jueves, 28 de julio de 2022

La nueva burguesía madurista

La nueva normalidad que busca el régimen chavista está muy lejos de mostrar una verdadera recuperación económica o un país estable con oportunidades para todos cuyo Estado sea garante de la paz y la seguridad. La normalidad que pretende el chavismo es más la aceptación sumisa del régimen político más nefasto que haya conocido Venezuela como un hecho irreversible a inmodificable. El plan que tiene el chavismo no es uno para recuperar a Venezuela sino para atornillarse en el poder al precio de seguir destruyendo el país. La situación interna y externa parece favorecer por el momento las pretensiones chavistas.

Internamente el chavismo ha logrado reducir la falsa oposición a un simple mamotreto colaboracionista, primer defensor del régimen político y la Constitución de 1999. Con esa oposición dispuesta a participar en los fraudes electorales del régimen para hacerle el juego no hay ninguna perspectiva real de sacar al chavismo del poder por medios políticos convencionales. Hacer que la falsa oposición asuma la defensa del régimen político chavista es quizás el logro político más importante que haya obtenido el chavismo.

Los intentos de rebelión civil y militar por sectores que se niegan a convivir con el régimen han sido sofocados violentamente. Las protestas han desaparecido por una debilidad material para organizarse y por el descrédito de una dirigencia política que solo se aparece para tomarse autorretratos.

El régimen chavista en general y el gobierno de Nicolás Maduro en lo particular han sido muy eficientes a la hora de purgar a los sectores militares que podrían rebelarse. Aún persisten temores que dentro del complejo ecosistema de grupos y pandillas que operan en el régimen chavista algunos se puedan coordinar para atentar contra Maduro. Pero por los momentos Nicolás Maduro parece tener un control absoluto de sus Fuerzas Militares a través de Vladimir Padrino López, más aun ahora que los oficiales más o menos identificados con Diosdado Cabello han sido retirados o apresados.

Sin una verdadera oposición política, sin protestas en la calle y con unas Fuerzas Armadas corruptas y sumisas la situación política interna parece estar bajo control del régimen. A esto habría que sumar la posición privilegiada que ahora tiene el chavismo en el concierto internacional donde aun siendo un aliado militar de Rusia los Estados Unidos insisten en una política de ablandamiento y levantamiento de sanciones como estrategia para enfrentar al Estado chavista.

El no tener una oposición interna ni externa le brinda al chavismo una inmejorable oportunidad para invertir energías en la recuperación del país. Esto parecería normal por la naturaleza gansteril y criminal de sus componentes. El único plan que tiene el chavismo es seguir en el poder al precio que sea para continuar con su empresa criminal. No hay otro.

El discurso del milagro económico venezolano intenta convencer a los incautos que Venezuela se está recuperando de la noche a la mañana y como por arte de magia. De un momento a otro comienzan a fluir ríos de dólares y a florecer restaurantes y ventas de vehículos de lujo. Los Bodegones surgen como símbolo de esa recuperación donde se puede importar los quesos y el caviar más costoso aunque más de la mitad de la población se esté muriendo de hambre.

La pregunta que no se responde es… ¿de dónde ha salido todo ese dinero que parece llover del cielo como un maná inagotable? La industria petrolera está quebrada y sus niveles de producción no pasan de ser simbólicos. El oro saqueado del Arco Minero se va quedando en la vía a Caracas y a Bogotá y poco o nada llega al tesoro nacional. El deterioro de la infraestructura más la inseguridad jurídica y personal siguen siendo factores que impiden la reactivación de empresas e industrias. Entonces ¿de dónde sale todo ese dinero? El caos institucional orquestado deliberadamente por el chavismo ha hecho de Venezuela un paraíso ideal para el narcolavado. Grandes masas de dinero fluye como el Orinoco por toda Venezuela inundando hasta los pueblos más pequeños con restaurantes y Centros Comerciales, aunque la mayoría de la población no tenga los dólares suficientes para comprar allí.

Controlada la situación política y militar el régimen avanza con su plan de la nueva normalidad en lo económico. Así como el régimen tiene una oposición a su medida y unas Fuerzas Armadas totalmente controladas, de igual forma necesita disponer de su propia burguesía. Lo que hay hasta ahora es un entramado donde se cruzan los cables y los intereses entre Boliburgueses y Bolichicos cuyos grupos no atienden necesariamente a la macolla del régimen integrada por Nicolás Maduro, los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy), y Vladimir Padrino López.

El régimen chavista dispone de todo el aparato legal para hacer lo que le dé la gana, inclusive violar su propia Constitución. En un régimen como el chavista las leyes no se hacen para regular las relaciones entre los ciudadanos y entre estos y el Estado. La ley es ultimadamente el capricho del funcionario tomando la decisión. Aquí las leyes tienen más un sentido de instrucciones y directrices generales que deben ser usadas por la burocracia oficial y en algunos casos lo que buscan es regular las relaciones entre los diferentes grupos de interés que operan dentro del régimen.

Con la recién aprobada Ley de Zonas Económicas Especiales lo que en realidad está buscando el régimen es crear las condiciones y los incentivos para fomentar su propia burguesía. Esta sería una burguesía oficial de filiación madurista como ocurre en las actuales Fuerzas Armadas. La decisión sobre quienes serán beneficiados con el privilegio de participar en estas Zonas Económicas Especiales corresponde, como es lógico, al Presidente de la República. Allí los nuevos oligarcas maduristas podrán hacer negocios y traficar sin más limitaciones que las que le imponga el propio presidente adjudicador del privilegio.

Estas ZEE serán no solo paraísos fiscales para el narcolavado sino que además estarán exentas de la jurisdicción de la Ley del Trabajo a los efectos de las relaciones laborales. Detalle este último que no ha logrado avergonzar al sindicalerismo chavista. Con esta legislación y otras el gobierno de Maduro apuesta por la creación de sus propios segmentos burgueses que respondan a los intereses de la triada gobernante y no a otros.- @humbertotweets

lunes, 25 de julio de 2022

Ni primarias ni consenso

            La falsa oposición va embalada a hacerle el mandado al régimen chavista. Según el guión, que ya hemos repasado varias veces a lo largo de estas dos décadas, esta es la parte en que la falsa oposición recicla sus propios argumentos para insistir, una vez más, que si van con un candidato unitario y si todos los opositores votan es posible ganarle al chavismo. Para los efectos utilitaristas del plan colaboracionista no conviene recordar que esta no sería la primera vez que la falsa oposición va con un candidato único.

          Esta es una fórmula que ya se ha usado en el pasado. En la mayoría de los fraudes electorales de los cuales la falsa oposición ha sido cómplice esta ha participado con un solo candidato. Igualmente en elecciones pasadas se vivieron tiempos de ilusiones y engaños. La mayoría de los venezolanos de verdad quería creer que si era posible derrotar al chavismo por la vía del voto y con la misma convicción que se iba a las marchas traicionadas así mismo se iba a votar con la pura fe como como amalgama de la convicción.

          Una y otra vez el régimen chavista desplegó su aparato legal, policial y militar para imponerse por la vía del fraude sin enfrentar ni siquiera un tibio reclamo de la falsa oposición. La complicidad con el fraude electoral en las elecciones presidenciales imponía concesiones a la falsa oposición en forma de pago directo a través de las elecciones de gobernadores, diputados estatales, alcaldes y concejales. El chavismo siempre ha adjudicado cargos en estos fraudes electorales suficientes para que la falsa oposición pueda seguir utilizando el argumento falaz del voto, porque a fin de cuentas al chavismo si es posible derrotarlo por la vía electoral dicen al tiempo que celebran adjudicaciones como la del estado Barinas.

          La elección de la Asamblea Nacional del 2015 fue una falla interna del sofisticado mecanismo de fraude del chavismo que fue inmediatamente corregida por el aparato jurídico del régimen. A la falsa oposición le desmembraron su Asamblea y se la entregaron en un estado de absoluta minusvalía. Inútil para ejercer sus funciones esta Asamblea se convirtió en una agencia de contratos y corrupción digna predecesora del no menos corrupto gobierno interino de Juan Guaidó. Todo con la apariencia de ejercer una oposición al régimen chavista que nunca ha sido tal.

          Quienes se preguntan porque el chavismo permite que esa Asamblea y el llamado Interinato sigan operando como remedos de instituciones deberían ser muy cautelosos a la hora de evaluar las explicaciones que nos ofrece la falsa oposición. No es que la Asamblea del 2015 y el hamponato interino gozan del prestigio y apoyo internacional que los hace intocables frente al régimen. No es que los jerarcas del régimen estén temblando de miedo cada vez que estas caricaturas cantinflescas de la política aprueban una ley o publican un decreto.

El régimen chavista los deja operar y permite que sigan usufructuando recursos que son directamente transferidos del gobierno sencillamente esa falsa oposición con su Asamblea del 2015 y su Hamponato Interino le son de extrema utilidad. El primer beneficio que recibe el régimen de esa supuesta oposición es reconocimiento a la Constitución fraudulenta de 1999 y sometimiento al Estado chavista que ella sostiene. Esta es en realidad la discusión de fondo que la falsa oposición por ser falsa prefiere evitar.

Para ser una forma de pago con un valor apreciable el apoyo de la falsa oposición al régimen chavista requiere de formas directas y explícitas. El encargo que el régimen chavista le hace a la falsa oposición no se limita a un apoyo retórico y simbólico a su Estado. Lo más importante es la tarea de llevar cientos de miles de venezolanos a votar bajo engaño con la promesa que el voto es suficiente para sacar al chavismo del poder.

Aquí entran en juego esas falacias que han sido destruidas por la realidad cientos de veces según las cuales si se va con un candidato único y la mayoría de los opositores vota sería posible derrotar al chavismo. El truco consiste en que para demostrar esa tesis habría que darle, una vez más, un voto de confianza a estos estafadores de la política. El chavismo necesita con urgencia esas fotos de gente haciendo cola para votar a los efectos de justificarse ante sus propias clientelas y ante la comunidad de países.

Conscientes quizás que la realidad es mucho más potente que las ilusiones y la retórica los falsos opositores están tratando de endulzar el veneno para hacerlo un poco más potable. Esto explica el falso debate que circula en los predios de la falsa oposición según el cual habría dos tesis enfrentadas: Elegir al candidato falso opositor por primarias o por consenso. Esto lo han presentado como si fuese un tema existencial para los venezolanos. Pero no lo es. Poco importa cuál será la forma de escoger al candidato colaboracionista del régimen que tendrá sus 15 minutos de fama y ruina cuando le toque reconocer el triunfo de Nicolás Maduro.

Lo que importa a los venezolanos no es quién será el candidato de la falsa oposición sino cuál será la dirección política encargada de liderar la lucha contra la Constitución de 1999 y el derrocamiento del Estado chavista. Frente a este nuevo circo electoral para lavarle la cara al régimen chavista no valen ni primarias ni consenso sino la abstención más decidida y militante para derrotar a quienes han destruido a Venezuela y sus cómplices.- @humbertotweets 

jueves, 21 de julio de 2022

Caos en la FANB chavista

            El Estado chavista redujo las Fuerzas Armadas Nacionales a brazo armado del régimen. El gobierno de Nicolás Maduro a su vez las ha degradado a su personal guardia pretoriana de esbirros, guardaespaldas y sirvientes. Hace más de dos décadas, desde que el chavismo llegó al poder, Venezuela dejó de tener a un ejército verdaderamente profesional dedicado a proteger la integridad del territorio y mantener la paz pública. Con el tiempo estas Fuerzas Armadas se desprendieron de la categoría de “Nacional” en el sentido de atender a los intereses de la nación para servir a los caprichos de la camarilla gobernante. Por eso, de Nacionales esas Fuerzas Armadas han degenerado en chavistas.

La traición de los oficiales de esas Fuerzas Armadas ha producido un evidente desequilibrio en la confrontación política. Un régimen que es despreciado por la inmensa mayoría de los venezolanos como el chavista puede cómodamente imponerse por la violencia y el uso de las armas contra su población civil. El impacto de tener una Fuerza Armada postrada ante la macolla chavista es muy amplio. La acción nefasta de estos grupos armados va desde la represión de protestas públicas hasta la orquestación de sofisticadas redes de espionaje para perseguir y encarcelar a quienes adversan al régimen.

Para asegurarse amplios márgenes de lealtad dentro de su oficialidad el régimen está obligado a hacer concesiones que terminan sacrificando la integridad de la estructura militar. Estas concesiones se aprecian en la forma de promover solo aquellos oficiales incondicionales, no los más capaces; alentar la participación y tolerancia en operaciones de narcotráfico, narcolavado y contrabando como una forma de redondearse el sueldo; y fomentar la participación en cualquier esquema de corrupción dentro y fuera de la organización donde a cambio de la permisividad se espera la fidelidad del oficial implicado.

El resultado es una Fuerza Armada donde en la oficialidad reina un fraternal clima de compadrazgo y complicidad, donde la mayoría solo quiere seguir viviendo en su burbuja y en la Venezuela de los Bodegones. A la tropa la mantienen de la misma forma como alimentan a las clientelas chavistas, con cajitas CLAP y bonos en bolívares vía Carnet de la Patria. Pero aunque estén mal pagados y mal alimentados estos militares no preocupan al chavismo porque se trata de contingentes que se van reciclando cada cierto tiempo. Además ellos saben que las conspiraciones y las rebeliones nunca surgen por iniciativa de la tropa.

Para un régimen como el chavista es lógico suponer que el mayor peligro que podría enfrentar nunca será de su falsa y complaciente oposición, sino más bien de sus beligerantes Fuerzas Armadas. Precisamente porque allí están los hombres con la capacidad organizativa y logística para articular una rebelión o un golpe de Estado. Se asume, en principio, que todos quienes han salido de la Academia Militar en los últimos años han sido entrenados e ideologizados a la medida del régimen. Pero eso no garantiza nada. En estructuras complejas como las militares donde entran en juego liderazgo, intereses, rivalidades, etc. siempre hay elementos y situaciones subyacentes que fermentan hasta el punto en que el conflicto emerge, generalmente sin previo aviso.

Para vacunarse contra el virus latente de la rebelión y la insubordinación el régimen chavista no solo ha fomentado el clientelismo y la corrupción en sus Fuerzas Armadas. Es necesario además mantener la ilusión de autoridad en una fuerza armada atomizada, por eso cada año el chavismo asciende centenares de oficiales a los rangos de Generales y Mayores Generales. Es difícil saber cuántos y quiénes son exactamente porque en varios casos las identidades de los ascendidos se mantienen en secreto, por razones de Estado según alegan. Pero cotejando información extraoficial y publicaciones del Ministerio de la Defensa las Fuerzas Armadas Chavistas deben tener alrededor de 3,000 generales activos. En su gran mayoría estos generales no tienen tropa bajo su mando y son ocupados en funciones administrativas no relacionadas con la actividad militar. Un pequeño segmento de estos ocupan las posiciones claves en la estructura militar desempeñándose en el Alto Mando Mando, CEOFANB, Zodi’s, contrainteligencia y Guardia de Honor Presidencial. Esta es la verdadera élite del mundo militar chavista y quien en definitiva concentraría los mayores y mejores beneficios de estar subordinados al régimen.

Los generales sin tropa son tan solo uno de los signos de descomposición de las Fuerzas Armadas chavistas. El fomento del clientelismo y la corrupción dentro de la organización como una manera de asegurarse la incondicionalidad de los oficiales ha traído consecuencias graves. La calidad de los egresados de la Academia Militar no solo es pésima, sino mediocre. Esto se traduce en deficiencias en aspectos fundamentales de las artes militares que ponen en el campo de batalla básicamente a un oficial inepto e incompetente. No es casual que los accidentes por mala praxis en las instalaciones militares se hayan multiplicado en los últimos años, aunque el régimen los trate de ocultar.

Pero ese caos no va cambiar porque es la única forma de la cual dispone el régimen para asegurarse la lealtad de esa Fuerza Armada, aunque el precio sea la descomposición y el debilitamiento estructural de la institución. A menos que esa camada de oficiales, sobre todo los de la elite, comiencen a ver afectados sus intereses y en peligro su status, entonces podrían tomar la iniciativa para saltar a un nuevo gobierno o mutar a un nuevo Estado. Pero, el incentivo tendría que multiplicar por cien las prebendas del presente para justificar el riesgo.- @humbertotweets

lunes, 18 de julio de 2022

Las debilidades del Estado de partidos

            Quienes desde la perspectiva de la falsa oposición insisten en el retorno a la democracia como salvación frente a la destrucción chavista parecen olvidar que fue precisamente ese régimen político el que cobijó y procreó al chavismo. La llamada democracia venezolana fue en realidad un régimen de Estado de partidos, sin lugar a dudas mucho mejor a lo que tenemos hoy, pero cuyas ambigüedades permitieron el fortalecimiento de sus enemigos quienes actuando desde adentro lograron implosionar el sistema.

            Los defensores de la doctrina democrática insisten en que la tolerancia con la disidencia es al mismo tiempo la fortaleza y la debilidad que tiene esta propuesta política. El argumento así planteado luce muy bien en los discursos partidistas y de la Academia, sin embargo en el terreno de las realidades esta contradicción adquiere formas concretas que en la mayoría de los casos termina paralizando las capacidades de ese llamado Estado democrático para defenderse a sí mismo. Los epígonos de esta doctrina la prefieren así aunque el resultado sea la desaparición misma del régimen político.

            Uno de los problemas prácticos que plantea esta suerte de tolerancia democrática con la disidencia es que al no estar correctamente definida por la ley, por lo menos en la época del Estado de partidos, quedaba a la discreción del gobernante de turno administrar su aplicación. Muchos incursos en robos de bancos y asesinato de policías y militares en los 60 y los 70 fueron enjuiciados y sin cumplir sus penas ni expresar arrepentimiento fueron beneficiados con indultos presidenciales y sobreseimientos. Los mismos elementos podían regresar entonces a sus habituales actividades conspirativas como en efecto lo hicieron y terminar hoy como jerarcas de la burocracia chavista.

            El 4 de febrero de 1992 fue la prueba de fuego y la oportunidad para ver las capacidades que podía tener ese sistema democrático para defenderse a sí mismo. La derrota militar de los conspiradores del 4F fue transformada en una verdadera victoria política al lograr la totalidad de los conspiradores ser beneficiarios de indultos presidenciales comenzando por el mismo Hugo Chávez Frías. Los insurrectos han debido ser juzgados y condenados por traición a la patria. Lejos de eso fueron protegidos incluso por estructuras de ese Estado de partidos y elevados al rango de héroes nacionales.

            Cuando en vida se le criticó a Rafael Caldera el haber indultado a Hugo Chávez solo pudo encontrar refugio en el argumento de la tolerancia democrática y la supuesta voluntad de unir al país. En realidad más que un acto de tolerancia y magnanimidad, por el cual Caldera aspiraba a pasar a la historia, el indulto a Chávez demostró ser un acto absurdo de debilidad del hombre a quien se le había encomendado defender la integridad de la República. Se puede especular sobre las razones verdaderas que pudo tener para hacerlo, pero sus consecuencias son evidentes y por ello debe ser evaluado.

            La tolerancia expresada como debilidad y permisividad no es buena para la democracia ni para ningún régimen político. La primera obligación de todo régimen político es ejercer plenamente sus capacidades para mantenerse en el tiempo e imponerse sobre sus enemigos. Sugerir lo contrario es entretenerse con literatura ficción. Lo que sí debe  establecerse con meridiana claridad es la medida exacta de esa tolerancia para respetar los derechos civiles y no caer en abusos derivados de la discrecionalidad del funcionario.

            Por ejemplo, una medida tolerante y magnánima habría sido otorgarle a Hugo Chávez y sus secuaces, previo cumplimiento de sus respectivos castigos, la oportunidad de encontrar un trabajo útil y hacer una vida civil digna con absoluta suspensión de sus derechos políticos. Esto le habría brindado la oportunidad de reformarse y reinsertarse en la sociedad y le habría evitado al Estado de partidos terminar siendo controlado por uno de sus enemigos llevado al poder de la mano de la democracia y sus formalidades.

            El Estado chavista, controlado hoy por quienes ayer fueron beneficiarios del perdón y la tolerancia democrática, ni siquiera se plantea ese conflicto. Para este régimen político cualquier intento de disidencia merece ser aplastado a sangre y fuego. Esa es su esencia y eso no cambiará hasta que sean expulsados del poder. Entonces volveremos a ver a los chavistas retomar el discurso de los derechos humanos, la tolerancia y la inclusión. Y veremos a los fundamentalistas democráticos rasgarse las vestiduras pidiendo que se respete el derecho de los chavistas a hacer política.  Aunque las heridas aún estén frescas, habrá que repasar con ellos episodios de historia reciente. A ver si la recuerdan o si por fin la entienden.- @humbertotweets

jueves, 14 de julio de 2022

Chavismo a sangre y fuego

            En el régimen político democrático existente antes del chavismo, que nosotros preferimos llamar Estado de partidos, se cometieron numerosos excesos y abusos contra las libertades individuales y los derechos ciudadanos. La separación de poderes más o menos funcionaba para permitir una administración de justicia que aunque controlada por los partidos le rendía tributo a lo escrito en el texto legal. Quizás una de las críticas que haya que hacerle a este régimen político en Venezuela es la debilidad y blandenguería que le caracterizó para defenderse a sí mismo de sus enemigos.

En muchos casos los adversarios del sistema democrático fueron beneficiados con penas leves, sobreseimientos e indultos sin que en ningún caso el daño causado hubiese sido reparado o el arrepentimiento haya ocurrido. Por el contrario los beneficiarios de estas medidas podían regresar a sus viejas andanzas a continuar en sus empeños conspirativos usando todos los mecanismos legales provistos por la democracia.

Muchos de quienes en la Venezuela de ayer fueron incriminados por asaltar bancos y asesinar policías y militares hoy forman parte de la flamante burocracia del régimen chavista. Sus delitos cometidos en el pasado hoy son presentados como ofrendas ante la revolución porque según ellos mismos dicen con orgullo “fue por motivos políticos”. Como si al agregarse la etiqueta de “político” estuviese operando un mecanismo automático de exculpación.

De muchas cosas se puede criticar al Estado de partidos que en Venezuela antecede al régimen chavista, pero nunca se podrá decir que ese régimen político tuvo una política sistemática de violencia y terror para imponerse como tal Estado. Hubo casos de abusos que en su mayoría fueron debidamente juzgados. Por el contrario, si algo habría que cuestionar a ese Estado de Partidos es precisamente su política permisiva con sus enemigos. Los enemigos de la democracia no solo encontrarían permisividad y aliento disfrazados de hipócrita tolerancia sino amplias posibilidades para conseguir financiamiento y operar a sus anchas en las narices de los propios servicios de inteligencia.

Bien equivocados estaban quienes pensaron que los chavistas beneficiarios de esa tolerancia democrática pagarían con la misma moneda una vez en el poder. Quizás muy conscientes de todo lo que se puede avanzar en tareas conspirativas cuando son toleradas los chavistas desde el principio en 1999 adoptaron una política pragmática diametralmente opuesta al Estado de partidos. Para el chavismo resulta vital, esencial, desplegar una política de Estado basada en la violencia y el terror. Esta política adquiere diferentes modalidades pero en esencia se trata de usar las armas del Estado para imponer la política.

Las protestas pacíficas contra el régimen se movieron por diversas etapas a lo largo de estos 20 años. En cada escenario fueron confrontadas violentamente por el régimen chavista hasta llegar a una situación en la cual prácticamente han desaparecido. El aparato policial y militar del Estado chavista no está para garantizar el orden público o proteger las fronteras. Esas estructuras están dedicadas exclusivamente a perseguir a civiles y militares que por razones políticas adversan al régimen.

En el espectro de la violencia política que el régimen aplica a civiles y militares disidentes hay un espacio especial reservado para aquellos que fueron parte del régimen pero que por diversas razones se han separado o los han separado. Para estos el tratamiento incluye una campaña previa de desacreditación que ulteriormente justifique su persecución y hasta eliminación física. Los casos más emblemáticos son los de los generales Raúl Isaías Baduel y Miguel Rodríguez Torres, quienes de héroes de la revolución pasaron a ser vendepatrias.

El expediente del linchamiento moral es aplicado a aquellos que dada su significación dentro del chavismo su detención y posible eliminación podría provocar reacciones en contra por un tema de solidaridad. Sin embargo, no siempre es así. Algunas veces el régimen tiene que lidiar con situaciones sobrevenidas como la de Carlos Lanz donde pareciera que no les alcanzó el tiempo para ejecutar el linchamiento moral. En ese caso parece que optaron por abreviar los lapsos y abrazarse a la increíble e inaudita tesis del crimen pasional.

Aquí lo relevante es caracterizar el patrón de comportamiento. El uso de la violencia en diversas modalidades como política de Estado es lo que le permite al chavismo seguir en el poder. Se podrán producir kilos de papel en informes sobre las violaciones de los derechos humanos y la persecución por motivos políticos en Venezuela. Eso no cambiará mientras el régimen chavista disponga de las armas de la república para imponer su voluntad a sangre y fuego.- @humbertotweets

lunes, 11 de julio de 2022

¿A quién sirve el asesinato de Carlos Lanz?

            El propósito de este artículo es llamar la atención sobre la significación política del asesinato de Carlos Lanz como prueba irrefutable de las guerras intestinas que se libran en las entrañas del chavismo. La historia presentada por el Fiscal Tarek William Saab contiene, literalmente, ríos de contradicciones que serán el material de criminólogos y especialistas quienes nos ilustrarán sobre las inconsistencias de una investigación que no pasa de ser un acto burdo de piratería. Donde queremos enfocarnos hoy es en la valoración política de un evento que no puede pasar por debajo de la mesa o echarle tierrita como pretende el régimen chavista.

            Presentar a Mayi Cumare como la autora intelectual de este supuesto crimen pasional busca de entrada desvincular cualquier implicación política. Pero desde el principio este caso estuvo rodeado de sospechas que siempre apuntaban a una acción del régimen chavista. Solo el aparato militar-policial del régimen tendría la capacidad logística para “extraer” a Lanz de su vivienda, en un complejo militar de Aragua, sin dejar huellas y desaparecer su cuerpo como William Saab lo confirma hoy.

            La extracción y desaparición de Carlos Lanz fue una operación impecable ejecutada con precisión y maestría donde no podía haber margen para el error. Pero ese fino cálculo tiene que estrellarse con la realidad y la versión burda fabricada por Tarek Wlliam Saab intentando presentarlo como un crimen pasional. A diferencia de la operación militar-policial perpetrada la declaración de William Saab es torpe e inútil porque termina dejando más preguntas que respuestas. Y por supuesto el crimen contiene la firma indeleble del régimen o sea su marca de fábrica: La desaparición del cadáver y del cuerpo del delito. En su lugar el régimen muestra unas confesiones y declaraciones imputando a Mayi Cumare que nos recuerdan vívidamente al testigo estrella del otrora mafioso Fiscal Isaías Rodríguez cuando se le encomendó “darle tratamiento” al caso del incómodo Fiscal chavista Danilo Anderson.

En el chavismo y más específicamente dentro del Estado chavista se mueven corrientes internas, civiles y militares, que se han planteado sacar a Nicolás Maduro para salvar su revolución. Además hay el deseo natural de buscar un relevo y movilidad en las estructuras sobre todo en las Fuerzas Armadas chavistas donde abundan los generales sin tropa y tienen que represar los ascensos para privilegiar a los incondicionales de Maduro. Los frecuentes contactos de Carlos Lanz con civiles y militares chavistas con quienes discutía sobre el rumbo de la revolución chavista lo convertían en persona de interés para cualquier investigación de contrainteligencia militar, sobre todo a juzgar por el fluido acceso que tenía al alto mando y la academia militar.

En la clientela chavista Carlos Lanz era indiscutiblemente apreciado y respetado como un ideólogo de la revolución, una suerte de oráculo viviente que podía descifrar las más sofisticadas estrategias del imperialismo norteamericano contra el socialismo chavista. Para estas masas ignorantes e incultas el régimen fabricó la campaña según la cual Lanz habría sido víctima de una operación dirigida por los Estados Unidos. Los incautos, incluyendo su propia familia, se abrazaron a la versión oficial y curiosamente le otorgaron un cheque en blanco a las actuaciones del régimen y del Fiscal Tarek William Saab. Así transcurrieron casi dos años suficientes para enfriar el caso y finalmente tratar de buscarle un final burdo como el que ahora nos presenta el Fiscal del régimen.

En los mentideros chavistas cunde el pánico y se especula que Carlos Lanz pudo haber sido vinculado a una supuesta conspiración contra Nicolás Maduro y el régimen tomó la determinación de actuar sin dilaciones produciendo su neutralización física. La detención del General Cesar Mejía Camacaro quien era la mano derecha de Lanz sugería desde un principio posibles vinculaciones con movimientos de tipo militar.

La versión oficial de este crimen presentada por Tarek William Saab solo puede ser respaldada por una investigación totalmente viciada y confesiones que, siguiendo la tradición de la justicia chavista, bien pudieron haber sido logradas a cambio de tortura o dinero. Pero existen un cúmulo de eventos que podrían configurar evidencias circunstanciales para probar el móvil político y no pasional de este asesinato. El silencio, por ejemplo, de Nicolás Maduro, Jorge y Delcy Rodríguez sobre este incidente dice mucho de la valoración que le dieron desde un principio. De estos personajes que conforman la macolla del régimen no se consiguen opiniones claras sobre la desaparición de Carlos Lanz, nada más que ininteligibles balbuceos. Aunque ahora serán estos mismos quienes presidan sus exequias y homenajes, porque así opera el chavismo.

Dejando a un lado tesis del crimen pasional esgrimida por Tarek William Saab por carecer de rigor criminalístico y policial hay que seguir examinando las conexiones políticas de este crimen. Y la primera pregunta que habría que hacer es ¿A quién sirve políticamente el asesinato de Carlos Lanz? Aquí valdría recuperar las primeras declaraciones ofrecidas por Mayi Cumare sobre este incidente: “Carlos Lanz no tiene enemigos personales, sus enemigos son el imperio, el capitalismo y la corrupción, los mismos enemigos de la Revolución Bolivariana”. Los autores intelectuales y materiales del asesinato de Carlos Lanz habría que buscarlos en las mismas entrañas del régimen chavista donde se libran sangrientas batallas por el control del poder.- @humbertotweets 

jueves, 7 de julio de 2022

Los “testigo estrella” del chavismo

            La esencia fundamental de la praxis política del chavismo es la falsificación de la realidad. Esta práctica rinde sus frutos a la hora de embaucar a su propia clientela política y al mostrar ante los países la versión oficial de eventos que nunca pueden ser refutados o cuestionados. Por ejemplo, cada vez que hay una investigación sobre persecución por razones políticas y violaciones a los derechos humanos el régimen chavista no resuelve las acusaciones sino que inventa su propia investigación y niega la realidad. Apoyado en su propio argumento, y no en la realidad, el chavismo puede decir sin rubor que en Venezuela se respetan los derechos humanos y no existe la persecución y la tortura.

            Este ejercicio inmoral requiere de una metodología que de alguna forma sirva de soporte para proveer al argumento de cierta racionalidad y le permita ser usado como base de actuaciones policiales y sentencias. Para esto el aparato policial y judicial del chavismo siempre recurre a la falsificación de pruebas en investigaciones viciadas carentes de rigor criminológico y forensico. Aunque se trata de una práctica generalizada en el corrupto poder judicial chavista es más visible en los casos que tienen conexión con la política.  Allí es donde se puede ver con mayor nitidez como pruebas falsificadas y confesiones extraídas a cambio de tortura o dinero son los elementos incriminatorios usados en contra de los civiles y militares que hoy son presos políticos del chavismo.

            Se le debe al nefasto y corrupto Fiscal General, en tiempos de Hugo Chávez, Isaías Rodríguez el mérito de inventar la figura del testigo estrella. Esto fue en el contexto del asesinato del Fiscal chavista Danilo Anderson donde todas las investigaciones independientes apuntaban a una conspiración fraguada entre altos operadores del régimen concertados con banqueros que habrían apoyado el golpe contra Chávez el 11 de abril de 2002 y que temían terminar en la cárcel por culpa de un díscolo Fiscal. El caso fue resuelto con el testimonio de Giovanny Vásquez, el testigo estrella,  quien años después admitió haber recibido dinero a cambio de su declaración. El propio Rodríguez aseguró que al verle los ojos a Vázquez sabía que decía la verdad.

            Este tipo de declaraciones compradas o extraídas por la fuerza son prácticamente los únicos elementos incriminatorios usados contra disidentes del régimen en procesos judiciales carentes de pruebas materiales o incluso circunstanciales.

            Hoy le toca el turno al Fiscal General Tarek William Saab para montar el show con su testigo estrella en el caso de la desaparición del connotado operador chavista Carlos Lanz. A Saab le toca el trabajo de convencernos que la desaparición y posible asesinato de Carlos Lanz es un crimen pasional y no un crimen político perpetrado por operadores del régimen. La versión oficial esta vez presentada por el Fiscal Tarek William Saab asegura que la Ex Compañera de Lanz, Mayi Cumare, habría pagado $8,000 para matarlo por motivos que van desde el lucro hasta el placer. Esta versión fantasiosa e inverosímil como es lógico en la racionalidad chavista solo es apoyada en la confesión de uno de los indiciados que es presentado como otro testigo estrella a quien el fiscal Tarek dice haber interrogado personalmente.

            Solo basta leer con atención los detalles del caso presentados por el Fiscal Saab y confrontarlos con la confesión del testigo estrella para ver la cascada de contradicciones en las que se hunde la versión oficial. La ausencia de pruebas de valor criminalístico ponen todo el peso de la narrativa en la confesión viciada del implicado que es lo único concreto que puede presentar el régimen, porque ni siquiera podrán mostrar el cadáver de Lanz por las razones que fueron cuidadosamente explicadas por el testigo viciado.

            La desaparición de Carlos Lanz es un crimen de naturaleza política que pretende ser presentado como un crimen pasional. La diferencia de este caso con los de otros emblemáticos tales como los del General Raúl Isaías Baduel y Miguel Rodríguez Torres es que a diferencia de los primeros a Carlos Lanz no les dio tiempo de ejecutar el linchamiento moral (desprestigio) ante su propia gente como fase preliminar para justificar su neutralización física. Por eso en la racionalidad chavista el mejor curso de acción habría sido desaparecerlos físicamente y atribuirlo a una trama pasional orquesta por su compañera aunque la historia parezca fantástica e intente superar, sin lograrlo, las novelas de Agatha Christie.

Un indicio que con el tiempo podría adquirir rango de plena prueba que estamos frente a un crimen político y no pasional es que el General de División Carlos Mejías Camacaro sigue y seguirá preso en el DGCIM por el caso Lanz. Si el fiambre que Saab quiere hacernos tragar hoy fuese cierto entonces deberían dejar en libertad al General Camacaro de inmediato. Pero no lo harán porque ellos saben en lo que andaban Camacaro y Lanz. Cada día que el General Camacaro continúe detenido la versión del Fiscal Saab perderá valor y la tesis del crimen político será la que prevalezca.

            El caso de Carlos Lanz es del mayor interés para todos los venezolanos porque revela, una vez más, las guerras intestinas que se libran dentro del régimen chavista por el control del poder. Numerosas detenciones de chavistas civiles y militares, incluso funcionarios del régimen y operadores confirman los peores miedos del madurismo: Es cierto que hay gente dentro del propio régimen conspirando para cortarle la cabeza. En el centro de esta confrontación está Diosdado Cabello, amigo de Carlos Lanz y Mayi Cumare, quien ya ha sido preavisado y en este momento es sometido a una lenta trituración moral dentro del chavismo. Su futuro no parece ser distinto al de Baduel o el de Rodríguez Torres. Hasta es posible que le consigan el más insospechado testigo estrella a la hora de justificar su defenestración.- @humbertotweets

lunes, 4 de julio de 2022

Padrino López anuncia la disolución de las FANB

            El Estado chavista y las mafias que lo controlan solo tienen un plan en mente: Continuar en el poder el mayor tiempo que sea posible al precio que sea. El control de todos los poderes públicos con la ayuda de las Fuerzas Armadas Chavistas constituye la perfecta combinación para crear un marco pseudo legal que por las armas se le impone a toda la población. Las negociaciones (con la falsa oposición) y las elecciones (fraudulentas) son para el entretenimiento de la galería. El poder real reside en el control total del aparato estatal y de sus fuerzas militares. Usando la legalidad del Estado chavista, para perseguir y neutralizar a sus adversarios, y las fuerzas militares, para linchar físicamente a la población civil, las posibilidades de un cambio respetando esas reglas de juego son prácticamente nulas. 

            Sin embargo, dirigir un Estado aunque este sea el caótico Estado chavista implica procesos mucho más complejos que perseguir y liquidar a sus oponentes. La urgencia por mantenerse en el poder día a día a costa de lo que sea es el principio que gobierna las políticas del Estado chavista. Todas las leyes, resoluciones, planes y programas están supeditados a ese único objetivo. Como consecuencia de esto las políticas del Estado chavista hacia la sociedad, desde tiempos de Hugo Chávez, son incoherentes, arbitrarias e improvisadas. Y en muchos casos terminan debilitando al Estado que deberían fortalecer.

            El caos social e institucional en el que está hundida Venezuela no es casual ni se le puede atribuir al mito de las sanciones aplicadas por varios países contra el régimen chavista. Se trata de un desmantelamiento y un deterioro por diseño del propio Estado. Los ejemplos abundan en todas las áreas, pero solo tomemos uno por lo emblemático. El caso de PDVSA. Esta empresa del Estado sería en teoría la llamada a proveer los recursos necesarios para financiar un mega plan de desarrollo industrial en Venezuela controlado por el propio gobierno. Esto se habría podido expresar en políticas agresivas de empleo y salarios asegurando una base social robusta para apoyar la permanencia del Estado chavista en el tiempo.

            Lo que hizo Hugo Chávez fue precisamente lo contrario. Con mente estrecha y parasitaria, sólo preocupada por el corto plazo, PDVSA fue reducida a suplidora de cajas CLAP y albergue de todos los vagos y maleantes de la clientela chavista que podría así cobrar sin trabajar. El resultado es la destrucción de PDVSA y de todas las empresas del Estado.

            La guerra contra las industrias y las empresas privadas destruyó la economía venezolana. Hasta el Bolívar como divisa que podría ser signo de orgullo ha sido devaluado bajo el régimen chavista hasta reducir su valor a menos que una hoja de papel higiénico. La brutal realidad del descalabro económico y la necesidad de seguir saqueando es lo que ha obligado al gobierno de Nicolás Maduro a desdecir las consignas iniciales de Chávez en contra de la propiedad privada. A Maduro le ha tocado revertir el proceso al punto de permitir (¿pedir?, ¿implorar?) la inversión privada y autorizar una dolarización de hecho de la economía.

            No hay una sola iniciativa o empresa pública que haya funcionado bajo el régimen chavista. La salud, la economía, la seguridad, el transporte público, y la educación están en un absoluto caos. No hay políticas de Estado hacia la sociedad porque el único interés del chavismo es seguir en el poder para saquear. Y justamente este ha sido el régimen que ha manejado más recursos que todos los gobiernos juntos en los últimos 50 años. Las políticas del Estado chavista más que un conjunto de planes y programas que buscan la permanencia del Estado en el tiempo son una suma de intenciones cortoplacistas para vivir el día a día. Cada día en el poder es una oportunidad más para robar y mañana será otro día. Esto se parece más al ejercicio filosófico de Eudomar Santos, como vaya viniendo vamos viendo.

            Otro de los factores que merece especial interés son las Fuerzas Armadas chavistas, brazo armado del régimen. A diferencia de otras Fuerzas Militares en el mundo esta fuerza armada no se ocupa de la defensa de la soberanía y las fronteras. El papel de las Fuerzas Armadas Chavistas es la represión contra la población civil para así sostener al régimen. Hasta en las tareas elementales de orden público esta fuerza armada es incompetente, apática y desinteresada.

            La selección microscópica de oficiales incondicionales del régimen para evitar rebeliones militares ha traído como consecuencia el ascenso de los más mediocres e incompetentes. Estas fuerzas armadas que lucen muy vitales cuando reprimen a la población civil tienen problemas estructurales graves derivados de la corrupción y la falta de formación profesional para privilegiar a los oficiales incondicionales. Las Fuerzas Armadas Chavistas no son profesionales, se le caen los aviones, y manda soldados sin entrenar a enfrentar grupos guerrilleros. En otras palabras, el precio que tiene que pagar el régimen por tener un cuerpo armado arrastrado a su servicio es al mismo tiempo su debilitamiento orgánico.

            El chavismo siempre ha usado con utilitarismo demagógico la fórmula unión cívico-militar, que podría tener un significado trascendente si hablamos de un pueblo fortalecido y unas fuerzas armadas profesionalizadas, unidos por claros objetivos patrióticos y nacionalistas. Pero en la jerga chavista la unión cívico-militar significa chavistas portando armas con militares armados actuando como chavistas con el objetivo de imponer a sangre y fuego el orden del Estado chavista. Hace unos días el General Vladimir Padrino López anunciaba entre papelillos y serpentinas que la unión cívico-militar iba ahora a una nueva fase, la fusión cívico-militar.

            Podemos anticipar que esta fusión cívico-militar se traducirá en más chavistas armados y más oficiales de las fuerzas armadas comportándose como agentes chavistas. No dudamos de la veracidad del anuncio porque generalmente el chavismo siempre nos dice lo que va a hacer. Pero quizás el propio Padrino López no haya reparado en la profundidad del concepto de fusión que implica la combinación de dos o más factores previa a su disolución. En el caso de las Fuerzas Armadas Chavistas se trata de un proceso en marcha que comenzó bien temprano en 1999. Estamos frente a otra de esas ideas geniales del chavismo que apunta al debilitamiento de su propio Estado. Sólo habría que ejercitar un poco la imaginación para conjeturar cómo terminarán las guerras internas dentro del chavismo con medio millón de milicianos asalariados, armados para defender su revolución.- @humbertotweets