jueves, 1 de junio de 2023

¿Por qué el chavismo va a elecciones?

            Una pregunta que no puede evadirse a la hora de hacer análisis político en Venezuela es ¿Por qué el régimen chavista, a diferencia de otras tiranías, va a elecciones donde se enfrenta con otras opciones y a la final siempre las gana? ¿Por qué el chavismo, con todo el poder político y militar, se “arriesga” a contarse y perder en unas elecciones? Con todos los recursos militares, políticos y financieros el régimen chavista, desde tiempos de Hugo Chávez en la cúspide de su poder, ha podido optar por el modelo político cubano, por ejemplo, y saltarse todas las maromas electorales. ¿Por qué no lo hicieron ¿Por qué no lo hacen?

Hay diferencias sustanciales entre el Estado chavista y otras tiranías que tienen que ver con el entorno geopolítico y la morfología institucional de cada una. Cuba, por ejemplo, aunque está en el área geográfica de influencia de los Estados Unidos no representa ningún interés relevante para el imperio norteamericano. Venezuela, por el contrario, incluso en la era chavista, ha sido un proveedor estratégico y confiable de petróleo para los Estados Unidos, a pesar de los ataques escatológicos que nunca pasan de ser meros formalismos retóricos.

En el desarrollo de esta confrontación entre los Estados Unidos y el chavismo, que se ejercita en varios foros internacionales, este se ve precisado a cumplir ciertos protocolos que le permitan seguir usando las credenciales de legalidad y legitimidad frente a países aliados y  otros que no lo son. Precisamente la fórmula electoral le otorga al Estado chavista las cualidades de legalidad y legitimidad en el concierto internacional para ser reconocido como tal régimen político (más allá de la aventura fallida del interinato de Juan Guaido desmontada por su inefectividad por los propios Estados Unidos). Esto pone la discusión sobre Venezuela en una posición muy cómoda para el chavismo porque parte del reconocimiento de un sistema político que tiene “fallas” las cuales hay que mejorar. Otros dirán que hay que ampliar las garantías políticas como si se tratara de algo que ya existe y cuyo déficit hay que corregir.

Hacer elecciones, aunque sean en un marco estrictamente controlado, le permite al chavismo matar el argumento de los fundamentalistas democráticos que sin tomar en cuenta  la morfología del Estado chavista solo se limitan a dar cuenta de un resultado electoral, porque a fin de cuentas la voluntad del pueblo es la voluntad de Dios. Y si el chavismo sigue ganando todas las elecciones que el propio chavismo organiza en Venezuela en lugar de preguntarse por qué solo habría que resignarse a aceptar que Dios lo ha querido así.

En lo interno el chavismo necesita hacer elecciones, aunque estas sean amañadas, para convencer a sus propias clientelas y persuadir a sus propias Fuerzas Armadas de su origen popular. Las ideas de lo “democrático” y lo “popular” están enraizadas en la cultura política de los venezolanos, de la cual las clientelas chavistas forman parte. La fiesta, el carnaval, y el cotillón electoral son ritos y fetiches necesarios, hasta para los chavistas, a la hora de la consagración democrática. Las elecciones les sirven a las clientelas, civiles y militares, del chavismo para justificarse a sí mismas, aunque nadie vote porque lo que cuenta es el resultado adjudicado por la autoridad electoral.

Pero el chavismo no podría darse el lujo de ir a unas elecciones para perder o para ver su infecunda revolución bolivariana derrotada a los 5 años. Para satisfacer los protocolos de legalidad y legitimidad tanto en la política internacional como en la doméstica el chavismo solo puede ir a unas elecciones que ellos organizan, según su conveniencia, y donde por supuesto también cuentan los votos y adjudican los resultados. Solo así pueden repetir el milagro miles de veces sin que pierda efectividad.

El controlar todo el entramado político e institucional y manejar en forma directa a su falsa oposición son garantías de que esas elecciones, así concebidas, jamás serán un peligro para el Estado chavista. Sin embargo, el chavismo ha demostrado una extraordinaria capacidad para sortear la adversidad de factores geopolíticos y abortar crisis internas de índole civil y militar. Y no se puede descartar que ellos se muevan a otras fórmulas de mayor control político y social, donde quizás se mejore el mecanismo de sometimiento pero sin desprenderse de la imagen democrática.

Mientras el chavismo se presente a sí mismo como un régimen político con fallas, pero legitimado electoralmente por el pueblo, y sea aceptado como tal en la comunidad internacional siempre podrá colearse en las reuniones de los fundamentalistas democráticos y presentar resultados electorales sin que nadie se atreva a cuestionar las fallas de diseño del modelo que los generó. En esas condiciones siempre será rentable políticamente para el chavismo hacer unas elecciones trucadas o cualquier otra cosa que se le parezca.-  @humbertotweets 

Entre la banalidad y la solemnidad del voto

            En la era del Estado de partidos el voto fue manual desde el momento de su emisión hasta el escrutinio. Pero la configuración de un sistema electoral que privilegiaba a los partidos políticos y sus aparatos castigaba a aquellos venezolanos que sin tener maquinarias ni clientelas se postulaban para cargos de elección popular. En ese camino quedaron muchos venezolanos honestos y capaces que habrían podido ser magníficos presidentes de la República o miembros del Congreso, pero el carecer de una maquinaria para defender sus votos en las mesas electorales les negaba automáticamente cualquier posibilidad.

Los dueños de las franquicias partidistas de más influencia en la época (Acción Democrática y Copei) se ufanaban en declarar que ultimadamente “acta (acta de escrutinio electoral) mata voto” y así es que normalmente funcionaba la democracia en el Estado de partidos.

El Estado de partidos, pomposamente llamado “democracia”, fue un régimen político con muchas fallas que más o menos funcionaba pero que inevitablemente nos arrastró al abismo más oscuro y profundo, aún desconocido para entonces, llamado el chavismo.  

El problema con el Estado de partidos no era que el voto manual como tal le ofrecía ventajas a las franquicias del momento para tomar turnos en el poder. El problema fundamental siempre estuvo en la estructuración de un modelo de régimen político que privilegiaba la influencia y el control de los partidos políticos, sobre todos aquellos partidos fundadores de ese sistema, por encima de la voluntad de los ciudadanos en nombre de los cuales ese régimen decía representar.

En la transición del Estado de partidos al Estado de un solo partido el chavismo encontró un terreno fértil para imponer el llamado voto automatizado desde el momento del sufragio hasta su escrutinio y totalización mediante las máquinas de votación. El descrédito del voto manual presentaba la opción de las máquinas como eficiente e inobjetable. Sería el matrimonio perfecto entre política y tecnología.

Con el tiempo quedaría evidenciado que con las máquinas de votación y el voto automatizado no solo era posible perfeccionar y afinar los mecanismos de fraude electoral sino que también sería posible borrar la evidencia del delito perpetrado. Con el voto manual por lo menos había la posibilidad de recontar votos y reconciliar actas si estos documentos aún no habían sido destruidos. Con el voto y el escrutinio automatizado por la máquina, sujeta a la voluntad del programador, el resultado final es definitivo, inauditable, e inapelable.

La tecnología puede ofrecer muchos usos para hacer más eficiente y transparente el proceso de toma de decisiones políticas, incluidas la emisión del voto. Pero aun así con la excusa de hacer más fácil el acto del sufragio no se puede banalizar el voto para reducirlo a una brevísima interacción entre el elector con unas siglas y unos colores mediante la intervención de una máquina en un ambiente de piñata y cotillón electoral.

Algún día, en el futuro, cuando hayamos logrado librarnos de la dictadura de un solo partido habrá que pensar en diseñar un régimen político que verdaderamente le otorgue el poder a los ciudadanos, no a los partidos, y se apoye en la trascendencia y significado de la ceremonia del voto emitido y contado manualmente para decidir con solemnidad los asuntos que conciernen a todos. Papeleta por papeleta, ladrillo por ladrillo, piedra por piedra. Así como se construye una nación.- @humbertotweets

lunes, 29 de mayo de 2023

Las primarias de la falsa oposición ¿Ayudan a sacar al chavismo del poder?

            Solo como un ejercicio estrictamente teórico vamos a suponer por un momento que estamos frente a una dirección política que se autodenomina “la oposición venezolana” conformada por un grupo de partidos y dirigentes que no forman parte del gobierno de Nicolás Maduro y se presentan como alternativa frente a él. Para no contaminar el experimento deliberadamente vamos a ignorar que se trata de los mismos que directa e indirectamente han cohabitado con el régimen chavista en los últimos 20 años.

            Estos venezolanos de buena voluntad, con desprendimiento y generosidad, animados únicamente por el deseo de salvar a Venezuela, nos invitan a acompañarlos en la selección de un candidato presidencial unitario que se enfrentaría a Nicolás Maduro en las elecciones de 2024. Admiten que no es fácil ganarle a Maduro, pero aseguran que el desastre de su gobierno es tal que hasta los chavistas votarían por un candidato opositor.

            Una vez que estos venezolanos de bien se dan cuenta que han captado nuestra atención pero aún no han disipado nuestras dudas, pasan a explicar. La clave para ganarle al chavismo y su maquinaria de fraude está en lograr condiciones y garantías para unas elecciones justas y transparentes. Aunque nos parece recordar que eso lo hemos escuchado antes de oír nuestras objeciones nos atajan asegurando que ya se está trabajando en eso. Que de hecho ya van para casi dos años negociando con el chavismo condiciones y garantías electorales. Aceptan que no ha sido fácil porque el chavismo cada vez que puede agrega más peticiones haciendo prácticamente imposible lograr un acuerdo. Pero hay que insistir, porque la esperanza es lo último que se pierde, dicen.

            Mientras el chavismo se niega a regresar a la mesa de negociaciones para darnos una sorpresa con la fecha de los comicios nosotros ya estamos trabajando convenciendo a la gente de ir a votar y preparándonos para escoger un candidato presidencial único en elecciones primarias, aseveran con gran entusiasmo. Lo mejor de todo es que si la gente sale a votar y vencemos la abstención con un candidato único es posible ganarle a Maduro, aseguran.

Sobre estas bases frágiles y endebles descansan las esperanzas de esa oposición y todos sus candidatos presidenciales. Todo depende de la ilusión metafísica de esperar que el chavismo no entre a manipular directamente la elección del candidato opositor, que además acepte condiciones que afecten sus capacidades de decidir el resultado final, y por si eso fuera poco que se abstenga de usar todo su tinglado militar, judicial y político para desconocer un eventual resultado desfavorable.

Esperar del chavismo todo o tan solo parte de eso es esperar demasiado. Es decir, suponer que el chavismo no se meterá a influir directamente en las primarias de la falsa oposición mediante sus operadores judiciales es una absoluta ingenuidad por decir lo menos. De nada valdrá que se alegue que la inhabilitación de tal o cual candidato es ilegal o que la anulación de este u otro reglamento es inconstitucional. Todo será resuelto en forma legal y constitucional de acuerdo a la legalidad y constitucionalidad chavista ejercitada por sus propios tribunales quedando para la anécdota el puro derecho al pataleo. Y esto es tan solo el comienzo.

Si asumiéramos que la oposición que hoy nos convoca a votar en las elecciones primarias actúa de buena fe entonces tendríamos que, para el beneficio de este ejercicio teórico, preguntarles cómo creen ellos que votando en esa elección y escogiendo un candidato único ayuda a sacar al chavismo del poder. ¿Cuál es el propósito de escoger un candidato para participar en un fraude electoral a sabiendas de que así será? ¿Por qué participar en unas elecciones sin garantías, condiciones, ni fecha? ¿Es que acaso se trata de escoger una candidatura simbólica como la de Rómulo Gallegos en 1941 donde lo que importa son las banderas y el mensaje? Eso sería discutible y quizás hasta aceptable, sin embargo… ¿Cuáles son esas banderas y cuál es la causa que se nos propone?

Lamentablemente tenemos que regresar al terreno de la realidad y dejar a un lado esta experimentación teórica. La realidad es que quienes promueven las primarias de la falsa oposición tienen más de 20 años de fracasos acumulados en sus amagues para tratar de sacar al chavismo del poder y su credibilidad a estas alturas tiene un valor de cero o menos cero. La verdad meridiana es que no habrá forma de derrotar al régimen por vía electoral mientras sea el mismo chavismo quien organice la elección, cuente los votos y decida las impugnaciones.

Quien nos ofrezca la milagrosa salvación electoral lo hará por campante ignorancia o por calculada conveniencia. Pero en cualquier caso demuestra un gran desconocimiento de la grave crisis política e institucional que hoy sacude a Venezuela y menos aún entiende las vías para superarla.- @humbertotweets

jueves, 25 de mayo de 2023

Los militares chavistas también están pasando hambre

            Para nadie es un secreto que en Venezuela así como no hay un Estado nacional venezolano tampoco existe una Fuerza Armada al servicio de la nación. Lo que hay es la Fuerza Armada chavista que, como brazo militar, sostiene al régimen por la vía de la violencia y la represión.

Pero al igual que el régimen chavista necesita recursos económicos para mantener la fidelidad de sus clientelas, también necesita dinero para pagar por la lealtad de una fuerza militar que sin suficientes incentivos podría comenzar a expresar su descontento y entrar en una fase conspirativa.

Sin embargo, en la Venezuela chavista donde el propio régimen destruyó la moneda, desmanteló la economía y dinamitó la industria petrolera no hay forma de pagar a un maestro o a un funcionario público más de 5 dólares al mes. Los recursos por la venta irregular de petróleo en el mercado negro burlando las sanciones internacionales o por la vía del narcolavado se quedan en manos de los intermediadores y operadores del chavismo sin llegar a tocar jamás el tesoro nacional.

Entre la ruina económica nacional y el saqueo de sus propias bandas chavistas el gobierno de Nicolás Maduro tiene serias dificultades para aprobar un aumento de salarios que pague por una canasta básica de más de 500 dólares o inclusive para cancelar los 70 dólares de bonos decretados hace unos días. La pregunta que más inquieta al gobierno de Maduro no es tanto “¿dónde están los reales?” más bien es “¿de dónde saldrán los reales?” para pagar a la burocracia civil y militar que sostiene al régimen.

Y es que la única diferencia entre quienes trabajan para la administración pública y los militares es que aquellos tienen sindicatos para reclamar y estos no. Pero en la propia voz de militares activos y retirados los militares venezolanos al servicio del régimen chavista también están pasando hambre.

Un General al servicio de las Fuerzas Armadas chavistas estaría ganando $40.00, un Coronel $34.00 y un Sargento $24.00. Compárese estos valores con el sueldo promedio de un Coronel en Colombia, Ecuador o Perú que es de más de $3,500 mensuales.

¿Cómo pueden estar pasando hambre los militares chavistas venezolanos si este es un régimen esencialmente militar? Y es que así como no todos los chavistas nacen iguales, tampoco los militares lo son. Están los capos, los jefes de tribus o bandas y sus operadores que forman parte del ecosistema chavista, pero en la base de la pirámide están los ayudantes y peones cuyo valor transaccional es muy poco y son los primeros sacrificados.

Pero la gran cantidad de Mayores Generales, Generales de División, Generales de Brigada y otros altos oficiales  en los cinco componentes militares (Ejército, Armada, Aviación, Guardia Nacional y Milicia) que podrían sobrepasar los 5000 funcionarios son quienes tienen acceso a oportunidades de negocios irregulares dentro del régimen, redondeándose ingresos millonarios en dólares aunque el botín a repartir sea cada vez más pequeño

Por supuesto, menos aún queda por repartir en la pirámide militar desde los Coroneles, Capitanes y Tenientes hacia abajo. Para ellos solo queda que organicen rifas, microempresas y emprendimientos con préstamos del gobierno como públicamente lo han pedido sus superiores o esperar a que los pongan a cuidar una alcabala.

Para los soldados y tropa profesional, bien abajo en la base de la pirámide, un poco más de 5 dólares será suficiente para pagar por los servicios prestados. Este grave desajuste es la razón por la cual han aumentado en los cuarteles los robos de comida, armas y cualquier artefacto que se pueda vender en el mercado negro. Los que no pueden o se cansan de vivir en la mendicidad con uniforme oliva sencillamente optan por desertar, siguiendo los pasos de más de 8 millones de venezolanos.

El régimen chavista y el gobierno de Nicolás Maduro son conscientes de esta bomba de tiempo dentro de sus propias Fuerzas Armadas. Por eso dejan a Vladimir Padrino López al frente del Ministerio de la Defensa para que actúe como el gran apaciguador del descontento. Pero eso ya no basta y ahora el régimen se ve precisado a ejercer violencia y represión sobre su propia estructura militar para no perder el control. Eso explica la proliferación de grupos paramilitares elites (Faes, Sebin, DGCIM, Policía Contra la Corrupción, etc), con funcionarios muy bien pagados, que han sustituido en muchos casos a los cuerpos militares regulares y en otros sirven para vigilar y reprimir a los militares activos.

Hoy hay oficiales en las diferentes jerarquías de las Fuerzas Armadas chavistas que entienden que la razón por la cual muchos militares están pasando hambre es la incapacidad e ineptitud de su propio Comandante en Jefe, Nicolás Maduro Moros. Eso no es poca cosa y es muy importante. Porque lo primero, antes de actuar, es entender.- @humbertotweets 

Venezolanos apátridas

            Hugo Chávez inauguró en Venezuela la odiosa práctica de llamar apátridas a sus adversarios políticos y a todo aquel que no fuera chavista. Se trata de una práctica que ha continuado Nicolás Maduro y sigue a disposición de todo aquel que quiera linchar moralmente a quien no se declare públicamente chavista.

            Habría que apoyarse primero en una idea materialista de Patria como el territorio y sus riquezas (capa basal de la sociedad política, según Gustavo Bueno) donde se desarrollan eventos de carácter histórico que culminan con la apropiación y constitución del Estado. Así diremos que la Patria es anterior al Estado y es el ámbito material de quienes ocupan ese territorio y sus descendientes.

            Siguiendo la premisa anterior podemos decir que un apátrida es una persona sin patria, sin la conexión material, política y económica con ese territorio y su historia del cual formaba parte. Esto es independientemente de los procesos o procedimientos que haya provocado ese nuevo estatus de no tener patria o de ser apátrida.

            Entonces, si hay venezolanos apátridas, lo es no por las razones que dice el chavismo sino más bien por las situaciones que ellos han provocado. Cuando alguien del régimen chavista acusa a un venezolano de apátrida en realidad lo que quiere decir es “vende patria” o “traidor a la patria” en cuyo habría que definir los parámetros de esas expresiones para ver si son procedentes o no.

Si nos atenemos a una definición materialista de la idea de apátrida como una persona a quien se le ha privado de su vínculo político y económico con un territorio y sus riquezas, que ha sido su tierra y fue la de sus padres, entonces podemos identificar dos tipos de apátridas en Venezuela.

Por una parte están los venezolanos que al no ser chavistas son tratados como ciudadanos de segunda o de tercera. Para estos venezolanos no hay seguridad, ni salarios dignos, ni salud, ni educación. Estos compatriotas están condenados a desplazarse internamente en forma infructuosa para sobrevivir, sin poder contar con las ventajas o beneficios de pertenecer a un Estado nacional y quedando reducidos a la condición de verdaderos apátridas dentro de Venezuela.

Por otra parte están los venezolanos que por las mismas razones que afectan a los anteriores se han visto obligados a emigrar y abandonar físicamente el territorio de Venezuela, en contra de su voluntad. Este grupo está conformado por casi 8 millones de venezolanos que deambulan por el mundo tratando de asimilarse a un Estado que les garantice lo que el Estado chavista les negó. Por su visibilidad y notoriedad este grupo es identificado como venezolanos apátridas en sentido estricto.

            Era imposible anticipar que el grito insultante de ¡Apátridas! proferido por Hugo Chávez a quienes no le acompañaban se convertiría, a lo largo de dos décadas, en política de Estado, del Estado chavista claro está.

El empeño del chavismo en negarle a los venezolanos todo, inclusive su patria, no se detiene. La Asamblea Nacional oficialista se dispone a aprobar una ley en virtud de la cual tratará de obligar a los venezolanos que trabajan en el exterior, de los casi 8 millones que han emigrado, a pagar un tributo extra al Estado chavista no importa que sus ingresos ya hayan pagado impuestos en su país de residencia.

El objetivo de esta ley, como otras medidas similares del régimen, no parece ser tanto recaudar dinero extra como presionar a los venezolanos que no puedan o no quieran pagar esa doble tributación a renunciar a su nacionalidad antes que financiar al chavismo con su trabajo.

            Apátrida, más que un insulto, es la condición de millones de venezolanos, dentro y fuera de Venezuela, que han sido despojados por el Estado chavista de la  conexión material y política con su patria.- @humbertotweets

lunes, 22 de mayo de 2023

Los laberintos técnicos y políticos de la falsa oposición

            La falsa oposición venezolana no puede quejarse de que la gente, los ciudadanos, el pueblo no los acompañe lanzándose por el tobogán del fracaso. Y es que la falsa oposición decidió, una vez más, insistir en la inviable tesis de negociaciones y elecciones.

            No hacen falta facultades premonitorias ni sobrenaturales sino un poco de atención y discernimiento para observar y entender lo que ha sido un patrón de conducta sistemático por parte del régimen chavista desde 1999. Negociaciones con la falsa oposición para ganar tiempo y abortar crisis internas y externas. Elecciones automatizadas con resultados inauditables e inapelables donde el chavismo cuenta los votos y adjudica los cargos.

            Esto será así y no cambiará por la vía electoral mientras sea el Estado chavista quien establezca las reglas del juego democrático a su conveniencia y para ello cuente con la bendición de un Tribunal de Justicia chavista, la brutal represión de unas Fuerzas Armadas, también chavistas, y la indiferencia de países amigos y vecinos.

            Así el reto de ejercitar una verdadera y efectiva oposición al régimen político chavista consiste en diseñar formas de lucha y resistencia, civil y militar, que cambien la correlación de fuerzas y logre realmente derrotar al Estado chavista. Esta vía, correctamente planteada, no es expedita, pero combinando apropiadamente diversas tácticas resulta más eficiente al tratar de acumular fuerzas y derrotar al adversario que jugar a entenderse con él o cruzarse de brazos a esperar que algo pase.

            La debacle de la falsa oposición comienza con su cortoplacismo y falta de compromiso en una lucha que busque cambiar, no al gobierno de Nicolás Maduro, sino al régimen chavista en su totalidad. Al reducir el ámbito de la acción política al mero cambio de Hugo Chávez o de Nicolás Maduro la falsa oposición ya va limitando sus propias opciones para ofrecerse como alternativa al verse obligada, por su propia decisión, a tener que jugar dentro del tablero chavista que nunca ofrecerá otras opciones que negociaciones y elecciones.

            Esta vía ha fracasado desde 1999 y a lo largo de estas dos décadas, de una forma u otra, dirigentes de la falsa oposición así lo han admitido para de todas formas regresar a lo mismo. El por qué estos operadores y eternos candidatos presidenciales de la falsa oposición insisten en una vía que ellos mismos admiten como fallida es el resultado de la ignorancia, la ingenuidad o el pragmático interés de hacer negocios con el régimen al tiempo de aparentar ser una oposición que en realidad no es ni será. Ese es un tema que examinaremos en detalle en una próxima oportunidad.

            La falsa oposición hoy está perdida en su propio laberinto, rodeada de calles ciegas que no conducen a ninguna parte. Todos los partidos políticos que forman parte de la llamada Asamblea Nacional del 2015, sin excepción, ejercen una oposición falsa y conveniente al régimen chavista. Todos ellos están asociados al más reciente fracaso del Interinato de Juan Guaidó que no solo no hizo nada para asumirse a sí mismo como un gobierno real frente al chavismo sino que además  saqueo los activos de Venezuela en el exterior y recursos internacionales para ayuda humanitaria con la misma impunidad que el chavismo lo hace en Venezuela.

            Ni el gobierno interino de Juan Guaidó rindió cuentas del dinero que gastó ni los partidos de la Asamblea 2015 lo exigieron. Todos, sin excepción, guardaron silencio ejercitando una solidaridad cómplice y militante. Pero es que tampoco los dirigentes de la falsa oposición y sus candidatos presidenciales han querido rendir cuentas o hacer un balance de su gestión fracasada desde 1999 que insiste en las mismas fórmulas. Lo menos que podrían esperar los venezolanos es un debate que explique cómo y en que se dilapidó el apoyo popular solicitado para elecciones y negociaciones desde 1999. Frente a esto los partidos de la falsa oposición y sus candidatos presidenciales, todos sin excepción, prefieren saltarse la página y pasar directamente al capítulo de las primarias, la farsa electoral del 2024 y sus detalles técnicos.

La inconsistencia e improvisación de la falsa oposición es tal que quieren hacer unas elecciones primarias para elegir a su candidato presidencial  donde votan los venezolanos en el exterior, sin captahuellas y sin CNE. Pero luego ese candidato seleccionado, que podría ser inhabilitado en cualquier momento por el Estado chavista, tendría que aceptar ir a una morisqueta electoral sin los votos del exterior, con captahuelas y con un Consejo Electoral chavista que cuente los votos y adjudique los resultados.

            Entonces ¿Cuál es el sentido de ir a votar si lo fundamental del sistema electoral y político sigue intacto? ¿Para qué ir a votar en unas primarias cuyo resultado ya está siendo influenciado directamente por el régimen chavista con trampas e infiltrados? Y más aún ¿Para qué votar en la farsa electoral del 2024 si los candidatos de la falsa oposición, todos, reconocen con su discurso y su conducta la debilidad de esa opción?

            Mientras la falsa oposición y sus candidatos siguen ensimismados y extraviados en sus laberintos de pequeños tecnicismos e ilusiones recicladas, los venezolanos siguen buscando opciones reales frente al chavismo. La nueva lucha sindical y gremial, liderada por sindicatos independientes, puede hacer mucho más por los venezolanos que los fracasos acumulados de la falsa oposición en dos décadas.- @humbertotweets

jueves, 18 de mayo de 2023

El chavismo mató la gallina de los huevos de oro (negro)

            Hace ya muchos años leímos del poeta griego Esopo la fábula de "La gallina de los huevos de oro”. La breve historia refería a un campesino muy pobre a quien le fue regalada una gallina que ponía huevos de oro. Este inesperado evento cambió la suerte del campesino quien emocionado veía como cada día la gallina ponía un huevo de oro el cual el afortunado hombre llevaba a la ciudad para venderlo por un alto precio.

Según Esopo al campesino, intrigado por la producción diaria de un huevo de oro, se le ocurrió la idea de matar a la gallina para descubrir la mina que habría allí escondida poniendo así fin a su tan inesperada como sorpresiva buena suerte.

La fábula de La gallina de los huevos de oro de Esopo aplica, casi literalmente, a lo que Hugo Chávez y el chavismo hicieron con PDVSA, otrora empresa bandera de la república de Venezuela.

Expertos en materia petrolera (Rafael Quiroz entre otros) coinciden que luego de su fundación en 1976 los primeros 10 años de PDVSA fueron los mejores por su eficiencia y producción que rondaba los 3.5 millones de barriles de petróleo diarios. También fueron los años cuando la naciente empresa tuvo que resistir las presiones y los ataques de un Estado de partidos que nunca disimuló ni descanso en su empeño por ponerle la mano.

De hecho los progresos de la empresa petrolera que eran reconocidos en el mundo al mismo tiempo eran minimizados políticos y operadores mediáticos que apostaban por una PDVSA “al servicio del pueblo” y no de la casta aristocrática y profesional enquistada en su gerencia. Aunque esa “casta” arisca y renuente a seguir líneas de partidos haya sido la culpable de mantener los altos niveles de producción, diversificar sus productos y entregarle jugosas divisas al fisco nacional.

Con la llegada de Chávez al poder en 1999 comenzó el resquebrajamiento del Estado nacional venezolano para convertirse en otra cosa. El populismo y la demagogia chavista fueron la vía expedita para finalmente cumplir el sueño de finalmente “poner a PDVSA al servicio del pueblo”. El sueño de los operadores políticos de sacar a discreción recursos de PDVSA se transformaría con el tiempo en una pesadilla para la empresa estatal y para todos los venezolanos.

En 2002 la mayoría de los trabajadores, empleados y gerentes de PDVSA se sumaron a la huelga nacional contra el gobierno de Hugo Chávez lo cual fue aprovechado por este para despedir a más de 18 mil empleados. Este personal especializado sería sustituido en forma improvisada por militantes chavistas sin credenciales ni experiencia en la industria petrolera.

Luego con la designación de Rafael Ramírez como presidente de PDVSA y Zar del petróleo en Venezuela se reduciría el papel de la empresa estratégica más importante de Venezuela al fomento de areperas sin arepas, la distribución de cajitas de comida en mal estado (CLAP), y pagador de nóminas engrosadas por las clientelas del PSUV.

Ya entonces la PDVSA controlada por el chavismo no podría entregar sus ganancias al tesoro nacional, porque estos recursos comezarían a ser manejados en forma arbitraria y discrecional como la caja chica personal de Hugo Chávez y las mafias que le acompañaban.

Tampoco habría recursos para reinvertir en el mantenimiento de instalaciones e infraestructura y menos aún para la compra o el desarrollo de nuevas tecnologías.

El resultado ha sido el desmantelamiento total de PDVSA. Consultoras especializadas reportan frecuentes desplomes de las plataformas petroleras, accidentes por mal funcionamiento de equipos obsoletos y más de 18 derrames de petróleo cada día. Resulta irónico que para controlar el impacto de estos derrames el régimen se haya visto forzado a quemar gas y petróleo cuya cantidad es desconocida pero que  se estima en cientos de millones de dólares al día.

La PDVSA de hoy es insalvable, porque no hay nada que salvar aunque algunos politiqueros por intereses propios propongan privatizarla (María Corina Machado) sin explicar bajo qué condiciones una empresa privada podría considerar comprar una ruina donde quizás lo único que tenga algún valor comercial sean sus siglas. Este tipo de iniciativas suelen ser aprovechadas por los empresarios de maletín, porque ningún empresario, serio, solvente y profesional se atrevería.

Otros se rasgan sus vestiduras y parten sus lanzas para justificar la salvación de una empresa que es inviable e irrecuperable (Henrique Capriles), abrigando la esperanza de ponerle la mano a cualquier cosa que el chavismo deje de PDVSA para hacer exactamente lo mismo.

Lo que es evidente es que el Chavismo, tal como el avaro de la fábula de Esopo, mató a la gallina de los huevos de oro. De la otrora gran empresa nacional hoy lo que queda es una oficina que maneja papeles y administra contratos para, a muy duras penas, producir unos 600 mil barriles de petróleo diario (según Forbes) de los cuales 100 mil son comprados directamente por los Estados Unidos, vía Chevron, y los otros 500 mil son colocados en el mercado negro en forma irregular a través de operaciones encubiertas como las articuladas por Tareck El Aissami y por las cuales el gobierno ha perdido más de 100 mil millones de dólares.

Luego de matar a la gallina de los huevos de oro el destino del chavismo no es otro que el de entenderse con los Estados Unidos que a la final ha resultado un oportuno y buen comprador de petróleo.- @humbertotweets