Ayer fue 24 de julio de 2016.
Fecha para celebrar el natalicio de Simón Bolívar, El Libertador.
Este icono de la historia y la cultura venezolana ha sido ultrajado y prostituido por el chavismo desde sus inicios.
El secuestro del nombre, imagen y significado de Bolívar por parte del chavismo les permitió desde el poder perseguir a sus adversarios como antibolivarianos o traidores de la patria.
En estos últimos 16 años el nombre de Simón Bolívar ha sido abusado por el régimen sin piedad.
El resultado ha sido la destrucción y banalización de su figura.
La fecha de ayer, que ha sido emblemática para todos los venezolanos y seguramente para quienes se autodefinen como chavistas bolivarianos, paso totalmente ignorada. Despreciada.
El pueblo está cansado de tanto hacer colas y pasar hambre.
Los chavistas están cansados del culto y la adoración a Bolívar.
El 24 de julio de 2016 pasó en Venezuela como cualquier otro dia.
Nada especial que celebrar en una fecha que sorprendió al pueblo sumido en su desesperanza y al régimen en su más absoluto desinterés. Ni siquiera hubo ánimo para manosear la imagen de Bolívar como en años anteriores.
Lo de ayer es un signo grave de la destrucción de la República en manos del chavismo.
La pérdida de la identidad histórica y la integridad cultural parecen definitivas.
Lo más emblemático de la jornada de ayer fue el desinterés y el desprecio del alto gobierno con la imagen de, el otrora venerado, Simon Bolivar.
Sin sentirse obligados a explicar su ausencia ni el Presidente de la República, los magistrados del TSJ o el CNE se hicieron presentes en los actos oficiales.
Para las puras imágenes de televisión enviaron ministros y operadores de cuarta categoría que con evidente desgano ejecutaron el protocolo.
Todas la proclamas y la verborrea bolivariana siempre fueron pura facha.
Y para Bolívar ayer, ni siquiera eso.
Nunca hubo en el régimen un interés genuino en reivindicar la imagen de Bolívar.
Siempre lo usaron como una pieza más de publicidad oficialista.
El chavismo oficialista, con sus campañas mediáticas, le exprimio hasta la última gota de sangre a Bolívar para luego tirar el bagazo como lo hizo ayer.
Esto fue un acto de desvergüenza. Quizás uno de los últimos desaires históricos que se le permita al chavismo en el poder.
Pero más que el desaire, la inexplicable ausencia del alto gobierno en los actos oficiales para conmemorar el natalicio de Bolívar refleja el derrumbe de un régimen cansado que ya ni siquiera presta atención a las formas que durante muchos años le sostenían.
Vaya usted a saber en qué diligencia andaban ayer Maduro y el resto de los jerarcas del gobierno que no se presentaron a los actos oficiales.
Imaginamos que en el corre corre del revocatorio, la renuncia, la transición, etc, etc.
Sus prioridades.
Pero eso es irrelevante, anecdótico.
Lo que impacta es presenciar el nuevo entierro de Simón Bolívar en manos de sus más insospechados sepultureros.
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