lunes, 20 de diciembre de 2021

El fracaso de la AN 2015 y el Interinato

            Si es cierto, tal como hemos argumentado suficientemente, que el estado chavista dispone de una compleja maquinaria para seguir en el poder mediante el fraude electoral y el fraude político estamos obligados a explicar situaciones como la supuesta elección de la Asamblea Nacional en el 2015 cuando el órgano electoral chavista se la adjudicó en su mayoría a los representantes de la falsa oposición. ¿Cómo explicar esa situación si tomamos por cierto el hecho de que el chavismo dispone de todo el poder para fabricar resultados electorales? Solo basta que la sala de totalización del Consejo Electoral chavista anuncie un resultado para que este ya sea de por sí inauditable e inapelable. Entonces ¿qué pasó en el 2015?

            Nuestra tesis es que el Consejo Electoral chavista no hizo eficientemente su trabajo para articular el fraude electoral, como siempre lo ha hecho, y esto produjo un resultado inesperado. Digamos que el aparato para el fraude electoral  del estado chavista tenía algunas piezas sueltas y esto produjo una suerte de cortocircuito. Esta falla interna en el mecanismo de fraude electoral chavista fue reivindicada por los partidos de la falsa oposición como la prueba casi irrefutable de que si era posible derrotar al chavismo por la vía de los votos.

            No hay duda que millones de venezolanos se movilizaron a votar en el 2015 aún esperanzados en los cantos de sirena de la falsa oposición. Pero, como ya lo hemos explicado en otras oportunidades, la falla del fraude electoral fue inmediatamente corregida por el fraude político al activarse los órganos del estado chavista para quitarle la mayoría calificada a la falsa oposición en esa Asamblea Nacional y luego montando una Asamblea Constituyente como órgano legislativo paralelo. Esa voluntad política de los ciudadanos expresada a través de los mecanismos del régimen chavista quedó, una vez más, burlada.

            Sin renunciar a la tesis de que la falsa oposición siempre ha estado equivocada en sus mediatizadas formas de oponerse al régimen hay que reconocer que la movilización en el 2015 fue inmensa porque aún había esperanza en un cambio por la vía electoral. Pero una vez más la falsa oposición hizo lo que siempre ha hecho cuando la gente le da el voto. Los falsos opositores fueron incapaces de defender el espacio que millones de venezolanos les habían entregado. Ese desgano por liderar la lucha contra el chavismo siempre ha estado presente en todas las elecciones en las que ha participado la falsa oposición donde sus voceros, desde Manuel Rosales hasta Henrique Capriles, terminan llamando a la entrega y la resignación en fiel acatamiento a los números fabricados por el consejo electoral chavista.

            El entreguismo característico de la falsa oposición no es otra cosa que el mejor reconocimiento a la política real. Solo en un mundo de fantasía se podría esperar que el chavismo aceptara ser regulado por una Asamblea Nacional en manos de la falsa oposición. Pero más ilusos resultaron los parlamentarios “electos” en el 2015 cuando creyeron que la gente los había apoyado para hacerle las leyes al chavismo. Y la desconexión con la realidad alcanzó su paroxismo en enero de 2019 cuando la Asamblea Nacional del 2015 crea un gobierno de caricatura llamado interino con reconocimiento protocolar de varios países pero sin apoyo real en términos de política o geopolítica.

            El reconocimiento que países como los Estados Unidos e Inglaterra le han dado al llamado gobierno interino no ha sido útil para recuperar ni siquiera un metro cuadrado de territorio. Ese gobierno de papelillo y serpentina, carente de territorio en el cual operar, tampoco tiene una fuerza armada para actuar como un verdadero estado. Sin embargo, su existencia solo ha servido para fomentar escandalosos casos de corrupción como el de Monómeros y la malversación de los activos de Venezuela en el exterior, solo comparables con la depredación que diariamente perpetra el chavismo en Venezuela.

            Para medir el monumental fracaso de la Asamblea Nacional del 2015 y el llamado gobierno interino de Juan Guaidó hay que establecer unos parámetros. Lo que hay que establecer desde el principio es que el apoyo y el voto que la gente le dio a la falsa oposición no era para hacerle leyes al chavismo o tratar de administrar un gobierno en el aire que sólo es defendido por quienes forman parte de sus nóminas. Quienes en forma ingenua y desprevenida apoyaron a la falsa oposición lo hicieron, seguramente de buena fe, creyendo que estaban refrendando una dirección política para organizar las luchas que condujeran a sacar al chavismo del poder y no firmándoles un cheque en blanco a unos vividores de la política.

            Desde el punto de vista del objetivo político real y de las expectativas creadas sin duda la falsa oposición, con su Asamblea Nacional del 2105 y su gobierno interino devenido en hamponato, ha fracasado en forma rotunda. Gracias al papel de esa Asamblea Nacional y ese gobierno interino hoy el chavismo sigue en el poder sin un contrapeso real. El tiempo y las reiteradas negociaciones entre la falsa oposición y el chavismo han demostrado que lo que ha buscado la Asamblea Nacional del 2015 y el Interinato son formas de cohabitación y convivencia con el régimen chavista.

Lo que no ha sido un fracaso es el vertiginoso y rápido enriquecimiento de quienes han vivido guindados de ese racimo de cambures y ahora vuelven a invocar la constitución chavista de 1999 para seguir saqueando los activos de Venezuela en el exterior. Apoyar la continuación de la Asamblea Nacional del 2015 y el Interinato no es otra cosa que ir hermanados con los chavistas a ofrendar en el mismo templo de la corrupción y la barbarie que hoy desangra a Venezuela.

            Mientras tanto, y hasta que no se articule un verdadero eje de lucha contra el régimen chavista, millones de venezolanos instintivamente se refugiarán en la abstención electoral como la única forma digna y efectiva de castigar a los impíos de la falsa oposición y el chavismo.- @humbertotweets

sábado, 18 de diciembre de 2021

¿Cuáles gobernaciones le adjudicará el chavismo a la falsa oposición?

            Lo que habrá este domingo 21 de Noviembre es la adjudicación de unos cargos, no una elección. Pero esa adjudicación debe obedecer a un criterio y racionalidad que de alguna forma ayude a mantener al estado chavista y le permita avanzar jugadas y posiciones para los próximos años. Al arrastrar nuevamente a la falsa oposición al terreno electoral el chavismo logra varias cosas. Una de ellas es asegurarse que habrá una oposición electoral para neutralizar el descontento popular promoviendo iniciativas inútiles como participar en referendos y más elecciones.

            Esta vez el régimen tendría que considerar adjudicar cargos a la falsa oposición tomando en cuenta los reacomodos en esa dirección política luego de las peleas por el reparto del botín de Monómeros y la definición de quién será el candidato para prestarse a la estafa electoral presidencial del 2024. Además de la cantinflesca figura de Henrique Capriles el régimen necesita de otro agente en el seno de la falsa oposición que haga una suerte de contrapeso al candidato financiado con dineros de Monómeros Leopoldo López. No es que al chavismo le preocupe quién será el candidato de la falsa oposición para 2024 sino que necesita mostrar algo de drama y tensión para que esas elecciones tengan algo de credibilidad y justifiquen un resultado que para sorpresa de nadie mostrara a Nicolás Maduro como el “ganador” de esas “elecciones”.

            Además de usar estos eventos electorales para influir en la definición de la dirección política de la falsa oposición el régimen chavista debe continuar con la purga de todos aquellos factores no maduristas, fundamentalmente los asociados con Diosdado Cabello quien es el único que podría disputarle el poder por la fuerza a Nicolás Maduro. Esto quiere decir que aun entendiendo que el régimen chavista tiene todo el poder para imponer a todos los gobernadores y alcaldes es muy probable que le asigne unos cuantos a la falsa oposición lo cual significa sacrificar a algunos de sus propios operadores. ¿Pero quiénes podrían ser los sacrificados?

            En el seno del régimen chavista no todos los factores tienen el mismo valor. Hoy la triada Nicolás Maduro-Vladimir Padrino López-Jorge Rodríguez parece ser el sector que se impone, domina y arrincona al teniente Diosdado Cabello quien ha perdido todo su poder incluso en la Fuerzas Armadas Chavistas y está a merced de la piedad de Maduro o de un imponderable que súbitamente lo ponga como presidente de una transición orquestada con la bendición del Departamento de Estado Norteamericano y de la mano de su amigo y protector Thomas Shannon. Sin duda que serán los candidatos chavistas asociados a Diosdado Cabello los sacrificados para adjudicar esas gobernaciones a operadores de la falsa oposición.

Podemos examinar algunas entidades emblemáticas para ilustrar esta hipótesis sobre cómo podría funcionar el reparto o adjudicación de cargos el 21 de noviembre.

            Miranda. Esta es una entidad que no es probable le sea adjudicada a la falsa oposición. Será para el chavismo. ¿Por qué? El candidato del régimen chavista es Héctor Rodríguez protegido de Nicolás Maduro y ficha que será usada para confrontar y seguir devaluando la influencia del Teniente Diosdado Cabello en el seno del régimen. La confrontación aparente entre los candidatos de la falsa oposición y el final feliz entre Carlos Ocariz y David Uzcátegui no es más que el circo para animar la fiesta electoral.

Táchira. A pesar de que Fredy Bernal fue enviado al Táchira por Nicolás Maduro para ejercer el poder militar en la zona y entenderse con los grupos guerrilleros que operan en la frontera este operador tiene la doble cualidad de ser pieza de confianza tanto de Maduro como de Cabello. Y quizás sea ubicado más en la órbita de Cabello por sus afinidades de tipo militar. Por la cantidad de negocios que maneja el chavismo en la frontera y que pasan por la manos de Bernal no es probable que esa gobernación le sea adjudicada nuevamente a la falsa oposición. Es muy probable que sea para Bernal aunque se le vea como operador de Diosdado Cabello. La falsa oposición tendrá que conformarse diciendo que perdió porque iba dividida con dos candidatos, Leidy Gómez y Fernando Andrade.

Zulia. En las elecciones pasadas este estado ya le había sido adjudicado a Primero Justicia para sacrificar a un personaje no madurista que se desvanece en el paisaje chavista como Francisco Arias Cárdenas. Esta vez el régimen chavista podría darle esta gobernación a Manuel Rosales para darle oxígeno como figura estelar de la oposición y ponerlo a compartir escena con Henrique Capriles y Leopoldo López. Esta no sería una decisión difícil para el cogollo chavista ya que solo significaría sacrificar a Omar Prieto ficha de Diosdado Cabello.

Lara. Si el régimen chavista quisiera darle fuerza a otro de sus agentes directos en la falsa oposición podría considerar adjudicarle la gobernación de Lara a Henri Falcón. El candidato a sacrificar por el chavismo sería Adolfo Pereira ficha de Carmen Meléndez y Nicolás Maduro quien habría sido impuesto allí precisamente por su obediencia perruna y para hacer en forma oportuna lo que se pueda, incluso proclamar vencedor al propio Henri Falcón si así se lo piden. No podría ser casual que el chavismo esta vez haya decidido proteger a Carmen Meléndez mandándola a la Alcaldía de Caracas y no postularla para la gobernación de Lara.

            Municipio Libertador. Como consecuencia de lo anterior el Municipio Libertador es una posición clave que bajo ninguna circunstancia le será adjudicada a la falsa oposición. Ese puesto será para Carmen Meléndez, protegida de Maduro. Los candidatos de la falsa oposición, Tomas Guanipa y Antonio Ecarri, podrán luego echarse la culpa mutuamente por la derrota o culpar a la abstención.

La verdad es que estamos frente a un resultado que de antemano ya está cantado. La adjudicación final de cargos es una materia que será resuelta por el cogollo del régimen (Maduro, Padrino, Rodríguez) en las próximas horas y debidamente comunicada a la legendaria sala de totalizaciones del CNE para que a su vez su directorio (integrado por chavistas y falsos opositores) se la informe al país como resultados oficiales.- @humbertotweets

lunes, 13 de diciembre de 2021

¿Hacia dónde va la propuesta de María Corina Machado?

            La lucha para sacar al chavismo del poder se libra en varios frentes. Uno de ellos es la confrontación con el régimen chavista por todos los medios posibles para detener su efecto destructivo sobre la nación venezolana. Esto significa exponer con claridad la gravedad de la crisis que podría terminar con el desmembramiento de Venezuela y ganar apoyos en sectores civiles y militares para defender la integridad política y territorial de nuestra nación. Otro frente de lucha, quizás más importante aún, es precisamente la articulación y coordinación de fuerzas en torno a una propuesta eficaz y viable para enfrentar exitosamente al régimen chavista. Sin ideas ni estrategias claras seguiremos dando bandazos en la urgente tarea de sacar al chavismo del poder. Por eso todas las propuestas que se nos presenten como alternativas al chavismo tienen que ser examinadas y criticadas para determinar si nos ayudan o no a lograr el objetivo final.

            Luego de la farsa electoral del 21 de noviembre María Corina Machado presentó una propuesta para enfrentar la actual coyuntura política en buena medida definida por el descrédito y la bancarrota de la falsa oposición y su gobierno interino. El planteamiento de MCM se centra en las ideas de organizar una nueva dirección política de la oposición al chavismo que dirija la lucha para sacarle del poder y que esta dirección sea electa por los venezolanos. Es indudable que la propuesta refleja la genuina preocupación de la proponente para sacar al chavismo del poder. Pero, ¿elegir democráticamente a una nueva dirección política nos acerca a ese objetivo? Veamos.  

            ¿Qué es lo que podría diferenciar a esa dirección política tanto del chavismo como de la falsa oposición? ¿Qué es lo que en verdad nos desmarca del chavismo? Las diferencias, si son fundamentales, no podrían reducirse simplemente a un mero cambio administrativo de gobierno, con o sin elecciones, dejando intacto al régimen político sobre el cual se apoya este gobierno. Entonces, esto nos debe llevar a definiciones más complejas tales como si esa dirección política defiende o se deslinda de la constitución chavista de 1999 sobre la cual descansa todo el régimen político.

            Hasta ahora todos los partidos políticos, incluido Vente Venezuela de María Corina Machado, han defendido la tesis de enfrentar los gobiernos chavistas pero siempre apegados al marco que regula este régimen político y que está contenido en la constitución chavista de 1999. Estas dos décadas de lucha han demostrado que esa es la tesis equivocada. Oponerse electoral o políticamente al régimen chavista dentro de los límites de un marco jurídico hecho a su medida solo conduce a una perpetuación del chavismo. De nada valen elecciones, referendos o firmazos si todos tienen que pasar por las instituciones y normas de un estado diciendo para operar a perpetuidad.

            Más importante que elegir democráticamente a una nueva dirección política es definir primero una posición frente al régimen político chavista en su conjunto y no solo en cuanto al gobierno de Nicolás Maduro. Y aquí identificamos una diferencia sustancial con la propuesta de María Corina Machado. No es tanto la legitimidad lo que nos hace falta sino más bien la claridad de saber hacia dónde debemos ir. Una vanguardia política con ideas y estrategias claras podría ganar apoyo popular por la calidad de sus planteamientos más que por ser el resultado de una elección.

            Por ejemplo, la actual coyuntura está definida por la sustitución del estado nacional venezolano por el estado chavista y sus fuerzas armadas. Si esta vanguardia asume que estamos frente a una crisis de gobierno entonces lo más probable es que propongan elecciones con arreglo a la constitución chavista de 1999 como solución, Si por el contrario esa dirección política concluye que lo que tenemos al frente es una crisis de estado entonces lo más probable es que nos proponen una ruptura con el actual régimen político y no un gobierno de transición que deje intactas las estructuras políticas y militares del viejo régimen. ¿Cuál será la propuesta de esa dirección política?

            Además de una definición precisa en lo coyuntural es necesario un planteamiento programático que le presente a los venezolanos la antítesis de lo que significa la políticas clientelares y socialdemócratas del chavismo y la falsa oposición. Esa dirección política no puede ser concebida como una banalización de la crisis con la fórmula clientelar “aquí todos caben.” Esta propuesta debería interpretar el sentimiento mayoritario de los venezolanos en rechazo a toda política asociada con posturas de “izquierda” o formas agazapadas de clientelismo político. Esa dirección política tendría que ir por la vía contraria, por la vía de la derecha, si se le prefiere llamar de esa manera, pero dándole contenido a esa ambigua denominación con ideas claras en defensa de la patria, la familia y la propiedad. ¿Tendrá esa dirección política la claridad y la transparencia para desafiar la tiranía cultural de la izquierda aun cuando eso signifique “perder popularidad”?

            Hay otros aspectos de forma que resultan problemáticos en la propuesta de María Corina Machado. ¿Quiénes se presentarán a esa elección? ¿Quiénes pagarán sus campañas? ¿De dónde saldrá el dinero para pagar esa movilización? ¿Se puede hacer una elección de esa naturaleza, o de cualquier otra, en las condiciones depauperadas que hoy sufren los venezolanos? La propia María Corina refiere, en apoyo a su propuesta, las experiencias del firmazo del 2003 y el llamado referéndum popular del 16 de julio del 2017. MCM olvida mencionar que ambos fueron esfuerzos extraordinarios pero condenados por la vana ilusión electoral que no ayudaron en nada a sacar al chavismo del poder.

            En algo fundamental si estamos de acuerdo con María Corina Machado. Es urgente estructurar una nueva dirección política para coordinar las luchas que saquen al chavismo del poder. Nosotros agregamos, esa dirección debe ser civil y militar además de asumir  una posición frontal e irreductible de confrontación al régimen de 1999 y su constitución y construir sus tesis esenciales en torno a esta definición. Los venezolanos estamos hartos de elecciones. Lo que la gente reclama es un nuevo régimen político basado en la ley y el orden en defensa de la patria, la familia y la propiedad. Para esto no hace falta ir a una elección, sino tener las ideas y los valores claros. Estas podrían ser las banderas de María Corina Machado, si ella quiere. Y nosotros, sin reservas, la acompañaríamos.-  @humbertotweets

domingo, 12 de diciembre de 2021

¿Por qué la falsa oposición coincide con Rafael Ramírez?

            La falsa oposición representada fundamentalmente por las franquicias que controlan la Asamblea Nacional 2015 y el interinato (Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y la corte de partidos pedigüeños que les acompañan) sigue dando bandazos. Sin una propuesta viable para salir del chavismo estos operadores siguen haciendo negocios y lucrándose de elección en elección. Aún no había terminado el reparto de cargos el 11 de noviembre cuando ya los falsos opositores estaban anunciando su próximo negocio: El Referéndum Revocatorio.

            Empeñados en seguir buscando maneras de legitimar al régimen chavista ahora la falsa oposición apostará a los mecanismos establecidos en la constitución chavista de 1999 para supuestamente tratar de salir de Nicolás Maduro. No importa toda la evidencia acumulada a lo largo de estas dos décadas sobre la extraordinaria capacidad del régimen para orquestar un fraude electoral. Menos aún importa constatar que los órganos del estado chavista se han activado, y lo volverán a hacer, para que un evento de esta naturaleza no ponga en peligro la estabilidad del régimen. Esto incluye a un Tribunal Supremo de Justicia chavista preparado desde ya para producir sentencias favorables al régimen y a unas fuerzas armadas, también chavistas, cuyo vocero principal ha repetido hasta la saciedad que el chavismo jamás entregará el poder.

            Pero aun así las franquicias de la falsa oposición ya están movilizadas pidiendo dinero a Bolichicos y Boliburgueses para financiar esta nueva campaña. El objetivo es tratar de embaucar a los venezolanos con la estafa de que es posible sacar del poder con votos al chavismo y en el camino quedarse con masas de dinero en sus bolsillos. Pero esto es algo que ya hemos visto y seguiremos viendo para este y otros eventos electorales que contarán con la participación legitimadora de la falsa oposición.

            Lo que resulta curioso y no se puede dejar pasar por debajo de la mesa es el proceso que viene operando desde hace varios años donde la falsa oposición en su necedad de defender al régimen político coincide en sus posturas con el chavismo, más específicamente con el llamado chavismo originario.

            El chavismo originario es esa primera camada de operadores que acompañaron a Hugo Chávez hasta su desaparición. Allí hay civiles y militares que fueron los arquitectos de la Constitución de 1999 y el estado chavista. Una vez fallecido Chávez se configura un poderoso grupo dentro del estado chavista identificado como el madurismo cuya prioridad fue eliminar toda amenaza dentro del propio régimen político. Desde que Nicolás Maduro asume la presidencia se ha desarrollado una lucha intensa para purgar a elementos del chavismo originario en una combinación de neutralización física y política para eliminar a cualquiera que represente una amenaza al tirano de turno.

            Sin dejar de ser chavistas y blandiendo su lealtad a la constitución de 1999 el llamado chavismo originario se ha separado políticamente del gobierno de Nicolás Maduro con críticas a este por traicionar el legado de Chávez, o sea por no ser lo suficientemente chavista. Con estas credenciales esta suerte de disidencia del chavismo ha sido cobijada en el seno de la falsa oposición con espacio propio en la MUD y el Frente Amplio.

            En una primera ojeada podría parecer que el chavismo originario, ahora disidente del gobierno de Maduro que no del régimen chavista, estaría acercándose a las tesis de la falsa oposición a la hora de enfrentar a Maduro por la vía electoral. Pero no es así. Los chavistas originarios han sido y seguirán siendo chavistas dispuestos a defender el desastre de revolución bolivariana que nos dejó Chávez y está destruyendo a Venezuela. Ellos, que fueron los arquitectos e ingenieros de este régimen político, tienen que buscar en las entrañas de ese engendro las formas constitucionales y legales para tratar de sacar a Nicolás Maduro del gobierno. Es la falsa oposición la que, negándose a sí misma como una alternativa frente al estado chavista, corre desesperada a hacer causa común con el chavismo en la defensa del régimen político y sus órganos establecidos en la constitución de 1999.

            Esto explica que la falsa oposición en la estafa electoral del 21 de noviembre haya apoyado candidatos chavistas no maduristas y que a su vez el chavismo originario ahora disidente de Maduro haya llamado a votar por los candidatos de la MUD. Esto respondería a la pregunta ¿Por qué la falsa oposición coincide con Rafael Ramírez cuando éste propone un referéndum para revocar a Maduro? Los falsos opositores están suscribiendo la misma tesis de uno de los fundadores del estado chavista que busca un mero cambio de gobierno pero dejando intacto al resto del régimen político.

            La defensa política y electoral del estado chavista y su constitución es el punto de encuentro entre las dos versiones de la falsa oposición (interinato y alacranes) y las dos versiones del chavismo (madurismo y chavismo originario). La cantidad aritmética pareciera mostrar 4 grupos enfrentados entre sí, pero aquí lo que está operando es más bien una cantidad lógica que por sus posturas en defensa del mismo régimen político se reducen a una sola posición.

            En los próximos meses veremos a los operadores de la falsa oposición codo a codo con Rafael Ramirez y su combo haciendo campaña para tratar de revocar a Nicolás Maduro, pero no para sacar al chavismo del poder.- @humbertotweets

jueves, 9 de diciembre de 2021

El negocio de ser “oposición” en Venezuela

            En teoría se podría caracterizar a la oposición en Venezuela como al bloque que se presenta como una alternativa política frente al chavismo. Pero para tener el mérito de ser alternativa frente al régimen chavista debe diferenciarse en los aspectos fundamentales con tesis que nos permitan a los venezolanos salir de la crisis terminal en la que nos ha metido el chavismo.

Si los planteamientos y acciones de esa oposición no conducen a librarnos del chavismo entonces difícilmente podremos reconocerle como alternativa. Es más, la cualidad de ser opositor al régimen también estaría cuestionada al tratarse simplemente de un bloque político cuya máxima aspiración no es sustituir al estado chavista sino convivir con él.

            Y es que el tema  que debería estar en el centro del debate no es como salir electoralmente del gobierno de Nicolás Maduro sino más bien como derrocar por la fuerza al estado chavista. Se trata de dos perspectivas claramente diferenciadas y antagónicas. Una apunta a buscar una transición dentro del mismo estado chavista que cambie el gobierno y deje las estructuras políticas y militares intactas. La otra, por el contrario, propone la sustitución del estado chavista para regresar a lo que una vez fue el estado nacional venezolano.

            Lo que en realidad debe definir si se es o no oposición en Venezuela es la posición que se asuma frente a la constitución de 1999 y al estado chavista que de ella se deriva. Atribuirse el título de “oposición” simplemente porque se participa en unas elecciones cuyo resultado termina aceptando y reconociendo al régimen político en su conjunto es otra cosa, menos oposición. La extensa red de gobernadores, alcaldes y concejales que el régimen chavista le ha adjudicado a la “oposición” a lo largo de estas dos décadas en elecciones fraudulentas actúan como agentes sostenedores del régimen chavista y lo que menos quisieran es su destrucción.

            Grupos mediáticos controlados por esos partidos y por el propio régimen insisten en llamar a estos operadores políticos “oposición”, En rechazo a esta falacia el saber popular venezolano los ha rebautizado merecidamente como la “falsa oposición” porque no han sido ni serán alternativa frente al régimen chavista. Por el contrario, su papel es muy eficaz a la hora de legitimar a un régimen que permite una disidencia controlada, porque la disidencia real es aplastada a sangre y fuego.

            Hacer política en Venezuela desde los espacios de la falsa oposición le permite a estos operadores una serie de beneficios e inmunidades que a la larga resultan ser magníficos incentivos para un estilo de vida muy diferente al del resto de los venezolanos. La actividad del régimen chavista y la falsa oposición se sostiene sobre más o menos un 10% de la población que actúa como clientela de esos partidos. Esos son los “activistas y militantes” que al igual que sus jefes viven de la política y de los negocios que de ella puedan derivar desde una gobernación, una alcaldía o concejalía según sea el caso.

            Este 10% es el pequeño grupo que se moviliza para trabajar en las elecciones por los partidos del régimen o se presta para ir a votar a cambio de pequeñas dádivas o incentivos como formas de pago a diferencia de quienes ostentan el status de “dirigentes” quienes por supuesto tienen acceso a maneras más sofisticadas de corrupción y enriquecimiento ilícito. Además de los dineros que el estado chavista le reparte a la falsa oposición vía gobernaciones y alcaldías están los cuantiosos recursos que el gobierno interino y los partidos opositores que lo controlan han manejado a discreción para beneficio de sus operadores.

            En realidad, ser la oposición oficialmente reconocida al régimen dentro de lo que el estado chavista permite ha sido un magnífico negocio para estos traficantes de la política. Por eso ellos podrán seguir negociando y saltando de una elección a otra (¡ya viene el revocatorio!). Porque sus necesidades básicas ya están resueltas. Las urgencias de estos políticos de la falsa opción y del chavismo no son las mismas de la gran mayoría de los venezolanos que a diferencia de estas camarillas no viven de la política sino de su propio trabajo. Esta será la fibra moral indispensable para reconstruir a la nación y al estado venezolano, ciudadanos honestos y trabajadores no vividores de la política.- @humbertotweets

lunes, 6 de diciembre de 2021

Barinas en las guerras intestinas del chavismo

            No se puede tratar de explicar lo hoy pasa en Barinas desde lo anecdótico y superficial. Es preciso regresar a las definiciones básicas que caracterizan la esencia y funcionamiento del régimen chavista. Lo hemos dicho muchas veces y habrá que repetirlo muchas más. El estado chavista, que sustituyó al estado nacional venezolano, fue diseñado en la constitución de 1999 como un régimen político que a pesar de sus apariencias electorales jamás cederá el poder por vía de elecciones. Esto lo han dicho hasta la saciedad los voceros más calificados del régimen incluidos Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, Vladimir Padrino López, Diosdado Cabello y muchos más.

            Para llevar adelante esta política que les permita seguir en el poder para siempre el chavismo ejercita una combinación de fraude electoral y fraude político. El fraude electoral es perpetrado por el Consejo Electoral chavista cuya sala de totalización anuncia resultados irreversibles e inapelables.  Pero antes de llegar a la sala de totalización hay una larga cadena de manipulaciones en los cuadernos de votación, máquinas, mesas, redistribución de circuitos, etc. todas coordinadas para favorecer a los candidatos del chavismo o mejor decir para producir resultados que convienen a quienes controlan el estado chavista.

            El fraude electoral (el de los números) está empotrado en otro fraude de mayor envergadura y es el fraude político (el de las instituciones). Las instituciones y órganos del estado chavista (ejecutivo, judicial, legislativo, electoral y militar) se coordinan para producir decisiones y sentencias con base a la pseudo legalidad del régimen que a su vez se apoya en la Constitución chavista de 1999.  Al reservarse la potestad de decidir cuando algo es legal  o no, a través de sus órganos, el régimen puede seguir cambiando las reglas del juego político a su conveniencia sin que alguna vez su existencia se vea amenazada por la legalidad que él mismo se ha fabricado a su medida.

Esta articulación de fraude electoral y fraude político ya la hemos visto en acción muchas veces a lo largo de estas dos décadas. Lo que el fraude electoral no es capaz de resolver dentro del sistema es corregido por las instituciones que perpetran el fraude político. El referéndum del 2007 y la elección de la Asamblea Nacional el 2015 son claros ejemplos de fallas del fraude electoral que inmediatamente fueron corregidas por las instituciones del estado chavista. En el caso del 2007 Hugo Chávez de todas formas terminó imponiendo por vía de decretos lo que había sido rechazado en el referéndum. Y a la Asamblea Nacional del 2015 el estado chavista no solo le quitó la mayoría calificada sino que además le montó una Asamblea Constituyente para que actuara como un poder legislativo paralelo.

La farsa electoral que se repite cada cierto tiempo, con la participación de la falsa oposición, cumple varios propósitos. Por una parte le otorga cierta credibilidad a un sistema donde la camarilla gobernante participa en elecciones,  “pierde” y reconoce el resultado (el caso de las gobernaciones y las alcaldías). Por otra parte también opera como un mecanismo de inclusión de la falsa oposición que muy entusiasta participa del clientelismo del estado chavista. Grandes masas de dinero van a parar a los bolsillos de los falsos opositores a través de gobernaciones y alcaldías con la bendición del chavismo.

Pero estas “elecciones” también tienen otro propósito y es el de ajustar cuentas en la lucha interna que protagonizan diferentes bandos chavistas. En el más reciente fraude electoral el chavismo decidió adjudicar la gobernación del estado Zulia al falso opositor Manuel Rosales, sacrificando al candidato chavista Omar Prieto básicamente por ser una ficha de Diosdado Cabello. En el Táchira hacen ganador a Freddy Bernal con menos de 2 mil votos frente a Laidy Gómez como un mensaje para que revise sus afinidades con Cabello. Sin duda, el caso de la gobernación de Barinas es el más dramático de todos porque se trata de otro evento, en una larga cadena, donde el madurismo se deslinda del chavismo originario en este caso representado por Argenis Chávez quien solo recibió una tibia muestra de solidaridad por parte de Diosdado Cabello.

En los casos de Zulia y Barinas, el régimen chavista disponía de todo el poder para hacer ganador a sus candidatos con cualquier cantidad de votos. ¿Por qué no lo hizo? Porque se trata de episodios en las guerras intestinas que se libran por el control del estado chavista. Lo de Barinas le rinde dividendos al chavismo y la falsa oposición. El régimen se cubre con un manto de credibilidad al reconocer que aun controlando todo el sistema puede perder elecciones y reconocerlo. La falsa oposición por su parte reivindica su prédica que con votos si es posible salir del chavismo.

Ambas posiciones quedarán al desnudo el 9 de enero de 2022 cuando, por vía de fraude político y electoral, se imponga como ganador al madurista Jorge Arreaza  y el relevo del chavismo originario por el madurismo siga su curso en el seno del régimen.

            Entonces se verá con más claridad que la falsa oposición nunca ganó nada que de antemano el régimen chavista no estuviera dispuesto a concederle. Lo que es más, el celebrado triunfo de Freddy Superlano solo sirvió para seguir dirimiendo la confrontación Maduro-Cabello y para defenestrar a la familia Chávez en Barinas. Cuando los órganos del estado chavista proclamen al candidato “ganador” en Barinas también se verá mucho más claro, una vez más, que no es precisamente con votos como saldrá el chavismo del poder.- @humbertotweets

jueves, 2 de diciembre de 2021

Fallas por diseño en el régimen chavista

            Con la situación que se ha presentado en el estado Barinas luego del fraude electoral del 21N han regresado envalentonados quienes defienden las salidas electorales y negociadas a reivindicar el voto como la única salida posible frente al desmadre del régimen chavista. Después de todo fue con votos que se derrotó a un bando de la familia Chávez en Barinas, dicen. Y completan el silogismo agregando: “Esto significa que si vamos con una sola propuesta (Referéndum Revocatorio) o con un solo candidato de la oposición (López o Rosales) es posible ganarle al chavismo”. Como este tipo de falacia será de uso cada vez más frecuente en los próximos dos años vale la pena examinarla para entender su perverso propósito.

            El argumento de que con votos la falsa oposición ganó las gobernaciones de Barinas, Cojedes, Nueva Esparta y Zulia, además de un generoso puñado de alcaldías, no es más que una variación de la misma falacia que ya antes hemos escuchado. Se trata de un recurso propagandístico que circula muy rápido cuando se usa para demostrar que durante el régimen chavista la falsa oposición también ha ganado elecciones y que cobra más fuerza aún cuando se le coteja con situaciones como el referéndum del 2007 (que Chávez perdió) y las elecciones parlamentarias del 2015 donde el chavismo le otorgó la mayoría nominal de la Asamblea Nacional a la falsa oposición aunque luego, como era de esperar, le arrebató todo el poder. Sobre estos eventos se monta la campaña para vender la ilusión que algún día el chavismo entregará el poder si es derrotado por los votos.

            Este tipo de discurso se centra en el tema del fraude electoral y reduce la complejidad de la trama chavista a un mero asunto de “condiciones electorales.” Si tan solo hubiesen más auditorías, cuadernos de votación depurados y actualizados, representación paritaria en las mesas de votación…y si la gente sale a votar entonces se le puede ganar al chavismo. Pero este argumento ignora deliberadamente un fraude de mayor entidad y es el fraude político como rector de todo el proceso cuyo único objetivo es mantener al chavismo en el poder.

El fraude político opera cuando las instancias del propio estado chavista se coordinan y articulan para producir decisiones, basadas en la pseudo legalidad de la constitución de 1999, que corrigen o completan el trabajo no resuelto por el fraude electoral. Esto lo hemos visto varias veces en estas dos décadas de chavismo. Aunque la propuesta de Hugo Chávez en el Referéndum del 2007 salió derrotada todo su contenido fue luego impuesto por vía de decretos presidenciales y sentencias del Tribunal Supremo de Justicia chavista. Quizás el caso más emblemático de una “victoria” de la falsa oposición sea la elección de la Asamblea Nacional del 2015 donde el Consejo Electoral chavista le adjudica la mayoría de los puestos a la falsa oposición y luego los órganos del estado chavista le quitan la mayoría calificada y le montan nada más y nada menos que una Asamblea Nacional Constituyente para que actúe como cuerpo legislativo paralelo y el único reconocido oficialmente.

Para ser consecuentes con esta línea de análisis tenemos entonces que preguntarnos ¿Si el régimen chavista tiene todo el poder material para manufacturar votos a la carta como es que permite resultados aparentemente “adversos” como los de 2007, 2015 y toda la larga lista de gobernaciones y alcaldías que han sido adjudicadas a la falsa oposición en estos veinte años? Estas supuestas anomalías dentro del sistema del régimen político chavista no son azarosas ni casuales, ocurren por diseño y operan como una necesaria válvula que regula y controla la participación de la falsa oposición que acepta engolosinada validar todo el sistema a cambio de que se le otorguen algunas concesiones. A esto hay que agregar el no menos valioso recurso propagandístico que significa decir dentro y fuera de Venezuela que el chavismo también pierde elecciones y por eso hay que seguir votando.

            Es probable que la máquina para fabricar resultados electorales no estuviera operando en su habitual nivel de eficiencia y esto produjo resultados inesperados en elecciones importantes como las de 2007 y 2015. Pero estos fueron inmediatamente corregidos por el propio sistema en forma legal, sin aviso y sin protesto.

Aunque el jefe del estado chavista (ayer Hugo Chávez, hoy Nicolás Maduro) es quien controla todos los cables de esa maquinaria a veces como resultado del natural juego de tendencias e intereses dentro del mismo régimen esos cables se cruzan y producen estas anomalías que le dan cierta variedad y color al desértico paisaje chavista. Por ejemplo, la adjudicación de gobernadores y alcaldes a la falsa oposición además de lograr un efecto inclusivo de estos socios del régimen se ha convertido en una forma de ajustar cuentas en lo interno del chavismo. Lo vimos el 21 de noviembre pasado cuando aun teniendo todo el poder para imponer sus candidatos el chavismo resolvió darle la gobernación Zulia a la falsa oposición y sacrificar a Omar Prieto ficha de Diosdado Cabello.

En el Táchira, si hubiesen querido habrían podido hacer ganador  por más votos a Fredy Bernal, otra ficha de Diosdado, en lugar de ponerlo como un gobernador que casi pierde. En Barinas han podido ahorrarle la humillación a la familia Chávez y darle todos los votos a Argenis Chávez. ¿Acaso alguien puede dudar que tienen el poder para hacerlo? Nosotros especulamos en estas mismas páginas que podría tratarse de una forma de darle un incentivo al grupo de Leopoldo López para que se integrara por completo al régimen al tiempo de quitarse de encima a toda la familia Chávez.

Lo que no hay que perder de vista es que el régimen chavista, ahora controlado en su totalidad por Nicolás Maduro y su camarilla, ha provocado nuevamente una anomalía esta vez para liberarse de los compromisos con la familia Chávez y argumentar que en este sistema el chavismo también pierde lo cual ayuda a legitimar al régimen. Y pueden tener razón porque si se repiten las elecciones en Barinas el nuevo gobernador no será Argenis Chávez ni un chavista originario vinculado a la familia Chávez, sino muy probablemente una ficha de Nicolás Maduro. Así el relevo del chavismo originario por el madurismo en el seno del régimen sigue su curso apoyado en esos pequeños accidentes electorales que parecieran cosas del destino pero que están fríamente calculados.- @humbertotweets

lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Se ocupará la CPI del Coronel Gámez Bustamante?

            Siempre hemos argumentado que, como producto de los acuerdos entre el chavismo y la falsa oposición, en Venezuela hay presos políticos, civiles y militares, de primera y de segunda. Están los presos políticos detenidos por tirar piedras al régimen que luego son usados como fichas de negociación entre el chavismo y la falsa oposición. La liberación negociada de estos le rinde dividendos al chavismo que se da una imagen de apertura, a la falsa oposición quien celebra haberle “arrebatado” algo al gobierno y en su conjunto beneficia al estado chavista quien en forma casi automática gana a un evangelizador que sale a predicar sobre las bondades del régimen político. También están los presos políticos VIP con rango de celebridades cuyas milagrosas y espectaculares fugas solo podrían explicarse como el resultado de negociaciones con el régimen.

            Pero hay otro tipo de preso político en Venezuela. Aquel que ha sido implicado en algún intento de rebelión contra el régimen chavista y que por carecer de las conexiones y afinidades con la falsa oposición nunca es parte de los canjes con el régimen y es ignorado en las campañas mediáticas. Este tipo de preso político está literalmente condenado a muerte por el régimen porque generalmente su caso está en el limbo jurídico de la justicia chavista y para mayor desgracia su caso se pierde en la maraña de informaciones o simplemente en el olvido. Ellos están doblemente condenados a muerte si a la agresión física agregamos la agresión moral. En esta situación están más de un centenar de presos políticos civiles y militares de cuyos casos sabemos solo gracias a sus propios familiares, a algunos periodistas, y a organizaciones tales como Foro Penal y Control Ciudadano quienes se han ocupado de documentar esos casos.

            Incluso el más emblemático preso político del régimen chavista, el general Raúl Isaías Baduel recibió el mismo tratamiento. Su asesinato en manos del régimen chavista es la indubitable evidencia. A pesar de su prestigio y de su rango nadie metió la mano para negociar y tratar de salvar su vida. Con toda su pericia y habilidades militares tampoco pudo darse el lujo de escaparse de sus captores como otros lo lograron sin ningún esfuerzo. Solo su familia, muy consciente de su estado mortal en una carrera contra el tiempo, luchó hasta quedarse afónica advirtiendo el desenlace fatal si el General Baduel no recibía urgente atención médica. Nada pudo impedir que el régimen chavista ejecutara su sentencia de muerte sobre el General Raúl Isaías Baduel.

            Sin embargo, el General Baduel no fue el primero en ser asesinado por el régimen chavista mientras estaba bajo custodia de sus esbirros y torturadores. Según Foro Penal en condiciones similares habrían fallecido Rodolfo González Martínez, Carlos Andrés García, Rafael Arreaza Soto, Fernando Albán, Nelson Martínez, Rafael Acosta Arévalo, Pedro Pablo Santana Carballo, Salvador Franco, Gabriel Medina Díaz. Es evidente que se trata de un procedimiento establecido y sistemático que usa el chavismo para librarse de este tipo de preso político y que su muerte sirva para propagar el miedo en sus propias huestes.

Por supuesto, en el mundo militar chavista hay preocupación porque nunca se sabe a quién le va a tocar. Y es que aun cuando no exista una amenaza creíble de rebelión militar contra el régimen en el seno de sus propias fuerzas armadas la acusación por conspiración se ha convertido en el recurso más usado para decidir los ascensos y dirimir pugnas intestinas entre bandas militares. Con razón muchos militares chavistas comienzan a preguntarse ¿Si esta es la suerte de un hombre con la estatura y el prestigio del General Baduel qué pueden esperar los cientos de oficiales militares presos a quienes se les niega sistemáticamente el derecho a la defensa?

Desde hace varios años hemos seguido el caso del Coronel José de Jesús Gámez Bustamante preso del régimen en condiciones similares a los antes mencionados. Gámez Bustamante no tiene esperanza de recibir justicia del estado chavista porque el propio Nicolás Maduro lo condenó públicamente al decretar que (Gámez Bustamante) “se pudra en la cárcel”. Una vez asesinado Baduel la atención de sectores militares se dirigió al Coronel Gámez Bustamante. No porque el Coronel Gámez Bustamante cuyo estado de salud es precario sea la figura de una nueva rebelión, sino más bien por un sentimiento de respeto y magnanimidad con un antiguo compañero de armas a quien reconocen como honesto, profesional y leal, aunque estos no sean precisamente los valores de la actual fuerza armada chavista.

Muy poco se puede esperar de las solicitudes de trato humanitario para el Coronel Gámez Bustamante que oficiales activos le han enviado al ministro pusilánime y comodín Vladimir Padrino López. Por el contrario, esas peticiones están siendo procesadas como la evidencia de una supuesta conspiración militar encabezada por el Coronel Gámez Bustamante y que tendría como eje la Guardia Nacional chavista. Si hay pugnas en las fuerzas armadas chavistas y estas evolucionan al punto de convertirse en rebelión es algo que solo podremos saber con el tiempo. Pero lo que sí está claro es que el intento de acusar al Coronel Gámez Bustamante como cabeza de una conspiración militar no es sino la justificación para darle el mismo trato que ya le dieron al General Baduel buscando el mismo desenlace fatal.

Aunque no somos optimistas en lo absoluto sobre el papel que jugará la Corte Penal Internacional en su supuesta evaluación sobre los delitos de lesa humanidad perpetrados por el régimen chavista en Venezuela por el contrario si creemos que es posible llamar la atención de esta instancia internacional sobre el caso del Coronel Gámez Bustamante y otros cientos de oficiales militares quienes como él están prácticamente condenados a muerte. Si la Corte Penal Internacional y el fiscal Karim Khan quisieran mostrar un interés genuino por la situación de Venezuela podrían comenzar por exigirle al régimen chavista la liberación inmediata de estos presos políticos, civiles y militares, o si lo prefieren que sus juicios, sin ninguna posibilidad de resolución en la venezuela chavista, sean radicados en otro país donde al menos se les garantice el derecho a la vida y a la defensa. El interés o el desinterés de la CPI por el caso del Coronel José de Jesús Gámez Bustamante y el de cientos de presos políticos, civiles y militares, en Venezuela establecerá la diferencia entre la vida y la muerte.- @humbertotweets

jueves, 25 de noviembre de 2021

El régimen chavista en su fase madurista

            La semana pasada en La Razón presenté unas hipótesis sobre cómo podría operar el reparto de las gobernaciones y las alcaldías entre el régimen  chavista y la falsa oposición. Mi análisis partía de la premisa que lo del 21 de Noviembre, como en todas las elecciones anteriores y las que vendrán con el chavismo, no era una elección sino un adjudicación de cargos con base al pacto político entre chavismo y falsa oposición. Desde ese ángulo traté de explorar cómo podría operar ese reparto insistiendo que aunque lo más noticioso y comentado sean los nombres de los favorecidos lo realmente relevante era la lógica que usaba el chavismo para perpetrar esta operación.

En líneas generales nos atrevimos a sugerir que el chavismo podría entregar a la falsa oposición gobernaciones como Zulia y Lara para cumplir su parte de las negociaciones de México con la MUD y además intervenir en la selección de quién será el vocero de la falsa oposición reconocido por el régimen para perfilarlo como un posible candidato presidencial en las elecciones del 2024. Manuel Rosales, quien se mueve muy bien entre los dos bandos de la falsa oposición, resultó favorecido con la gobernación del Zulia en una jugada donde la cúpula madurista sacrifica al chavista Omar Prieto ficha de Diosdado Cabello, cuya posición dentro del régimen se sigue devaluando.

Advertimos en el referido artículo que bajo ninguna circunstancia el régimen entregaría las gobernaciones de Miranda y Táchira, ni la Alcaldía de Caracas como en efecto ocurrió. Poner a ganar en el Táchira a Fredy Bernal con menos de 3 mil votos frente a Laidy Gómez parece ser más una advertencia de la cúpula Madurista para que Bernal sea consciente de su gran fragilidad dentro del régimen y revise y sus conexiones con Diosdado Cabello.

            El reparto incluye las gobernaciones de Cojedes y Nueva Esparta para dos operadores de la falsa oposición como una retribución por el eficiente papel que han jugado las dos bandas de Acción Democrática como agentes del régimen. A esto habría que sumar un centenar de Alcaldías entregadas a las franquicias partidistas de los dos grupos de la falsa oposición, interinato y alacranes. Esto marcaría el reingreso formal de toda la falsa oposición al régimen chavista.

            Con este reparto el régimen no solo busca afianzarse en el poder con la ayuda de la falsa opción sino que además sigue su proceso de mutación del chavismo originario al madurismo aunque la esencia del estado chavista se mantenga intacta. Para abrirle espacio a la falsa oposición dentro del régimen había que sacrificar algunas fichas propias y estas en su mayoría resultaron ser los candidatos chavistas a gobernaciones y alcaldías vinculados a Diosdado Cabello.

            Por esto no se puede pasar por alto lo que en este momento está ocurriendo con Barinas donde el propio régimen ha dejado colar la versión de entregarle esa gobernación al falso opositor Fredy Superlano. Lo que está en disputa no es un asunto de votos sino entregarle ese cargo a Voluntad Popular y al mismo tiempo librarse “democráticamente” de las dos familias Chávez acusadas en los círculos maduristas de ser “pedigüeños impenitentes” en todas las oficinas del gobierno con la excusa de portar el ADN del comandante supremo.

            El régimen chavista bien podría sacrificar a Argenis Chávez, hermano de Hugo Chávez, para ofrecer pruebas de la transparencia de sus elecciones fraudulentas en ámbitos internacionales. Así lo anecdótico sustituiría las consideraciones de fondo tales como el hecho de que el régimen controla todos los poderes e instituciones para fabricar resultados electorales a su medida. ¿Cómo se podría hablar de fraude si hasta el hermano de Chávez perdió en su estado? preguntaran los cómplices e incautos.

            Pero el sacrificio del hermano de Hugo Chávez en Barinas tendría además otro sentido.  Y este es que marcaría un evento más, en una cadena de muchos, donde se viene verificando la sustitución del llamado chavismo originario por el madurismo que hoy controla todos los ejes del poder del régimen chavista. En esta purga unos han sido asesinados como el caso de Raúl Isaías Baduel. Otros están muertos en vida como Miguel Rodríguez Torres. Algunos han sido aislados y execrados como Elías Jaua. Los que conocen el monstruo por dentro y saben de lo que es capaz han preferido desertar como lo hicieron Cristopher Figuera y el “Pollo” Carvajal. Solo van quedando elementos como Diosdado Cabello en situación de preaviso y con muy pocas posibilidades de sobrevivir la fase madurista del régimen chavista.- @humbertotweets

lunes, 22 de noviembre de 2021

Venezuela 80/20

            Solo incautos y cómplices pueden expresar sorpresa con lo ocurrido el 21 de Noviembre en Venezuela. Tal como estaba previsto el régimen chavista se auto adjudicó casi todas las gobernaciones y alcaldías dejándole algunas a la falsa oposición para cubrir las apariencias democráticas y seguir con la farsa de los acuerdos y negociaciones. La evidencia del fraude electoral del chavismo con la complicidad de la falsa oposición queda clara con las imágenes de centros de votación vacíos, sin colas, contando solo con la presencia de los tarifados de los partidos en contraste con las cifras oficiales del Consejo Electoral Chavista reconociendo una participación del 40% y por consiguiente una abstención del 60%.

            Los resultados anunciados por el régimen chavista no se pueden reconocer o admitir como producto de una elección que para todos los efectos fue inexistente. Estos más bien son el fruto del acuerdo político entre el chavismo y la falsa oposición para reconocerse y darse legitimidad el uno al otro. Las cantidades de votos y las adjudicaciones producto de este pacto político son tan inapelables que antes de cerrar el presunto proceso de votación ya voceros de la falsa oposición en sus dos sabores (hamponato y alacranes) pedían reconocer los resultados y prepararse para participar en el referéndum revocatorio del 2022 que será convocado, tal como lo fueron estas “elecciones”, a la medida del régimen chavista.

            En otro periódico hace unos días adelanté una hipótesis para tratar de explicar el resultado que el chavismo y la falsa oposición nos presentan hoy. Fue más un ejercicio de pronóstico que de predicción porque nadie podría saber a ciencia cierta cuáles gobernaciones finalmente le otorgaría el chavismo a la falsa oposición. En mi análisis sugería dos gobernaciones importantes, la del Zulia y la de Lara. Pero la clave no está en lo anecdótico y circunstancial de los favorecidos sino en la racionalidad que usó el chavismo para llegar a esa decisión.

Al entregar la gobernación del Zulia a Manuel Rosales el chavismo busca posicionar a este operador como figura clave para seguir ejerciendo influencia en el antro de la falsa oposición. En otras palabras, el 21 de noviembre el cogollo del régimen chavista resolvió que su interlocutor en la falsa oposición no será ni Henrique Capriles Radonski, ni Henri Falcón sino Manuel Rosales, aunque se le agradece a los dos primeros el haber ayudado en la maroma. La jugada es además otro paso en el progresivo y sistemático proceso de desmembrar políticamente a Diosdado Cabello cuyo pupilo en este caso resultó sacrificado.

Las otras dos gobernaciones que el chavismo le dá a la falsa oposición, Nueva Esparta y Cojedes, no son más que parte del paisaje para adornar el resultado democrático y un premio de consolación para los dos bandos del partido Acción Democrática que en el seno de la falsa oposición han resultado los más consecuentes y hábiles colaboradores del régimen, cobrando por ambos extremos. 

En otros casos emblemáticos tales como Caracas, Táchira y Miranda nos atrevimos a asegurar que bajo ninguna circunstancia serían entregados a la falsa oposición porque se trataba de fichas claves para el chavismo. Sin embargo, el Táchira merece una mención especial por el aparente drama creado por un supuesto empate técnico entre los candidatos Freddy Bernal y Laidy Gómez. Desde el momento que el régimen chavista designó a Freddy Bernal como “protector” del Táchira estaba resolviendo al mismo tiempo que esa gobernación debía retomarla por ser un territorio donde el chavismo, la guerrilla y grupos paramilitares ejercen un próspero cogobierno.

Sin duda la gobernación del Táchira, estaba cantado desde el principio de esta comedia, sería para Freddy Bernal. Pero el poner a Bernal a “ganar” en situación precaria con un escaso margen de “votos” no podría ser otra cosa que una advertencia del cogollo madurista para que revise sus relaciones y afinidades con Diosdado Cabello y además sea consciente de su propia fragilidad dentro del régimen.

Haciendo a un lado lo anecdótico que parece ser lo más comentado y celebrado por “analistas” e influencers lo que realmente hay que rescatar del 21 de Noviembre es la realidad, inocultable hasta para el propio chavismo, de la abstención. Por definición no se pueden creer ni aceptar las cifras suministradas por el Consejo Electoral Chavista sobre un proceso viciado y fraudulento. Pero si esa instancia admite que la abstención fue de más o menos un 60 % lo más probable es que haya sido mucho más. Si los operadores de los partidos del chavismo y la falsa oposición estaban apurados a las 6 de la tarde pidiendo a la gente ir a votar lo más probable es que muy pocos electores participaron en esa mascarada.

Las fotos de centros de votación desolados que circularon por las redes sociales solo pudieron ser coloreadas con incidentes y enfrentamientos entre asalariados del chavismo y la falsa oposición. En sitios como el Zulia no entendieron que todo sería el resultado de un acuerdo político, se tomaron en serio la contienda con el lamentable resultado de una persona asesinada en plena jornada electoral. En otros como el 23 de Enero de Caracas, zona gobernada por los colectivos chavistas, no hubo incidentes ni electores en los centros de votación.

La capacidad real del chavismo y la falsa oposición para llevar gente a votar no superaría juntos el 20% que es más o menos el alcance que podrían tener las redes de clientelismo que controlan ambos bandos. El resto, esto es el 80%, es la gran mayoría de la Venezuela decente y honesta que vive de su trabajo y expresó su más absoluto desprecio por chavistas y falsos opositores al negarse a ir a votar en este nuevo fraude electoral.

Por supuesto, la abstención por sí sola no será suficiente para sacar al chavismo del poder. Pero es un espacio desde el cual se podrá comenzar a construir una o más alternativas a la política que representan tanto el chavismo como la falsa oposición. La abstención militante como rechazo al chavismo y la falsa oposición debe ser dotada de contenido y propuestas para desmarcarse de quienes proponen no votar por un asunto ausencia de condiciones electorales y quienes proponemos no votar hasta que haya un cambio total de régimen político distinto al impuesto en 1999.-  @humbertotweets

lunes, 15 de noviembre de 2021

No votar es votar contra el chavismo y la falsa oposición

            Siempre hemos argumentado que las diferencias entre el chavismo y la falsa oposición son de forma. En principio pareciera que son diferentes porque uno pretende disputar el poder al otro pero en esencia ambos buscan sostener al mismo régimen político chavista y su Constitución de 1999. La máxima aspiración política de la falsa oposición, en todas sus versiones, es intentar ser gobierno dentro del estado chavista por la vía electoral y de una supuesta transición negociada. Pero esto no va a ocurrir porque el chavismo desde hace mucho tiempo decidió que jamás entregará el poder en forma pacífica.

            Sin embargo, al mismo tiempo el chavismo se esmera en mantener viva la esperanza de que la falsa oposición algún día podría ser gobierno si juega según las reglas del estado chavista y se acopla con este. Por parte del chavismo este ha sido el punto número uno en todas las negociaciones que ha celebrado con la falsa oposición desde 1999. Como la falsa oposición no ha tenido una dirección y orientación política única en todo este tiempo sus acciones están caracterizadas por marchas y contramarchas. Esto explica que unas veces hayan intentado llegar al gobierno participando en los fraudes electorales del chavismo y otras llamando a no votar. Eso sí, siempre y a todo evento jurando fidelidad a la Constitución chavista de 1999 y sus inviables e inaplicables métodos para elegir a un gobierno en forma democrática o revocar su mandato.

            La conformación de un presunto gobierno interino dependiente de la Asamblea Nacional del 2015, sin ningún fundamento legal o constitucional, fue presentada como la posibilidad de crear un eje de poder político real alterno al estado chavista. El apoyo diplomático de varios países, incluidos los Estados Unidos y Colombia, al llamado interinato de Juan Guaidó hacía pensar que desde allí se construiría una suerte de gobierno en el exilio para coordinar las acciones en el desplazamiento del chavismo del poder en Venezuela.

            El interinato de Juan Guaidó y la falsa oposición no tardarían semanas en mostrar que sus prioridades no eran precisamente articular un gobierno en el exilio para enfrentar al chavismo sino más bien operar como una oficina de nóminas y contratos para el beneficio de las franquicias partidistas de la falsa oposición y sus clientelas. Nunca el interinato de Guaidó ejerció actos de gobierno. En lugar de ministros tuvo “comisionados”. No solo evitó designar a un ministro de la defensa u organizar un ejército sino que con infinidad de excusas nunca presentó una solicitud formal de apoyo militar a los países que le respaldaban para intervenir en Venezuela.

            Lo que sí hizo el interinato de Juan Guaidó fue usar el apoyo internacional para hacerse reconocer como titular de los activos de Venezuela en el exterior y además receptor de fondos y recursos de la ayuda humanitaria entregada por otros países. Repitiendo prácticas típicamente chavistas el interinato se ha negado en forma sistemática a rendirles cuentas a los venezolanos sobre los cuantiosos recursos que ha manejado. Amparado en el hecho de ser un constructo pseudo legal reconocido diplomáticamente por varios países, pero sin ataduras legales en ninguno, el llamado gobierno interino de Juan Guaidó se transformó bien temprano en un verdadero hamponato interino.

El inminente retiro del apoyo que ofrece los Estados Unidos a esa caricatura de gobierno es lo que movió a la falsa oposición a buscar una nueva negociación con el régimen chavista. Por supuesto la única forma de regresar a la talanquera chavista es por la vía electoral. La necesidad y la urgencia de estar pegados a algo que se pueda parasitar es lo que lleva a los partidos de la falsa oposición a cambiar una vez más su postura y lanzarse a la celebración de la “fiesta democrática y electoral”.

La jugada ha sido tan burda como torpe. Supuestamente de las negociaciones en México y de las condiciones electorales que ofreciera el régimen dependería la participación de la falsa oposición en la farsa electoral. Pasado el tiempo y llegado el momento de hacer las postulaciones la falsa oposición y sus partidos presentaron puntualmente sus candidatos sin ni siquiera mencionar el tema de las famosas condiciones electorales. Los más descarados se destacan porque sin rubor dicen que a la final las condiciones no importan, con ellas o sin ellas hay que ir a votar para “conquistar espacios de lucha.”

Mientras el estado chavista controle todas las instituciones jamás habrá garantía de elecciones libres y democráticas en Venezuela. Las pequeñas concesiones reglamentarias que el chavismo le pueda dar a la falsa oposición son nimiedades comparadas con el inmenso poder que se reservan para decidir a quienes les serán adjudicados los cargos.

Lo que habrá el 21 de noviembre no son unas elecciones, es otra farsa electoral orquestada por el chavismo con la complicidad de la falsa oposición en todas sus versiones. La supuesta pugna entre candidatos de la oposición es parte del show para tratar de darle dramatismo al asunto e intentar mover a la gente a votar. No por los votos que de por sí son completamente irrelevantes en el sistema electoral chavista sino para la fotografía de los centros de votación donde ambos, tanto chavistas como falsos opositores, esperan mostrarle a mundo largas colas de electores que avalan cualquier cosa que el Consejo Electoral chavista se le antoje anunciar como resultado oficial.

Aceptar la tesis electorera y oportunista de la falsa oposición y sus candidatos es avalar la corrupción que se ha tragado al hamponato interino. Pero esto solo podría ser un dilema para unos cuantos que aún esperan seguir viviendo de la política como clientela bien pagada por las franquicias partidistas con dineros y recursos del tesoro nacional. Por el contrario, la inmensa mayoría de los venezolanos no se plantea ni siquiera la posibilidad de ir a votar porque entiende que es una forma de apoyar al régimen, pero además porque no hacerlo es una forma, quizás la única efectiva por el momento, para votar al mismo tiempo contra el chavismo y la falsa oposición.-  @humbertotweets


jueves, 11 de noviembre de 2021

La Venezuela decente no vota el 21 de Noviembre

            La idea de la decencia en la política se deriva de la moral o el conjunto de normas que buscan proteger a un grupo o una sociedad, en este caso la nación venezolana. Todas aquellas acciones que vayan en contra de la permanencia o pervivencia de la nación venezolana serán entonces consideradas como inmorales o indecentes. La crítica que siempre hemos argumentado contra el chavismo y la clase política colaboracionista de la falsa oposición se basa en el hecho que sus acciones apuntan a la destrucción de la nación y el estado venezolano como sociedad política.

            Para mantenerse en el poder el régimen chavista ha tenido que desarticular al estado nacional venezolano para sustituirlo por el estado chavista que representa otro tipo de interés más que todo de índole criminal. Solo esto explica porque el chavismo en su afán de imponer la barbarie ha destruido el territorio, las instituciones, la moneda, la economía, la historia y hasta la autoestima de ser venezolano.

            El territorio ha sido desmembrado para ser repartido entre guerrillas, megabandas y los cuerpos militares del estado chavista. Cada uno domina una parcela donde es soberano para robar, secuestrar y cobrar vacuna a los ciudadanos indefensos.

Instituciones como las Fuerzas Armadas Nacionales han sido prostituidas para reducirlas al brazo armado del estado chavista que se impone sobre la población civil desarmada.

Contra toda la retórica chavista la moneda nacional ha desaparecido para darle paso al dólar como única divisa que es aceptada por todos incluidos quienes reciben dinero de la corrupción. Todas las industrias han desaparecido hasta la petrolera para dar paso a una economía basada en el narcolavado cuya mejor expresión son los bodegones y las zonas libres decretadas por el chavismo.

La historia nacional ha sido falsificada por el chavismo con libros basura que solo contienen propaganda endiosando a Hugo Chávez a la par que se ha promovido la destrucción sistemática de bibliotecas, hemerotecas y fonotecas en todo el territorio nacional.

Y por si esto fuese poco según cifras conservadoras y extraoficiales hay más de siete millones de almas huyendo de la pesadilla chavista y avergonzados de llamarse venezolanos para no ser asociados a la barbarie bolivariana.

            El régimen chavista es sin duda la peor amenaza contra la integridad de la nación venezolana y todo lo que se les permita hacer para seguir en el poder es absolutamente inmoral porque precisamente va en contra del sostenimiento de todo el cuerpo social. Es tan inmoral el chavismo que ha procurado la destrucción sistemática de la nación como su falsa oposición que para seguir viviendo de la política se ha adecuado a nuevas formas de contubernio con el chavismo para que también se les permita tomar una tajada en el reparto del botín nacional.

            Unas de las formas más socorridas para lavarle la cara al régimen chavista, sobre todo a nivel internacional, es fomentar el fraude político que presenta la apariencia de una sociedad con instituciones que teóricamente funcionan. Para esto se apela cada 3-4 años al recurso de elecciones y negociaciones con la falsa oposición. Es un círculo vicioso sin fin donde siempre se regresa al principio como si nada hubiese pasado.

            El régimen chavista usa las elecciones fraudulentas para enmascarar ese fraude político. Se convoca a unas elecciones cuyos resultados son controlados por el Consejo Electoral Chavista que manufactura cifras y adjudica cargos según lo que le interese al régimen. Cada elección que se convoca crea la expectativa sobre cuáles son los cargos de gobernador o alcalde que esta vez el chavismo le adjudicará a la falsa oposición. Pero en realidad es mucho más que eso.

Con una oposición que no tiene vocación moral ni patriótica participar en unas elecciones, cualquiera ella sea, es la oportunidad de hacer negocios y recoger dinero para seguir parasitando de la política. Las elecciones, luego del narcolavado, es el otro gran negocio que ha florecido en Venezuela como una próspera industria con asesores, analistas, encuestadores, periodistas donde todos promueven la banalización de la política para justificar su servilismo.

            Pretender que las elecciones del 21 de noviembre, como todas las anteriores, son un evento más en la vida normal de un país solo se puede justificar por el perverso interés de hacer dinero con la destrucción de la patria. Por ejemplo, cuando algunos “analistas” y ‘encuestadores” dicen que la gente votará o no dependiendo de si los candidatos logran convencer que serán capaces de poner alumbrado público y tapar huecos en las calles en realidad lo que están haciendo es tratar de crear un ambiente artificial como si los venezolanos estuviesen flotando en una burbuja y poco les importa la destrucción de la nación.

            Los charlatanes más sofisticados elaboran un discurso más refinado y admiten que todo seguirá igual pero que aun así es importante ir a votar en las elecciones del chavismo porque hay la posibilidad de “ganar espacios de lucha.” Así llaman a los cargos que entrega el chavismo para legitimar a su régimen a donde se llega para cobrar sin trabajar.

            Aquí no hay espacio para la indiferencia y la neutralidad. Después de dos décadas de destrucción ningún venezolano puede argumentar que no sabe o no entiende lo que está pasando. Es evidente que las opciones son dejar al chavismo que con su falsa oposición siga destruyendo a Venezuela u organizarnos para combatirlos y sacarlos del poder con ayuda internacional.

            Cualquier venezolano que apoye las elecciones del 21 de Noviembre y las que vienen asume por definición una conducta abiertamente inmoral porque ir a elecciones significa legitimar a un régimen que busca destruir lo que la mayoría quiere proteger que es la integridad de la nación venezolana.

Desde esta perspectiva votar o llamar a votar como lo hace la falsa oposición es una indecencia que debe ser combatida y denunciada porque sus motivaciones son ruines e innobles. Solo quien aún abrigue esperanzas de vivir de la política, robando el tesoro nacional, podría justificar ser parte del fraude político y electoral orquestado por el chavismo y la falsa oposición.

Afortunadamente la gran mayoría de los venezolanos que vive de su trabajo y no de la política no se plantean estos dilemas morales porque saben que ni estas elecciones ni las que vengan bajo el régimen chavista lograrán el propósito superior de salvar a la nación venezolana.- @humbertotweets