadas por el sentimiento de la oposición.


Se puede decir con certeza que la revolución bolivariana que una vez se inspiró en el pueblo, en la calle, hoy la ha perdido por completo.


Solo le quedan al régimen algunos funcionarios tarifados dispuestos a salir como locos a amenazar, pero hasta el pueblo chavista no se siente parte de este gobierno.


El sentimiento de rechazo al régimen y de apoyo al cambio democrático ha permeado, inclusive, hasta amplios segmentos del gobierno y de las fuerzas armadas.


Esto se ha podido apreciar con el episodio de la recolección de firmas para el revocatorio cuando numerosos funcionarios, civiles y militares, se atrevieron a firmar contra Maduro y luego se negaron a retirar sus firmas, a pesar de las presiones.


Al principio parecía un chiste sin importancia.


El gobierno sabía exactamente cuántos y quiénes de sus funcionarios firmaron por el RR.


Se pensó que se trataba de una estrategia para luego pedirles que retiraran sus firmas  e incluso alegaran que fueron presionados y hubo fraude.


Pocos, muy pocos, civiles y militares, al servicio del régimen lo hicieron.


Las risitas cambiaron a muecas que trataban de ocultar el pánico.


El régimen, en su momento, no quiso revelar exactamente la cantidad ni la identidad de los funcionarios firmantes con la esperanza que todo había sido parte de un plan.


Además, hacerlo, implicaba admitir lo inadmisible: El Régimen está perdiendo hasta con sus propios empleados.


Por eso ante el aumento de la onda expansiva de apoyo popular a la protesta del 1ro de septiembre el régimen ha dado otro paso atrás.


En esta larga agonía, ahora el régimen persigue a chavistas, civiles y militares, para botarlos de la administración por haber firmado en apoyo al referéndum.


Pero ya es demasiado tarde.


A pesar que el gobierno aún maneja tenebrosos hilos de poder los firmantes se sienten apoyados y desafían.


Muchos de ellos, civiles y militares, públicamente reniegan del PSUV y no quieren ser asociados con el chavismo.


Aunque muchos de ellos de corazon aun lo sean y hayan firmado convencidos que es la única forma de rescatar la revolución de manos de sus enterradores.


Todo esto presenta un cuadro muy favorable para la oposición y oscuro, muy oscuro, para el régimen.


Tan oscuro que jueces y militares ya están gestionando asilos y tratando de llegar de primeros en la cola para ser testigos protegidos del gobierno norteamericano.


Tan oscuro es lo que se le viene encima al régimen que los muchos jerarcas del oficialismo ya han sacado del país a sus familias temiendo lo peor.


Todos estos son signos que el barco del régimen naufraga.


Aun no esta hundido, pero lentamente se está hundiendo.


Bajo los efectos alucinógenos del humo de lumpia Aristóbulo dice que el gobierno atraviesa su momento más peligroso porque la oposición, supuestamente, está  punto de dar un golpe de estado violento.


Aristóbulo al igual que otros operadores del régimen no ve, no quiere ver, la realidad.


Y esta no es otra que el desmoronamiento del régimen y su mal nacida revolución ante sus propios ojos.


No producto de un golpe de estado. Eso sería reivindicante y liberador para ellos.


El régimen está cayendo por decisión soberana de un pueblo que una vez le dió confianza y poder.


La revolución es víctima de su propio pueblo. Humillante.


Lastima que Chávez no vivió para verlo.


Habría sido todo un poema.


En medio de la trona Aristóbulo tiene razón.


Este es el momento más peligroso para el gobierno.


Porque es el momento en que el pueblo les da la espalda y se quedan, literalmente, colgando de una brocha y sin escalera.


Intuitivamente los chavistas que aún le apuestan al régimen dicen: “No hemos perdido la batalla porque aún nos quedan los militares.”


En otras palabras, aun les queda el premio de consolación.


En este contexto, con una voluntad amplia y mayoritaria por el cambio democrático que permea a todos los sectores y estratos de la sociedad, unas fuerzas armadas sin apoyo popular valdrían poco menos que un cascarón vacío.


Y ellos, los militares, que saben muy poco de política pero mucho de tácticas de supervivencia, saben instintivamente cuando la opción más apropiada es la retirada.


Para no perderlo todo.


No, aunque los chavistas del gobierno  sueñen con ello, los militares no se suicidarán por esta caricatura de revolución.


Hasta aquí hemos llegado empujando. Todos. La sociedad. La oposición. La MUD. Los radicales. Los estudiantes. Los trabajadores.


Todos hemos puesto nuestro granito convicción y energía para desafiar las amenazas.


Ha dado resultado.


Este es el momento de empujar.


De seguir empujando en la misma dirección para que el régimen siga retrocediendo.


Hasta que caiga.



domingo, 28 de agosto de 2016

No todos los militares son corruptos

No todos se benefician del negocio de la comida como Marco Torres, Osorio o Molina.

Ni todos son acusados de narcotráfico como Reverol.

Ni todos son pragmáticos y utilitarios como Padrino López.

No se puede meter en un mismo saco de gatos a todos los militares.

Las críticas que se le hacen a los militares van dirigidas específicamente a la conducta inmoral y poco profesional de su cúpula, no a la organización en general que incluye tanto a la cabeza como al resto del cuerpo.

Esta distinción es muy importante desde el punto de vista estratégico porque la cúpula militar manipula hábilmente el espíritu de cuerpo para esconder sus responsabilidades individuales.

Así, por ejemplo, cuando se acusa a altos oficiales por graves hechos de corrupción o narcotráfico la cúpula responde invocando el espíritu del grupo como si los soldados o la tropa fuesen responsables por la actuación de Reverol o Padrino López.

Le quieren hacer sentir a los soldados y oficiales de rangos medios que cada acusación contra un militar corrupto es un ataque contra la institución y cada uno de sus miembros.

Pero esa acción pareciera quedar en la categoría de intento al estrellar su exclusivo valor retórico con la realidad.

En el mundo interno de las fuerzas armadas todo el mundo se conoce.

Allí todos saben quien es quien.

Quienes son militares profesionales y se consideran chavistas, sin participar de los beneficio de los militares enchufados sienten la misma repugnancia que los otros militares menos chavistas frente a la corrupción.

La división real en las Fuerzas Armadas, en realidad, no es entre chavistas y antichavistas.
Después de más de 17 años de propaganda todos deben tener algo de chavismo por dentro.

La diferenciación que se está dando en el mundo militar es entre los militares de arriba y los de abajo.

Los de arriba, enchufados a las bondades del poder y la corrupción y los de abajo pasando hambre como el resto de los venezolanos.

Los militares de abajo aunque sean chavistas se ofenden al ser asociados con aquellos que han destruido la moral de las fuerzas armadas por hechos de corrupción.

Hay mucho mito con el apoyo incondicional de los militares al gobierno.

No hay duda que la cúpula militar está cuadrada con el régimen.

Pero así como no se puede generalizar y decir que todos los militares son corruptos, no todos los militares, aunque sea califiquen como chavistas, apoyan al gobierno.

Y esto lo sabe el alto mando militar.

Por eso Padrino López tiene que caer en el fango de su propia contradicción al defender la tesis que los militares deben participar en política, pero solo de la política del PSUV porque ni siquiera les está permitido hablar con políticos de la oposición.

Darle beligerancia política a los militares se ha convertido en un arma de doble filo para el régimen.

Muchos soldados y oficiales se lo tomaron en serio y firmaron para revocar a su Comandante en Jefe, Nicolás Maduro.

Lo más grave. Les fue dada la oportunidad y no retiraron su firma.

Frente a esto algunos jefes militares regionales están ordenando que se hagan listas de estos militares, posiblemente para someterlos a sanciones disciplinarias.

Todo esto dice mucho de cómo están las cosas en el interior de las Fuerzas Armadas.

No todos los militares son corruptos.

Ni todos apoyan al régimen de Maduro.

La lógica es la lógica.

Aunque el gobierno la quiera ignorar.

sábado, 27 de agosto de 2016

¿Aguantarán la presión?

El gobierno está acorralado por el pueblo.

No sólo es el rechazo de la sociedad entera a la oprobiosa dictadura.

Las bases chavistas siguen expresando su descontento y rechazo al régimen más corrupto e incapaz que haya tenido Venezuela.

Los chavistas de abajo, los de la base, no se rindieron.

Pero tampoco aguantaron la presión inevitable de la realidad.

Estos chavistas se siguen llamando chavistas críticos o de izquierda.

Quieren dejar muy claro que no quieren nada con Maduro y su régimen al tiempo que rememoran los tiempos de gloria del Comandante Supremo.

Ellos están rotundamente ciegos y equivocados.

Aún no entienden que el pecado original de esta debacle comenzó con Hugo Chávez.

Pero eso es algo que habrá que ayudarlos a superar en su momento.

Lo importante hoy es que que los chavistas críticos en miles de millones están dispuestos a sumar su apoyo para sacar a Maduro.

Eso es lo que importa.

Que ellos al igual que el resto del país sumen su esfuerzo para lograr un cambio democrático.

Con todo respeto, bienvenidos.

Los chavistas críticos pasaron por un proceso de profunda revisión y reflexión interna para concluir que el régimen va por el camino equivocado y ese solo conduce al desmantelamiento del país.

Ni se diga del entierro de la llamada revolución.

Ese es el mismo proceso que están viviendo hoy muchos operadores del régimen que todos los días se levantan haciéndose la misma pregunta: ¿Tiene sentido?

Mientras el descontento aumenta en la calle y se incrementa la presión sobre el régimen los jerarcas acuden al último recurso.

La ultima opcion.

Perdida totalmente la calle, el recurso del gobierno es tratar de presionar a sus propios operadores para que no traicionen y salten de bando.

Todo parece indicar que después del 1ro de Septiembre la presión seguirá en aumento y no aguantarán.

Unos se radicalizarán y saldrán como locos con un mazo en la mano.

Otros dirán que ha llegado el momento de negociar.

El final está escrito en la pared.

viernes, 26 de agosto de 2016

Lo que viene luego del fracaso de los militares

Cuando Maduro le entregó el control de la distribución de la comida a los militares hizo una confesión pública.

Estaba admitiendo que ni el gobierno ni el PSUV tenían la capacidad operativa para repartir las bolsas de comida.

También admitía con esa medida que la corrupción con los CLAP estaba fuera de control y quizás era mejor entregarle el negocio del reparto a los militares.

Claro, estos con sistemas más sofisticados para abastecer a los bachaqueros, poner orden pues.

Pero la lógica se mantiene intacta: Arrebatarle a la empresa privada sus funciones naturales de produccion y distribucion.

Ahora los militares se convierten en la tabla de salvación del regimen.

El último bastión.

Al mantener básicamente la misma política el gobierno solo le ha transferido a los militares un problema que no tienen capacidad para resolver.

Una vez que los capitanes y tenientes tomen por asalto las empresas y obliguen a liquidar los inventarios no habrá más nada que reponer.

A los militares les han asignado la imposible tarea de repartir comida que no existe porque no se produce ni hay los dólares para importarla.

En su desesperación Maduro sigue dándole todo el peso de su responsabilidad a las Fuerzas Armadas.

Generales como arroz hasta para repartir papel tualé.

Lo que debe estar sopesando Padrino López es el daño inminente que esta misión la traerá a las FAN.

Porque aunque haya la voluntad para ayudar los militares no son magos.

Ni la comida aparecerá por arte de magia, aunque Padrino López haga una proclama venerando al Comandante Supremo.
De esta forma el régimen arrastra en su degredo y fracaso a su último bastión, las Fuerzas Armadas.

Los militares tendrán que soportar el deshonor del fracaso repartiendo comida que no hay y hacer el ridículo frente a un pueblo que les pierde el respeto y hasta los mira con lastima.

En las colas la gente se pregunta ¿Quién será el General de los huevos? ¿Y quién el de la yuca? ¿Y el pimentón?

Ni las tanquetas más blindadas podrán detener los implacables dardos de la rabia y el humor popular.

Luego de perder la credibilidad y el respeto frente al pueblo, a las Fuerzas Armadas no les quedará más que mansamente colaborar con la inevitable transición política y ocuparse de lo suyo.

Regresar a los cuarteles después del ratón moral, limpiarse la cara y lavar el uniforme.

Todo esto mientras la sociedad, ellos incluidos, se pone de acuerdo para ver cómo recomponemos lo que poco que queda del país.

Y rogar que nadie se acuerde de lo que pasó.

jueves, 25 de agosto de 2016

El miedo de los días finales

Tibisay Lucena y sus comadres están convencidas de su verdad.

Y esa no es otra que hacer lo indecible para tratar de evitarle al régimen un destino que parece definitivo.

Ellas están tratando de servirle a su amo de la mejor manera.

Aunque esto implique para ellas el riesgo de responder penalmente por los fraudes cometidos.

Claro, cuando las cosas cambien.

Y ese es el pánico reptiliano que estremece columna y órganos internos de las rectoras.

La posibilidad de rendir cuentas ante la justicia por sus actuaciones al frente del CNE produce un pánico que justifica hacer cualquier cosa.

Ese es el mismo pánico que se apodera por igual de magistrados judiciales, Generales y otros operadores del régimen cuya responsabilidad civil y administrativa en algún momento será juzgada.

Por eso actúan con absoluta impunidad, apostando a que ese día nunca llegue.

Es un lance de dados inspirado en la desteñida consigna “patria o muerte”

Si la disyuntiva es morir civilmente en una cárcel o servirle al régimen, mejor servirle al régimen por unas semanas más.

Porque si las cosas cambian, si de verdad llegaran a cambiar, todo estaría perdido para ellos.

El miedo es el único y el último recurso que le queda al régimen bolivariano para que sus propios operadores mantengan la moral y no abandonen.

Es la prédica semanal de Diosdado Cabello por TV adornada con amenazas e insinuaciones.

El miedo a rendir cuentas ante la justicia es lo que produce decisiones arbitrarias y absurdas desde el TSJ y el CNE.
Pero también puede producir acciones desesperadas basadas en un instinto natural y primario de supervivencia.

Entonces la lógica que se impone es tratar de negociar primero para “salvar el pellejo.”

Son comportamientos inevitables.

Siempre pasa en los días finales de las dictaduras.-