jueves, 26 de julio de 2018

La unidad de la falsa oposición

Es falso que la unidad de la oposición es lo que hace falta para derrotar al régimen chavista. Desde 1999, la falsa oposición ha estado unida en torno a la estrategia electoral para enfrentar al chavismo. Hasta se unieron para apoyar a Arias Cárdenas bajo la sospechosa premisa de que al chavismo solo se le podría derrotar con uno de los suyos. La estrategia fue un desastre.
Unidad entre las franquicias partidistas asociadas en la extinta MUD es lo que ha sobrado para llamar a votar y cancelar todas las otras formas de lucha política. Siempre estuvieron unidos en el propósito de negociar una cohabitación con el régimen. Esa unidad de la falsa oposición es la que ha sido cómplice para atornillar al chavismo por casi dos décadas. Entonces, no es por falta de unidad que no se ha podido derrotar al chavismo.
Lo que le ha faltado a esa oposición no es unidad sino claridad y honestidad política. Claridad para zafarse de la tiranía de la pseudo legalidad del estado chavista; y honestidad para plantearle a la gente objetivos políticos sostenibles a largo plazo, en lugar de hacerle el juego al régimen con la estafa electoral y prestarse para llevar a la gente mansamente al matadero electoral. 
Ahora vuelven a manosear la idea de la unidad de todos los factores de la oposición como un saco de gatos, donde caben todos, hasta los ex oficialistas que desde la oposición llaman a restaurar el legado de Chávez. Complementan la maniobra con una trampa caza bobos para elegir a un supuesto líder que sería el nuevo mesías llamado a unir a toda la oposición.
Esa unidad opositora, donde todos caben indiscriminadamente, tendría un vocero de la más despreciable y amarga tizana política: negociadores, colaboradores, agentes dobles y hasta antiguos carceleros del régimen, todos unidos… ¿Para qué? Para colarse en un nuevo gobierno que han llamado engañosamente de transición, donde hay para todos.
Quienes hemos aprendido de la experiencia histórica de estos diecinueve años que este régimen no sale con elecciones, sabemos que una unidad burocrática y clientelar, como proponen los restauradores de los escombros de la MUD, es una unidad electorera e inviable políticamente. 
Sabemos que primero hay que definir, como eje, una tesis de lucha política insurreccional contra el régimen chavista, y luego sí promover la unidad de todas las fuerzas sociales en torno a ella. 
Por eso no es posible plantearnos ser parte de un bloque que, por su naturaleza esencialmente colaboracionista, debe ser destruido junto al régimen que trata de sostener. 
Lo que en realidad hace falta es la unidad de todas las facciones institucionales y honestas de la FANB, que las hay, para levantarse contra el estado chavista con las armas de la República e intentar salvar lo que queda. Y luego una verdadera unidad cívico militar para expulsar al chavismo del poder. 
La forma de echar al chavismo del poder y qué hacer para destruir el antiguo régimen político y restaurar la República, son algunos de los temas que nos separan hoy, manana, y siempre de la falsa oposición colaboracionista y electoral. 

@humbertotweets

domingo, 22 de julio de 2018

Unidad electoral vs unidad insurreccional


La falsa oposición ha fracasado en definir una estrategia de lucha política exitosa contra el régimen. En casi dos décadas los esfuerzos se han concentrado en negociaciones y elecciones. Las movilizaciones de calle más grandes que se han convocado han sido rápidamente desarticuladas para sembrar más desesperanza y confusión con la tesis electoral.
El fetichismo electoral ha dominado la agenda de la falsa oposición. Aunque abunda la evidencia en contrario estos operadores continúan aferrados a pedir por condiciones electorales favorables dentro de un sistema político electoral diseñado para beneficiar al chavismo.
Para esta oposición todo se reduce a tratar de cambiar el gobierno jugando dentro de sus propias reglas. Da pena ajena que se traten de justificar las derrotas políticas de la MUD porque esta fue incapaz de escoger un burocrático secretario ejecutivo o porque se incumplieron acuerdos clientelares entre las franquicias partidistas.
En realidad lo que ha fracasado ha sido la siempre equivocada estrategia de la unidad clientelar para lo electoral. Ahora que el régimen ya no cuida las formas se ve con más claridad el engaño de la falsa oposición siempre escondida detrás de un discurso retórico contra el gobierno pero dispuesta a nunca salirse de los rígidos limites de la legalidad del estado chavista. Esa idea de unidad ha fracasado aunque la siguen invocando como el último recurso para enfrentar al régimen.
Lo que se impone es otro tipo de unidad. La unidad con propósito insurreccional para confrontar y destruir las estructuras políticas, financieras y militares del estado chavista. Esto ciertamente no se logra con votos. Para esto es necesario promover una alianza entre fuerzas sociales civiles y las facciones institucionales y honestas de las fuerzas armadas que pueda articular una estrategia de victoria y poder.
Solo sobre la destrucción del estado chavista será posible plantearse un cambio político que recupere la republica en Venezuela. Para este propósito hace falta unidad, pero no la unidad colaboracionista. Hace falta una unidad de tipo insurreccional que sume fuerzas en torno a una tesis y un propósito político común de desmontar el tinglado pseudo legal que sostiene al régimen. En esta unidad de tipo insurreccional no caben quienes quieren seguir participando de las bondades del régimen del estado chavista.-

jueves, 19 de julio de 2018

La adicción electoral de la falsa oposición


Después de todo lo que ha ocurrido en Venezuela hay temas que deberían darse por cancelados o agotados. Sin embargo, se vuelven reiterativos e intentan colarse por las grietas de la ignorancia o la desmemoria del pueblo. Y es que, con el fin de preservar sus prebendas y privilegios, los operadores políticos están obligados a meterlos nuevamente de contrabando para ver si esta vez la gente los acepta.
En estos diecinueve años, cada vez que el régimen ha entrado en una fase de crisis que amenaza con convertirse en terminal, vuelve a apelar a la negociación de condiciones políticas y electorales para ganar tiempo. Un tiempo que, aunque pareciera estar en su contra, termina comprando prórrogas que se convierten en derrotas para la oposición. Es una táctica cíclica, va y viene, pero siempre está allí, latente, esperando por una nueva oportunidad para debutar como algo novedoso.
El régimen sabe muy bien que la droga de preferencia de la falsa oposición son las elecciones. Saben que, con adoración fetichista, esta oposición llegaría hasta donde sea necesario para asegurarse algunos cargos en cualquier instancia del régimen político chavista, y resolver los apetitos de su clientela partidista.
Con algunos matices, la falsa oposición sigue jugando a la estabilidad del régimen. La retórica incendiaria de los Ramos Allup se combina con sofisticadas estrategias para desarticular la oposición real contra la dictadura. En el último fraude electoral presidencial, una parte de estas franquicias de la falsa oposición simplemente no postuló candidato, y trató de hacer ver esa postura como un supuesto llamado a la abstención. Sencillamente se quedaron callados, mientras sus operadores regionales apoyaron la candidatura no menos falsa y engañosa de Henri Falcón.
A estas alturas, el tema electoral debería estar cancelado, luego de la constatación del fraude electoral que constantemente perpetra el régimen, y que es cohonestado por la falsa oposición. Pero el asunto regresa nuevamente con la convocatoria a elecciones de concejales para finales de año, y los coqueteos de la falsa oposición para inscribir candidatos. Claro, ya no será en forma directa, porque el mismo régimen ha inhabilitado la capacidad de postular que tendrían AD, PJ, VP y UNT. Sin embargo, los cupos del partido de Henri Falcón estarán a la orden para ser rellenados con nombres ligados al clientelismo municipal de esas organizaciones partidistas.
En esta nueva etapa que se inicia, el régimen ha decidido que seguirá con su manoseada táctica de negociaciones y elecciones para debilitar la lucha política. Esta vez las negociaciones serán individualmente con cada organización o bloque de la falsa oposición. El grupo de Falcón ha sido favorecido, esta vez con ciertas prerrogativas, al ser oficialmente el escogido como la oposición oficial al régimen. Los otros recibirán trato y prebendas según su nivel de servilismo; cuanto más tímidos y discretos menos recibirán.
Al mismo tiempo, casi por reflejo, el otro tolete de la falsa oposición anuncia que seguirá pidiendo condiciones electorales, aunque está sobradamente demostrado que jamás producirán un cambio político en dictadura. Mientras tanto, el país se cae a pedazos, el régimen aumenta la represión, y Maduro y Diosdado sonríen. Nada mejor para ellos que seguir alimentando la adicción a la droga electoral que continuamente proporciona el estado chavista a sus opositores.

domingo, 15 de julio de 2018

Evangelizar la servidumbre voluntaria


No hay forma de explicar 19 años de tiranía chavista sin la complicidad de la falsa oposición. Esa complicidad ha operado en diversas formas e intensidades. Están los negocios directos que unen al régimen con la oposición en la asignación de contratos a testaferros para financiar a partidos y en joint ventures como Odebrecht.
Pero también están los falsos dirigentes opositores que aunque no reciben asignaciones directas del estado chavista reciben un trato preferencial con ciertas garantías que les permiten seguir en la política sin que los toquen a cambio de que adecuen su discurso a los intereses del régimen.
Es una táctica que se basa en usar a los propios operadores de la falsa oposición como voceros de los intereses del gobierno. Así estos falsos opositores esconden su intención real de convivir y cohabitar políticamente con el estado chavista tras un manipulado discurso de negociaciones y vía electoral para salvar a país.
Lo perverso de esta táctica es que se apoya en situaciones concretas para imponer a la sociedad una manera de hacer oposición, una que aunque vocifere retóricamente al mismo tiempo desmovilice a la gente y desarticule la lucha real. Se trata de una forma sofisticada de usar a estos pseudo opositores para evangelizar la servidumbre voluntaria como condición para vivir en Venezuela.
Ese es el metalenguaje que transpiran por ejemplo Henry Ramos Allup y Acción Democrática cuando justifican la acción servil de sus cuatro gobernadores para gestionar la supuesta liberación de los presos políticos que no ha sido tal. En el fondo lo que intenta el régimen es usar elementos de la misma oposición para convencer al país que la lucha es inútil y que la única forma de oponerse al régimen es la forma legal y constitucional que el propio régimen lo permite. O sea una forma que sea tan inofensiva que le asegure al chavismo otros veinte años en el poder.
En medio de la tragedia de un país que se cae a pedazos y que requiere una respuesta política inmediata para enfrentar al régimen Acción Democrática anunció que visitará todo el país para “escuchar qué es lo que quiere el pueblo.” Eso no es más un típico cinismo de Ramos Allup para emboscar a la gente con falacias tales como “el régimen cae con votos, no con balas.”
Una dirigencia opositora verdaderamente honesta y digna sabría orientar y liderar la lucha social. En realidad lo que busca AD es propagar la desesperanza y justificar la cultura del servilismo de absoluta factura chavista para volver a caer en la trampa de unas elecciones.
El estado chavista y sus evangelizadores de la falsa oposición deben ser enfrentados con la misma intensidad para poder recuperar la república.-

jueves, 12 de julio de 2018

La implosión de la MUD

No podía ser de otra manera. El derrumbe de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) es el fracaso de una política cortoplacista y electorera que nos ha impuesto la falsa oposición desde 1999, para enfrentar al estado chavista.
Hicieron de la llamada vía electoral un fetiche al cual había que adorar, desechando otras formas de lucha. Tal como Henry Ramos Allup y Edgar Zambrano —ambos de AD— lo admiten, la MUD nunca fue nada más que una mera alianza electoral. Muy lógico y apropiado para una oposición que no podía concebir otras formas para salir de la narcotiranía. Pero también era una propuesta ineficaz para dirigir la lucha social contra el régimen, que pudo haber implicado definir una política y una organización, y no solo presentarse a una tras otra elección amañada.
Durante estos años, la MUD acumuló algunas victorias nominales dentro del sistema electoral del estado chavista. Estas supuestas victorias resultaron ser mecanismos eficientes de desmovilización de la lucha social, al alentar la ilusión electorera que tanto ha beneficiado al régimen.
En otros casos, ni siquiera fueron defendidas, como sucedió con el desmantelamiento de la misma Asamblea Nacional. Por eso costó hacerle ver a la gente la naturaleza real de la estafa política perpetrada por el régimen, teniendo a la falsa oposición como cómplice entusiasta y voluntario.
Pero esa política colaboracionista, basada en negociaciones secretas con el régimen y en participación continuada en el fraude electoral, tenía que derrumbarse, porque sencillamente hemos llegado al punto donde ya no hay más ilusiones que ofrecer. Ni siquiera porque la MUD trate de reinventarse y se esconda tras las siglas de un Frente Amplio, que es su apéndice; ni porque se le adjudiquen graciosamente cuatro gobernadores a Acción Democrática; o que, usando a aquellos como garantes del gobierno, se liberen presos políticos. Ya la gente sabe que tras cada acción de la MUD o sus operadores siempre hay una componenda oscura que termina beneficiando al régimen.
La gente le ha retirado su confianza a la MUD, porque representa una política de oposición fracasada que solo ha tenido éxito para atornillar al chavismo. El rechazo a esta alianza partidista se hizo patente cuando la presión de la calle obligó a los principales partidos de la unidad a no participar en las últimas elecciones. Aunque estos partidos nunca se identificaron con la abstención, ésta se convirtió en un gran movimiento nacional contra el régimen y contra la falsa oposición, y se impuso sobre la blandenguería de la MUD.
Ahora estamos en presencia del estallido interno de esta asociación de franquicias partidistas, que no es otra cosa que el fracaso de una falsa política de oposición basada en negociaciones y elecciones.
Los argumentos que ofrece Acción Democrática para salirse de la MUD son patéticos y solo tratan de ocultar la verdadera intención de este partido de procurarse ventajas adicionales de una negociación individual con el régimen. Ya ha tenido importantes avances con la adjudicación generosa de cuatro gobernadores al partido socialdemócrata, y la sospechosa inmunidad de la que gozan para “hacer oposición” los operadores de AD, partido que a diferencia de todos los demás nunca ha tenido un preso político durante el chavismo.
Es completamente irrelevante que AD se vaya o se quede en la MUD. Lo importante es que comprueba la implosión que sufre esa alianza, como resultado de sus políticas fallidas; y marca el comienzo de una nueva etapa en la lucha para derrocar el estado chavista con nuevas tesis y nuevos actores civiles y militares. @humbertotweets

domingo, 8 de julio de 2018

La peste chavista y sus propagadores

Cualquier análisis que se haga para tratar de explicar el chavismo sin incluir el colaboracionismo de la falsa oposición durante estos diecinueve años es un análisis incompleto. En mi opinión ese es uno de los problemas con el documental CHAVISMO La peste del siglo XXI de Gustavo Tovar Arroyo.
La metáfora del chavismo como peste pierde fuerza cuando queda planteada como si hubiese aparecido de la nada, producto solo de la equivocación de un pueblo. El documental pierde una preciosa oportunidad para examinar las desviaciones del estado de partidos consagrado en la Constitución de 1961 que llevó a una profunda crisis del sistema político venezolano y esta a su vez le abrió cauces al chavismo para llegar al poder.
La democracia de partidos fue corrupta e ineficiente. Por diseño constitucional se ocupaba más del reparto clientelar del botín del estado que de operar efectivamente en un sistema de libertades políticas con pesos y contrapesos entre poderes públicos separados. Esa partidocracia pretendía hacerse perdonar sus ineficiencias con la demagogia y un manejo clientelar del estado. Es lo que no dicen quienes defienden el sistema de gobierno que había antes de Chávez como si aquello hubiese sido el paraíso terrenal.
Chávez fue el resultado de las frustraciones y las contradicciones que la democracia no logro resolver y cuyos mecanismos constitucionales resultaron inoperantes para defenderse a sí misma.
Luego le tocaría a los mismos beneficiarios del antiguo régimen de partidos, ahora fuera del poder,  tratar de enfrentar al estado chavista. No pudieron ni siquiera defender sus propios privilegios clientelares. Desde 1999 la oposición se disfrazó de electoral y se ocupó de legitimar al régimen chavista en cada elección con algunas excepciones, en lugar de luchar para su derrocamiento.  
Lo que el documental de Tovar Arroyo no dice es que Chávez fue producto de ese régimen de partidos que había antes. Tampoco dice que en estos diecinueve años una falsa oposición actuó como agente legitimador, como propagador de esa peste chavista que el documental denuncia aunque en forma maniquea.
Tampoco ayuda a argumentar la tesis central del referido documental algunas entrevistas que aparecen fuera de contexto donde algunos dirigentes tales como David Smolansky, Yon Goicoechea y Freddy Guevara entre otros aparecen declarando obviedades, más para justificar sus aspiraciones de figuración política que otra cosa.

La tesis del chavismo como plaga histórica es una excelente metáfora que muestra la gravedad y brutalidad del fenómeno expresado en saqueos, muerte y destrucción. Pero esta peste política también tiene sus agentes propagadores desde la falsa oposición que deben ser erradicados con la misma asepsia que la enfermedad infectocontagiosa.- @humbertotweets

jueves, 5 de julio de 2018

La desaparición de la nación venezolana

No se trata de una exageración. Es una preocupación legítima al constatar la desaparición progresiva de elementos esenciales como el territorio, la fuerza armada, y la moneda, entre otros.
Es un proceso que tuvo momentos pico en 1961, con el diseño constitucional de un estado clientelar, basado en una democracia de partidos; y en 1999 con la constitución del estado chavista, sobre la base del fracaso de la democracia de partidos en Venezuela.
No se puede explicar el estado chavista y su efecto nefasto en la sociedad venezolana sin exponer el modelo de democracia clientelar de partidos que había antes del chavismo.
Ese venerado modelo de democracia de partidos no solo resultó insuficiente para resolver las contradicciones sociales y económicas del país; sino que concentró todo el poder en las mafias de partidos, configurando una oligarquía partidista avara y glotona, que también fue incapaz de defenderse a sí misma de la amenaza que representaba para ella Hugo Chávez.
La ausencia de una república de ciudadanos con separación absoluta de poderes facilitó el ascenso al poder de Chávez, quien heredó las estructuras clientelares de la antigua oligarquía de partidos para concentrarla en una oligarquía de un solo partido, haciendo más perversa y eficiente la estructura clientelar del estado.
Ya con todos los hilos del poder en sus manos, el chavismo se ha convertido en una mafia que usa todos los recursos del estado para perpetuar su dominio. Aunque ello implique la destrucción de elementos esenciales del estado como el territorio, la moneda y la fuerza armada. Ese es un precio que el chavismo está dispuesto a pagar con tal de no entregar el poder.
Estamos frente a una mafia criminal que no escatima esfuerzos para liquidar físicamente a sus adversarios. Para ello usa los mecanismos del estado. Cuando a esta mafia se le considera como a cualquier otro grupo político o social que podría ceder el poder bajo formas democráticas, sanciones o negociaciones, se comete un imperdonable acto de cinismo o ingenuidad.
Los politiqueros de la falsa oposición viven de propagar esperanzas artificiales en la gente. Son los que se oponen al chavismo como si tan solo se tratara de un mal gobierno que puede ser corregido con unas elecciones. Son los mismos que, confrontados con la irrefutable realidad, se niegan a admitir que efectivamente en manos del chavismo Venezuela es una nación en vía de extinción.
La cesión de amplias extensiones de territorio a la guerrilla y a paramilitares colombianos para que impongan orden donde la FANB no puede hacerlo; la voluntaria resignación a perder el territorio Esequibo en reclamación; la destrucción del signo monetario; la deliberada desarticulación de la Fuerza Armada, muy eficientes para reprimir a la población civil pero incapaces de defender la integridad del territorio venezolano. Son expresiones concretas de una política criminal que, de no ser enfrentada por la fuerza, terminará con Venezuela. Resulta evidente qué tan lejos está dispuesto a llegar el narcoestado chavista para destruir a la nación venezolana y mantenerse en el poder. La pregunta es cuán lejos estamos dispuestos a ir el resto de los civiles y militares para proteger lo que queda de la República.
@humbertotweets