domingo, 28 de marzo de 2021

La Nueva Marquetalia con apoyo del régimen chavista

            La relación del chavismo con la guerrilla colombiana ha sido histórica. Desde los años 80’ cuando Hugo Chávez conspiraba en el seno de las Fuerzas Armadas venezolanas ya circulaban documentos del extinto MBR-200 justificando una alianza con grupos guerrilleros colombianos para apoyarse mutuamente en sus objetivos.

            Esta relación adquiere una entidad relevante con la llegada de Chávez al poder en 1999. Desde ese momento se inicia un proceso para cambiar la doctrina militar en las fuerzas armadas venezolanas y presentar a la guerrilla colombiana no ya como un enemigo natural a la integridad territorial sino como un aliado de clase en la lucha del chavismo contra el estado colombiano.

            Pero no es correcto hablar de una guerrilla colombiana, porque en realidad hay varios grupos donde los más conocidos son las FARC, el ELN y sus facciones disidentes. La estrategia internacional del chavismo para desestabilizar al estado colombiano llevó a forjar alianzas con las FARC y el ELN.

            Estas alianzas se concretaron en el reconocimiento de estos grupos como políticos y no como terroristas y criminales y además en la delimitación de áreas dentro del territorio venezolano donde estos podrían actuar libremente sin el hostigamiento de las fuerzas militares venezolanas.

            Desde hace muchos años en la franja fronteriza entre Venezuela y Colombia ha surgido una sub economía que se apoya en el crimen. Esto forma parte de los secuestros, cobros de vacuna, robos de ganado, tráfico de droga, prostitución y otras actividades ilegales perpetradas por estos grupos guerrilleros. Con Chávez esta economía basada en el crimen se organiza y se sistematiza para darle participación en el negocio del crimen a los jefes militares locales generalmente los jefes de las llamadas ZODI y sus ayudantes.

            Con la firma de los Acuerdos de Paz en Colombia, la aparente desmovilización de las FARC y la disidencia de grupos guerrilleros se alteran la aparente normalidad que reinaba en la frontera porque ahora son más grupos en armas disputando el mismo territorio para sus actividades criminales. Y el régimen chavista ha decido dar todo su apoyo militar al grupo de las FARC liderado por Jesús Santrich e Iván Márquez enfrentados al grupo que dirige alias Gentil Duarte.

            Los ataques del ejército venezolano en el estado Apure han sido selectivos contra los grupos que se niegan a obedecer a Santrich y Márquez. No se trata de una ofensiva contra todos los grupos guerrilleros que libremente actúan en la zona con el apoyo de los militares venezolanos.

Pero el apoyo de Nicolás Maduro a Jesús Santrich e Iván Márquez tiene una lógica y encaja perfectamente en la estrategia internacional del régimen chavista. Con la proclamación de la “Nueva Marquetalia” en 2019 la disidencia de las FARC busca nuevamente intentar crear un territorio independiente separado de la república de Colombia. Pero esta vez sería con el apoyo económico y militar del estado chavista. De esta forma el chavismo busca neutralizar a Colombia que siempre será la primera opción para desplegar una intervención militar en Venezuela, el día que los Estados Unidos así decida hacerlo.

            El socialdemócrata y simpatizante del chavismo Joe Biden y su partido deberían comenzar a considerar desde ya que con el chavismo no se negocia. Y que de intentar hacerlo perderán un tiempo precioso que le otorgaría más ventajas al régimen chavista para continuar en el poder por la vía de fomentar la violencia en la región. En otras palabras, la ambivalencia de los Estados Unidos y Colombia frente a la activa alianza del chavismo con las FARC y su proyecto de la Nueva Marquetalia llevarán irremediablemente a una especie de balcanización de la zona y consecuentemente ayudará al propósito del chavismo de seguir en el poder en medio del caos, sin importar el precio que haya que pagar.-@humbertotweets

 

 

domingo, 21 de marzo de 2021

La pertinencia de sanciones más fuertes contra el régimen chavista

               La política de las sanciones internacionales contra el régimen chavista están montadas sobre una concepción gradualista que asume que la aplicación progresiva de medidas restrictivas fundamentalmente en la economía llevaría a una eventual desestabilización del chavismo y así forzarlo a entregar el poder.

            Esta noción es ingenua por decir lo menos. El chavismo ha demostrado una extraordinaria capacidad de adaptarse a esas restricciones y siempre consigue países dispuestos a burlar esa forma de bloqueo. Pero aun cuando la inefectividad de estas sanciones es evidente sigue siendo la opción preferida de una comunidad internacional que en realidad no quiere y parece que en el futuro inmediato no se va a inmiscuir en los asuntos internos de Venezuela.

            Uno de los problemas de la fracasada política de sanciones que se le aplica al chavismo es precisamente ese gradualismo supuestamente basado en la idea que sanciones más fuertes y definitivas al mismo tiempo afectarían a la población. Entonces se termina fabricando una estrategia que nunca alcanza la entidad de ser una amenaza real para el régimen chavista. Y el chavismo lo sabe y juega con eso a su favor.

            Hoy por ejemplo Venezuela está en una situación de desabastecimiento total de combustible diésel provocando adicionalmente una escasez de alimentos. Pero no es precisamente por las sanciones impuestas por la comunidad internacional. La industria petrolera colapso bajo el chavismo al extremo de ser incapaz de producir el diésel que se requiere para satisfacer la demanda interna.

            Pero el régimen por supuesto no asume su responsabilidad y se la endosa a la comunidad internacional. Desde el chavismo y con el auxilio de falsa oposición ya hay voces clamando por levantar las sanciones contra el régimen para que este pueda cambiar crudo por diésel en los mercados internacionales y así “evitarle mayor sufrimiento a los venezolanos.”

Aceptar esta tesis sería aceptar el chantaje del chavismo que usa a la población civil venezolana como escudo humano para defenderse a sí mismo de las sanciones que van contra él y no contra los venezolanos. Además esto implicaría que ingenuamente se piensa que al recibir combustible el régimen lo destinaría para el consumo de los venezolanos en general y no para el uso exclusivo de sus huestes civiles y militares.

            Si la administración de Joe Biden en los EEUU y el resto de la comunidad internacional quisieran de verdad sacar al chavismo del poder y si además fuesen coherentes y consecuentes con su propia estrategia deberían considerar la pertinencia de ejecutar sanciones mucho más severas y serias que efectivamente logren desestabilizar al régimen.

Pero las sanciones que se le han aplicado al régimen chavista hasta ahora no han logrado absolutamente nada. Y si aun así ya se comienza a hablar de levantar parcialmente las medidas o de atenuarlas para no afectar a la población o como incentivo a unas negociaciones ya sabemos entonces cómo termina esto.

El caos y la tragedia que hoy sufre Venezuela se multiplican en forma exponencial por los embates del coronavirus. Mientras el chavismo siga en el poder eso no cambiará y por el contrario solo podemos esperar más muerte y desolación. ¿Cuantos cientos de miles de venezolanos tendrán que morir por culpa de estas políticas ambiguas y ambivalentes antes que se comprenda que el régimen chavista solo saldrá por vías de fuerza? .-@humbertotweets

 

 

domingo, 14 de marzo de 2021

¿Para qué sirven las obviedades de la Bachelet?

        Avanza la estrategia internacional para lavarle la cara sucia al régimen chavista en materia de violencia política. Y Michelle Bachelet, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es parte de ella. Aparentando solvencia moral Michelle Bachelet ha producido una serie de informes donde se constata que el terrorismo de estado del régimen chavista contra la población civil es “masivo y sistemático,” Esa fue una de las revelaciones de su primer informe presentado hace unos meses.

Hoy regresa la Bachelet para insistir en lo obvio: Desde la presentación de su primer informe hasta hoy las ejecuciones extrajudiciales en Venezuela han aumentado, la persecución política no ha cesado y (¡Oh sorpresa!) el salario de los venezolanos es menos de un dólar al mes. 

Entonces la señora Bachelet no nos está diciendo absolutamente nada nuevo. Solo está constatando que la situación es peor que antes.  Y seguirá siendo así mientras el régimen chavista, que es la fuente de la violencia política en Venezuela, siga en el poder.

El problema con los informes que presenta la Bachelet es que forman parte de la hipocresía de la política internacional que siempre termina ayudando al chavismo. Además de unas declaraciones retóricas de algunos países condenando la violencia política en Venezuela no existe la voluntad de aplicar sanciones para detener de inmediato el linchamiento que el régimen chavista aplica sobre su propia población. 

Insistir en presentar este tipo de informes sin que ellos conduzcan a una sanción política y militar real contra el régimen que perpetra el crimen es una burla contra las víctimas. Lo que es peor, termina banalizando la violación que se pretende condenar al estrellarse contra los oídos sordos de la comunidad internacional y perderse en la maraña de informaciones de las redes sociales como una raya más para el régimen chavista. 

La falta de seriedad y la verdadera cara de la señora Bachelet queda en evidencia cuando pérfidamente deja filtrar su potente veneno para esterilizar su propio informe y atribuir la crisis humanitaria a la “imposición de restricciones indebidas” (sanciones internacionales) contra Venezuela. Suscribiendo así, precisamente, el discurso oficialista del régimen chavista. 

Hay quienes celebran este tipo de informes que son presentados en sí mismos como una victoria porque, según dicen, logran visibilizar las violaciones contra los derechos de los ciudadanos y la vida en Venezuela. En realidad estos informes como el que hoy actualiza la Bachelet no sirven de nada si no se les ve como un instrumento incriminatorio que conduzca a la aplicación efectiva de sanciones contra el régimen y sus miembros. 

El informe presentado por Michelle Bachelet sobre las violaciones de los derechos humanos en Venezuela no es más que una lista inútil de obviedades que en el mejor de los casos le da la oportunidad al régimen chavista de, en un milagroso acto de contrición, sancionar a sus presuntos funcionarios violadores. Pero ni por asomo ese informe sugiere establecer la responsabilidad de un régimen que tiene la capacidad de ejecutar la violencia política en forma sistemática y masiva como ella misma lo certifico el año pasado.

De esta forma Michelle Bachelet queda bien porque dijo lo que todos querían escuchar. El régimen chavista queda bien porque se le da la oportunidad de lavarse las manos y ve reforzada su narrativa contra las sanciones internacionales en nombre precisamente de esos derechos humanos que se ufana de ultrajar. Quienes no quedan bien son las victimas del terrorismo chavista y millones de venezolanos que al leer las obviedades de la Bachelet se preguntan y luego ¿Qué se hace con eso? .- @humbertotweets 



domingo, 7 de marzo de 2021

Solo contamos con nosotros mismos

            Siempre hemos dicho que la salida del régimen chavista será por vías de fuerza. No porque seamos guerreristas o amantes de la violencia. Es más bien un reconocimiento al agotamiento de todas las formas políticas posibles para salir democráticamente de un régimen que controla todas las instituciones, incluyendo la fuerza armada para mantenerse arbitrariamente en el poder.

También hemos defendido con vehemencia la tesis de una intervención militar internacional en Venezuela, no porque celebremos que alguien venga a hacernos el favor de salir del chavismo. Se trata igualmente de la constatación del profundo estado de debilidad e indefensión en que nos encontramos los venezolanos frente a una fuerza armada que en lugar de defender las fronteras y mantener la paz y el orden arremeten diariamente contra la población civil. Esto quiere decir que el alto poder de fuego y la logística militar del estado venezolano está al servicio de la camarilla gobernante.

La tesis de la intervención militar internacional en Venezuela está plenamente justificada no solo por la desproporción de la confrontación armada entre civiles y militares sino también por el peligro que representa el régimen chavista para los demás países en la región incluidos los Estados Unidos por sus vinculaciones reales con grupos y estados terroristas.

            Con Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos hubo una pequeña posibilidad de materializar esa intervención quirúrgica al estilo Soleimani para liquidar la cúpula civil y militar del régimen chavista. Sin embargo esa propuesta encontró el rechazo de la propia burocracia diplomática de Trump y la indiferencia del gobierno interino de Juan Guaidó quien nunca se atrevió ni siquiera a pedir asistencia militar.

            Hoy el gobierno de los Estados Unidos, único país que podría liderar una acción de esta naturaleza, está bajo el control de los demócratas y Joe Biden. Los demócratas, consecuentes con una política blandengue frente a regímenes como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, han regresado a los tiempos de Barack Obama y proclaman orgullosamente que “los Estados Unidos no promoverán la democracia con intervenciones militares” (Blinken, Marzo 2021).

            Esto por supuesto se refiere a Venezuela y a la política que impulsa Biden de provocar cualquier tipo de negociación y acuerdo entre la falsa oposición y el régimen chavista. Claro, esta tesis solo es buena para los países suramericanos, no para los del medio oriente donde luego del ataque militar de los Estados Unidos a Siria podemos ver que esa región seguirá siendo el foco de atención de los EEUU y no América del sur y menos aún Venezuela.

            La nueva diplomacia norteamericana acaba de refritar un decreto de Obama calificando al régimen chavista como una “amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos,” expresión ambigua que pretende desconocer la verdadera naturaleza de un estado que no solo patrocina el terrorismo sino que se apoya en el para seguir en el poder y que representa quizás una amenaza superior a la de Siria por estar en su ámbito geográfico de influencia. Llamar al chavismo “amenaza inusual” en lugar de estado terrorista luce más como un pícaro guiño de ojo y no una advertencia.

            Ya lo dijo Geoff Ramsey vocero del gobierno norteamericano, refiriéndose a Venezuela “hay que volver a una estrategia basada en la presión doméstica, en lograr tanto presión como una negociación eficaz que logre una solución política a la crisis.” Palabras claves: Presión doméstica y negociación eficaz. ¿Qué quiere decir esto? Que los demócratas seguirán centrados en los temas del medio oriente y dejaran el tema Venezuela en manos de la inercia de unas negociaciones y unas elecciones que terminaran por atornillar al chavismo por lo menos cuatro años más, salvo que alguna poderosa conmoción política interna dicte otra cosa.

Lo más probable es que el resto de países que dicen apoyar a Venezuela sigan el ejemplo de los Estados Unidos y alienten esa perversa política que deja el destino de millones de venezolanos en las manos del régimen chavista y la falsa oposición en el eterno círculo vicioso elecciones-negociaciones que seguramente producirá los mismos resultados. Y así pasarán cuatro años. Con esa diplomacia internacional definitivamente no se cuenta. Solo contamos con nosotros mismos y con nuestras capacidades para organizarnos en rebelión civil y militar para sacar al chavismo del poder por vías de hecho.-  @humbertotweets