Todo parece indicar, hasta ahora, que el choque de trenes es inevitable.
Mejor seria decir el
choque de poderes entre el gobierno y la AN.
El tono del discurso y
la calidad de las propuestas hacen presagiar lo peor. Literalmente.
Los analistas coinciden
que la radicalización de las posiciones del gobierno y la oposición podría llevar
a ambos bloques a un suicidio político y al país al colapso definitivo.
Estamos frente a una situación
inédita en la cual gobierno y oposición se necesitan mutuamente, para
subsistir.
Pareciera que tanto
gobierno como oposición están tan ocupados en sus propias agendas que ignoran
deliberadamente la gravedad de la crisis.
Sobre esto reflexiono
acertadamente el periodista Manuel Isidro Molina el
domingo.
La necesidad práctica de
supervivencia política debería conducir a un acuerdo mínimo.
Lo otro es caos.
Un caos que sin lugar a
dudas se llevaría por delante gobierno, oposición y lo que queda del país.
El problema del gobierno
esta dejando de ser ideológico-filosófico para tomar una dimensión mas
practica.
El gobierno sabe lo que
hay que hacer en la economía.
Todo el mundo lo sabe.
Pero el gobierno no
quiere tomar las medidas de ajuste porque no quiere absorber solo el costo político
de esas decisiones.
El gobierno le sigue
enviando mensajes desesperados a la oposición para que comparta el escenario de
la impopularidad.
La oposición,
obviamente, no tiene el menor interés de ser parte de ese sacrificio.
Allí hay más interés en
explorar las vías jurídico-políticas para cambiar al gobierno.
Este enfrentamiento
puede quedar rezagado con la volatilidad de la explosiva situación social que
se vive.
En aras de un
sentimiento elemental de supervivencia política alguien tiene que ceder. ¿O
ambos?
¿Quien toma la iniciativa?
En la afanosa búsqueda de
información que nos ayude a entender lo que pasa en nuestro país nos encontramos
con un interesante artículo publicado hace unos días en The
Economist.
El referido articulo ha
sido reproducido quizás en forma automática o mecánica -acrítica?- por varios
medios.
Pero ninguno, hasta el día
de hoy, ha hecho referencia a dos piezas de información relevante contenidas en
el reportaje (ver especialmente último y penúltimo párrafos).
Según el referido
reportaje ya hay conversaciones informales entre la oposición y el chavismo -no
define cual chavismo- sobre la forma de abordar la transición política.
A esto agrega que las posibles
bases de una negociación serian el apoyo del gobierno a un mecanismo Constitucional
para el cambio político -enmienda, revocatorio- a cambio de un apoyo de la oposición
al programa de ajuste económico.
No sabemos que tan avanzadas
pueden estar esas conversaciones.
Tampoco sabemos si los
interlocutores de ambos bloques tienen la fuerza real para comprometer a sus
representados.
De resultar cierto esto
seria una sorpresa en contra de todos los vaticinios del choque definitivo de
trenes.
Lo que si esta claro es
que con negociación o sin ella en ambos casos habrá costos políticos para
gobierno y oposición.
Y el factor tiempo los aumenta
en forma exponencial.
A mayor retardo, más
dolor.
Ilusos si están pensando
que saldrán librados de esta sin un solo rasguño o sin ceder en parte de su
agenda.
Eso, es imposible.
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