I.PADRINO. Según Padrino López su nuevo papel será el de poner orden y
disciplina en el gobierno. De esta manera confirma el General la anarquía que
impera en el régimen donde desde sus operadores principales hasta empleados y
funcionarios están en una frenética carrera de “raspado de olla.” Pero no es la
parte civil del régimen la que preocupa a Padrino López. Esos nadaran con la
corriente. Es la militar por su innegable poder disuasivo y represivo. El foco
de Padrino López parece estar centrado en el complejo proceso de destituciones
y enroques en el seno del régimen para asegurarse un control absoluto de los
hilos que conducirán las verdaderas negociaciones y una eventual transición
política.
II. PATADA. Nicolás Maduro es el primero en la lista de víctimas de la
transición. Por eso la jugada de darle superpoderes al Ministro de Defensa
Vladimir Padrino López hay que verla como un esfuerzo definitivo para afrontar
la inevitable transición, pero en sus propios términos. Tener a Padrino López
como su mano derecha y eventualmente como Vicepresidente de la República es de
alguna forma una garantía para protegerse frente a posibles vendettas políticas
de su grupo y de la oposición. La otra lectura de esta jugada es que Maduro se
sacude abiertamente al ala civil de su régimen o sea al PSUV. Maduro entiende
que la base de su poder está en los cuarteles, Padrino López mediante, y no en
el cascarón vacío del PSUV.
III. COHABITACIÓN. Lo más complejo de la transición será el esquema de
relaciones del nuevo gobierno con unas Fuerzas Armadas autoproclamadas como
“socialistas y chavistas.” Regresar a esas Fuerzas Armadas a su cauce
institucional tomará tiempo y políticas muy claras para replantear su papel al
servicio de toda la sociedad y no solo de una parcialidad política. Esto solo
será posible con la cooperación de los estamentos decisores de la corporación
armada, nunca en contra. Ya hay experiencias como la nicaragüense que cuentan
de las dificultades y los logros de este tipo de cohabitación.
IV. FARSA. Rodríguez Zapatero es un agente en la nómina del régimen.
Va y viene en sus gestiones como presunto mediador para dar la impresión de que
se avanza en el falso diálogo. La realidad es que Rodríguez Zapatero ha quedado
en evidencia por su propia palabra como abogado del régimen y no tiene la
confianza ni el respeto de la oposición. El expresidente español llegó
inclusive a argumentar que el Revocatorio no era lo relevante para el diálogo.
Su entrega a los interese del gobierno es evidente. Muy difícil que el diálogo
avance tal como Rodríguez Zapatero lo ha planteado.
V. DIVISIÓN. El chavismo está dividido. Pero la división que cuenta para
entender esta coyuntura no es la que ocurre entre bandas que se disputan el
poder. La verdadera división del chavismo es entre el grupo enchufado al robo y
las bacanales y las bases chavistas en la calle que padecen las mismas
privaciones que el resto de los venezolanos. Todos los estudios de opinión han
sido consistentes al detectar un rechazo del 90% al régimen de Maduro y un
apoyo de 80% al Revocatorio. Eso solo es posible con la expresión contundente y
vigorosa de quienes hasta ayer se consideran chavistas. El régimen está débil y
aislado de sus propias bases, tan solo sostenido por una casta militar que no
parece indiferente a la división.
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