domingo, 31 de diciembre de 2017

Los atajos de la MUD

La obsesión fetichista de los partidos de la MUD con la salida electoral ha resultado ser su perdición. El argumento del voto podría ser políticamente correcto e impecable bajo un régimen de garantías y libertades, pero no bajo una dictadura que como la de Maduro ha dado suficientes demostraciones de desprecio por las formas democráticas.
A pesar de que los técnicos de la propia MUD han denunciado la variedad y sofisticación del fraude electoral del régimen los partidos de la MUD siguen empeñados en hacerle el juego al gobierno con su charada electoral. Y este ha sido uno de los temas centrales en las negociaciones entre el gobierno y la MUD. O sea la esperanza ingenua de que el gobierno de alguna forma logre acordar un cambio de condiciones electorales que les permita perder el poder.
Las elecciones bajo el régimen chavista, ahora en su mutación madurista, solo han servido para distraer energías con la ilusión de un cambio democrático. Pero ese cambio es imposible porque el sistema político y electoral está diseñado para permitir que todos participen pero solo uno, el gobierno, gane.
Igualmente las negociaciones entre gobierno y MUD crean una falsa expectativa de mejoría que nunca será tal. Aunque ambos factores quieran lucir políticamente correctos y como si estuviesen defendiendo las banderas de la sensatez no es posible atender la grave emergencia humanitaria de Venezuela si no hay un cambio profundo y radical de régimen político.
Cualquier concesión que el gobierno le haga a la oposición electoral será con el objetivo de llevarla al terreno de las elecciones donde el régimen espera ser legitimado por 6 años más.
En lugar de oponer resistencia y organizar la oposición nacional al régimen para lograr su derrocamiento la MUD ha optado por atajos que han hecho más difícil el cambio político. Las negociaciones y las elecciones son eso, atajos que distraen esfuerzos de las tareas fundamentales de organizar la protesta y el descontento en la calle.
El colaboracionismo de la MUD surge justamente cuando el apoyo del régimen es más precario que nunca en la calle y la situación social y política lo hace insostenible. La única forma que el madurismo civil y  militar pueda subsistir será gracias al salvavidas que le lance la MUD. Y este salvavidas viene en la forma de una participación electoral que tanto necesita el régimen para presentarse como legítimo dentro y fuera del país.
Sin embargo, las protestas espontáneas que se han sucedido en los últimos días que no han sido convocadas por la MUD y se multiplican cada día parecen ser la expresión de una nueva oposición. Una oposición que no esta en busca de un mesías o un salvador. Es la gente cansada de los abusos del régimen y las traiciones de la MUD que sale a la calle a protestar sin previo aviso.
Aparte de negociaciones y elecciones la MUD no tiene más nada que ofrecer políticamente. Desde el punto de vista de la tesis política la MUD está totalmente agotada y rebasada por la realidad. Aislada en su mundo solo atina a proponer la elección de un candidato único en primarias como salida a la grave crisis nacional.
Mientras la MUD sigue extraviada jugando truco en un tablero de ajedrez en la calle parece estar en marcha un gran movimiento nacional de oposición que sin mesías ni atajos mantiene intacto el único objetivo político del momento: Derrocar la narcodictadura. @humbertotweets


jueves, 28 de diciembre de 2017

Presos políticos en libertad condicional

Desde el punto de vista humano celebramos que hoy algunos presos políticos venezolanos se hayan reunido nuevamente con sus familias. Es inenarrable el drama y las torturas que ellos y sus familiares han sufrido solo por protestar contra la dictadura, y por la libertad de Venezuela. Varios de ellos con boletas de excarcelación emitidas desde hace más de un año por los mismos tribunales del régimen, y solo hasta ahora salen en libertad.
La crueldad de esta circunstancia y el final de este episodio no nos puede eximir de analizar el contexto y las implicaciones que tendrán esas liberaciones. En primer lugar se trata de una liberación que no busca reconciliar políticamente al país, es más bien un chantaje contra el resto de los venezolanos. Una amnistía general e incondicional de presos políticos, civiles y militares sí habría sido un signo material de intención en rectificar y reconciliar, pero eso sería demasiado esperar de la perversidad de los esbirros chavistas.
No fue un acto lleno de bondad la liberación condicional de estos presos, quienes además serán obligados a emprender una especie de proceso de reeducación, diseñado por la oprobiosa comisión de la verdad. Por si esto fuese poco, Delcy Rodríguez agregó que están previstas formas para “reparar” a las supuestas víctimas de las protestas.
Entonces es una libertad que no es tal. Los liberados tendrán toda suerte de vigilancia, régimen de presentación, y hasta clases para lavarles el cerebro y sacarles cualquier idea democrática de la cabeza. Privadamente, los custodios de los detenidos les dijeron que si de verdad querían ser libres tendrían que abandonar el país. Y aunque abandonar el país obligado por razones políticas tampoco es libertad, los custodios tienen razón.
Cada preso político que ha sido liberado en este contexto responde a circunstancias muy específicas, y pertenece a la lista de algún capo del régimen. No voy aquí a adelantarme a juzgar el uso que cada uno hará de esta “libertad condicional”. La mayoría son dirigentes políticos y activistas sociales conscientes de la tragedia que vive Venezuela y de que la dictadura sacará provecho de sus liberaciones. Ellos tendrán que decidir si siguen en la política y la forma de hacerlo de aquí en adelante.
Sin embargo, sabemos que el régimen tratará de usar la liberación misma de los presos y su libertad condicional para procurarse ventajas en dos escenarios: Las negociaciones con la MUD y la protesta en la calle.
Con estas liberaciones, el gobierno le permite a la MUD reclamar una supuesta victoria que será usada para justificar el reconocimiento de la Constituyente en las negociaciones de República Dominicana y, lo más grave, seguir jugando dentro de la legalidad del estado chavista. Pero la forma como el gobierno lo hizo fue tan vulgar y humillante que difícilmente esto se pueda presentar como un triunfo de la causa democrática.
Por otra parte es posible que varios de estos presos decidan tomar el camino que les ofrece la siniestra comisión de la verdad y se conviertan “voluntariamente” en los nuevos voceros de la ideología del régimen: “Dentro de la legalidad del estado chavista todo, fuera de ella nada”. Lo sabremos cuando algunos de ellos comiencen a actuar y se conviertan en fervientes defensores de la salida electoral o se presten, como lo hizo Yon Goicoechea, para pagar por su libertad condicional.
La diabólica estrategia de la dictadura es usar a la MUD y a algunos presos políticos liberados condicionalmente como portavoces de su agenda política para debilitar la lucha democrática. Esto llevará a falsas proclamas tales como: “La salida no es la protesta en la calle sino la protesta electoral”. Esta narrativa solo es endosada por quienes se etiquetan como opositores pero en realidad colaboran, en forma voluntaria o involuntaria, con el régimen para su legitimación y la de su perversa Constituyente.

domingo, 24 de diciembre de 2017

PSUV-MUD: Dos facciones del régimen

Sin duda es muy difícil combatir a dos enemigos al mismo tiempo. Eso es totalmente contraproducente para cualquier estrategia política o militar. Pero esta ley de la guerra no debe empañar el juicio para caracterizar correctamente a un enemigo único que se presenta como dos cabezas del mismo monstruo.
Ese es el dilema que tenemos en Venezuela a la hora de luchar contra la dictadura chavista y desmarcarnos de la oposición colaboracionista de la MUD. Hay quienes dicen, con buena intención pero absoluta ignorancia de la política y la guerra que mientras la oposición permanezca dividida no será posible derrotar al régimen. Esto significa la oposición en su sentido más amplio, como un saco de gatos donde todos caben: Los opositores de verdad y los colaboracionistas.
Bajo esa falacia siempre se invoca la unidad de la oposición para enfrentar al chavismo, pero en realidad se trata de una falsa unidad oportunista y electoral que le hace el juego al propio chavismo. Son quienes arbitrariamente desde la MUD se han atribuido la condición de representar a millones de opositores para defender una agenda de negociación que solo beneficia al régimen.
Es vital declararle la guerra a la falsa oposición porque su efecto tóxico es más perverso y devastador que el propio chavismo al propagar falsas ilusiones electorales que terminan atornillando al régimen. Además su papel para confundir ha sido instrumental. Unas veces llamando a votar aunque no haya las más mínimas garantías políticas ni electorales. Otras simulando promover la abstención, pero postulando candidatos, a escondidas,  a través de otros partidos como lo hicieron recientemente en las elecciones de alcaldes.
Mientras el país colapsa con sus instituciones y servicios, sin dinero, ni comida, ni medicinas, ni gasolina esa falsa oposición invierte su desprestigiado capital político tratando de negociar con el régimen una salida electoral que siempre será en los términos que favorezcan al estado chavista para nunca entregar el poder. La gente en la calle está enardecida y se siente frustrada e impotente ante tanto engaño y traición. Pero los partidos de la MUD prefieren jugar a desmovilizar la protesta para tratar de complacer a un gobierno que les sigue ofreciendo muestras públicas de desprecio ante tanta sumisión (hasta inhabilitaron electoralmente a los partidos de la MUD!).
Lo que podría explicar esa apuesta a la servidumbre voluntaria que hace la MUD como su estrategia política elite es su exclusivo interés en ir a una transición de gobierno que les permita heredar los privilegios que hoy tiene el estado chavista. Pero no es una transición para que todo siga igual en un estado secuestrado por el clientelismo partidista, hoy rojo y mañana de otro color, lo que necesitamos. Es una ruptura con el estado chavista que permita avanzar para refundar la república sobre bases democráticas, éticas y constitucionales con separación absoluta e independencia de poderes públicos.
No se trata de una batalla contra dos adversarios. Se trata de enfrentar dos formas de hacer política que significan el mismo modelo de corrupción que representan el régimen chavista y los partidos de la MUD. Por eso ambas facciones coinciden en buscar formas de cohabitación política que eventualmente lleven a una supuesta “transición democrática” @humbertotweets


jueves, 21 de diciembre de 2017

Oposición, a pesar de la MUD

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se ha convertido en un frustrante dique de contención de la oposición venezolana. Esa alianza de franquicias electorales ha perdido completamente el apoyo y la credibilidad que tuvo en algún momento por allá en el lejano 2015. Su conducta errática de marchas y contramarchas ha sido la forma más efectiva de colaboración política con el régimen, quien —gracias a esos auxilios— prolonga su agonía.
Siguiendo las políticas de la MUD se ha perdido un tiempo valioso en fórmulas legalistas y electorales con un régimen que no respeta la ley ni los votos. Este año, además, se perdieron más de un centenar de vidas jóvenes en unas jornadas de protesta diseñadas para fracasar, porque nunca tuvieron como propósito derrocar a la dictadura, sino protestar contra ella para —ingenuamente— esperar su renuncia al poder. De otra forma no se podría explicar por qué la MUD nunca quiso organizar la protesta a escala masiva y nacional, una huelga general por ejemplo, y en lugar de ello se concentró durante semanas en el sospechoso cuadrante de la autopista del este de Caracas.
Para esconder su incapacidad en la conducción de la lucha democrática, la MUD nos propone renunciar a la única vía que históricamente ha demostrado ser la más efectiva para derrocar dictaduras: La insurrección de los ciudadanos. En su lugar plantea elecciones y negociar con el régimen.
Ambas propuestas llevan implícito el objetivo de desmovilizar la calle, que es a lo que más teme el régimen. En lugar de organizar la protesta, la MUD pide participar en elecciones fraudulentas, concebidas para favorecer al gobierno y ayudar a propagar la ilusión de un cambio por la vía del voto, desconociendo así, deliberadamente, la abundante evidencia de que el chavismo no entregará el poder de ninguna manera que no implique su expulsión por la fuerza.
Nuevamente, en vez de ponerse a la cabeza de la protesta social y luchar al lado de las víctimas, la MUD se alinea dócilmente al lado de los victimarios. Se presenta disminuida a una mesa de negociación con el régimen, con peticiones que son verdaderamente patéticas y lastimosas: Un rector más en el CNE que tampoco tendrá autoridad, ayuda humanitaria que será administrada por las FANB y los colectivos chavistas, y la liberación de presos políticos contemplados en una lista fantasma que ni siquiera es reconocida por el Foro Penal.
En caso de que estas peticiones sean aceptadas por el régimen, vienen completamente castradas desde el principio. No resuelven los problemas de fondo que deberían resolver, y además —lo más grave— no contribuyen con el propósito fundamental de derrocar a la dictadura y sacar al chavismo del poder. Pero aun cuando todo ello signifique un acto de sodomía política disimulada para la MUD, el régimen tampoco se da por complacido, y no muestra interés siquiera en admitirlas.
No puede haber interés de parte del régimen porque ya ha logrado lo que quería: Ganar tiempo para afianzar su Constituyente y asegurarse la participación electoral de la MUD en las presidenciales del 2018, lo cual se da por descontado.
A estas alturas es absolutamente irrelevante lo que acuerden gobierno y MUD en Enero de 2018. Cualquier cosa que decidan buscará desmovilizar y desalentar la inmensa ola de protestas que se avecinan ante el colapso económico y social. Veremos a la MUD haciendo causa común con el régimen, actuando como apagafuegos del conflicto y llamando a la “protesta electoral”.  Corresponde entonces a amplios sectores de la verdadera oposición asumir una política innegociable de confrontación y ruptura con la dictadura del estado chavista para derrocarlo,  a pesar de lo que diga la MUD.

domingo, 17 de diciembre de 2017

No hay salida electoral

Mientras la república colapsa y el régimen consolida su poder político y militar, la MUD implosiona al quedarse sin tesis ni respuestas para salir de la crisis. Primero por miopía y luego por conveniencia la Mesa de la Unidad Democrática siempre apostó a una salida electoral de la dictadura. Esta historia de elecciones fraudulentas, que casi siempre gana el chavismo y de vez en cuando le adjudican algo a la oposición, lleva ya dieciocho años.
Durante este tiempo el discurso de la falsa oposición ha sido llamar a las elecciones como una vía para derrotar el régimen. El problema es que bien temprano el régimen secuestro todos los poderes y aunque la mayoría del país este en su contra, como ocurre ahora, no es posible comprobarlo electoralmente porque todas las instancias del estado operan en su favor.
Por esta vía podemos seguir asistiendo a eventos electorales durante 20 años más y los resultados serán idénticos. El poder seguirá en manos del chavismo ahora con sus mutaciones maduristas o diosdadistas con una oposición amaestrada para protestar dentro de los rígidos límites que le permite el régimen, pero sin posibilidad alguna de llegar al gobierno.
Por la vía de provocar situaciones que se presentan como definitivas (Constituyente y elecciones fraudulentas, por ejemplo)  el régimen ha seguido una estrategia coherente para mantenerse en el poder a pesar de ser una evidente minoría del país. Se han inventado una pseudo legalidad, en la cual participa la MUD, que les da la excusa para usar el poder militar en su beneficio y en contra de la población civil.
Es una necedad que la MUD insista en forma fetichista con la consigna voto, voto, voto, cuando lo que tiene al frente es una batería de cañones. La única explicación lógica a este comportamiento es que efectivamente la MUD y sus partidos ya decidieron entregar la lucha y claudicar para sobrevivir políticamente en una nueva situación política de cohabitación con el chavismo.
En este contexto seguir llamando a elecciones como la única vía para enfrentar a la dictadura no es sino hacerle el juego a la estrategia hegemónica del régimen que ahora usa como sus propios agentes a operadores de la MUD que tratan de influir sobre el resto de la oposición. En este sentido la narrativa de la MUD ha sido muy útil para confundir y desmovilizar a amplios sectores que efectivamente quieren una salida pacífica a este conflicto.
Para articular una nueva estrategia de poder desde la oposición venezolana lo primero es entender que la salida de este régimen no será electoral. Esto ayudaría poner la situación en una perspectiva más realista para valorar lo que se tienen y lo que se necesita para derrocar a la tiranía. Partiendo de esa premisa habría que invertir más energías en la organización de la lucha ciudadana para energizar la protesta social en lugar de propagar el adormecimiento de la gente ante una falsa expectativa de cambio electoral.
Igualmente esto permitiría coordinar iniciativas con la comunidad internacional para aumentar medidas de presión sobre la dictadura de Venezuela sin descartar una intervención directa para detener su colapso y que sus nefastos efectos se propaguen a otros países de la región.
Las consignas electoreras durante dieciocho años solo han servido para que metamos la cabeza debajo de la tierra y mientras la dictadura se consolida en el poder. Asumir que no hay salida electoral al conflicto político en Venezuela significa asumir la realidad tal como es, sin maquillaje, para entenderla, estudiarla y transformarla. No para negarla. @humbertotweets


jueves, 14 de diciembre de 2017

¿Con quién ha estado negociando la MUD?

La muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013 dejó en el poder a un grupo que genéricamente se ha denominado como chavismo. Allí convergen diferentes subgrupos y tendencias segmentados por el grado de su actividad criminal o por la intensidad de su apetito de poder. Chávez cuidadosamente dividió los factores civiles y militares de su gobierno para asegurarse un control total sin riesgo de inesperados desafíos o traiciones.
Así le entregó sectores enteros de la actividad pública a clanes chavistas para mantenerlos en línea. De allí surgieron los boliburgueses, los bolichicos, el clan Maduro, el clan Cabello y el clan Ramírez entre muchos otros grupos del sofisticado entramado de corrupción chavista.
Al desaparecer Chávez quien arbitraba los conflictos de intereses de esas facciones estas quedaron reguladas por su propia dinámica de poder y ambición. Detrás de la aparente imagen monolítica y disciplinada del chavismo comenzaron a surgir signos reales de graves contradicciones en su seno algunas de las cuales han estallado mientras otras están en plena ebullición.
En ese proceso de purga el chavismo como tal ha ido desapareciendo para mutar en dos grupos que cada dia son mas perceptibles: El madurismo y el diosdadismo. El reparto de las posiciones civiles y militares claves del gobierno se ha venido haciendo de acuerdo a los arreglos de estos dos grupos que también han coincidido en la aniquilación de otras pequeñas facciones rivales. Así fueron progresivamente alejados operadores tales como Rodríguez Torres, Alcalá Cordones, Ortega Díaz y muchos otros que han sido execrados por traición a la revolución.
La reciente defenestración de Rafael Ramírez, antiguo zar de PDVSA y el hombre encargado de proteger financieramente a la familia inmediata de Hugo Chávez, confirma que nadie, fuera del entorno de Maduro, tiene inmunidad ni siquiera por haber acompañado al comandante en sus últimas horas. La caída de Ramírez no es poca cosa porque se trata del grupo financiero del régimen que alimentó a Boliburgueses, Bolichicos y sus conexiones con factores financieros de la Mesa de la Unidad Democrática MUD. Aunque el Fiscal Tarek Saab dice que es un ataque a la corrupción resulta muy claro que se trata de una guerra a cuchillo entre pandillas.
Una vez liquidado el clan Ramírez solo queda un facción atravesada en el camino de Maduro para asegurarse un poder absoluto: La de Diosdado Cabello. Lidiar con el grupo de Cabello no sera tan facil porque cuenta con apoyo militar y seguramente más aceptación en los cuadros chavistas que el propio Maduro. Sin embargo, su decapitación como presidente de la Constituyente fue un claro signo que ese ajuste de cuentas está en pleno desarrollo. Pero no puede haber duda que un hombre que lleva semanalmente a generales a desfilar y pararse firmes en su program de television es un hombre con poder e influencia en el gobierno.

Así como la MUD no representa a toda la oposición Jorge y Delcy Rodríguez no representan a todo el bloque oficialista en esas negociaciones. El grupo de Diosdado Cabello y las facciones militares que lo acompañan no están alli. Y ese es un detalle muy importante porque Diosdado Cabello es claramente el otro factor de poder de ese estado chavista. Además el es el único miembro del alto gobierno que no ha sido sancionado por los Estados Unidos y astuto operador que parece cuidar muy bien sus pasos. Por eso Cabello no se hizo representar y asistió personalmente en Junio de 2015 junto a Delcy Rodríguez a las negociaciones con Thomas Shannon en Haití. Quizás la MUD ha estado negociando con la facción equivocada.- @humbertotweets

domingo, 10 de diciembre de 2017

Más sanciones contra la dictadura

En el contexto de un estado fallido, como el venezolano, no hay la menor posibilidad de lograr un cambio político por la vía electoral. El régimen controla todos los hilos del poder que hacen imposible una elección transparente ni que exista un poder que trate de remediarlo. Convocar a elecciones manipuladas ya se hizo un hábito para el gobierno y la MUD, ambos siguen propagando la ilusión de un cambio dentro del estado chavista como una manera de desmovilizar la protesta y cualquier intento de rebelión militar.
La protesta y cualquier intento de rebelión podrían en evidencia la dramática desproporción en la correlación de fuerzas entre el régimen y los ciudadanos. Mientras el gobierno moviliza a los militares armados hasta los dientes del otro lado los enfrentan con piedras y escudos de madera. En esas condiciones no importa cuánto heroísmo se derroche nunca será posible poner al régimen a la defensiva.
Por eso hemos insistido en que la participación del factor militar es esencial para revertir la situación política en Venezuela. Sin embargo, estamos hablando de toda una estructura militar que ha sido corrompida en sus diferentes niveles y con diferentes modalidades. Esas tendencias militares que coexisten en el seno de las FANB de una u otra forma participan del reparto de las prebendas que hace el régimen para tenerlos a su lado. Es muy difícil esperar que de mantenerse esta situación los militares encuentren algún incentivo para rebelarse contra un gobierno que les ha hecho concesiones inimaginables.
Las sanciones económicas que los Estados Unidos, Canadá y la Comunidad Europea han aplicado contra operadores civiles y militares específicos del régimen buscan provocar una crisis política interna que lleve, eventualmente, a una fractura de la coalición gobernante. Estas sanciones se han concretado en la forma de bloqueo al acceso de cuentas en dólares y la prohibición de hacer transacciones bancarias internacionales lo que golpea directamente el corazón del implicado quien no podrá usar ese dinero para su beneficio o el de sus familiares.
Las sanciones internacionales contra jerarcas del régimen han sido mucho más efectivas que una medida de embargo comercial al petróleo venezolano. Se trata de la única medida que ha puesto al gobierno contra la pared. Tan es así que es el punto más importante en la agenda del gobierno en sus negociaciones con la MUD. El gobierno ha dicho con claridad que en esas negociaciones busca el levantamiento de las sanciones económicas que según ellos le impiden a Venezuela refinanciar su deuda o comprar alimentos y medicinas.
Resulta más condenable y perverso que sea la propia MUD quien se muestre dispuesta a mediar un alivio de las sanciones que le permitan al régimen mayor margen de maniobra. Julio Borges y otros voceros de la MUD no ocultan que estarían dispuestos a aprobarle al régimen  nuevas operaciones de deuda en la Asamblea Nacional.
Lo que debería hacer la MUD y la Asamblea Nacional es pedirle a la comunidad internacional sanciones más severas contra la dictadura venezolana y sus operadores porque esto permitiría la fractura de su poder interno tan necesaria para su derrocamiento. Claro, debería ser así, si y sólo si la MUD estuviese negociando para deponer al régimen y no para lanzarle un salvavidas.-

jueves, 7 de diciembre de 2017

Los negocios de la dictadura y la MUD

Es justificado el rechazo que sienten los venezolanos por las negociaciones entre el gobierno y la MUD. El tiempo ha develado las verdaderas intenciones de ambos factores. Para el gobierno, seguir alargando su tiempo en el poder; y para la MUD, entrar en una conveniente cohabitación con el régimen. En ambos casos nada se traduce en un alivio, ni siquiera temporal, ante el alto grado de sufrimiento y padecimiento de millones de venezolanos bajo esta tiranía.
Los operadores políticos han tratado de presentar estas negociaciones como la única salida para resolver la profunda crisis política y social que vive el país. El régimen con más crímenes políticos en toda la historia republicana dice con cinismo que esas negociaciones son para alcanzar la paz. La MUD, por su parte, ratifica que el objetivo es lograr mejores condiciones para ir a unas elecciones con garantías, apostándole todo el éxito de su empeño a la palabra de un gobierno de malandros.
Lo que han logrado esas negociaciones entre gobierno y MUD es desalentar la lucha de calle contra la dictadura para trasladarla al oscuro tablero de una mesa servida a la medida del régimen. En rondas sucesivas de engaño, el régimen insiste en que quiere negociar, la MUD le hace el juego, pero todo sigue igual. Mientras tanto, el tiempo precioso e irreparable sigue pasando, otorgando ventajas que podrían ser cruciales para beneficiar al régimen en los próximos meses.
Mientras la MUD canceló todas las otras formas de lucha, el régimen ha aprovechado cada segundo que ha logrado arrebatar para seguir consolidando su Constituyente y llevar adelante una purga que le permita liquidar cualquier intento de resistencia en su propio seno. El gobierno, además, ha usado en su propio beneficio la debilidad electoral de la MUD. Al saber desde ya que la MUD tiene la decisión tomada de ir a las elecciones presidenciales de 2018 independientemente de los resultados de las negociaciones, el gobierno tiene muy poco incentivo para hacer concesiones reales.
Así que cualquier migaja que el régimen le conceda a la MUD tendrá que ser presentada como un logro glorioso de la “lucha democrática”, cuando en realidad esconde una estafa contra la esperanza de millones de venezolanos. Estas migajas vendrán en la forma de concesiones que no cambian la naturaleza represiva del régimen ni mejoran las condiciones para su salida.
La MUD —que ejerce la política como un negocio— no está en condiciones de liderar la verdadera oposición. La oposición electorera de la MUD es transaccional y tiene un afán utilitario que la lleva a negociar incluso derechos universales e irrenunciables como el derecho a la vida y el derecho a la libertad.
Así como pedir la renuncia de Nicolás Maduro no tiene más que un inocuo efecto simbólico, pedirle a la MUD que se haga a un lado y deje sus negocios con el régimen no es más una petición que será rotundamente ignorada. No se le puede pedir a la MUD que renuncie a su esencia colaboracionista y negociadora que le ha rendido beneficios burocráticos; es preciso hacerla a un lado junto al régimen, como su socio mayor.
Cada día se hace mucho más claro que para salir del régimen hay que salir primero de la MUD y de su visión tóxica y oportunista de la política como negocio o como reparto de un botín.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Negociación MUD-dictadura es inmoral

A riesgo de que me llamen iluso, romántico o teórico soy un convencido que si es posible hacer política con un alto sentido de la moral. El pragmatismo político asocia el ejercicio de la política a la mentira, la trampa y la zancadilla. Una pésima interpretación de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo asegura que el fin justifica los medios con la pretensión de que cualquier atrocidad física o moral es aceptable para lograr un propósito político.
Bajo la barbarie del chavismo en Venezuela se ha reducido el ejercicio de la política a un vulgar acto de pillaje. Pero esa banalización del concepto de la política no sólo es atribuible a los operadores del régimen. Igualmente la oposición electoral ha contribuido a degradar el sentido de la política al realizar las más insólitas piruetas políticas para llegar al gobierno.
El chavismo que dice ser socialista improvisa decisiones de gobierno que no son ni socialistas ni capitalistas. Para ellos lo mismo da ser una cosa u otra con tal y seguir saqueando el tesoro nacional en nombre de una revolución que no existe ni siquiera en el papel.
Por su parte los partidos agrupados en la Mesa de la Unidad operan como una alianza de intereses grupales para tratar de ponerle la mano al gobierno. En nombre de la falsa unidad allí conviven posiciones políticas variopintas de izquierda y derecha, diversas formas de hacer oposición la mayoría colaboracionistas y conciliadoras. Difícilmente podrá salir de esa viscosa y tóxica tizana la fibra para derrocar la dictadura y recomponer la república.
Mientras el país literalmente se desangra el régimen y la MUD siguen disfrutando de su conveniente cogobierno. La dictadura despliega toda serie de maniobras para seguir en el poder en contra del 80% del país, con políticas que van en contra del sentido común y con el solo apoyo de la cúpula militar. Por su parte, la MUD se diluye en sus propias contradicciones pero defiende a muerte su derecho a recibir migajas del régimen en forma de gobernaciones, alcaldías o contratos.
El gobierno ha sabido manipular las ansias de poder que medran en la MUD. Por eso usa eficientemente la política del garrote y la zanahoria. Ejerce una represión selectiva sobre algunos elementos de la MUD y luego les ofrece elecciones y prebendas para que estos sigan operando como sus  propagandistas. Este es el contexto real de las negociaciones.
La MUD asiste a estas sesiones de “diálogo” con el régimen en una posición de evidente debilidad. Por el discurso y las acciones de sus operadores ya se sabe que independientemente de lo que se decida en estos acuerdos la MUD ya tiene una decisión tomada de ir a las elecciones presidenciales del 2018. Y el gobierno lo sabe. Con esa certeza el régimen no tiene incentivos para darles migajas mayores a la MUD que no pasen de concesiones burocráticas seguramente limitadas a aumentar la cuota opositora en el CNE.
A cambio el régimen no solo se asegura la obediencia absoluta de la MUD sino que la convierte en defensora de la estafa electoral de la dictadura. Llamar a  votar en elecciones con la palabra de Maduro, Cabello y El Aissami como garantías electorales es tan solo la cuota inicial del pago que se le exige a la MUD. A esto habrá que sumar la disposición que hay en la Asamblea Nacional a aprobar nuevos endeudamientos al régimen y pedirle a la comunidad internacional que modere las presiones.
Mientras la inmoralidad sea la que presida las negociaciones entre gobierno y MUD ningún cambio político profundo será viable. Solo está asegurada la cohabitación. @humbertotweets


jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Qué ofrece la MUD a cambio?

Esta semana continúa la farsa de las negociaciones entre el régimen y la MUD. Estas se desarrollan en el marco de la peor crisis económica y social en Venezuela. El colapso de la salud pública y la imposibilidad de acceso a los alimentos afectan ya a millones de venezolanos. La gente se está muriendo de infecciones e inanición. Sin embargo, tanto el régimen como la MUD siguen jugando en el mismo tablero, mientras los venezolanos son tratados como fichas de negociación.
El gobierno tiene muy claro su objetivo en esas negociaciones: Ganar tiempo. Esto es vital  para avanzar con su Constituyente hacia una situación que, según su pseudo legalidad, parezca irreversible. Todo acuerdo que el régimen suscriba y toda promesa que haga  siempre estarán sujetos a lo que resuelva la Constituyente, la cual actúa como válvula de seguridad. Por eso cualquier negociación que comience antes de la total disolución de esa Constituyente estará condenada al fracaso.
La MUD, por su parte, enfrenta una grave crisis de legitimidad. La alianza de oposición electoral ha sido repudiada y rechazada por amplios sectores de la sociedad, debido a que se evidencia una política colaboracionista con el régimen. Este rechazo obligó a la MUD a no postular directamente candidatos en las elecciones de alcaldes, aunque finalmente lo hicieron a escondidas. De igual forma, la aparición de la alianza “Soy Venezuela” y el surgimiento de un movimiento amplio de abstencionarios,  confirman que el sector opositor está dividido y que muchos venezolanos no se sienten representados por la MUD.
A la crisis de legitimidad que enfrenta la MUD se suma la falta de credibilidad derivada de un discurso falso e incoherente que ha quedado en evidencia muchas veces. En un último intento por superar sus propias fallas de diseño, la MUD asiste esta semana a República Dominicana con tres peticiones para el gobierno: 1) Apertura de canal humanitario; 2) Liberación de los presos políticos; y 3) Garantías para elecciones libres.
Independientemente de las parciales y microscópicas concesiones que el régimen pueda hacer en cada una de esas tres peticiones, lo relevante es que la estructura de poder cívico militar sobre la que opera el Estado chavista seguirá intacta. En lugar de articular una estrategia nacional e internacional para derrocar a la dictadura, la MUD prefiere  negociar con el régimen “paños de agua tibia” para tapar los graves y agudos problemas que requieren remedios mayores.
El domingo pasado, el propio Julio Borges  admitió sin rubor las profundas debilidades de la táctica de la MUD: “Tenemos ya dos años pidiéndole al gobierno la apertura del canal humanitario, y lo seguiremos haciendo.”
Lo que no dice la MUD es qué está dispuesta a ofrecer al gobierno a cambio de esas peticiones. Y esto es lo que desnuda su falsedad. ¿Vale la pena negociar soluciones aparentes y parciales, a cambio de hacer más fuerte al régimen? En otras palabras, ¿vale la pena que dejen entrar a Venezuela unos bultos de comida o de medicinas, que liberen selectivamente unos presos políticos y que le den otro rector a la MUD en el CNE, a cambio de someterse a la Constituyente fraudulenta? ¿A cambio de que la Asamblea Nacional le apruebe nuevas operaciones de endeudamiento al régimen? ¿O a cambio de luchar para siempre dentro de la constitución chavista?
El peaje que la MUD estaría dispuesta a pagar resulta mucho más caro, en términos humanos y políticos, que las migajas que les han prometido. Un camino más costoso, porque deja el destino de la república en manos de una política de pedigüeños y de servidumbre voluntaria, con la cual podremos conseguir de vez en cuando una bolsa de comida, pero jamás la libertad.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Los verdaderos espacios de lucha

El daño que la MUD le ha hecho a la causa democrática es tan grave como el que le ha hecho el régimen a la república. Casi irreparable. De la dictadura chavista sabemos a qué atenernos. Se trata de un modelo corrupto y tiránico que se instaló en 1999 con la intención de jamás abandonar el poder.
En el caso de la MUD y la llamada oposición electoral el daño es más perverso porque viene escondido en forma de esperanza e ilusión. La MUD ha llevado adelante una estrategia de oposición al régimen que no ha hecho otra cosa que legitimarlo y hacerlo más fuerte.
Es innegable que el discurso electoral de la MUD sorprendió en su buena fe a millones de venezolanos que siempre asistieron puntualmente a votar como una forma de salir del régimen. Sin embargo, la realidad destruye la ilusión electoral. La verdad es que estamos en dictadura y no hay salida electoral viable mientras la tiranía controle el poder.
Con este discurso legitimador de la dictadura la MUD se ha convertido en el mejor agente del régimen para propagar y fortalecer su agenda. El gobierno usa operadores de la MUD para hacerles repetir consignas tales como “dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada” y “votar para ganar espacios de lucha”. El objetivo de estas consignas es desmovilizar a la sociedad para hacerle creer que el cambio político sólo será posible dentro de una institucionalidad que no existe.
La lucha que nos propone la MUD y sus desacreditados partidos es una lucha de brazos caídos, de ruego y postración ante el tirano. En lugar de apostar por la organización de la protesta popular y la movilización esta oposición solo hace ejercicio de su apetito burocrático para lograr puestos en la Asamblea Nacional, en las gobernaciones y ahora en las alcaldías para satisfacer a su clientela.
La oposición al estilo de la MUD es la de los espacios burocráticos que el régimen le adjudica para hacerlos parte de su sistema de prebendas y control social. La dictadura sabe que mientras la oposición siga ocupada en la vía electoral no habrá movilización de calle porque esta siempre será desmontada por la propia dirección política de la oposición como ya se ha visto.
De poco o nada ha servido que la MUD tenga el control de la Asamblea Nacional. El pueblo les dio un mandato que ellos mismos se negaron a cumplir enredándose en laberintos oportunistas para terminar con ningún logro de significación para la causa democrática. Los cuatro gobernadores adjudicados a Acción Democrática y los alcaldes que la dictadura le ceda a la MUD no podrán hacer más que pagar nómina y repartir contratos. Ninguno de ellos está dispuesto a confrontar la dictadura. Por el contrario, todos ellos con gusto se arrodillan ante el régimen con tal y los dejen en sus cargos.
La manera oportunista y burocrática de hacer oposición que propone la MUD debe ser desechada porque en sí constituye una estafa política apoyada en el atajo electoral y las negociaciones con e régimen. Los únicos espacios de lucha a la orden de los ciudadanos son la movilización de calle, la clandestinidad y el exilio para articular una gran fuerza nacional e internacional que derroque la tiranía. Estos son los verdaderos espacios de lucha que históricamente han funcionado contra las dictaduras.


jueves, 23 de noviembre de 2017

El auxilio internacional a Venezuela

En condiciones normales, la salida a una crisis política en democracia debería ser el resultado de la  activación de mecanismos constitucionales para corregir esa situación. No es el caso de Venezuela, donde la Constitución vigente y la autoridad constituida responden a los intereses de una camarilla que ha tomado por asalto el poder, sin intención de devolverlo.
La Constitución chavista de 1999, tan venerada por dirigentes “opositores”, no contiene las fórmulas ni las previsiones para resolver democráticamente una crisis política. Por el contrario, opera como una enrevesada superestructura para concentrar todo el poder en manos del Estado chavista, banalizando al nivel de caricatura la separación de poderes y la participación democrática de los ciudadanos.
Ni siquiera la invocación de los populares artículos 333 y 350 de esa Constitución tienen algo más que un valor simbólico cuando el monopolio de las armas lo tienen los militares y el hampa común; lo cual hace absolutamente inocuo el derecho a rebelión por parte de los ciudadanos, quienes están completamente desarmados e indefensos ante el chantaje militar.
El control que ejerce el régimen sobre el poder judicial y las FANB han dejado a la población civil a merced de la persecución y la represión. Todas las políticas que ejecuta el régimen están diseñadas para imponer la voluntad de la minoría sobre el 80% del país que no tiene ninguna forma militar o institucional para defenderse, y menos aún para hacer respetar sus derechos.
Este es el contexto que justifica la intervención de la comunidad internacional en Venezuela para acudir en auxilio de un pueblo que es víctima de su propio gobierno. Ningún cambio que se plantee por la vía electoral será viable mientras esta dictadura siga en el poder. Habrá elecciones, negociaciones y hasta cohabitación, pero la estructura de poder del Estado chavista seguirá intacta en las mismas manos.
La comunidad internacional debe intervenir en forma directa y cuanto antes para detener a la fuerza militar venezolana que ataca a la población civil de su país. Esta intervención no puede ser basada en el interés económico y geopolítico exclusivo de una sola nación, por ejemplo como los Estados Unidos. Debería ser el concierto y el acuerdo de un foro más diverso como la OEA, que conforme una fuerza multinacional para acudir en rescate de la democracia venezolana, cuyo fracaso se convierte en una amenaza para el resto de los países de la región.
Oponer a la intervención el argumento de la soberanía es un ejercicio de hipocresía del cual participan el régimen y su socio, la oposición electoral. Ellos insisten en que los demás repitan que los problemas de Venezuela los resolvemos los venezolanos. Pero no es cierto que los venezolanos tenemos los mecanismos institucionales para restablecer la democracia, someter a militares forajidos y, además, expulsar al ejército cubano invasor con sus más de 45.000 efectivos. Eso, simplemente, no es posible.
Detrás de la retórica pseudo-nacionalista y patriotera se esconde el inconfesable interés de dejar las cosas como están y reproducir formas alevosas de servidumbre voluntaria, para que la sociedad acepte esta aberración como algo normal e inmodificable. Un régimen que desmanteló la república y se entregó en brazos de Rusia, China y Cuba a cambio de apoyo económico y militar, no tiene ninguna moral para oponerse a la necesaria intervención de la comunidad internacional, la cual debe acudir en auxilio del 80% del país que desea recuperar su soberanía.

A lo largo de la historia, cientos de miles de venezolanos han recorrido países del mundo para defender la causa democrática y las ideas republicanas. Hoy, Venezuela pide que esos países envíen sus soldados para defender la misma causa y las mismas ideas, y en auxilio de sus ciudadanos. @humbertotweets

domingo, 19 de noviembre de 2017

¿Cómo afecta el default a los militares?

Sin el chantaje de los militares sobre la población civil no estaríamos viviendo esta pesadilla. En una república democrática y de leyes la fuerza armada estaría al servicio de la institucionalidad, no del partido gobernante. Ese no es el caso de Venezuela, donde el chavismo convirtió las FANB en el ala militar de su partido.
El apoyo de los militares al régimen no se fundamenta en una posición política ni en una convicción ideológica. Por el contrario, ese respaldo ha sido cosechado sobre la base de una corrupción masiva que ha pervertido la función de los  militares. Las formas varían según la jerarquía.
Los de rango elevado participan de esquemas complejos de manipulación financiera con bonos de la república, dólares preferenciales y narcolavado. Luego están los que se benefician del manejo de recursos públicos sin ningún tipo de control fiscal. Y en la base de la pirámide están los que no pueden recibir las migajas sobrantes y se les asigna en puestos de control, alcabalas, aeropuertos y aduanas para que extorsionen a los ciudadanos y completen su salario.
Toda esta trama ha enhebrado a cada uno de los oficiales con mando de tropa en las FANB a un nivel de comicidad del cual es prácticamente imposible zafarse a menos que se esté dispuesto a convertirse en testigo protegido del gobierno norteamericano.
El régimen ha sido muy diligente para promover la corrupción masiva en el seno de las FANB y así asegurarse en forma casi automática apoyos y vencer cualquier tipo de disidencia. Esta política de comprar el apoyo de los militares ha funcionado porque que está montada en la naturaleza rentista del estado venezolano que permite el fácil acceso a petrodólares y divisas para su operación.
Pero el colapso financiero de Venezuela podría darle un giro violento e inesperado al apoyo servil de los militares al régimen. Y el default es tan solo uno de los múltiples eventos desencadenantes de ese colapso.  El default es la imposibilidad material que enfrenta la república para pagar sus deudas. En otras palabras las reservas en dólares no son suficientes para pagar los bonos de deuda ni sus intereses. Esto provocará que los acreedores declaren formalmente que Venezuela está en default y esto a su vez lleve al cierre de líneas de crédito y préstamos a la república
Este torniquete financiero tendrá un severo impacto en todo el país y sin duda afectará operaciones de corrupción y narcolavado que permiten el lucro de amplios sectores en las fuerzas armadas. Hasta ahora los efectivos militares han vivido en una burbuja, aislados de la realidad, evadiendo las penurias de la crisis que afecta al resto de los venezolanos. Pero eso está llegando a su final.
El default significa que no habrá dinero real para pagarles a los soldados. Tendrán que pagarles con precarias bolsas de comida. Tampoco habrá recursos para sostener el entramado de corrupción militar que opera desde los más altos niveles hasta alcabalas y aduanas. La complicidad de esas fraternidades será sometida a prueba en una lucha sin cuartel entre los militares que aún tienen acceso al botín y los que no. El default podría provocar una importante fractura en la estructura de una FANB que vive del clientelismo en la corrupción. 


jueves, 16 de noviembre de 2017

Sepelio electoral

Venezuela se ha convertido en un gran cementerio. No es exageración. Ni es metáfora. Es la macabra realidad que nos consume, lentamente, día a día. Millones de venezolanos no tienen comida, ni dinero para comprarla. Tampoco gozan los privilegios de los enchufados, ni corren con “la suerte” de aquellos a quienes les llegan las migajas en bolsas CLAP. A esto hay que agregar la falta de recursos para comprar medicamentos; unos son muy costosos, y otros ni siquiera existen en el mercado local.
Esta imposibilidad de acceso a medicinas y alimentos es la causa directa del deterioro físico y mental de muchos venezolanos. Cuando el detrimento avanza a un estado casi terminal, no hay otra salida que ir a morir a los hospitales, los cuales se han convertido en antros de hacinamiento e insalubridad.
Quienes tratan de sobrellevar estoicamente estas carencias con rigurosas prácticas de austeridad, tampoco logran evitar la fatalidad. La muerte ronda en Venezuela por todas partes, y te puede emboscar en cualquier esquina como violencia política o violencia criminal. El país ha quedado en manos de bandas armadas que te asesinan por pensar distinto o por no llevar dinero suficiente al momento del “arrebatón”. No hay diferencia.
En el estado chavista la muerte y la tortura son usadas como perversos y eficientes mecanismos de control social. Es la única forma en que una minoría como el chavismo puede mantenerse en el poder en Venezuela, a pesar del rechazo del 80% del país. La violencia y el odio son deliberados y adquieren carácter de política de Estado para mantener chantajeada a toda la sociedad.
No se puede negociar con un régimen que no duda un segundo en sacrificar a su propia población civil para seguir en el poder. La muerte como arma política es el resultado de una voluntad definida que no va a cambiar en una mesa de negociación. Voceros calificados del chavismo lo han dicho una y mil veces. Nunca van a entregar el poder, al menos no por las buenas. Y hay que creerles, porque hasta ahora todas las amenazas las han cumplido. En eso no han sido mentirosos.
Enfrentada a esta situación, la alianza de partidos opositores (MUD) prefiere ignorar la nauseabunda realidad; entiende perfectamente que reconocerla obligaría a tomar acciones que no están dispuestos a asumir. Ignorar la realidad prepara el terreno para seguir por el atajo electoral, y ahora, además, por el de la cohabitación. Así, el discurso opositor —abundante en falacias bienintencionadas— se abraza a la muerte en lugar de combatirla, como si después de ese abrazo quedara alguna esperanza de vida.
Detrás de los llamados a votar sin garantías y a negociar sin objetivos con la dictadura, solo se esconde el afanoso deseo de claudicar la lucha democrática y convivir con el régimen, no de enfrentarlo. Y lo más pernicioso es que esos llamados se hacen para, supuestamente, evitar una guerra en la cual, a pesar de lo que digan estos “opositores”, ya estamos metidos. El monopolio de la violencia lo ejerce el régimen y así continuará a pesar de todas las concesiones que hagan los partidos de la MUD.
Que una u otra alcaldía quede en manos de los burócratas del régimen o de los camuflados de la MUD no hace ninguna diferencia en un país saqueado y al borde del colapso económico. Ni resuelve el diario dilema entre la vida y la muerte. Y lo más grave es que la mafia cívico-militar de poder chavista se mantiene intacta como lo ha estado a lo largo de estos dieciocho años. Mientras la MUD y el régimen continúan en su fiesta electoral, democrática y cívica, Venezuela se sigue desangrando. Esto en realidad parece más un sepelio, donde el gobierno y sus colaboradores ponen la urna y el pueblo los muertos.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Definiciones de la nueva oposición

El fracaso político de la Mesa de la Unidad Democrática está determinado por su falta de claridad en los objetivos e incoherencia. La MUD es la heredera de las consignas colaboracionistas de la oposición electorera desde 1999 que se ha reciclado en sus formas en estos dieciocho años, pero que mantiene intacta su táctica de pelear contra el régimen sin un intento real de disputarle el poder.
Hay tres definiciones fundamentales desde la óptica de la oposición al régimen que la MUD falló en identificar desde un comienzo: 1) No caracterizar al naciente régimen de Chávez como una dictadura; 2) No denunciar y enfrentar la Constitución fraudulenta de 1999; y 3) Aceptar la vía electoral como la única para confrontar a la dictadura.
Desde un principio Chávez no disimuló su intención en desmontar las estructuras democráticas para crear un aparato totalitario con barniz democrático. Este ha sido un proceso progresivo que se ha hecho más evidente con el paso del tiempo. La dirección política de la oposición siempre sostuvo que estábamos en presencia de un gobierno autoritario más no de una dictadura. Esta falacia condiciono severamente las posibilidades de articular una estrategia exitosa partiendo de un diagnóstico correcto de la realidad resultando en una irreparable pérdida de tiempo y oportunidades para el cambio.
Aún hoy hay quienes desde la oposición electoral se niegan a llamar a esto dictadura y a estos se suman otros que, aunque usan la palabra, se comportan como si estuviésemos en democracia.
El desmantelamiento del estado venezolano para instaurar el nuevo estado chavista comenzó con la Constitución de 1999 que fue aprobada en abierto fraude a la Constitución de 1961. El hecho de que haya sido aprobada en forma fraudulenta no le da más fuerza. Pero en lugar de denunciarla la oposición partidista se abrazó a ella e hizo de la Constitución chavista su Constitución al punto de defenderla como propia. Importante victoria se anotó el régimen cuando obligó a su oposición a aceptar y defender el documento base de estructura de poder.
Como una consecuencia de lo anterior la oposición en un insólito ejercicio de suicidio político renunció a todas las demás formas de lucha política para privilegiar la participación electoral dentro del estado chavista. Esta participación se ha dado en condiciones de fraude y desventaja que mientras el sistema no cambie jamás arrojara resultados distintos.
Sin embargo, la participación electoral ha sido el señuelo que ha usado el gobierno para poner a la oposición a defender las políticas del régimen. Son los mismos operadores de la MUD quienes llevan adelante el discurso legitimador del régimen que, viniendo de estos “opositores”, logra confundir y persuadir a amplios sectores que genuinamente apuestan por el cambio.
Como era previsible la estrategia política de esa “oposición” ha sido derrotada por la realidad. Las incoherencias y el colaboracionismo de estos operadores ha quedado al descubierto provocando una crisis cuya resolución natural debe ser la desaparición de la MUD, como dirección política de la oposición, para dar paso a una nueva formación política y ciudadana con una agenda de lucha clara y coherente contra la dictadura.
Centrar el debate en nombres de aspirantes y no en tesis políticas también hundirá a los herederos de la MUD que hoy la tratan de reciclar con caras nuevas pero con las mismas estrategias derrotistas que comenzaron en 1999. 


miércoles, 8 de noviembre de 2017

Unidad de propósito Vs. falsa unidad

Voceros de la extinta MUD solo admiten hablar de la derrota del 15 de octubre como un fracaso electoral. Quienes desde esa oposición escuetamente avalan al régimen, aseguran que el chavismo milagrosamente se recuperó. Otros, más incoherentes, ahora se atreven a pronunciar la palabra fraude pero sin renunciar a sus hábitos electoreros. En uno y otro caso la obsesión con el tema electoral les impide reconocer una derrota cualitativamente más grave: la derrota política.
La agenda de la Mesa de la Unidad Democrática, propuesta desde enero de 2016 para salir del régimen de Maduro, ha venido de fracaso en fracaso. En lugar de acumular fuerzas sociales para lograr una masa crítica que permita derrocar a la dictadura, los esfuerzos se han diluido en escaramuzas electorales, las cuales han terminado desmoralizando a la mayoría del país que se identifica como oposición.
La falta de claridad en el objetivo (transición de gobierno o ruptura con el estado chavista) y su resultante improvisación, ha traído como consecuencia una dramática derrota para la dirección política de la oposición. El no entender que se lucha contra una dictadura con la cual es imposible negociar a no ser que ello signifique entregarlo todo, ha sido parte de la falla de diseño en la estrategia opositora.
Igualmente, el aceptar desde un principio y hasta ahora las reglas de juego del estado chavista consagradas en la Constitución de 1999, ha limitado las posibilidades de crecimiento, fuerza, y coherencia de esta oposición.
Luchar contra esta dictadura se ha reducido a un mero intento de sustituir un gobierno por otro, como si aún estuviésemos en democracia. Esto ha condicionado a la oposición electoral a centrarse más en sus opciones presidenciales que en definir una estrategia común o una política para derrocar al régimen.
Los partidos de la ex MUD siguen operando como franquicias de posibles candidatos presidenciales, quienes lo único que proponen para enfrentar la grave crisis política son su propio nombre y su dudosa capacidad.
La llamada Mesa de la Unidad Democrática siempre veneró con pasión fetichista una supuesta unidad. Lo fue para repartirse las candidaturas en las elecciones legislativas del 2015 y las de gobernadores del 2017. Fue una unidad de letras, siglas y candidatos, pero nunca fue una unidad en torno a una agenda de lucha o una propuesta política de ruptura con el régimen.
Quienes ahora tratan de desmarcarse del fracaso de la MUD hablan de relanzar esa misma unidad, de hacer elecciones primarias y escoger un candidato unitario para ir a las presidenciales de 2018. Sin ni siquiera abordar un debate serio sobre la derrota política, estos partidos (Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo, Avanzada Progresista y Causa R) quieren pasar la página y moverse rápidamente hacia el único tablero que entienden, el electoral.
La idea de unidad en torno a un candidato presidencial de la oposición para seguir legitimando el fraude político es  falsa, porque no resuelve la verdadera inquietud del 80% de los venezolanos sobre cómo salir de esta dictadura. ¿Qué hacer si se pierden las elecciones presidenciales de 2018? ¿Seguir votando ad infinitum?

El régimen tiene razones para celebrar y alentar la falsa unidad, porque su oportunismo electoral divide y confunde a la oposición. Frente a esta falsa unidad para seguir en lo mismo, debemos convocar a una unidad de propósito, que se articule en una nueva dirección política y sume voluntades en torno al objetivo común: Romper con el sistema del estado chavista consagrado en la Constitución de 1999 y su subproducto consecuencial, la dictadura de Nicolás Maduro. @humbertotweets